No, no, no. No podía ser posible. No. No era su culpa, No podía serlo, de eso estaba seguro, había sido culpa de ella por llevarlo a eso.

Se había visto obligado a hacerlo. No quería llegar a tal extremo, nunca quiso matarla, pero era culpa de Bella al intentar querer escaparse con ese estúpido chico de que habían conocido en la secundaria, Gastón. Joder, Bestia amaba a Bella, por supuesto que la amaba, ¿cómo no podría hacerlo? Ella era perfecta, todos la miraban cuando salían juntos a pasear y eso lo hacía enfurecer.

Desde que Bestia había visto como Gastón miraba a Bella, hacía ya un par de años atrás, le había prohibido volver a verlo. Ni siquiera podía pensar en aquel hico popular. Bella era de él, nada más que de él, no podía permitirse perder su más preciada posesión.

Pero ahora lo había hecho. Bella yacía pálida contra las baldosas del piso de la cocina, galaxias rojas, verdes y azules adornaban su rostro sin el típico maquillaje que usa para cubrir las marcas. Tenía los ojos abiertos de par en par, el terror aún seguía en ellos, y marcas azules rodeaban su cuello como un tétrico collar de cuentas. Pero sus labios se mantenían rojos como una rosa y hacían creer que Bestia que ella seguía viva, que él no la había matado.

Cuando Bestia descubrió los planes de la chica, enloqueció, literalmente. Comenzó a romper cosas. Zarandeó a Bella hasta que ella se dio la cabeza contra una ventana y la rompió. Le gritó. Le pegó una cachetada y ella no se inmutó, estaba acostumbrada a esos tratos y por eso quería huir de él. Gastón, hacía ya tanto tiempo, le había prometido un mejor futuro, algo que Bestia no podía darle, y ella estaba dispuesta a ir por ello; solo que no había pensado que aquel día Bestia llegaría temprano del trabajo.

Ella era la tonta. Ella era la que esperaba un amor perfecto como en los libros sabiendo que Bestia nunca podría llegar a ser su príncipe azul por más que lo intentase. Ella era de él y no comprendía eso ¿por qué no lo hacía? Si le daba todo lo que quería, le daba cariño, le compraba todos esos tontos e inútiles libros a pesar de que a Bestia tanto no le agradara la idea. ¿Qué más era lo que quería? Solo le pegaba cuando cometía más estupideces de lo común, si siempre era tan torpe y cagaba todo.

Pero ahora era él quien la había cagado.

Bestia se pasó los dedos por el cabello castaño oscuro y volvió a mirar el cuerpo de Bella. Alguien probablemente hubiera escuchado sus gritos y los vidrios rotos, los vecinos siempre estaban atentos a esas cosas y no sería raro que la policía volviera a su puerta por sus llamados. Solo que ahora Bella no podría mentir para cubrirlo.

No sabía qué hacer. Pateó un mueble de paso hacia la sala, cegado por la ira y astillando la madera. No le importó.

Ellos vendrían. Ellos lo sabrían. Ellos no comprenderían, no entenderían que la amaba tanto y no quería que nada le pasase, la amaba tanto que tuvo que matarla para que estuviera a salvo al fin.

Si tan solo...

Entonces a Bestia se le ocurrió una idea. Al menos, así podría estar con ella a salvo y ellos no podrían llevárselo con sus tontas leyes como excusa. Jamás dejaría que lo atrapasen. Estúpidas feministas.

Bestia no tuvo otra opción. Cruzó la sala hasta ir al cuarto, tomó la pistola que guardaba en el segundo cajón del armario de su cuarto y se sentó en la cama, aquella donde tantas veces le había hecho el amor a Bella entre caricias y besos. Él apoyó el cañón en su sien y, sin un último pensamiento o sentimiento, disparó.

Cuando las sirenas se fueron acercando a la casa, la policía llegó y se encontró con los cuerpos, nadie se percató de que la rosa en agua en la puerta de entrada de la casa, la única flor en toda la casa, hacía tan solo unos minutos había perdido su último pétalo marchito.

N/A: La palabra "gracias" no me alcanza para describir como me siento en este momento <3 <3 ¡Más de 23 mil lecturas y 3 mil votos! Esto es demasiado para mi <3

PD: No estoy del todo conforme de como me quedó el capítulo, hasta ahora fue el más duro para escribir en todo sentido. Espero que les guste igual.