"Las ventajas de los ojos cafés"

¡Hola! Heme aquí en medio de días buenos y no tan buenos. En los cuales me pregunto si tiene caso seguir subiendo lo que escribo. Sí, suena pesimista y negativo pero es lo que pasa por mi mente. Además no niego que al no tener nada pendiente aquí me viene muy bien estos días.  

En fin. Esta es una historia que subiré a Booknet (Aunque ya está aquí en Wattpad también) y dejaré el link en comentarios. Por allá me encuentran con el mismo nick: Jeilcy. Lo haré pese a mis palabras anteriores porque lo había planeado desde hace meses y me lo voy a cumplir a mí misma. Porque me recuerda que muy en el fondo aun hay una pequeña chispa. Les dejo un pequeño adelanto. 

Deseo estén bien y por favor cuidense mucho. 

....

Esta es la sinopsis y si les parece una historia super mega clichocienta ¿saben qué? lo es. 

Mónica conoce a Benedict Mackenzie casi desde que ella andaba en pañales. Pese a que son de mundos social y económicamente distintos, eso nunca ha provocado que ella se sienta inferior. Ni aunque él sea parte de una familia tan admirada, reconocida, envidiada, millonaria y bla bla bla. Eso no la impresiona, él no la ha tenido babeando nunca y definitivamente no se ha sentido menos ni cuando le ha tocado la mala fortuna de trabajar para él. Así que tolera tenerlo de Jefe, tolera que a él le encante provocarla y sacarla de quicio, pero lo que nunca va tolerar es seguirle el juego para una condenada farsa que incluye matrimonio. A menos que haya poderosas razones para ello y da la casualidad que las habrá...

Con incredulidad miro la imagen en la enorme televisión de la cafetería donde estoy comprando. Un canal de noticias anuncia con bombo y platillo en su sección de entretenimiento que la famosa youtuber e influencer Melissa Young se acaba de comprometer. Miro la foto que comparten y es de su Instagram, sale abrazada al hombre de perfil y por lo tanto se ve la cara de ella y el anillo que posa en el hombro del tipo.... Del miserable tipo hijo de la mier...

- Señorita ¡Señorita! - me dice la chica que me atiende quien aún espera que le entregue la tarjeta para pagar. Se la entrego sin mirarla, no es que suela ser así de grosera, pero la noticia me trae todos y cada uno de mis malditos recuerdos y quiero estrangular a alguien. La entusiasta mujer que da la nota prosigue:

La famosa Melissa Young que cuenta con más de dos millones de suscriptores en YouTube y más del millón en Instagram ha anunciado su compromiso con el conocido empresario Connor Turner, de la familia Turner, dueños de la línea de postres congelados Turner. De acuerdo a las palabras de Young en un video compartiendo las buenas nuevas...

¿Video? ¿Hay ya un video? Pero claro, no lo sé porque dejé de seguirla por razones más que obvias.

La noticia prosigue: ...Dijo que se conocieron de la manera más romántica posible, mientras estaban en un parque, ella derramó su café encima de él. Y allí comenzó todo.

Yooo estaba con el asqueroso traidor de Connor en el parque, nos quedamos de ver allí por unos minutos pues mi exigente jefa me quería 24/7 a su servicio, como si editarle sus videos, manejar sus redes y darle ideas que no fueran tan estúpidas (como las suyas) para grabar en su canal no fuera suficiente, tenía que ser la chica de los recados a veces. Y mientras iba por su café descafeinado con leche de almendra light y que a mi parecer sabía cómo si pusieras a hervir un calcetín sucio me había quedado de ver con mi supuestamente amoroso y fiel novio.

Melissa me había llamado poco después exigiendo saber dónde estaba, por qué tardaba, aunque no tenía mucho de haberme ido y el por qué estaba contribuyendo a su histeria por falta de ideas creativas, como si dentro de su cabeza hubiera muchas, ya las había agotado todas y las que yo le daba eran buenas pero al darse cuenta de que en ese aspecto la creativa era yo, había decidido prescindir de lo que le proponía por puro orgullo, lo que llevaba a menos videos y los que subía no generaban las vistas esperadas.

Melissa había llegado enseguida pues el parque estaba enfrente de la cafetería y a unas cuadras de su departamento, dispuesta seguramente a vomitar su furia conmigo, pero había tenido un cambió monumental al ver a Connor a mi lado. Connor es el típico gringo rubio guapo, ojos azules, y de esos que se ponen rojos cuando les da mucho el sol o se les hacen ronchas enormes por un piquete de zancudo. Ejecutivo de la empresa familiar más por el apellido que por su destreza, palabras de su hermana no mías. Y con un particular gusto por las mujeres "exóticas" palabras esta vez de él, mal aplicadas por supuesto. Young es mitad china y yo soy mitad mexicana y por un tiempo mitad estúpida. Pero eso ya pasó y esta mitad latina clama sangre.

El caso es que Young había agitado sus largas pestañas postizas, porque seamos honestas aquí. Las asiáticas podrán presumir de muchas cosas, pero no de largas pestañas. Después había hecho un mohín sexi, arrebatado su café de mi mano, avanzado un paso hacia él para saludarle y antes de eso oh sí, claro que sí... tropezar adorablemente para derramar su café encima de Connor. Alguien aquí ha visto demasiadas comedias románticas. Pero, le funcionó a la desgraciada....

La noticia acaba y mis cafés aún no están. Voy directamente a buscar el video donde anuncian el compromiso. Allí están los tórtolos. Ella parloteando sin parar y el intentando decir algo más que sí, así es y es cierto. Río un poco ante lo que veo, pero es una risa media macabra a juzgar por la mirada que me lanza un anciano de la mesa cercana. Mi teléfono suena y aparecen las iniciales JDI, es mi Jefe. Lo ignoro. Esto es más importante. Corto para poder seguir viendo el video y enseguida vuelve a llamar, golpeo el suelo con un pie y más aún al ver que es una video llamada, así que acorralada acepto a regañadientes.

- ¿Se puede saber porque rayos tardas tanto? ¿Fuiste a moler tu misma el café? Espera, fuiste a recolectarlo ¿no? –Me espeta.

Hago un amago de sonrisa para que se calme, pero termino enseñándole los dientes en una mueca que hasta yo sé que no luce nada bien. No estoy de buen humor definitivamente.

- Esa es tu peor sonrisa Cookie. –me dice con una sonrisa delada.

Esta vez gruño y él sonríe satisfecho. Odio que me diga Cookie. Odio que sepa ese apodo de mi infancia y ahora mismo lo odio un poco a él.

- Hay mucha gente. - respondo entre dientes.

- Llevas fuera una hora.

- Tu codependencia de mi persona está ya fuera de los límites. - respondo seria.

- Si hay una codependencia en mí es hacia el café Cookie, no te hagas ilusiones.

Rodo los ojos.

- Tampoco me gusta que hagas eso. - dice de inmediato al verme.

Vuelvo a rodar los ojos unas dos veces más y termino viendo borroso.

- ¡Apresúrate! - me dice y cuelga.

- ¿Es tu jefe? - pregunta la chica detrás de la barra y yo asiento con una mueca, la chica seguro me entiende con este asunto de los jefes exigentes y... - ¿Cómo puedes trabajar con él?

- Lo sé. - suspiro lista para quejarme un poco.

- ¡Es guapísimo!

- Lo... ¿Qué?

- Se me hace conocido.

- Su cara es común, quizás por eso. –respondo y una imagen mental de él aparece y la borro de un plumazo... uno mental por supuesto.

- ¿Común? - Me mira como si estuviera loca.

- Ahora me dirás que es un papucho y su cara ha sido tallada por los mismos ángeles. -bromeo- hasta estas detrás de una barra y todo. - prosigo divertida, pero ella solo tiene cara de confusión. - ¿No has visto Shrek 2? ¿En doblaje latino...no? ¿En serio?

- La vi en inglés. - dice digna, como si eso fuera algo para sentirse superior.

- Pareces más latina que yo, por Dios ¿Qué diantres pasa con mis cafés? ¿Quieres que le diga a tu supervisor que babeabas con mi jefe mientras hacia una privada video llamada con él?

La chica me ve con odio, pero se aleja. No me importa.

Vamos por partes en esta truculenta historia digna de las novelas que mi abuela ama. Y vamos desde el inicio: Había una vez un feto... ok no, no quiero aburrirlas.

Mis padres tienen una cafetería en Providence un pueblo encantador cerca de Nueva York, donde pasé mi adolescencia. Esa cafetería fue el resultado de años de trabajo duro de mis progenitores. Ella como ama de llaves y él cómo chófer de los Mackenzie. Trabajo bien pagado y que disfrutaban en pleno corazón de NY, gran parte de mi infancia la pasé en la mansión de los susodichos con mi hermana pequeña, dos demonios Mackenzie y con la angelical Lili Mackenzie que no se parecía nada a sus hermanos. Cuando tenía doce años y mi hermana diez, mis padres pusieron la cafetería en Providence y nos mudamos allí, a dos horas aproximadamente de la ciudad que nunca duerme. Nos hemos visto frecuentemente a lo largo de los años con los Mack como solemos abreviarlos en casa, pues la abuela de la familia nos tenía y tiene muchísimo cariño. El mayor de los Mack es mi Jefe desde hace seis meses, desde que la Young y Connor decidieron que la tercera en discordia era yo. Facturas y renta que pagar me hicieron aceptar ser la chica de los recados para la empresa de los Mackenzie al menos al inicio.

Eso explica en parte que en privado no le guarde mucho respeto a mi Jefe.

Tomo los cafés mientras voy casi corriendo maldiciendo que la sofisticada cafetera de la oficina de mi Jefe se haya descompuesto, bueno yo la descompuse, pero no fue a propósito. El caso es que tuve que ir hasta este lugar porque al Señor no le gusta el café de la cafetería de la Empresa y debido a ello me tocó ver en vivo y a todo color el anuncio de compromiso de mi ex novio y mi ex jefa. Avanzo con mirada terrorífica hacia la entrada, no ayuda ver una foto enorme del adicto al café que me llamó hace un momento. Es para una publicidad de una marca deportiva, sale en un Kayak remando en unos rápidos sin nada en el torso. Salvajemente audaz reza el logo y chirrio los dientes. Salvajemente impertinente e inoportuno pienso. Me gustaría saber porque rayos tiene que salir medio desnudo ¿Qué no es ropa deportiva? Me detengo por primera vez desde que esa foto está allí, no es la única, hay otra colgando sobre toda una pared y busco acusadora defectos.

Al parecer el Kayak forma parte de lo que la marca vende, deslizo critica mis ojos por el cuerpo del que es mi jefe, ocho cuadros en su liso torso, este se depila lo podría jurar. Veo su espalda ancha y brazos musculosos que se tornean y resaltan al agarrar el remo, seguro es Photoshop, ese par de moldeadas piernas apuesto tienen retoque insisto en mi mente, aunque es mi mente la que me recuerda que lo he visto en bañador y la imagen corresponde. Gruño. Su rostro luce salvaje, divertido por el reto y si, sexy. Maravillas que hace la cámara ¿porque mi Jefe es el modelo de esa marca? Porque así lo quiso la dueña de dicha empresa y porque el suele hacer eso, no solo crea publicidad y campañas, posa en algunas de ellas. Cuanta arrogancia y amor propio. Pongo mi pase en la máquina y se abre dándome acceso, camino al ascensor y entro con muchos sentimientos malos bullendo dentro de mí.

- ¿Mal día Mon? - Me pregunta alguien a mi derecha, así que relajo el rostro y lo miro. Es James del área de finanzas. Es lindo y muy amable, así que trato de sonreír, pero recuerdo que en estos momentos esa sonrisa podría espantarle. Me limito a asentir con la cabeza, encogerme de hombros y mostrarle los cafés.

- Tuve que ir por esto a unas cuadras de aquí. La cafetera se descompuso. Y Mack odia el de aquí abajo.

- ¿Mack?

Me doy un golpe mental, se supone que no debo tratar con familiaridad al poderoso dueño y señor del lugar. Suelo hacerlo a veces sin importar quien esté delante, pero porque se me olvida que no debería, como ahora.

- Es mi apodo para el Jefe, no me delates. - pido guiñándole un ojo y James se ruboriza levemente, yo me maravillo puesto que nunca había visto ruborizarse a un hombre así, tan fácil. Con Mack lo he logrado, pero es porque lo conozco de años. - Que lindo. - digo en español y veo interés en sus ojos, aunque no sé si por lo que dije o por otra cosa.

- ¿Qué dijiste? - pregunta con una ancha sonrisa.

Yo sonrío simplemente, llega a su piso y parece no querer salir. Varios de los que van con nosotros bajan y él se ve obligado a hacerlo, lo despido alegremente y las puertas se cierran. Suspiro pensando en que he perdido mucho tiempo. Mi piso es el último, como no. Nadie me dice nada por la salida por supuesto. A veces creo soy la chica de los recados exclusiva para los caprichos de Mack. Antes de ir a dejarle su líquido preciado voy a la pecera, todas las oficinas menos la de los ejecutivos de alto nivel tienen paredes de cristal, se ve todo todito. Así que así le digo a mi pequeña oficina que está en medio de la del secretario de Mack y su asistente ¿Debería estar aquí? No. Ciertamente no. Debería estar en diseño y producción. Tomo un sorbo de mi café y pego un pequeño brinco al ver a Mack recostado en mi escritorio esperando con los brazos cruzados. Me mira y enseguida ve su reloj. Aprieto la mandíbula.

- ¿Porque tardaste tanto? - Avanza y toma su café. Bebe de inmediato. El hombre es adicto oh, sí.

- Quizás porque me mandaste en hora punta. - contesto con un resoplido nada femenino.

- ¿Yo descompuse la cafetera? - Me mira.

- ¿Se supone que yo sí?

Entrecierra los ojos.

- No sirvió después de que te ofreciste tu a hacer el café.

- Eso no significa nada. No fui yo. - Miento sin problemas.

- ¿Sabes cuánto me costó conseguirla? Hace un café superior.

Lo veo con una mezcla de superioridad y sarcasmo.

- Hacía el mejor café por los granos, no por otra cosa. El café es el superior ¿Sabes cuánto me costó conseguirlo?

- ¿Una llamada a tu abuela?

- Que no volveré a hacer. -aseguro.

- ¿Quieres que te despida?

Me amenaza y noto que es la misma mirada de la foto en la entrada, vista así de cerca y al natural es mucho mejor, para mi consternación siento la necesidad de tragar para quitar ese nudo extraño que siento dentro y a pesar de que no creo esté en la garganta. Frunzo el ceño enojada conmigo misma por mi reacción. Trato de pensar que es normal, uno reacciona ante las cosas bien hechas y el tipo enfrente mío está muy bien hecho así me caiga mal y quiera ahorcarle varias veces al día. Veo que después de observarme mira el reloj de nuevo.

- Si quieres discutir, tengo cinco minutos.

Me hace gracia, la verdad. Sabe que discutiré, pero no cuenta con que a veces lo que dice me divierte y calma mis reacciones. Así que me río y ahora él frunce el ceño.

- No quiero discutir. - digo bebiendo de mi café y buscando el cup cake que me compre en la bolsa de papel.

- Piensas que no lo haría, que no te despediría ¿verdad?

- Haz lo que quieras, solo quiero comer. - dejo mi café en el escritorio y saco el pastelito mirándolo emocionada.

- ¿Y el mío?

- No pediste nada más que café. - le doy un mordisco a esa delicia. Estoy concentrada en el sabor chocolate con nuez que me toma desprevenida, agarra mi mano, la que trae el cup cake por la muñeca y se la lleva a la boca, arrancando un gran bocado. No me suelta ni deja de mirarme mientras lo hace y yo lo miro indignada. - Sal de aquí. Si quieres llegar vivo a tu junta ¡Sal de aquí! - trata de llevárselo a la boca de nuevo y yo gruño agitando mi mano, pero no me suelta. Le propino un golpe con la otra mano en el estómago, los dos nos quejamos al mismo tiempo. Yo por la dureza con la que me topé y él solo por exagerar. Al fin me suelta.

- Esto no se va quedar así Cookie. - sonríe al ver mi cara molesta.

- Largo. - espeto.

- Si tienes claro que el Jefe soy yo ¿no?

Tomo una bola de vidrio de esas que tienen un paisaje por dentro. Esta es de un paisaje invernal, se agita y parece que nevara. Me encanta, pero no dudo en alzarla hacia él en una clara amenaza. Él me la regaló me la trajo de un viaje a Suiza. Me suelta un "mal agradecida" antes de darse vuelta e irse finalmente. Tarde veo que Minho su secretario nos estaba mirando, se acerca lentamente...


Y hasta aquí quedamos,  Las espero por allá y lo sé. Mon es medio loca y la verdad me recuerda en algunas cosa a alguien. 

En comentarios dejo link a la historia y cerramos por lo pronto aquí.  

Chau chau. 

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