Capítulo 9 "Quiero chocolate..."
Hola chic@s: Gracias por sus palabras y por seguir leyendo.
Les cuento que de vez en cuando diré lo que pienso porque pues así soy y no, no son explicaciones, les comparto mi sentir porque creo que también se vale. En base a eso les cuento que siento que me estoy alargando, pero por alguna razón Habiba me está dando mucho para poner por escrito.
Sé que viene Azima y para ser sincera, no tengo casi nada de ella. Además si todo sale como quiero me voy unas seis semanas y no irá mi lap conmigo, por lo que Azima no tiene fecha de inicio. Tengo muchas ideas y situaciones para ella y Azzam ya veré si logro cuadrar todo.
¡Abrazos hasta la parte del mundo en el que estén!
El banquete empezaría pronto, Habi se detuvo en su camino al salón dónde departirían, nuevamente se había alejado de su ahora esposo con el pretexto de que las mujeres de la familia la llevarían allí. Alegó que quería refrescarse y se quedó en un baño, se sentó en una butaca porqué sí, era un baño enorme digno de palacio con sillones elegantes incluidos. Las chicas hacían guardia afuera dándole su espacio pero sin dejarla sola. Respiró profundamente una vez y luego otra al sentir que le faltaba un poco el aire. Volvió a hacerlo al no ver mejoría. Su ritmo cardiaco se incrementó y se sintió sofocada, miró su reflejo en el espejo y una ráfaga de pánico la inundó. Como si alguien le hubiera dicho alzó la mirada y vio una puerta en el otro extremo del lugar corrió hacia allá esperando que el ruido de la ropa y sus joyas no dieran aviso. No tenia idea de lo que estaba haciendo, solo quería salir de allí. Abrió y salió a un nuevo pasillo. Se recogió la ropa y avanzó con prisa.
- Princesa... –dijo una voz a sus espaldas. Ella se detuvo jadeando por la carrera y por los nervios que la inundaron al sentirse descubierta y sobre todo al identificar por quién. Se dio la vuelta con toda la calma que pudo aparentar.
- Jeque Azzam. –respondió con voz un tanto entrecortada.
- Veo que lleva mucha prisa. –observó neutro. Esos ojos pensó ella, no era fácil adivinar que pensaba ¿intuiría que prácticamente iba huyendo? ¿se lo diría a él? Eso le quitaría días en su dichoso trato con Zaím ¡Maldición!
- Un poco... -¿Qué podía decir? Bueno, iba huyendo sin saber a donde, un ataque de pánico, lo normal...
- ¿Puedo ayudarla?
- ¿Vino en helicóptero? –preguntó desistiendo de mentir. Lo vio sonreír y volverse más guapo si cabía. Si Azima se quedara con él harían bebés increíbles.
- A su disposición si así lo desea. –aseguró. Hasta la voz le brindaba puntos, muchos de ellos a su atractivo general.
- ¿Solo a la mía? –sondeó dudosa. Él rio esta vez. Demasiado guapo para su propio bien y aun así no afectaba a sus hormonas, vaya.
- Me temo que no, a disposición de los dos. De Zaím y suya por supuesto. Aunque él tiene los propios.
- ¡Rayos! –gruñó.
- Me temo que no le ayudaría en su huida Princesa, no solo porque es mi amigo sino porque me mataría si supiera, está tan... entusiasmado con usted que tampoco yo me lo perdonaría. –dijo todo elegancia y sentido común, ella lo odio un poco, solo un poco.
- ¿Quién dice que estoy huyendo? Solo, paseaba con rapidez.
- Y necesitaba un helicóptero para ello por supuesto.
- Por supuesto. –entusiasmado con ella, había dicho su amigo. Empecinado más bien. Esos dos, ya veía porque se llevaban tan bien. Algo en él le decía que tenía muchas cosas en común con Zaím sin necesidad de saberlas. –Le pido no le comente mi repentino deseo de...
- ¿Huir?
- De pasear. –arrastró las palabras molesta. Él trató de ocultar una sonrisa.
- ¿Por qué debería de ocultárselo a Zaím? –preguntó con suavidad engañosa.
Claro, allí estaba lo que ella presentía. Eran tal para cual. No dudaban en entrar de buena gana a algo que les proporcionaría entretenimiento y diversión. Ella no se amilanó por supuesto, no lo había hecho con Zaím, así que este Jeque no sería la excepción. Le sonrió divertida. Él la analizó con curiosidad.
- Va a delatarme entonces. –lo vio encoger los hombros con indiferencia. -¿Qué gana con eso?
- Un poco de diversión a costa de un buen amigo.
- A costa mía más bien.
- No, a costa de él. Ninguna mujer ha huido jamás de él ¿sabe? Al contrario siempre es asediado. Saber que una al fin ha querido huir de él sin importarle que ya están legalmente unidos... bueno, quiero ver su reacción. –finalizó sonriendo de lado.
Demonio de hombre pensó Habi.
- Bien, hágalo. Que más da. Seguro me quita todos mis privilegios ahora mismo, y tendré que viajar sin mi querida prima Azima. –lo vio parpadear pero fue tan rápido que no estaba segura. O quizás era la luz en esa área del palacio que estaba demasiado iluminado.
- ¿Y eso sería demasiado malo para usted?
- Claro, es como mi hermana y contaba con ella para que me ayudara a adaptarme a mi nuevo hogar. Además si no va conmigo, ella seguirá posponiendo el viaje a su tribu Jeque Azzam y todas deseamos saber más de los bordados y darlos a conocer al mundo. –jugaba una carta que probablemente no le serviría, había creído ver un leve interés en Azzam al mencionar a Azima en la conversación de hacía unos momentos.
- Andora, mi tribu y sus tejedoras no necesitan de más publicidad. –dijo con total indiferencia. Ella no cejó.
- No se dará a conocer lo que no desee. Pero por lo menos sí queremos perpetuar su legado y técnica aquí en Durban. Andora y su tribu no dejan de ser del País, por mucha independencia que tengan.
- Y su prima es vital para ello según lo que me dice.
- Así es.
- ¿Está haciendo una especie de trato conmigo?
- No, porque al parecer no le estoy ofreciendo nada en realidad. Nada al menos que usted quiera. –ese fugaz destello brilló de nuevo y ella quedó más intrigada aun ¿se lo imaginaba o allí había mucha luz? Con sigilo miró hacia las lámparas. –Solo apelo a su compasión, no deseo verme alejada de toda mi familia tan pronto y desearía que Azima vaya conmigo. El hecho de que irá a su tribu y lo que se pretende con ello no parece interesarle. –él sonrió de lado y ella se imaginó un felino.
- Ha apelado a mi compasión, no hay nada que pueda hacer. Por esta vez tendré que prescindir de la diversión que Zaím me brindaría. –le hizo una leve reverencia con la cabeza y se marchó. Ella parpadeó ¿Qué acababa de pasar? Bueno, al menos no la delataría, sentía que podía confiar en su palabra. Pero, la pregunta era ¿Por qué sentía que en sí no había sido por esa supuesta compasión? Regresó por donde había salido, se descubrió mas tranquila. Salió y solo Baasima estaba allí esperando.
- ¡Has tardado demasiado! Ya todos te esperan. –la regañó Baasima.
- ¿Y Azima? –preguntó ella.
- Fue a informar que te estaban retocando. Gaby necesitaba sentarse.
- Claro.
- Vámonos ya.
Habiba asintió y fue llevada junto a Zaím.
Las horas pasaron lentamente, todos estaban contentos disfrutando de la fiesta de bodas, sentada a su lado Habiba había estado correcta y fríamente educada con él, logrando ponerlo al borde. Pensó intentando serenarse que legalmente era suya y se la llevaría pronto, donde rogaba que hiciera tonterías y travesuras a diestra y siniestra para quitarle días al funesto trato. Ella no le decepcionaría, estaba seguro, intentaría ocultar sus fechorías pero con él no podría. Le sonrió confiado.
- ¿Por qué me sonríes así?
- Por nada querida esposa.
Ella resopló desconfiada.
- ¿A que hora nos vamos mañana?
- Nos vamos en una hora.
- ¿Disculpa? no me dará tiempo de despedirme de todos, eso no puede ser. –lo miró sorprendida.
- Tienes una hora para hacerlo. Deduzco tus maletas están listas.
- ¿Viajaremos por el desierto de noche? ¿Cuál es la prisa?
- Quiero estar en casa. –dijo sin más.
- Quería tener estas horas para estar con mi familia. –exclamó molesta.
- Y yo quiero llevarme a mi esposa a casa.
- ¡Ni siquiera consumaremos nada! –le susurró ella al oído cada vez más furiosa, él pareció disfrutar de su enojo y aprovechando la cercanía tomó su cintura con un brazo pegándola a él.
- No por ahora, pero si pronto. Los días ya están corriendo. –le dijo en su oreja, al ver que se estremecía le dio un leve mordisco en el lóbulo antes de soltarla, ella lo vio con asombro.
- ¡Como te atreves!
- Puedo llevarte sobre un hombro y salir de aquí y nadie podría impedírmelo.
- ¡No me digas!
- ¿Quieres comprobarlo? –la miró con abierto desafío. Ella quiso gritarle que lo intentara pero se contuvo, no iba a finalizar el día así, perdiendo valiosos minutos que ahora tenia que aprovechar para despedirse.
- No por ahora, pero pronto querrás mandarme de vuelta te lo juro. -Se levantó y la dejó ir, fue a toda velocidad rumbo a Azima que estaba al lado de Omar, su mal humor hizo que se le atravesara la idea de patear a su primo. Él pareció ver su hostilidad.
- Deberías estar radiante de dicha querida prima no con esa cara de asesinato.
- Oh, cállate. –Omar la vio divertido y Azima la regañó enseguida.
- ¿Debo recordarte a quien le acabas de hablar así?
- Lo siento –arrastró las palabras e hizo una reverencia patosa hacia Omar quien a duras penas aguantaba la risa, de hecho dijo que mejor las dejaba solas y se largó. –nos vamos en unos 50 minutos.
- ¿Cómo? ¿tan pronto? –Azima se levantó.
- Espero hayan hecho ya tus maletas. –respondió con amargura.
- Bueno, una noche no cambia nada, estaremos viajando solo unas pocas horas antes. Vamos, despidámonos. –la alentó y Habiba asintió con renuencia. Los siguientes minutos se vio envuelta en una nube de abrazos, lágrimas por parte de su madre, Gabriela y Baasima y promesas por parte de León e Ian de que en el momento en que ella así lo deseara irían por ella siempre y cuando hubiera una valida justificación. Omar le deseó lo mejor y ella parpadeó pensando que en realidad no era tan malo, aun así no lo quería para Azi. Una mirada verde-dorada miraba encendida a Azima quien parecía ajena a ella, así que no se había imaginado esos destellos de interés del Jeque. Habi deseó en silencio que el tal Azzam sacara a su prima de la cabeza la idea de terminar con Omar y que se enamoraran perdidamente, ya se los imaginaba juntos, tan guapos y carismáticos.
- ¿Lista? –dijo de pronto Zaím a su lado.
- ¿Cómo es Azzam? –preguntó ignorándolo adrede y concentrándose en la idea del Jeque y Azima.
- ¿Cómo es en cuanto a qué? –respondió su esposo con los ojos entrecerrados.
- En cuanto a si ha pensado en sentar cabeza...
- Ah, eso. Yo no apostaría por ello. –vio la mirada de Habiba yendo y viniendo de Azima a su amigo. –No, en serio, no apostaría nada. Azzam no tiene la menor intención aun de renunciar a su soltería, se dedica por lo pronto a explotar al máximo lo que resta de ella.
- ¿En mujeres, lujo, decadencia y alcohol?
- No dije tal cosa.
- ¿Así la aprovechaste tú? –se giró a verlo recordando el asedio femenino que Azzam había dicho.
- No responderé eso.
- Claro, que conveniente. –Habiba apretó la mandíbula. Él si pudo hacer y deshacer y ella por tan solo... oh, basta se dijo. Agitó la cabeza y se dispuso a pensar en como cobrarle todas y cada una de sus desgracias. –que no se acerque con malas intenciones a Azima.
- Porque lo harás trizas ¿no?
- Crees que yo soy peligrosa ¿verdad? –soltó una suave risa, él no tenía idea, casi nadie en realidad. Azima se bastaba sola para lograr lo que quisiera y despachar lo que no. Era la mente maestra después de todo. Hecho que solo ellas tres y Gabriela sabían, por eso mejor calló. –bueno sí, si le hace algo me encargaré de que desaparezca sin dejar rastro.
- Es mi amigo, te recuerdo.
- Es mi hermana, te lo advierto. –se fue después de otros minutos de despedidas a cambiarse. Se puso unos pantalones ajustados y encima una túnica abrigadora, allá afuera estaba frío. Le agradaba ese contraste del desierto. Lo que no le agradaba era irse así en medio de la noche solo porque a él se le antojara hacerlo, solo para probar el dominio y autoridad que tenia sobre ella. Hubo más abrazos finales y promesas de verse pronto con Baasima y Gabriela ya en el helipuerto. Se le hizo un enorme nudo en el estomago la imagen desde las alturas del palacio iluminado, sintió la mano de su prima apretar la suya y dio gracias en silencio porque Azima fuera con ella. Zaím lucía tranquilo y satisfecho y ella quiso golpearlo.
Estaba acostada sobre una nube, de eso no cabía duda. Se arrebujó en la suave manta que tenía encima, parecía una dulce caricia sobre su piel, buscó a tientas sus almohadas y se topó con una superficie dura pero ligeramente ondulada en algunas partes ¿Mmm...? Como cuadritos de esos que traen las tabletas de chocolate.
- Chocolate. –dijo pensando de pronto en lo rico que sería comerse uno. Pero luego, estaba aun muy cansada y la nube en la que estaba la tentaba a seguir durmiendo. Una suave risa la empezó a sacar del sopor. Ella suspiró medio molesta por salir de la burbuja de Morfeo. Siguió pasando su mano por la tableta de chocolate, era grande y tersa pese a su dureza seguro que sabia súper rico. Un jadeo fue esta vez, nada de risas ya. De pronto una mano la detuvo de su inspección y ella frunció el ceño. Protestó, soltaron su mano pero ya no encontró ese dulce chocolate, así que se durmió de nuevo.
Habiba se había quedado dormida poco antes de llegar, lucía agotada y cansada. Así que cuando su prima había intentado despertarla él se lo había impedido y la había colocado de tal forma que descansara su cabeza sobre su hombro. Fue allí cuando se sintió realmente casado. Cuando sintió el dulce aroma a vainilla y ¿kiwi? Aspiró discretamente su aroma y disfrutó de la tibieza de su cuerpo contra el suyo. Llegaron minutos después y reacio a despertarla la tomó en brazos ante la perspicaz mirada de Azima quien después le sonrió traviesa y se marchó a su tienda tranquilamente. Casi esperaba que la despertara y se la llevara. Pero no, se la había dejado sin rechistar, bueno, no es que hubiera aceptado separarse de ella. Lo que Habiba no sabía es que el trato seguía en pie pero no permitiría que durmiera en otro lado que no fuera su tienda. Algunas mujeres se acercaron y la desnudaron cuando la depositó en la cama alejándolo y diciéndole que esperara. Ella había estado tan cansada que no había sentido nada. El camisón de su madre estaba sobre su cuerpo cuando él al fin entró, luciendo totalmente adorable, pura y virginal. Había dejado que se lo pusieran porque era la tradición pero cuando al fin la hiciera suya, ciertamente no lo haría con ella llevando ese camisón, se le hacia raro pensar que había sido de su madre. Habiba desnuda era un mejor incentivo. No es que necesitara demasiados. Después de una ducha se había tendido a su lado, pensando si era buena idea eso de dormir juntos. Cuando ella empezó a acomodarse e inconscientemente pegarse a él estuvo a punto de saltar de la cama para no hacerlo hacia ella. Cuando la oyó susurrar chocolate no evitó reírse, pero cuando empezó a tocar su abdomen lo encendió tan rápidamente que masculló mentalmente muchas maldiciones. La detuvo y salió de la cama con rapidez... necesitaría otra ducha de agua fría muy fría.
Horas después Habiba parpadeó y se estiró con deleite, había dormido bien. Ahora se le antojaban unos Hot Cakes con fresas, Baasima seguro pediría con bananas y Azima... se sentó de golpe. Tres pares de ojos la miraban, un par de ojos castaños con interés y curiosidad, el otro par del mismo tono con diversión además y el tercer par era de ojos verdes oscuros casi cafés claro con definitiva aversión. Tres preciosas chicas de edades entre los 12 y los 20 vestidas de pies a cabeza con los colores de la tribu estaban al pie de su cama.
- Oh, ya se despertó. –dijo la pequeña dando un brinquito con una sonrisa adorable como de cachorrito, a Habi le gustó al instante.
- Hola –habló la que parecía tener unos 15 años, se sentó en la cama. -¿Quieres desayunar? –Habiba se llevó una mano al estomago.
- Eso estaría bien, gracias ¿Dónde...? – Iba a preguntar donde estaba pero era obvio, además era una recién casada así que cambió la pregunta. -¿Dónde está mi esposo?
- Deberías saberlo. –le contestó la chica de ojos verdes con evidente desprecio. La mediana rodó los ojos hacia su hermana y ella decidió ignorarla. Todo era un tanto surrealista.
- No le hagas caso. –pidió serena. –Zaím salió a galopar, lo hace cada que estamos aquí cerca del oasis.
- Bien. –respondió lentamente. Aun sin saber como pedirles que se presentaran. No parecían doncellas a su servicio y esa familiaridad hacia Zaím. -¿Son hijas de Fadil? –inquirió sintiendo una revelación.
- ¡Sí! ¿Cómo supiste? –la pequeña brincó a la cama y Habiba rio ante su emoción pero solo se encogió de hombros.
- Mi prima... -les dijo recordando a Azima y sintiéndose mas relajada al pensar que no estaba completamente sola ante toda la novedad de esta nueva vida.
- Te vino a ver y te dejó dormir, obvio es natural para una Princesa el holgazanear. –le dijo la ojiverde, Habiba suspiró ¿Qué pasaba con esa chica? La cachorrito se puso al lado de Habi.
- Ignórala. Está...
- Cállate. –le dijo la mayor y con voz firme les ordenó salir. Las otras chicas salieron arrastrando los pies no sin decirle que la verían en cuanto ella saliera.
¡Nos vemos la otra semana!
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