Capítulo 5 "Misterios de la genética"

- Es la madre del Jeque. –le decía la chica que habían asignado como su guía para su recorrido en el palacio mientras estaban en una pequeña galería de retratos hechos a mano. Muchos de ellos lucían realmente antiguos y estaban debidamente preservados con una gruesa capa de vidrio a temperatura ideal como le había dicho la joven.

- Es...

- Rubia, sí. –dijo Fadua, que era como se llamaba la morena que dicho sea de paso tenia carita de angelito.

- Iba a decir hermosa. –Azima sabía que la madre de Azzam era francesa. El cómo había sido esa unión lo desconocía pero no estaba allí para indagar eso.

- Perdón por interrumpirla Princesa. –se disculpó presurosa.

- Oh, no te disculpes. –Azima vio con detenimiento de donde había sacado Azzam esa melena de fuego y esos ojos verdes. Recordó esa mirada clavándola en su sitio ese mismo día, ella había sonreído por el reto velado y aprovechado a retirarse justo cuando los demás jinetes le dieron alcance distrayéndole. Se había sentido inquieta, muy inquieta y por ello había pedido que su recorrido por el lugar iniciara de inmediato, no estaba cansada por el viaje, había sido muy corto y se sentía llena de una energía extraña que la hacía querer estar en movimiento. Además no quería ni pensar en cómo manejar los días que tenía por delante. -¿Hasta cual generación hay retratos?

- Bueno, se cree que los últimos pertenecen al Rey Ghiyath y su esposa. –Al escuchar el nombre, Azima la miró asombrada.

- ¿Es cierto que desciende en línea más directa que nadie el Jeque de él? ¿Amina fue su reina?

- Sí desciende de él, pero como usted sabe casi toda la clase noble del país también, debería ver el retrato, a pesar de los siglos hay asombrosas similitudes así que probablemente los genes de Ghiyath se quedaron con más fuerza en esta tribu. Sin embargo, no hay constancia de que Amina haya sido su reina lamentablemente. El Rey Ghiyath tuvo varios hijos y dividió su reino, dejando la mayor parte al mayor con el título de Rey y a los demás como Jeques, con los años todo se unificó en lo que conocemos como Durban pero en respeto a nuestros orígenes e historia como bien sabrá Princesa, los Jeques poseen sus tierras y autonomía aunque relativa pero bastante amplia.

- Lo que no se sabe es en qué parte exacta Ghiyath vivió ¿no es así? Solo se sospecha que fue aquí. –a juzgar por la ciudad de ensueño en la que estaba, era lo más probable pero no se habían encontrado pruebas consistentes. Y dicho sea de paso, no se había permitido el paso a equipos arqueológicos deseosos de descubrir más sobre la historia del país.

- Sí, por eso no sabemos si esos dos últimos retratos son de Ghiyath y mucho menos si ella es Amina.

Azima suspiró, le encantaba cada vez más esa parte de la historia de su país, tenía un halo misterioso sumamente atrayente. Caminó junto a Fadua hacia los últimos retratos. No pudo evitar un sonido de admiración al ver el que se creía era de Ghiyath, se notaba restaurado aunque pese a que se había logrado preservar la imagen, esta no se podía apreciar al completo, lucía algo borrosa por el paso del tiempo y quizás porque no se le habían dado los cuidados necesarios por siglos. Pese a ello, el parecido con Azzam era innegable miró a Fadua y esta le sonrió asintiendo con la cabeza.

- Muy parecidos ¿verdad? –le preguntó la chica.

- Demasiado... -el cabello parecía negro pero era igual en forma, esos ojos, la nariz, hasta la mandíbula. Era como ver a Azzam.

- A este cuadro si le hicieron pruebas para determinar no solo la autenticidad sino la edad.

- ¿Y qué descubrieron?

- De 800 a 1000 años de antigüedad aproximadamente. Es increíble la técnica que se usó para preservarlo, algo raro porque no se solía hacer eso en esa época. Quizás su amada insistió en ello o fue él, hacer algo para que sus retratos se mantuvieran por mucho tiempo. No lograron identificar todos los componentes que utilizaron. El caso es que solo en esta parte de Durban se han encontrado retratos y se cree que es porque ellos iniciaron con esa tradición. Podría ser una prueba de que ellos residieron aquí. O simplemente que por aquí los guardaron. Nada se ha podido comprobar.

- Ella es sumamente bella. –Azima vio el retrato que acompañaba el de Ghiyath, una preciosa mujer sin velo alguno lo que llamó poderosamente su atención, su cabello caía sobre un hombro en su mayoría oscuro y ondulado rozando su cintura, sus ojos parecían dorados y parecía tallada a mano por el mejor escultor, ambos lo parecían de hecho. –Debieron haber tenido hijos preciosos. –el comentario de Azima hizo reír a Fadua y terminaron riendo las dos.

- ¿Qué es tan gracioso? –esa voz la identificó de inmediato y ambas callaron de golpe. Fadua hizo una reverencia presurosa y ella se giró a verlo lentamente. Su cabello lucía húmedo por lo que seguro acaba de salir de un refrescante baño, lucía una informalidad que quizás no se asociara con un Jeque al llevar pantalones de mezclilla y una camiseta negra que marcaba perfectamente su marcado cuerpo, sin esfuerzo alguno y pese al atuendo sencillo podía estar en portada de cualquier revista, Azima se esforzó por no barrerlo con la mirada y se esforzó por no romper en risitas nerviosas, sonrió apenas y se dio cachetadas mentales por sentirse así de tonta. Azzam alzó una ceja y ella le imitó en respuesta.

- Solo le daba un pequeño tour a la princesa. –dijo Fadua entonces, Azima vio que la chica estaba toda sonrojada y casi rodó los ojos pero se contuvo.

- ¿Y el tour era gracioso? –preguntó Azzam tranquilamente pero haciendo que la chica empezara a tartamudear nerviosa.

- No, no... claro que no.

- Yo hice un comentario gracioso ¿se me permite señor Jeque hacerlo o está prohibido manifestar un mínimo de humor? –intervino ella para sacar a la chica del apuro, sospechaba sin embargo que los nervios de Fadua era más por el espécimen delante y lo que le provocaba que porque Azzam fuera autoritario. Aun así la entendió.

- Se te permite lo que quieras. –contestó con voz ligeramente ronca y el cinismo de Azima desapareció siendo reemplazado por una ligera piel de gallina.

- Puedes retirarte, yo continuaré guiándola. –la chica lo vio confundida y después de una reverencia se fue rápidamente.

- ¿Sueles intimidar así a tus empleados?

- No, se intimidan solitos. –contestó como si nada y Azima sonrió muy a su pesar.

- Debe ser un don.

- Tengo muchos ¿quieres saber sobre los demás? –preguntó burlón y ella esta vez sí rodó los ojos.

- Te quedaste como guía, haz bien tu función.-le espetó y él sonrió divertido.

- Oh, claro su Alteza.

- Soy una simple princesa.

- Quizás no por mucho tiempo. –la miró detenidamente y no vio reacción alguna lo que le hizo querer seguir provocándola, ¿Por qué? No tenía idea.

- Quizás tú tengas el poder de otorgarme otro título y por eso hablas con tanta convicción.

- ¿Yo? No, pero nuestro rey sí.

- ¿Qué no íbamos a proseguir?

- ¿He tocado un tema sensible? –la estudió sin cortarse.

- No. Has tocado un tema que no te incumbe. –lo miró tratando de ocultar su exasperación ¿Por qué rayos le importaría? – Eres un anfitrión bastante molesto.

- En realidad soy el mejor de los anfitriones, permíteme resarcirme. –señaló los cuadros. –Mis antepasados. –ella aceptó el cambio de tema.

- Le dije a Fadua que seguro había tenido hijos preciosos y por eso nos reíamos.

- Seguro los tuvieron y dejaron esos magníficos genes a toda su descendencia hasta nuestros días. –se puso a su lado en la contemplación de los cuadros.

- ¿Lo dices por ti? Que presuntuoso. –Azima lo vio burlona.

- No, para nada. Tú y yo provenimos de ellos. No hablaba de mí. –la intensidad de su mirada hizo que ella no preguntara a qué se refería, miró el cuadro de nuevo.

- Te pareces mucho a él. –dijo sin poder evitarlo.

- Eso dicen.

- Es más que obvio.

- Misterios de la genética.

- ¿No hay pruebas de que ella sea Amina?-le preguntó sintiendo renacer toda su curiosidad.

- No en realidad y es una lástima.

- Lo es. –dijo ella en voz baja.

Azima pensó en el diario que tenía, pero este podía ser apócrifo o simple y sencillamente un invento. Tendría que terminar de leerlo y pedirle ayuda a su hermano para establecer sino su veracidad al menos de que época provenía.

- Es curioso que haya cuadros femeninos, quizás son de las favoritas. –dijo él de pronto.

- ¿Las favoritas...? Ah, había harén claro. –Azima torció la boca expresando su disgusto.

- Forma parte de nuestra cultura después de todo. –la vio sonriendo malicioso.

- Cultura que curiosamente beneficiaba a los hombres únicamente.

- Sería bizarro que fuera alreves.

- ¿Y por qué no?

- ¿Tú tendrías un harén? ¿de hombres? –la miró curioso.

- No creo que lo tendría de mujeres. –se cruzó de brazos y lo enfrentó.

- Ah, entonces sí que lo tendrías. Que... pervertida. –sus ojos se iluminaron levemente al decirlo.

- Entonces todos los hombres que han tenido y tienen harenes ¿son pervertidos?

- Naturalmente. –sonrió ampliamente.

- ¿Tú lo tendrías? –le preguntó molesta.

- Tengo derecho a tenerlo ¿sabes? –al ver sus ojos molestos prosiguió. –Es curioso que te escandalices cuando esto fue de lo más normal en nuestro mundo y aún existe, sin tanta publicidad cierto, pero existe. Con otros nombres quizás, matrimonio polígamo es uno de ellos. Todos los palacios de Durban tienen un área destinada al harén como bien sabrás.

- Vivimos en otra época. –alzó una ceja despectiva. Él sonrió encantado con la confrontación.

- Durban no ha prohibido la práctica. Que no se realice es otra cosa, pero es legal.

- No creo... -entonces recordó una conversación con Gabriela donde ella le había dicho que por eso había dejado a León en primer lugar. Él jamás le había aclarado que no tenía un harén. Y su primo jamás lo había tenido pero no se había tomado el tiempo en hablarlo con ella, así que sí, Durban no lo había prohibido pese a que ni siquiera el rey había llevado a cabo esa práctica.

- Omar puede tenerlo si quiere. –la miró con intensidad.

- Podría, por supuesto. –le respondió con los dientes apretados. – Que lo haga es algo muy diferente.

- Siempre ha disfrutado de las mujeres. Lo seguirá haciendo. –vio su cínica mirada y Azima se enervó.

- Lo seguirá haciendo pero no necesariamente en plural ¿tienes un problema con eso?

- Yo no, su futura esposa quizás sí.

Por supuesto que habría problemas si Omar decidía empezar con su harén personal, pero eso no sucedería. Desde la muerte de la innombrable no se había sabido de ningún acercamiento de Omar a ninguna mujer. Azima intuía que estaba demasiado lastimado y sabía de sobra que si se casaban no tendría por qué poner objeciones si decidía echarse una amante, pero de eso a un harén no señor, nunca.

- ¿Hay algo que quieras expresar más abiertamente si cabe? Pareces muy interesado en la vida del primogénito del rey.

- ¿Eres su prometida? –preguntó directo a bocajarro.

- Sí. –contestó a sabiendas que no era oficial ni de lejos. Pero la verdad es que solo faltaba eso, un anuncio.

- ¿Y te ha dejado venir aquí... sola?

- ¿Por qué? ¿Soy caperucita y tú el lobo? Él confía en mí.

- He allí el error. –le dijo y justo cuando iba a replicar apareció el hombre que la había recibido a su llegada.

- Tiene una llamada urgente mi señor.

- Enseguida voy. –respondió despidiéndole con una mano pero sin dejar de mirarla. –No debería confiar en . –remató.

- No vine por ti.

- Lo sé. Pero si fueras mía tendría que estar en coma para dejarte ir sola a la casa de otro hombre.

- Omar no es territorial y posesivo.

- No, solo es idiota. –dicho eso se dio la vuelta por lo que no pudo ver como Azima buscaba con la mirada algo que pudiera lanzarle a la cabeza. Así como ella tampoco pudo ver la sonrisa lobuna de él al alejarse.

- El idiota eres tú. –dijo en voz alta frustrada por no haber podido decir la última palabra. Un enorme cansancio se apoderó de ella y enfiló a su habitación y por supuesto, se perdió.

Quince minutos después se dio por vencida y buscó alguien que pudiera sacarla de allí. Le había dado vergüenza admitir su desorientación y no quería que le fuera informada a él, se había criado en un palacio más grande, pero claro, aquel lo conocía como la palma de su mano y este no. Vio a una joven limpiando un área y esta amablemente la llevó a su habitación. Se tiró sobre la enorme cama mientras su doncella le preguntaba cómo le apetecía el baño. Frío dijo casi sin abrir la boca, necesitaba tener energía para el resto del día, para su estancia allí, para ese hombre. Se dio el baño agradeciendo el agua fría pero después de cambiarse y tomarse un té se quedó profundamente dormida, hasta el día siguiente que se levantó sintiéndose desorientada cosa que no le pasaba nunca. Miró a todos lados y vio a su doncella acercarse.

- Me quedé dormida, maldición.

- Sí princesa. –contestó nada impresionada por el vocabulario del que hacía gala a veces.

- Me hubieras despertado Mirna.

- Lo intenté. Más aun cuando el Jeque mandó por usted.

- ¿Mandó por mí? –eso la terminó de despertar.

- Para cenar.

- ¿Qué le dijiste?

- La verdad, que estaba agotada del viaje y que dormía.

- El viaje no duró casi nada desde Erbal. –gruñó pensando en las suposiciones a las que habría llegado Azzam, seguro a la correcta: que era él quien la agotaba. Y eso era extraño, a ella no la solía agotar ningún enfrentamiento verbal. Pero aquí había sido una mezcla, la conversación, el breve debate, toda la intensidad del hombre.

- La espera para desayunar.

- ¿Es que no podré hacerlo en mi habitación si quiero? –la miró extrañada de que fuera requerida para el desayuno, no era algo típico.

- Solicitó su presencia.

- Quiere agotarme. –susurró para sí.

- ¿Perdón?

- Nada, nada. Necesito otro baño para despejarme. –se levantó corriendo al ser informada de la hora.

Andora no dejaba de estar en el desierto pero al tener el mar tan cerca la brisa de este solía refrescar considerablemente fue hacia el balcón de nuevo a sabiendas que estaba retrasada ya, y ella nunca llegaba tarde pero olía a sal y desde el helicóptero no había tenido ojos más que para la ciudad por lo que no había observado el mar al fondo. Y ayer bueno, solo había tenido ojos para el jinete que había ganado la carrera. Vio el mar al fondo y le sorprendió que no estaba tan lejos, vio que una parte del palacio se curvaba y acercaba aún más que desde donde ella estaba.

- Princesa debe irse.

- Sí. –el mar siempre le había encantado. Se apresuró hacia el comedor y claro, se hubiera perdido de no ser por Fadua.

- Mi señor me ha asignado a usted princesa.

- ¿para que no me pierda?

- Para todo lo que desee.

- ¿Todo? ¿Absolutamente todo? –bromeó ella.

- Sus palabras fueron: ella puede obtener lo que quiera.

- Me conformo con hot cakes con frambuesas para el desayuno. –le sonrió pensando en el despliegue de arrogancia de Azzam.

- La esperan en la mesa princesa.

- ¿En serio? –la dejó en la entrada.

- Su doncella fue requerida para saber sus gustos.

- ¿Qué? –las puertas dobles de roble macizo se abrieron en ese instante dándole paso. Azzam ya esperaba sentado en la cabecera de la enorme mesa. Entró y avanzó hacia el otro extremo de la mesa, pero el joven empleado se lo impidió guiándola a la derecha de Azzam. No le quedó más remedio que obedecer.

- Buenos días. –le dijo levantándose de la mesa caballerosamente.

- Buenos días. –fue ayudada por el joven a acomodarse. Vio los hot cakes y un enorme tazón de frambuesas entre muchas otras delicias. Una taza de café espumoso fue puesto delante de ella así como un vaso de jugo de manzana. Ella le miró y fue un error pues no lo había hecho desde que había entrado. Estaba vestido tradicional en un tono verde que resaltaba sus ojos más que nunca así que ella se concentró en la comida.

- Tengo entendido que le consultaron mis gustos a Mirna.

- Sí. –dijo por toda respuesta observando como ella miraba lo que había en la mesa.

- ¿Por qué?

- ¿No puedo ser un buen anfitrión acaso?

- Claro, solo que es un tanto... invasivo.

- Los árabes nos caracterizamos por la hospitalidad.-dijo llevándose una taza de café a los labios. El movimiento capturó su atención y ella agitó la cabeza imperceptiblemente para obligarse a no verlo.

- Ciertos Jeques sobre todo son así de hospitalarios. –Recordó el interrogatorio de Zaím el esposo de Habi sobre todo lo que a ella le gustaba, no dejaba de ser amable y lindo pero esa era otra historia, una diferente a la que se gestaba ahora.

- Zaím te interrogó sobre los gustos de Habiba ¿no? –Azzam la miró divertido.

- Sí. –dijo ella sorprendida pensando si leía mentes.

- Yo le di la idea. Su esposa por lo que pude ver no estaba tan encantada con la idea del matrimonio, no me detendré en el por qué, solo en el hecho de que no entiendo la renuencia, Zaím era un partido de oro.

- Pero claro que tú le diste la idea.

- Así que le dije que la consintiera con lo que le gustara. A las mujeres les gustan los detalles ¿no?

- Sí, fue un súper detalle haberla mandado al desierto. –respondió con sorna.

- Un hombre enamorado y de nuevo, no me detendré en el por qué lo está, suele hacer estupideces.

- Gracias por el detalle de la comida, pero te agradeceré que no sigas interrogando a mi doncella. –dijo ignorando que el amor lo relacionaba con la estupidez.

- No lo haré, ya dijo más que suficiente...

Hola chicas: No puedo ni debo disculparme por no estar activa. Quise intentar subir más capítulos, pero esto no funciona así. Sé que muchas la están pasando muy mal, que esto es duro y aunque no me comparo con quienes están en los países más afectados, lo cierto es que esto es mundial. Yo aún sigo trabajando, dos días tengo que salir a la calle y eso me estresa mucho. Todos estamos padeciendo de una u otra forma los estragos de esta pandemia. No es fácil decirle a tu imaginación que se ponga a trabajar cuando la ansiedad, la preocupación y la incertidumbre te agobian, al igual que a todas ustedes. Así que iré como vaya pudiendo. No me puedo exigir como lo tenía pensado, porque resulta peor para mí y de hecho para la historia. Les mando todo mi cariño y todo mi ánimo. Saldremos de esta y seguiremos disfrutando de la lectura sin toda la preocupación que ahora cargamos.

Volviendo a la historia, se me está mezclando mucho la de Amina y he tenido la loca idea de subir lo que tengo de ella, dirán ¿para qué? Que termine lo que tiene y sí, suena lógico, pero no siempre soy lógica así que no se sorprendan si de pronto ven a Amina por aquí. Besos enormes y apapachos virtuales.

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