Capítulo 4 "También tú lo miras a él"
- ¿Y esa cara? –Omar se topó con Azima casi de golpe, tuvo que detenerla para no ser golpeado por su precipitada carrera, pero lo que más le llamó la atención fue su cara roja y su expresión, como si huyera de algo. Miró atrás de ella y vio que su sombra corría hacia ellos. –Pero si has dejado atrás a tu sombra. Su currículo decía que era atleta en la universidad...
- ¿Cómo sabes lo que dice su currículo? –dijo ella con un hilo de voz aun azorada por su pasado encuentro.
- Te protege, obviamente quiero saber quién es.
- Muy dulce de tu parte. –contestó intentando añadir aire a sus pulmones.
- ¿Qué rayos pasó? –preguntó pero a su sombra que al fin llegaba a ellos.
- Nada, la señorita le ha dado por correr por los pasillos.
- Voy retrasada a la boda, ya todos deben estar en el salón principal. –miró a su sombra agradecida, su discreción valía oro.
- No es propio de ti. –dijo Omar como queriendo añadir algo más pero no lo hizo. -Vamos a caminar, lentamente... a ver si así se te pasa el apuro.
Mientras, Azzam volvía al salón principal y trataba de entender que había pasado, poco después Azima entraba al lado de Omar y mucha gente les rodeó de inmediato, todos daban por hecho el enlace y que gobernarían Durban en un futuro cercano. Azima fue amable, atenta y sumamente diplomática aun ante las preguntas impertinentes.
- ¿Cuándo es la boda? –decía una mujer con ojos interesados.
- Ni siquiera estamos comprometidos. –respondió Omar con un gruñido y Azima le sonrió a la mujer mientras ponía una mano sobre las suyas.
- No hay fechas próximas para una boda. –le dio toquecitos a sus manos y sacó a Omar de allí. – Que diplomático eres querido.
- Es un fastidio. No quiero tener que lidiar con esto ni de una u otra forma.
- Lo sé. Díselo a tu padre.
- Lo sabe, por eso el Reino es para León. –dijo relajándose al decirlo.
- Y eso es un alivio para ti ¿no?
- Lo sería si aceptara. Mis esperanzas están en que Gabriela tenga un niño, no podrá librarse entonces. –concluyó con una enorme sonrisa y Azima se tapó la boca para no carcajearse.
En el otro extremo de la sala Azzam platicaba con el novio.
- Vaya que te ha encandilado. –Le dijo burlón al novio.
- Es un deleite a la vista, es todo. –Zaím contestó aparentando indiferencia.
- Eso no lo pongo en duda, es guapísima. –Su amigo le dio una mirada seria y Azzam alzó las manos y se rio. –Oye, solo fue un comentario, tu esposa es bella ¿irás golpeando y viendo con mirada asesina a todo el que la adule o la vea? –Le pareció que sí lo haría y se encontró con la necesidad de reírse fuertemente.
- Así que todas están casadas. –dijo Azzam casualmente. –O lo estarán. –sutilmente su mirada buscaba y seguía a Azima, verla llegar con el futuro Rey no le había sentado muy bien, aunque claro, era lo mejor. Recordó la reacción celosa de su amigo y frunció el ceño, él no tenía por qué sentir algo parecido.
- No. Azima aun no.
- Parece ser la siguiente ¿será nuestra futura Reina?-la vio dedicándole una enorme sonrisa al insulso de Omar.
- Pareces muy interesado en los asuntos de la corte. –Zaím lo vio curioso sacándolo de su disimulada contemplación de Azima.
- Formo parte de Durban y de esa corte. –Azzam se encogió de hombros con frialdad.
- No hay un compromiso anunciado. Pero es noticia a voces que ella será la esposa de Omar. –informó en voz baja Zaím. – así como también es sabido que la gente más cercana a la Princesa no está de acuerdo con esa boda.
- Interesante ¿Por qué? – Sí ¿Por qué no querrían que fuera reina? Todo el mundo parecía quererla.
- Eso no lo sé, pero ella nos acompañará a Habiba y a mí de vuelta. Ordenes de León, supongo quieren que se distraiga y quitarle la idea de la cabeza.
- ¿León no quiere que Omar produzca un heredero?
- No creo sea eso, todos sabemos que no quiere reinar. Durban es por ahora un Reino que nadie disputa, ni siquiera el heredero, solo míralo detesta todo esto y no tiene una pizca de diplomacia o paciencia. Situación que puede dar un giro si se casa o al tener la Princesa Gabriela un varón.
- Ya veo. –esta vez vio sin reparo a Azima, su sonrisa serena y paciente iluminaba sus ya de por sí bellos rasgos. Omar no merecía semejante mujer y mucho menos después de que su irresponsable forma de ser había acarreado problemas a la corte.
- Solo te diré una cosa.- Zaím nuevamente interrumpió su contemplación.
- Claro. –Se obligó a mirarlo.
- No.
- ¿Perdón? –Azzam miró a su amigo con confusión ante la única palabra emitida.
- No se te ocurra. –reafirmó Zaím.
- ¿Qué cosa? –preguntó empezando a entender, ocultó una sonrisa. Zaím lo conocía bien. Demasiado bien.
- Azima no es de tu estilo.
- ¿Ah no? –Esta vez sonrió descaradamente.
- Bueno, bella es, eso lo sabe todo el mundo. Pero a menos que quieras casarte...
- ¿Ahora eres defensor de la pureza de las Princesas de Durban? –preguntó socarrón.
- De esta por lo menos sí. Prácticamente es mi cuñada y te conozco.
- Además que tu flamante esposa te mataría si se entera que tu amigo le hizo algo a su hermanita ¿no?
- Además. –prosiguió ignorando el anterior comentario. –te meterías en un lío terrible, uno con tu Rey. Del que no te podríamos librar. Porque créeme, no te bastarías tú solo.
- No pienso intentar nada. –respondió tranquilo, Zaím lo miró con los ojos entrecerrados. -¡Es en serio! – Y lo era, pondría todo de su parte. Por el rabillo del ojo vio a Azima acercarse a sus primas. -¿No me vas a presentar? –preguntó y vio a su amigo mover la cabeza en negación. –tendrás que hacerlo.
A Zaím no le quedó de otra cuando la princesa Gabriela se acercó junto a Habiba. Y se sintió ligeramente decepcionado cuando Azima no se acercó, seguía con el anodino de Omar. La conversación sin embargo resultó entretenida y le aportó datos que jamás hubiera pensado. Pese a pertenecer a la misma nación Azzam disfrutaba de su privacidad y había salido bien librado al lograr que su cara no fuera fotografiada pese a no abstenerse de las cosas que le daban placer, como el estar en otros países y en Pasión por supuesto. Por ello las princesas no le conocían. Pero lo realmente interesante fue saber que su tribu estaba entre los nuevos proyectos que presidia la esposa de León y las demás primas, los bordados mundialmente reconocidos y alabados de su gente serían estudiados y promovidos por Durban y dados a conocer aún más al mundo. No podía negarse menos cuando escuchó quien iría. La princesa Azima, la dulce y peligrosa mujer que hacía tan pocos minutos le había dejado como un tonto. Su mente empezó a formular ideas, desechó muchas y se concentró en lo que realmente no debía olvidar: No podía tocarla o era hombre muerto. Aunque, eso no impediría otras cosas ¿o sí?
Tenía que despejar la mente antes del banquete, avanzó por los pasillos viendo las reformas tecnológicas en materia de seguridad que había hecho Ian y admirando el hecho de que no interfirieran con la historia del lugar. Cuando una novia fugitiva se le atravesó.
- Princesa... –le dijo a sus espaldas. Ella se detuvo jadeando por la carrera.
- Jeque Azzam. –respondió con voz un tanto entrecortada.
- Veo que lleva mucha prisa.
- Un poco...
- ¿Puedo ayudarla? –le ofreció solicito pero intuyendo que la recién estrenada esposa de Zaím estaba en realidad huyendo y lo que dijo a continuación se lo confirmó.
- ¿Vino en helicóptero?
- A su disposición si así lo desea. –aseguró sonriendo y pensando en todos los problema que se le avecinaban a Zaím y todo por casarse, por meterse de lleno en un sinsentido como el matrimonio. Disfrutaría de esto, oh sí.
- ¿Solo a la mía? –sondeó dudosa. Él rio esta vez.
- Me temo que no, a disposición de los dos. De Zaím y suya por supuesto. Aunque él tiene los propios.-Zaím lo mataría si le ayudaba a escapar.
- ¡Rayos! –gruñó.
- Me temo que no le ayudaría en su huida Princesa, no solo porque es mi amigo sino porque me mataría si supiera, está tan... entusiasmado con usted que tampoco yo me lo perdonaría.
- ¿Quién dice que estoy huyendo? Solo, paseaba con rapidez.
- Y necesitaba un helicóptero para ello por supuesto. –sonrió pensando en que la princesa era bastante divertida.
- Por supuesto. Le pido no le comente mi repentino deseo de...
- ¿Huir?
- De pasear. –arrastró las palabras molesta. Él trató de ocultar una sonrisa.
- ¿Por qué debería de ocultárselo a Zaím? –preguntó suavemente disfrutando de la incomodidad de la princesa.
- Va a delatarme entonces. –encogió los hombros con indiferencia. -¿Qué gana con eso?
- Un poco de diversión a costa de un buen amigo.
- A costa mía más bien.
- No, a costa de él. Ninguna mujer ha huido jamás de él ¿sabe? Al contrario siempre es asediado. Saber que una al fin ha querido huir de él sin importarle que ya están legalmente unidos... bueno, quiero ver su reacción. –finalizó sonriendo y pensando en cómo se lo diría.
- Bien, hágalo. Qué más da. Seguro me quita todos mis privilegios ahora mismo, y tendré que viajar sin mi querida prima Azima.
Azzam analizó ese hecho rápidamente.
- ¿Y eso sería demasiado malo para usted?-le preguntó a la joven, la cual estaba resultando ser más inteligente de lo que aparentaba. Otra cajita de sorpresas.
- Claro, es como mi hermana y contaba con ella para que me ayudara a adaptarme a mi nuevo hogar. Además si no va conmigo, ella seguirá posponiendo el viaje a su tribu Jeque Azzam y todas deseamos saber más de los bordados y darlos a conocer al mundo.
- No se dará a conocer lo que no desee.
Los bordados eran conocidos, pero no la técnica, esa solo era pasada a gente originaria de Andora.
- Pero por lo menos sí queremos perpetuar su legado y técnica aquí en Durban. Andora y su tribu no dejan de ser del País, por mucha independencia que tengan.
- Y su prima es vital para ello según lo que me dice.
- Así es.
- ¿Está haciendo una especie de trato conmigo? –le lanzó la pregunta sin miramiento, jugar de frente parecía la mejor táctica con estas mujeres.
- No, porque al parecer no le estoy ofreciendo nada en realidad. Nada al menos que usted quiera. Solo apelo a su compasión, no deseo verme alejada de toda mi familia tan pronto y desearía que Azima vaya conmigo. El hecho de que irá a su tribu y lo que se pretende con ello no parece interesarle.
Él se quedó pensando, cavilando...
- Ha apelado a mi compasión, no hay nada que pueda hacer. Por esta vez tendré que prescindir de la diversión que Zaím me brindaría. –le hizo una leve reverencia con la cabeza y se marchó. Ya tendría más diversión después.
- Estás muy rara. Le decía Omar horas después y poco antes de que ella partiera con Habiba.
- Sé específico querido. –se obligó a mirarlo.
- Distraída, muy distraída.
- Pienso como evitar que Habiba haga locuras.
- Ya, tú eres la cuerda en este trío, lo sé. Pobre de ti. –le sonrió Omar con candidez y ella quiso reír. Ella era la más loca y lo era precisamente porque nadie lo esperaría de ella y mucho menos lo creería. Sin embargo, su distracción distaba mucho de ser solo por Habiba. De continuo se topaba con la penetrante mirada de Azzam que se las ingeniaba para mirarla, dejarla abrasada por esa intensidad y que nadie se percatara. No lograba tener pensamientos coherentes más que para responder con monosílabos. No ayudaba verle sentado departiendo con aparente indiferencia, no le sentaba bien a su estómago verlo sonreír o reír a carcajadas al lado de quienes estaba. Sentía cosas y no era tonta, estaba claro que el hombre era de su agrado, lo que era nuevo para ella es que alguien así de peligroso le gustara. Era demasiado intenso, demasiado inteligente, podía irse al garete su elaborado plan para que todo estuviera en orden. Ella se casaría con Omar y así todos felices.
- Sí. –respondió abstraída.
- He visto cómo te mira. –dijo Omar de pronto.
- Sí... ¿Qué? –lo miró espantada de inmediato.
- ¿Has visto esos documentales de cuando un predador acecha a su presa? ¿los ojos, la actitud que manifiestan? Concentrados, intensos listos para la acción.
- Ajá. –Azima se obligó a no decir más.
- Así te ve el esquivo Jeque de Andora. Ella no lo negó, no tenía caso.
- No tengo idea de por qué. –idea la tenía, el hombre quería saltar sobre ella aparentemente y no para jugar, era su naturaleza y no se sentía especial por ello. Pero lo que sí sabía es que no lo haría, había demasiado en juego y Azzam no querría arriesgarse a perder su amada libertad y mucho menos traicionar al hijo del Rey.
- Yo sí.
- ¿Ah sí?
- ¿Nunca te ves al espejo? –Omar le sonrió mientras movía la cabeza.
- Suelo hacerlo.
- Cualquiera desearía tenerte.
- Tú no. –le recordó. –No cualquiera desea tenerme Omar.
- Yo no, pero es distinto. Estoy dañado y echado a perder para todas las mujeres. Los demás no dejan de ser hombres de sangre caliente y si sé de alguien que la tiene es Azzam. Lo conozco más de lo que se dice sobre él y no sé si todo sea verdad. Pero lujos, decadencia y sexo son palabras que se relacionan con él.
- ¿Me estás advirtiendo?
- ¿Debería?
- Si quieres ¿Por qué no?
- También tú lo miras a él. –añadió como si nada mientras bebía de su copa. Azima estuvo a punto de atragantarse sin haber bebido nada.
- Pero solo porque sentí su mirada sobre mí. –Omar la vio con una sonrisa de lado.
- Claro...
Días después Azima observaba el mar mientras su prima contaba alguna historia a las mujeres de la tribu y las hacía reír. Llevaban ya varios días confinadas allí como castigo a Habiba por haber participado en una carrera de camellos y haber hecho otras cosas más, lo que Habi no sabía es que no había sido descubierta por su recién estrenado esposo. Ella le había dicho a Zaím en realidad. Habiba necesitaba una buena sacudida y a decir verdad Zaím también. A ver si esos dos se iban arreglando de una vez. Pese a que se la estaban pasando bien y había empezado a relajarse, no podía apartar de su mente el hecho de que pronto iría a la boca del lobo, del lobo del desierto.
No dejaba de anticipar lo que pasaría, pero ciertamente sería interesante y quizás desafiante y no tenía problema con que lo fuera.
Buscó el refugio de la tienda donde estaban las demás. Se sentó mientras Habi seguía entreteniendo a las demás y sacó su libro, gracias a su hermano ahora podía leer sin problemas.
1, 2, 3
Planta bien los pies
4, 5, 6
Tu objetivo no perder
La princesa Amina parecía haber escrito una especie de diario. No creía que fuera el original, quizás no era algo escrito por ella, pero se narraba parte de su vida y esta no podía haber sido más interesante. Sabía cabalgar, disparar flechas al tiempo que montaba a toda velocidad y al parecer había peleado por el derecho de su hermano menor a ser Jeque de su tribu. Pero no dejaba de ser mujer en una época turbulenta y por lo tanto considerada un objeto de intercambio.
Dije que huyeran, dije que se fueran a las cuevas. No todos me hicieron caso.
Mandé a Ofir el ultimo descendiente varón del Jeque, el último de los Al-Jamil, mi hermano pequeño. Tuve que quedarme con la niña.
Tuve que quedarme porque padre cree que los venceremos. No quiero dejarle solo.
Jasim vendrá, sé que lo hará. Puedo sentirlo en mis huesos.
Padre me odia. Sé que probablemente lo haga si es que aún guarda algún sentimiento en su alma.
Jasim me desea y no le fui dada. Mi hermano me salvó pero mi negativa nos condenó a todos. Matará a los que quedan y me dejará para el final.
Lea la tía de Zaím le había dicho que la leyenda de la princesa estaba ligada a Andora aunque no tenían claro cómo.
- Azzam es casi tan guapo como Zaím. –decía Shadia prima de Zaím y al parecer enamorada de él. No dejaba de ver con rencor a Habiba. Estaban yendo a Erbal la cuidad donde ahora viviría su prima con su esposo.
- ¿Lo conoces? –preguntó indiferente.
- Sí, son amigos. A veces cuando Zaím pasaba días en el desierto con nosotros, Azzam venía de igual forma. Le encanta el oasis por cierto.
- Tiene eso en común contigo Habi. –le dijo a su prima provocándola, ya que su aventura de nado en el oasis la había llevado a su matrimonio con Zaím.
- Y espero que eso sea lo único en común conmigo.-musitó Habiba esperando que en un futuro Azima no tuviera un corazón roto por Azzam, claro que si eso pasaba ella y Baasima lo matarían. Pese a que tenía sus temores, tenía claro que Azima era suficientemente inteligente para lidiar con un hombre como él.
- ¿Qué dijiste?
- Que te apures, los helicópteros esperan.
- Nadie sube si no está Zaím presente, por mucho que te adelantes. –le soltó Shadia a Habi con petulancia.
- Mira niña, ya me estoy cansando de tu agresividad. Se casó conmigo, el hombre es mío, nunca será de nadie más. Y si alguien piensa que puede quitármelo le sacaré los ojos ¿entendido?
Shadia la vio aterrada y salió corriendo de la tienda.
- Bravo matadora. Es lindo verte defender a tu hombre.
- No es mi hombre, solo que la mocosa ya me había hartado.
- Ya, claro.
- Cállate o quemo ese libro.
- ¡Es una antigüedad con valor histórico!
La idea de dejar a Habiba en Erbal y terminar definitivamente con su cometido en Andora se vio pospuesto cuando esta desapareció. Luego se quedó a que se recuperara del trauma, uno que nunca tuvo en realidad, pero Zaím la tenía entre algodones. Y por supuesto ella tendría que quedarse unos días más.
- Eres un idiota. –le gruñó Azzam a Zaím por teléfono. – Maldito seas.
- Es la segunda vez en pocos días que me dedicas tan tiernas palabras.
- Las mereces. Primero ¿a quién se le ocurre mandar a su bella esposa con unos ancianos como castigo?
- Sabes bien por qué. Creo te preocupa más que se dañe cierta piel de durazno y ciertos cabellos de ébano...
- Segundo... -le ignoró. -¿Cómo te la pudieron arrebatar en tus mismísimas narices?
- No fue así...
- Tercero: ¿Cómo pudiste permitir que la otra princesa que tenías como huésped se viera en peligro?
- Nunca lo estuvo.
- Te mandaré gente.
- No es necesario.
- Sí que lo es. Menos mal que Ian llegará.
- No le daré a Habiba.
- Serías más idiota si se la dieras, pero seguro llegará solo para ayudarte con tu pésimo sistema de seguridad. Vendrá aquí después de su boda de hecho y eso que mi sistema es infalible.
- La próxima vez que te vea me aseguraré de devolverte todos los insultos.
- Ya me muero porque nos veamos. –respondió Azzam con sorna.
- ¿Crees que es fácil contener a cualquiera de este trío verdad?
- Como ya te dije el trío está fragmentado.
- Azima también es una fuerza de la naturaleza y te tocará lidiar con ella.
- Omar lidiará con eso no yo. Además ¿te repito que ella es la que dicen es más tranquila y sensata de las tres? –tenía fuego y le ponía a hervir la sangre pero lo que había sabido de ella era precisamente lo que le había dicho a Zaím, aunque algo le decía que no era así.
- Buena suerte con ese pensamiento.
*********
- Es un macho Alfa. –le decía Habi.
- Poderoso. –añadía Baasima.
- Y arrogante. –remataba Habiba por supuesto.
- ¿Y que con eso? –Azima las miró extrañada. No era tonta, sabía que habían fantaseado con la idea de que Azzam sustituyera a Omar así que no entendía el cambio de actitud.
- No vayas. –pidió Baasima.
- ¿Pero por qué?
- Sospechamos que es difícil de manejar.
- Eso cualquiera puede verlo Habi, y no es un auto no voy con la intención de manejarlo.
- Puede descubrirte.-susurró Baasima.
- ¿Descubrir qué? –Azima vio con diversión como su prima miraba a todos lados antes de hablar en un murmullo.
- Que eres la mente maestra.
- ¡calla! –exclamó Habi como si hubiera blasfemado. Azima rodó los ojos.
- No me quedaré el tiempo suficiente para que averigüe nada. No voy a iniciar un romance clandestino, no voy a sacarlo de sus férreas convicciones de libertad no pretendo hacerlo porque eso no es lo que quiero y no caeré en sus redes ¿entendido?
Al verla tan firme, sus primas se desinflaron y se sentaron.
- ¿Segura?-preguntó Habi.
- Todo estará bien. –les dedicó una mirada de impaciencia.
Días después Azima se subía a un helicóptero por fin camino a Andora. Suspiró al ver las caras de sus primas, parecía que la mandaban al matadero. Les dijo adiós y se concentró en su misión, encontrar la manera de dar a conocer más aun los bordados de la mítica ciudad respetándoles ante todo y específicamente concentrarse en volver como llegaba, sin fisuras emocionales causadas por un playboy árabe.
Desde el cielo la ciudad era un deleite a la vista, la construcción de piedra se levantaba sobre el desierto luciendo imponente. Sabía que había restauradores trabajando casi siempre para mantener su belleza y legado. Durban tenía un palacio antiguo que se conservaba bien en un 70% aunque ya no era habitado en su totalidad, y además había sido modernizado. Andora de igual forma se había adaptado a los tiempos modernos pero ella no encontraba de qué manera lo habían logrado para que siguiera luciendo como sacada de otro siglo, otra época, otra vida. La recibió un grupo de mujeres y un hombre de edad que la saludó y le dio la bienvenida junto a su pequeño equipo. Su doncella personal y su sombra así como una asistente que había llegado justo antes de que partieran a Andora. El Jeque no se había molestado en recibirla ni siquiera en su Palacio en el cual ella avanzaba en esos momentos, pero Azima disfrutó tanto de la gigantesca puerta que daba acceso a la ciudad hecha de madera y hierro, de los inmensos muros de piedra, los techos abovedados por los que avanzaba que no reparó demasiado en la ausencia de su anfitrión.
- Es un tramo largo, lo siento princesa. Usaremos un pequeño vehículo para transportarla. –dijo el hombre que la había recibido al ver que ella iba despacio.
- No es necesario, quiero ir viendo todo. –dijo observando a los guardias que usaban cimitarras al cinto, en Durban ya no las usaban los guardias imperiales.
- Le daremos todos los tours que desee.
- Eso sería estupendo, gracias. –le sonrió. Minutos después estaba instalada en su alcoba, tendría cerca a su doncella, su asistente y a su sombra por supuesto en habitaciones cercanas. Se dirigió a uno de los enormes ventanales con balcones y vio una nube de polvo que avanzaba hacia los muros, eran jinetes que venían a toda carrera. Oyó gritos de júbilo cuando se aproximaban y entendió que era una carrera, el ganador llegó con ventaja y se dio la vuelta hacia quien le seguía de cerca moviendo la cabeza con diversión por haber ganado. Giro nuevamente el caballo y se quitó el turbante que le envolvía todo el rostro menos los ojos, la capa exterior que llevaba corrió el mismo destino y se pasó la mano por el cabello sin dejar de sonreír por la carrera y de repente alzó los ojos para mirar directo a ella, como si hubiera sabido que estaba allí. Azima quedó en su sitio, no podía correr dentro, ni apartar la mirada, si lo hacía la tacharía de cobarde y la verdad es que tampoco podía moverse, así que si, Azzam parecía tener mucha más influencia sobre ella de lo que había imaginado, estaba en un buen lío. La sangre le corrió presurosa y sonrió pensando en que estaba ante un magnifico reto.
Pd. Ganó Dark Angel, así que me pondré con ello pero la verdad si de por sí me costaba ahorita no es que sea el mejor momento pero pondré todo de mi parte y espero la imaginación también.
Espero estén bien chicas, están en mis pensamientos. Abrazos virtuales.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top