Capítulo 3 "En tus narices"
- ¿Qué pasa? –preguntó con gesto extrañado Ian a la concentración de guardaespaldas en la cocina de la suite que ocupaban las princesas, varios estaban en un rincón hablando en voz baja, él había entrado por un café y para checar el sistema de seguridad del hotel en su laptop mientras se lo tomaba y también esperaba un poco de privacidad para pensar cuando sería el mejor momento de irse. Nada lo detenía en realidad, parecía que buscaba pretextos igual que siempre.
- Nada, solo conjeturas. –dijo Visir alejándose del grupo y poniendo su corpulento cuerpo en una silla a duras penas.
- Las princesas han estado muy tranquilas. –dijo otro dirigiéndose a Ian.
- ¿Y eso qué?- fue hacia la mesa y ocupó otra silla frente a Visir.
- Ya te dijimos creo, sobre lo que eso puede significar. –le respondió el hombre.
- ¿Qué están ocupadas? –dijo Ian entrando al sistema del hotel.
- Creo que no sabes a las fuerzas oscuras a las que te enfrentas. –dijo Husar la sombra de Azima medio en broma, medio en serio. tomó un sorbo de un batido verde que lucía horrible y lo miró como lamentando su ignorancia.
- Sé quienes son, sé de las travesuras que hacen, sé todo. –dijo Ian, sin embargo usando la lap enfocó la cámara que estaba en la sala y se sintió más seguro al ver a las tres charlando con enormes tazas de chocolate en las manos.
- Las está subestimando. –dijo Visir asombrado de que Ian fuera capaz de hacerlo.
- Estamos entrenados, todos –recalcó. –para poder contener el ímpetu de las princesas ¿no?
- El punto es que cuando son impetuosas es fácil contenerlas... el problema es que por lo general no lo son, planean con cuidado, analizan a detalle cual incursión militar y luego... -decía Husar.
- Luego proceden. –culminó la sombra de Habiba.
- Cualquiera diría que tienen miedo. –bromeó Ian empezando a divertirse.
- En Durban nos las hemos podido arreglar, pero desde que empezaron a viajar y los meses han pasado, simplemente ya estamos a la espera. Aunque nos den regalos después, estamos en tierras diferentes esta vez.
- No pasará nada. –dijo Ian viéndolos a todos. – ellas son las que no tienen idea, si es que deciden hacer algo, de con quien están tratando.
- Eres el experto, lo sabemos aun así...
- Basta Visir. Simplemente estén más alertas, no subestimo a nadie, pero todos tenemos la capacidad para contener a esas tres princesitas.
- Si tú lo dices... ¿te recuerdo la escapada de la Princesa B?
- ¿Princesa B? –sabía que el personal de seguridad las conocía de casi siempre y que además ellas tenían nombres en clave, lo que apenas había notado porque apenas ellos habían empezado a decirlo enfrente suyo es que, también tenían apodos cariñosos dados por sus guardaespaldas.
- Princesa B o Princesa ojos de corderito, ya sabes, te lanza una mirada dulce y es difícil decirle que no a casi nada. –dijo Visir tranquilamente.
- ¿Todas tienen apodos? –preguntó Ian con interés y sobre todo para ocultar su curiosidad por todo lo que incluyera a la Princesa B y su incomodidad debido a que no sabia si le gustaba que otros le llamaran por apodos cariñosos.
- Sí, pero ya los irás conociendo.
- La princesa B –dijo enfáticamente. –no se escapó, dejé que pensara que lo había hecho. Volvamos a nuestras tareas. –dijo zanjando la cuestión. Todos obedecieron. No, no subestimaba a nadie, pero él estaba preparado, las princesas vigiladas y en resumen: nada iba pasar que él no supiera.
******
- Ok, déjame ver si entendí ¿estás diciendo que prefieres a él... por encima de esto? –Habiba mostró en su Tablet la imagen de Chris Hemsworth caracterizado como Thor.
- Creo que me van más últimamente los británicos. –sonrió Baasima mirando a Tom Hiddleston como Loki. Azima rodó los ojos.
- ¡Pero si hasta hace poco babeabas por Thor! –acusó Habiba como si se tratara de un asunto que merecía pena capital por traición.
- Las dos son unas tontas, nadie como el Capitán América. –Aseguró Azima.
- Vayamos a la premier de la nueva película. –dijo Habiba de inmediato. –podemos conseguir los pases y todo. Verlos a ellos. –prácticamente vieron corazoncitos en sus ojos.
- Con toda nuestra seguridad a la zaga, claaaro.
- ¿Eso mancharía tu reputación como futura reina de Durban? –preguntó Habi con muchísimo interés y al ver que Azima no respondía se giró a Baasima. -¡Debemos ir entonces! Hemos estado demasiado en pausa.
- ¿Pausa? ¿Llamas pausa a estar demasiado ocupadas trabajando por distintos países?
- Y de compras Baasima, no te olvides.
- En menor medida y no tanto como quisiéramos. –refutó. –Han habido conferencias, charlas, congresos, exposiciones, cumbres... etc. Solo nos la hemos pasado casi en ello y no es que no me guste, pero necesitamos algo que nos revitalice.
- Confórmate con que vayamos a la galería. –dijo Azima.
- ¡Están hechas unas aburridas! No es que no sepa apreciar el arte, pero, tenemos meses actuando como mujeres adultas.
- ¿Será que es porque eso somos?
- Sabes a lo que me refiero, díganme que no han sentido el llamado del caos en la sangre, recorriendo por sus huesos... -las otras dos la vieron y sonrieron divertidas por el dramatismo de Habiba.
- Me he sentido algo cansada sí, pero no tanto como para sentir el llamado del caos aun... quizás. –dudó Baasima y su prima sonrió maliciosa.
- Hemos estado algo estáticas. –Azima dijo con lentitud.
- ¡Iremos a la premier! –aseguró Habiba. –tengo que hacer unos movimientos. –tomó su móvil y tecleó a toda velocidad.
- Eso es unas cuantas semanas más todavía Habi, mientras tanto... -La mente maestra sonrió. –No, no haremos nada fuera de lo común, iremos a la galería.
- ¡Pero...!- calló al ver la mirada divertida de Azima, no, no solo sería una ida a la galería. Baasima también lo notó y casi se frotó las manos, necesitaba un escape a sus pensamientos lujuriosos sobre su sombra.
- ¿No que íbamos a usar ropa occidental? –preguntó extrañada Habiba rato después en sus habitaciones.
- La usaremos.
- Explícate. –le pidió a Azima.
- Irán debajo de las túnicas.
- Ya veo... -Baasima se acercó intuyendo lo que iban a hacer. Azima les contó todo en voz baja. Minutos después las tres reían calladamente y con el brillo peculiar y característico que se les ponía en los ojos cuando estaban a punto de divertirse. - ¿Pero solas? –dijo entonces Baasima y las otras dos se extrañaron de la pequeña muestra de sensatez. –Es otro país después de todo ¡Es Nueva York!
- No, no solas. Visir irá, quizás Husar. Cualquiera que se quede callado. –informó Azima con una sonrisa. –tu sombra no, por supuesto.
- No se me informó con tiempo Princesa. –le decía Ian a Azima poco después, quien le dedicó una radiante sonrisa de disculpa.
- Me disculpo por ello.
- No, no. Es solo que quiero que estén completamente seguras, es todo. Ir a una galería tan conocida y pública puede ser un problema si no checamos antes todos los detalles.
- Entiendo, por eso estamos aprovechando que a la exhibición de hoy solo se accede vía invitación, no irán muchas personas, no nos expondremos tanto y yo tengo seis invitaciones, nosotras tres y tres más del personal de seguridad. –se las mostró, Ian las tomó y leyó una de ellas.
- Las propietarias son inglesas... -dijo lentamente.
- Sí ¿las conoces? Son de la realeza británica, no conozco a todas, solo a Kendra, es sobrina de un conde por lo que sé. El nombre de la galería se me hizo curiosísimo, tan simple y tan no sé ¿inusual?
- La triada.
- Suena a que forman parte de una mafia o algo así, pero claro que no tiene nada que ver.
- ¿Cómo sabes? –dijo Baasima apareciendo entonces en la sala. Ian seguía contemplando la tarjeta.
- Su comportamiento es intachable en cuestiones delictivas. –dijo Azima e Ian empezó a toser. –Es una lady después de todo, no necesita el dinero, es heredera del dinero de su abuelo materno también, un irlandés millonario así que...
- ¿Cómo conoció a Kendra Wellesley, Princesa?-Preguntó él dejando de toser.
- Bueno, primero quería ver que lugares visitar, chequé en internet, vi el nombre de esa galería y me llamó la atención, investigué un poco de las dueñas y el día que fui...
- ¡No nos llevaste! –dijo Baasima.
- Estabas ocupada y ahora sé en qué. –refutó su prima y ella calló, sobre todo al ver la mirada de Ian. Claro que había estado ocupada practicando para la danza.
- El día que fui – Azima retomó su relato. –me topé con Kendra, es encantadora. Me encanta como suena el acento inglés.
- A mí también. –dijo Baasima para sí.
- Y he aquí las invitaciones. Es dentro de una hora, con este trafico debemos salir ya. No me dijiste si las conocías. –miró a Ian.
- En realidad no princesa. Iremos tres de seguridad adentro, incluyéndome y los demás afuera. Salimos en cuanto así lo digan.
- Bien. –Azima sonrió y salió. –en cinco minutos.
- Deduzco que ya están listas. –le dijo él a Baasima, quien asintió y se sentó en el sofá.
- Parece que sí tienes idea de quién son. –dijo ella, a quien no se le había escapado su deliberación interna por dejarlas ir de esa manera sin planes previos.
- Simplemente quiero su seguridad. –él se sentó el brazo de un sofá frente al suyo y la miró.
- Claro, claro. –ella consultó su reloj.
- ¿No vas a pelear al respecto? –ella cierta duda en sus ojos azules.
- ¿Tengo que disentir por todo contigo?
- Sueles hacerlo.
- No siempre, soy adulta por el amor de Dios.
- Por supuesto.
- ¿Es por nuestra seguridad no? –insistió ella empezando a ponerse nerviosa. Ella nunca se ponía nerviosa antes de salir a divertirse, siempre lo tenía controlado, anhelando el momento de la breve libertad.
Pero Ian era demasiado listo y perspicaz. Apretó los dientes para controlarse, luego aflojó la mandíbula, él estaba leyendo su lenguaje corporal con suma facilidad, siempre lo hacía.
- Peleas por el exceso de tu seguridad siempre.
- Estoy cansada. –dijo ella simplemente y él pareció calmarse al instante.
- Deberías quedarte. –su rostro mostraba preocupación y eso la emocionó tanto que se dio una cachetada mental para recuperar la cordura.
- No he tenido demasiados instantes de normalidad, además Azima está entusiasmada por ver a su nueva amiga inglesa. Quiero ir.
- Podemos salir de allí en cuanto quieras. –le aseguró y ella asintió nada más, si hablaba temía que se notara lo mucho que le afectaba el pequeño gesto de preocupación de su parte. Se sintió un poco culpable, solo un poco.
Cinco minutos después salían rumbo a la galería, cada una en una camioneta con su respectivo personal. Todo un show pensaba Baasima mientras se esforzaba por no aspirar el aroma característico de su sombra al lado ¿Por qué tenia que oler tan malditamente bien? Se acomodó en su asiento, llevaba mucha ropa encima, menos mal que aun hacía un frío considerable, lo que ayudaba a la doble capa de ropa que portaba, sin embargo el material de su pantalón se adhería demasiado a su piel y no estando acostumbrada, estaba inquieta. Claro, por eso y por lo que harían después.
- ¿Por qué te mueves tanto? –preguntó él con curiosidad.
- No me estoy moviendo.
- Vas a relajarte ¿no? Luces todo menos relajada.
Condenada capacidad deductiva pensó ella y se obligó a calmarse. Jamás se había puesto la ropa que llevaba hoy, pero si querían pasar inadvertidas debían usarlas. No tenían mucho tiempo tampoco para su breve escapada y no era como si nunca hubiera llevado algo diferente, bueno, los pantalones de cuero negro que abrazaban su trasero y piernas sí que eran diferentes, la blusa era en tono dorado y aunque era suelta el escote era bajo y era de un solo hombro. Apretó su labio para contener una sonrisa al recordar los chillidos de nerviosismo y alegría que habían dado las tres al verse al espejo cada una con su respectivo atuendo occidental.
- ¿Me estás escuchando? –Ian interrumpió sus pensamientos.
- Sí.
- No lo haces y deja de morderte el labio, te lastimarás. –ella le puso mala cara.
- Visir ¿no hay alguna pena por tratar de ese modo a una princesa? –vio a Visir quien manejaba encogerse de hombros y sonreír. –traidor.
- Solo estaremos una hora.
- Eso lo decidimos nosotras Lennox.
- La princesa Azima está de acuerdo.
- ¿Sí? Bien. –así que Azima había dicho eso bueno, no necesitaban de mucho para salir de allí e irse al antro de moda que quedaba a unas calles. Una bebida exótica, quizás un baile y regresarían al hotel. Se llevarían a Visir había dicho Azi y quizás a Husar.
- Estás rara esta noche. –ella se giró a verlo. La intensidad de su mirada siempre lograba desestabilizarla. –un segundo eres tú y al siguiente no.
- ¿Crees que siempre actúo de una sola manera?
- En lo que a mí respecta sí, siempre buscas maneras para incordiar, molestar y provocarme.
- Te tienes en demasiada estima. –alzó una ceja arrogantemente.
- Y de pronto esa calma que manifiestas...
- Hemos llegado. –anunció Visir y ella lo agradeció en silencio.
La triada era una galería sumamente moderna, si bien, dentro de ella se encontraba la modernidad mezclada con cierto aire antiguo y romántico, entraron solo tres, entre ellos Ian y el resto del personal quedó afuera del edificio y en las camionetas. Generaron cierta expectación, no era de todos los días que tres princesas árabes hacían una vista semejante, una bella mujer se acercó a ellas, era definitivamente hermosa, tenia un cabello que no era pelirrojo, tampoco rubio o castaño, era una sinfonía de esas tonalidades, una mujer así seguramente no dejaba nunca de recibir miradas, entre otras cosas.
- Azima ¡has venido! –dijo calurosamente. -¡Oh! ¿debo hacer una reverencia? –se detuvo frente a ellas con una radiante sonrisa.
- Sí, debe. –dijo Visir detrás de Azima.
- No, no. – Azima le frunció el ceño Visir. –claro que no. Kendra, ellas son mis primas, Baasima y Habiba.
- Un placer tenerlas aquí, me hacen un gran honor al visitar nuestra galería. –tomó las manos de Azima y le dio un beso en la mejilla, hizo lo mismo con las otras dos y a Baasima le cayó bien. De pronto Kendra reparó en Ian y su ceño casi imperceptiblemente se estrechó, parpadeó dos segundos y luego se enfocó en sus invitadas. –Síganme por favor, hay mucho que ver, espero un día hacer alguna exhibición de arte árabe ¿recomendaciones? –la charla continuó por varios minutos, Kendra no se apartó del lado de ninguna de las tres mientras les mostraba las obras y les daba un breve y nada pretencioso análisis de cada obra que iban viendo. Ian y los otros dos las seguían de cerca y Kendra al parecer encontraba la situación de lo más normal.
- Kendra, tengo curiosidad por una pintura que hemos dejado atrás, me gustaría comprarla ¿podemos regresar? Chicas, pueden esperarnos aquí. –dijo Azima y las otras asintieron, eran las palabras que estaban esperando. Kendra sonrió y asintió, se fueron con Husar la sombra de Azima. Habiba dijo que tenía sed y fue a buscar algo, seguida de cerca por Visir. Ian pareció darles indicaciones a ambos guardaespaldas con la mirada.
- Tengo sed. Tráeme algo. –Baasima le dijo a Ian, quien se limitó a quedarla mirando.
- Soy tu sombra no tu mesero.
- Solo quiero una copa de agua, Visir la traería, cualquiera de mis empleados lo haría.
- Una sombra no se despega Baasima. –ella rodó los ojos con impaciencia.
- Iré al baño ¿también entrarás? –le sonrió burlona y caminó a los aseos.
- Sigue comportándose así y lo haré ¿Primero sed y ahora el baño?
- No te olvides quien eres Lennox. Hago lo que quiero y tú te limitas a seguirme... -entró y azotó la puerta dejándole afuera.
Entró al baño y se despojó de la túnica, sintió las palmas de las manos húmedas, el nerviosismo había vuelto, agitó su cabello y salió para verse al espejo. El atuendo marcaba sus curvas y las resaltaba, lucía como una mujer joven que saldría por la noche a divertirse. Vio hacia la puerta sabiendo que él estaba allí a la espera, bueno, ella también estaba a la espera, Azima les había indicado a cada una como se librarían de la seguridad y la primera parte para hacerlo era luciendo completamente diferentes, ellos buscarían princesas con túnicas no mujeres en pantalones ajustados. Sacó del pequeño bolso que iba en unos de los bolsillos de la túnica, lo necesario para hacer un pequeño y rápido maquillaje.
Varias mujeres entraron entre ellas Habiba quien la miró y la ignoró para no dar pistas de nada, Baasima tenía que esperar que ese grupo de chicas saliera para unirse a ellas y lucir como una más. Minutos después se pegó a ellas, cuidando de pasar lo más lejos posible de Ian y avanzó con paso tranquilo, pasó la puerta y contoneó las caderas como las demás, se pasó las manos por el cabello y con ese gesto ocultó su rostro, juraría que él la estaba mirando, pero no corrió, caminó y caminó y salió de la galería por una puerta trasera que daba a un callejón, cada detalle había sido orquestado por Azima, al parecer estaba siendo ayudada por Kendra, el por qué no lo tenía claro todavía, pero no importaba. Unos cinco minutos después Habiba usando la misma técnica se reunía con ella, le faltaba un poco el aliento pero al verla empezó a reírse. Habiba llevaba unos ajustados pantalones en tono violeta y una blusa de seda gris que se ataba al cuello.
- Hace frío. –dijo entonces.
- ¿Y Azima?
- Ella las espera en el sitio acordado. Tiene como cinco minutos que se fue, zona VIP. Solo digan sus nombres al entrar. –les dijo una divertida voz femenina y las dos respingaron al ver a Kendra desde una esquina oscura.
- Eres como un sigiloso gato. –le dijo Habi aun asustada.
- ¿Cuánto llevas allí?
- Lo suficiente princesa Baasima para ver que estuvieran a salvo.
- No me digas princesa, Baasima está bien.
- Como gustes.
- ¿Por qué nos ayudas?
- Jamás diría que no a esto ¿ayudar a tres princesas a que prueben un poco de libertad y diversión? ¡por supuesto!
- Aun no entiendo porque Azima te ha confiado tan de repente, sin ofender, me has caído muy bien y también llámame por mi nombre: Habiba.
- Bueno, Habiba, tu prima y yo hicimos click, no es común para alguien como yo, confío en poquísimas personas, entre ellas dos amigas a quien quiero como hermanas, Azima es igual, no confía tan rápido, pero creo que dado que tenemos cosas en común o simplemente nos hemos leído demasiado bien y ahora, después charlaremos, tienen que irse. Pero prométanme algo. –las vio asentir. –tienen que contarme todo con pelos y señales. –emitieron risitas y salieron rápidamente. –Lennox va volverse loco. –dijo ya sola emocionada por verlo así. –ah, necesitaba un poco de diversión. –con eso entró.
Entró justo a tiempo para ver el caos reinante, toda la seguridad de las princesas había entrado ya y removían todo y a todos por hallarlas.
- ¿Qué pasa? –dijo ella frunciendo el ceño y luciendo muy enojada.
- ¿Tienes que ver con esto? –le dijo Ian acercándose a ella de inmediato.
- Deja de molestar a mis invitados.
- Tres de ellos han desaparecido, tres princesas. – le dijo totalmente furioso.
- Y en tus narices por lo que veo.
- ¿Es obra tuya? Porque son muy listas, más de lo que dejan ver, pero aquí obviamente necesitaron ayuda. –estaba furioso, porque en realidad también había sido culpa suya, había estado muy distraído pensando nuevamente en cuando irse, en el por qué no lo había hecho y de pronto ella se le había esfumado, las tres para rematar la situación.
- ¿Por qué tengo yo que ver con esto según tú?
- Porque siempre me pareció raro que tú y tus amigas estuvieran esas semanas de entrenamiento en el ejército. Nunca dijeron el por qué con exactitud. Siempre tan listas, capaces, rápidas y misteriosas. Había mil y un teorías. –acusó en voz baja mientras con las manos daba indicaciones a los demás. -¿Quién más podría tener algo que ver con lo que ha pasado?
- Y ustedes juraron callar, hay acuerdos de confidencialidad. Y yo no hice que ellas escaparan de tu celoso cuidado y a todo esto ¿Qué rayos haces de guardaespaldas? Eres un tipo millonario, con su propia empresa, de papi con titulo nobiliario incluido y heredero de muchas, muuuuchas libras.
- Tú y yo después hablaremos y más vale no digas quién soy.
- ¿Es una amenaza? –preguntó seria.
- Si no las encuentro, vendré de nuevo y no te gustará nada. –ella miró al cielo. –Y si no tuviste nada que ver –pausó. –fue bueno verte de nuevo. –dicho eso se alejó a grandes zancadas mientras vociferaba ordenes. Kendra se obligó a no sonreír.
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