Capítulo 27 "Ya, ya"
Los vientos habían bajado en intensidad, señal que la tormenta amainaba. Después de llorar por unos buenos minutos, Azzam con sumo cuidado le había limpiado la cara sin dejar de repetirle que todo se arreglaría y aunque ella no lo creyó, esta vez no dijo nada. Estaba demasiado cansada. Había terminado quitándose el vestido porque pese a que parecía poder protegerla del frío era muy incomodo y no habría podido pegar ojo en toda la noche. Él le había pasado ropa confortable, algo grande para ella pero que cumplía su objetivo, caballerosamente se había dado la vuelta mientras ella se cambiaba, aunque no se lo había pedido. Se había deslizado bajo las mantas en una improvisada cama y él por supuesto no se había ido a otro sitio, a su lado la había abrazado fuertemente susurrándole que todo estaría bien y ella deseó que eso se cumpliera. La intensidad del día hizo que se quedara profundamente dormida pues estaba sumamente cansada. Pero aun dormida buscó su abrazo sin percatarse de ello.
A él no le importaba el cómo, pero sabía que haría todo en su mano para que no los separaran. Lo primero que haría por la mañana sería buscar una solución definitiva.
Horas después el sonido de las aspas de un helicóptero la despertó. Azima se sentó de golpe y descubrió que él ya no estaba a su lado. El sol ya estaba alto en el cielo a juzgar por todos los rayos que se colaban entre las aberturas de las improvisadas ventanas, se levantó y corrió hacia la salida mientras lo llamaba. Era obvio que habían sido encontrados. Se desesperó al no escuchar respuesta y bajó a trompicones. Dos helicópteros estaban en tierra y un tercero acababa de aterrizar. Vio a Ayham apuntando a Azzam con una pistola mientras este intentaba hablar con él. Oyó cuando su hermano amartilló el arma y ella lo único que pudo hacer fue gritar.
*******
En calabozo de Palacio...
- ¿Por qué casi nunca hemos visto a Ayham? –preguntó Ian mientras todos desayunaban.
Habían pasado una buena noche en realidad, pese a haber dormido en el piso. En cuanto había oscurecido les habían enviado un calentador y un pequeño proyector de parte de Allyson y Jaquie con puras películas de terror. Está de más decir que las chicas gritaron mucho y aunque en más de una ocasión todos brincaron por alguna escena intensa. Ninguno de los varones presentes lo admitiría. Había sido una especie de pijamada adulta y más que pasarlo mal, hasta el momento todo había ido muy bien. Creían que todos los privilegios que tenían en el calabozo eran gracias a la discreción y sigilo de Gabriela, pero la realidad que no sabían es que el rey lo había permitido.
- Ayham es un misterio en sí mismo. Siempre en misiones diplomáticas y quien sabe que más. –respondió Baasima.
- En cuanto tuvo la mayoría de edad dejamos de verlo frecuentemente. Aparecía de vez en cuando para llenar de regalos a su hermana y a nosotras e incordiar como solo él puede hacer. Pero bajo esa fachada amable y tranquila se encuentra alguien que no deja pasar que lastimen o toquen a quienes quiere. –añadió Habi.
- Azzam está en problemas ¿no? –preguntó Zaím.
- Puedes jurar que sí. –Omar se pasó lentamente la mano por su pómulo aun hinchado.
- ¿No vas a decirnos porque te golpeó?
- Ni en un millón de años primita. –le hizo una mueca a Baasima.
- Apuesto que fue porque no impediste que se la llevara Azzam.
- No. No fue por eso.
- Entonces porque... -carraspeó. – Azima perdió su... con él y no lo golpeaste en cuanto lo supiste.
- ¿Su...? ¿podrías ser más específica? – Omar quiso incomodarla pero su prima le ignoró, y prosiguió.
- ¿En serio no te importó? –todos lo miraron con curiosidad.
- No, porque la quiero, pero como hermana. –tomó un sorbo de café.
- Ayham también y puedo asegurar que lo está buscando para quitarle la cabeza.
Omar tomó más café, a ese paso iban a terminar sabiendo todo y más valía que no.
- ¿Podemos dejar el tema? –pidió.
- Sí, ya déjalo en paz cariño. –le pidió Ian a su esposa.
- Bien. –dijo Baasima simplemente pero no dejó de mirar a Omar con suma sospecha.
- Yo también quiero saber algo ¿Quién es la mente maestra? –preguntó Omar después de esbozar una sonrisa gatuna. Habi tosió su té y Baasima apretó los labios.
- Buena jugada primo. Buena jugada. –lo miró molesta.
- Esa es una buena pregunta. –Ian miró a Baasima quien le ignoró y atacó su desayuno con el tenedor.
- Estamos casados debería saberlo ¿No crees cielo? – A su vez preguntó Zaím a su esposa.
- No cariño, no tienes por qué saberlo. –respondió Habiba sin verlo y sirviéndose más té.
- ¿Pero por qué? –exclamó sorprendido.
- Juramos que nadie lo sabría.
- ¡Pero estamos casados!
- Juramento de hermanas. Lo siento.
- ¿Vale más que el de matrimonio? –esta vez Ian habló sin dejar de ver a Baasima.
- No, simplemente es diferente. –respondió ella y le aventó un beso para quitarle hierro al asunto.
- Nunca lo dirán chicos. –una voz proveniente de fuera se escuchó. Gabriela los miraba a todos con una enorme sonrisa a través de los barrotes.
- Tú lo sabes ¿cierto? –Omar la miró con ojos entrecerrados.
- Ellas nunca me lo dijeron. –negó con la cabeza.
- Lo adivinó. –soltó Habiba y Baasima asintió. Logrando que la miraran los demás con asombro. Gabriela empezó a reír.
- Cierto. Solo puedo decirles una cosa: olvídenlo. Ellas no lo dirán y es mejor cierto misterio en la relación. Además, las tres han sido culpables a partes iguales de todos los desastres y líos que armaron.
- Apuesto que se lo dijiste a León. –acusó Omar.
- No. De hecho no sabe que lo sé. Eso cambiará ahora ¿no? –suspiró.
- Créeme, se lo diré a ver si te saca la verdad.
- Oh, bueno, puede intentarlo querido cuñado. –le guiñó un ojo. –cambiando de un tema intenso a otro. Vine a decirles que los han hallado.
Desierto...
Ayham disparó justo a un lado de Azzam logrando que a su hermana se le fuera la respiración y gritara con todas sus fuerzas.
- ¡No! –había exclamado ella mientras corría hacia ellos. Llegó al lado de Azzam y enseguida buscó una herida por todos lados.
- Estoy bien, estoy bien. –le aseguró él. –Disparó a la tierra. –Azima respiró al fin y se fue hacia su hermano quien al verle el rostro encendido de furia retrocedió.
- ¡Se merece eso y más! –le gritó Ayham, pero siguió caminando hacia atrás.
- ¡Ven aquí!
- Pero primero cálmate. –al ver que su hermana tenía todas las intenciones de hacerle algo fue hacia un helicóptero usándolo como defensa. Y así empezaron a dar vueltas alrededor del artefacto. Uno huyendo y la otra buscándole. Sin importar la docena de hombres que estaban en tierra viendo la escena. León se acercó a Azzam.
- Estás aquí también.
- ¿Creías que no? Ni siquiera pienses que él no te hará nada. –León vio hacia los dos hermanos. –Es su hermana después de todo.
- Lo sé.
- Sabes que la veo de la misma manera ¿no?
- Sí.
- Azzam....
- Dime. –solo vio un puño volar a su cara y aterrizó en la arena.
- No recuerdo que le hayas hecho esto a Ian. –gruñó moviéndose la quijada con la mano.
- Ian no entró a palacio por Baasima haciendo toda una escena y un escándalo. La que hizo la escena fue ella, al inventarse un secuestro. Aun compadezco a Ian.
- ¿Cómo nos encontraron? –se levantó sacudiéndose la ropa y sintiendo como le ardía la mitad de la cara. Vaya que tenía un puño poderoso. Parecido al de Nahel.
- La pulsera nueva de Azima no es simplemente un accesorio. Su hermano se la dio después de lo que le pasó. Así pudimos rastrearlos, pero ya pasada la tormenta.
- No dejaré que se la lleven. –fue lo único que dijo mientras miraba discutir ya frente a frente a los dos hermanos.
- Pero si nos los vamos a llevar a los dos. –sonrió León perversamente complacido.
- Ya veo. Debí sospecharlo –Azzam sonrió con ironía y fue hacia los hermanos, ni bien se posicionó cerca de ella, otro puño lo mandó hacia atrás. Si bien, esta vez no lo tiró ya que Ayham no había podido llegar a él del todo.
- ¡Maldición! –exclamó viendo como un hilo de sangre le salía de la comisura de la boca.
- Te espera aún más. –Ayham lo vio mortalmente serio.
- ¿Por qué tan salvaje? –Azima le dio una patada en la espinilla que no le ocasionó nada.
- Esto no es salvaje ni de lejos hermanita. Ni siquiera he empezado. Suban por su propio pie a los helicópteros o si prefieres lo llevamos atado.
- ¿Qué va pasar al llegar a Palacio? – Ella quiso saber, pues esta vez no había escapatoria.
- No morirás si eso te preocupa.
- Sabes que eso no es lo que me importa Ayham.
- Azima. Vamos. –Azzam la tomó del brazo.
- Pero quiero saber...
- Vamos ¿sí?
- León. Por favor dime. –se giró angustiada hacia su primo al verlo acercarse. Pero él no le dijo nada.
- Estaremos bien. –Intervino Azzam nuevamente. La tomó de ambos brazos y la miró fijamente. –te lo prometo.
- No hagas promesas que no puedes cumplir. –le dijo presa del miedo.
- Azima aquí. –su hermano se la quitó a Azzam de las manos y la llevó a otro helicóptero casi a rastras mientras ella volteaba a verlo con desesperación.
- Sube. –León le dijo a Azzam.
- ¿Qué pasará con ella? –preguntó.
- La pregunta es qué pasará contigo.
- No importa.
- Va importar.
Durante el viaje Azima no pudo sacarle ni una palabra a su hermano, aunque no es que fuera tan fácil irse comunicando. Una por la patente molestia de Ayham y otra por que los nervios y la ansiedad invadían. Al ver ya cerca la ciudad y el helipuerto de palacio empezó a sudar frío. Al aterrizar, el aparato tomó vuelo de nuevo y ella buscó que el otro helicóptero hiciera lo mismo pero su hermano la tomó de la mano instándola a caminar antes de que pudiera siquiera mirarlo llegar.
- ¿Dónde está él?
- Lo soltamos desierto adentro. –dijo Ayham como si nada y ella lo vio pálida. – ¡Solo bromeo! Llegarán en breve ¿En serio que te dio ese hombre?
- ¿Por qué rayos estás tan molesto? –se soltó furiosa.
Ayham paró y movió la cabeza como intentando relajarla.
- No es contigo.
- Pues no lo parece Ayham.
- Mi enojo es conmigo, es con él. Yo casi no estuve aquí, quizás todo hubiera sido distinto y no habrías accedido a ese estúpido compromiso. No habrías estado ligada a Omar y por supuesto no se habría presentado el asunto de vivir una loca aventura antes de casarte.
Azima lo vio con ojos enormes.
- ¿De qué estás hablando?
- Y déjame añadir que sabiendo lo que implica estar con una virgen, eso no lo detuvo ¿no es cierto? Aprovecho la situación a plenitud.
- Vino por mí. –dijo ella en un hilo de voz.
- Solo eso lo salva de que no lo mate.
- No es tu culpa. Soy adulta, sabía lo que hacía. Todas mis decisiones las tomé yo. Decidí yo. No es tu culpa hermano.
- Yo también decido que culpas sentir. –dicho eso la sacó de allí.
- ¿Quién te dijo lo de Azzam, lo de la aventura? –preguntó ya cuando caminaban en Palacio, cautelosa y temiendo que lo supiera todo el mundo. Como si le hubiera leído la mente la miró.
- Aparte de ustedes dos, el rey, León y yo. Y claro, el magnánimo de Omar. Vaya idiotez sugerirte eso.
- Él lo dijo. –afirmó ella más que preguntar cerrando los ojos brevemente y deteniéndose. Para su gusto lo sabían demasiados. Lo peor es que eran las últimas personas que hubiera deseado que se enteraran del asunto con toda claridad. Si bien Azzam había declarado que había sido suya no dio detalles y había sido lo mejor dentro de todo lo malo.
- Y con eso logró que lo golpeara.
- No sé porque no dudo de que lo hicieras. El templado y estoico Ayham golpeando a diestra y siniestra. Omar no se lo merecía.
- ¿Y Azzam? –preguntó burlón.
- No contestaré a eso.
- Porque sabes que sí. Seguro tú misma intentaste golpearlo. En cuanto a Omar ya saldó parte de su deuda. Con su confesión logró lo que ni León o yo probablemente hubiéramos logrado. –su hermana lo vio esperanzada. –No te emociones tanto, al menos su cabeza estará sobre sus hombros.
- ¿No lo matarán? –preguntó con toda la esperanza renaciendo en ella.
- No. –respondió su hermano escueto. –pero no empieces a armar ilusiones en el aire por favor.
- Me conformo que no lo maten aunque no estemos juntos.
- Eso lo decide el rey y serás la primera en verlo.
- Bien. – siguió caminado al lado de su hermano camino a ver a su tío. Cavilando que pasara lo que pasara, al menos él no moriría. Podría vivir lejos de él sabiendo que conservaba a vida y prefería eso a la otra alternativa.
- ¿En serio estarás bien si no quedan juntos?
- No. –admitió, no estaría bien pero con él vivo podía con ello. - Pero lo prefiero vivo.
- Lo amas en serio.
- Sí.
Ella entró a donde el rey y nada más llegar se postró. Su hermano hizo una reverencia y salió. No había querido ver la cara de su tío, prefería enfrentarlo mirando al piso. Otra hubiera sido su actitud pero estaba sumamente avergonzada porque su tío supiera todos los detalles con claridad.
- Levántate y levanta ese rostro. –le dijo y ella lo hizo pero bajó la mirada. -¿No es un poco tarde para estar avergonzada?
- Probablemente.
- ¿Probablemente? –preguntó molesto. –por supuesto que deberías. Dime al menos que te arrepientes.
Esta vez ella si le miró. Respiró profundo antes de contestar.
- No me atrevo a seguir mintiendo mi señor.
- ¿Qué?
- Fui demasiado ambiciosa. Quería complacerte, quise cumplir con mi deber, quise que mis primas eligieran lo que querían. Deseé la felicidad de Omar, y después y a pesar de querer cumplir con todo, lo quise a él.
- Fallaste en tu deber.
- Lo sé.
- Y no te arrepientes...
- No. Cambiaría muchas cosas, pero no cambio el haberle conocido.
- Y el haberle dado tu virtud. –señaló el rey tajante, ella hizo una mueca apesadumbrada. –Mi hijo tiene las ideas más tontas... -gruñó.
- No fue su culpa mi señor. –se apresuró a aclarar. –Yo lo decidí. –Omar no decidió por mí. Tiene un corazón enorme y solo quiso darme lo que él nunca... nunca me daría. No iba a hacerlo pero.
- Pero lo hiciste.
- Sí, mi señor. Debí haber sido sincera y haberle admitido que no pude con todo. Eso sí lo lamento.
- Así que armaste el plan en tu mente ¿no es así? Y lo ejecutaste.
Ella asintió.
- Eres la mente maestra ¿no?
- ¿Perdón? –ella lo vio asombrada.
- Deja de fingir, lo sospeché desde el incidente con la comida con los asiáticos que nos visitaron. Y lo confirmé cuando bajaron esa vez por el lateral del Palacio. Supe después que las otras dos bajaban lentamente y con cuidado. Tú ibas riendo.
Azima no intentó fingir más sorpresa pero solo sonrió.
- Si fuera la mente maestra, esto no se hubiera salido de control.
- Nadie es perfecto. Tienes la mente de tu hermano ¿tienes idea de todo lo que ha ideado para salir de tremendos líos diplomáticos que otros han causado? Es astuto, sigiloso, observador, terriblemente inteligente y siempre va preferir que nadie sepa de lo que es capaz. Así como tú.
Ella tragó saliva pero no pudo evitar sentirse orgullosa de su hermano.
- ¿Por eso se le ha usado tanto en el extranjero?
- Así es.
- Hubiera preferido pasar más tiempo con él, tío.
- Lo sé. Pero su labor nos ha dado paz en donde de otra forma habría habido conflictos. Sin contar que las inversiones se le dan bien. Y hemos tenido magnificas retribuciones gracias a los datos que nos ha dado ¿seguirás negando que de este trío eres la mente maestra?
- Prefiero no decir nada tío.
- Da igual, lo sé y es lo que basta.
- ¿Has compartido esto con alguien? – lo miró interrogante.
- No y que conste que sí les di mucha libertad Azima.
- Eso nunca lo he negado. Podrías, por favor no decir nada más sobre esa idea errónea de que yo soy eso que dices.
- Ambos sabemos que no es errónea. Y déjame decirte que me confirmas que el amor vuelve tonta a la gente por más lista que sea. No dejaré que te cases con él... – vio los ojos de su sobrina llenarse de lagrimas.
- ¿Conservará la vida?
- Sí. ¿Podrás con ello?
- Quizás no pronto, pero solo quiero que esté vivo.
- ¿En serio podrás? -la miró fijamente.
Azima quiso evitarlo, pero las lágrimas se derramaron por toda su cara.
- Lo siento. –dijo limpiándose con una mano.
- No dejaré que te cases con él... ahora. Podrán hacerlo ya que haya pagado por lo que hizo. Y no, no le haré nada atroz. Te servirá como marido.
Ella lo vio impactada y cayó sobre sus rodillas pues se le habían aflojado. No pudo hablar pues empezó a llorar. Ella casi nunca lloraba y desde hacía unas horas parecía que no podía dejar de hacerlo. Quería agradecerle y estuvo a punto de gatear para ir hacia su tío pero de pronto lo vio enfrente de ella inclinado. La abrazó como casi nunca lo había hecho en la vida. Sabía que las quería y que las consentía pero no era dado al afecto de esa manera.
- Ya, ya. –fue lo único que le dijo mientras le daba palmaditas en la espalda.
- Perdóname por no casarme con Omar. –dijo entre el llanto.
- Digamos que él ya lo superó. –los dos emitieron risitas.
- No puedo parar. –gimoteó ella llorosa sobre el hombro del rey.
- ¿Está todo bien? –preguntó Gabriela entrando. Al ver que su suegro asentía se acercó rápidamente. –Entonces me uno. –Y los abrazó a los dos. Miró a Azima, al verla llorar ella empezó a hacerlo también. –la alegría y las hormonas. –explicó. - Bienvenida a casa Azima.
Pues ¿Qué creen? ya casi se acaba. He de decir que hay dos escenas de esta historia en las que me puse sentimental y creo ha sido por estos meses tan estresantes para todos y donde hay oportunidad liberamos un poquito.
¿Cuál ha sido la escena que recuerdan más o la que les gustó por encima de otras? Me gustaría saber. Lindo ombligo de semana.
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