Capítulo 25 "No"
- ¿En serio la dejarás ir? –preguntó Habiba entre preocupada y esperanzada a Omar.
- ¿Yo? Por supuesto y ustedes también. El único problema aquí será mi padre.
- Y todo aquel que presenció esto. –Zaím vio hacia los dos guardias tirados a las afueras del salón.
- De eso me encargo yo. Es mi personal después de todo. –Ian también vio hacia las puertas.
- ¿Podrías explicar cómo logró colarse y hacer todo esto Ian? –León le lanzó una mirada suspicaz.
- Jamás se me informó que sería persona non grata aquí. Es un Jeque después de todo.
- Uno que irrumpió una ceremonia y se llevó a la novia ¿En serio nadie tenía idea de que algo así podía ocurrir? –Los miró a todos y de parte de ellas solo vio miradas inocentes, en cuanto a los demás solo encogimiento de hombros, evasión y rastros de confusión pero solo en Máximo y Stefano no así en los amigos del raptor. –Así que el incidente en tu boda Ian no tiene que ver con esto ¿no?
Ian lo miró con precaución.
- ¿Cuál incidente?
- Uno donde Azzam ya había intentado llevársela.
- Cómo tú... ¿cómo sabes eso? –Omar lo miró sorprendido. León solo rodó los ojos. –Eres igual a padre ¿no se les puede escapar nada?
- Solo hay una persona que podría engañarme y aun así no le pasaría nada. –Miró a Gabriela quien le sonrió mordiéndose un labio con picardía. –Pero ustedes no son ella. Y me refiero a ustedes queridos primos y primas. Así que más vale vayan buscando una manera de sacar a Azima de este lío.
- ¿Qué hay de él? –quiso saber Zaím.
- Bueno, no seré yo quien deje viuda a Azima, pero más vale que sepamos donde están y se haga una boda rápida. Pero antes de todo eso, en sus manos queda encontrar la manera de que eso suceda. Veré si mi padre se ha enterado ya. Corazón... -le dijo a su esposa. –por favor ve a descansar. Me reuniré contigo en breve. –Y salió sin más con porte de lo que debería ser, un rey.
- ¿Tú le dijiste algo? –preguntó Habiba a Gabriela.
- Juro por este bebé que no.
- ¿Entonces cómo?
- Ni idea.
- ¿Alguna duda de que es él quien debería reinar? –Omar aun miraba por donde había salido su hermano con una sonrisa de orgullo.
- Bueno, él no lo desea. –Aseguró Máximo.
- Confirmo. –Stefano asintió.
- No creí que diría esto jamás, pero tienes un corazón noble que todo rey debería poseer. Y mira que lo dice la presidente de tu club de anti fans. –anunció muy tranquila Baasima a Omar e Ian empezó a toser de la impresión.
- ¿Hay muchos miembros? –Preguntó Omar interesado.
- Todas nosotras. –las aludidas empezaron a reírse nerviosamente y al ver la tranquilidad con que el aludido recibía la noticia terminaron riendo quedamente.
- Querida. No deja de ser el primogénito del rey. –le susurró Ian a su esposa.
- Es familia. –respondió ella simplemente.
- Sí, somos familia. –Omar la miró con una sonrisa que denotaba cierta paz. –Bueno, ahora veamos las opciones para que esto termine bien ¿alguna idea de mis fans?
- Dije anti fans Omar.
- Es lo mismo.
- No lo creo.
- Yo sí.
Mientras había un debate intenso en palacio de las medidas a tomar. Azzam ya tenía rato que había logrado salir con Azima por el aire pese a que no había sido fácil sujetarla mientras se debatía y gritaba. Había sido un triunfo sentarla en el helicóptero y ponerle toda la seguridad que conllevaba el viaje. Se había negado a hablarle o mirarlo durante la hora que duró el trayecto. No iría a Andora por supuesto, no era idiota. Sería el primer lugar donde les buscarían. Justo cuando empezaba a anochecer llegaban a la cima de una antigua edificación que había servido a sus antepasados como sitio de descanso. La mitad del sitio estaba en ruinas, la otra mitad estaba en obras pues la estaba restaurando.
Casi nadie sabía del lugar. Se tuvo que echar a Azima al hombro de nuevo al negarse a bajar. Los hombres bajaron provisiones y en minutos se habían alejado todos dejándoles solos.
Azima aún no daba crédito a la facilidad con que había sido sacada de palacio. No entendía como había sido eso posible cuando Ian lo había convertido en una fortaleza. Sus gritos no habían recibido auxilio y ahora los dos perderían la cabeza. Aunque en cierta forma Azzam la había perdido primero al hacer esta locura. Pese a que el helicóptero había podido aterrizar sin problemas aun había que subir unas escaleras en la roca para llegar a la cima donde estaba una edificación que parecía perderse entre la roca, se camuflajeaba tan bien que había que ver detenidamente para distinguir que no todo era piedra. Azzam empezó a subir con ella a cuestas.
- Voy a vomitar. –gimoteó sintiéndose mareada y con unas nauseas tremendas.
- Puedes hacerlo.
- Haré que sobre tu espalda caiga todo... -gruñó como pudo.
- No me importa.
- Te odio.
- No, no lo haces.
- Lo hago.
- Mentirosa.
- Yo... -calló al sentir el viento azotarlos de pronto con fuerza. Apretó con ambas manos la ropa de la espalda de su captor. Él paró esperando el viento amainara, pero este empezó a silbar suavemente anunciando una tormenta. - Malditas tormentas de arena. Bájame.
- Me temo que todavía no lo haré.
- ¿Acaso nadie va a aceptar lo que yo quiero? –preguntó y jadeó al sentir el viento azotar su cara. – ¡Yo iba a arreglar todo!
- No lo creo cariño.
- ¡No me digas así! –lo oyó reír y su indignación aumentó por mil. -Debí haberme largado cuando pude.
- Te habría encontrado. Lo juro.
- Pedirán tu cabeza por esto.
- Le tengo mucho aprecio, temo que no la daré. No es mi idea el dejarte viuda tan pronto.
- ¿Quién dice que me casaré contigo?
- ¿Perdón? Después de lo que dije y de la manera en cómo te saqué de allí. Bueno. Es inevitable.
- Dando todo por hecho. Claro. No volveré a verme arrastrada a una boda.
- No tienes opción. –llegaron a lo alto y el viento silbaba con más brío ya. Él la bajó cuidadosamente atento a cualquiera de sus movimientos.
- Voy a quedarme soltera el resto de mis días. –le anunció con rencor.
- No pienso permitirlo. –respondió con una sonrisa.
Ella le hubiera pateado si no estuviera realmente mareada. Su estómago estaba revuelto por el estrés y sintió las náuseas invadirla. Se llevó una mano a la boca para hacer un intento vano, pero intento al menos de no vomitar.
- ¿Estás bien? –la vio preocupado.
- Quédate allí.
- Bien... ¿Por qué?
- Planeo vaciar mi estómago en tu persona. Así suene sumamente asqueroso. –No esperaba que él rompiera a reír con tantas ganas.
- ¿Sabes cuánto te amo? –le dijo al terminar de reír. A ella hasta las náuseas se le fueron.
- Complicaste todo. –respondió a media voz.
- No. Al contrario, arreglé todo.
- Yo iba a...
- No ibas a arreglar nada. Pese a toda tu inteligencia, tu sagacidad y tu mente maestra no hubieras podido. –Azima parpadeó al escucharlo y se puso un poco nerviosa ¿acaso él sabía que ella...? Pero lo que dijo a continuación le confirmó que no. - Sé que odias saber que no lograrías nada, pero te prometo que en un futuro nuestras hijas serán capaces de decidir qué hacer y nada ni nadie se interpondrá en lo que decidan.
- ¿Nuestras hijas? –Nuevamente la sacaba de la jugada con sus palabras. Todo lo que salía de su boca la llevaba en un vaivén de emociones que sentía que explotaría de temor, miedo, alegría, de amor y claro, también de coraje debía admitir, porque no había sido escuchada por nadie básicamente y todo era un lío, uno tremendo.
- Todas las que quieras. –le repitió llevando una mano a su mejilla para luego apartar su cabello que volaba ya por todas partes con el viento.
- ¿Qué no se supone que un Jeque quiere varones?
- No me importa, lo que venga de ti lo amaré de igual forma y ¿sabes? No sé porque me he imaginado niñas.
Azima no pudo evitar sentirse conmovida y muy a su pesar sintió los ojos acuosos.
- Es el maldito viento. –le informó.
- Lo sé. –contestó Azzam con ternura llevándola a resguardo.
En palacio...
- ¿Tú sabías algo de esto? –preguntó Stefano a su esposa.
- ¿Que Azzam haría esto? No.
- Ni yo. –añadió Allyson mirando a su esposo tranquilamente.
- Sí, ustedes están libres de buscar una solución, pero agradeceríamos su apoyo. –Habiba pidió mientras paseaba de un lado a otro en una de las bibliotecas de palacio. La mayoría estaban sentados aun asimilando lo que había pasado y lo que probablemente pasaría de no encontrar una alternativa.
- Está en sus manos. –Gabriela que por supuesto no se fue a descansar miró a Omar. –él tiene que renunciar a todo.
- Lo hice y no dio resultado. Si bien, debo ser más contundente. –se levantó y caminó a la puerta. –veremos qué pasa.
- ¿Irás a ver al rey? –le preguntó Baasima.
- Iré ¿Qué más puedo perder?
- ¿La cabeza de mi amigo? –Zaím habló. - ¿Por qué no meditamos bien el primer paso a dar?
- Bueno, yo creo que... -inició Baasima y así se enzarzaron de nuevo todos en ideas, teorías y soluciones.
********
- ¿Dónde estabas? –León miró al recién llegado desde donde estaba sentado en su escritorio.
- En el desierto, el rey me mandó a la frontera.
- ¿Siguen los enfrentamientos?
- Sí. Están por culminar, espero sean en favor del pueblo y la verdadera casa real de Islamabad. He llevado ayuda de acuerdo a lo que mi señor el rey ha ordenado.
- Eso espero ¿sabes lo que ha ocurrido en tu ausencia respecto a tu hermana?
- Sé que se la ha llevado Azzam. –se sentó en una esquina del escritorio con naturalidad. Si bien no se miraban tanto como antes, Ayham gozaba del aprecio y favor de León, así como del rey. León le pasó un trago de whisky que bebió de una.
- ¿Por qué tan tranquilo?
- Terminé de confirmar lo que siente por ella.
- ¿Ah sí?
- Escuché una magnifica historia por parte de los chicos de las cuevas cerca de la frontera. Peleó por ella con Nahel. Y el que viniera aquí termina de decirlo todo.
- Así que Nahel se atrevió a desafiarlo y reclamar una princesa que no es de su país ¿no te parece que está abusando de nuestra hospitalidad?
- Nahel no es tonto, estaba aburrido y lo que quería era probar las habilidades en combate de Azzam. Sabe bien que Durban le ha ayudado en su causa a él y al verdadero heredero. Lo que hizo Azzam la noche de la boda de Baasima no terminaba de convencerme, creo que a nadie incluyendo a mi hermana. El porqué de ese arrebato podía deberse simplemente a un dañado ego masculino. Teníamos que llegar al fondo de esto.
- Aun no entiendo como nadie te vio.
- Todos estaban absortos en el drama que se presentó. De hecho, llamó mi atención gracias al estruendo de Omar al caer cuando Azzam lo mandó al suelo. En un momento estaba viendo retratos antiguos en esa sala para luego salir al balcón por un poco de aire fresco pensando precisamente en cómo sacar a Azima de un matrimonio no deseado. Así fue que escuché todo.
- ¿Y tu única solución para sacarla de eso fue mandar a secuestrarla? –León lo miró con los ojos entrecerrados. – ¿si tienes idea del peligro al que fue sometida?
- Por eso apenas te lo dije. Sabía que encontrarías peros. No, espera. –interrumpió al ver que León hablaría. –es mi hermana y la amo como no sé si tienes idea. Me encargué de contratar a los mejores. Sabía perfectamente donde estuvo a cada momento. Siempre estuve a menos de una hora de ella en el desierto. Hasta que ya no tuvimos señal y fue cuando me movilicé y llegué a ella. Nunca la hubiera arriesgado imprudentemente. Teníamos contemplado incluso una falta de señal y ubicación. Azzam estaba más cerca que yo por eso llegó antes de que pudiera hacerlo.
- Fue temerario. Y lo sabes.
- Sí, pero también sé que ella podría con eso y esperaba reflexionara y retrocediera de su decisión. Y quería ver la reacción de él.
- Estoy en una familia de locos. –León se pasó una mano por la cara frustrado.
- También secuestraste a Gabriela. –Ayham lo miró divertido.
- No fue así. Fui por ella, era mi esposa.
- Una que no sabía que lo era. No tenía idea de que estaba casada...
- Bien, es agua pasada. Basta.
Ayham empezó a reírse.
- Que conveniente primo.
- Espero que tus locas ideas hagan acto de aparición para explicárselo a mi padre.
- Oh, vamos ¿en serio crees que él está en ignorancia?
- Le has dicho algo entonces.
- No soy doble espía si a eso te refieres. Aquí solo me ha importado la felicidad de mi hermana. Sin embargo, si el rey sabe muchas cosas que le hemos ocultado convenientemente, sería bueno saber como ¿no crees? Siempre tuve la sensación de que alguien nos escuchó esa noche cuando hablé con Azima y me enteré de las verdaderas razones de porque se casaba, pero igualmente la verdad me llegó de tal manera que me descuidé y no tomé en cuenta mi alrededor. Los balcones son más peligrosos de lo que parecen. Así que insisto, el rey sabe más de lo que aparenta.
- No tengo idea como, pero tiene su propia red.
- No creo sea nadie de palacio. –asintió Ayham.
- ¿Tienes sospechas?
- Oh sí, las tengo. Pero, por lo pronto quiero verle y darle mi informe de la frontera.
- ¿De quién sospechas?
- Ya lo sabrás primo, ya lo sabrás.
*********
Azima vio a su alrededor envuelta en una manta que Azzam le había pasado, la temperatura había empezado a bajar con brusquedad. Había sido la mejor habitación para resguardarse, pero eso no significaba que fuera la mejor. Las ventanas estaban sin protección y él estaba tapando con tablas de madera que eran residuos de la restauración, menos mal eran pesados y el viento no los había tirado, pero sí que se colaban ráfagas que lamentablemente eran heladas. Ella fue hacia las provisiones y trató de buscar, sintió los dedos entumecidos y torpes. Azzam se puso frente a ella y tomó sus manos y las frotó.
- Sé que la temperatura baja, pero ¿es normal este frío? –le preguntó.
- Lo es. –sonrió divertido.
- No encuentro la gracia.
- Has pasado noches en el desierto con todo lo necesario aun cuando estuviste sola por lo que no experimentaste esto. Y ciertamente hay noches más heladas que otras, agradezco no te tocara una así.
- Claro, fue un paseo por las nubes... -ironizó ella recordando esos días.
- Lo siento. De verdad.
Ella apartó sus manos.
- ¿Hay algo allí que nos sirva?
- Comida, agua. Lo necesario para hacer fuego. Mantas.
Azima buscó de nuevo por el lugar tratando de encontrar algo que sirviera de cama.
- ¿Dónde puedo acomodarme para dormir?
- Donde nos acomodaremos para dormir más bien.
- ¿Nos? En tus sueños. –lo miró seria.
- Vas a congelarte.
- Lo dudo. Harás fuego ¿no?
- Claro, pero tenemos que ser muy cuidadosos en no gastar nada de más.
- Pero puedes mandar traer más cosas.
- ¿Y arriesgarme a que nos encuentren? Lo dudo.
Ella suspiró mirando al techo.
- ¿Cuál es tu plan?
- Hasta ahora era sacarte de allí y ahora digamos que voy improvisando sobre la marcha.
- ¿Qué? ¿En serio?
- En serio. Pero mi cabeza se quedará en su sitio, el único lugar a donde irá es a donde tú quieras que la ponga. –le guiñó un ojo. Era cierto, no había mucho más allá de haber impedido la boda. Por ahora la opción era ir a Palacio sin ella por supuesto y sin revelar su paradero, negociar y tratar de conservar la cabeza.
- Me conformo con tu cuello entre mis manos mientras aprieto. –hizo el movimiento y la manta se cayó. La tomó enseguida al sentir frío.
- Haré el fuego. Hay muchas mantas y pieles estaremos lo suficientemente cálidos no te preocupes.
- Dime que tienes un plan. –pidió ella.
- Hacer el fuego ya te dije. –la oyó gruñir y sonrió sintiéndose feliz. –comeremos algo y luego...
- ¿Luego qué? –ella lo vio con cara de querer asesinarlo allí mismo.
- Luego dormiremos. Deja de imaginar cosas. Pero, se me viene a la mente lo que hizo Ian con Baasima. –ella lo vio con los ojos entrecerrados.
- Baasima era virgen, él tenía que "remediar" eso para que les permitieran casarse. En este caso está de más ya que anunciaste que había sido tuya. Miserable arrogante.
- Lo que pasó en Andora fue una cosa, aquí es totalmente distinto. –alzó una ceja mirándola detenidamente.
- No hay una virgen a quien mancillar. Deja de verme así.
- ¿Así cómo?
- Ya sabes cómo.
- No, no lo sé.
- Con hambre.
Azzam realmente estaba disfrutando con esta conversación.
- Acostúmbrate. Siempre voy a verte así.
- Tengo hambre. –soltó ella.
- Vaya, hasta que estamos de acuerdo.
- De comida. Azzam. De comida.
- Ya decía yo que era demasiado bello para ser cierto. –bromeó.
Rato después el calor del fuego ayudaba, pero no era claramente suficiente. A pesar de ello había comido su lata de comida procesada mientras pensaba que las que había comido en el desierto habían sido las ultimas de su vida. Mientras bebía café Azima se permitió verlo a la luz del fuego, las llamas parecían danzar sobre sus ojos y su cabello haciéndolos brillar entre tonalidades verdes y doradas. Su barba incipiente le daba un aspecto un tanto aguerrido y paseó la mirada por su boca, esa que conocía tan bien y le provocaba tantas cosas, agitó la cabeza y mejor enfocó la vista en todo lado de su anatomía, reacia a dejar de mirarlo. Sus anchos hombros apenas tocados por una capa de piel que se había puesto apenas hicieron que se imaginara estar en otra vida, otra época. Raptada por un hermoso hombre del desierto. Suspiró pensando que quizás habría sido más sencillo. O quizás no. Amina podría responderle. La capa cayó y él no se molestó en colocársela de nuevo, la tranquilidad con que enfrentaba el frío hizo que ella hiciera una mueca ya que aún pese al caliente café y la comida aun sentía heladas sus extremidades. No iba a pegar ojo esa noche, seguro. De pronto él la vio y ella no desvió la mirada. Le sonrió lentamente y ella tragó saliva. Su corazón empezó a hacer giros acrobáticos y le costó respirar.
- No. –dijo simplemente. La sonrisa de él se extendió más aún.
Yo de nuevo. Quiero que sepan que leo todos y cada uno de los comentarios y desde el fondo de mi corazón que a veces es rosa y a veces es negro, pasando por el rojo... GRACIAS. Las reconozco ya a la mayoría por su nombre de usuario aunque no lo crean y me siento como decimos en México apapachada, es decir consentida por sus lindas palabras. Como dije hace semanas en mi tablero, por su espera y paciencia haré algo especial así no sea demasiado. Sí, sé que no todas leen en el tablero pero allí suelo aparecer un pelín más seguido. SI gustan pueden preguntarme respecto a lo escrito allí y trataré de dar respuestas satisfactorias jijiji. Y quiero aprovechar para recomendarles una historia ambientada en otra época, una de vestidos largos, caballeros y cartas escritas a mano. Es dulce, preciosa y excelentemente bien escrita como todo lo que escribe Natamarsol. La historia se llama "Las cartas" y así la encontrarán en sus obras. Mi reporte hasta aquí. Abrazossss.
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