Capítulo 22 "Lo que pase aquí, aquí se quedará"
Azzam se quitó la túnica y después le siguió la camisola interior quedando solo con la parte inferior de su atuendo. Tener un cuerpo bien trabajado y soberbiamente construido le quitó el aliento a Azima por un instante, un segundo únicamente porque la preocupación le puso los pies en la tierra en cuanto vio a Nahel hacer lo mismo preparándose para el enfrentamiento, ver que también sobresalían músculos y pectorales firmes sobre una piel mucho más curtida que la de Azzam la puso aún más intranquila. A Azzam le fueron lanzados unos trozos de tela que ató en sus nudillos y manos con lentitud lo mismo que su contrincante.
- ¿No podemos encontrar una manera más civilizada de arreglar esto? – Exclamó fuerte en medio del barullo que ya se había formado por los demás, quienes contentos por la distracción en forma de pelea ya habían formado un circulo alegremente.
- Me temo que no. –le dijo Kared acercándose a ella quien al igual que Yair se había aproximado junto con otros chicos que la conocían. –Lamento que no hayamos podido arreglar nada princesa.
- Es mi culpa y de nadie más. Si hubiera sabido...
- No podíamos decir nada. –se disculpó.
- No debí haber venido. Dime que no habla en serio sobre esto –señaló a Nahel.- ¿Se atrevería a tenerme cautiva si Azzam pierde?
- Nahel no suele bromear princesa. Si dijo que eso hará es porque lo cumplirá.
- Él no es un guerrero, no como él. –le dijo a Kared mirando a Azzam.
- Creo que no debería preocuparse demasiado. Es un Jeque después de todo.
- ¡Es un Jeque que se la vive en Europa! definitivamente no es un entrenado guerrero fugitivo ¿o me dirás que Nahel no sabe combatir y solo se pasea por el desierto? –cuando vio a Kared y Yair tratar de ignorar su pregunta gimió llevándose las manos a la cabeza. –Lo va destrozar.
- No considero que le haría mucha gracia al Jeque saber la poca fe que tiene en él. –le sonrió Yair.
- Ni siquiera sé qué hace aquí. – admitió viendo como terminaban ya de vendarse las manos. Su corazón empezó a retumbar con más fuerza.
- Lo dijo fuerte y claro, vino por usted. La secuestró ¿no? Muy a la antigua todo y sumamente interesante.
- Parece ser que casi todo hombre tiene su lado romántico. –añadió Kared.
- ¿Perdón? ¿Ves romántico que me haya mandado secuestrar Kared?
- Bueno, no ama a su prometido ¿no es así? Y él proclamó que era suya. No me atrevo a pensar que alguien como usted permita esas declaraciones si no hubiera algo de verdad en ellas.
- ¿Cómo rayos saben tanto? –pidió saber empezando a tronarse los dedos.
- Bueno... -Yair sonrió rascándose la cabeza. –oímos algunas cosas de sus primas y atamos cabos.
- Voy a matarlas.
- No dijeron gran cosa. Nosotros mencionamos algo a Nahel porque pensamos que al saber quién era y su probable futuro la dejaría ir, pero complicamos todo. –admitió Kared. - Y luego él se presentó.
El barullo se intensificó al ver que los oponentes ya estaban listos. Azima tragó saliva y sintió la piel de gallina de inmediato.
- No dejen que se maten.
Hacer ejercicio al grado de no tener ni un gramo de grasa en el cuerpo y tener perfectamente marcado el abdomen y cincelado todo lo demás no le hacía un guerrero diestro. Con toda probabilidad Ian y Zaím eran mucho más capaces que él para pelear. Azima empezó a sudar frío pese a la baja temperatura en las cuevas. Cuando vio a Nahel lanzar un golpe directo al estómago de Azzam ahogó un grito mordiéndose el labio inferior. Los chicos empezaron a gritar animados. Azzam se había doblado por el golpe y vio a Nahel sonreír confiado. Lo que ni él ni Azima esperaban es que Azzam se recuperara rápido y le devolviera el puñetazo con un derechazo directo a la mandíbula que lo lanzó hacia atrás con fuerza. Aunque no lo tiró, Nahel sonrió ampliamente otra vez limpiándose la sangre de la boca. Todos habían callado al ver la respuesta de Azzam y aprovechando el silencio ella gritó con fuerza.
- ¡Acaba con él!
Algunas risitas se extendieron y abriéndose paso ella se puso más cerca del ruedo logrando verlos mejor. Azzam le guiñó un ojo y ella bufó exasperada.
- ¡Concéntrate por Dios!
Mas tardó en decirlo que Nahel en tirarlo al suelo y soltarle una sarta de puñetazos donde la sangre empezó a aparecer y ella sintió que se mareaba. Una mano de Kared le sostuvo el brazo al verla tambaleante.
- ¿Le hace mal ver sangre? –le preguntó fuerte al oído pues todos habían empezado a animar a su líder de nuevo.
- No en realidad. –Me hace mal ver que a él le salga sangre. –Es que es mi primera pelea en vivo, en el desierto y en estas condiciones...
- Estará bien.
- ¿Él o yo?
- Los dos. –dijo al tiempo que Azzam se quitaba a Nahel de encima e invertían posiciones. -¿Lo ve?
- Es que no quisiera ver nada. –admitió ella con el corazón en un puño pero sin atreverse a cerrar los ojos.
- No dejaremos que se maten. –dijo Kared ya sin verla, absorto en el enfrentamiento.
- Bueno, yo entendí que el combate era a muerte. –comentó Yair ganándose una mirada de estupor de Azima.
- ¡Cállate! –Kared le dio un golpe en la cabeza.
Antes que eso pase prefiero entregarme voluntariamente pensó ella enseguida.
- ¿Cómo podría parar esto? –preguntó entonces.
- Bueno, no creo que se pueda ya. Además está muy parejo. No era algo que esperara... nadie. Ni usted. –le sonrió Yair para enfocarse de nuevo en los dos hombre luchando.
Los vítores no cesaban aunque a estas alturas no parecían animar solo a uno. Todos disfrutaban del espectáculo gratis y parecía que estaban viendo una escena de una película de acción. Esos chicos necesitaban salir del desierto, esto no podía seguir siendo su vida normal: peleas, peligro y mala alimentación. Pero Azima no se detuvo a lamentar eso por ahora. No, el estado de ambos contrincantes ya era deplorable pero ninguno parecía querer abandonar la lucha. Pegó un brinco en su sitio al ver que se habían acercado demasiado a una hoguera en la que ni siquiera había reparado antes justo a su derecha, cerca de donde ella estaba por lo que pudo ver como uno de los chicos le hacía una zancadilla a Azzam y este caía cerca del fuego haciendo que los leños que ardían por el impacto cercano lanzaran miles de destellos que los cubrieron en una leve lluvia roja lo que les detuvo brevemente. Ella ni siquiera lo pensó, tomó un leño cercano y fue directo al chico que la vio demasiado tarde y le asestó un golpe en la cara mandándolo al suelo noqueándolo. Cosa que vieron todos menos los que habían reiniciado los golpes por supuesto. Azzam se había levantado sin ser consciente del porqué de su caída.
- Vuelve a pasar algo así y no pienso medir mis actos. –Apuntó con el tronco a los que trataban de despertar al chico.
Espero no haberlo matado, por favor que esté vivo pensó aguantándose las ganas de correr a ver si respiraba.
- ¿Y antes si midió sus actos? –preguntó con el ceño fruncido el que le daba palmadas en la cara al caído.
- ¡Auuu! –gimió el chico y a ella le volvió la respiración al verlo abrir los ojos y quejarse audiblemente.
- Peleen limpio ¿Qué no hay honor aquí?
- Lo hay princesa. Lo hay. –Yair la trajo a su lugar anterior con ellos. Intentó quitarle el leño pero ella no se lo permitió.
Los gruñidos de la batalla la devolvieron a esos dos.
- Apenas miran bien. –dijo alguien. Y es que los moretones empezaban a hincharles la cara en distintos puntos, aparte hilillos de sangre manaban de frente, pómulos y labios.
- Paren esto. –pidió ella de nuevo.
- Nos mataría en cuanto se recuperara.- mencionó otro de los presentes que la había alcanzado a oír refiriéndose a Nahel.
Ambos se tambaleaban en una rara danza y el combate parecía estar por acabar en cuanto uno de los dos se desplomara primero. Todos lo percibieron y el barullo se intensificó. Con precisión milimétrica y como si hubiera sido en cámara lenta, Azima vio cuando alzaron el puño y lo lanzaron encajándolo en la mandíbula del otro al mismo tiempo.
Ambos cayeron exactamente en la misma posición y no se movieron. Azima corrió hacia Azzam.
- ¡Azzam, Azzam! Dime algo, te lo pido. –palmeó su cara levemente al principio al ver de cerca el estado de la misma, al no tener reacción no le quedó de otra que soltarle una cachetada fuertemente. Apenas alcanzó a escuchar un leve quejido de su parte, se inclinó para oír mejor y de paso captar su respiración. Nerviosa no lo sintió respirar y lo golpeó de nuevo.
- ¡Ayyyy! –se quejó audiblemente y ella se tiró a sus brazos. Más quejidos le siguieron al impacto de Azima sobre su cuerpo magullado pero él la abrazó y no la soltó un largo rato.
Rato después Nahel no estaba por ningún lado. Los chicos se habían dispersado no sin antes traerle lo que ella les había pedido. Tenía en el Jeep un kit de emergencia para primeros auxilios. Parte de su contenido lo mandó a Nahel aunque no se lo mereciera. Miró al maltrecho hombre frente a ella sin saber muy bien por dónde empezar y teniendo la cabeza en un lío tremendo de pensamientos que iban y venían. Así que la había mandado secuestrar y eso había significado a ella vagando por el desierto en medio de tormentas de arena y peligros varios ¿y todo por qué? ¿Por qué había decidido en el último minuto que siempre si era suya o que rayos tenía en esa mente extraña?
- ¡Auch! –se quejó Azzam cuando ella se arrodilló frente a él quien apenas había podido apoyarse sentado en una pared de roca cercana y le limpió una hinchada mejilla.
- ¿Es en serio? Apenas te toqué– dijo ella bajando la mano con la que le limpiaba el desastre en la cara. Sí que lo había hecho con más fuerza de la necesaria, era cierto. Sentía de pronto ganas de soltar un poco de su rabia por la situación en la que él la había puesto, todo era su culpa. Si no la hubiera secuestrado ella no estaría allí, no habría pasado por todo eso y por sobre todas las cosas no le doliera el corazón con el anhelo de algo más sin tener claro nada.
- Bueno, duele. –respondió con un leve gesto de dolor y ella se ablandó un poco sin poder evitarlo.
- Si sabes que esto es tu culpa ¿verdad? –le recriminó al sentir sus defensas bajar.
- Lo sé, perdóname. –le apartó un mechón de pelo de la cara. –estás roja todavía ¿estás bien? ¿cómo te sientes?
Azima apretó los dientes enfadada consigo misma por sentirse tan débil en su presencia al tiempo que luchaba con unas terribles ganas de gritar y llorar.
- ¿Por qué lo hiciste? –preguntó simplemente mientras humedecía otro paño limpio y se lo pasaba esta vez suavemente sobre el rostro.
- No vi otra salida. El día de la boda mi plan era salir contigo de allí pero mis muy queridos amigos arruinaron todo.
- ¿Salir conmigo de allí? –le frunció el ceño. -¿Con mi consentimiento o sin el?
- No creo que te agrade mucho saber la respuesta.
Ella puso desinfectante en un trozo de algodón y se lo pasó rápido por las heridas de un lado de la cara sin cuidado alguno logrando que él se quejara audiblemente de nuevo.
- Así que esto es así ¿No Azzam? A tu muy maldito modo. Quisiera o no yo iba a salir contigo de allí.
- No ibas a venir conmigo tan fácilmente ¿o sí?
- Tengo un compromiso que cumplir. –vio su mirada de ira a través de sus magullados ojos.
- Uno que ya ha quedado invalido.
- ¿Por qué tú lo dices? –levantó la mano para limpiar el otro lado de la cara y él la detuvo.
- Un poco de piedad. –pidió sabiendo que ella no sería nada suave otra vez con él.
- ¿Piedad? ¿Pides piedad? Es algo que no tendrás por parte del rey del país. Puede matarte ¿lo sabes verdad? Sin problema alguno lo haría y lo hará ¿sabes el lío que has armado? ¿si lo sabes? –culminó con ojos llorosos.
- No llores. –trató de tocarla y ella se apartó.
- ¿Y todo por qué? Dímelo por que no lo entiendo. De pronto has decidido que debo ser tuya. Explícame porque no capto nada. –se limpió con enojo una lagrima que amenazaba con caer.
- Es cierto que actué tarde y ha sido mi más grande error el haberte dejado ir esa mañana. –suspiró. –Y después no tenía idea como remediarlo. Pero tú parecías tan decidida y dispuesta, hasta alegre diría yo por tu boda con el heredero de mier...
- ¡No lo insultes!
- ¡No lo defiendas!
- El único indefendible aquí eres tú. No lograste tu plan A y pasaste al B. secuestrarme ¿no?
- Estás loca si crees que dejaré que seas de él.
- ¿Volvemos al macho cavernícola? –sin darle tiempo le pasó el algodón por todos los lados que le faltaban logrando que él se volviera a quejar por el dolor.
- Llámame como quieras. Pero no me importan las consecuencias y creo que ya lo dejé claro. –se tocó con las yemas de los dedos el pómulo más hinchado. –Espero él haya quedado peor.
- Quedaron igual. –gruñó ella levantándose para dejarlo allí. Él la detuvo por la muñeca y para ser un hombre que acababa de librar un combate duro y quedado en esas condiciones ciertamente tenía fuerza porque la puso a su lado en un segundo.
- Te quiero para mí. –dijo mirándola con ojos encendidos.
- Esa parte la entendí cuando no importa si yo lo quiero o no. Siempre he sabido que tu sentido de posesión roza lo ridículo. Y ¿acaso no recuerdas que lo que paso entre nosotros sería sin compromiso alguno de ninguna de las partes? Lo prometiste. –le susurró.
- No prometí nada.
Ella lo miró muda de asombro.
- Quedamos en que lo que sucedió se quedaría en Andora y nunca saldría de allí. ¡Te pedí que lo prometieras y accediste!
- Yo solo dije "Lo que pase aquí, aquí se quedará". Nunca dije que lo prometía, solo repetí tus palabras.
- ¿Por qué rayos hiciste eso?
- En ese momento me pareció lo más apropiado.
- ¿Ah sí? Al repetir mis palabras en realidad estabas accediendo.
- Nunca dije: Te prometo. No me ata esa promesa entonces.
Ella miró hacia arriba como pidiendo algo y luego apoyándose igual que él en la pared de roca cerró los ojos tratando de llamar la paz al caos que bullía en su interior.
- Me enamoré de ti. –dijo él entonces.
Ella no abrió los ojos pensando que su mente le decía lo que quería escuchar y que desvariaba.
- No lo tenía claro esa noche pero algo dentro de mí me dijo que no prometiera que lo nuestro se quedaría en una aventura de unos días ¿no vas a decir nada? –preguntó él entonces.
- No. –fue lo único que pudo decir porque se le había hecho un nudo en la garganta.
- Te amo Azima. Y así suene como el hombre más troglodita, cavernícola y lo que tú quieras decirme. No permitiré que me dejes otra vez.
- ¿En qué momento decidiste que me amabas? – ella abrió los ojos lentamente casi como si esperara que de pronto se encontrara en una alucinación producto de la insolación. Giró su rostro hacia él.
- No lo decidí, sucedió. Fue inevitable.
- No debes amarme. –dijo con voz entrecortada.
- En eso no puedes decirme ni tú, ni el rey ni nadie que no debo. No dejaré que te cases con él.
- No veo como podrías evitar algo así. –respondió con un hilo de voz. –No sin que tu vida no corra peligro. El rey jamás perdonaría algo así. León y Omar tampoco. –el corazón de Azima se apretó tanto en su pecho que la respiración empezó a fallarle.
¿Era verdad que la amaba? Todo indicaba que sí. Tenía la felicidad al alcance de sus dedos y se le escapaba. Ella misma había ofrecido su libertad pensando que jamás la necesitaría para estar al lado del hombre que amara. No creía que llegara a sentir eso por nadie. Había sido fácil la idea de unirse a Omar porque lo que perdía por la felicidad de sus primas valía la pena y por supuesto porque no amaba a Azzam en ese entonces. Ahora no solo tenía que cumplir, si no que si no lo hacía la vida de él estaba en peligro.
- Creo que no he dejado lugar a dudas de que no me importan las consecuencias.
- ¿Ni porque se trata de tu vida?
- La apuesto ¿de qué me serviría si no estás tú a mi lado para vivirla?
- Eso ha sonado terriblemente romántico y temerario. Nada propio de ti lo primero. –mordió su labio inferior que sintió tembloroso anunciando un torrente de lágrimas que debía evitar a toda costa.
- El amor cambia a las personas. Doy fe de ello.
- No veo como puedas remediar esto Azzam.
- Debemos volver a Andora por ahora.
- Lo sé.
- Tendrás que manejar tú.
- Sí.
- Estaremos bien una vez en Andora.
- Sí.
- ¿Azima?
- Dime.
- ¿Me quieres aunque sea un poquito?
Su mirada vulnerable le partió el corazón. Si supieras pensó ella.
- ¿Cambiaría algo el que dijera que no?
- No.
- Lo sabía. –ella sonrió por primera vez en toda la conversación.
- No vas a responderme ¿verdad?
- No aquí y no ahora.
Hola ¿Cómo están? Espero bien. Por favor, sigan cuidándose mucho.
¿Saben? He pensando en algunas cosas para el final pero ninguna me cuadra. Hasta he pensado hacerle como en los Kdramas y separarlos unos años (jajaja) no es cierto, siempre he odiado ese recurso que no suele sostenerse por lo general. Casarla y descasarla también se me atravesó por la mente. Pero bueno, sigo sin saber como terminar pero de que ya casi acaba, ya casi. Abrazosssss.
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