Capítulo 3

—Dime que esas personas están mintiendo, Kiara. —Tuve que alzar mis ojos hacía mis padres quienes esperan una respuesta sensata de mi parte.

No he podido ocultar por mucho tiempo mi secreto, porque por todo rincón del pueblo ya ha sido divulgado. Johann fue el primero en enterarse, así que para saber la verdad, había llegado unas horas antes de la cena para cuestionarme en frente de nuestros padres para que no saliera huyendo.

Tuve que cerrar mi boca toda la tarde para no seguir discutiendo del tema y también porque mis padres me obligaron junto con Johann a mantener una postura firme y paciente ante la nueva situación problemática en que nos encontrábamos.

Así que como no me quedó otra opción que decirles que después les contaría mi versión de lo sucedidoaunque eso los dejó más enfurecidospara intentar calmarlos, les tuve que mostrar el pescado fresco que aquel anciano me había ofrecido como recompensa de mi valentía. Antes de aceptarlo me cuestionaron de cómo lo había obtenido, pero para que lo aceptaran y no perdiéramos más tiempo en mentiras, solo les dije que al haber hecho un trabajo fuerte, un señor me lo había dado como recompensa ya que si les decía ahora la verdad, el pescado lo venderían o se lo darían a alguien más necesitado que nosotros. Así que al final mis padres lo aceptaron y toda la familia había tenido una cena espectacular y aunque no todo es bueno para siempre, la conversación sobre lo sucedido en el mercado llego después de que mi mamá hizo dormir a Sofía para que ella no se enterara de lo sucedido.

— ¡¿Entonces?! —Mi papá empezó a desesperarse a ver que no abría la boca para hablar.

Aunque me mantenía lo más calmada, intenté que mi voz se escuchara segura y fuerte ante la tremenda situación en que me encontraba. A todos les tuve que contar desde el principio como fueron las cosas para que todo aquel que haya escuchado una versión diferente, por lo menos llegué a creerme con mis torcidas palabras.

Las ganas de llorar no faltaban al ver a mi madre asustada, a mi padre hecho pedazos con la noticia y a Martín afectado por lo que puede sucedernos. El menos melancólico es mi hermano quien desprende fuego por los ojos con cada palabra que digo. Puedo ver como camina por toda la habitación tratando de asimilar mi historia y encontrar una solución rápida como siempre lo ha hecho, pero en vez de eso sigue manteniéndose preocupado y con la cabeza en otros asuntos.

— ¿Qué haremos? —preguntó Martín mordiéndose las uñas.

—Esperar la carta del magistrado —concluyó papá decepcionado.

— ¿Solamente? Papá, toda la familia se ha metido en un agujero sin salida por culpa de Kiara. —Hice un sonido ronco para que Johann se de cuenta que sigo presente.

—Pero, ¿qué quieres que hagamos hijo? Las cosas ya están hechas y no podemos remendarlas con una simple cita la cual tardara meses en darnos una respuesta que no nos solucionara el problema. —Mi hermano no toleraba escuchar eso de la boca de mi padre.

— ¿Qué? ¿Entonces debemos de esperar esa estúpida carta mientras hacemos como si no sucedió nada? —Todos lo observamos y no dijimos una palabra—Es una tontería, no permitiré que echemos a perder todo lo que hemos conseguido todos estos años por una bobería —mi hermano se apoyó en la pared.

—Y ¿qué piensas hacer Johann? —Lo cuestione— ¿Hablar con la Corte Judicial y decirles que todo fue una equivocación? —Negué con mi cabeza—, ni lo pienses.

—Por lo menos yo estoy buscando una solución. Porque veo que tú, quién eres la que ocasionó el problema, te quedas sentada, callada y sin dar opciones. —Hice de mis manos unos puños y me levante para quedarme unos centímetros cerca de él para enfrentarlo cara a cara.

—Di lo que quieras, la diferencia de ideas que tenemos no resolverá el problema —le grité—. Aunque creas tener veintidos años sigues teniendo una mente de un niño de 14 años. —Noté como sus ojos se achicaron.

—No seas ingrata, te estoy ayudando y... —le corte su argumento defensivo.

—Yo también estoy intentando ayudar —lo empujé con mi dedo. — ¿No te das cuenta que si vas a la Corte Judicial, nos puedes echar más la soga al cuello?—Hubo una lucha de miradas—. Si esos oficiales aún no entregan la demanda al magistrado, pueda ser que todo este rollo en que los metí termine por olvidarse. Pero si vas y les dices, al final la sentencia será para todos —noté como sus labios se fruncieron.

— ¡Mierda! Entonces, ¿qué vamos a hacer? —intenté desviar la mirada porque notaba como ambos estábamos furiosos además de desesperados.

—Hay que ver qué sucede mañana, si no... Es mejor que tengamos que ir viendo alternativas para salir de este agujero... —por una parte estaba segura que lo que decía no lo calmaría.

Nadie tuvo otro motivo por el cual comentar o por lo menos dar una opinión al respecto. Mi hermano esta hervido de furia por mi error, mi primo prefirió callar a opinar, desde luego, mis padres no hacen nada por detener el enfrentamiento que hay entre mi hermano y yo, creo que mamá debe de estar lo demasiado impactada para ponernos atención y papá debe de estar pensando en cómo sacar la familia adelante si sucede algo inesperado.

Ya no me quedan otras palabras de aliento que decir. He visto sufrir a muchas familias y por un tiempo me pregunté cómo se sentiría estar en su lugar y por más egoísta que me hubiera escuchado hace unos días en no querer estar en su lugar, ahora veo que sin pensarlo, puse a todos en peligro de morir por hambre por decir la verdad.

El silencio que se estableció en la sala no es nada comparado con el dolor que se propagaba como un cuchillo clavado en el pecho. Me siento fatal y ahora comprendo mucho más las palabras de todos sobre «Calla y obedece», pero está claro que eso no es lo mío. Nunca me ha gustado obedecer. Soy demasiado testaruda y rebelde para retomar las palabras de unos guardias que se creen tener el poder en sus manos solo por llevar escudos, armas e insignias por mantener la nación en buenas condiciones. La monarquía y el gobierno podían creerse esa mentira pero yo, como otros, saben que esto no es lo mejor ni para la clase baja ni para las nuevas generaciones.

Desde luego, toda la noche no pude dormir tranquila. No sé qué hacer realmente. Por lo menos he tomado en cuenta que si me van a castigar, prefiero que solo sea yo en vez de que agregaran a toda mi familia. Es difícil decir que ahora será fácil encontrar un trabajo, en vez de eso las personas me tomarán como un delincuente en vez de una persona que tuvo el honor de defender a otro que lo necesitaba, lo cual ese acto de heroísmo se ve ahora como un acto de vandalismo.

Aquí la única persona que llegaría a defenderte sería tu familia. Si había quedado un testigo que no fuera parte de ella, es posible que cierre la boca para no meterse en más problemas a pesar de que su consciencia le reclame que intente ayudar de alguna manera. Pero conozco a este pueblo desde que era una niña, nadie te brinda una mano. En vez de eso, te dejan abandonado y cuando más esperas algo de ellos, te das cuenta que te equivocaste al pensarlo. Nadie confía en ti a pesar de que te miren de manera tan pura, como un humano sin pecados.

Ese es el problema, porque eso no existe. Así como no existe la confianza y no existe la valentía, ni el honor.

Yo hubiera hecho cualquier cosa por ese hombre, pero sé que si yo hubiera estado en su lugar, él no hubiera intentado nada por mí. Solo por haberme regalado un pescado no quiere decir que ya estamos a mano. En vez de eso, se está limpiando las manos de otra manera para agradecer el favor.

Nadie retomará un favor entregándote la vida. Hasta puedo decir que cualquier marido por más que ame a su mujer, no se arriesgaría a salvar la vida de ella por haber cometido un error ante un oficial. Esa es la verdad y nada más que la verdad.

Por decirlo así, todos aquí somos cobardes. No nos limitamos a luchar por nuestros derechos así como los tienen las otras dos clases sociales. Pero no les culpo, las autoridades superiores han creado un equilibrio de miedo en cada rincón de la ciudad; desde el estado más bajo hasta el más alto.

Me di la vuelta para ver la pared de madera, estaba húmeda y olía a tierra. Me siento como si estuviera debajo de un árbol y por un momento me imagino estar sentada en un césped verde y esperando que la gravedad hiciera que me cayera una manzana en la cabeza como le llegó a suceder a Isaac Newton. Pero despierto de aquel sueño al saber que por mi mala suerte, las manzanas son cortadas. Los árboles los ocupan para diversas cosas y si te quedas tan solo unos minutos sentado en el césped, al final terminan por señalarte que eres una persona perezosa.

Toda la mañana busque trabajo pero al parecer ya todos saben sobre el chisme que había sucedido ayer conmigo. Lo peor de ello, fue que además de que nadie quiere darme empleo, por lo visto todos me ignoraban, me querían lejos y me señalaban como la peor mujer que se atrevió a arruinar su vida y la de su familia por alguien que no lo merece.

Por las calles he escuchado nuevas versiones de lo que había sucedido ayer y no sé qué va a ser de mí si las cosas siguen subiendo de nivel.

Mi día no mejoró después de todo. De los empleos que había llegado a tener hace un buen tiempo fui despedida y lo que más hizo que casi me metiera en una pelea fue que mis jefes no me quisieron dar mi indemnización por el trabajo hecho en los días anteriores. Esto solo me estaba ocasionando dolores de cabeza y ganas de ir a enfrentarme de nuevo con las personas que me estaban haciendo esto para dañar más mi reputación.

Además que odiaba que este pueblo siempre inventara cosas de uno sin saber la verdad, odio que se aprovechen de ellos y terminen por ser injustos. Si puedo decir que los de clase media y alta nunca lo son, no se digan de los de clase baja, que siempre se encaprichaban por quedarse la mercancía de aquellos que no pueden tener el valor de recogerla el día en que el desastre ya estaba ocasionado.

Me levanté de golpe para ver que ya está anocheciendo y no he llevado tan solo una manzana a la casa. Tan solo llegué y vi como mamá tiene el rostro cubierto de lágrimas; papá intenta calmarla; y mi hermano caminaba de nuevo de un lado hacía el otro como un león enjaulado. Sé que algo ha pasado y mi mente empieza a analizar lo que está sucediendo para después darme cuenta de que esto ya es responsabilidad mía.

— ¿Dónde están Martín y Sofía? —todos me miraron.

—Martín se la llevó a dar un paseo —papá reprimió un bufido—. Tenemos que hablar.

—Sé lo que quieren decirme —se me hizo un nudo en la garganta.

—No sé qué haremos ahora —Johann se agarró los cabellos. — ¡Moriremos de hambre! ¡La renta se debe de pagar dentro de una semana! Y por si fuera poco, ¡a todos nos despidieron! —Papá se puso a su lado y trato hacerle lo mismo como con mamá.

—Debe de haber una solución —casi lo dije en un susurro por el miedo que sentía.

— ¿Solución? ¿No ves que todos nos apuntan como criminales? —gritó—. Las cosas no cambiarán y ahora bajaremos de nivel, ¿por qué no te quedaste callada? —sentí las lágrimas aproximarse a mis ojos.

No quiero responder a esa pregunta. Johann sabe bien que yo no permito que cualquiera me alce la voz o que me dé órdenes como si mi vida fuera de su propiedad pero en esta ocasión es tan difícil mantenerme callada cuando él dice la verdad y he empezado a aceptar que todo lo ocasionado ha sido solo mi culpa, en donde debí quedarme callada para que esto no sucediera.

Cerré los ojos y pensé en algo pero hasta ahora no tengo una salida. Es más, cada día que pase será una tortura y no nos quedarán muchas opciones de vivir. Por un lado pensaba en rogar a los superiores que nos dieran un empleo para sobrevivir, pero si ya estoy tachada será un problema porque pueden meterme en la cárcel o me condenarían a muerte.

—Kiara, si tú no resuelves este problema, tendremos que tomar medidas necesarias para salir de esto. —Mi boca se mantuvo abierta con esa aprobación.

— ¡No amenaces a tu hermana, Johann!—papá regañó a mi hermano.

Mi piel se erizó al procesar aquella oración. No sé hasta qué punto llegaría Johann para mantener a la familia viva. Él no era avaricioso, pero frecuentemente ha estado con mucho estrés y presión al saber que cada vez el estado económico de la clase pobre va decayendo y temé que todo termine en un conflicto social.

Corrí a mi habitación y me encerré en ella para arrodillarme y sacar una bolsa de plástico que tengo bajo varias cosas que conservo. Después, abajo de la cama, agarré una caja de cartón y por último, debajo de la tablilla de madera, metí la mano en un agujero donde de ahí agarré una lata de guisantes. Al tener las tres cosas que tengo en mis manos, me senté en el suelo entablado donde al arrancar el plástico, tirar las cosas de la caja y embrocar la lata, empezaron a caer varias monedas y billetes. Apenas me encontré con tres billetes de cincuenta dólares haciendo que mi esperanza alcanzara a ser alta, pero debía de ser realista al saber que todas aquellas monedas y billetes de diversas cantidades no nos mantendrán la vida de todos para siempre.

Separé cada moneda y empecé a contarlas. Agradecí que nadie entrara a mi habitación a interrumpirme ni tampoco que vinieran a reprocharme mi error. Desde luego, al ver la gran línea de monedas tuve que hacer cálculos con ellas para luego hacer lo mismo con los billetes, logrando sacar un cálculo sobre los días que nos durarán como el dinero que se debía de gastar poco a poco.

Agarré mi cabeza y encogí mis hombros. Con el poco dinero que tenía, solo sobreviviríamos un mes a mes y medio porque recordé que debíamos pagar la renta, desde luego el agua y por si fuera poco la electricidad, añadiendo que debemos comprar comida.

La presión que siento en ese momento no es nada comparado con la intranquilidad que existe en mi consciencia. Tengo miedo de que las cosas no estén bien coordinadas, así como también pensaba que no sé si pronto tendría un juicio conmigo que me llevará a la muerte.

La idea de ver a mi familia morir en manos de otras personas en vez de ser ellos quienes mueran a su propia voluntad hace que me dé unos mareos. No estoy acostumbrada a llevar una carga tan enorme en mi espalda. No es que mi familia lo sea, porque gracias a ellos estoy aquí, pero soy joven para mantener a tantas personas con vida que jamás pensé que esto podría suceder. Me siento tan pérdida que a veces las opciones es que intente buscar un trabajo al otro lado del muro donde viven los de media clase pero si tratan de investigarme, la historia se repetirá y mi reporte ya estará escrito sobre la falta que cometí. Y eso no es lo peor, las voces sobre mi comportamiento harán que mi familia y yo estemos categorizados como las personas más repugnantes del país.

No he escuchado ni un golpe de la puerta hasta que me sobresalté al escuchar la voz de Martín. Sin esperarlo, guardé todas las monedas rápido debajo de mi cama para que no sospechara nada. Me levanté del suelo para después ir hacía donde se encontraba y al verme con los ojos casi rojos, dejó ir un suspiro pero sin antes darme un abrazo de consuelo, apoyo y cariño... A veces me he puesto a pensar que Martín es quien me conoce más que Johann porque ambos pueden ser iguales y que a la vez tuvieran muchas cosas en común, pero lo que les distingue es que mi hermano no me tolera tanto como mi primo.

Por lo menos sé que Martín sería de las pocas personas en no dejarme en malas condiciones y él siempre me ha dicho que en cualquier caso, él sacaría sus garras para defenderme de todas aquellas personas que me quisieran hacer daño; entre ellas hasta mi hermano. Pero esta vez existe una desilusión grande en sus ojos que me dicen que esta vez si no me apoyara en lo que me atreva a hacer, aunque no haya mucho que hacer. No tengo un perfecto plan que haga que salgamos de esto y con lo poco que sé, pronto lo que quedará de nosotros será olvidado.

—Ven a la sala, parece que la familia real tiene noticias que darle al público. —Asentí.

— ¿Estás enfadado conmigo? —mi voz careció de seguridad ante la pregunta.

—No, Kiara —me dio una mirada sincera—. Solo pienso que estamos pasando por malos momentos donde debemos de encontrar una solución juntos y no dejándote solo a ti la carga —se mostraba comprensivo.

—Yo tengo la culpa de todo y me lo merezco —pude ver como tomó mis manos.

—Kiara, basta —suspiró—. No te lo negaré, pero sí es tu culpa —bajé la mirada —, pero también aun así pienso que pronto las cosas volverán a ser como antes. Solo... Debe de haber una manera para salir de esto así como siempre hemos salido de varias.

En realidad, no podemos depender de la suerte tampoco pero aunque sus palabras sonaron más que sinceras y llenas de apoyo, no debo de perder la esperanza que las cosas llegarán a ser en algún momento normales.

A pesar que Johann sigue de mal humor, no me dirigió ni una mirada ni muchos menos una palabra pero prefería que fuera así, porque sé que sus palabras me desintegraban más que tener la idea de que algún día toquen la puerta de mi casa y me saquen para recibir mi castigo.

Cuando nos quedamos viendo la televisión, el rey sigue firme hablando sobre algunas noticias que tiene con una alianza próxima con otro país logrando que las cámaras fueran enfocando varios ángulos del personaje que velaba por Nueva Erlanwood. Desde luego no se olvidaron de mostrar el hermoso rostro tierno y dulce de la reina y sin haberlo captado al instante, el príncipe Xavier esta al lado de su madre.

Aunque no pasan seguido su imagen, intenté memorizar sus facciones que a cada momento borraba. Sus penetrantes ojos grises parecían estar puestos en su padre, su espalda esta erguida como la de un soldado, sus manos las mantiene detrás de su espalda y por si fuera poco, su seriedad demostraba el poder que tiene hacia todo el mundo. Me percaté que a pesar que el príncipe no le estuviera poniendo atención a su padre, hay algo en su imagen como futuro rey que hace que él se interesara o preocupara por otras cosas en vez de discutir el tema de la ciudadanía con su padre.

—Ahora mi hijo y príncipe de Nueva Erlanwood, dará unas noticias con respecto a todos los pueblos de las clases sociales. —Dejó de estar en el podio para darse la vuelta y darle unas palmaditas en el hombro a su hijo antes de ser ahora él, el protagonista.

Nunca en mi vida se me había dado la gana de querer conocer al heredero del trono del país. Por muchas voces había escuchado que tiene un fuerte carácter como el de su padre pero a la vez se mostraba como un príncipe comprensivo y con muchos valores integrales que su madre le ha enseñado. Muchas chicas de la clase baja babean por él y es increíble que varias de ellas compren postales o pequeñas fotografías de él para tenerlas como recuerdo. No sé cómo pueden gastar el dinero en esas cosas en vez de ver cómo gastar ese dinero en algo de comida, pero veo que esta sociedad es muy repulsiva con respecto a la compra de ciertos objetos inútiles.

No me niego que el príncipe tiene una distinguida cualidad muy valorativa: ser demasiado guapo. Pero se debe de ser muy pero muy realista y pensar desde lo más profundo del cerebro para decir ¿en qué momento un príncipe elegirá a una pobre para ser su esposa?

De toda la historia del pueblo y su descendencia en el paso del tiempo, me he dado cuenta que solo tres príncipes se han comprometido con chicas de clase baja. De allí, el resto de la monarquía solo ha tomado la decisión de casarse con mujeres de clase media, alta y si es posible con una princesa para hacer pactos de nación con otros países.

Desde luego, cuando nace un nuevo príncipe, he notado que varias mujeres empiezan a embarazarse al mismo tiempo para que así su hija pueda ser la elegida para ser la esposa del futuro rey pero para ello, siempre se conlleva diversas maneras de hacer la selección correcta entre las mujeres de las tres clases sociales; por ello, es que el decreto de la ley de la familia real menciona que el príncipe puede ser partícipe de un compromiso por medio de una elección a su gusto.

—Buenas noches queridos pueblos de niveles altos, medios y bajos —se presentó con un saludo—. Me complace darles la siguiente noticia que será de mucha alegría y gratitud para todos vosotros —se postró un poco más serio de lo normal—. En torno en que las fechas festivas de cada clase son un manifiesto para proponer compromisos entre jóvenes de distintas edades; les he propuesto a mis padres—alzó la voz—el rey Arturo y la reina Valentina—los miró con cariño a ambos—que por orden, el día festivo de todas las clases además de tener un banquete de comida, música, decoración y seguridad, también se les otorgara a cada joven un traje formal para que el ambiente de la fiesta suela ser brillante y lleno de magia.

¿Dijo magia? Por el amor de Dios, ¿qué le picó a su alteza real? Nunca en todo el tiempo en que he estado yendo a ese estúpido día festivo donde todos se comprometen y se entregan por amor, los reyes y el príncipe han querido aportar una mano ese día. Algo no encajaba aquí y por supuesto, si el príncipe es el portador de todo esto, la idea empieza a ser muy extraña.

—A partir de mañana llegarán varios vestidos de diversas tallas y colores para las señoritas y para los caballeros llegaran trajes de diversos diseños con su respectiva talla —eso sonaba que mi mamá deseará que madrugue para elegir un hermoso vestido—. Les agradezco su atención y les deseo de mi parte que la pasen bien y que encuentren a su pareja correcta —se despidió.

Esto es un horror. Solo faltaban dos días para el día festivo y me salen con esa ingrata noticia la cual no estoy humor para ir y tener que ser una de las chicas que tengan que buscar este año un pretendiente. Antes no me importaba qué imagen terminara por llevar hacía el baile, pero ahora con eso hará que mi mamá haga que deslumbre y cualquier chico quiera acercarse a mí.

Intenté pensar en algo que fuera adecuado para evitar el traumatismo de usar vestido, zapatos de tacón, maquillaje y obtener la atención de miles de chicos pero creo que estoy a destiempo de poder rechazar la oferta de presentarme a la fiesta de compromiso la cual suelen llamar cosecha con el fin de que jóvenes solteros y solteras busquen a su pareja y se comprometan esa noche para dar paso a una nueva cosecha de amor en el hogar.

—Creo que debes de estar cansada hija —mi mamá me dio unas palmaditas en la espalda como una insinuación de prepararme para mañana.

—Mamá, no quiero ir...—le hice un puchero de niña.

—Tendrás que ir, quizás sea la oportunidad que esperamos para que se arreglen las cosas —resaltó Johann.

— ¡Oh vamos! No me hagan esto —les dije a todos—, saben que yo no estoy dispuesta a comprometerme joven con alguien que solo busca mi belleza y no por ser como soy —intenté que recapacitaran.

—Kiara, debes de hacerlo —dijo más calmado mi hermano—. Te queda dos opciones: la primera ir a esa fiesta y buscar un chico, y la segunda terminar muriéndonos de hambre por tu culpa —me levanté molesta.

—Entonces ¿por qué tú no te buscas una chica y te casas con ella? Así dejarías de vivir en una miseria —respondí adolorida por sus opciones.

—No soy yo el que debe de hacerlo, Kiara —se enfrentó a mí—. Todos los del pueblo olvidarán lo sucedido si ven de ti alguien responsable y que ha sentado cabeza con un hombre —su mirada se relajó—, si lo hago yo no servirá de nada porque la mirada está puesta en ti, no en nosotros.

Mi mente estaba bloqueada ante sus palabras. Quiero decirle que aceptar a alguien en mi vida no es lo mismo a intentar conocerla e ir tranquilamente enamorándome de ella; sé que tiene razón en decir que los del pueblo cambiaran sus pensamientos en ver que he otorgado mi vida a un hombre, pero él problema lo hace ver como si yo tuviese que depender de esa persona y ser su sumisa para que controle mi mal carácter para que no se repita la historia lo cual no es lo que deseo para mí. Y no solo eso, mi miedo llegó en el momento en que pensé que no podía llegar a comprometerme con un chico a una edad tan corta; es cierto que daría mi vida por mi familia, y Johann había visualizado todo desde un punto muy grande pero poco significativo para mi futuro y felicidad.

Añadiendo que aunque mi familia es noble y bondadosa, las personas saben cómo somos cada uno de nosotros y no hay necesidad que les digan que lo que hice fue por justicia. Ellos están cegados por el miedo, saben que si me apoyan ellos pagarán las consecuencias y lo que ahora han hecho es marginarnos y alejarse de nosotros para evitar cualquier castigo. Es comprensible, pero a la vez muy tonto por lo que hacen a uno.

—Por ustedes lo haré— las lágrimas picaban por salir—. Pero si no consigo nada, esa ya no es mi culpa.

Me marché de la sala para irme a mi habitación, necesito energías para elevar mi ánimo. Además, mañana será un día muy duro porque al parecer debo de dar todo de mí aunque solo fuera por lo único que tengo en la faz de la tierra... mi familia.

A pesar de que el año de la cosecha no había sido tan emocionante como el año pasado, al parecer lo que alegro más al pueblo fue el momento en que el príncipe Xavier ordenó que todas las chicas del estatus pobre tuvieran un vestido como el de una princesa. Se me hace muy extraña aquella orden, porque ahora que la competencia sobre la elección de la futura princesa se ha dado, ha venido a decir que quiere que tengamos una gran celebración con buena comida y buenos trajes de gala.

Mi madre me ha mencionado que debo de ser atenta y veloz para tomar un vestido hermoso y elegante, pero mis pensamientos solo se basan en elegir el vestido más horrendo e ignorante de todos para que ningún chico quiera lanzarse encima de mí o las demás chicas del pueblo piensen que les estoy quitando sus futuros pretendientes.

Pensaba que la idea de estar soltera y ser una presa fácil para un chico de la cosecha hace que huyera del pueblo o por lo menos inventara una enfermedad grave para no ir. Pero desde el accidente que hubo en el mercado, he tenido que obedecer más de la cuenta las órdenes de mis padres y eso que debo de agregar las órdenes de Johann, porque Martín hasta ahora se ha prometido en no recordarme lo sucedido del día.

Desde luego, todos al final se han puesto de acuerdo a que fuera a la fiesta de la cosecha, donde por lo menos debo dejar que un chico me conquiste para que en un tiempo terminara siendo mi novio. Claramente yo no quiero nada de eso. Si me preguntaran en algún momento si me he enamorado, solo responderé que tan solo una vez me enamoré de una barra de chocolate; de hace un año que me conquistó con su dulzura y suavidad. Sin mencionar que un día Sofía me preguntó qué es el amor, y yo solo le respondí que es una simple fantasía que te lleva al cielo unos momentos pero después hace que choques con un muro y te des cuenta que nada de lo que imaginas puede ser real.

Comprendo eso de que las personas que se aman sienten que al ver su alma gemela, su media naranja, su pedacito de cielo y eso... comienzan a tener la sensación de tener casi un mariposario en su estómago y que hasta pierden la cabeza. Se escucha demasiado cursi, pero con respecto al amor no sé nada y hasta ahora no quiero enamorarme porque contraer matrimonio es compartir la mayor parte de tu vida con alguien, y no solo eso, sino que también tener que ser esposa, amante y amiga de tu pareja. Sería extraño que yo llegara a sentir pronto eso con alguien y más porque mi familia piensa que obtendré un amor a primera vista. Eso ni siquiera me puede suceder porque, primero, yo desecho toda esa magia del romanticismo, segundo, debo de conocer bien esa persona para estar segura de abrirle mi corazón, y tercero, saber que solo yo seré el centro de su vida y no otra mujer.

Mi madre me dio un empujón en el momento en que llegamos al centro del pueblo para que yo pasara adelante y tomaran mis datos para escoger un vestido. No tenía ni la mayor o menor idea de por qué nos tomarían información de todas nosotras cuando escogiéramos un horrible vestido, lo único que sé es que cuando hice fila, muchas chicas saltaban de la emoción y empezaban a hablar acerca de cómo desean su vestido, rodé los ojos pensando que todas se meten en un mundo mágico que solo durará una noche.

Me siento completamente fuera de lugar cuando todas hablan de vestidos, maquillaje, peinados, bailes y chicos mientras que yo nada más las escuchaba con asco.

Me he despertado tan temprano solo para darme una pequeña ducha con agua y después mi madre, por obligación, me hizo ponerme un vestido amarillo pálido que me quedaba pequeño. Cuando pasé ante un oficial, tuve que llenar una boleta y presentársela y antes de irme, me pincharon el dedo e hicieron que aquella gota de sangre resbalara por toda la huella dactilar de mi dedo para dejar aquella marca en una esquina de la papeleta color crema logrando que ya me inscribiera en el festival.

Salí de la fila y me quedé esperando unos momentos a que todas pasaran para escuchar unas explicaciones de los mismos oficiales antes de dejarnos entrar en la carpa verde oscura. Cuando terminaron, todas las chicas salieron disparadas como una bala que casi se golpean o se tiran entre ellas para elegir el vestido más hermoso. Con pasos lentos e indecisos, entré en aquel lugar grande y oscuro que apenas está siendo iluminado con todos los vestidos que siguen disponibles y otros que ya han sido elegidos por las chicas.

Miré alrededor de todo el lugar y no visualizaba algo que me gustara o me sintiera cómoda. He dicho que quiero algo no tan extravagante o provocativo, pero tampoco simple; así que entre todas las chicas que gritan y salen corriendo, me encontré con un vestido elegante y hermoso. No soy especialista en moda pero por lo menos pensé que sí me lo llego a poner, me puede gustar. Caminé hacía él y al ver que nadie lo toma por no tener brillantes piedras o una falda muy pomposa, lo agarré y antes de irme acaricié su tela, suave y lisa.

Al salir, mi madre me espera con una sonrisa, así que al enseñarle el vestido me dijo que he hecho una buena elección. Lo agarro con mucho cuidado y comenzamos a caminar en silencio hasta la casa.

Ahora viene lo más fuerte: elegir mi nueva imagen de mañana para conquistar a un chico.

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Continuará...

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