Capítulo 2
De un empujón con la mano tiro los pies de Johann al suelo ya que estos estaban en la mesa de madera donde a veces ponemos los bocadillos cuando hacemos algo en familia. Al hacerlo, noté como él se levanta molesto y antes de que me sacara una de sus posibles conclusiones molestas, le señalé la puerta de la cocina, esto hizo que se tirara al sofá de nuevo, cruzara sus brazos como un niño pequeño y sacara un sonido de sus labios.
Sabe que si lo delato con mamá estará en problemas y para ir al grano, a mi hermano no le gusta que lo sigan tratando como un niño, a lo que yo llamo: un enano gruñón.
Dejé en la mesa de la cocina dos zanahorias pequeñas para luego marcharme a mi habitación. Por un momento, me tiré en mi cama para descansar, pero sentí que un pequeño bulto llegó a mi cama para después ponerse encima de mí y comenzar a moverme la espalda con sus pequeñas manos.
- ¡Kiara, es hora de mi lección! -Dejé ir un ruido con mi boca para que se diera cuenta de lo cansada que estoy- ¡Vamos levántate! Es hora. -Empezó a empujarme fuera de la cama.
-Sof, estoy cansada -estiré mis brazos sobre la cama-. Dame unos minutos más.
Pero ella no se quedó tranquila. Empezó a pegarme con la almohada, agarrarme del cabello y a empujarme para caer de la cama, pero ninguno de sus intentos funcionó, así que cuando estaba a punto de dormirme por completo, sentí como algo se arrastraba en mi mano... Es viscoso y peludo, así que al abrir los ojos, dejé ir un grito al ver como un gusano verde pasaba por mi brazo. El animal salió volando hasta que cayó en mi cama; ha quedado con sus patas hacia arriba e intenta darse la vuelta para seguir caminando, pero no se lo permitiré. Así que con un calcetín lo tomé y rápidamente lo tiré por la ventana haciendo que un chillido retumbara por mis oídos.
- ¡Kiara! ¡Era mi mascota! -gritó Sofía.
¿Su mascota? ¿Mi hermana tenía un gusano verde como mascota? Que Dios me libre pero debo de comprenderla, ella siempre ha querido tener un animal de mascota pero mis padres no le han podido complacer ese deseo; después de todo, alimentar a un perro o un gato es otra responsabilidad y es darle de comer a otra boca y sabemos todos que eso no puede ser ahora pero, ¿por qué diablos un gusano? ¿Por qué no crió hormigas o puso dentro de frascos de vidrio a caracoles de río?
Hice una mueca de asco y luego me limpié el brazo. Los ojos de Sofía se encontraban cristalizados y su boca se acalambraba como queriendo aguantar su llanto.
-No llores pequeña -me acerqué a ella.
-Mataste a Oruga. -Sacudí mi cabeza por si he escuchado mal.
- ¿Llamaste al asqueroso gusano, Oruga? -ella asintió. -Sof, existen muchos nombres y exactamente le pusiste un nombre común -ambas reímos.
-Lo hice por el cuento de Alicia. -Alcé los ojos hacia arriba dándome cuenta ahora de la razón.
-El del cuento es una oruga azul, no verde. -Ella negó.
-No comprendo cómo puedes ser tan bruta. -Abrí los ojos- ¿Por qué siempre eres realista y poco imaginativa? -Mi boca formó una línea.
-Porque me gusta ser realista, Sof -le respondí-. Así que sigamos con tus lecciones antes que me saques tus argumentos extensos sobre la naturaleza. -Ella hizo un puchero.
Creo que cualquiera hubiera dicho que estaba huyendo de la verdad. A pesar que sea mayor que Sofía, puedo sentir como ella tiene más razón en tantas cosas, pero ya es demasiado aceptar como hermana mayor mis errores para que ella se terminara burlando como una persona adulta. Lo bueno de ello, es que ella me puso un gusano, ya que a su edad yo le había puesto una tarántula a Johann haciendo que este la matara con unos buenos escobazos al enterarse que quise levantarlo de la misma manera como lo hizo Sof conmigo. Aunque en vez de ponérsela en su mano se la puse en su pecho, así que su reacción fue peor que la mía. Así que, si Johann se llega a enterar de esto, dirá que el karma me llegó por haberle hecho esa maldad hace un par de años atrás; después de todo mis padres no dejaron que tampoco tuviera un animal así como de mascota.
Como costumbre familiar, los mayores les tenemos que enseñar a los menores, así que ahora a mí me toca ser la maestra de Sofía; anteriormente Johann había sido mi maestro pero la descendencia cambio haciendo que esta fuera mi nueva tarea. Lo suficiente que llegábamos a aprender los pobres es leer y escribir porque no tenemos el suficiente dinero para ir a la escuela o no teníamos los recursos necesarios para entrar en ella, ya que las becas también son limitadas.
Así que a veces nuestros propios padres salen siendo nuestros maestros. Por lo menos lo que he llegado a saber hasta ahora es gracias a Martín, porque mi tío-su padre-fue profesor, pero luego que unos terroristas de la clase alta desataran su furia contra los pobres por hacernos ver que no necesitábamos estudios porque siempre seriamos sus esclavos, desataron una de las guerras del país que fue hace solo veinte años, es así como se dio el suceso de la destrucción la biblioteca general que teníamos los pobres y que además de ello, se asesinara a todo aquel que se interpusiera en los daños, lo cual tanto varios profesores como personas del pueblo para detener a estos terroristas, murieron y entre ellos, el padre y la madre de Martín, De esta manera, es como mi primo quedó huérfano de padres con apenas cuatro años, dejándole así mi tío la custodia a mi padre.
Hasta ahora sé un poco de todo gracias a los libros que Martín conservó bajo una caja de madera que sus padres ocultaron bajo su antigua casa y pudo recuperarlos años después que fue a buscarlos; mayormente los libros que se mantienen en buen estado son de literatura pero eso no quita que pueda saber sobre historias de autores de diversas épocas. Además, cuando ahorro un poco, a veces intento comprar un libro a pesar que le falten hojas o estén en mal estado porque siento que son importantes para mí y para quien quiera saber de la historia.
A veces mis padres son quienes me conceden el privilegio de regalarme un libro, lo que más me encanta son los que tienen hojas de papel antiguo; su olor hace que me transporte a otra época y también hace que la experiencia al leerlo se vuelva real.
-Tendremos que repasar las matemáticas por ahora Sofía. -Ella dejó ir un gruñido.
-No, los números son aburridos. -Puse mis manos alrededor de mis caderas.
-Pero son valiosos, a estas alturas deberías saberte las tablas de multiplicar y ni siquiera la del dos te sabes -le regañé.
-Pero Kiara... -ella saco sus ojitos de perrito.
-Pero nada Sofía, sabes que mamá te llegará a preguntar en algún momento, y si se da cuenta que sabes más sobre literatura y ciencias naturales, a ambas nos asesinará. -Ella bajó su cabeza.
Sé que es pronto para enseñarle las tablas de multiplicar a mi hermana cuando aún es muy pequeña pero en estas ocasiones mi hermana parece ser una niña superdotada y muy inteligente para su corta edad, ya que en diferencia de otros niños, particularmente a los tres años ya podía sumar y restar, leer y tener buena caligrafía y ortografía, el problema se ha dado que nos hemos estancado en la multiplicación porque a ella le suena muy aburrido aprenderse diez tablas de multiplicar y eso hace que hasta nos retrasemos con l división cuando ella es capaz de aprender rápido ambas cosas pero no esta muy motivada aún para seguir con ello.
La comparación entre Sofía, Johann y yo es que ambos tenemos una materia diferente la cual amar. A mí, me gusta las ciencias sociales, a Johann las matemáticas y a Sofía, las ciencias naturales. Lo común que tenemos los tres es la literatura, a pesar que con el tiempo mi hermano ha dejado de leer historias para dedicarse más a su trabajo. A veces él me trae libros de la biblioteca principal de la clase media, lo cual me hace feliz y se lo agradezco miles de veces, ya que la biblioteca que nosotros tenemos es escasa y con poca lectura después que la mayor parte de libros no son devueltos.
-Solo por esta vez... -Sofía jugaba con sus dedos.
- ¡Ah! Está bien, tú ganas. -Ella sonrió. -Pero mañana matemáticas y sin excusas, ¿ok?
-Claro que sí.
Desafortunadamente cada vez me estoy quedando sin libros por los cuales dejarle a mi hermana para que lea. Con apenas cinco años ya sabe leer de cabeza a pies y de izquierda a derecha. Pienso que ella tiene un don de aprender las cosas con rapidez, así que eso puede explicar que dentro de cinco años ella podrá adquirir cualquier empleo para ayudar a la familia. Es horrible decir que ella deba de trabajar tan joven, pero es la ley de la capital que todo pobre al cumplir su décimo u onceavo año deba comenzar a trabajar y si no colabora, recibirá un castigo; lo peor de ello es que al llegar ese día los impuestos que pagamos subirán para nosotros ya que Sofía estará agregada como persona que puede llegar a dar un porcentaje monetario más a la casa.
- ¿Qué leeremos hoy? -preguntó mi hermana entusiasmada.
-Supongo que no has leído El Retrato de Dorian Gray. -Ella puso su gesto de pensar.
-Del Señor Wilde -asentí-, hace tres meses. -Pensé en otro libro.
- ¿Fausto? -Volví a preguntar.
-Es de... Johann Goethe. -Enarqué mi ceja.
-Johann Wolfgang Von Goethe. -Ella rodó sus ojos grises.
-Como sea... -encogió sus hombros.
-Si te acuerdas como se llama es porque el primer nombre es de nuestro hermano -le critiqué.
-No le veo la gracia -dijo con un tono de niña grande.
- ¿La Divina Comedia? -Sonrió.
-Dante Alighieri -sacó su lengua.
- ¿Don Quijote de la Mancha? -noté su expresión neutra a lo cual sonreí.
-Miguel de Cervantes -chasqueó sus dedos.
¿Cuántos libros habíamos leído ya? Lo único que me sorprende es que ella ha leído más libros que yo, ni sé cómo es que se acordaba de los autores cuando a su edad todavía seguía chupándome el dedo como una tonta y ella parece una adolescente presumida.
Pensé en un libro que ella no haya leído y no me saque en cara que ya lo leyó, así que después de pensar demasiado se me ocurrió una idea lo cual no falto mi sonrisa para darme cuenta de que pronto ella se abrumaría con el nuevo libro y se le quitaría esa sonrisita en la cara.
-Te presentaré al Señor Baldor. -Ella enarcó su ceja.
-A ese no lo he escuchado. -Me trague la risa al ver el rostro dudoso de mi hermana.
-Entonces te lo presentaré.
Ella se quedó detrás de mí mientras voy a buscar el libro famoso de las matemáticas. Al verlo en la estantería de los libros que usábamos para guardar cosas, lo encontré y le tiré un soplido para que el polvo saliera esparcido cerca de la cara de mi hermana quien gruño y tosió por la travesura que hice pero antes de que le llegara a mostrar el contenido del libro a Sofía, apareció Johann.
- ¿Sofía está lista para aprender álgebra? -me consultó mi hermano.
-Debe de estarlo... -quise ocultar la verdad.
Johann le hizo una señal con la mano a Sofía para que nos dejara solos. Apreté los labios dándome cuenta lo que próximamente me dirá, lo cual no quería escucharlo con sus palabras porque al final tendré que darle también la razón. Y aunque me vaya a enojar por aceptarlo, se burlara en mi cara, así como Sofía lo hace seguido conmigo. Al ver que Sofía ingreso al pequeño patio de afuera, Johann agarró el libro de álgebra y lo devolvió a su lugar hasta que del mismo estante sacó un libro menos grueso y pequeño.
-Haz que lea Lazarillo de Tormes. -Tomé el libro-Y no intentes volver a agarrar el del álgebra porque está pequeña para entender casos de factoreo y lo demás. -Rodé los ojos.
-Lo dice quién me puso a leerlo a su misma edad -alcé mis cejas.
-Intervengo por nuestra pequeña hermana. Aquel tiempo eras muy dotada y orgullosa así que era fácil manipularte -sonrió de forma presumida.
-Tus celos fueron los que me llevaron a eso -le saque la lengua.
-Igual que los tuyos pero ahora con ella. -Achiqué los ojos.
Suspiré para salir al patio y darle el libro a Sofía. Como siempre, la lección constaba de que me leyera a la perfección el libro, luego me hiciera un resumen de lo que entendió y por último, dejarle unas planas de caligrafía acerca de palabras nuevas que se encontraron en la historia. Por curiosidad, ella me preguntó por el libro anterior, pero nada más le comenté que Johann me había dicho que no estaba apta aún para que lo leyera y preferí cortar ese tema antes que tuviera que decirle la verdad.
Estuve escuchando por una hora el libro de Lazarillo de Tormes. A veces mi hermana me preguntaba por algunas palabras que no entendía, mientras que en otras se enredaba y cuando me preguntaba sobre algo que no se acordaba o se le olvidaba, se lo repetía.
El aprendizaje para ella ha sido un poco más amplio, porque a pesar de que Sofía tiene memoria fotográfica, su caligrafía es mejor que la de cualquier adulto que ha ido a la escuela. A veces me llega a sorprender tanto que quizás algún día debería llevarla a una escuela pública de la clase media para que sus estudios se amplíen y pueda sacar una beca para que llegué a graduarse y termine por conseguir un buen trabajo o si es posible que cambie de estatus social.
Tuve que dejar a mi hermana con su libro para pasar al mercado y ver sí conseguía un par de monedas o billetes. En todo lo que rodeé el mercado, me di cuenta como todas las personas comenzaban a agitarse o tensarse por algo, pero no le quise tomar mucha atención.
Tuve que pasar al área de los mariscos, el olor a pescado y camarón no es de mi agrado, así que tuve que cubrir mi nariz mientras que buscaba a alguien por si necesitaba ayuda y a la vez me diera un buen pago, aunque eso fuera algo imposible tengo que conseguir algo para la noche. Un par de veces me deslicé ante los charcos de agua que dejaban los vendedores al limpiar el pescado; metí las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón para girarme y poner los pies sobre una caja de madera vieja, observé a mí alrededor pero al parecer todos se encontraban ocupados hasta que noté a lo lejos como un par de oficiales se le acercaba a un ancianito y empezaban a gritarle haciendo que todas las personas dejaran de hacer lo que estaban haciendo para ponerle atención a la pelea.
Tuve que bajarme de la caja para ir hacía aquellos rudos oficiales; lo que siempre he odiado es que a ellos les encantaba molestar nuestra existencia con sus bromas o quizás con solo provocarnos miedo. Por lo visto ser un oficial es ser alguien sin corazón, porque a pesar que en la clase pobre han salido muchos oficiales, estos se han visto envueltos por la lujuria, la vanidad y la avaricia al conseguir un alto rango.
Así que a pesar que por dentro tiemblo del miedo por lo que voy a hacer, por fuera mantengo mi arma de valentía para enfrentarme a esos dos hombres quienes empezaban a torturar con sus palabras a aquel pobre hombre que apenas se le escucha su voz.
-Hemos escuchado que debes tres meses de renta -dijo uno de ellos.
-Eso no es cierto, siempre he cumplido con los pagos mensuales del local -dijo el anciano.
- ¿En serio? Porque aquí tenemos una carta que dice lo contrario. -Observé cómo el otro oficial sacó una hoja de papel larga.
-Eso... eso... no puede ser real. -En los ojos del anciano se le veía el miedo.
-Mire viejo si no puede pagarnos tendremos que quitarte todo... -El anciano cogió de la mano al hombre y se arrodilló.
-Buen hombre, se lo suplico, no me quite mi tienda... Esto es lo único que tengo para poder sobrevivir y darle una vida a mis hijos y nietos -El oficial lo tiró a un lado.
Corrí y tomé al anciano para que se sentara en el ladrillo donde casi se golpea la cabeza; noté como apenas balbuceo un gracias por la ayuda que le estoy haciendo al levantarse y al dejarlo sentado, me enfrenté a los dos hombres que ahora me ven cuidadosamente.
-Dejen al señor en paz -alcé mi voz.
-Y tu niña, ¿quién eres para darnos ordenes? -el hombre me alzó su voz ronca.
-Sé que no soy nadie, pero en cambio ustedes deberían mostrar respeto por estas personas -empecé a enfrentarlos.
-Entonces, ¿tú responderás por la deuda? -trague hondo por el miedo.
-No traté de decir eso...-acabo de entrar en la boca del león-Simplemente digo que pueden llegar a otro acuerdo en vez de usar la violencia -mis palabras se escucharon muy torpes.
-Vaya, mira Ignacio -le golpeó el pecho a su amigo-, tenemos a una heroína, defensora de los derechos y deudas de los pobres -uno de ellos empezó a burlar de mí.
- ¡Diablos! Deberían madurar, se ven muy ridículos con esa actitud narcisista que tienen en el rostro, ¿saben? Ahora entiendo porque los oficiales son inmensamente estúpidos. -Intenté no decir cosas peores de las que ya dije.
- ¿En serio? Y ¿qué tenemos? -me retó uno de ellos.
-Tienen porquería en la cabeza, así como los camarones. -Ellos me miraron sorprendidos.
Observé cómo el oficial comenzaba a levantar su mano, así que tomé aire para sentir la bofetada o el golpe que posiblemente se dirigía a mi cara pero al ver que su amigo lo detenía y le decía algo al oído, esté me dio una mirada de odio y luego cerró los ojos para maldecir por lo bajo.
Dejé que el aire que había tomado se liberara de mis pulmones. Lo había retenido por más de treinta segundos y sentía que al final terminaría con el rostro azul si no intentaba respirar. Bajé mi mirada y luego la levanté, nunca en mi vida me había atrevido al alzarle la voz a uno de estos tipos por estrictas maneras que mis padres me advirtieron, pero ha llegado la hora que no puedo seguir viendo como ellos nos tratan.
-Dame tu nombre. -Me quedé callada- ¡Que me des tu nombre!-Intenté no dar un paso hacia atrás por el grito inesperado.
-Kiara Earyn Leaky Battle -repetí.
Uno de ellos anotó mi nombre en una libreta para después darme la espalda e irse. Por un lado, me siento aliviada de haber dicho una parte de lo que siempre quise decirle a un par de oficiales, pero por otro lado, sé que yo misma me había atado una soga en el cuello al haber cometido el peor error de mi vida. Lo malo de ello es que mis padres me mataran si se dan cuenta que los oficiales de la guardia real han tomado mi nombre para ser sentenciada a un castigo por haberles alzado la voz y ofenderles.
Mi piel se comenzó a erizar con esa sensación de imaginar tener ese castigo de ser golpeada como una esclava en Egipto y no solo eso, sino que yo soy una de las pocas personas que quedan en el pueblo sin ser golpeadas; con solo saber eso me he dado cuenta que acabo de echar a la basura mi vida.
¿Quién sabe que la sentencia solo es un castigo y no la muerte? Porque para empezar, no me puedo asegurar que esos oficiales vayan a contarles la verdad a sus superiores de lo que acaba de suceder; lo segundo, es que también quién sabe si el castigo no irá para el resto de mi vida; y tercero, quién sabe de que saquen mi sufrimiento por medio de algo o alguien. Hay muchas posibles preocupaciones por las cuales mi vida y la de mis seres queridos están en riesgo. Si no me hubiera dejado guiar por la rabia, no estaría en esté conflicto y duelo mental por descifrar que me sucederá.
-Jovencita, muchas gracias -escuché detrás de mi espalda.
-De nada, señor -mi cabeza aún sigue bloqueada con lo sucedido.
El señor se fue a su local mientras que me quedaba en el mismo lugar pensando en cómo ocultar esta locura y hacer que mis padres no se enteraran pronto a pesar que lo sucedido será la primicia del chisme de la semana en toda la clase baja y lo más terrible de esto es que muchas personas me conocen, muchas de ellas conocen a mi familia y una de ellas llegará a decirles a mis padres lo sucedido.
Ahora, quién sabe qué sucederá conmigo; porque hasta mi reputación se acaba de ensuciar. Con esto no sé si de nuevo alguien me dará trabajo o si mis trabajos actuales los perderé; esa sensación de miedo me mantuvo paralizada por varios minutos hasta que alguien tocó mi hombro.
-Sé jovencita, que no podré pagarte bien por lo sucedido, así que te doy este pescado para su familia y usted. -El señor me pasó un enorme pescado que estaba envuelto en periódico.
-Gracias pero no es necesario -se lo quise devolver pero se negó.
-No, se lo mereces por ser valiente. -Dejé caer una sonrisa corta.
Tuve que salir de aquel lugar antes que las cosas empeoraran. Y no solo eso, sino antes que todos empezaran a murmurar sobre lo sucedido aquella tarde. A pesar de que mi mente seguía reproduciendo la imagen en la cual aquellos dos estúpidos oficiales pedían mi nombre, confié en mí y en que las cosas no cambiaran, o por lo menos que no cambiarían para mi familia.
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Continuará...
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