Capítulo 1
Año 2517, Nueva Erlanwood antes conocido como Groenlandia
Salgo corriendo impaciente para llegar a tiempo a mi casa y poder degustar de la sabrosa cena de mi mamá. Me resbalo unas cuantas veces en el barro mojado pero mantengo los pies bien puestos para tomar equilibrio y seguir corriendo a toda fuerza. Mi cara esta echa un desastre y seguramente mi papá me dirá que me la lavé antes de sentarme en la mesa. Mis manos están hechas un horror y cualquier doncella de primera altura se asustaría con tal cosa, eso me provoca una risa corta y divertida a la vez.
Mi cabello rizado y oscuro se me pega en la cara junto con las gotitas de sudor que empiezan a salir de mi frente. Dejo que una brisa caliente pase por mi rostro provocándome miles de sensaciones extrañas pero deseadas por querer que fuera aunque sea una brisa tibia por el calor que últimamente ha hecho en la ciudad.
Antes de llegar a casa, dejo de correr y pongo mis manos sobre mis rodillas, inclino un poco mi cuerpo y comienzo a respirar de nuevo, mis pulmones toman todo el aire que pueden hasta llenarse; siento mis mejillas arder al haber corrido un par de metros de más después del trabajo que he logrado hacer en todo el día; mis piernas tiemblan pero dejo que mis talones descansen un poco más antes de seguir caminando. Un olor a pan saliendo del horno provoca un rugido en mi estómago y suelo decir en mi mente con un tono alegre aquellas primeras palabras que se me vienen a la mente:
¡Pan nuevo y salido del horno!
Meto mis manos en los bolsillos de mi desgatado y flojo pantalón para buscar un par de monedas de veinticinco o de diez centavos pero apenas encuentro unas cinco de cinco centavos, así que con el hambre echa una furia, me acerco al panadero y le pongo en la mesa las únicas cinco monedas que he ganado en el día. El hombre viejo, gordo y calvo como lo describen siempre en los cuentos de hadas siendo un panadero gruñón y desconsiderado, coge una bolsa de plástico y pone no más de dos panes de por lo menos cinco centímetros. Disgustada e insatisfecha los acepto porque sé que no puedo reclamar demasiado teniendo en cuenta que cinco monedas de cinco centavos solo cuesta la mitad de un pan pequeño y a la medida.
Me quedo callada y no me atrevo a decir lo molesta que me siento porque el mismo panadero se está aprovechando de mí y de lo poco que he ganado en el día siendo un burro, así que no tardo en tomar los dos panes que sé que mis hermanos se lo merecen más que yo para después caminar con decepción a mi casa.
Tan solo empujo la puerta de madera para entrar y escuchar el sonido de las burbujas explotar dentro de la olla vieja de mamá, me pregunto cómo esté objeto tiene varios golpes dentro o fuera y sigue funcionando, ya que mis hermanos también le han pegado un par de chicles a los pequeños hoyos donde por veces se sale la sopa o el agua hirviendo.
Al acercarme, encuentro a mi mamá haciendo la cena, sus cabellos se salen de aquel moño que siempre se hace por las mañanas, sus ojos muestran el cansancio honesto de su duro trabajo tanto fuera como dentro del hogar, su pequeño manto que ahora muestra varios agujeros grandes y pequeños, hacen que me sienta mal por no comprarle uno nuevo; al darse la vuelta y ver mi presencia, sonríe con tanta ternura que se me encoje el corazón; observa mi rostro lleno de hollín y sudor para así coger una manta, la moja y la pasa desde mi rostro hasta mi barbilla para limpiarme, hago unas muecas cuando pasa la manta por mis mejillas haciendo que sienta la áspera tela rozar de arriba hacia abajo por todo el contorno de mi rostro.
Terminar por limpiarme para regresar a su lugar y mover con un cucharón de madera la sopa, de un lado hacía el otro. Me acerco y observo que la comida apenas tiene color. No puedo darme el lujo de decir que mi mamá no hace perfecta la comida, por lo contrario, es una buena cocinera que le sirve buenos platillos de comida a los de clase alta, pero nosotros por ser de clase pobre, no podemos tener la gracia de comer buenos alimentos, es más, a veces nos toca las sobras de ellos. Por un lado, lo que se nos paga a veces cuenta como la mitad que se usa para la comida y la otra mitad para la renta del hogar; es rara vez que nos queda algunas monedas de dólar o billetes de cinco o diez dólares para ahorrarlos y así poder usarlas para algo necesario en el siguiente mes.
—Kiara, que traes en esa bolsa —la voz de mamá ha dejado de ser tan dulce y suave después que se enfermó de la garganta y su voz se tornara un poco ronca.
Levanté la bolsa y la puse en la mesa de madera tallada por papá; agradecí que mi padre sea un buen carpintero, ya que varios de sus objetos son bien vendidos pero considerando que no en todas las épocas del año se venden a una gran cantidad, algunas veces solo obtiene un buen billete de cincuenta dólares, cuando vende un objeto de madera valioso por algo que ni cuesta de esa cantidad por la mano de obra y el material.
— ¿Pan? Pero ¿cómo lo has conseguido?— sus ojos avellana resaltaron.
—Por cinco monedas de cinco centavos. He querido persuadir al panadero pero he de recordar mis modales y los castigos a la vez —levanté la cabeza y dejé ir un apreciado suspiro leve.
—No debías... —negué al escuchar que pronto me daría su sermón de compasión.
—Mamá, lo hago por papá, por los chicos y por ti —me apoyo en la puerta con los brazos detrás como soporte para que no se siga rompiendo más por mi pesor. —Ustedes también son mi responsabilidad y lo saben.
—Kiara, tienes solo dieciséis... —Se detuvo al escuchar un gruñido de mi parte.
—Diecisiete años, mamá. Tengo diecisiete. —Le hice recordar.
—Lo siento, tengo demasiadas cosas en la cabeza que he olvidado lo rápido que has crecido y que ya no eres una niña. —Cerró los ojos despacio con cansancio y dolor.
Hice una mueca al recordar que cada año que se celebra mi cumpleaños no hay nada especial que me alegre de saber lo rápido que crezco; desafortunadamente tampoco he tenido una fiesta como suelen tener los de clase media o aunque sea un pastel como el que Doña Carlota le regaló a su nieta Jazmín en su séptimo cumpleaños. Para mis padres, es doloroso saber que no pueden darnos a todos sus hijos algún que otro regalo por cumplir otro año más y eso sin agregar que aún les sigue fastidiando la idea que seamos nosotros quienes los ayudemos económicamente en la casa cuando deberíamos seguir con nuestros estudios escolares pero por muchas cuestiones, mi hermano mayor, mi primo y yo los hemos interrumpido por lo mismo, no solo por necesidad sino que también por falta de oportunidades.
Sin embargo, reconozco que mis años de vida me han sido de ayuda para darme cuenta en la pobreza extrema en la que vivimos; de niños no afrontamos tanto el problema porque con solo pensar en una pelota o una tiara de plástico, el mundo ya está realizado en nuestra cara; al llegar a la adolescencia solo deseas tener lo que otros tienen y si no tienes a alguien que te corrija antes de cometer una locura, pronto la cometerás y harás que pronto te arrepientas y pagues las consecuencias; y por último, ya llegando a la adultez, solo terminas por desechar tus sueños porque reconoces que nunca se llegaran a realizar por el simple hecho de no tener el suficiente dinero para satisfacer tu propio bienestar.
—No te preocupes mamá, es difícil, lo sé. —Sus ojos se opacaron al recordar nuestra vida. — Pero algún día saldremos de esto, te lo prometo.
Tomé sus manos y las junté con las mías para dejar un beso en ellas y luego ponerlas sobre mis mejillas, he intentado todo para salir de esta pobreza pero ni yo ni mi familia lo hemos alcanzado, pero eso no quiera decir que seguiré perdiendo las esperanzas, encontraré alguna forma para hacer que todo esto mejore y pueda proveerles a todos una mejor vida, después de todo, aunque esto no solo sea mi responsabilidad, tengo ese deber de cumplir como miembro de la familia, agregando que a veces también los hijos quieren cumplirles los sueños a sus padres, como un agradecimiento por lo que han hecho por uno.
Ambas escuchamos como todos empiezan a llegar a casa, así que ella me da unos empujones para que empiece a preparar la mesa y así servir los alimentos, así que no tardo mucho tiempo en saludar a todos los miembros de mi familia, para llevar los recipientes y los cubiertos, en donde mi madre luego aparece con su olla, dejando la sopa a cada uno de nosotros.
Cuando todos empiezan a comer, observo primero a mi padre quien ha llegado con una mano vendada en donde en ella se puede ver unas gotas secas de sangre, por supuesto todos nos mantuvimos callados sin querer preguntar lo que sucedió, ya que es probable que tengamos una idea de lo que quizás le llegó a suceder; Johann mira la sopa pero sigue sin probar un sorbo de ella, reprimo un suspiro al saber que hace eso cuando su día ha sido malo y sus emociones hacen que no tenga estómago para comer; Martín da pequeños sorbos a la sopa intentando conservar una parte de ella para poder tomársela toda de un sola vez y así poder sentirse lleno; y Sofía, la pequeña de la casa, nos observa con curiosidad a todos, sé que por dentro la niña quiere sacar una conversación animosa para alegrarnos la noche, pero al ver nuestros rostros decaídos y destrozados, se debe de haber propuesto ella misma en su interior a no sacar un tema en el cual nos abrumará y sacará las últimas energías que nos quedaran.
Hago una mueca para mí misma al ver que mi hermano Johann tiene unas gotas de aceite quemado en su ropa de la cual es probable que no se puedan quitar con facilidad dañando así una de sus camisas favoritas; mi primo Martín por su lado, tiene unas ampollas en sus manos, unas se encuentran reventadas haciendo que se le llegasen a hacer unas llagas y mi pequeña hermana Sofía, con solo cinco años ya quiere ayudarnos en algo para sustentar la casa, pero su probabilidad de trabajar comienza hasta los diez u once años, ya que su corta edad solo le permite estudiar lo poco que se encuentra en casa al no tener los recursos y el dinero suficiente para ponerla a una escuela pública.
Al terminar de comer, recojo los platos de madera para después comenzar a lavarlos con el agua que apenas se obtiene en la semana; odio que la mayor parte del agua sea entregada a la clase alta y por ello, la clase baja apenas la tiene y le alcanza para guardarla para unos días.
Nadie vive bien de esta manera. Además de tener epidemias, desastres naturales, sequías y austeridad de alimentos, ni las dos clases superiores a nosotros han podido hacer algo por nosotros. A ellos no les importa nuestro sufrimiento y lo que pueda estar ocasionando todo los males que aparecen en la ciudad y por si fuera poco, la pobreza se dividió: los del Norte son lo que han llegado a ser una pobreza media, los del Este son una pobreza baja, los del Oeste una pobreza extrema y como lo clasifican ahora a los del Sur, un exterminio; ahí se encuentran los enfermos incurables, la delincuencia abundante y por si fuera poco, los cadáveres aumentan de una manera desconsiderada cada día.
Llegué a la sala y me senté en el suelo junto a Martín. Al encender la pequeña televisión, papá buscó el canal de las noticias y al dejar su noticiero preferido, observé como Johann empezaba a gritar de alegría junto con Martín al saber que su equipo preferido ha pasado a la siguiente fase de eliminatorias nacionales. No entiendo mucho sobre el tema de los deportes pero sé que cuando anuncian una noticia sobre ello, mi hermano y mi primo son los primeros en correr hacía la televisión y saber los resultados de cualquier deporte que apoyan.
En el momento en que un jugador iba a anotar su gol, el canal rompió su señal para dar cobertura al noticiero de la familia real, haciendo que viera hacía atrás y riera al ver como Johann y Martín se quedaban petrificados al ver que no les dejaron ver el gol de su jugador preferido, sin mencionar que a los segundos empezaron a maldecir y a decir palabrotas que hizo que mi mamá le tuviera que cubrir con sus manos los oídos a mi hermana hasta regañar a ambos chicos para que se callaran.
— ¡Demonios! Siempre lo hacen cuando está pasando lo emocionante —refunfuñó Johann con los brazos cruzados como un niño.
Dejé de verlo para concentrarme de nuevo en el aparato televisivo donde al instante salió en cámaras el rey Arturo dentro de su oficina; antes de empezar a decir el pronóstico de la semana sobre el reino de Nueva Erlanwood, dio su respectivo saludo a todos los ciudadanos de todas las clases, altas como bajas; acomodó su chaqueta azul para levantar unos papeles y ordenarlos y así dar progreso con las noticias que tiene para esta semana.
—Ese viejo debería ir al grano —Johann no se arrepintió de decir aquellas palabras frente a nuestros padres quienes siempre lo regañan.
— ¡Calla Johann! Es nuestro rey —agregó furiosa mamá.
— ¿Nuestro rey? —Sonó sarcástico al reír —Lo fuera si no nos tuviera tan olvidados y no solo diera su dinero y apoyo a las otras dos clases —intenté quedarme callada para no apoyar a mi hermano y ser la siguiente en recibir una regañada de parte de nuestra madre.
Sin esperar, el rey empezó a hablar sobre su futuro retiro al trono dentro de unos años y a la vez, que su descendiente, el príncipe Xavier, será el elegido para gobernar. Creería que todos ya sabemos esa historia, pero no entendía la razón por la cual lo explicaba a cada cierto tiempo, cuando ya estamos enterados que su único hijo, será el que reine Nueva Erlanwood cuando se encuentre totalmente formado para ser rey.
—Ahora bien, la nueva y siguiente noticia que tengo es acerca del futuro compromiso del príncipe Xavier, mi único hijo y heredero al trono, quien tomará la decisión de casarse con una doncella antes de tomar el trono como rey, pero para que eso suceda, las seleccionadas tendrán que tener las características adecuadas y conformes para ser una princesa, las cuales no solo se basaran en sus valores o responsabilidades, sino que también, por la empatía y el amor que le tengan a su país y el pueblo —empezó a decir—. Desde luego, el príncipe Xavier aún no ha concluido en su elección, aunque ya existen tres candidatas para ser princesa y futura reina de Nueva Erlanwood. La unión de tres naciones ha dejado a sus hijas en manos del príncipe, pero como ley también puede existir la ocasión que participen otras jovencitas de nuestro reino. —Se quedó mirando un instante la cámara— Sin embargo, aún no está planeado que las tres categorías, alta, media y pobre sean destinadas para competir por el futuro de Nueva Erlanwood, lo cual será decisión de mi hijo optar por esa opción para darle oportunidad a otras tres jóvenes para que puedan participar. —Declaro el rey Arturo.
Pongo los ojos en blanco ante la idea de imaginarme ser una de las participantes quien deberá desposar al príncipe Xavier; aquella opción que han propuesto por más que suene mal, me parece ridícula, por la simple cuestión que nadie puede casarse así de un momento a otro con otra persona sin conocerla bien, agregando que desde mi perspectiva, ser una princesa no me agrada mucho ya que eso de tomar ordenes de los superiores, tomar decisiones a la ofensiva y sacrificar mi vida a varios años para obtener un buen gobierno, no sería lo mío, ya que se ve cansado y un trabajo muy difícil para alguien que no ha sido entrenado y educado para ello.
Me alegro que aún no han otorgado esa decisión y más porque desde que nací no me han gustado las sorpresas. Además, ¿cómo se podrá competir con tres princesas que desde que nacieron están aptas para ser futuras reinas? Y claro, ¿cómo competir con otras de tu mismo país que pueden tener muchas más oportunidades sociales y económicas? Ya que si la otras dos serán de clases más superiores que la mía, no fallo en decir que pronto harán hasta lo imposible para quedarse con el príncipe de sus sueños.
Por lo menos en el tiempo en que el rey Arturo tuvo que elegir a su futura esposa, su elección no fue la gran cosa. Bueno, sí lo fue, pero no lo veo tan terrible siendo una chica de clase baja y teniendo pocas esperanzas de ser elegida, ya que en ese tiempo el rey Arturo—cuando solo era un príncipe y su padre seguía gobernando—estableció un juego que se trataba sobre la participación de todo el reino, donde toda mujer de quince a veinte años tenía que poner su nombre y clase dentro de un papel, y lo dejarían dentro de una tómbola de oro. Después de una semana, el rey, la reina y el príncipe llegarían a la ciudad principal de cada clase social para después escoger a una chica para que se volviera la candidata del futuro reinado de Nueva Erlanwood. Desde luego, el príncipe les llegó a poner diferentes retos a las tres seleccionadas hasta que la más fuerte y valiente terminara siendo la elegida, y por total, terminó siendo la reina Valentina.
Para ese entonces, participar en ese estúpido concurso no era obligatorio, las chicas de esas edades podían ser las que podían tomar la decisión de hacerlo o no; y por si fuera poco, mi madre participó, lo cual no fue elegida y por lo que sé, estuvo deprimida por unas semanas dándose cuenta de que el príncipe al final no la terminó por elegir para ser su futura esposa.
A veces me pregunto si esto suele ser necesario cada vez que hay un futuro heredero al trono, es decir, hay muchas oportunidades en las que un príncipe puede elegir a su futura esposa sin necesidad de hacer este tipo de retos o juegos que lastiman a muchas mujeres y ellos no se preocupan por ese sentimiento de aquellas que no fueron elegidas, sé que a muchas les daña y a otras, se les suele pasar rápido; pero normalmente, odio pensar que no existe otro tipo de estrategia más avanzada o actual para lograr demostrar que no hay necesidad de jugar con el destino y el amor no solo del príncipe o princesa, sino que también de todos aquellos que participan en esto.
Por un lado, si yo pretendiera participar en algo así creo que terminaría por arrepentirme el resto de mi vida y no solo eso, no quisiera ser la pretendiente de un principito orgulloso, testarudo y torpe, aunque estoy haciendo mal en juzgar a alguien que no he tenido la dicha de conocer, ya que siendo sincera, no conozco mucho al príncipe Xavier, ya que son pocas las veces que ha aparecido en la televisión o ha llegado a tener un contacto con la clase baja, así que por el momento, no puedo recordar bien su rostro o por lo menos del color de sus ojos; por ello, con solo con imaginarme que alguien me venga a decir que yo formaré parte de ese club de chicas esperanzadas de ser la próxima princesa me hace sentir fastidiada.
Lo que más extraño me parece es de cómo una persona puede llegar a enamorarse de alguien por un tiempo tan limitado, nadie me asegurara que seré feliz al lado del príncipe o que tendremos una vida digna de ser felices hasta que la muerte nos separe, eso sin añadir del tiempo en que permaneceré en la competencia antes que elijan a la futura princesa, la cual si no soy yo, puedo terminar con un corazón roto por haberme enamorado de una persona que se casará con otra mujer.
Por más que trate de encontrar un buen motivo por estar a su lado, creo que hace que por todos los rincones de mi cabeza busque una excusa para que diga que vale la pena intentarlo, pero hasta ahora no existe algo que me haga aceptar ese pensamiento.
He escuchado por algunas vecinas que él es guapo porque heredó los rasgos de su padre de cabeza a pies aunque se dice que tiene muchas cualidades perfectas de parte de su madre. A la vez, las personas que lo vieron nacer mencionan que desde su nacimiento, el rey estuvo más que orgulloso al saber que su único primogénito y heredero del trono fue un varón.
Por otro lado, debo de añadir que lo malo de ser siempre hijo o hija de un rey es que no obtienes el privilegio de tener hermanos. Siempre en el reino solo debe de haber uno y es porque en el caso de que si existen hermanos, puede que haya una pelea por la corona y la razón es que no puede haber una batalla entre la familia real, ya que eso dejaría en deshonor a todos los integrantes de la familia, desde los que participaron hasta aquellos que no tuvieron nada que ver y un ejemplo muy claro de ello fue para el gobierno del rey Augusto y su hermano Doroteo, quienes casi logran matarse por querer el trono de Nueva Erlanwood, en donde hubieron muchos problemas sociales, económicos y políticos que casi destruyen y dejaran una mala imagen del país.
Fue así como su sucesor, su primo Elías—quienes los del parlamento eligieron luego de otorgar a ambos príncipes la perdida del derecho al trono—, proclamo una ley en donde los siguientes reyes y reinas de Nueva Erlanwood solo pueden tener un hijo y si este llegara a morir o sucederle algo durante su período de gobernación, el siguiente al trono sería un familiar de la misma sangre quien sería preparado como segundo al mando para gobernar el país.
Después de un tiempo, el rey siguió hablando sobre la participación de las futuras candidatas al reinado de princesa y a la vez, por ser su futura nuera; dando a entender sobre cómo posiblemente terminaría el príncipe eligiendo a su futura esposa.
Antes de terminar, dio unas pequeñas palabras de agradecimiento por la escucha y paciencia, deseándonos a todos una buena semana hasta despedirse del público. Al volver el programa normal después de hacernos informar sobre la elección de la nueva princesa, nos quedamos viendo las noticias; como siempre, sacaban solo cosas positivas de las tres clases sociales pero entre ellas, más de la clase alta y media y olvidándose de la baja.
Lo que no me gusta nada, es que nunca revelaban los problemas que nosotros los pobres tenemos. En vez de eso, solo sacan aquellas riquezas pasadas que apenas han obtenido nuestros ancestros, donde ahora esas riquezas ya no existen. Lo menciono porque la misma historia dice que las cuatro categorías de pobreza habían comenzado una guerra donde varios murieron, pero para ese entonces el rey Ricardo II dejó que todas aquellas personas murieran sin poner tan siquiera un dedo para intervenir en ese conflicto. Desde ese entonces, la clase baja se dio cuenta que solo somos peones, esclavos y un estorbo para las otras dos clases. No me siento tan alegre con saber la realidad de esa historia, de todos modos lo poco que cosechaban los del norte—que es apenas un porciento de ello—era entregado para nosotros, lo demás debían venderlo para ganar aunque sea doscientos cincuenta dólares y si era posible unos quinientos dólares.
Estoy intrigada con saber que los oficios que hace mi familia no alcanzaban ni siquiera para tener esa cantidad de dinero. Es más, a veces nos tomaban del pelo cuando nos daban billetes rotos o falsos que el banco no acepta; no podemos protestar por la sencilla razón que podemos terminar ante un juzgado, una cárcel o en la horca.
Después de haber visto un momento televisión, todos nos levantamos para irnos a la cama; es hora de descansar, además mañana debo de rebuscarme por conseguir un nuevo trabajo para ganar un poco más de dinero y así poder sustentar a mi familia.
—Si existe un concurso como el que tuvo el rey Arturo hace años, deberías participar en él, Kiara. —Me di la vuelta y miré a Martín.
— ¿Te falta un tornillo en la cabeza?—dije irónica.
—Sería una grandiosa idea. Quién sabe que el idiota del príncipe termine por enamorarse de mi hermana y la haga futura princesa de Nueva Erlanwood—le siguió la corriente Johann.
—Sería algo muy estúpido que el príncipe se enamorara de una pobretona como yo. Además, si hiciera algo como hizo su padre hace varios años atrás, existen pocas posibilidades que me elija porque existen muchas chicas mejores y más hermosas que yo —empecé a ser realista.
—Odio cuando te menosprecias, eres de las chicas más hermosas de aquí. ¿Cómo no sería posible que el príncipe no te eligiera? —Levanté una de mis cejas.
—Escuchen ambos —los señalé—, si sucediera tal caso, no participaría para ser princesa. Eso no es lo mío y nunca lo será —empecé a subir las escaleras para ir a mi habitación—. Además, no me venderé como una carne fresca para un estúpido príncipe que querrá hacer lo que quiera conmigo.
Me encerré en mi habitación y me tiré en mi cama. Me molesta cuando Johann o Martín piensan en ese tipo de cosas cuando saben que no contarán con mi apoyo. Miles de veces he intentado imaginarme como princesa y de qué manera podre encajar en un lugar en el cual no pertenezco o nací para ello. Para empezar, a mí no me gusta seguir las reglas, tampoco sigo con los modales, odio los vestidos y más si son pomposos, y por supuesto eso de plantearme que algún día tendré que gobernar es para que me arrepienta mil veces más que limpiar el excremento de un ganado.
Me quito los zapatos y veo cómo estos debajo tienen un nuevo agujero, pero no tan grande como el que está cerca de mi talón. Suspiro al saber que durante otras dos semanas más estos zapatos se terminarán rompiendo o la suela se despegara, lo cual quiere decir que tendré que ahorrar y gastar unos cuantos billetes para comprar aunque sea unos usados. Estoy más que harta y fastidiada de vivir en una casa que sabré que un día se derrumbará con un fenómeno natural, y lo peor de ello es imaginarme que pueda morir alguien de mi familia.
Haría cualquier cosa para mejorar nuestras vidas y aunque sé que Johann y Martín dijeron eso porque es una de las maneras más convenientes para sobrevivir, no quiere decir que siempre dependeré del hospedaje de los reyes y más cuando sé que tendré que entregar la mayor parte de mi vida al reglamento que me impongan, así que prefiero buscar otras maneras de las cuales poder seguir adelante y a la vez ayudar a mi familia.
Me puse mi pijama que ahora ya me queda más pequeña, me acosté en mi cama y cuando iba a cerrar los ojos, alguien tocó la puerta y al ver que de ella se asomaba la cabeza de mi papá, dejé ir una sonrisa. Se ve más cansado que yo y la poca energía que le queda ya empezaba a consumirla dándonos a todos sus buenas noches.
—Vengo a darte las buenas noches —se sentó en un lateral de la cama.
— ¿Todo bien? —le pregunté y él sacó una sonrisa torcida.
—Sí, solo agotado, como siempre. —Enarqué mi ceja.
—Vamos papá, te conozco. Suéltalo, sé que quieres decirme algo —inspiró y dejó ir el aire con un suspiro.
—Has pensado en esa posibilidad de que si el príncipe hace un concurso para elegir a una chica puedas tú participar y convertirte en princesa. —De nuevo escuchar esa opción desagradable de tirarme a una jaula de leones sin tener una escapatoria.
—Sí sucediera, no pretendo participar papá. Sabes que esas cosas no son lo mío y mucho menos ser esposa de alguien que no conozco a mi corta edad —noté cómo a él le dio risa mis gestos.
—Lo sé hija, pero solo era una pregunta, nada más. —Asentí aprovechando de no hablar más del tema.
Después de darme un beso en la frente y decirme buenas noches, se fue de mi habitación para ir a la de Sofía. Me da demasiada pena ver a mi papá de esa manera; quisiera hacer algo por él y por mamá para que no sigan preocupándose tanto por nuestro cuidado y futuro de sus hijos.
Quizás mañana pueda encontrar un trabajo más seguro que los demás para que así pueda darle más dinero a mis padres y se les haga más fácil pagar los gastos.
Terminé por meditar todo lo que había sucedido en el día para caer dormida en un profundo sueño.
Seguía quitando las raíces de un árbol para luego ver como mis uñas se enterraban en la tierra mojada. Veo con horror como varias lombrices salen de la tierra moviéndose de un lado hacía otro como si fuera un baile sincronizado con la cadera. Unas gotas de sudor cayeron de mi frente al suelo y con la manga de mi camisa tuve que secarme aquellas que empezaron a aparecer; el sol está tan fuerte, que cualquiera puede adquirir una llaga o una quemadura de rayos solares. Por lo menos varios trabajadores tienen lo necesario para estas ocasiones, en cambio yo, apenas conservo unas botas reutilizadas y una camisa de algodón que me queda grande. Ahora que lo veo, he bajado un poco de peso más que el mes anterior; al parecer la falta de comida en la mesa ha provocado que mi hambre aumente y lo poco que recibo en el día no sea de mi sustento. Si esto se le llama tener una vida armoniosa mandaría a cualquiera al demonio si me lo recordara. Esto solo es una esclavitud y si por lo menos las otras dos clases sociales colaboraran con comida, vestimenta o algo para nosotros, a estas horas no estaríamos como si fuéramos animales pordioseros comiendo de la manzana podrida.
Con una pala levanté una raíz gruesa y grande, para luego agarrar un machete y empezar a cortarla.
— ¿Te ayudo? —Levanté la mirada.
— ¡Lou! ¿Qué haces aquí?—me levanté y sacudí con mis manos el polvo que quedó en mis pantalones de chándal.
—Tuve que recoger unas verduras para trasladarlas al otro lado del muro. —Hablaba de la clase media.
— ¿Qué eso no es trabajo de Roy? —Hablo de su hermano menor.
—Sí, pero se cayó de un tejado queriendo cubrir un agujero con un trozo de madera. —Le di un abrazo a mi amiga para reconfortarla.
—Lamento lo del accidente. No estaba enterada de ello —Ella solo rasgó su nariz para esconder sus sollozos.
—Después de todo, el médico le proporcionó un ungüento gratis para aliviar el dolor —su voz no sonaba tan convincente.
—Eso significa que estás aquí por trabajo —miré por detrás de su hombro cómo nuestro jefe refunfuñaba al no vernos trabajar.
—Sabes que esto no es lo mío, pero debo de alimentar a mi familia y también llevarle los medicamentos a mi mamá —su suspiro pareció más como un reproche.
—Vamos, sino el señor Víctor nos tomará del cabello por no trabajar —lo decía de esa manera porque si no trabajábamos nos terminarían echando a patadas del lugar sin pagarnos el día.
Para Lou es difícil tomar un trabajo con mucho esfuerzo físico porque ella había sido criada para labores más simples y expuestos en el hogar. Antes de que su padre muriera, su madre y ella, elaboraban tejidos, telas y vestuario con lana de oveja; con eso ganaban demasiado dinero, que por lo menos de eso comían y vivían bien por un par de meses. Pero después del accidente de su padre, las ovejas tuvieron que ser vendidas y otras fueron directo a la estufa.
Desde ese momento, Roy, como único hombre de la casa, fue quien se encargó de las labores fuertes y de llevar a la casa aunque sea un poco de arroz o frijoles; ya que últimamente, hace un año exacto, la mamá de Lou se enfermó de pulmonía y aún la señora no ha llegado a recuperarse.
Me quedé mirando un momento a Lou. Ella trata de hacer lo mejor que puede, pero de todos los que la conocemos y estamos aquí trabajando, sabemos que ella no llegará muy lejos con este tipo de trabajo al ser uno de los primeros para ella.
Considero que mis habilidades han ido aumentando y a veces eso me garantiza a tener un mejor empleo que solo esté basado para hombres. Por otro lado, me alegro que a pesar de que existen necesidades que hacen falta en mi familia, agradezco que ni la muerte ni la enfermedad hayan llegado a tocar la puerta de mi casa aún, porque con solo ver el poco esfuerzo que Lou hace por su familia, me hace darme cuenta el gran corazón que ella tiene para mantener a salvo a su madre y su hermano.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola!!! Me emociona saber que estás leyendo mi novela en estos instantes, espero que te haya gustado esta primera parte y que a la vez te motive por seguirla leyendo cada vez que se encuentre un nuevo capítulo. Te agradezco por leerla y a la vez si votas o dejas un comentario.
Esta es de mis primeras novelas así que aun me encuentro en el momento de ser principiante, pero se que al paso del tiempo la novela se convertirá en mucho más de lo que espero y puedas esperar.
¡Que pases un lindo día!
X. Isabel Moz.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top