Epílogo
ADVERTENCIA: A partir de la mitad del capítulo encontraran la parte en que ellos llegan a tener su primera relación sexual. Así que nada más advertirles que si aún son menores de edad y no son capaces de leer esto. Solo sáltense esa parte para llegar al final. Están en todo su derecho de leerlo o no, pero esto sí, no me hago cargo de influencias o traumas próximos.
Les quiere, Isabel Moz.
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Camine a través de la arena mojada de la playa, estaba tan húmeda que mis pies hundían en ella haciendo que quedarán mis huellas; cuando el agua salada se acercaba a mí, corría hacia atrás y me alejaba como una niña pequeña, no es que no me quisiera mojar los pies sino que el agua empezaba a ser fría que casi me erizaba la piel.
Escuché las risas de Xavier detrás de mí, parecía disfrutar de mis juegos de niña inocente, que no podía ocultar tampoco su sonrisa cuando lo llegaba a ver; tomé el vestido para no patearlo para después caminar hasta el lugar donde él se mantenía sentado en la arena, al tenerlo a uno o dos metros de distancia, tuve un plan así que al inventar que me había tropezado con algo en la arena, caí encima de él para luego ambos reír y yo sentir como tomaba mi cabeza y adentraba sus dedos en mi cabello, lo miré a los ojos pero antes de que él fuera quien me diera un beso, yo fui quien beso su nariz para luego levantarme y salir corriendo.
Sin esperármelo, él salió corriendo detrás de mí, intentando alcanzarme pero yo siempre terminaba evadiéndolo, esta vez no tenía suerte por el hecho de que no llevaba puesto los zapatos y podía correr con ligereza; antes de poder esconderme entre unas palmeras, él me tomó de la cintura y dio unos pasos hacia atrás mientras yo pataleaba y me tragaba mis propias risas.
—Esta vez no escaparas.
Negué ante lo que me estaba diciendo para después sentir como me daba la vuelta y lo tomaba del cuello para acariciar su cabello y poner mi frente contra la suya.
— ¿Cómo es que estás coronas no se caen de nuestras cabezas?—Encogió los hombros mientras su risa se contagiaba con la mía.
—Las hacen a la medida de la cabeza de uno, eso hace que no lleguen a caer. Supongo—reí al darme cuenta que no sabía la respuesta.
El aroma a pescado frito llegó a mi nariz haciendo que tuviera los primeros síntomas de hambre y creo que Xavier al ver mi rostro, no fue quien se detuvo al tomar mi mano y guiarme al restaurante más cercano; tomamos nuestros zapatos que los habíamos dejado a unos metros para encaminarnos por el pequeño pueblo de la ciudad, como no queríamos que todos nos reconocieran que somos parte de la realeza de Nueva Erlanwood, nos quitamos las coronas y las pusimos dentro de una pequeña cartera que traía en mano, apenas cruzamos unos pasos, cuando ambos entramos al primer restaurante que nos encontramos; nos sentamos en una mesa donde se reflejaba la luz del sol en su atardecer como el ruido de las olas al chocar, apenas Xavier tomó la silla e hizo que me sentará para luego ser él quien lo hiciera, cuando una chica con un estilo de ropa muy hawaiano nos entregó las cartas del menú y de anticipo nos diera de bebida una agua de coco.
— ¿Qué vas a pedir?—escuché que me dijo Xavier.
—Lonja de pescado, ¿tú?—siguió mirando la carta.
—Una crema de camarones. —Dictó.
La chica anoto el pedido, nos dio la bienvenida y pronto se alejó para dejarnos a solas.
—Quiero que me expliques unas cosas. —Escuché que dijo Xavier.
— ¿El qué?—Dije.
— ¿En serio tuve una hermana?—una pequeña sonrisa salió de mí.
—Sí, se llama Stephene. Es dos años menor que tú y es como tu gemela, ya que ambos son iguales en físico. Pero de carácter es como tu padre. —Se quedó admirado con mis palabras.
— ¿Cómo la conoces?
Debía de explicarle todo de una manera lenta y que me llegará a entender. Sería difícil que él creyera que su hermana se aparecía en mis sueños para ayudarme a encontrar a la persona que le había hecho daño a su madre y que a su vez, ella siempre está ahí conmigo para apoyarme.
Me senté bien el silla y empecé a contarle toda aquella locura desde un principio, de cómo fue la primera vez que apareció en mis sueños, de que no sabía quién era, que luego la descubrí, que me contó su historia del porque se encontraba en aquel mundo, todo y todo fue lo que le llegué a comentar sin guardarme algún secreto, además no tenía intención de hacerlo, debía de saber la verdad de las cosas.
La comida de ambos llegó y yo seguía hablando pero él en ningún momento dejó de ponerme atención; tuve que cortar por un momento la historia para que la comida no se llegará a enfriar pero con solo ver su rostro sabía que necesitaba saber mucho más de lo que le estaba diciendo.
Todo lo que le decía fue parte de conocernos entre ambos, de todos modos prometimos que no habría secretos entre nosotros, que diríamos cosas que aunque no fuera tan creíbles siempre las revelaríamos y que contaríamos todo sobre nuestros gustos e incomodidades; esto es parte de que nos conozcamos y el matrimonio llegué a funcionar. No quiero que las cosas tomen otro giro y al tiempo nos lleguemos a arrepentir o terminemos dañados. Eso es lo que tampoco ambos no queremos, lo pensamos muy bien y por eso, lo hemos decidido de esta manera.
—No entiendo porque mi papá o mamá no quisieron decirme algo así—encogí los hombros.
—Solo quiero que llegues a saber que Stephene siempre ha estado pendiente de ti y de tu familia. —Asintió sonriendo.
—Una hermana, es increíble. Hubiera querido conocerla—le tomé de la mano.
—Es grandiosa pero un poco vanidosa—ambos reímos.
—Me lo imaginó, si dices que es como mi padre, es fácil de creer. —Comentó.
Observé que levantó la mano y le hizo una señal a la chica que nos atendió para pedirle la cuenta. Cuando la chica le dio la factura en un pequeño papel café claro, él rápido le dio una tarjeta de crédito haciendo que me asombrara y él no dejará de reír.
—Tú también tienes una, se me olvido comentarte.
Solo Dios sabe cuánto dinero tendrán esas tarjetas de crédito.
Cuando Xavier pagó la comida, ambos salimos del restaurante para dirigirnos a otro camino, ambos caminamos agarrados de la mano sin dejar desapercibido que algunas personas ya se habían dado cuenta de quienes somos pero muchas de ellas intentaron actuar de manera normal para no incomodarnos, lo cual se los agradecí. Varios niños se nos acercaron y nos pidieron fotografías, me sentía extraña pero a la vez, no le podía decir que no a los pequeños, por el hecho de que sus caritas me producían un amor por cada uno de ellos.
Después de las sesiones de fotografía, Xavier y yo entramos a un lugar en donde de nuevo nos aproximamos a la playa pero en un pequeño muelle había un señor en una lancha quien parecía esperarnos.
— ¿A dónde vamos?—le pregunté.
—Nos quedaremos allá. —Me señalo un lugar dentro del mar.
A lo lejos visualicé un barco no tan grande pero sí de esos que son alquilados por las personas para quedarse un par de días ahí. Casi los ojos se me salen del rostro como también mi mandíbula se pudo haber caído al suelo si no hubiera reaccionado pronto a lo que estaba mirando.
— ¿Qué?
—Sí, es en serio. —Dijo riendo al ver mi rostro. —Ven, que nos están esperando.
Caminamos hasta el muelle y ambos entramos a aquella lancha que nos llevaría hasta el barco, saludamos a aquel señor y pronto no tardó en darle motor a la lancha para sentir como esta comenzaba a entrarse por el mar; era casi uno o un kilómetros y medio donde se encontraba de distancia la el barco de nosotros; pero como la lancha fue rápida no tardamos en llegar en un par de minutos haciendo que Xavier le agradeciera al señor y me hiciera bajar primero a mí para ir subiendo las escaleras del barco que ahora de cerca parecía enorme.
— ¿Es tuyo?—le pregunté al estar detrás de mí.
—Mmm, alquilado. Pero si quieres uno...—le interrumpí.
—No, solo fue una pregunta—le dije al ver sus intenciones.
Empecé a subir las gradas del pequeño barco que Xavier ha alquilado, es una enorme locura que nuestra luna de miel sea tanto en Hawái y ahora que en vez que la pasemos en un hotel o algo parecido, sea en un barco que está en flote. Mi mirada va desde las luces lejanas donde se puede apreciar la ciudad de la isla hasta la lejanía en donde el mar sigue prosiguiendo; apenas camino unos pasos cuando veo el contenido del barco desde la ventana de vidrio, por dentro puedo apreciar unos muebles muy cuidados y limpios, las pinturas de adentro parecen no ser copias de las verdaderas y la enorme lámpara que ilumina el salón debe de costar una fortuna.
Xavier se sitúa a mi lado y del bolsillo de su short, empieza a sacar una llave de la cual pronto la pone en la cerradura de la puerta y la hace girar hasta que esta se abre y primero me hace una señal para que yo sea la primera que ponga un pie en aquel lugar. Con timidez, comienzo a entrar hasta ver como él cierra la puerta y camina hasta un mueble para dejar las llaves, luego desaparece por otro salón en donde se escucha el chocar de unos vasos o copas de vidrio contra otros; pensé mejor en moverme de aquel lugar pero mis pies pedían un pequeño descansó, así que me senté en uno de los sillones modernos para quitarme los zapatos de tacón y tirarlos a un lado para que nadie se tropezara.
La idea de lo que suceda ahora no sabía si me daba miedo o me provocaba una sensación nerviosa de todas las cosas que llegaba a pensar en mi cabeza siendo algo bueno o malo. Apenas podía controlar mi cordura al ver el aspecto de Xavier para ahora imaginarme de lo que algunas veces intentamos, al final, terminara por suceder. Mi mano acaricia mi cuello y trago hondo al ver que él cruza la puerta con un vaso con agua, se me queda viendo detenidamente para después sonreír y acercarse a mí.
— ¿Te encuentras bien?—Relamí mis labios.
—Sí, solo que... me tomaste de nuevo por sorpresa lo del barco. —No quise decirle la verdad de las cosas por vergüenza.
—Bien. —Beso mi frente. —Si te sientes cansada podemos irnos a dormir.
Enarqué mi ceja y observé como se levantó para cruzar otro salón en el que dejó la puerta abierta; giré varias veces mi cabeza a los lados queriendo comprender sus palabras, no negaba que me sentía cansada pero sabía que esta sería nuestra noche, me lo había mentalizado varios días de los cuales creía sentirme preparada para lo que sucediera pero ahora Xavier se iba y me dejaba en dudas de nuestra propia noche; negué con mi cabeza y pronto me levanté de un saltó para caminar por el mismo lugar en donde él se había terminado por marchar.
Tenía preparado decir unas palabras cuando me detuve de golpe al ver como aquella habitación no estaba alumbrada por luces eléctricas si no que por unas candelas que estaban puestas en diferentes lugares de la habitación, el olor a fresas llegó a mi nariz y todos los pétalos de rosas rojas que se encontraban en la alfombra hicieron que me quedara admirada y petrificada a la vez. No podía creer todo lo que estaba mirando en aquella habitación, parecía irreal o como si todo estuviera conformado por un sueño.
Di un pequeño salto cuando los labios de Xavier se posicionaron en mi cuello y pronto su beso bajo hasta mi hombro; mi piel se erizo y casi mi respiración se empezó a entrecortar haciendo que cerrará los ojos y me dejará llevar por esa sensación.
—Sí no quieres que esto suceda, me puedo detener ahora mismo—susurró cerca de mi oído.
Mi voz no salía de mi boca, intentaba decirle que quería esto, que había esperado mucho tiempo para imaginarme este pequeño suceso aunque a veces fuera vergonzoso imaginar ciertas cosas. Mis mejillas empezaron a arder y sabía que el color rojo ya se encontraba esparcido por todo mi rostro; me mordí el labio para después, darme la vuelta y verle a los ojos; sus ojos parecían encontrarse un poco dilatados ya que su pupila se encontraba más grande de lo normal como también hay un cierto brillo en sus ojos de los cuales no puedo dejar de pasar desapercibido.
Me acerco a él y lo tomó de las mejillas para darle un suave y lento beso que pronto hace que tomé la iniciativa y me tomé de las caderas, me atrae a su cuerpo y pronto siento como su cuerpo ya se encuentra con el mío.
Nuestras bocas se liberan un instante para tomar aire, siento como mi corazón late tan rápido cuando mis pies empiezan a retroceder pero sin alejar el cuerpo de Xavier de mí, mi mano aún permanece en su cuello y apenas siento como termino de chocar contra la cama cuando doy un respiro y le doy un corto beso en los labios.
—Hazlo Xavier. —Le murmuré.
No es que todo esto se basará en darle permiso de que sus manos empezaran a acariciar todo mi cuerpo, sino que esto se trataba en no tener miedo, en sentirme segura a su lado y de darme cuenta que esto no es un error, porque ahora, le estaré entregando a él, no solo mi cuerpo, sino que mi alma y mi corazón.
Xavier no intenta dejarse llevar solo por el placer que le invade todo su cuerpo, sino que sabe controlarse a su manera.
No dejó de ver mis ojos cuando dos de sus dedos de su mano derecha tomaron el tirante de mi vestido y lo fue deslizando por todo mi hombro, el rocé de sus dedos en mi piel provocaron una pequeña llama que avivó mis sentidos y provocaron que mi piel se erizara a ese pequeño contacto del cual empecé a sentirme extraña; la tela del tirante cayó a un lado y pronto sus labios se encontraban en mi cuello, derramando besos de los cuales me dejaron ir unos suspiros mientras ponía mis manos en su espalda; cerré los ojos cuando sus labios rozaron la piel de mi de cuello, de mi hombro y de mi clavícula.
Trague hondo, cuando sus manos se fueron directamente al cierre de mi vestido, ya que mientras él me besaba mis labios, fue bajando el zipper que hizo que pronto su mano ya estuviera tocando la piel de mi espalda. Podía decir que mi piel se encontraba fría, quizás por los nervios que tenía en ese instante, ya que su mano la sentí tan cálida que fue como un pequeño toque abrazador que contempló cada lugar de mi cuerpo.
Baje mis brazos para que los tirantes del vestido saliera de ellos y cuando eso sucedió, empecé a tocar uno de los botones de la camisa de Xavier, casi puedo decir que no me di cuenta cuando el vestido ya había terminado de caer por mis pies y apenas con la luz de las candelas, mi cuerpo ya se contemplaba desnudo.
Mi timidez de ser mirada por un hombre de esta manera por primera vez, provocó que cubriera mis pechos con mis manos mientras el rubor de mis mejillas se intensificaba cada vez más; pero al parecer a Xavier, no le importo eso, tomó mis brazos e hizo que quitara mis manos de aquel lugar para ponerlas entrelazadas en su cuello. Podía escuchar como su respiración se volvía agitada cada segundo más y de cómo su mirada grisácea contemplaba mi cuerpo sin hacer algún gesto expresivo.
Si no fuera porque lo conocía bien por una parte, diría que en este momento no se estaba sintiendo nervioso, apenado y con miedo al seguir con lo suyo. No lo culpaba porque yo me encontraba en la misma situación y más porque ambos teníamos miedo de tocar un punto débil de uno de los dos que no podía provocar alguna incomodidad o que llegase a romper aquel momento.
No tenía pensando en quedarme para siempre inmóvil mientras él se detenía a pensar si seguir tocando todas aquellas partes de mi cuerpo que nunca se imaginó tener; simplemente, me acerqué a él y en puntillas tuve que agarrar con mis dientes su labio inferior para después morderlo y llegar a jalarlo para que me besara; a pesar de solo tener mis bragas, me tuve que apegar a su cuerpo para poder tomar sus manos y ponerlas en mi cintura.
Me sentía avergonzada pero algo en mi cabeza me dijo que no debía porque estarlo, si este solo es el comienzo de lo que será de las muchas veces que nosotros estaremos juntos como pareja.
Una de sus manos empezó a subir desde mi cadera hasta mi espalda mientras seguía dejando besos por varias partes de mi cuerpo, agarré fuerte su camisa, cerré los ojos y gemí, cuando su otra mano se dirigió a mis muslos.
Mordí mi labio y dejé que nuestros cuerpos cayeran en la cama, él se encontraba encima de mí y aunque mantuve cerrados mis ojos durante varios segundos, los abrí para luego hacer que mis manos empezaran a desabotonar su camisa, no dejaba de sentir como sus manos iban de un lado hacia el otro, podía decir que hasta parecían que no querían dejar ni una sola parte de mi cuerpo sin tocar.
Hice su camisa hacía atrás y él me ayudo a quitársela para después yo recorrer mis manos por su musculosa espalda; parece que últimamente mi esposo ha estado haciendo ejercicio, ya que la última vez que había tocado su espalda no se encontraba de esta manera de como la tiene ahora.
De nuevo, sus labios tomaron los míos pero pronto dejó ir un gemido cuando su pecho rozó con mis senos. Fue una extraña sensación que casi hizo que también gimiera y tuviera la idea de que se volviera a repetir, pero como siempre, mi esposo tiene otros planes para ambos.
Xavier empezó a bajar más sus besos, ahora ya no solo se basaba en mi cuello o en mi clavícula sino que fue bajando cada vez más, beso la separación de mis senos, luego mis costillas, mi estómago, mi vientre y derramo besos en mis piernas que fue inevitable no retorcerme del placer, para luego gemir y apuñar las sabanas con mis manos.
—Xavier...
Gemí su nombre en el momento en que beso uno de mis senos, casi me provocó tragar una enorme bocanada de aire para no seguir sintiendo un cosquilleo por mis piernas.
Tomé el cinturón de su short y empecé a desabrocharlo junto con los botones de este mismo; baje el cierre y con un poco de ayuda de mis pies, fui bajando esa prenda de su ropa que ya no le haría falta.
La sensación de su boca en mis pechos me estaba volviendo loca, tanto que mis piernas se juntaron más a su cintura y mis manos empezaron a arañar su espalda.
—Kiara... no puedo más.
Sabía a lo que se refería pero tenía muchas dudas de miedo que no sabía a qué verdad me llevarían cada una de ellas.
—Prometo no lastimarte, ¿sí?
Mire a Xavier y pude ver como su cuerpo había empezado a sudar, de cómo sus ojos se han tornado en un gris oscuro y de cómo sus labios se encontraban muy rojos al besar a cada momento los míos. Debía de confiar en él, sé que no me llegará a hacer dañó y más porque sé que sus intenciones son buenas.
Asentí con la cabeza para después sentir como sus dedos rozaban mi cintura hasta llegar a la parte de lado de mis bragas, sentí como la tela fue bajando y rozando mis piernas hasta sentir como esta terminaba por desaparecer; mordí mi labio y también hice el mismo proceso con Xavier, solo que yo, apenas pude tomar el elástico de su bóxer para bajarlo un poco y ser él quien me ayudara a bajarlo.
Volvió a besarme mientras una mano mantenía acariciando mi seno y la otra sostenía mi espalda; no dejaba de susurrar su nombre en los pocos suspiros que daba cuando su boca se separaba de la mía; a la vez, deje salir unos cuantos gemidos que ya no había nada que los detuviera.
Estaba tan perdida en todas esas sensaciones, colores, olores y placeres que hubo algo que empezó a hacer que diera otro gemido mucho más grande y me acorralara en el cuerpo de Xavier; pero ese pequeño movimiento solo hizo que algo entrara más pronto y a fondo en mí para después adentrar mis uñas más en la piel de la espalda de Xavier.
—Con cuidado, cielo.
Xavier se movió un poco más y fue entonces que sentí de manera más propia e inmediata como él salía y entraba en mí de una manera lenta que hizo que gimiera y cayera de espaldas en la cama.
Mordí mi labio y cerré los ojos, fue en ese momento que me di cuenta que todo estaba hecho. Había terminado de perder lo más valioso de mi cuerpo al hombre que nunca pensé amar tanto, aquel hombre a quien amaba incondicionalmente y quien estaba siendo cuidadoso conmigo. Miré a Xavier y él seguía moviéndose mientras de su boca salía un par de gemidos haciendo que cerrara varias veces sus ojos, por la sensación que le provocaba invadir mi cuerpo.
Lo tomé de las mejillas y pronto hice que sus labios estuvieran junto con los míos, aquella sensación de ser llenada y de estar completa no se marchaba de mi cuerpo y no solo eso, me hacía sentir bien.
—Te amo Kiara.
Gemí al sentir como de nuevo fui llenada por Xavier y de como él empezó tener unos nuevos impulsos que casi me dejaban sin aire en el momento que me decía aquellas palabras que casi hicieron que mi corazón se saliera de mi pecho.
—Ahora soy toda tuya, Xavier. —Él fue el siguiente en gemir cuando dije aquellas palabras.
Siguió moviéndose de una manera más rápida que casi el cosquilleo de mi cuerpo volvió a aparecer, haciendo que abrazará su cuerpo y cerrará los ojos al sentir más de cerca ese placer satisfactorio que casi me estaba llevando más allá de la galaxia.
Ya ninguno de los dos podía controlar su cuerpo, simplemente, dejamos que las cosas sucedieran como debían ser.
Dejé ir un grito cuando él se sostuvo de la cama para no caer encima de mí; nuestras respiraciones se encontraban agitadas y nuestros cuerpo sudados. Ninguno se movió, no sabíamos el por qué pero la verdad parecía que queríamos que nuestros cuerpos siguieran juntos.
—Ahora también soy todo tuyo—besó mis labios de una manera lenta y sencilla.
Me abracé a su cuerpo mientras seguía besándome, mis piernas terminaron por envolver su cintura para luego sentir, como de nuevo quería que las cosas sucedieran pero antes quería expresarle mis sentimientos sobre lo que había pasado.
—Te amo Xavier.
(...)
Empecé a abrir mis ojos, me sentía un poco cansada y de cómo mi cuerpo parecía encontrarse un poco débil. Creía que con solo levantarme y darme unas estiradas podía calmar ese dolor pero no fue así; antes de poder sentarme visualicé un brazo a mí alrededor y luego de ello, una sonrisa apareció en mi rostro haciendo que mis mejillas se sonrojaran en pensar lo que sucedió la noche anterior entre Xavier y yo.
Mordí mi labio y lo mire de una manera curiosa, sus ojos se mantenían cerrados y su cabello desordenado hacia que se viera de una manera tan sexy; no quería despertarlo así que solo levanté un poco su brazo para deslizar mi cintura fuera de él y así poder salir de su agarré.
Cuando sucedió solo me levanté y busqué mi ropa entre todo el desorden que había en la habitación, dejé ir un suspiro al darme cuenta de que solo hicimos un caos en aquel lugar y que me daría vergüenza que las personas propietarias del barco se dieran cuenta de lo que hicimos. Tuve que buscar mis bragas para ponérmelas y luego agarrar la camisa blanca de Xavier y ser la siguiente en ponerla encima de mi pequeño cuerpo.
Me quedaba demasiado grande para decir la verdad, pero aún hice caso omiso al tamaño; me dirigí al baño y lave mi rostro, para después secarlo con una toalla y de esta manera salir a la cubierta del barco.
No sabía que horas eran pero con solo ver el sol bien posicionado en el centro del cielo, me indicaba que podían ser más de las 12 del mediodía, hacía un calor que en específico daban ganas de darse un baño en la playa, pero en mi condición creo que aún debo de esperar un poco para usar mis piernas, ya que parecía que estás aún seguían un poco adoloridas y a la vez temblorosas.
No me quejo de nada de lo que sucedió anoche, ya que fue mejor de lo que yo podía haber pensado e imaginado. Además, parezco una demente al creer que aún siento las yemas de los dedos de Xavier rozar mi piel, unas sonrisas se escapan de mi boca y me doy cuenta que parezco una tonta sonriendo en la nada, no es que lo sea simplemente acabo de experimentar algo a lo que creía que sería doloroso algo que fue pasional.
—Me encanta tu sonrisa—miré hacia atrás.
Negué riendo cuando Xavier se fue acercando a mí, achinaba sus hermosos ojos grises por los rayos del sol que le caen directamente en el rostro; cuando llegó hasta mí, me tomó de la cintura y me dio un corto beso en los labios haciendo que me encogiera.
—Buenas tardes—dijo con burla.
—Buenas tardes—le respondí con el mismo tono.
Con solo vernos y acariciarnos bastaba para saber que nos decíamos una y mil palabras; pasé mi mano por su cabello para arreglarse mientras él me dejaba besos en el cuello que me provocaron unas cuantas cosquillas; parecía que era insaciable pero en realidad, ese es su modo de expresarme lo mucho que me ama y además no quería que se detuviera.
Me alzó a sus brazos y me posicionó en el barandal del barco, daba gracias que es un poco grueso, sino hace unos segundos hubiera caído en el mar.
—Qué te parece si vamos a visitar la ciudad, compras algunas cosas para tu familia y luego te ¿parecería bucear para ver los corales?—Creo que mi sonrisa se hizo grande al escuchar eso.
— ¡Sí! ¿Crees que podemos ir uno de estos días a nadar con los delfines?—le suplique.
—Claro que si cariño, todo lo que tú quieras—beso el dorso de mis manos.
Si seguía cumpliendo mis sueños creo que empezaría a aprovecharme de él. Bueno, lo dudo, sigo siendo consciente de lo que gastamos es más de lo que yo hubiera llegado a imaginar que sería mi luna de miel.
—Vamos o se nos hará tarde. —Me tomó de la mano.
—Xav, despacio...—lo detuve.
— ¿Te sucede algo?—reí al ver su rostro palidecer.
Me acerqué a él y besé sus labios de una manera lenta y suave; por el momento será mejor que no se enteré del dolor de mis piernas; de todas formas debía de haber sucedido pero no me arrepiento de nada.
—Nada, solo que no quiero que vayamos de prisa—sonrió.
—Bueno, tienes razón. Tenemos todo el tiempo del mundo solo para los dos.
—Exacto.
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Pos, hoy sí se termino la novela 😭 solo espero que el epílogo no las haya dejado traumad@s ya que intente no ser tan explicita como a veces suelo ser.
La sorpresa que les tengo es que les daré unos extras de lo que sucederá ahora en la vida de Xavier y Kiara. Así que con solo eso espero que les emocione saber más de lo que ocurrirá en sus vidas y con eso ya sabrán lo que sucederá luego y por supuesto que no salió en el epílogo.
Los extras llevarán el nombre de: "De Princesa a Reina" así que espero que les encante. Lo que encontraran primero ahí, serán las preguntas que les conteste, ya a partir de la otra semana comenzaré a ponerles capítulos acerca de la historias que van sucediendo en el nuevo gobierno de Xavier y Kiara; así que esperenlo con así.
Les quiere, Isabel Moz.
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