Capítulo 9
Una fuerte lluvia azotaba a Becles Georgia, era difícil poder ver por la ventana de al lado las calles o los árboles que se encontraban en la zona, por la neblina y el chaparrón de agua que cubría el pavimento, estaba aburrida y a la vez tenía frío por el aire acondicionado que propagaba el auto para que los vidrios no se empañaran, dejó ir un suspiro y cierro un momento los ojos al recordar que Lucas había ido a mi habitación a amenazarme, estaba aún aturdida con la situación que no dejaba de pensar en cómo había entrado en mi habitación y de como nadie del personal del hotel lo había observado; Xavier no sabía de eso como Neil, no quería que ambos se llegaran a dar cuenta del susto que me había traspasado el cuerpo aquella noche, al sentir como las manos de Lucas habían tornado un poco mi cuerpo; esa experiencia no desaparecería fácil de mí y más porque quizás lo vuelva a ver más adelante.
Es difícil tener que ocultarle otro secreto más a Xavier, sé que él confía en mí así como yo confió en él, en ningún momento, hasta ahora, él me ha ocultado algo con respecto a su vida y yo, sigo guardándole demasiadas cosas, que cada día me decepcionó más de mí; no es quiera hacerlo pero con solo saber que Lucas solo me provoca para que Xavier salga herido, hace que mi sangre hierva de la furia.
Quería que todo esto ya terminará y no habló de la competencia, sino que habló de todo. De encontrar a esa persona que asesinó a la reina Valentina, de saber porque Avery me odia tanto o de qué planea Lucas contra Xavier. Tenía tantas cosas por las cuales saber que el poco tiempo que me quedaba era limitado; estaba cansada con cualquier cosa, que lo único que deseaba era poder ser feliz un momento en mi vida.
Un golpe fuerte, hizo que diera un pequeño saltó en el asiento del auto hasta golpearme la cabeza con el tapiz del techo, para luego abrir los ojos y me terminará de acariciar la cabeza por el dolor; Neil me sostuvo y revisó si no me había pasado nada grave; y al no ser así, se levantó y abrió la ventanilla que separaba al chófer de nosotros, para después hablar con él.
—Señor Waze, tenga más cuidado. —Le dijo él al chófer.
No pude escuchar lo que le respondió el chófer a Neil por la lluvia que seguía cayendo de una manera fuerte en todas las ventanas del auto así como también el estruendo de los truenos y rayos hacían que unas cuantas veces me quedará sorda.
Le di una mirada a Avery y a Cooper quienes estaban sentados al lado contrario que Neil y yo. Podía ver como ella dormía en el hombro de su tutor mientras que esté, mantenía una charla, por lo que parecía ser interesante con una persona, ya que desde que salimos del hotel, no ha dejado de teclear varias veces el celular.
Se escuchó el ruido de un celular que al parecer no era el de Cooper, luego observé como de la ventanilla en donde se encontraba Neil hablando con el chófer, salió un celular, donde, él al tomarlo, empezó a hablar con alguien.
— ¿Hola?—Pronunció él— ¿Su majestad? Sí, soy Neil. —Abrí mis ojos y le puse atención a él—Sí, todos estamos bien, un poco cansados por el viaje, pero todo bien. —Cooper fue el siguiente en dejar el dispositivo móvil para ponerle atención a Neil. — ¿Seguro, majestad? Bueno, creo que a nosotros no nos importaría quedarnos ahí si no es de mucha molestia. —Se rascó el cuello con nerviosismo. —Bien, le diré al señor Waze que se desvié y tome la ruta más cercana, gracias su majestad.
Neil colgó el celular para dárselo de nuevo al señor Waze y así darle las indicaciones, que el rey Arturo pareció darle; de nuevo Neil se sentó a mi lado y observé como Cooper se movía de su asiento, dejando a Avery soñolienta en el momento que hacía que se durmiera el respaldo del asiento del auto.
— ¿Que dijo el rey?—pregunto Cooper.
—Nos desviaremos a Highland, ya que parece que la tormenta no sedera, así que el rey encontró una familia que nos puede dar techo un día mientras la lluvia desaparece. —Informó Neil.
— ¿Highland? Pero, ¿eso no está entre la frontera de la clase alta y media?—Neil asintió.
—Sí. —Respondió cortante Neil.
— ¿Por qué no cruzamos de una sola vez a la clase media?—Neil encogió los hombros.
—El rey dio órdenes, Cooper. No soy quien dirijo sus decisiones, además dice que el río que cruza en el territorio de la clase media, se ha desbordado y no hay paso, hasta que el agua haya bajado, podemos seguir con el camino. —Cooper parecía tenso ante la idea.
Cooper no volvió a discutir sobre el tema, solo se revolvió el cabello con molestia para regresar al lado de Avery quien hace buen tiempo escuchó la conversación en que ambos tutores de nosotras tenían.
El conductor del auto, tomo otro rumbo diferente al que íbamos, las calles se volvieron más oscuras y la neblina empezó a empañar más el vidrio de la ventana, tracé un par de dibujos con mi dedo en la ventana para no aburrirme tanto y así seguir pendiente del recorrido; a la hora, empecé a darme cuenta que subíamos un sendero, parecía ser que la casa en donde nos vamos a hospedar por una noche, quedaba a lo alto de una colina, se veía muchos árboles grandes afuera como también, observé el reflejo de arbustos y por si fuera poco de algunas pocas estatuas. Cuando abrieron el portal de la casa, entramos primero a un jardín y luego el chófer giro su auto en una fuente para quedar cerca de los escalones que se dirigían a la puerta de la casa.
Unos par de mayordomos corrieron con una sombrilla hasta el auto, donde al abrir la puerta primero hicieron que Avery saliera y el siguiente fuera Cooper; por los vidrios polarizados de la ventana, no podía ver con claridad el color de todo lo que se encontraba afuera, así que al salir y ver como un mayordomo me ayudaba a bajar del auto y acompañarme hasta la entrada, me fije que todo me parecía conocido, no sabía de dónde pero estaba segura que en otro lugar había visto la misma modernidad y arte que tenía la casa y su alrededor.
Al entrar, unas mucamas me ofrecieron una toalla por aquellas gotas de agua que habían caído en mis brazos, con curiosidad, le puse atención a toda la arquitectura que tenía la casa, todo parecía haber sido diseñada en la época victoriana y más por los colores que contenía adentro, la lujosa sala estaba vacía y solitaria, tuve que contenerme un par de veces para no ir a descubrir cada pasillo o cada rincón de la hermosa casa.
—El rey nos espera en el salón de arriba. —Anunció Neil.
Camine al lado de Neil mientras que los mismos mayordomos que nos habían ayudado a ambos nos dirigían hasta aquella habitación donde el rey Arturo hablaría con nosotros; cuando llegamos a la puerta, antes de tocar, la puerta se abrió por si sola y nos encontramos al rey Arturo, a Xavier, Cooper y Avery en el mismo lugar, Neil y yo entramos para después acomodarnos en los asientos sobrantes y antes de que uno de nosotros dijera algo, el rey empezó a hablar.
—La familia Cáceres se ha ofrecido para darnos hospedaje esta noche en su casa, sí mañana deja de llover, a primera hora, estaremos de marcha para ir a la clase media y así continuar con la competencia. —Menciono el rey.
¿Familia Cáceres? Intente no mostrar mi miedo y sorpresa al escuchar ese apellido, esperaba que no fuera esa familia que yo creía que fuera, iba a ser demasiado para mí convivir bajo el mismo techo con la familia que le hizo daño a mis padres y dejó una enorme marca en mi cuerpo aunque solo sea invisible y mental.
Se abrió la puerta de la sala y de ella entraron dos personas.
Me quedé sin aire al ver aquel hombre y aquella mujer que al verlos se encontraban estables y sonrientes al tener la presencia del rey en su hogar; un golpe en mi cabeza provocó un dolor en todo mi ser, haciendo que tuviera que sostenerme bien del sofá para no caerme. El rostro de ese hombre no había cambiado en nada pero por más que quería pensar que todo esto era algo irreal, de nuevo otras de mis pesadillas estaba sucediendo.
No podía olvidar al hombre que estuvo a punto de matar a mi padre, quien le arruinó la vida y provocó un fuerte golpe a mi familia. Estaba claro que él se encontraba en perfectas condiciones, parecía ser el ejemplar de un hombre llegando a la vejez, como también de esas personas que aparentan ser buenas mientras que cuando le das la espaldas, está a punto de apuñalarte; no podía creer que esa persona que parecía ser buena y honrada, era solo el reflejo de un mal en este mundo.
Tuve que dejar de verlo para tomar aire y repetirme en la cabeza que me tranquilizara, no podía reaccionar de una manera inmediata con esa persona que desde pequeña creó un odio en mí por lo que le ocasionó a mi familia. Era difícil en no pensar en el pasado pero ahora todo volvía a mí.
Pero empecé a sentirme tan mal que mis ojos dejaron de ver con claridad para ver borroso y por su fuera poco el mareo que empezó por ser pequeño ahora cada vez empezaba a hacerse más grande. Cuando entro y empezó a saludarnos uno a uno, al llegar a mí se detuvo, me dio una mirada sorprendida para luego evaluarme hasta que me extendió su mano, apenas pude ver como sus labios se movieron hasta que yo sentí como mi cuerpo se debilitó y deje de ver todo con claridad para ver la oscuridad.
(...)
— ¿Kiara? Reacciona por favor.
Fui abriendo de manera lenta mis ojos hasta que lo primero que mi nariz detectó fue el olor a alcohol muy cerca de mí, Xavier se encontraba a mi lado con un frasco de alcohol cerca de mi olfato, mientras que yo me encontraba sentada en el sofá, me dolía un poco la cabeza y apenas podía reaccionar a lo que estaba sucediendo.
— ¿Estas bien?—Dejé ir un gruñido de dolor.
— ¿Qué me pasó?—le pregunté.
—Te desmayaste en el momento en que el señor Cáceres se presentó contigo. —Empecé a recordar todo.
No dije nada para no seguir respondiendo las próximas preguntas que Xavier tendría de mí.
— ¿Se encuentra mejor, señorita Leaky?—Apareció el rey.
—Un poco, me siento algo mareada. —Me toqué la cabeza.
—Te diste un buen golpe con el suelo. —Comentó Xavier.
—Quizás es porque no ha cenado su majestad, ¿qué le parece si pasamos al comedor?—Apareció detrás del rey Arturo ese hombre al que no confiaba en nada.
—Muchas gracias Albert. Creo que la señorita Leaky lo necesita. —El rey espero que me levantará.
—Vamos, Kiara. —Xavier me ayudó.
Mientras todos nos dirigíamos al comedor de aquella casa, no dejaba de pensar en el impactó que me provocó al ver aquel señor que ni siquiera se merecía que lo tratará con tanto respecto; estaba tan mal emocionalmente, que no podía dejar de pensar en lo que podía suceder aquella noche. Tenía miedo de todo pero más en revivir momentos antiguos.
Cuando llegamos al comedor, todos nos sentamos conforme en como lo hacíamos en el castillo, así que al ver que todos esperábamos la comida, el rey Arturo, Xavier y el señor Cáceres junto con su esposa empezaron a hablar sobre la tormenta y la competencia, a lo cual yo no le puse tanta atención hasta que llegó la comida.
No deseaba comer nada de lo que estaba en la mesa pero la mirada que me daba el rey, estaba claro, que esperaba que yo probará aunque sea un bocado de alguna carne o ave que estaba en las bandejas de comida, pero no, estaba resistiendo para no tocar la comida, aunque pasara toda la noche hambrienta, no pellizcaría ni la comida; estaba disgustada, no quería estar ahí.
Pero tampoco quería protestar como una niña pequeña que se queja de su incomodidad, estaba claro que debía de cerrar mi boca y solo obedecer, no quería tener una pelea con el rey Arturo, estaba tan cansada de todo lo que ha sucedido, que discutir con alguien no está en mis planes en la noche, además, de que me serviría, el rey puede enterarse más sobre mi pasado y de mi familia y no era propio de mí, andar comentándole a toda persona sobre mis desgracias de la vida, apenas había tenido la corazonada de decirle a Neil para que ahora otra persona lo sepa, de todos modos, no tengo excusas que poner sobre mi comportamiento ignorante y cortante, está más que seguro que el rey se habrá dado cuenta que el ambiente en donde me encuentro no me gusta y no intento complacer a nadie para que me agradé.
Solo miro como los demás siguen comiendo hasta que escucho un sonido extraño a mi lado, así que al ver de reojo me encuentro con el rostro de Avery, quien al parecer ha empezado a sudar y a la vez a ponerse tensa; estoy pensando que quizás la comida le ha caído mal, pero los demás comen con demasiada normalidad que me imaginó que algo le sucede a Avery.
Un gemido fue lo que hizo que esta vez sí me empezará a preocupar, se puso de repente tan blanca como la nieve que no me quedó tiempo en analizar bien las cosas, cuando soltó el tenedor, se levantó rápido de la mesa y salió disparada como una bala hacía fuera del comedor, todos se quedaron viendo tal escena que no encontraron una explicación al asunto, así que, a pesar que no me convenía ir detrás de Avery, termine por hacerlo; la seguí lo más rápido que pude y cuando entró en la habitación donde ella se quedaría, solo escuché varios gemidos y luego gruñidos de dolor y fastidio.
Abrí la puerta de su habitación con cuidado y al ver que no estaba ahí sino que en el baño; así que con pasos silenciosos me acerqué a la puerta y aunque no estaba segura de lo que iba a hacer, abrí un poco la puerta y observe como ella se encontraba tirada en el piso, mientras se agarraba de la pared y vomitaba en el inodoro.
Dejó ir un par de maldiciones y tiro de la palanca del baño para que el agua limpiara lo que ella había desechado de la boca; observe como ella se pasó la mano en su cabello y luego cerró los ojos mientras intentaba que su respiración volviera a la normalidad.
Antes de poder retirarme, alguien me tomó del brazo y me dirigió hacia la puerta, donde antes de poder salir, tire de mi brazo y observe que se trataba de Cooper.
— ¡Vete, Kiara!—Me dio unos empujones para que saliera de la habitación.
Me toque la cabeza y mire de nuevo la puerta del baño. Algo sucedía y sabía que Cooper tenía la intención de que nadie se diera cuenta de lo sucedido.
—Bien, me iré. —Salí de la habitación y me aleje de ella para ver como Cooper entraba y cerraba la puerta con llave.
Volví al comedor y me senté en mi lugar para ver como todos me miraban detenidamente y esperaban que le diera una explicación pero preferí quedarme callada y esta vez, cerrar mi boca con la comida que había en el plato. Quizás solo así, me dejaran en paz.
(...)
Seguí columpiándome en el asiento del jardín, mientras miraba la lluvia caer, el cielo seguía permaneciendo gris y la tormenta de lluvia con aire azotaba todas las hojas de los árboles provocando un remolino de hojas caídas.
— ¿Qué te sucede?—Mire como Xavier se sentó a mi lado.
—Nada. —Le di una sonrisa corta.
—No me vengas con mentiras, te conozco y me he dado cuenta que no te sientes bien, estando aquí.
Me rasque los ojos y me permití no llorar, no quería que Xavier me compadezca con mi pasado, lo único que deseo, es poder irme y no pensar en aquellos recuerdos dolorosos en los que observe a mi padre con heridas en su cuerpo o casi agonizando del dolor en la noche cuando él y mi madre pensaban que todos dormíamos, mientras que yo lloraba bajo las sábanas de mi cama y me mordía la mano para no lanzar sollozos de dolor.
— ¿Kiara?
Se me cortó el aire en el momento en que reviví esos momentos que seguían siendo una cicatriz en mi cuerpo aunque no fuera yo quien lo viviera.
~~~
— ¿Papá? ¿Qué te pasa?
Mis manos se pusieron encima de las suyas mientras observaba como me devolvía el gesto con una sonrisa triste; tenía una cortada en el labio y un moretón debajo del ojo, pero lo que más me preocupaba era que solo podía erguir la espalda y no podía ponerse recto. Tenía una cortada en la mano que pareciera habérsela hecho con algún objeto filoso, pero en el dorsal de ambas manos había varias cortadas, estaban abiertas y aún seguían sin sanar. Mis manos repasaron cada línea y mi piel se erizaba al sentir la profundidad de la herida, quería llorar pero no me lo permití, mi papá no debía de verme débil, él necesitaba que su hija fuera fuerte como un roble.
—Ven aquí.
Alcé mis brazos y él me cargo hasta ponerme en sus piernas y luego abrazarme, mis ojos picaban para que yo liberara mis lágrimas pero de nuevo las detuve, cuando escuché los sollozos de mi papá, me separé de él y observé como sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas pálidas, lo mire con tristeza pero me acerqué a él y con mis pequeñas manos sequé cada una de sus lágrimas hasta hacer lo que mi mamá hacía conmigo, le canté una breve canción a mi papá mientras acariciaba su cabello, algunas palabras se me dificultaba decirlas pero eso no me impidió seguir con la canción hasta llegar a su fin.
—Gracias mi pequeña flor de loto. —Mi papá dejó ir una de las más bonitas sonrisas del mundo y eso fue lo único que me reconforto esa noche.
~~~
— ¿Kiara?
Mis lágrimas seguían cayendo una tras otra, intentaba no recordar el pasado pero todo se volvía negro cuando pensaba en todo el sacrificio que mi papá había hecho por todos nosotros. Sufrió y sentía que todo ese peso recaía en mí aunque no fuera la culpable, pero al recordar sus heridas sentía como si en verdad, yo las tuviera.
—Xavier... el señor Albert... él...—No sabía cómo decirle la verdad. —Fue quien le arruinó la vida a mi papá.
Xavier abrió más grande sus ojos dejándome ver sus pupilas, parecía estar demasiado sorprendido para no creer mis palabras, pero eso no significó, que lo que yo le dijera fuera algo anormal, en mi situación y el de muchas familias de clase pobre, es muy común que los de clase alta golpeen a sus empleados hasta dejarles en claro quiénes son los que mandan en su casa y así crearles miedo para que las cosas salgan perfectas, pero por ser la primera vez que Xavier me escucha decir algo horrible de mi familia, para él debe ser horroroso comentarle que una persona que conoce y se ve, que es muy buena pueda hacerle daño a otra persona de la manera más repugnante del mundo.
—Kiara... explícame mejor, no comprendo nada. —Suspiré porque eso sería contarle todo desde un principio.
—Todo lo que te diré, mantenlo en secreto, es el único favor que te pido ¿sí?—Asintió.
Le empecé a contar la situación en que nos encontrábamos mi familia y yo en aquel entonces cuando solo tenía siete años, la vida se complicó más cuando mi madre la despidieron de su trabajo y la fábrica en donde trabaja mi padre, termino en banca rota; el dinero cada día empezaba faltar y lo poco que a veces ganaban mis padres, no era suficiente para todos de la familia y más porque en ese entonces, Martín comenzaba a vivir con nosotros después de que mis tíos murieran. Para aquellos días, apenas comíamos trozos de pan y leche una vez al día y cuando la situación estaba un poco mejor, un pequeño caldo de pollo por la noche.
Mis padres llegaban más cansados de lo normal, Martín y Johann buscaban la manera en como buscar dinero y yo, no podía hacer mucho, ya que aún al no tener aunque sea diez años, no podía trabajar; hacía lo posible para poder recolectar algunas hiervas o frutas que encontraba en algunos campos de la ciudad, pero un día, uno de los dueños del terreno, me tomó de sorpresa y casi estuve a punto de ser incriminada como ladrona pero mis padres intervinieron y fue entonces que mi vida empezó a cambiar.
Dejé de ser una dulce y tierna niña para convertirme en una niña madura, días me encontraba en la misma situación de culpabilidad al no ayudar a mis padres y solo deseaba poder tener la mayoría de edad para trabajar y así aportar dinero en mi familia.
Y una de esas, mi papá tuvo empleo y fue en la casa de los Cáceres; los primeros meses todo iba bien, no nos preocupábamos por nada y tampoco creía que nos faltara la felicidad que teníamos en ese momento. Pero a veces las cosas cambian de un día para otro y así se empezó a dar el infierno de mi padre, moretones en sus brazos fue lo primero, golpes en su rostro fue lo segundo, raspones y heridas fue lo tercero y por último llegaron los latigazos. En su espalda, en sus manos y de vez en cuando, en su rostro. Sollozos, lamentos y gritos se volvió la rutina de mi padre cada día.
En ese entonces fue cuando pensé que las personas de clase alta, eran las peores del mundo. Y una de esas, seguí a mi padre hasta su trabajo, enfrente a su jefe, el señor Albert, él estuvo a punto de golpearme, pero mi padre intervino y fue entonces que mi padre renunció a su trabajo y tiempo después se volvió carpintero.
Tomó ese trabajo porque después de los latigazos en su espalda y sus manos, no pudo continuar en hacer esfuerzos fuertes como cargar sacos de frijoles o maíz o de algunas verduras. En una de esas se cayó y el saco de verduras le cayó encima, fue cuando entendió que después de aquellos golpes, su vida no volvería a ser la misma que antes.
Pero hasta ahora, él sigue siendo feliz con su trabajo y no se queja de ello. Lo único que agradezco es de que este vivo y de que las cosas no hayan cambiado mucho, después de aquella experiencia.
—Ese hombre arruinó la vida de mi padre como la mía y la del resto de mi familia. —Me sequé una lágrima que se resbalaba por mi mejilla—Es doloroso recordarlo y más cuando pienso de que yo solo era una niña y no necesitaba experimentar eso. —Xavier me miraba detenidamente.
—Lo lamento todo cariño, yo...—Negué.
Solo me acerqué a él y lo abracé, necesitaba sus abrazos, necesitaba sentirme reconfortable en aquel pequeño espacio de su cuerpo en donde sentía su calor. Sí antes pensaba que iba a ser un error contarle a Xavier sobre mi vida pasada, ahora me retractaba y me decía que me sentía mejor en haberle contado esos pequeños y dolorosos recuerdos.
—Ahora veo porque estabas incómoda. —Acarició mi rostro. —Y el desmayo haber sido por el impacto que tuviste al verlo ¿no es así?—Asentí.
—Prometí no verle nunca más pero... veo que, al final todo fue inesperado y el destino de nuevo me dio otra jugada. —Comenté.
—Dios mío, Kiara. —Me dio un beso en la frente y me acorralo en sus brazos.
Cerré los ojos y me consumí en ese pequeño momento en que me parecía ser el mejor de todos; agradecía que Xavier no me preguntará más sobre lo que sucedió después, me sentía bien con solo pensar en que podía confiar en él y que no me juzgaría por mis actos. Cada vez notaba que él me conocía más a mi manera, todo era verdad y no ocultaba nada de mí porque no me daba vergüenza de lo que había hecho en el pasado, de todas formas, todo lo que hice había tenido un motivo.
—Vamos a dormir, hace frío y puedes enfermarte. —Me levantó y agarró mi mano para ambos caminar a través de la casa.
—Tu habitación queda al otro lado. —Le dije al ver que ambos nos dirigíamos al mismo lugar.
—Pensé que, quizás querías que me quedará contigo, por si también te sentías insegura y no podías dormir por los recuerdos. —Sonreí.
— ¿Hay cámaras?—Miro a su alrededor.
—No creo, aun así, creó que me necesitas. —Reí.
—Es otra excusa más para estar conmigo. —Le dije bajando la mirada y evitar el sonrojo.
—Quizás. —No lo negó.
Al llegar a mi habitación, observé si alguien no nos seguía o nos observaba, así que al no ver a nadie, solo tomé su mano e hice que pasará a mi habitación. Antes de poder entretenerme en ver de nuevo la habitación, me di cuenta que otra vez nos quedaríamos juntos, intente pensar en que no sucedería nada, de todos modos, las cosas estaban tensas aún y seguía deseando que este día terminará para irme y olvidar de nuevo todo.
Observe como se sentó en mi cama con mucho cuidado, parecía estar cansado y no solo eso, su humor no se encontraba entre lo muy bueno, pero podía ver como trataba de sacar varias sonrisas para que yo me sintiera confortada, estaba nerviosa y más porque nos encontramos de nuevo en un lugar en donde no había cámaras y pocos vigilantes que merodean la casa; había sido un día muy largo para mí, después de descubrir tal noticia de quienes son las personas que nos han dado hospedaje como también revivir recuerdos pasados de los cuales quisiera borrarlos de mi cabeza.
Hacía lo posible para no sacar alguna lágrima, me mordía la lengua y respiraba muy profundo para no delatar mi estado de ánimo; no sabía decir que si Xavier se ha dado cuenta o solo finge para no volver a repetirme las mismas palabras pero agradecía solo su silencio y apoyo, de todas formas, no creí necesario contar mi vida pasada, estaba muy predicho que algún momento alguien se enteraría de lo que le sucedió a mi padre pero yo quería guardarlo como un secreto para siempre hasta llevármelo a la tumba pero así como Xavier no pudo guardar lo de Emily, está claro que lo mío tampoco siempre se mantendría solo en mi boca.
Me acercó a él y me siento a su lado, afuera llueve y puedo escuchar como los rayos y truenos caen casi cerca de la casa como también iluminan afuera. De reojo veo como Xavier juega con su anillo, sé que no quiere hablar del tema pero le preocupa que yo me siga sintiendo incomoda en quedarme esa noche en la casa del hombre que hirió a mi padre pero como no nos quedan muchas alternativas, no me queda de otra que aceptar y hacer lo posible para no encontrarme con los Cáceres. Solo será una noche y mañana nos iremos y podré olvidar todo y estancarlo como un ancla en el mar.
Xavier no ha traído ropa y si sale de mi habitación, está claro que su padre descubrirá que no está en su respectiva habitación y pueda ser que ambos recibamos un buen castigo. Noto como juega con uno de los botones de su camisa y aunque mi mente diga que le ayude a quitarse la camisa, mi corazón late rápido al poder ver de nuevo su torso desnudo, no es que fuera de otro mundo verle el torso descubierto a un hombre pero aún no me he acostumbrado a la idea de ver a Xavier semi—desnudo como también no dejar de pensar en el sueño que tuve semanas atrás.
Me muerdo el labio y aunque yo sea quien maneje mi cuerpo, al final mis manos se guían solas y se detienen en el segundo botón de la camisa gris de Xavier, sin verlo a los ojos desabotono el primer botón, con el tercero veo que empieza a costarme un poco, el cuarto empieza a ser mi perdición al ver una parte de su pecho descubierto, el quinto se me va el aire y el calor empieza a erizar mi piel, el sexto no podía desabotonarlo, mis manos temblaban y mi nerviosismo estaba latente que pronto, las manos de Xavier se pusieron encima de las mías haciendo que tragara fuerte.
—Lo haré yo. —Intento desabotonarse el mismo botón.
—Yo... Puedo. —Suspiré.
—Te has puesto sonrojada...—Encogí los hombros.
— ¿Y?—dije sin importancia.
— ¿Y? Vamos que te mueres de la vergüenza al verme así. —Rió.
—Eso no es verdad. —Quite sus manos y deje las mías en el botón.
¡Oh Dios! Su abdomen... Es mejor verlo en vivo y en directo de manera real que en mis sueños.
—Claro que sí, además no encuentro por qué estás así, si ya antes me has visto sin camisa. —Bromeó.
Si supiera que aún me sigue aterrando la idea de que algo suceda en la noche y luego ambos nos terminemos arrepintiendo. Lo peor de ello es que aunque me quedase con él para toda la vida, aun así, me diera vergüenza verlo a los ojos mientras le quito su camisa.
Cuando desabotone el último botón, mi respiración se entrecorto y tuve que hacer una enorme fuerza para no seguir contemplando su buen formado cuerpo, podía sentir como dejaba de reflexionar para quedarme embobada y ver cada uno de sus rasgos. Es increíble que yo pueda tener esa vista y eso que hace unos años atrás consideraba que el príncipe ni siquiera tenía buen cuerpo pero ahora siento celos de todas aquellas chicas que deben de tener miles de imágenes de él colgadas en las paredes de sus habitaciones pero lo que nunca sabrán es de la envidia que tendrán de mí al haber tenido de esta manera al príncipe.
Puse mis manos temblorosas en el cuello de su camisa y mientras la hice, hacía atrás pude ver como apenas aquella tela áspera fue rozando sus brazos hasta ya no tenerla encima. Con un buen rollo de pánico por lo que pensará de mí después de lo que he hecho, me levanto de la cama y comienzo a doblar su camisa hasta dejarla en el tocador de la habitación en donde sé que no se llegará a arrugar.
—Me iré a cambiar. —Susurré aunque no sabía si me había escuchado.
De mi maleta, saque un vestido de dormir color plata así que al meterme al baño de la habitación y cerrar despacio con llave para que no me escuchara, expulse todo el aire que había contenido en mis pulmones para pasarme la mano por la frente y luego por mi cuello; estaba llegando a un límite extremo que podía traerme consecuencias pero mi cuerpo al parecer está satisfecho con lo que he hecho.
Me quito la ropa pero como siempre me dejo mis bragas y esta vez, mi sostén. Antes de salir, también le doy unas dobladas a mi ropa y salgo con ella hasta guardarla en la maleta, Xavier no se ha movido de su lugar pero puedo ver cómo me sigue con la mirada.
—Deja de verme, me siento acosada. —Le doy la espalda mientras voy a echarle llave a la puerta. — ¿De qué te ríes?
—Eres muy inocente. —Abro la boca pero al final la cierro y pongo mis manos en mi cintura.
— ¿Qué tratas de decir?—Me pongo al frente de él.
—Nada, mejor ven aquí.
Me toma de la mano y de un jalón me sienta en sus piernas, de nuevo siento como mi sangre fluye hasta mi cabeza y luego se dirige a mis mejillas, las cuales empiezan a arder pero Xavier no es quien hace algo para detenerse o corregir sus acciones, en vez de eso, acerca su boca y ¡Bang! Me roba un beso.
—Xavier...
Intento hablar pero su boca sigue encima de la mía, puedo sentir como mi mundo empieza a dar vueltas y de cómo mi cuerpo empieza a flaquear con esa sensación. Muerde mi labio y yo solo puedo dejar ir un suspiro, estoy totalmente perdida con cada beso que derrama en mí.
—Xavier... no podemos...
Escondo mi rostro en su cuello y me trago el gemido que estuve a punto de dar al sentir como sus manos repasan cada lado de mi espalda mientras me besa el cuello.
Mis manos son tan traviesas que empiezan a tocar porciones de zonas de su torso, siento como sus músculos se tensan y de cómo el calor aumenta al besarme la clavícula. Enredó mis dedos en su cabello y puedo sentir como la puntas de su sedoso y bonito cabello color azabache me hacen cosquillas en las yemas de los dedos y en la palma de la mano.
Bajo el rostro y nos miramos un momento hasta que es interrumpido por un beso que me sabe a gloria.
Pronto descubro que me encuentro acostada en la cama mientras él me sigue besando, mi mirada baja y noto como mi vestido está más arriba de lo normal que hasta puedo ver mis bragas color crema, me estoy muriendo de la vergüenza pero algo me impide levantarme y bajar mi vestido, Xavier ha bloqueado mi paso y ha petrificado mi cuerpo. Siento como una de sus manos me sostiene la cadera y de cómo su dedo pulgar acaricia la zona de mi vientre.
Ni siquiera intercedí cuando levanto el vestido y me lo quito pero por supuesto, al verme solo con ropa interior, me entro una vergüenza infinita que intente cubrirme con mis brazos pero él solo sonrió, se quitó unas gotas de sudor de su frente y me dio una mirada.
—No quiero parar pero...
Entendía que ambos queríamos eso, lo deseábamos tanto que somos incapaces de detenernos pero, necesitaba acostumbrarme a esto. Si no lo hacía, qué tipo de cara pondría en la noche de bodas si es que nos llegábamos a casar...
Lo único que hice fue atraerlo hasta mí y besarlo aunque no terminara su emblemática oración de siempre, al principio no siguió con el juego de besarme pero al pasar unos segundos, se rindió y siguió.
Sus manos sincronizaron cada movimiento dentro de las curvas que se formaban desde mis costillas hasta mi cintura, las yemas de sus dedos tornaron varias curvas en mi cuerpo y en mis piernas y aunque solo cerraba los ojos y me dejaba guiar por esa sensación indescriptible, abrí la boca tomando demasiado aire para poder respirar, mis dedos chocaron en el cinturón de su pantalón y por un momento pensé si hacerlo o no.
Sin mirar, tome el cinturón y lo desabroché como el botón de su pantalón también hasta bajar la cremallera, intente bajar aquella prenda que solo hacia incomodar mi camino pero mi error fue que cuando abrí los ojos, me llevé un buen susto de mi vida.
Ahora mi sueño se estaba haciendo real, tenía a Xavier semi—desnudo conmigo, no podía creérmelo.
Trague fuerte al ver esa imagen que tenía en frente, me mordí los labios y solo lo abracé mientras que su respiración se agitaba cada segundo más y chocaba con mi oído, su mano fue subiendo y cuando llego al broché del sostén, no se tardó en escuchar un clic y a la vez, sentir como la prenda me quedaba floja.
—Xavier... Yo... No...—Un pequeña risita hubo luego.
—Está bien cariño, cámbiate. Creo que hemos llegado muy lejos por hoy.
Me sostuve con mi brazo el sostén para que no se me cayera, se alejó un poco de mí y me dio un beso en la frente hasta verlo levantarse y ser él quien tomara su pantalón y comenzara a ponérselo. Mientras tanto yo, me di la vuelta y de nuevo me puse el sostén que ya casi se me caía del brazo, recogí mi vestido y me lo volví a poner hasta que él regreso a la cama y se acostó en el lado contrario en donde yo me encontraba.
Apague la luz y mientras me acomode en su brazo, escuché como suspiro hasta tomarme de la cintura y abrazarme.
—Estuvimos a punto de cometer una locura, se da cuenta señorita Leaky. —Reí en voz baja.
—Es su culpa alteza, usted me sedujo y llegamos lo bastante lejos.
Menos mal que me detuve. —Me di la vuelta para acariciar su rostro.
—No es de todo mía. —Susurró cerca de mi boca. —O le debo de recordar que usted fue quien primero me comenzó a quitar la ropa. —Ahora me susurró en el oído.
—Xavier...—Oculte mi rostro en su pecho.
Escuché como empezó a reírse de mi propia pena, y aunque seguíamos de cerca, esta vez, ninguno intento hacer nada, además de abrazarnos y darnos unas cuantas caricias o roces.
— ¿Puedo hacerte una pregunta?—Dije en voz baja.
—Ya la hiciste. —Ambos reímos.
—Otra entonces. —Dije.
—Dime. —Espero mi pregunta.
Me quedé callada unos minutos analizando mi pregunta y que si a la vez, debía hacérsela o mejor cambiarla de tema.
— ¿Crees que duela?—Solté esperando su respuesta.
Hubo un pequeño silencio haciendo que me sintiera mal al haberle hecho tal pregunta; quería asegurarme de muchas dudas que tenía en mente, ya que después de escuchar tantas cosas en el pueblo sobre varias chicas más jóvenes o maduras que yo, que han tenido ya su primera relación sexual, a veces solía escuchar que la primera vez duele demasiado que uno ni se puede llegar a levantar. Eso me ponía nerviosa y mi estómago se revolvía al imaginarme que eso podía sucederme.
—No sé cariño. —Murmuró. —Pero juró que haré lo posible para que no sientas el menor daño. —Se escuchaba a promesa.
— ¿Lo prometes?—Me dio un beso en la coronilla.
—Lo prometo.
(...)
Aún hace más de tres horas había intentado dormir en los brazos de Xavier, no pude conciliar el sueño pensando en que hacía yo aún en la casa de aquel hombre, me sentía como si estuviera traicionando a mi familia o que le estuviera faltando el respecto a mi padre pero tampoco me quería ver muy descortés en frente del rey.
Un nuevo trueno azotó cerca de la ventana de mi habitación haciendo que me refugiara más en los brazos de Xavier, podía ver como él dormía con mucha tranquilidad sin ser despertado por aquellos ruidos furiosos que sonaban a cada minuto. Apenas podía moverme, ya que tenía su brazo encima de mi cintura y cada vez que me movía, él dejaba ir un gruñido haciendo que terminará por reírme en voz baja.
—Shhh, no hagas ruido que todos están dormidos y no quieres meterte más en problemas conmigo ¿no es así?—Esa voz rápido la reconocí.
—No me hagas daño, Albert. Te lo suplicó— ¿Es su esposa?
—Calla y sigue caminando.
La voz de la señora Cáceres parecía tener un tono de miedo y sollozo; eso me preocupaba porque sabía lo capaz que era Albert Cáceres para hacer daño a las personas que no lo obedecían.
Intente levantarme pero al ver que Xavier seguía impidiéndome el pasó, tuve que alejar su brazo con mucho cuidado pero antes de poder salirme, él abrió sus ojos.
— ¿Hacia dónde vas?—Preguntó aún dormido.
—Al baño, no tardaré mucho. —Sonreí.
—No tardes mucho.
Cayó de nuevo dormido en la almohada y de nuevo evite sacar una risa, parecía un niño. Me levanté de la cama y me puse mi albornoz, antes de salir, cubrí la espalda de Xavier con la sábana y le di un beso en su sien para después yo huir de la habitación y buscar a Albert Cáceres.
Baje hasta el primer piso de la casa y antes de poder encontrarme con la persona menos deseada de mi vida, escuché varios sollozos en el área de la sala, así que con pasos lentos me acerqué a la pared y observé a mí distancia, aquellas personas que no estaban discutiendo sino que haciendo lo que menos me esperaba.
— ¿Volverás a avergonzarme en frente del rey?—habló Albert Cáceres.
—No...—Sollozo su esposa.
Antes de poder parpadear, el látigo que Albert Cáceres tenía en su mano pronto fue usado en la espalda de su esposa la cual cubrió su grito, besando la alfombra de la sala.
—No te escuché.
—No volveré a humillarte en frente del rey Arturo.
Otro latigazo cayó en la espalda de aquella mujer indefensa, ella dejó caer varias lágrimas mientras evitaba soltar todos aquellos gritos de dolor para que nadie los escuchará. Ver aquello me estaba provocando náuseas y más al ver como la ropa de ella empezaba a destruirse, eso me provocó un tremendo golpe en mi corazón y no supe en el momento en que mis piernas se movieron y llegaron hasta aquella mujer.
— ¡No la toques!—Me puse en medio de los dos.
—Vaya, miren a quien tenemos aquí. Pensé que no nos volveríamos a ver... Kiara Leaky. —Evite sacar una mala palabra.
—No has cambiado en nada, sigues siendo el mismo de antes. —Dejó ir una carcajada.
—Y tú sigues siendo la misma niña tonta y mal educada de siempre ¿no?—Achiné los ojos.
—Por lo menos, no yo golpeó a las personas por placer. —Ahora pude ver la rabia en sus ojos.
—Deberías callar o sino...
— ¿O sino qué? Te recuerdo que no puedes golpearme. —Nunca en mi vida había usado el poder que tengo al ser una competidora.
—Y ¿quién se enteraría?—Sonrió.
—Hazlo y veremos que sucede.
En el momento que levantó su mano y estuvo a punto de golpearme, las puertas del salón se abrieron más de lo que ya estaban y de ellas, el rey Arturo y Xavier entraron donde además de ver lo que estaba a punto de hacer Albert Cáceres conmigo, encontraron a su esposa en el suelo, desangrando.
— ¡Esto es imperdonable!—Grito el rey.
— ¿No te lastimo?—Negué a lo que dijo Xavier.
—Ahora serás condenado a maltrato intrafamiliar como estar a punto de golpear a una pretendiente de mi hijo. —Siguió hablando el rey.
—Lo que usted ha visto, no es real. —Se defendió Cáceres.
—He visto todo y no se diga más. —El rey se marchó.
—Esto no se quedaría así Leaky. Juró que me las pagarás. —Unos soldados llegaron y se llevaron a Cáceres.
Era muy notable que Xavier al no verme pronto, iría a buscarme y fue fácil que me encontrara al dejarle mi zapato afuera de la puerta del salón, nada estaba planeado pero encontré una oportunidad para que todos conocieran quien era realmente ese hombre.
—Que haré contigo. —Xavier tenía esa mirada preocupante.
—Por ahora, solo irnos de este lugar. —Comenté.
(...)
Dejamos aquella casa a las cinco de la mañana, el rey, Xavier y yo debíamos declarar lo que observamos en aquella casa, aunque la esposa de Albert Cáceres empezó a negar todo, al final ella termino por revelar todo, declarando culpable a su esposo por abusos desde hace años y fue fácil culparlo por las heridas que ella tenía en su cuerpo como varios empleados que declararon también.
El rey Arturo al final supo mi historia, bueno, tuve que contársela para que se diera cuenta por qué no me agradaba ese hombre y fue la primera vez que me di cuenta que él me comprendió y no me juzgo.
Así que ahora me encontraba de camino a la clase media, todo fue inesperado pero no me arrepentía de nada, solo agradecía que todo haya salido bien y que ahora podía descansar en paz, al ver aquel hombre detrás de las rejas.
— ¿Lista para conocer la clase media?—dijo Neil.
—Veamos que nos tendrá preparado esta ciudad. —Sonreí al ver que habíamos entrado al territorio de la clase media.
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Continuará...
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