Capítulo 6
Pequeña nota: Bueno, se que la semana pasada esperaban un capítulo pero se me complico el tiempo con los deberes de la universidad y más porque la semana pasada entre a estudiar. Así que como sé también que nunca les he dado doble capítulo, me puse a pensar y pues, dije que se los daría ya que se mantienen al tanto de la novela y también porque se que lo desean. así que nada más espero que lo disfruten.
X. Isabel Moz.
***
—Con lo que hiciste ayer te ganaras a casi la mitad del poblado de Bennington, te lo aseguro.
Encogí los hombros cuando Stephene se le veía feliz por haber hecho un buen trabajo en haber visitado a Christian Cox y ayudarle con la enfermedad del pequeño Timothy.
Quedé asombrada al aparecer de nuevo en aquel mundo oscuro donde hace apenas unos meses creía que todo era producto de mi imaginación pero con el tiempo que me fui acoplando a observar lo que tenía a mi alrededor y a la vez escuchar como Stephene predecía ciertos asuntos que terminaban por sucederme, ya era de esperarme que por algo estaba en ese mundo cósmico o del más allá, como se quiera decir.
Al verla sonreír, me parecía ver la faceta de una pequeña niña que saltaba de la felicidad al haber escuchado una buena noticia, no me había dado cuenta que el parecido que ella tenía con Xavier es muy notorio y aunque ella es un poco más extrovertida, arrogante y diplomática, me hace recordar a su padre y más en aquellas veces en las cuales ella se pone demasiado seria y me regaña por ciertas torpezas que hago.
No dudaba que si ella viviera, el rey Arturo estuviera más que satisfecho por el temperamento que su hija sacó de él. Ya que en comparación con Stephene y Xavier es que ella tiene unas actitudes más complejas como la de su padre y en cambio con su hermano, él tiene más de su madre.
Sí a veces se llega a decir que los hermanos pueden llegar a ser tan diferentes a pesar de haber nacido de la misma madre, sin lugar a dudas, este es uno de esos casos, así como yo con Johann. Dos gotas de agua tan diferentes provenientes del mismo vaso de agua.
—Te veo emocionada. ¿Algo bueno?—La mire desde mi altura ya que yo estaba sentada.
—No. Pensaba que te ibas a quedar de brazos cruzados y por un momento pensé que Avery ganaría este reto. —Bufó.
Estaba acostumbrada que las personas creyeran que no era capaz de afrontar los problemas pero aunque la mayor parte de mí, siempre actuara por instinto y no por razonamiento, me alegraba que hasta ahora todo el resultado fuera positivo y no mal obrado.
— ¿Haz intentado descubrir algo sobre lo de tu madre?—Hizo una mueca.
—Quisiera, pero no es fácil cuando mayormente la parte del tiempo Lucas cierra su boca y Avery apenas le cuenta ciertas novedades a su tutor. —Abrí la boca y empecé a pensar en algunas cosas.
¿Avery le habrá contado algo a su tutor acerca del ricino o de su relación con Lucas? A veces los secretos no se pueden mantener guardados para siempre con una sola persona y tratándose de Avery quizás se lo haya tenido que comentar aunque sea a su tutor. Pero por supuesto este, tendrá que haber guardado bien su secreto para no abrir la boca y ser cómplice de un accidente que casi provoca una muerte como también de una relación que nadie puede llegar a saber sino los protagonistas sufrirán las consecuencias.
—Oye, quizás puedas hablar con Cindy. —Enarque la ceja.
— ¿Cindy? ¿Ella está aquí?—pregunte sorprendida.
—No exactamente, después de lo que hizo en la competencia...—La interrumpí.
—El cual fue planeado por Avery. —Ella asintió.
—Su destino termino en el lado Oeste. Vivé a unos metros de Colorado Street—intenté memorizar esa información.
— ¿Crees que ella sepa algo de todo esto?
No lo creía tan posible, ya que todo había empezado a partir de la segunda fase de la competencia y agregando que Cindy junto con Samantha se fueron apenas en la primera, las probabilidades de que ella sepa sobre el ricino y la muerte de la reina Valentina sería poca e insuficiente información.
—Es de averiguar, quizás ella sabe algo que nosotros no sabemos de Avery. —Sugirió Stephene.
Tenía razón, quizás Cindy sepa algo que nosotros aún no sabemos y pueda ser el punto clave del porque Avery empezó a utilizar ricino como también cuál fue el motivo porque quería matarme.
—Haré lo posible para sacarle información; la última vez, no me miro a los ojos así que no sé si será de buen agrado verme. —Me levante del suelo.
—Si es necesario que la persuadieras con amenazas, no quedaría de otra que lo intentaras ¿no?—No quería usar un motivo como ese.
—Intentare no llegar a esos límites. —Ella soltó una carcajada.
—Vete, te necesitan. Sí necesitas algo, solo llámame. —Asentí.
—Igual tú.
***
— ¡Kiara...!
—Mmm...
— ¡Vamos! ¡Levántate!
— ¿Ahora?—Dije soñolienta.
— ¡Ahora!—Neil me golpeó con la almohada.
Con mal humor y con mucho sueño, levante mi rostro para ver a Neil, pero como varios cabellos estorbaban mi vista, tuve que quitármelos y ponerlos a los lados de mi rostro como si se tratara de una cortina.
—Es temprano, Neil. —Me deje caer de nuevo en la almohada.
— ¿Temprano? ¡Faltan quince minutos para las once!—me daba igual si aún fuera las cinco de la tarde.
— ¿Qué es lo que quieres?—murmuré molesta.
—Solo escucha esto. —Dijo con voz relajada.
»La señorita Kiara Leaky, ha sido una de las jóvenes más sorprendentes de toda Nueva Erlanwood, con apenas diecisiete años de edad, ha comenzado a ser una de las influencias más cortejantes de todo el país.
Su carisma, su astucia y su lealtad ha hecho que los residentes de Bennington comenzaran a hablar bien de ella y de sus tremendas y espectaculares cualidades de una joven de clase pobre.
Me levante al escuchar aquellas palabras de Neil, abrí bien mis ojos y observe como extendía cada vez más el periódico y seguía leyendo todas aquellas líneas que hablaban sobre mí como si fuera una figura importante del país.
»Esta joven que apenas unos meses entro en la competencia para ganar un compromiso con el príncipe Xavier, ha empezado a desatar todas aquellas habilidades que no se había dado a reconocer en ella.
Llegando al punto de comprometerse con los deberes reales de toda una futura princesa.
Por lo que se admiró ayer por la noche, la señorita Leaky junto con la señorita Jones participaron en un evento importante para los de la clase alta, la cual trató sobre la fiesta de cumpleaños de unos de los magníficos empresarios que tiene el país.
Hablamos de Christian Cox.
Por algunos datos que se llegaron a conocer por los invitados de la fiesta, la señorita Leaky terminó por arruinar aquella glamurosa fiesta de la cual además de derramar helado en el traje del cumpleañero, los sirvientes se tropezaron con unos cuantos guisantes haciendo que muchos de ellos cayeran al suelo y derramaran comida en algunos invitados como también terminaran de romper algunos instrumentos de protocolo y derribaran la mesa hasta provocar un caos.
Eso dejo más que molesto al señor Cox pero en acto de disculpa, la señorita Leaky dejo su papel de futura princesa para ponerse en el papel de enfermera.
Como algunos hemos llegado a saber, hace unos días, el pequeño Timothy Cox enfermó de una gripe severa que hasta el día de ayer le provocó una fiebre alta, haciendo que el señor Cox se preocupara por la salud del pequeño.
"Estaba preocupado por Timothy. Su doctor se encontraba haciendo una cirugía y nadie sabía qué hacer para bajar su fiebre hasta que la señorita Leaky se encargó de ello." —Dijo el flamante multimillonario.
Podemos reconocer que ser pobre tiene sus ventajas y esta ocasión no fue para que la señorita Leaky dudara en usar uno de sus deberes que pudo haber adquirido estos años.
"El joven Timothy se encontraba mal y de repente llegó la señorita Leaky; empezó a decir que trajéramos una y otra cosa. Ella sabía lo que hacía y todos confiábamos en que salvaría al niño" —Dijo Dan, unos de los empleados de la casa del señor Cox.
El pequeño Timothy Cox, se encuentra mucho mejor después de haber visitado al doctor. Y por lo que nos enteramos de este mismo, menciono que la señorita Leaky había hecho un buen trabajo en bajar la fiebre.
Como podemos ver, la señorita Leaky nos seguirá sorprendiendo con sus cualidades. Solo es de esperar y ver si será una excelente princesa y reina para el futuro de Nueva Erlanwood.
Me sorprendía que además de haber hablado de mí casi en una hoja completa, también aparecía en la portada del diario.
No sabía que la noticia se llegaría a difundir tan rápido y aunque creía que esto no había sido obra de Christian Cox sigo que alguien que se mantuvo al tanto de lo que sucedió en su casa; me llegó a preguntar que tanto afectara esa opinión en el resto de las personas que viven en toda Nueva Erlanwood.
Neil, seguía sin creerse lo que estaba leyendo. Podía ver, como seguía leyendo las opiniones de otras personas y cada vez su sonrisa se alargaba como si se tratara del gato de Alicia en el País de las Maravillas.
De nuevo me deje caer en mi cama para poder dormir un poco más.
No me interesaban las opiniones de las demás personas ya que en ningún momento pensé en hacer un acto de heroísmo, sino que solo iba a pedir disculpas por el atrevimiento que tuve en arruinarle la fiesta al señor Cox. Pero como siempre, las cosas giraron de su lugar y respondí a un acto que no me correspondía pero que al tratar con él me sentí orgullosa de los resultados.
Al cerrar los ojos, alguien empezó a tocar la puerta de mi habitación pero como no quería levantarme, me quedé acostada en la cama hasta que los ruidos dejaron de sonar para imaginarme de que Ashley termino por abrir la puerta.
— ¡Alteza!
De un saltó me levante de la cama y observe como Xavier se reía de mí al verme toda enmarañada a plena mañana.
Solo rodé los ojos para ver como Neil dejaba de ver el diario para después cruzar unas cortas miradas con su amigo. Donde no tardo en levantarse también de mi cama e ir hacía la puerta, pero antes le dio unas palmadas en los hombros a su amigo y en el oído le susurro unas palabras que no pude escuchar.
Cuando Neil y Ashley salieron de la habitación, Xavier y yo nos quedamos solos; me pase la mano rozando el brazo y por más que intente ocultar mi vergüenza, él pareció notarla, ya que siguió riéndose por lo bajo de mí; camino hasta el tocador y tomo el peine que había encima para después ir hacía mí.
Tomó mi cabello y empezó a desenredar los nudos que se habían creado en varias puntas de mi cabello. Lo hacía con tanto cuidado que varias veces empecé a cabecear del sueño y no solo eso, si hubiera sido yo, no me hubiera importado lo duro que hubiera cepillado mi cabello solo por desaparecer rápido esos nudos.
—Buenos días. —Susurro cerca de mí oído.
Poder escuchar su voz en la mañana era un buen pie derecho para comenzar el día.
Me di la vuelta y como si fuera un gato, me puse de puntillas para rozar su nariz con la mía. Quería besarlo pero me estaba costando controlarme para no ir tan rápido en ese momento.
Sus manos se pusieron en mi cintura y aunque llevara aún la camisa blanca y los jeans, sentía como si estuviera vestida con el vestido para dormir.
—Andas un tanto cariñosa este día. —Sonreí.
—Un poco.
Me alegraba que fuera del castillo no hubiera tantas reglas como dentro de él. Por lo menos, esta vez, él podía entrar a mi habitación sin que recibiera un castigo de parte de su padre; ya que lo que me había dado a entender antes de dejar el palacio fue que al poner un pie fuera del castillo, las reglas cambiaban.
—Vamos, báñate y ponte hermosa.
— ¿Por qué?—Dije con voz de una niña.
—Saldremos, quiero llevarte a un lugar. —Me acercó un poco más a él.
— ¿A dónde?—Dije emocionada.
—Es sorpresa. Vamos cariño, no tenemos mucho tiempo.
Se separó de mí y camino hasta la puerta para ver como sonreía y luego desaparecía sin decir otra palabra más.
—Y yo que quería un beso de buenos días. —Refunfuñe.
Pensaba en volver a tirarme en la cama y dormir unos cinco minutos más que al final terminaba ser media hora. Pero sí Xavier tenía la idea de salir conmigo, pues no me iba a negar o rechazar tal oferta de pasar el día con él.
Rápido me metí al cuarto de baño que tiene la habitación para quitarme la ropa que llevaba puesta y pronto meterme en la ducha, la cual casi dejo ir un grito, al sentir el agua fría.
(...)
Estaba planeando ponerme unos tacones pero esta vez quería usar algo cómodo con el vestido, así que no tarde en sacar los converse blancos que había empacado junto con los demás zapatos. Ashley me ayudo a ponerme el vestido, después de todo, los únicos que habían llegado conmigo ha sido ella y Calvin. Los demás se quedaron en castillo por órdenes del rey.
Me gire y observe como mi cabello se seguía manteniendo rizado después de todos los toques de químicos que Calvin seguía usando conmigo. Me veía tanto como una niña mimada y llena de dinero como también una chica normal usando una colección de hermosos vestidos prestados.
En el momento en que tocaron la puerta de mi habitación, Ashley abrió la puerta y antes de que entrará Xavier; lo observe de cabeza a pies. ¡Se veía espectacular y guapo! Estaba usando una ropa tan juvenil que era difícil de diferenciarlo con el otro Xavier que vivía en él, aquel que solo usaba ropa formal día y noche cuando nos vemos en cualquier lugar.
Calvin y Ashley hicieron una reverencia para después salir de la habitación, Xavier dejo ir una risa para acercarse a mí y tomarme de la mano para hacer girar hasta yo chocar contra su pecho y desprevenidamente sentir sus labios contra los míos aunque se tratase de un pequeño beso.
—Ven.
Entrecruzo sus dedos contra los míos para comenzar a caminar entre los pasillos del hotel pero al pensar que saldríamos por la puerta principal, me di cuenta que empezamos a bajar otras escaleras donde se podía escuchar más de cerca el sonido del aire acondicionado más las tuberías de agua.
Entramos a lo que parecía ser el sótano del hotel ya que en él encontramos varios objetos sin valor o arruinados; mientras soltaba mi mano y se disponía a buscar algunas cosas; me quede observando detenidamente aquel lugar.
Había varios recuadros, sofás, sillas, mesas, cajas y otros utensilios de limpieza; pensaba que otra cosa más no podía encontrarme en aquel lugar pero preferí en no tocar las cajas pensando que podía encontrarme alguna cucaracha; porque en realidad, las ratas no me importaba verlas pasar y escuchar su sonido chillante. El problema se trataba en ver las asquerosas cucarachas y no solo eso, sería horrible saber si pueden volar.
—Ponte esto.
Xavier me paso una peluca rubia hecha una trenza... Me recuerda a una película animada... ¡Ah sí! Frozen.
Demonios, la peluca estaba algo despeinada y polvosa. Antes de poder tomarla, empecé a tener mis propias dudas de sí usarla o no. ¿Además de qué época victoriana es esa?
— ¿Cuál es la idea de usar pelucas?—encontró otro color rubia pero para hombre.
—Si quieres que salgamos a la calle sin necesidad de ser fotografiados como unos delfines en pleno acto acrobático; tendremos que usarlas. —Me preocupaba el tiempo en que la usáramos.
— ¿Será por mucho tiempo?—seguía preguntando dudosa.
—No, te prometo que no será por mucho. Además, créeme que yo soy el que menos quiere usar una peluca. —También estaba horrorizado con la idea.
Deje ir una risa al ver que también estaba incomodo con su idea, por lo menos fue un buen motivo para no seguirme alarmando en si usarla o no.
Tomé de su mano la peluca de mujer y mientras me hacía un moño en mi cabello para ponérmela encima. Observe como él seguía pensando si ponerse la suya pero a los segundos dejo de ver la peluca para ponérsela y antes de poder salir, saco sus lentes del bolsillo de su pantalón y se los puso.
—Es mejor que nos apresuremos.
Me agarro de nuevo la mano y mientras corríamos en las escaleras, terminamos por llegar al primer piso del hotel. Sin necesidad de darle explicaciones al trabajador que se mantenía en el mostrador, salimos del hotel y mientras caminábamos a unos metros, observe que nadie nos seguía y mucho menos nos reconocía.
En el momento en que paso un taxi, él le hizo una señal para que se detuviera y este al hacerlo, hizo que yo primero me metiera en el vehículo para después él ser el siguiente.
Escuché como Xavier le daba instrucciones al conductor para pronto darle la dirección del lugar. Como era nueva en este lugar, ya era común que no entendiera a qué lugar nos dirigíamos así que solo me mantuve callada para observar el camino y a las personas que caminaban por las calles con niños o perros.
El auto dejo de moverse después de cincuenta metros, Xavier termino por pagar y a la vez agradecerle al conductor. Ambos salimos y cuando el auto blanco desapareció, continuamos caminando a un paso lento, él concentraba su mirada por todo lugar tratando de buscar algún rastro de una persona por si nos estaba siguiendo pero mayormente las calles se mantenían tranquilas y las personas que pasaron al lado de nosotros, solo nos saludaron como si fuéramos personas normales. Llegué a darme cuenta unos minutos después que habíamos entrado a una zona residencial, la mayoría de las casas se trataban de mansiones con un enorme jardín y portales de unos diez metros. Estaba fascinada con aquel lugar que no me di cuenta cuando Xavier se había detenido y solo me sonreía al ver las expresiones que daba al ver aquellas bonitas casas.
Me puse a su lado y observe como toco el botón de un interfono.
—Casa de la familia Clifford. ¿Qué desea?
—Max, soy Xavier. ¿Puedes abrirme la puerta?—mencionó Xavier.
— ¿Alteza? ¿Es usted en serio?—cubrí mi boca con la mano para no reírme.
—Sí Max, soy yo. Llevó una peluca y mis lentes. Por si no me reconoces.
El portal se abrió y rápido salió a nuestro encuentro un vigilante que no tardó en hacernos pasar y verificar si no había nadie a nuestras espaldas.
—Alteza, sabe que no puede aparecerse así por aquí. Tiene que tener vigilancia a toda hora y salida—Xavier rodó los ojos.
—Max, estoy bien. La señorita Leaky viene conmigo. —Me presento.
—Mucho gusto en conocerla señorita Leaky. —Me sonrió aquel hombre.
—Es un placer.
Xavier me tomó de la mano y ambos caminamos a lo largo del jardín que estaba cubierto de rosas blancas y rojas; el camino no estaba tan largo así que cuando llegamos, nos encontramos con una puerta color ocre, donde antes de que Xavier la llegase a golpear con sus nudillos para llamar a la persona que estuviera adentro, la puerta termino por abrirse sola y pronto me encontré con dos rostros de dos personas de edad mayor.
— ¡Oh hijo! ¡Que alegría verte!
La señora de unos cincuenta años aproximadamente, se acercó a Xavier y lo abrazó sin soltarlo ni unos segundos. Acarició su cabello y derramó varios besos en su rostro mientras escuchaba la risa jocosa de Xavier.
— ¡Vamos mujer, estás a punto de ahogar a nuestro nieto!
¿Nieto? ¿Escuché bien? Casi se me sale los ojos al escuchar esa palabra. Y seguía sin creerme que aquellas dos personas fueran los abuelos de Xavier, podía ver como aquella señora no dejaba de ver con ojos de amor a Xavier y de cómo el señor le daba varias palmadas en el hombro a él como si se sintiera orgulloso de algo.
—Abuelo, abuela... Les presento a Kiara Leaky.
No había reaccionado a los primeros segundos hasta que me di cuenta que ambos abuelos de Xavier, esperaban alguna palabra de mi parte, pero con los nervios que me había entrado al saber que acabo de conocerlos, no podía ni siquiera articular una pequeña palabra y creo que Xavier se dio cuenta al momento.
—Hola querida, mi nombre es Eloise y él es mi esposo Paul. —Me saludó la señora.
Fue en ese instante que me di cuenta que tenía que dejar de ver a aquellas personas como unos extraños, para reaccionar y comportarme como una persona normal.
—Es un gusto señor y señora Clifford, soy Kiara Leaky. —Dije apenada por mi antiguo comportamiento.
—Es más bonita en persona que en televisión, hijo. —Comento el señor Clifford.
— ¡Abuelo!
— ¡Paul!
Deje ir una risa al ver como nieto y esposa lo reprendían al dar aquel pequeño comentario que me dio mucha gracia y por supuesto, algo muy particular que ya hace tiempo he comenzado a acostumbrarme a escuchar.
—Es verdad. —Encogió los hombros con inocencia.
—Xavier nos ha hablado mucho de ti, querida. —Xavier se puso colorado a escuchar eso.
— ¡Abuela!—Él se golpeó la cara con su mano.
Volví a reír cuando Xavier empezaba a avergonzarse de las cosas que sus abuelos decían de mí y aunque su rubor me provocó ternura, no evite en tomar su mano y mirarlo a los ojos para que se diera cuenta que aquellas palabras no me incomodaban, en vez de eso, me divertían.
—Vamos, entren. —Se hizo a un lado para que entráramos. — ¿Han almorzado? ¡Oh Dios!—Xavier miro con asombro a su abuela.
— ¿Qué pasa abuela?—Note su mirada preocupada.
— ¡Xavier Ravenscroft Clifford! ¡Que no alimentan bien a sus invitadas! Pero mira que delgada es la señorita Leaky. —Xavier dejo caer los hombros después del susto que se llevó.
—Llámeme Kiara, señora Clifford. —Su sonrisa se alargó. —Y no se preocupen, me alimentan más de lo que podía esperar. Es que, soy delgada de nacimiento y aunque me coma más de diez plato, seguiré sin engordar. —Las ventajas de comer mucho y ser siempre delgada.
— ¡Oh!—Parecía admirada con mi respuesta—Aun así, déjame decirte que si eres hermosa. —Deje ir una sonrisa tímida.
—También usted es muy hermosa. —Y vaya que lo es a pesar de su edad.
Pareció que le brillaban los ojos cada vez que hablaba bien de ella.
—No me trates de usted, dime Eloise. —Asentí aunque me costaba tratar de esa manera a personas adultas.
Mientras la señora Eloise se marchaba para ir a la cocina, observe como Xavier se quitaba la peluca para después sacudirse el cabello y lanzarme una mirada. Desde luego, yo fui la siguiente en quitarme la peluca y desenredar los pequeños nudos que se habían hecho en mi cabello al haberme hecho el moño.
—Pensé que era rubia. Buen truco para engañar a un viejo como yo. —Paso a mi lado el señor Paul para después sentarse en lo que parecía ser su sofá.
— ¿Xavier?
Detrás de mí, escuché otra voz. Así que al darme la vuelta, me encontré con un chico joven de cabello café con ojos del mismo color, su apariencia juvenil y por algunos rasgos notables me dieron a entender que puede ser pariente de Xavier.
Xavier al verlo, no tardo en acercarse y darle un abrazo de hombre, empezaron a hablar de cosas que no comprendía hasta que Xavier desprevenidamente tomó mi mano y me presento a lo que parecía ser su primo, como llegué a entender en su saludo.
—Un gusto señorita Leaky. —Bajo su cabeza como una reverencia.
—Kiara. Y no haga esos saludos de reverencia que no me gustan. Puede saludarme de manera normal. —Aquel muchacho abrió los ojos en grande dejándome ver sus pupilas.
—Que bueno que no es de las chicas coquetas y caprichosas ¡Buena elección!—Xavier no dudo en darle un golpe en el hombro por aquella afirmación de su primo.
— ¿Cuál es su nombre?—Pregunte.
—Oh, lo lamento. Que torpe. Israel. Y trátame también de "tú" sino esta amistad no funcionara. —Asentí con gracia.
Cuando ambos chicos empezaron a hablar de varios deportes y de cosas de hombres, preferí huir y ver si podía ayudarle en algo a la señora Eloise. Así que mientras buscaba la mirada con la cocina, preferí preguntarle a Xavier a donde estaba y él al contestarme, nada más le di una respuesta a la duda que tenía en su cabeza y me lo hacía saber con si rostro.
—Iré a ayudar a tu abuela con el almuerzo. —Le susurré en el oído.
—Está bien. —Me dio un beso corto en frente de su primo.
— ¡Xavier!—le reprendí.
—No te preocupes, Kiara. Xavier siempre que le gusta algo suele ser autoritario y se lo deja saber a medio mundo. —Mis mejillas empezaron a arder.
Para no seguir escuchando más cosas, fui hasta la cocina en donde al ver como la abuela de Xavier empezaba a preparar los platos de comida; fui yo quien la ayude a poner la comida y los cubiertos en cada plato para después llevarlos a la mesa.
Ella y yo cruzábamos varias palabras que luego se convertían en largas conversaciones que podían durar una eternidad sino fuera porque debíamos almorzar.
Al presentarnos en la mesa todos, la abuela de Xavier hizo una oración para después ver cómo le daba un golpe en la mano a Israel, al ver como tomaba el tenedor y agarraba un poquito de arroz blanco.
Después de eso, todos empezamos a comer y aunque la mesa fue invadida por risas, comentarios y largas conversaciones, por fin di gracias porque se podía hablar en la mesa sin tener que quedarnos callados como se solía hacer en el castillo y frente al rey Arturo.
La comida estaba deliciosa y más porque era costilla en miel, verduras hervidas y arroz blanco.
Por lo que el señor Paul me hizo saber, su esposa estudio una licenciatura en artes culinarias así que sus comidas siempre eran excelentes y él no sabía con qué sorpresa podía salirle ella cualquier día con un nuevo plato de comida.
Mientras veía como el señor Paul y la señora Eloise le ponía atención a Xavier, me di cuenta en las particulares cualidades que la reina Valentina tenía en ellos. La sonrisa había sido heredada de su madre, los ojos de su padre y de ambos el carisma y expresividad que tenía al hablar.
Me sentía tan cómoda que no dejaba de sonreír y aunque la señora Eloise no me permitió tomar los platos e irlos a lavar, al final desistió y yo pude ganar para hacerle un pequeño agradecimiento por la comida.
Cuando volví a llegar, ella se levantó para después traer un postre en manos; el cual era flan de queso; el postre favorito de Xavier. Él no se negó en esperar y en menos de cinco minutos, se lo había devorado todo para después pedir otro pedazo más, el cual me hizo reír al ver lo emocionado que se ponía al comer su postre.
—Menos mal que Lucas no se ha presentado, capaz que arruina nuestro almuerzo familiar.
Cuando dijo eso Israel, todos se quedaron callados para ver como la abuela y el abuelo de Xavier y de él, lo miraban de manera acusadora por haber abierto la boca. No es que me preocupara porque en verdad, ya sabía toda la historia pero como el señor Paul y la señora Eloise no sabían nada, creí que sería mejor que ellos se enterarán que yo estaba al tanto de todo y más, que estaba investigando más profundamente a su otro nieto.
—Abuelo, abuela... Kiara sabe la verdad. —Xavier se me adelanto.
— ¿Cómo?—No comprendió su abuelo.
—Le dije la verdad a ella, días después de que mi madre muriera.
Los rostros que demostraron ambas personas al escuchar la oración de que su hija estaba muerta, me dejaron ver su dolor y no solo eso; el señor Paul parecía que aquella palabra no le agradaba mucho y es más, quizás prefería mejor no escucharla aunque fuera dicha por su nieto.
— ¿Entonces sabes de que Lucas en nuestro primo y de que la reina Afrodeth es nuestra tía?—Habló Israel.
—Sí. Lo sé todo. —Pero antes que sacaran conclusiones, de nuevo hablé. —Pero no se preocupen, no pienso contárselo a nadie. Le di mi palabra a Xavier y no solo eso, ni quiero perjudicar a su familia con esos hechos de los cuales solo ustedes saben. —jugué de inmediato con mis dedos por el nerviosismo.
La señora Eloise le dio una mirada a su esposo y mientras él, se quedaba pensando y su mirada estaba en el plato del postre; al final solo escuché un suspiro para ver como levantaba su mirada y dejaba ir una sonrisa corta.
Comenzó a comentar que no sabía porque su hija renunció a su familia, a su apellido y a todo lo que tenía en su casa solo por poder y dinero. Luego de ello, de cómo no permitió que Lucas conviviera con ellos como también no le permitían verlo aunque sea en el día de su cumpleaños. Las palabras que mencionaba el señor Paul estaban entrecortadas con dolor y rabia; entendía que ellos como padres le habían dado todo a su hija para que después los rechazara, ignoraran y olvidara. No era justo que un hijo se comportara de esa manera tan fría con sus padres, pero estaba claro, que había personas que no comprendían eso y una de ellas, era la reina Afrodeth.
—Deja de llorar, cariño. —La señora Eloise le limpió las lágrimas a su esposo.
—Abuelo. —Israel se levantó de su asiento y abrazó a su abuelo con amor.
Me dolía ver como esa familia sufría por una persona que no merecía ni su amor ni mucho menos su dolor. Si la reina Afrodeth era fría como un tempano, se podía llegar a decir lo mismo de Lucas que iba para el mismo camino.
—Vengan. Creo que podré animarlos con algo. —Mostró una sonrisa la señora Eloise, aunque aún el recordar de su hija fuera doloroso.
(...)
Después de aquel momento, todos nos fuimos a la sala y lo mejor de ello, era que lo que quería enseñarnos la abuela de Xavier era un álbum completo de fotografías. Mientras que la abuela de Xavier me enseñaba fotos de toda la familia como también de un Xavier bebé; me entretuve escuchando todas las historias que ella me contaba de cada una de las fotos que me señalaba.
En varias fotos aparecía la reina Afrodeth pero no quise preguntar nada sobre ella y más porque eso solo incomodaría a la señora Eloise como también a Xavier.
Por como intuí, nadie excepto de Xavier sabían que yo estaba enterada de la historia de su otra hija que es reina de España. Pero prefería mantener guardado ese secreto antes de que metiera la pata y todo este bonito momento se vaya a la basura.
La abuela de Xavier, es todo un amor. Es atenta, amorosa y amable; no llegué a conocer a mis abuelos pero sé que Xavier se ganó la lotería teniendo unos abuelos magníficos. El señor Paul, se quedaba observando cada fotografía mientras fumaba en su pipa y daba breves miradas a su par de nietos. Él es una persona reservada pero con lo poco que lo he llegado a conocer se le nota que ama demasiado a su esposa, es fanático de la pesca y del golf y por supuesto tiene su lado gracioso que hace verlo más joven.
Por veces, Xavier me daba cortas miradas demostrando lo mal que parecía estarla pasando al ver sus fotos de bebé, no todas eran para avergonzarse. Aunque otras sí, podían ver como se ponía rojo y más aquellas en las que salía en la bañera dándose un baño con un patito de hule o posando desnudo. Comprendía su vergüenza, ya que si mis padres hicieran lo mismo, claro que haría lo posible para ocultar esas imágenes aunque sea en lo más fondo de la tierra pero por un pequeño lado, me gustaba conocer aquellas pequeñas debilidades de él.
Israel tomo varias fotos y empezó a hablar como si fuera un Xavier pequeño y cuando su primo achinaba los ojos e intentaba quitarle la foto; le regresaba la imagen a su abuela para que no le sucediera nada. Pero como a veces te llega a caer el karma también, la señora Eloise, empezó a mostrar unas fotografías de Israel de las cuales luego Xavier empezó a molestarlo y hacerle un par de tonterías de las cuales, su primo respiraba hondo y cruzaba los brazos furioso mientras intentaba ignorar las palabras de Xavier.
—Y ¿cuántos hijos piensan tener?
Me caí de lado al escuchar esa pregunta que rápido Xavier se levantó y llegó hasta mí donde me tomó con cuidado para que me volviera a sentar. No era necesario que todos no se dieran cuenta del nerviosismo que me ocasionaba aquella pregunta porque era muy notorio que la sorpresa me había caído como una manzana en la cabeza.
— ¡Abuela!—Xavier la regaño.
— ¿Qué? ¿No te gustan los niños?—sacudí la cabeza.
—Sí me gustan... Es que...—No sabía que decir.
—Abuela, no nos hemos casado y también somos muy jóvenes. —Xavier se puso a la defensiva.
—Tu madre te tuvo a los diecinueve. —ahogué un grito de sorpresa.
—Pero abuela, Kiara tiene diecisiete y yo veintidós. ¡Es muy pronto!—resaltó con nerviosismo.
No quería formar una pelea pero tampoco quería hablar de ser madre pronto y agregando que su abuela es muy directa con las preguntas y respuestas, me hace darme cuenta que algo sucede aquí y más porque la pregunta se refirió a ambos y no solo a uno.
—Bueno, si quiero tener hijos. Posiblemente unos dos o tres. —Dije musitando.
— ¡Por fin! Alguien responde mi pregunta—grito gloriosa la señora Eloise—Tu padre debería romper esa regla de solo tener un hijo. Eso ya es a la antigua; quien dice que los reyes no pueden criar bien a más de un hijo. —Sugirió la señora.
El estómago se me revolvió a darme cuenta que en la familia real, solo se puede llegar a tener un hijo. Esa idea no me gustaba mucho y por más que cargar con un bebé a mi edad no esté en mis planes, no estoy de acuerdo de solo tener un bebé. Si yo me llegará a casar con Xavier, quiero que mi primer bebé sea niño o niña tuviera aunque sea un hermano o hermana con el cual jugar, reír, llorar, apoyarse y hacer travesuras. No sé cómo se lo puede llegar a tomar el rey Arturo con tal decisión pero no quisiera que mi bebé creciera siendo solo él o ella. Debe de haber otro el cual lo acompañe en su camino y aunque Xavier haya sido la mayor parte solo él (porque por un momento tuvo una hermana) no quiera decir que también yo acepte esa ley.
—Abuela, eso no depende de mí. Además sigo siendo príncipe. Dentro de unos tres a cinco años tomaré el trono...—Ahora lo interrumpió su abuelo.
—Y para esa época ya debes de haber tenido aunque sea un hijo. —Xavier parecía estar desconcertado con las respuestas de sus abuelos.
— ¿Cuál es la agonía de que sea padre?—dijo irritado— ¡Tendré hijos cuando yo quiera!—se levantó molesto y salió de la sala.
Su abuela estuvo a punto de levantarse para ir detrás de él pero yo la tome de las manos y le hice un gesto que iría yo; así que al ver como sonreía y asentía, me levante del bonito sofá para ir detrás de Xavier; quien salió al patio trasero y empezó a dar un recorrido.
Lo seguí hasta que se quedó cerca de un columpio, lo observo durante varios segundos que posiblemente el tiempo se estaba haciendo infinito para él. Con cuidado, me acerqué a él hasta ponerme a su lado y mirarlo.
—Cuando era niño, mi madre organizaba un picnic para mi papá y para mí. Nos sentábamos ahí—me señalo un lugar que no estaba tan lejos de nosotros—y cuando me aburría, le decía a mi papá que me balanceara en el columpio. —Tomó las cuerdas del columpio. —Mi madre nos observaba y muchas veces no dejaba de sonreír o reír al vernos felices a mi padre y a mí. —Termino por suspirar.
No quería sacarle aquella pregunta pero tenía las ganas de saber porque le incomodaba más que a mí, hablar del tema de tener hijos. Sé y comprendo el lado, de que está muy joven y que no está preparado para ser padre pero su reacción hace que me preocupe un poco.
— ¿Por qué te preocupas tanto por el tema?—hizo una mueca.
—No me preocupa, solo me estresa que me lo recuerden a cada momento. —Me dio una mirada. —Tengo muchas responsabilidades, problemas y deberes que no tengo el tiempo de pensar en criar un hijo. —Suspiro. —Pero eso no quiera decir que no quiera tenerlo. —Me dio una mirada rastreando si su respuesta me provocaba alguna emoción insatisfactoria.
Tiene razón, ha estado muy liado con tantas cosas que no le queda tiempo en pensar en formar aún una familia. En un plano fuera del palacio todo podía resultar mucho más fácil pero tomando en cuenta que ser príncipe y luego futuro rey trae más obligaciones, eso hace que el tema de hijos, se quede muy corto.
—Créeme que cuando me deshaga de todo lo que tengo en la espalda, podré pensar en eso; mientras, solo me quiero concentrar en mis deberes como príncipe. —Me tomó de la cintura. —No quiero traer un hijo al mundo teniendo en cuenta que no podré darle toda mi atención. —Su frente chocó con la mía. —Quiero ser el mejor padre del mundo...—Le interrumpí.
—Y eso no lo dudo. —Acaricié su mejilla. —Te comprendo y sé lo presionado que te sientes día a día. Pero cuando mejor consideres tener un hijo, sé que estarás más que preparado.
(...)
La tarde seguía pasando cada vez más rápido, la abuela de Xavier nos preparó unas galletas y podía ver como la señora ya se encontraba de mejor humor después de la discusión que había tenido con su nieto. Xavier, se disculpó con su abuela, no quería que su relación se rompiera solo por un tema indiscutible así que mientras la señora Eloise le daba besos en la cabeza a su nieto y le agarraba las mejillas con cariño, solo me cubría la boca para no sacar una risa tonta al ver aquellos efectos de cariño que una abuela tiene a su nieto.
A las cuatro de la tarde, Xavier y yo, volvimos a salir al patio y mientras caminábamos con los pies descalzos—aunque Xavier llevará aun los calcetines puestos—podía ver como lo bien que la estábamos pasando. En una de esas, nos sentamos en una pequeña colina en donde se podía apreciar el atardecer, así que pensando en que nadie nos viera; me senté al frente de él donde mi espalda al chocar contra su pecho, hizo que me sintiera cómoda y apreciará la vista de los árboles y del cielo cambiar de color al bajar el sol cada vez más.
Xavier acariciaba mis nudillos y podía sentir como su nariz se posicionaba en mi cabello en donde aspiraba su olor, solo dejaba ir varios suspiros agradables.
— ¿Cuándo eras niño, venías seguido a visitar tus abuelos?—pregunte.
—Frecuentemente, en verdad. —Le restó importancia. —Ellos han vivido todos estos años aquí desde que mi madre se casó con mi padre. —Luego me señalo un lugar. —Fue ahí donde me caí por primera vez. —Ambos reímos.
— ¿Por qué no me dijiste que visitaríamos a tus abuelos?—Sentí como el viento de su suspiro rozó mi cuello.
—Quería que los conocieras y también, ellos querían conocerte. —Respondió.
Asentí al escuchar su respuesta. Realmente no había estado preparada para este momento, bueno, quizás nunca lo hubiera estado. De todas formas, debía de pasar porque aunque quizás termine o no con Xavier, sus abuelos querrán haber conocido a una de las finalistas de la competencia. Y aunque admita que todo esto fue una locura desde el principio, no me arrepiento de nada de lo que ha sucedido.
—Tu abuela tiene una enorme colección de fotos de ti y tu familia. —Gruñó.
—Demasiadas para contemplarlas en unas horas. —Gire mi cabeza para verlo.
—Oh vamos, es común que una familia tenga casi un anuario de fotografías de todos sus parientes. —Encogió los hombros.
—Para luego humillarte en frente de la chica que te gusta ¡Es horrible!—Seguía sin convencerlo en lo mucho que me gusto ver sus fotografías. — ¿Alguna vez has sufrido eso?—No dije nada.
En realidad, nunca experimentaría tal cosa. Mis padres no tenían los recursos para tomarnos muchas fotografías a mí y a mis hermanos. Martín tiene unas cuantas de él de pequeño porque sus padres la guardaron en una caja antes de morir; pero yo con el resto de mis hermanos apenas tenemos un par que tratan de eventos importantes que sucedieron en nuestras vidas.
—No. —Apenas dije.
— ¿Por qué?—Como explicarle todo lo que tenía en mente.
—No teníamos los recursos necesarios para tomarnos fotos. Apenas tengo unas cuantas de mi cumpleaños y recién nacida. —Conteste bajando la mirada.
Un silencio se propagó entre nosotros, por cosas como esa, no me llegaba a explicar cómo es que Xavier cree que soy buena para él.
—Kiara...—Levanto mi mentón para que lo mirara. —Sí, al final te todo esto... Aceptas casarte conmigo y... Formar una familia...—Le costaba explicarme lo que tenía en la boca. —Verás que guardaremos todos los bonitos recuerdos que nuestros hijos tengan desde que estén en tu vientre...—Mi piel se erizo al sentir su mano en mi vientre. —quiero que sientas que jamás te hará falta nada y más si se traten de... Ya sabes... Los niños.
Me mordí el labio para no derramar ni una lágrima. Mi corazón se llenaba de felicidad al escuchar esas palabras tan bonitas y no solo eso; Xavier sabía hacer lo suyo. No aguante un minuto más y uní mis labios contra los suyos; sonreí como tonta al escuchar como él me decía sobre mis labios lo mucho que me quería. Era suficiente escuchar tales promesas aunque no sabía si se cumplirían pero quería mantener esa alegría conmigo aunque sea el tiempo en que nos encontráramos juntos.
(...)
—Promete visitarnos pronto. —Me dio un abrazo la señora Eloise.
—Lo haré. —Le sonreí.
—Cuida a este aburrido príncipe, que un día se puede hacer igual que su padre. —Me dijo el señor Paul con una sonrisa cómplice.
—Le endulzare las mañanas para que no se haga amargada. —Le guiñe el ojo, el cual él fue el siguiente en hacerlo.
—Es lo que necesita Xavier. Créeme, Kiara. —Xavier puso los ojos en blanco a escuchar eso de Israel.
—Bien, entendí que me estoy haciendo un amargado. Pero este amargado debe de marcharse ya, junto con la dama. —Dijo Xavier sin ni una gota de gracia.
Me despedí de todos con un abrazo y un beso en la mejilla, a pesar que la peluca había comenzado a incomodar mi cabello; hice lo posible para no tocármela, ya que sentía que en algún momento se me podía llegar a caer. Cuando empezamos a caminar, a lo lejos se escuchó como Israel le tiraba varias indirectas a Xavier por su peluca, haciendo que él terminara por balbucear varias maldiciones por tener un primo tan burlista.
No quise pronunciar ni una palabra, además, creo que me gusta más Xavier con cabello negro. Ya que ese color le resalta sus ojos pero prefiero mejor aún no comentárselo, ya que al parecer está a punto de explotar y decirle algo a Israel aunque, al final ya no se escuchó nada y fue por el motivo de que la señora Eloise le agarro de la oreja a su nieto para que dejara de decirle cosas a su otro nieto.
No comprendía como la reina Afrodeth y Lucas no se acercan a su familia. Quien no desearía tener unos abuelos como los que tiene Xavier o un primo como Israel; pero estaba claro que el poder los ha segado a madre e hijo para no querer saber de su familia real. Y ante eso, creo que nadie, excepto ellos, puedan hacer algo.
Xavier y yo caminamos unas cuadras hasta encontrarnos con un taxi, donde él de nuevo hacerle una señal para que se detuviera, ambos nos llegamos a meter al vehículo para después sentir como este se movía y Xavier le daba la dirección al conductor para que nos llevara al hotel.
Estaba tan cansada por todo lo que me había sucedido en el día, que no evite en a recostar mi cabeza en el hombro de Xavier, él no dudo en poner su mano en mi cintura y acercarme más a él. Podía ver como en la ventana de al frente del taxi se veía el cielo de un color rosa y melocotón, el sol estaba a punto de ocultarse así que solo termine por apreciar esos últimos segundos cuando empecé a cerrar mis ojos y sentir como Xavier dejaba un beso en mi sien.
— ¿Es su novia, joven?
—Sí, es mi novia.
—Que afortunado, es hermosa.
—Sí, soy el hombre más afortunado.
No abrí mis ojos, solo me deje acoplar por esa sensación tranquila y armoniosa que estaba sintiendo recorrer por todo mi cuerpo. Quería saltar de la alegría al haber escuchado aquello, pero por ahora lo único que necesitaba era dormir, luego quizás celebraría, le gritaría a mi almohada y si es posible se lo diría a todo el mundo las palabras que dijo Xavier de mí.
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Continuará...
Parte (2/2)
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