Capítulo 3

—Esta será su habitación señora Leaky.

Neil le dio una de las habitaciones de al lado a mi madre y a mi hermana. Ella al entrar en la habitación y ver el gran espacio que está era ocupada por sillones de terciopelo, cortinas de telas suaves, una pequeña biblioteca, una alfombra roja, un escritorio de madera, un tocador color cuarzo y dos camas grandes fue para mi madre ver una maravilla de habitación. Su boca y ojos mostraron asombro y mi hermana no tarda en correr a una de las camas y saltar a ella mientras reía y se revolcaba entre las sábanas mientras mi madre iba hacía ella y la tomaba del brazo para que se quedará quieta y no destruyera algún objeto.

Neil me dio una mirada cómplice y mientras yo reía y me abrazaba con mis propios brazos podía ver la felicidad que irradiaba mi rostro al ver a mi madre y a mi hermana en el castillo.

Por supuesto, la llegada inesperada de ellas hizo que mis ánimos se elevaran a un tal grado que los primeros segundos al verlas no pude evitar llorar, por lo que reconocía, pensaba que solo mamá iba a llegar pero la sorpresa fue ver a Sofía esconderse detrás de la larga falda de mi madre, cuando mi pequeña hermana me vio no tardo en saltar en mis brazos y no soltarme, nada estaba preparado y más esa llegada que había sido en el momento de la cena.

Había tenido la idea de que mi madre se tardaría unos días en llegar hasta el castillo pero al parecer Gavril fue quien le ayudo a tomar un auto desde la clase baja a la media y de allí unos parientes de él, la llevaron hasta la clase alta hasta que Gavril se la llevó de ahí hasta el castillo. Por otro lado se lo agradezco a Lou porque ella fue la portavoz de mi madre y si ella no le hubiera dicho nada a Gavril a estas horas mi madre estuviera apenas entrando a la clase media.

Otra cosa que me hizo reír cuando llegó mi madre fue ver el rostro del rey Arturo, cuando la vio aparecer en la puerta se quedó de boca abierta al verla y no solo eso, ver que le había traído un pastel de frutas como si fuera su amigo de toda la eternidad. Mi madre le tuvo que explicar al rey Arturo su llegada y él al enterarse que yo le había mandado un recadó a mi madre diciéndole que la necesitaba, al final como me lo hizo saber a mí, a mi madre, a mi tutor y por supuesto a su hijo no había ni un problema si ella se presentaba cualquier día al territorio de la familia real.

En mi mente solo circulo la idea de que posiblemente él no sé negó a echarla de su castillo fue porque últimamente me encontraba en tanta presión con el doctor y en mis clases que no me quedaba tiempo de hablar con mi familia así como también que después del incidente del envenenamiento haber pensado que al tener alguien de mi familia a mi lado podía hacerme sentirme mejor.

Xavier se alegró de ver a mi madre que no tardo mucho tiempo en saludarla como también a mi hermana y aunque me hizo una cara de que si yo sabía algo de aquella llegada solo le respondí encogiendo mis hombros y guiñándole el ojo.

— ¿Dónde dormirás tú, Kiara?—Por fin mi hermana se había quedado tranquila.

—Mi habitación está a un lado de la vuestra así que no estaremos lejos—le mostré señalando mi lado izquierdo.

— ¿Puedo dormir contigo?

Había un tiempo en que mi hermana se había acostumbrado a dormir conmigo que cuando nos separaron para dormir cada quien en su cama, la primera que no acepto esa orden fue ella que al final termino por llorar una semana mientras le suplicaba a nuestros padres que siguiera yo durmiendo con ella pero al final no se lo permitieron. La idea de que ella cada año creciera y se estuviera convirtiendo en una pequeña nerd con carisma hacía que me sintiera cada vez más vieja al ver que los años no perdonan. Y más porque ahora veo como sus brazos ya no son delgados y tiene el cuerpo de una niña de su edad.

—Sofía...tu hermana tiene que descansar además debe de ir a estudiar temprano—le regaño mi madre.

— ¡Mamá! Yo quiero estar con Kiara—Sofía le hizo ojitos a mamá.

Bueno, un día que me levante tarde y no llegué a tiempo a clases, no creo que el planeta termine por destruirse. Veo como los ojitos azules grisáceos de mi hermana le parpadean cada segundo a mi madre mientras su boca forma un puchero. Sabía que ella ganaría esa batalla con mi madre porque siempre terminaban por afirmar sus cumplidos y además es la princesa de la familia.

—Déjala dormir conmigo mamá, no habrá ni un problema—le aseguré cruzando los dedos.

—Kiara, sabes que tu hermana se levanta más temprano que tú—asentí sin problemas.

—Sof, no te salgas de la habitación hasta que yo despierte ¿sí?—fue la condición que le di para que durmiera conmigo.

—Está bien—prometió con el dedo meñique.

Mi mamá no estaba segura pero al no querer ver a Sofía triste al final acepto. Tome la mano de mi hermana y nos despedimos de mamá con un beso en la mejilla para después irnos a mi habitación que estaba al lado. Al llegar, le ayude a mi hermana a ponerse su pijama de nubes rosas que parecían más algodones de azúcar, después yo me puse mi pijama y cuando Ashley se presentó solo le di la orden que se marchara ya que todo estaba en orden; con una sonrisa ella se despidió y me deseo buenas noches. Puse a mi hermana al lado de mi cama y mientras apagaba las luces y entraba en la cama para abrazarla, solo le di un beso en su sien para después ambas quedarnos dormidas.

(...)

Al levantarme, me rasqué los ojos y di un bostezo. Me di un pequeño estirón que hizo que mis huesos crujieran y antes de poder empezar a pensar y a ordenar mi mente, le di una mirada a mi habitación y rápido el reflejo de mi cuerpo cayó en el espejo enorme que estaba colgado en la pared y vi como mi cabello estaba hecho un espanto. Así que fui hasta el tocador y busque una liga para el cabello, junte todo el cabello y lo amarre hasta que algunos mechones se salieron pero lo que despertó mi mente fue en el momento en que encontré unos pequeños zapatos a unos metros de mis pies y fue cuando me di cuenta que mi hermana no estaba en la habitación, mis ojos casi se salen y solo me quedo tiempo para tomar el albornoz y salir corriendo entre todos los pasillos para buscar a mi hermana.

Eso fue lo único que me faltaba, perder de vista a mi hermana mientras yo me quedaba dormida. Solo esperaba que no se haya perdido o este recorriendo el pasillo sola teniendo a mis dos enemigos presentes en el mismo lugar, no me quería imaginar si Avery o Lucas les hacía algo a mi hermana, esa si no se las perdonaría y mucho menos lo dejaría pasar por desapercibido. Me detuve en las escaleras del segundo piso y mientras miraba de arriba hacia abajo para ver qué camino tomar, al final decidí ir al primer piso primero para después ir al tercero. No quería tocar la puerta de la habitación de mi madre porque posiblemente Sofía no debe de haber entrado a su habitación mientras yo dormía, además si mi madre se la hubiera llevado me hubiera dejado una nota diciendo que mi hermana estaba con ella y no solo eso, sus zapatos no se encontrarían aún en mi habitación.

No quería darle más problemas al rey Arturo; lo decía porque mayormente mi hermana es más curiosa que yo y si existe algo en este mismo instante que le llame la atención a Sofía, claramente sé que ella irá por ello. Estaba preocupada a plena mañana, faltaba unos minutos para ir a desayunar y por supuesto todos empezarían a trabajar y hacer sus propias cosas sin tomarle interés a mi hermana.

Al llegar al primer piso, camine entre los fríos azulejos hasta que me detuve y puse la mano en mi pecho hasta dejar que mi respiración se normalizara. Observe como Xavier tenía agarrada de la mano a Sofía, ella como si no viera lo preocupada que estaba siguió comiendo una galleta y dejo ir una sonrisa cuando me vio. Soltó la mano de Xavier y corrió hasta mí; al tenerla en frente observe como unas migajas estaban en las comisuras de sus labios, seguía llevando su pijama de nubes y su cabello castaño caía en cascada por toda su espalda. Podía decir que mi hermana tenía mejor aspecto que yo y ahora que Xavier se fue acercando a mí y me observaba de arriba hacia abajo y luego viceversa, me dieron ganas de maldecir por no haberme lavado tan siquiera el rostro o haberme cepillado los dientes. Todo esto se lo debía de agradecer a Sofía.

—Buenos días.

Evite que mi corazón se saliera de mi pecho al verlo, Xavier estaba ya preparado para comenzar el día que era muy realista ver que por lo menos él había comenzado bien su mañana mientras que yo ni siquiera estaba preparada para salir de mi cama pero como siempre hubo una razón para que lo hiciera.

—Buenos días—se me escapó una risita nerviosa.

—Encontré a este monstruito come galletas en la cocina—bajamos la mirada hasta mi hermana.

Sofía lanzó una sonrisa cargada de risa al ver el aspecto que tenía pero yo al poner mis manos en mis caderas y fulminarla con la mirada, dejo de sonreír para bajar su cabeza y mover sus pies que también se encontraban descalzos.

—Te dije que te quedaras en mi habitación, ¡casi se me sale el corazón al no encontrarte!—sus ojitos se cristalizaron.

—Tenía hambre y no quería despertarte porque sé lo muy cansada que te encuentras—jugaba con sus dedos.

—Sofía...—escuché que me interrumpieron.

—Vamos Kiara, no te enojes con Sofía. Ella solo tenía hambre y fue a buscar comida o ¿me dirás que tú no has hecho lo mismo?—levanto su ceja con una sonrisa.

Me quede boca abierta a ver como Xavier protegía a mi propia hermana menor. Ambos se dieron una mirada cómplice y eso me dio a entender que se habían aliado y que él no permitiría que la siguiera regañando. Deje ir un bufido mientras veía lo absurdo que sería seguir reclamándole a mi hermana por su huida así que antes de poder marcharnos le hice una señal de derrota para que caminara hasta mi habitación; debía de estar ahí antes de que mi madre se despertara y de que Ashley llegará y se diera cuenta de mi ausencia y empezara a buscarme como loca.

—Xavier, ¿me enseñaras a tocar el piano?—mire de una manera sospechosa a Xavier.

—Sí, ¿qué te parece a las tres?—le guiñó el ojo a Sofía.

—Sí—mi hermana saltó de la alegría—, entonces nos vemos a esa hora—Xavier asintió.

Sofía corrió por el pasillo mientras veía como subía las escaleras que dirigían al segundo piso; suponía que debía de estarse dirigiendo a mi habitación pero debía de alcanzarla antes de que se perdiera y agarrara otro camino.

— ¿Qué fue eso de enseñarle piano a Sofía?—le enarque la ceja.

—Es una larga historia—dejo de reír al ver mi cara seria con una ceja levantada—bien...En resumen, le gusto como toque el piano el día de la presentación de ballet entonces me pregunto si podía enseñarle—encogió los hombros.

— ¿No tienes que trabajar en la tarde?—Le pregunte.

—Tengo ciertos horarios, y algunas horas las ocupo para descansar—comentó.

—No tienes por qué hacerlo si no quieres—le indiqué.

—Oh Kiara, es tu hermana. No romperé mi promesa además ya está entusiasmada con saber que aprenderá piano—suspire.

—Lo hace porque cuando vuelva a casa se lo comentara a su amigas para que ellas se queden asombradas—rodó los ojos mientras se acercaba a mí con risa.

—No importa, cariño. Si es posible hasta pasaria tiempo con tu madre. —Mi corazón se ablando.

Xavier movió a los lados la punta de su nariz para rozar la mía, ese afecto mañanero animo mi comienzo del día y cuando esperaba su beso, el cual estuvo a punto de dármelo, observe como se detuvo y me dio una mirada para después reír. Lo mire con extrañes y cuando estuve a punto de preguntarle qué era lo que tanto le daba gracias al final él termino por hablar primero.

—Tu hermana nos está mirando—susurró.

—Que nos mire—él se quedó sorprendido—. Ya sabe que me gustas y un beso no la hará gritar a los cuatro vientos—le dije con inocencia.

Acaricio con sus dedos mi rostro hasta dejar un beso en la comisura de mis labios mientras pasaba por mi lado y susurraba unas palabras cerca de mi oreja.

—No cariño, no nos comportemos como unos depravados ante tu hermana—gruñí molesta—. Nos vemos más tarde.

Cuando él se fue alejando poco a poco tomo otro pasillo, el cual ya no vi su figura así que mientras regresaba por mi camino, miraba como mi hermana decía lo romántico que había sido esa escena entre yo y Xavier. Me reía al ver como mi hermana me contaba como Xavier la descubrió comiendo una bandeja de galletas en la cocina, al parecer él había bajado a darle un recetario al jefe de cocina donde al ver a mi hermana, se quedó unos minutos hablando con ella hasta después ir al primer piso y encontrarse conmigo.

Apenas al llegar a mi habitación, primero fui a ver a mi madre para saber si ya se había despertado y cuando toque la puerta y escuché su delicada voz, pasé junto con Sofía hasta ver como ella saltaba en los brazos de nuestra madre. Me senté en la cama al lado de ella y mientras fui la siguiente en abrazarla, ella acarició mi cabello hasta que por fin me había sentido protegida y segura por las caricias que mi madre me brindaba.

(...)

Como siempre alrededor de mi mañana tuve las mismas clases de siempre y aunque esta vez Sofía me acompaño las cosas cambiaron un poco en las materias que había recibido en el día ya que ella no se pudo quedar callada durante unos minutos cuando empezó a preguntarle y decirle algunos datos al profesor Hancel; él parecía mostrarse interesado por todo lo que salía de la boca de mi hermana y mientras yo escuchaba lo que Sofía decía, miraba como Avery se mantenía callada y mirando la ventana del salón de clases, quería saber lo que podía estar pensando pero preferí concentrarme en todo lo que decía Sofía para saber que decía de todo ello mi profesor que aunque él intentaba disimular su asombro, note como las comisuras de sus labios se movían a cada segundo, sabía que quería sonreír pero prefería mantenerse serio pero al final cuando mi hermana termino por contarle muchos datos sobre Nueva Erlanwood que para su edad poco niños sabían solo escuché que después de clases quería hablar conmigo así que solo con asentir, mire a Sofía y le pedí de favor que esta vez no interrumpiera al profesor Hancel ya que si no nos atrasaríamos en las clases y eso significaba adelantarnos con laboratorios o trabajos.

Al terminar la clase, me quedé unos minutos con el profesor Hancel. Fue poco lo que se tardó para demostrarme lo fascinado que estaba al descubrir que mi hermana se podía convertir en una cerebrito ya que sabía demasiado para no controlar su alegría. Me hizo unas cuantas preguntas sobre quien era la persona que nos enseñaba tanta historia del país como también de otros así que no me compliqué en decirle que mi primo es quien nos enseñaba desde pequeños muchas cosas, mi hermano me enseño también pero mayormente Martín fue quien a mí y a Sofía nos enseñó más cosas ya que mi hermano no tenía tanta paciencia como él. Le hablé de él como de quienes eran sus padres y como teníamos ciertos libros guardados donde aprendimos muchas cosas a lo largo de nuestra vida así que mientras le contaba una y otra cosa más al profesor Hancel, él se quedaba atónito al saber que todo había sido obra de Martín. Hubo un momento que me dijo que quería conocerlo ya que quería saber cómo era su nivel intelectual; prometí presentárselo algún día pero así como veía yo al profesor, sabía que él tenía otras intenciones y solo deseaba que fueran buenas.

Después de hablar con el profesor, me marché para buscar a mi madre y así ir con ella y Sofía a almorzar. Tenía la esperanza de que quizás el profesor Hancel ayudara a Martín, ya que mi primo desde hace cuatro años sabía que además de querer ir a una universidad para sacar una carrera profesional, quería ser maestro como sus padres pero al no tener el suficiente dinero y a su vez los medios para cumplir sus sueños al final los abandonó para trabajar de campesino, lo cual a pesar que no se le ve que se queja, sé que por las noches, él se entristece por no haber cumplido su mayor sueño.

El almuerzo fue estupendo como siempre, aunque desde el accidente de mi envenenamiento me aseguraba de que si las comida estaba en su orden y a pesar que pareciera loco que oliera y mirara de cerca la comida tenía que asegurarme de que no moriré. Había investigado un poco acerca del ricino pero no me profundicé tanto en él porque pronto Sofía me encontró en la biblioteca y tuve que esconder la verdad acerca de lo que me había sucedido un par de semanas. No quería preocuparla además de que podía decírselo a mi madre y las cosas terminaran por complicarse; después de todo a pesar que mi madre ha notado que actuó extraño con la comida, hasta ahora no me ha preguntado sobre si en verdad me habían envenenado o no.

En la tarde la pase al lado de mi madre ya que la profesora Thornicke no había llegado al castillo porque había tenido un viaje, así que mientras Sofía iba a buscar a Xavier para tener unas clases de piano con él, yo me quedaba a solas con mi mamá en el jardín donde ambas dimos un paseo o más bien un recorrido por todo el territorio del castillo. Ella me sonreía y yo hacía lo mismo, así que al ver que tomaba mi mano y dejábamos de caminar, ella me miro a los ojos con ternura hasta que soltó unas palabras.

—Dime Kiara, ¿eres feliz?

Su pregunta me tomo por sorpresa que abrí mis ojos y no supe responderle rápido. El problema no se trataba de decirle que estaba feliz aunque no estuviera ella y los demás conmigo simplemente ella generalizo la pregunta como si tratara de que yo le asegurara de que todo estaba perfecto.

— ¿A qué se debe la pregunta mamá?—le pregunte sin responder la suya.

—Cuando recibí tu recadó hija, pensé que algo andaba mal—note su rostro decaído.

Me mantuve callada y no quede informarle acerca del envenenamiento con el ricino y también del comentario que el doctor me hizo en el último resultado de mis exámenes. No quería alarmar a mi madre pero tampoco quería mentirle, si la llamé es porque necesitaba que ella me apoyara y me aconsejara pero temía de que si le contaba toda la verdad, ella terminara por preocuparse y a la vez creer que no era cuidada como lo había dicho la carta que me dieron a principio de la competencia.

—Quería verte, te extrañaba mucho y cada día empiezo a estresarme con el resultado de la competencia.

Me excuse con esa mentira, no quería que mi madre pensara que el culpable de mis últimas desgracias estaba suelto y podía hacerme daño. Eso solo haría que ella sacará su enojo y posiblemente culpara al rey de mi salud, no es que mi mamá siempre se dejará llevar por su enojo pero la conocía y sabía que si en algún momento alguien dañaba a sus hijos, ella no se quedaría de brazos cruzados ni tampoco permitiría que dejaría que el daño volviera a suceder.

—No tengo la idea de lo estresada que debes estar hija pero sé que pronto podrás tomar una decisión que sabrás que será la mejor—acarició mi mejilla.

—A veces me pongo a pensar si seré una buena princesa—baje con vergüenza la cabeza—. Me pregunto si estoy preparada para esto pero tengo miedo de equivocarme en muchas cosas. —Suspiré.

Mi madre se acercó a mí y me abrazo mientras que yo me mordía la lengua para no sacar un sollozo como también parpadeaba para no sacar las lágrimas.

— ¿Por qué crees que Xavier te ha dejado en la competencia?—me separe un poco para verla.

—No sé, ¿por lastima? ¿Por qué piensa que necesito quedarme un poco más para que ustedes puedan seguir viviendo del salario que les dan al estar yo en la competencia?—Encogí los hombros.

Mi madre me dio una mirada y mientras negaba y a su vez reía; sabía que algo estaba escondiéndome me quería saber ante todo las respuestas que yo diría ante sus preguntas.

—Kiara, hija. Sabes que estás aquí porque él tiene intenciones buenas contigo. —Asentí.

—Me quiere mamá y yo...lo quiero también—me sonroje al decirle eso.

Mi mamá dejo ir un sonido de ternura y de nuevo me abrazo mientras que sentía como mi rostro ardía al decirle aquella verdad a la persona que me dio la vida.

—Creía que habías dicho que nunca te enamorarías del príncipe—pasaba una y otra vez su mano en mi cabello.

Deje ir una risita mientras nos separábamos y ella ponía un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Lo sé pero... ¡Mamá! No sabes las cosas que ha hecho por mí y... ¡Dios! Cada vez que estoy con él olvido todo, olvido la competencia, que él es un príncipe y de las responsabilidades que se cargan a ser una princesa—ella dejo ir una carcajada.

—Cuando tu padre y yo estábamos jóvenes, él me hacía sentir así tanto que hasta hoy sigo sintiendo mariposas en el estómago cuando me besa—fue algo lindo escuchar eso.

Me imagine a mi madre en su época de joven siendo conquistada por mi padre, mis abuelos los cuales murieron desde antes que yo y Johann naciéramos decían que mi padre era un buen partido para mi madre y que sabían que él siempre la amaría y la respetaría.

—No tengas miedo hija, dos son mejor que uno y te aseguró que si Xavier te ha dejado todo este tiempo en la competencia no son por los motivos que has dicho sino porque cree que tú eres perfecta para él y sabe que tú serás una gran esposa, madre, princesa y reina para él.

Necesitaba escuchar esas palabras de parte de mi madre, ella sabía hacerme sentir mejor cuando yo tenía desconfianza de mí misma; no debía de bloquear mi mente y mi corazón a la realidad que tenía presente en mis ojos porque así como Xavier me ha demostrado que me quiere yo debo de comprometerme a hacer lo posible para adaptarme a esta vida que aunque nunca fue planeada, debo de conseguir el propósito de ser la ganadora.

(...)

Camine hasta la sala donde se encontraban los instrumentos y como había adivinado escuché el sonido de la melodía del piano tocando una música de Beethoven, así que antes de pasar, abrí la puerta y en una pequeña abertura observe a Xavier y a Sofía, ambos estaban sentados en el asiento que contenía el piano y mientras Xavier le indicaba a mi hermana algunas teclas del piano, ella fue la que empezó a tocar una pequeña pieza música lenta, a pesar que le iba a tomar tiempo en aprender, sabía que esta pequeña experiencia no la iba a olvidar aunque temía de que al final Sofía quisiera tener un piano en la casa. Si antes no entraba mi cama a la casa no me podía imaginar un piano en ella.

Antes de interrumpir a ambos, mamá llegó y miro por un momento a Sofía tocar el piano, podía ver como sus ojos mostraban orgullo, su sonrisa se agrando más al ver como Xavier le enseñaba paso a paso sin molestarse o impacientarse en repetirle las cosas; por lo menos sabía que Xavier podría ser un buen padre pero también creería que hubiera sido un buen hermano mayor; si supiera que su hermana se comunica conmigo no me lo creería bueno se quedaría sorprendido en saber que tuvo una hermana pero aun así en algún momento se lo comentaré quizás le gustaría recordar el recuerdo de Stephene ya que ella quizás también le gustaría.

—Sofí—la llamó mamá.

Observe como Xavier y Sofía dejaron de tocar el piano para darse la vuelta y ver a la puerta donde nos encontrábamos mi madre y yo; Sofía se bajó del asiento y con una reverencia le agradecía a Xavier para después ir hacía mamá quien le tomo la mano y ambas desaparecieron mientras escuchaba como Sofía le comenzaba a contar a nuestra mamá, su nueva anécdota de haber tocado el piano con el príncipe de Nueva Erlanwood.

Entre al salón para después sentarme en el asiento donde antes estaba mi hermana y antes de poder hablar con Xavier, deslicé uno de mis dedos en las teclas del piano para escuchar un sonido diferente de cada uno, Xavier tomo mi mano y la dejo en una tecla, me hizo una señal con su cabeza para que la tocara y cuando lo hice, de nuevo me señalo con su dedo índice una nueva tecla, espero para que lo hiciera hasta que hablo.

—Toca la primera tecla seguida de la otra—asentí.

Primero toque la primera tecla y luego la segunda y ambas formaron una melodía corta que hizo que sonriera para después verlo.

—Tu hermana aprende rápido—comentó.

—Es una buena alumna, no eres el único que se ha quedado sorprendido también ha sido el profesor Hancel. —Él dejo ir una risa.

—Me imagino—dijo.

Se levantó de su asiento y me tendió su mano, no me tarde en pensarlo cuando se la di y ambos salimos del salón de los instrumentos para caminar entre unos pasillos no muy lejos de esa zona donde antes nos habíamos encontrado. Al llegar abrió la puerta e hizo que entrara primero y al hacerlo lo primero que me encontré fueron un montón de retratos de varias personas, hombres, mujeres, incluso de niños y después entendí que estaba viendo un árbol genealógico, era enorme, se podían ver todos los ancestros pasados de Xavier, algunos posaban sonrientes y otros serios, las pinturas también se iban apreciando con su época y cada foto abajo tenía una pequeña placa de oro donde se identificaba con el nombre de la persona y el año en que nació y murió.

—Es espectacular—di varios giros para ver al mismo tiempo todas las fotografías.

—Esta habitación solo muestra el árbol genealógico de la familia. —Camine hasta el último retrato.

— ¿Tú?

Le señale su retrato el cual no había sido cambiado últimamente, parecía más joven, tenía rostro de ser un adolescente y por supuesto sus ojos brillaban y su sonrisa parecía traviesa. Toque cada letra de su nombre encima de la placa de la cual solo tenía el año de su nacimiento. Cuando eleve un poco más los ojos me encontré con ambos retratos de sus padres, lo que me entristecía era ver la foto de su madre, llevaba un vestido rosa y mostraba sus hombros mientras la corona relucía y resaltaba el color de su piel; se le veía sonriente y feliz pero lo que sentí luego fue ver que su placa ya había sido cambiada, llevaba ya su año de nacimiento y de muerte.

—Le extraño—se puso a mi lado—. Es imposible pensar que ella está muerta—lo mire—. A veces voy a su oficina o la buscó en el salón de té para hablar con ella, apenas entró y murmuro un «mamá quiero hablar contigo» pero cuando veo el lugar vació y su silla vacía al final solo susurro un «te necesito mamá».

Sus palabras se fueron quebrando poco a poco y no soporte mucho tiempo las ganas de llorar, intentaba tragar esa tristeza de la cual sufría él pero mi corazón latía a mil por segundo al ver su rostro deprimido y pálido. No quería imaginarme el dolor que se siente en perder a un ser querido y más si es tu madre, solo pensar que si mi madre le pasara algo y muriera, no sabría cómo vivir con eso.

— ¿Cuántos años tenías aquí?—le señale su foto.

—Diecisiete, no actualizan a cada año la foto pero pensé que la cambiaran después de comprometerme o casarme—enarque la ceja.

— ¿Por qué?—tomo mi mano y beso mis nudillos.

—Porque el día que me tomen la fotografía sé que saldré sonriendo al saber que la mujer que quiero que se casé conmigo, acepto mi proposición—saqué una risita.

—Presumido—ambos reímos.

—Lo hago por impresionarte querida—tomo mi mentón y rozó sus labios con los míos.

—No tienes por qué hacerlo porque ya me tienes donde quieres.

Sonrió y no se tardó en besarme, su beso llegó a ser tan profundo que tuve que poner mis brazos en su cuello mientras él adentraba sus dedos en mi cabello, deje ir una risa hasta que ambos dejamos de besarnos y él comenzó a explicarme quien era quien.

No me aprendí al momento los nombres pero como me explicaba, si llegaba a ser princesa me tocaría que aprendérmelos por obligación; por lo menos de lo que si me asegure fue de cada uno de ellos llevaba una historia interesante del cual aprender.

—Él, es mi tatarabuelo Edward Morris—observe la foto.

— ¿Su esposa enserio se llamaba Reinalda?—Hice un rostro de horror.

—No te burles de mi tatarabuela—empezó a reírse sin ofenderse.

— ¿Qué? Es la verdad, su nombre es...original—le mostré mi dentadura como muestra de rendición.

—Bueno, por lo menos mi bisabuela tuvo un bonito nombre—encogió los hombros.

Mire el retracto de la hija de ambos y me di cuenta de que su nombre era Rachel; por lo menos es un nombre bonito del cual no se parecía nada al de su madre así que me alegre que por lo menos la bisabuela de Xavier no haya sufrido por haber tenido un horrendo nombre.

— ¿Quién es?—mostré un retrato que estaba al lado izquierdo de su tatarabuelo.

—Su segunda esposa—observe la fotografía.

— ¿Se puede llegar a tener otra esposa?—Xavier negó.

—No pero mi tatarabuelo se casó por segunda vez después de haber traspasado su corona a su hija—comprendí mejor las cosas.

— ¿Se volvió a enamorar?—de nuevo negó.

—Es una historia triste pero a su vez milagrosa—comenzó.

»Mi tatarabuelo Edward se enamoró de una chica de clase pobre; pero sus padres no permitieron ese amor así que lo obligaron a casarse con mi tatarabuela Reinalda que era una chica de clase alta e hija de un político. Al principio, él no la amaba a ella así que ella se hizo cómplice de él para que mi tatarabuelo se encontrara con Taima una vez por semana, todo iba bien pero la prensa se enteró de la relación de ambos, así que sus padres intentaron romper esa relación hasta que meses después cuando mi tatarabuelo buscó a Taima en el mismo lugar de siempre, ella ya no apareció. Pasaron días, meses e incluso tres años así que mi abuelo se rindió y al final buscó la manera de enamorarse de Reinalda—ambos miramos la foto de las tres personas que protagonizaban esa historia—. Al siguiente año, ella quedo embaraza de Rachel y a pesar que ambos se querían e intentaron construir una vida juntos, no llegaron a amarse como esposos. —Suspiro y se quedó mirando la foto de Taima—Mi tatarabuela murió joven a causa de cáncer e inesperadamente mi tatarabuelo recibió a los dos años una carta escrita en braille, él no llegó a aprender el lenguaje de los ciegos así que buscó a su profesor y este mismo se lo tradujo mencionándole que Taima estaba viva y se encontraba de nuevo en Nueva Erlanwood—tomo aire, cerró los ojos y de nuevo los abrió—. Ella se marchó después del caos que ocasiono la prensa e hizo su vida en Inglaterra, pero perdió la vista en un accidente, así que mi tatarabuelo al verla no le importo su discapacidad, solo al verla se dio cuenta de todo el tiempo que habían perdido al no estar juntos y que también sintió como su corazón volvió a latir rápido con solo verla—comentó con una sonrisa—. Un año después se casó con ella y pues, ya no hubo nada de que interviniera su amor.

Una historia increíble y hecha un milagro. Tenía la razón Xavier, lo que le había pasado al rey Edward había sido todo un milagro porque después de tantos años al final había realizado su sueño con la mujer que amaba.

—Kiara...—lo hice callar con un beso.

No quería escuchar eso que tenía en mente, sabía que quería decirme que él no quería casarse con la mujer equivocada y luego encontrarme años después. No quería pensar en eso, no quería y tampoco podía dejar que eso embriagara mi mente.

—No quiero pensar en el futuro pero sé que puedo hacer algo por el presente—acaricié su mejilla— ¿sí acepto a esta vida, no me dejaras sola?—negó.

—No cariño, estaré contigo siempre—sus ojos mostraron sinceridad y amor.

—Te quiero, Xavier—lo abracé.

—Y yo más, Kiara—besó mi sien.

Me quedé observando su retrato, solo me imagine que si terminaba casándome con él, estaría a su lado y pondrían una placa con mi nombre y año de nacimiento; era extraño tener esa sensación de gloria al saber que puedes estar con esa persona que tanto quieres aceptando retos grades que pronto estarán programados en tu destino.

Mamá tenía razón, no solo era trabajo de uno sino que de dos. Si todos los demás reyes y reinas se casaron era porque necesitan a una persona a su lado para gobernar, para acompañarlos en ese camino difícil y para apoyarlo u ayudarle en decisiones fáciles o difíciles. Si Xavier prometía jamás dejarme sola, yo también estoy dispuesta a jamás dejarlo solo.

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Continuará...

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