Capítulo 24 (Final)
2 meses después.
Respiro hondo de nuevo e intento calmar mis nervios, no sabía si yo era la única que estaba nerviosa de este día u otras personas se podían encontrar en mí mismo estado. Me mordía el labio inferior y me seguía preguntando como estaba quedando mi maquillaje, hace más de una hora, Marco ha estado pintarrajeando mi cara que tengo miedo que deje mi rostro como el de un payaso. Este día será el más especial de mi vida que no debe de haber ni un error por más pequeño que sea; no es que me esperaba que todo fuera perfecto, sino que las cosas sucedieran por lo menos bien como me lo imaginaba.
Marco me tomó el mentón para después ver como se ponía en frente de mí y empezaba a girar el tapón del labial para que este saliera, el color carmesí fue el observé pronto, estuve a punto de detenerlo pero él solo volvió a guardar el labial para reír y sacar otro de su bolsa de maquillaje. Esta vez el color del nuevo labial fue un rosa ni tan encendido, ni tan opaco. Simplemente el color fue perfecto para mi gusto.
Lo empezó a deslizar por mis labios hasta hacerme la señal que juntara ambos labios y luego los separa, lo cual hice. Se alejó a una distancia prudente de mí para después ver como pasaba sus manos hasta sus labios y tirar un beso de manera francesa y decir a su vez, unas palabras de ese idioma que me provocaron una pequeña risa.
-Divina. Como una estrella.
Me levanté de mi asiento y tomando el vestido un poco para no patearlo con los zapatos de tacón que ya llevaba puestos, me acerqué al espejo y fue entonces que me miré.
Una sonrisa traviesa atravesó mis labios haciendo que me cubriera unos segundos la boca con mis manos para después dejar que estas se quedaran a los lados de mi vestido blanco.
Cerré un par de veces mis ojos porque seguía sin creer que la persona que está en frente, a través de la imagen de aquel espejo, sea yo. Los colores matizados de la sombra de ojos me resaltaban mis preciosos ojos azules y sin lugar a dudas, aunque Marco se haya tardado mucho, el maquillaje parecía natural. El peinado que Calvin me ha hecho hace que se pueda ver un poco mi espalda descubierta por el vestido, ya que el peinado lo ha hecho un poco elevado, casi como una cola de caballo alta pero más elegante.
- ¡Oh Dios! ¡Mírate Kiara!
Wayberly apareció detrás de mí y corrió hasta donde estaba yo, me abrazó mientras escuchaba sus sollozos los cuales me provocaron que mi corazón se encogiera.
Hace mucho tiempo que no miraba a Wayberly, es decir, desde que tuvo que regresar a Hungría para seguir con sus tratamiento; cuando le comenté a ella la noticia que me casaría en septiembre, no tardó en que le diera todos los detalles de cómo Xavier se me había declarado, por supuesto, he intentado no comentarle la parte mala de la historia sino estoy segura que hará un drama que no olvidaré. Por supuesto, a ella no la llamé solo para comentarle que sería mi invitada sino que también quería que se presentará como mi dama de honor junto con Lou.
Ambas al haber escuchado que serían mis damas de honor para mi boda, no tardaron en aceptar la oferta así que desde hace un mes, Wayberly está en el país, solo que ha seguido sus tratamientos para no atrasarlos, trayendo en sí, a su médico privado.
-Esto es lo que yo esperaba ver de ti. -Se alejó de mí.
-No lo hubiera logrado con tu ayuda, la de Neil y la de otras personas. -Ella sonrió.
-Kiara, nosotros solo fuimos tu pequeño empujón para llegar a Xavier. En verdad tú fuiste quien logró conquistarlo. -Asentí, tomando su palabra.
Todo había sido tan rápido que no me había dado cuenta cuando los preparativos empezaron a organizarse, luego las invitaciones de los invitados, mi madre y la abuela de Xavier quienes me ayudaron con el diseño del vestido... hubo muchas cosas por las cuales no me imagine que pronto llegarían a estar presentes en el día de la boda.
Como siempre, mi sencillez en elegir algunas cosas hicieron que mi familia le diera otro giro a mis gustos; antes mi vestido no lo quería tan extravagante y pomposo, ahora me encontraba con un vestido que llevaba pedrería en mi cintura y mi busto y es un poco pomposo, no es que me guste, es decir, me encanta gracias a mi madre, a la abuela de Xavier, a Sasha y a Candy quienes elaboraron el vestido; aunque el córcel que tenía en mi espalda ajustaba más mi pequeña cintura haciendo que se viera más delgada de lo normal. Antes pensaba que el vestido estaba fuera de serie conmigo, más porque el velo contenía pequeños diamantes y mide diez metros de largo, lo cual no sabía cómo toda esa tela entraría en la carroza conmigo. Sí, llevaré una carroza como la de los cuentos de hadas, no es que tampoco lo haya pensado, pero las primas de Xavier me lo sugirieron en vez de un carruaje que estuviera descubierto y todos me vieran en el camino. Así que por elección, elegí la carroza donde dentro por lo menos solo yo podría ver mis nervios y nadie se daría cuenta de mis gestos. Con los zapatos no sabía cuánto tiempo iba a durar con ellos, pero daba gracias que fueran cómodos como lo había prometido Sky, Dina como siempre me puso un pequeño collar en el cuello, con unos aretes de cristal; además de ello, en el velo se encontraría la corona de diamantes blancos que usaría, algo que sin lugar a dudas había pensado de nuevo que ese objeto al donarlo, iba a poder construir muchas casas, orfanatos y una enorme parte de árboles para el medio ambiente. Pero como es mi boda y mi recuerdo, dudo que lo haga y más porque no quiero que Xavier se entere de mis ideas alocadas.
-Serás la princesa más hermosa de todos los tiempos ¿no lo crees, Wayberly?-entró Lou a mi habitación.
-Estoy de acuerdo contigo, Lou-le respondió mi amiga a mi otra amiga.
-El vestido esta hermoso, aunque el velo pesa un poco y el córcel me está dejando sin aire-les comenté al tocar mi espalda.
-Oh vamos, estas bien hermosa. ¿Cuál es tu problema con tu vestuario?-Preguntó Lou.
-Ninguno. -Suspire.
-Entonces deja de quejarte-me reprendió Wayberly.
Calvin puso unas horquillas más en mi cabello para que ningún pequeño mechón se saliera de su lugar, estaba preguntándome cómo demonios me iba a quitar todas esas horquillas en la noche, ya que a pesar que cuando Xavier y yo nos vayamos de Luna de Miel, voy a cambiar de vestido para irme con otro, aun mis dudas de quitarme ciertos objetos para poder tener algo en la noche con Xavier siguen presentes, esperaba yo que algo se me ocurriera para así no tener ni una dificultad, ya que sería vergonzoso que algo sucediera y yo lo terminara echando a perder.
-Oh por Dios, ¿esa en mi hija?-Entro mi mamá.
- ¿Cómo me veo mamá?-Di un giro con el vestido.
-Preciosa, Xavier se enamorará más de ti. -Me sonrojé con ese cumplido.
-Y no olvidemos que se quedará petrificado en la iglesia al verte-me guiñó el ojo, Wayberly.
-Esperemos que así sea-dije en voz baja.
- ¿Ya es hora de irnos?-Preguntó Lou.
-Sí, el auto ya las está esperando y la carroza para nosotras también-dijo mi mamá.
-Está bien-mire el larguísimo velo-. Me ayudan con el velo, por favor.
Lou y Wayberly tomaron una parte del velo mientras mi madre tomaba la del final, no quería que se ensuciara o la llegara a patear por el simple hecho de que se podía arruinar, dando el hecho que a Candy le había costado muchos días en hacerlo. Así que al salir de mi habitación, bueno mi ex habitación, ya que no quería estar en la de Xavier por el hecho de que él iba a estar ahí cambiándose, empecé a caminar un poco lento hasta que agilicé mis piernas luego de unos minutos al ver que podía controlar los zapatos de tacón sin poder patear el vestido. Lo difícil fue bajar de aquellas escaleras hasta el primer piso, habían tantos escalones que casi se me hicieron eternos al bajar y no solo eso, aún en el palacio se encontraban varios empleados que al verme se quedaron atónitos al verme, muchas de las mujeres me felicitaron y me sonreían haciendo que yo también les devolviera el mismo gesto; mientras que los hombres se detuvieron a cortejarme y felicitarme por haber tomado una decisión correcta.
Salí del castillo para encontrarme con una carroza casi hecha de oro, bueno la pintura es dorada pero no quiera decir que sea de oro; un lacayo me ayudo a entrar en ella mientras que mi madre entraba toda la tela del velo dentro de ella, pero a su vez la arreglaba para que no le pasará nada; cuando mi madre entro y el cochero le dio un azote a los caballos para que estos empezaran a caminar y a mover la carroza, solo me dije en mi cabeza, que esto apenas será el comienzo de mi nueva vida. Mi madre me tomó de las manos mientras me daba su apoyo, en el lado en que me encontraba, observaba por la ventana todo el camino en que cursaríamos hasta llegar a la Iglesia St. George en el lado Norte de la capital de la clase alta. La boda sería ahí porque es una iglesia muy grande en donde en ella pueden entrar más de ochocientas personas y a su vez, en su patio hay un enorme espacio para entrar. Así que Xavier hizo una buena elección para ese lugar, ya que me imaginaba que los invitados serían más de lo que ambos esperábamos.
Cuando empezamos a entrar en el lado Norte de la clase alta, llegué a ver como muchos hombres y mujeres ya se encontraban en las aceras de la calle esperando a que la carroza pasará por su lugar, observe como muchos niños y niñas saltaban de la alegría y se admiraban al ver el vehículo en donde voy dentro. Entre los hombres y mujeres que se encontraban, muchos de ellos gritaban mi nombre, aplaudían y otros daban una reverencia. Es muy sorprendente ver todas aquellas personas que algunas apenas las llegué a conocer a partir de los retos de la competencia.
Los primeros días en que de nuevo me establecí en el castillo, no puedo decir que todas las cosas resultaron como me lo podía esperar, la primera semana había sido tan dura que tuve que estar en terapias con un psicólogo por los miedos que había adquirido gracias a Lucas, mayormente mis noches se habían vueltos mis propias pesadillas, en las madrugadas siempre me despertaba llorando o con miedo al imaginarme que todo lo anterior podía solo haber sido otro de mis sueños y que al despertarme estaría dentro de aquellos túneles sufriendo por los maltratos de Lucas. Pero cuando Xavier se levantaba, me abrazaba y me consolaba; me hacía entender que todo aquello había llegado a su fin, que por fin estaba con él y que ahora ya no había nada que interfiriera entre nosotros.
Me imagino que cualquiera se llegaría a preguntar que le sucedió a Avery, Cooper y Juliet. Bueno, todos tuvieron diferentes destinos, Avery al ayudarnos a Xavier y a mí a huir, recibió una bala de parte de Lucas en su estómago que al ser internada unos días en el hospital, murió. Cooper tuvo que huir después de haber matado a Lucas, quien a pesar de escabullirse pronto lo encontraron rodando por un bosque perdido, pero al final le pedí a Xavier que no levantará ni un cargo contra él, al ser un implicado en mi secuestro, de todas formas, él en todo su tiempo me había llegado a tratar bien, me cuido mejor que nadie lo hubiera hecho estando yo en una situación muy crítica y por supuesto, salvó la vida de su mejor amigo sin importar el riesgo que iba a tener al asesinar un príncipe.
Por supuesto, los padres de Lucas al enterrarse que su hijo había muerto casi no se escuchó que llegarían a poner una demanda por el asesino, esto fue así porque el padre de Lucas y su hermano mayor, se enteraron de todo lo que había hecho él en el tiempo que se quedó en Nueva Erlanwood y al saber que Lucas, tenía la intención de asesinar a su primo para quitarle su trono, al final ellos decidieron que lo que hizo Cooper fue un acto de valentía aunque les dolió decirle a la prensa que Lucas había muerto en un acto de vandalismo por las cosas que había llegado a hacer en la vida, haciendo que de esta manera no hubiera algún sospechoso y el caso terminara por cerrarse.
Con Juliet, pues... también murió pero de otra manera no igual que Avery. Él por querer matar de manera escondidas a Cooper, al final quien le termino por salir el tiro por la culata fue a él; quien Cooper al poder defenderse, Juliet apretó el gatillo del arma pensando que podía asesinar a Cooper, al final la bala termino por caerle a él en el pecho; muriendo de esta manera rápida y con dolor.
En realidad, me había perdido de mucho cuando entre en coma, pero de lo que sí me hacía sentir mejor fue saber que Xavier estuvo ahí conmigo todo ese tiempo sin importarle la condición en que me encontraba.
Cuando nos empezábamos a acercar a la iglesia quizás lo único que no me esperaba fue que afuera de ella se encontraban muchos espectadores, no solo de la clase alta sino que media y baja, eso hizo que mi corazón latiera más rápido y me sintiera nerviosa. Aunque, pensándolo bien, eso no era lo malo, lo peor fue ver unas pantallas de televisión que al parecer no transmitían aún la noticia, vídeo o imagen que van a dar a conocer; pero como siempre, me imaginé que si todas esas personas estaban ahí por algo, no era para esperar su turno para entrar a la iglesia sino que la boda la terminarían por transmitir en esas pantallas y como lo pensé, en la televisión nacional. Eso significa que casi todos los ciudadanos de Nueva Erlanwood estarían pendientes de mi boda, desde el comienzo hasta su final.
Me senté de nuevo en el asiento de la carroza esperando calmarme, me di aire con un abanico y daba varias bocanadas de aire para tranquilizar mi respiración. Apenas tuve tiempo para alisar de nuevo el vestido cuando escuché que los caballos relincharon en el momento en que la carroza se detenía, mi madre puso su mano sobre la mía para darme apoyo, con su sonrisa y sus ojos cristalizados, me hacía entender lo feliz que se encontraba de ver a su hija casarse; ya que para comenzar mi madre no sé imaginaba que tal cosa iba a llegar a suceder pronto.
-Tengo miedo-dije con la voz temblorosa.
-Todos lo tenemos hija. -Empezó a decir mi mamá. -Casarte con un príncipe es algo que no esperabas en la vida y más que en vez de tener solo en tu boda a unas cuantas personas conocidas, ahora tienes a toda Nueva Erlanwood pendiente de ti. -Hice un sonido de incomodidad.
-Y sí el vestido se me enreda con los zapatos o me llegó a tropezar y caer o pueda ser que un insecto quiera picarme el rostro...-mi madre empezó a reír.
-Kiara, mi preciosa flor de loto. No te preocupes, solo quiero que disfrutes de este día. No pienses en cosas negativas ¿sí?-me tomó de las mejillas mientras asentía. -Bien. Es hora.
Mi madre se levantó de la carroza y antes de ponerme el velo por encima de mi frente, me dio un beso en la frente y me acarició mi mejilla derecha. Cuando hizo lo del velo, tocó la puerta del vehículo en donde nos encontrábamos, un soldado nos abrió para luego ver como él le daba la mano a mi madre para que la ayudara a bajar, haciendo que yo fuera la siguiente segundos después.
Respiré hondo y tomé un poco de una parte de mi vestido para poder bajar con más facilidad, le di mi mano al soldado y cuando él me empezó a ayudar para bajar, no tardé en escuchar miles de aplausos por todo mi alrededor; así que empecé a ver como todas aquellas personas que estarían presentes para mi boda, se encontraban aplaudiéndome, gritando mi nombre, dándome varias felicitaciones o gritándome varias porras.
Aunque no me llegarán a ver con claridad por el velo, sonreí y los saludé a todos mientras caminaba a la entrada de la iglesia. Con mucho cuidado me fui acercando a las gradas, a mis lados tenía a una fila completa de soldados que permanecían bajo guardia, cada uno se mantenía serio bajo un gran sombrero alto, de esos que a veces ocupan los hombres millonarios y ancianos de Inglaterra. Al caminar por el centro donde se encontraba la alfombra roja percibí que esta vez, si era el centro de atención de todo el mundo, todos parecían ver mi vestido, mi velo y mi peinado; por supuesto nadie quitaba la mirada de mí y de mi madre; se sentía algo acosador pero debía de acostumbrarme primeramente a esto, ya que a partir de este día dejaré de ser una chica normal para convertirme en la esposa del futuro rey.
Subí las primeras gradas y con la primera persona que me encontré fue con Neil, quien llevaba su traje formal y con una corbata color rojo vino, hizo una pequeña reverencia y me alzó su mano para luego yo tomarla y con mi otra mano, tomar el ramo de rosas blancas.
- ¿Cómo te sientes?-Encogí los hombros.
-Nerviosa pero feliz. -Le sonreí.
-Solo quiero que sepas que siempre contaras conmigo para todo-comentó.
-Gracias Neil. Creo que principalmente debo de darte gracias a ti, por haberme elegido y no haberte rendido en aquellas ocasiones que te di problemas-soltó una risa.
Observé como los capullos de la boda aparecieron entre ellos Agatha, la hija de Christian Cox y la pequeña Glenda, la hija de Eliz. Ambas se veían hermosas con sus vestidos blancos, en medio de su cintura una cinta color rosa, su cabello suelto y alrededor de su cabeza una diadema de flores silvestres; las dos niñas llevaban una canasta con pétalos de rosa de diversos colores de los cuales ellas empezaron a tomar y a jugar, parecía que ambas se agradaban porque no dejaban de hablar y jugar haciendo que riera en voz baja al ver las bromas que entre ellas mismas se hacían.
Mis damas de honor serían Lou, Wayberly y dos de las primas de Xavier que he llegado a conocer las últimas dos semanas, ante su llegada con sus abuelos y sus padres, los tíos de Xavier. Ellas se pusieron adelante de mí, todas se ven tan encantadoras que me daba ganas de abrazarlas y decirles lo mucho que las quería por seguirme apoyando en esta etapa de mi vida. Ellas seguían dándome esa mirada que era imposible no creer que Wayberly se comenzaba a poner de nuevo sentimental y de cómo Neil en voz baja le decía dulces palabras para calmarla. Rodé los ojos con risa, al ver que ese par no dejaría de coquetearse de manera silenciosa y sutil. Lou miraba varias veces hacía atrás buscando a Gavril y cuando lo encontró, ella solo sonrió y se ruborizo, al darme cuenta que su novio, le guiñaba el ojo y le decía un "Te amo".
Se escuchó el sonido de unas trompetas en compás de la melodía típica de una boda, la enorme puerta de la iglesia se fue abriendo de poco a poco hasta poder ver el enorme y lejano pasillo el cual debía de caminar hasta llegar donde estaba Xavier, apenas su figura llegue a observar a lo lejos, cuando las trompetas dejaron de sonar, el siguiente instrumento que empezó a ser tocado por una mujer fue el órgano; ese instante mis capullos y mis damas de honor empezaron a caminar mientras que fueron seguidas por Neil y yo, ya que fue la señal en la que la ceremonia daría su inicio.
La primera parte de esto, fue que Neil no sería quien me entregaría a Xavier sino que nada más me encaminaría hacia una parte de la iglesia, así como también lo haría Martín, Johann y por último mi padre quien él sería quien me entregaría a Xavier.
Caminamos unos metros cuando Neil me soltó y mi primo fue el siguiente en sonreírme y tomar mi mano, todas las personas que se encontraban en la iglesia me miraban de manera tan brillante y curiosa que mis mejillas empezaron a arder con bastante rubor que daba gracias que el velo me cubría el rostro y hacía que nadie me mirara.
Martín apenas podía susurrarme ciertas palabras, ya que en realidad las cámaras se encontraban grabándonos y a la vez, las televisiones nacionales ya deben de estar programando la boda; en el camino se encontraba muchas personas que conocía y que algunas solo las había escuchado mencionar las últimas semanas por Xavier.
En la iglesia se encontraban varias personas de clase alta, como también la monarquía de varios países del mundo; no conocía a todos ellos excepto al grupito de mis amigos del personal junto con Florence que mantenía a su bebé en brazos.
Todos ellos, se encontraban más que agradecidos conmigo por haberlos invitado a mi boda, además, como no lo iba a hacer si todos me han acompañado en esta aventura desde el principio. A ellos les agradezco todo porque siempre me han apoyado, nunca me trataron diferente y por supuesto, cumplían con sus promesas cuando yo necesitaba algo; todas esas pequeñas pero grandes cosas que hicieron por mí, se las agradezco que no tengo palabras con que decir que ellos han sido el mejor apoyo que sigo teniendo a pesar de que la competencia haya terminado.
Martín dejó de caminar para luego ver cómo le daba mi mano, a mi hermano; ambos se sonrieron mientras que nuestro primo se quedó a un lado para vernos caminar juntos. Mi hermano, mi querido hermano mayor. Estaba más que agradecida con él, no solo por el simple hecho de que siempre haya estado conmigo sino porque él me enseñó a ser fuerte y a luchar por las cosas que quiero llegar a tener en mi vida. No olvidaré los momentos en que él jugaba conmigo, o las veces que me enseñaba a leer y escribir y eso, que agregar las peleas con él, nada de eso lo voy a olvidar. Johann siendo maduro o inmaduro, él siempre será mi hermano. Quizás Sofía se haya ido a otro lugar, pero sé que ella, estaría muy feliz de vernos a ambos unidos. Sé que dónde quiera que este ella, nos estará cuidando; ahora mismo ella debe de estar saltando de la alegría, feliz porque mi vestido es como ella tenía pensado en como fuera y a la ve, de ver que su hermana se casará con un príncipe.
Oh Sof, como te extraño.
Intenté calmar mis lágrimas parpadeando varias veces, me prometí que este día no llegaría a llorar, que no pensaría en cosas malas y que sin lugar a dudas, olvidaría mi pasado.
-Que seas muy feliz hermanita.
Me dijo Johann en el momento que me entregaba a mi padre. Mi padre se veía demasiado sonriente para decir que no podía ocultar esa hermosa sonrisa de su boca, parecía que sus ojos brillaban más que los míos y por si fuera poco, caminaba mucho más lento como si quisiera apreciar los últimos momentos en que su hija dejara de estar soltera; esa pequeña idea hizo que por dentro riera mientras le daba pequeñas miradas a las que me respondía con un te amo o eres mi gran orgullo. Esas pequeñas y cortas palabras, me erizaban la piel y me ponían más melancólica de lo que me encontraba.
Ya a la distancia que me encontraba, podía ver a Xavier; se me salió una sonrisita al verlo con su traje azul negro de capitán, el cual corresponde a su rango militar más alto dentro de la fuerza aérea. Realmente me seguía informando de la vida de Xavier y saber que él ha sido parte de la fuerza aérea del país es una novedad para mí que me sorprendió a los pocos días de habérmelo contado. Sigo sin creer todos aquellos detalles de su parte, pero por lo menos hemos prometido ambos que durante los primeros años de nuestro matrimonio nos llegaremos a conocer más sobre nosotros, ya que queremos que nuestro matrimonio lleve un buen rumbo antes de tener a nuestros futuros hijos.
Podía ver como en su traje tenía varias insignias, una banda color roja y sin faltar la espada en su cintura, lo cual para mí se vio lo demasiado atractivo para no dejar de verlo; de él pude ver como una sonrisa salió de sus labios de la cual no pudo ocultar de inmediato cuando las cámaras pasaron de mí a él.
Su padre se encontraba a su lado, quien vestía casi igual solo que los colores de su traje son diferentes y a la vez, su padre tenía más insignias que me imagino que se las ha ido ganando con el tiempo; pero aun así su padre le susurró algo en el oído que a su hijo lo hizo sonreír y asentir a la vez.
Al estar a los minutos en frente de Xavier, mi padre se acercó a él y pude ver cómo le susurró unas palabras antes de entregarme a lo que hoy sería mi esposo.
-Cuídala, amaba y apóyala siempre Xavier. Es mi tesoro más grande y ahora te lo dejó a ti en tus manos.
Xavier tomó mi mano cuando mi padre se la entregó a él. Mi padre y el suyo se dieron una mirada y se dieron al mismo tiempo una reverencia que hicieron bajarse del lugar en donde solo nos encontraríamos ahora Xavier y yo.
Xavier se acercó a mí y levantó el velo para ahora poder ver mejor su rostro; dejé ir una sonrisita tímida, a lo cual él respondió con un guiñó, por su gesto sabía que tenía ganas de darme un beso, pero debía de aguantarse hasta el final de la ceremonia religiosa, lo cual sabía que poco iba a poder resistir.
-Hola cariño. Te vez hermosa-me susurró muy bajo cuando hizo aún lado el velo.
-Y tú bien guapo-me sincere.
Sacó una sonrisita traviesa que hizo que al final dejáramos de vernos para ponerle atención a las palabras del sacerdote que conllevaría la ceremonia.
-Queridos hermanos, estamos reunidos todos en este día para compartir la celebración de nuestro querido príncipe, Xavier Frederic Ravenscroft Clifford y de la señorita Kiara Earyn Leaky Battle que hoy estarán unidos en el sacramento del matrimonio...
Daba gracias que la mano de Xavier seguía sosteniéndome porque esa fue la fuerza que necesitaba para no sentirme nerviosa.
(...)
La ceremonia se fue desarrollando poco a poco, con cada palabra, cada testigo y cada promesa que hacía que pronto Xavier y yo ya estuviéramos comprometidos a ser esposos.
-El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer, y serán los dos uno solo. De manera, que ya no son dos si no uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.
-Te amo.
-Yo más.
Apenas podíamos susurrarnos pequeñas palabras para que las cámaras no llegasen a identificar nuestros gestos o palabras.
(...)
-Yo, Xavier Frederic Ravenscroft Clifford, te acepto a ti, Kiara Earyn Leaky Battle, como mi legítima esposa y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida.
-Yo Kiara Earyn Leaky Battle, te acepto a ti, Xavier Frederic Ravenscroft Clifford, como mi legítimo esposo y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida.
Daba gracias que mis palabras de consentimiento hayan sonado tan ligeras y sinceras que no hubo ni un segundo que me confundiera en alguna de ellas y llegará a arrepentirme de mi torpeza.
En el momento que se daría la bendición de los anillos, fue que el hijo de uno de los primos de Xavier apareció con una almohada que en medio llevaba las alianzas, así que al acercarse lentamente y el sacerdote empezó a bendecirlas, en mi cabeza empecé a practicar las palabras que le diría a Xavier, así que en el momento en que observé que Xavier tomaba un anillo, me dio una mirada para después ver cómo le di mi mano y fue deslizando el anillo por mi dedo anular.
-Kiara Earyn Leaky Battle recibe este anillo como signo de mi amor, respeto y de mi fidelidad; el cual significa que estoy dispuesto a compartir mi vida contigo y que a su vez, no tengo las suficientes palabras para explicar lo importante que eres para mí.
Trague hondo al escuchar esas bonitas palabras que casi se convirtieron en un pequeño golpe en mi corazón de la alegría que tenía al escucharlas; Xavier no dejó de verme en ningún momento cuando me empezó a poner el anillo, sus palabras fueron tan sinceras y profundas que no podía creer que todo eso me está prometiendo en este día.
Esta vez, me tocaba a mí. Así que al tomar el anillo, también hice el mismo proceso de tomar la mano de Xavier mientras deslizaba el anillo en su dedo anular izquierdo; mis palabras salieron por si solas, de todas maneras, me estoy dejando guiar por lo que dice mi corazón.
-Xavier Frederic Ravenscroft Clifford, recibe este anillo como signo de mi amor, respeto y fidelidad; el cual significa que me comprometo a llevarlo cada día, igual que la alegría de tenerte a mi lado. Con este anillo me uno a ti para siempre y te lo coloco como promesa de que cuidaré de ti y protegeré nuestro amor cada día como el primer día.
Cuando nos terminamos de poner los anillos, escuché como el padre empezó a decir.
-Si existe una persona que quiera intervenir en este matrimonio; que hable ahora o que callé para siempre.
Xavier y yo miramos a todos los invitados de la ceremonia, ni uno se levantó o empezó a decir algo; solo hubo un silencio que eso nos confirmó mucho a ambos. De nuevo, ambos nos giramos para ver al sacerdote, quien suspiró para luego regalarnos una tierna sonrisa.
-Entonces por la ley de Dios, los declaro, marido y mujer. Puede besar a la novia.
Xavier y yo nos dimos una mirada antes de sellar nuestro matrimonio; él tomó mis mejillas y con cuidado, rozó mis labios contra los suyos hasta darme un tierno, suave y lento beso que me llevó hasta otro universo.
Unos aplausos se escucharon seguido de nuestro beso, me separé de él de una manera tímida que hizo que me acercará más a su cuerpo y me robará otro beso mucho más intenso que provocó que todos empezaran a aplaudir más fuerte.
-Por fin. Eres mía.
Mis mejillas se ruborizaron al escuchar sus palabras, elevé mis ojos y me di cuenta de lo mucho que lo amo.
Solo esperamos que nuestros testigos y padrinos se acercarán a firmar el acta de matrimonio junto con nosotros para después sentir como Xavier me tomó de la mano y ambos empezamos a caminar, aunque en el transcurso del camino, saludamos a varias personas quien nos felicitaban por nuestro matrimonio y que a su vez, nos deseaban mucha suerte.
Apenas salimos de la iglesia cuando las personas empezaron a tirarnos pétalos de rosas y arroz haciendo que Xavier y yo riéramos al caernos arroz en la cara; los soldados que se encontraban en línea empezaron a alzar sus espaldas formando un camino mientras escuchaba las campanas de la iglesia sonar de una manera melódica y fuerte. Las personas gritaban, bailaban, aplaudían y sonreían dejándome feliz por sus sinceras demostraciones.
Xavier me llevó hasta lo que sería ahora nuestro carruaje, ya que fue cambiado por la carroza que yo me había ido desde un principio. Adelante de nosotros, se encontraba otro carruaje solo que en ese, se encontraba mis padres, mi hermano, mi primo y el padre de Xavier. Todos nos dieron una mirada hasta luego dejarnos de vernos cuando su carruaje empezó a moverse seguido el de nosotros.
-Espero que soportes esos pies, que la noche será eterna-me guiñó el ojo.
-Eso lo veremos-le sonreí.
(...)
Cuando llegamos a la recepción donde se celebraría la boda, pronto nos encontramos con todos los invitados, entre ellos, familia, amigos, famosos y reyes de todo el mundo. Todos se levantaron cuando Xavier y yo cruzamos el portal de rosas que había sido hecho para entrar al lugar y pronto llegar a la plataforma donde Xavier y yo nos quedamos.
El lugar de la boda, es en un campo donde detrás de nosotros se encuentra un enorme lago; pensé que si hacíamos la boda en un lugar al aire libre sería mucho más hermoso y dinámico por la naturaleza; además el fresco aire que había en la zona hacía que todos se centraran en el armoniosa paz que la naturaleza enfocaba.
Mientras yo miraba a todos los invitados, Xavier dirigía las palabras de agradecimiento a todos por su presencia en nuestro día tan especial y cuando las copas de champán llegaron para hacer el brindis, yo dirigí unas cortas palabras de agradecimiento por este día, por mi esposo y por todos los que están presentes. Al escuchar como todas las copas chocaban una contra otras dando el brindis, Xavier me detuvo con la copa.
-Calma, no la bebas rápido o te emborracharas rápido. Esta noche te quiero bien despierta. -Abrí mis ojos de manera sorprendida.
-No seas un sucio, apenas nos acabamos de casar. -Él empezó a reír de una manera divertida.
-No lo decía por lo que sucederá luego sino porque te tengo una sorpresa-me susurró en el oído.
- ¿Qué tipo de sorpresa?-le dije como una niña pequeña.
-Pronto lo sabrás. -Me dio un beso.
No llegue a insistirle más a que me dijera la sorpresa porque pronto me tomó de la cintura y me guío hasta la pista de baile; sabía que en ese instante llegaría nuestro baile de bodas como esposo y esposa; así que tuve que enrollar bien el velo en mi brazo para no patearlo al tener giros o al bailar con Xavier; puso su mano en mi cintura y tomó mi mano y pronto la música de la orquesta empezó a sonar haciendo que ambos nos empezáramos a mover.
No hubo un instante en que él o yo alejáramos la mirada del uno hacia el otro; me concentré en sus bonitos ojos grises y me puse a pensar muchas cosas desde un comienzo. Entre ellas de cómo nos llegamos a conocer, de cómo empezamos con una extraña amistad, de lo bonito y especial que fue nuestro primer beso, de las primeras emociones de amor que empecé a sentir por él, por los momentos en que me protegió y me dio los mejores regalos del mundo, aquellos que no necesariamente se basaban en lo material; de como él espero a que tomara una buena decisión y de cómo me llegó a salvar la vida.
Ese es Xavier, mi Xavier. El hombre con el que compartiré el resto de mis días a su lado, ese hombre al que me entregaré en cuerpo y alma, él que será padre de mis hijos, él que me cuidara en aquellos días que tenga miedo, él que me apoyara en mis malos momentos, él que no me dejará sola y siempre estará ahí para mí y por supuesto, él que me amará todo los días de nuestra vida.
Nunca pensé que yo llegaría a estar aquí; al lado del príncipe siendo su esposa y ahora yo siendo una princesa. Es una locura de la cual sigo sin creerme pero sabré adaptarme a eso, en los próximos días.
No había pensado que al ser una princesa por elección, me traería mucha felicidad. Ahora tengo un esposo que sé que me ama, una familia que sabré cuidarla y una vida de la que estoy segura que será mejor de la que planeé cuando solo era una niña.
- ¿En qué piensas, cariño?
-En lo feliz que me hace saber que ahora todo estará bien para nosotros y para nuestra familia. -Sonrió.
-Recuerda que estaremos juntos hasta que la muerte nos separé-acaricié su nuca.
-Sí. Pero falta mucho y espero que disfrutemos cada momento-acarició mi mejilla.
-Así será.
Cuando la canción termino, no falto nuestro beso que llego a ser algo desprevenido pero especial. Ahora, me sentía con muchos ánimos de poder ayudar a mi pueblo a que sea un lugar mejor, de todas formas, si fui elegida no solo para ser esposa del príncipe sino que también para ser la futuro soberana de Nueva Erlanwood, ahora sí sé que las cosas cambiaran y serán mucho mejor que antes.
(...)
Después de unas horas de haber cenado, partido el pastel y bailar con mi familia y mis amigos, fue hora en que Xavier y yo nos marcháramos; pero antes de entrar al auto que nos llevaría al castillo para luego irnos de luna de miel, me detuve y empecé a decir que se reunieran todas las mujeres solteras para tirar mi ramo y saber quién será la próxima persona que se llegará a casar; Xavier miraba divertido a todas aquellas mujeres que empezaron a empujarse para agarrar mi ramo, así que al ponerme de espaldas, empecé a contar en cuenta regresiva del tres al uno para terminar de tirar el ramo y ver que a Maggie le cayó exactamente en sus brazos, quedándose asombrada de que posiblemente sería la siguiente en comprometerse.
No esperé más para tomar la mano de Xavier y ambos entrar al auto, donde pronto el chófer empezó a conducir; observé como nos fuimos alejando de aquel lugar hasta ya no ver a todos los invitados que habían salido a vernos.
El camino al castillo no fue tan lejano, solo nos tardamos una media hora en llegar, cuando pronto subí a la habitación y ya dentro de ella, me estaba esperando mi personal, quien uno por uno me abrazo y me felicitó por mi boda; pero apenas quedó tiempo de agradecerles por mi vestido, cuando Sasha y Candy aparecieron con el nuevo vestido con él que me iría de luna de miel, se podía decir que era un poco largo pero es hermoso ya que era liso, color plata y parecía brillar bajo la luz; de nuevo quedé asombrada por el diseño estupendo de Sasha y la buenas manos de costurera que tiene Candy; pronto ella, se acercaron a mí para ayudarme a quitar el vestido de boda; luego de eso me puse el siguiente, mientras tanto Calvin y Marco se preparaban para retocar mi maquillaje y hacerme un nuevo peinado del cual pronto me pondrían la corona.
Cuando me encontraba lista, me di una pequeña mirada en el espejo hasta que se escuchó como tocaban la puerta de mi habitación; Ashley abrió la puerta y de ella, entro Xavier quien le sonrió a mi personal y todos ellos, volvieron a repetir sus felicitaciones por nuestro matrimonio a Xavier, quien se los agradeció con el corazón.
Mi personal se marchó al ver que ambos necesitábamos privacidad así que, al ver que Xavier se acercaba a mí de manera lenta mientras me observaba de arriba hacia abajo; además de eso, yo no me quedé atrás, ya que también observé a mi esposo por todo rincón de su cuerpo, me encantaba verlo de una manera formal, con ese traje formal color negro y sin corbata, me dejaba más que suspirar de manera mental, por puro instinto no evite morderme el labio y pensar en cómo yo podía tener ahora a mi lado al hombre más guapo y perfecto del universo; sin haberme dado cuenta, me tomó de la cintura y me susurró unas palabras cerca de mi boca.
- ¿Lista para ver la sorpresa?-Asentí.
Caminamos hasta la puerta y salimos de aquella habitación para recorrer unos pasillos del castillo hasta llegar a una puerta que se me hacía conocida; aquel lugar aunque lo haya visitado una vez, podía recordarlo de una manera muy perfecta. De nuevo al entrar, me quedé observando todas las fotografías de los antepasados de Xavier, desde sus tatarabuelos hasta aquellos que se integraron a la familia.
-Ven. Quiero que veas tu sorpresa.
Xavier hizo que caminará a su lado y luego nos quedáramos en frente de su fotografía, aunque seguía observando la suya, no había dado cuenta de algo... al lado de la de él se encontraba ahora mi foto... aquella en la que yo parecía muy sonriente... es la fotografía del día en que él me pidió matrimonio.
-Pedí que pusieran tu fotografía lo más antes posible, de todas formas, sabía que serías mi esposa en cualquier momento.
Lo decía con tanto orgullo, que fue inevitable no sonreírle y darle un largo beso en los labios; en mi fotografía se puede apreciar lo feliz y radiante que estoy, ni siquiera puedo creer que esa sea yo y más porque abajo ya estaba mi placa de oro con mi nombre y ahora mi lugar dentro de la realeza.
Princesa Kiara Earyn Leaky de Ravenscroft.
No dejaba de leer esas palabras que hicieron que pronto me cubriera la boca con mis manos y casi sintiera ese nudo en la garganta de felicidad al saber que ahora ya soy parte de la familia de Xavier, que ahora soy su esposa y lo más increíble, que soy una princesa.
-Soy muy afortunada de tenerte, Xavier. -Lo miré con lágrimas en los ojos.
-No cariño, yo soy el afortunado. -Agarró mi mano y me la beso. -Tengo a la mejor esposa, aquella que me ama sin importarle mi dinero o mi título de príncipe, aquella que salvó mi vida sin importarle la suya y aquella que sé que me será fiel el resto de mis días.
Lo abracé de una manera repentina que hizo que mi corazón latiera junto con el suyo, no sabía de qué manera me había llegado a enamorar de él, solo sé que él hizo un trabajo excelente para hacer que nuestra relación funcionará y que no dejará que yo huyera de sus brazos cuando pensé que las cosas entre nosotros no llegaría a funcionar.
-Vamos, tenemos que irnos.
Al bajar las escaleras para llegar al primer piso, encontré dos maletas, las cuales me asombré al verlas porque, lo que yo sabía es que no saldríamos de Nueva Erlanwood, sino que solo pasaríamos unos días fuera del castillo en distintos lugares del país.
Mire a Xavier y observé como él le ordenaba al chófer que subiera nuestras maletas hasta que pronto las palabras "Iremos al aeropuerto" hizo que me quedará atónita haciendo que ni siquiera parpadeara cuando aquel hombre ya muy adulto se marchó y nos dejó solos.
- ¿A dónde vamos?-le pregunté.
-Sorpresa. -Me guiñó el ojo a lo cual lo miré seria mientras reía.
No me servía de nada suplicarle por el simple hecho que Xavier guarda muy bien sus sorpresas y sabe cómo ocultármelas a pesar que yo le haga caritas de perrito.
A lo largo del camino, ni yo ni él dijimos alguna palabra, por el hecho de que él se mantuvo hablando por celular y yo me quedé observando el camino por la ventana de mi lado; solo llegamos al aeropuerto cuando entregamos las maletas, nuestros pasaportes y los tickets del viaje, de los cuales no pude ver el nombre del lugar donde iríamos, de todas formas, estábamos tomando un avión privado. Eso quiere decir que las próximas horas solo serían de viaje.
(...)
Me desperté un poco adormitada al sentir los labios de Xavier en mi frente, el día se encontraba ya a punto de anochecer, ya que el atardecer estaba más que próximo. Me levanté del asiento del avión para luego rascar mis ojos y ver que el lugar donde nos encontrábamos estaba poblado por varias palmeras y personas que llevaban ropa de verano.
Mire de manera extraña a Xavier quien pronto hizo que caminará a su lado y saliéramos poco a poco por la puerta del avión.
-Bienvenida a Hawái. -Susurró en mi oído.
Abrí de manera enorme mis ojos al ver el lugar en donde nos encontrábamos, no es algo que me esperaba y más estar en una de las islas más hermosas de todo el mundo, me quedé asombrada con lo que estaba mirando, es algo tan increíble que no tenía palabras que decir y no solo eso, estoy emocionada por conocer la isla.
-Estamos en Kaihalulu, Maui. Una de las islas de Hawái. -Empezó a decir. -La razón por la que te traje aquí es porque el agua de su playa tiende a ponerse color roja y como sé que a ti te gusta la playa... quería que vieras esa increíble magia del agua.
Me tire en sus brazos y no tardé mucho en tomarlo de la mano para correr junto a su lado para poder ver esa increíble playa.
Quizás ser princesa tiene sus lujos y creería más que Xavier terminará por mimarme más de la cuenta... bueno, que importa eso, de todos modos no hay nada ni nadie que nos detenga ahora. De todas formas, la vida es larga, no importa las dificultades que encuentre en el camino, porque sé que tendré a Xavier a mi lado para ayudarme, él además de ser mi esposo, será mi guía para convertirme en una buena princesa para Nueva Erlanwood.
Por un lado agradezco a mis padres por haberme obligado a ir a aquella fiesta en la cosecha, sino hubiera ido, ahora Xavier y yo tuviéramos diferentes destinos. A la vez, también agradezco a Neil por haber sido una gran tutor y mejor amigo, quien siempre creyó en mí y tuvo las esperanzas de que yo sería la elegida por el príncipe; sin lugar a dudas Wayberly también fue de un gran apoyo, además de tener una gran amiga, encontré una hermana; agradecía porque Stephene confió en mí desde un principio, así como también doy gracias porque Cindy, Samantha y Holliday terminaron por decir la verdad sobre las cosas que Lucas y Avery hacía. Y aunque Avery haya sido mala conmigo desde un principio, igual ella se merece mi perdón, porque sin ella, yo y Xavier no estuviéramos aquí.
Ahora cuando miró el cielo siendo azul, naranja, rosa o celeste; pienso en mi hermana y en la reina Valentina; quienes ahora deben de estar sonriendo al ver que Xavier y yo estamos juntos; esta vez ya no lloró por sus muertes, en vez de eso, cada semana voy a sus tumbas y pongo diferentes tipos de flores como sé que a ambas les gustan, y me pongo a hablar con ellas, diciéndoles lo dinámica que ha sido mi semana, sé que donde quiera que estén, ellas me escuchan, sé que la reina Valentina se siente orgullosa de que haya salvado la vida de su hijo y de como también sé que mi hermana debe de estar feliz, al saber que cuido de mi familia de todos los que le quieran hacer daño.
Es increíble saber cómo mi vida cambio de un momento a otro, dejé de ser una plebeya para ser una princesa; no es que estas cosas solo sucedan en los cuentos de hadas. Pueden llegar a sucedernos a todas las mujeres y hasta en hombres.
Todos tenemos a ese príncipe o princesa que estará esperándonos en algún momento con los brazos abiertos, bueno no desde un principio pero luego será así. Aquella persona que cambiará nuestras vidas, aquella que le dará un enorme giro a nuestros pensamientos y aquella que hará que tomemos decisiones arriesgadas que sabremos comprender porque fuimos elegidas. Lo digo, porque a mí me sucedió. Sin haberlo pensado, encontré a Xavier, él fue quien me cambió, no de manera completa pero si de ver las cosas con otros ojos.
Las cosas suceden por algo, no sabría decir si esto es obra del destino o si mi vida ya había sido escrita desde un principio de que todo esto me llegaría a suceder. Pero estoy segura, de que sí volviera al pasado, me daría gusto de volver a repetir esta historia, mi historia. Esta que empezó en un 17 de mayo, en un pequeño hospital de la clase baja y del lado Oeste. Con un hombre y una mujer que arriesgaron todo por cumplir los sueños de sus hijos, de una fiesta que estaba otorgada para el compromiso de un príncipe, de una competencia que duro un año perfeccionando a una chica que no le quitaron sus raíces y por último, de una elección que la llevó a ser una princesa.
Esta es mi historia. La historia de la princesa, Kiara Earyn Leaky de Ravenscroft. Aquella que al principio fue odiada por muchos y luego amada por toda una sola nación, no por su apariencia sino que por sus acciones que cambiaron a muchos corazones de toda Nueva Erlanwood.
Fin
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Espero de todo corazón que les haya gustado el final. No sé si es lo que ustedes se esperaban o no, pero lo que sé es que les agradezco por haber llegado hasta aquí, por haber leído y compartido la historia de Kiara. Por seguir este pequeño camino el cual me siento orgullosa de haber compartido mis ideas con todos ustedes y de sentirme feliz por todo el apoyo que le han dado a la novela.
Les quiere mucho.
Isabel Moz
PD. No olviden que falta el epílogo y que pronto les tendré una sorpresa.
Además, los invito a seguir mi página de Instagram la cual tiene el nombre de @perfectwriting13. Encontraran un poco más acerca de la Trilogía Princess Or Commoner y las demás novelas que estaré subiendo seguidamente!
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