Capítulo 19
Me levanté de la cama casi aún soñolienta y con los ojos un poco cerrados aún por el sol que comenzaba a entrar por la ventana; antes de poder reaccionar a lo que me esperaba por la mañana, sentí como en mi ojo pasaba un objeto un poco duro que casi termino por raspar mi parpado, antes de poder quejarme del dolor, observé que en mi mano se encontraba la sortija de compromiso que Xavier me dio la noche anterior, casi de nuevo se me salen las lágrimas de emoción al recordar la manera en cómo me lo había pedido, las palabras que fueron saliendo de su boca y más el momento en que deslizó la sortija en mi dedo anular.
Todo había sido tan especial y maravilloso que por primera vez creí en no haber dudado en una decisión muy grande. No es que ya tenía la idea de que esto llegaría a pasar pero hace tiempo me había planteado que podría llegar ese momento. Me parecía totalmente fuera de lo normal todo porque sabía que esto no sería una simple boda.
Desde luego, comenzaría a imaginarme todo el evento. Sabía que muchos querrán ayudarme en esto y aunque mayormente yo quisiera que todo fuera a mí manera, lo único que no permitiré que toquen será mi vestido de bodas, los arreglos y lo demás pueden consultármelo junto con Xavier y los invitados... creería que al final mi futuro esposo es quien se encargará de eso.
Mi futuro esposo... Wow... al decirlo en mi mente es algo muy sorprendente por la sencilla razón que no me imagine en algún momento en casarme tan pronto y no solo eso, sino que ser la esposa del príncipe de Nueva Erlanwood; es algo que aún no lo llegó a asimilar rápido pero al pensar que Xavier siempre estará conmigo, todos aquellos nervios desaparecen de mí, un instante.
— ¿Está despierta?—me pregunto Ashley al entrar a mi habitación.
—Sí. Buenos días. —Dije escondiendo rápido la sortija dentro de las sábanas.
Algo de lo que sí hemos llegado a acordar con Xavier, es aún no mencionar sobre nuestro compromiso, no queremos tomarnos las cosas a la ligera y por supuesto, no queremos que a partir de ahora estemos rodeados de camarógrafos y entrevistadores de todo tipo quienes querrán saber sobre todo lo que se debe a nuestra boda.
—Se le ve diferente, señorita Leaky—elevé mi rostro hacía Ashley.
— ¿En serio?—dije dudosa.
—Sí, tiene un destello en su mirada como si confirmará que algo muy bueno le acaba de suceder—por lo visto, mis ojos no daban crédito a mi felicidad.
— ¿Es muy notorio?—le pregunté.
—Quizás para una mujer sí. —Empezó a limpiar el tocador con un pequeño pañal celeste.
No era de menos de que me sintiera complacida de saber que Xavier me eligió a mí, sin haberse arrepentido; de todas maneras debía de acostumbrarme a mi emoción que no se acabará aún a pesar que él y yo, ya estemos casados.
Se escucharon tres golpes suaves y seguidos en la puerta de mi habitación; así que pronto Ashley se acercó a la puerta hasta dejar pasar a mi tutor quien parecía querer escuchar lo que pasó ayer por la noche.
Por un lado quería que la sorpresa del compromiso entre Xavier y yo fuera un secreto, pero tratándose de Neil, sé que si no soy yo quien le dice la verdad a él, Xavier al final le dirá así que quiero ser yo quien vea su expresión de emoción al saber que su mejor amigo me pidió matrimonio de una manera tan hermosa e inimaginable que una mujer pudo haber llegado a pensar.
—Buenos días Ashley—saludo Neil a mi mucama.
—Buenos días, señor Taggart—Ashley retomó una reverencia.
—Señorita Leaky, buenos días—se dirigió a mí, Neil de una forma muy cortés.
—Señor Taggart, buenos días—le seguí el juego.
Pude ver como con sus ojos me señalaban a Ashley, al parecer mi percepción se hizo realidad así que sin que mi mejor amigo me lo dijera con palabras, sabía a lo que me quería decir.
—Ashley, crees que puedes traerme el desayuno—ella dejó lo que estaba haciendo para asentir y marcharse.
Cuando Neil y yo, nos quedamos solos, me levanté de la cama y le hice una señal para que me esperará, tuve que entrar al baño y mojar mi rostro para poder quitarme el sueño, desde luego, me cepille los dientes y me arreglé el cabello ya que lo tenía un poco enredado.
— ¡Cuéntame! ¿Sucedió algo ayer?
A veces me preguntaba si realmente, Neil, no fue parte del plan para ayudar a Xavier a pedirme matrimonio; quizás pueda ser que esta vez Xavier haya querido hacer las cosas solo, ya que con solo ver el entusiasmo de Neil, me hace pensar diferente y darme cuenta de que en realidad no sabe nada de lo que ha sucedido.
—No te lo vas a creer—le sonreí como una tonta.
— ¡Vamos que me estoy muriendo por saber!
—Es que... Xavier me llevó a la habitación de Astrología y luego dijo que me acercará al balcón para ver por el telescopio algo. Me pareció extraño que él ubicará el lugar hacía abajo en vez de arriba y fue cuando leí la mejor frase de mi vida...—le dije casi hecha un drama.
— ¡¿Entonces...?!—Esperaba que le dijera lo que decía la frase.
Sin querer dar más detalles, dejé que mi mano estuviera detrás de mi espalda para luego ponerla en frente, levantarla y moverle mis dedos mostrándole la sortija que seguía en su lugar, brillando como una estrella.
— ¡Oh, demonios!
Sin esperármelo, Neil dejó ir un grito de felicidad donde pronto me abrazo y me empezó a decir tantas cosas que hubo un momento que ya no lo llegué a comprender. Seguía aún tan impresionado con la noticia que no pudo llegar a disimular su alegría en querer ponerse serio, en vez de eso, las comisuras de sus labios temblaban por volver a curvearse hasta dar con la sonrisa.
— ¡Esto es estupendo! Xavier te pidió matrimonio... eso significa que tu haz ganado—su sonrisa se hizo más grande.
—Sí, sigo sin creerme todo esto—me pase un mechón de cabello detrás de la oreja.
—No sabes lo feliz que estoy por esto—se le escuchó sincero—. Xavier te cuidará y te amará mejor que nadie, Kiara—me hizo un cariño con mi mejilla.
—Sé que lo hará—sonrió.
—Antes que nada, solo desayuna y dirígete a las nueve al salón de té. Xavier quiere verte—me guiñó el ojo y salió de mi habitación para dejarme sola.
Regrese a mi cama para a recostarme y quedarme mirando durante varios minutos el techo hasta que Ashley llegó y me entregó mi desayuno. Segunda vez que podía comer con tranquilidad y en la cama, estos lujos no se recibían cada día y por eso los disfrutaba aunque ahora que seré la esposa de Xavier, quizás pueda pedir para siempre mi desayuno en la habitación.
Luego de haber comido un omelet de jamón y queso, con frijoles, crema y un vaso de chocolate con leche; me quedé leyendo un rato hasta que se hicieron las ocho y entre al cuarto de baño para darme una larga ducha que necesitaba. Tuve que guardar el anillo en la cajita de madera que Sofí me regalo para mi cumpleaños, así que después de haberme puesto el vestido con ayuda de Sasha y Candy y de que Calvin y Marco me maquillaran y me arreglaran el cabello; me sentí lista para ir a ver a Xavier... bueno... aún me sentía nerviosa al pensar que ahora mismo lo voy a ir a ver. Así que, al ver que todos habían salido, saqué la sortija de la cajita y me la puse para después caminar hasta la puerta e ir a la sala de té.
Jugué todo el tiempo con la sortija hasta que ya me encontraba en frente de la puerta, me mordí el labio e hice la mano un puño hasta tocar la puerta un par de veces.
Unos pasos fueron los siguientes en adueñarse de aquella soledad que habitaba por dentro y fuera de aquella sala; apenas se abrió la puerta cuando observé el rostro de Xavier con una enorme sonrisa, antes de hacerme entrar, salió la mitad de su cuerpo para girar su cabeza de un lado hacía el otro hasta darse cuenta que nos encontrábamos solos, así que dejándome un espacio libre para entrar al salón, entré con pasos cortos hasta escuchar como cerraba la puerta pero con llave. Camino hasta mí y llegué a encontrar esa timidez reflejada en sus ojos, me imaginé por varios segundos que debía ser porque aún no había superado el momento en que le pidió matrimonio, pero en realidad yo también me encontraba de la misma que no podía juzgarlo.
—Buenos días—le saludé.
—Buenos días.
Desprevenidamente, se acercó a mí hasta unir su boca con la mía, apenas pude mantenerme de pie ya que sentí como mis piernas empezaron a temblar, pero pronto sus manos se adueñaron de mi cintura haciendo que llegará a poder sostenerme de él. Puse mis manos en su cuello y un pequeña sonrisa salió de mi boca, cuando separo sus labios de los míos, acarició mi nariz contra la suya hasta yo sentir un sonrojo que casi termino por delatarme.
— ¿Todo bien?—su pregunta me hizo reír.
Asentí despacio hasta elevar mis ojos hacía él; acarició mi mejilla y pronto tomó mi mano para ver que llevaba la sortija en ella, paso su dedo pulgar en aquel diamante que agradecía que no fuera grande y revelador, observé como una sonrisa se ajustó con sus labios hasta poner sus ojos en mí, lo cual hizo encogerme por la timidez y la vergüenza que estaba revelando.
— ¿Querías verme?—le pregunté casi en un susurro.
—Sí—tomó mi mano y de nuevo caminamos hacía la puerta.
— ¿A dónde vamos?—empezaba a tener curiosidad.
—Iremos a ver a mi padre—me comentó.
Dejé de caminar para quedarme petrificada ante lo que me estaba diciendo Xavier. ¿Ir a ver a su padre? No es lo que yo pensaba que llegaríamos a hacer al final cuando mencionó que quería verme. Me sentía nerviosa ante la reacción que tendría su padre al verme y por lo que me imaginó, quizás aún no sabe de la noticia sobre el compromiso entre su hijo y yo; lo que más me preocupaba de ello, es que el rey Arturo no acepté este compromiso o que al final no me acepte como parte de su familia. No podría vivir día a día si sé que el padre de Xavier no soporta verme en cualquier momento, sería terrible tener que soportar ver sus gestos duros y molestos y más sus palabras cortantes; aún no me acostumbraba en pensar que si todo esto real pero ahora ha llegado un nuevo problema y un nuevo miedo, el cual se basa en que si algún momento, el rey Arturo me llegará a aceptar tal como soy.
Desde que se inició la competencia, no hubo ni un momento en que él y yo mantuviéramos una buena relación de respeto y confianza, y al paso que ha ido el tiempo caminando, tampoco ha llegado ese momento por el cual diga que mi comportamiento no es malo sino que solo un pequeño carácter de fortaleza que se ha ido estableciendo mediante todo el trayecto de saber quién será la mejor mujer que represente en un futuro al país y a su vez, sea una buena esposa para su hijo. Pero aunque lo haya esperado día tras día, eso no ha llegado a suceder y ahora temó más que nada en el mundo que se oponga a este matrimonio.
Le doy una mirada pequeña a Xavier imaginándome lo horrible que sería que él escuchará que su padre no me acepta tal como soy sino que preferiría que su hijo se casará con una noble mujer y de un nivel alto de estatus. Es difícil poder controlar todo este tipo de nervios que me provocan varios factores físicos, pero en total, no me queda de otra que ir a ver al rey Arturo, de todas formas, se llegará a enterar sobre esto.
— ¿Qué sucede?—se dio cuenta que empezaba a estar tensa con la situación.
—No creo que a tu padre le agrade esta noticia—murmuré.
Agarro mi mentón y lo elevó para que lo mirara a los ojos, podía ver como sus ojos grises mostraban esa calidez que me reconfortaba de una manera tan especial. Xavier conocía con perfección mis debilidades y entre ellas estaba su padre en la lista; no es que no tuviera algún respeto por él pero a veces no me gustaba la manera en como trataba a algunas personas y desde que me amenazó con hacerle daño a mi familia y más a mi hermana, solo porque Xavier terminó por enfermarse casi tres días con fiebre y dolores de cuerpo, al haberse mojado por la lluvia.
—Kiara, la opinión de mi padre no importa...—le interrumpí.
— ¡Claro que importa! Es como si tú quisieras saber la opinión de mis padres ¿me dirás que no te importaría si ellos le agrada o no la noticia?—dejó ir un suspiro.
—Tienes razón—puso los ojos en blanco.
Su rostro cambió por completo cuando le dije eso; pero pronto me sentí culpable al haberlo cuestionado de esa manera provocándole dudas de lo que llegaría a decir su padre.
—Lo siento cariño yo...—sus ojos se abrieron de una manera tan grande que pude visualizar sus pupilas— ¿Qué fue lo que dije?
—Vuelve a decirlo—sabía a qué palabra se refería.
—No, con una vez es suficiente—le reprendí.
—Vamos, Kiara—hizo ojos de perrito.
—No, no me vas a convencer con esos ojitos de perrito—le dije con risa.
Negó y puso sus ojos en blanco cuando se dio cuenta que no me llegaría a convencer con facilidad, me encantaba que él me suplicará pero está claro que a él no le gusta hacerlo pero si fuera lo contrario, ya estaría en mi lugar.
—No te preocupes por mi padre, Kiara—dejo un corto beso en mis labios—. Sus palabras no harán que cambie de decisión. —Lo dijo con mucha seguridad.
Suspiré y observé como me regalaba una de sus hermosas sonrisas en el momento en que mis ojos se ubicaban en su rostro. Me encantaba la idea de poder estar unos minutos con él a solas sin que nadie nos llegará a interrumpir, la verdad, es que esa paz que se encontraba en la sala de té fue lo que convirtió el lugar mucho mejor de lo que esperaba.
— ¿Qué pasaría si tu padre se niega al compromiso?—le pregunté.
—No sé opondrá. Hice un acuerdo con él desde antes que esta competencia empezara—miro la sortija—. En aquel entonces, él me propuso con insistencia la competencia para elegir una esposa aunque yo no lo deseara—siguió contándome—así que al final él me termino convenciendo poniendo mis propias reglas en esto—enarqué la ceja.
— ¿Qué reglas?—hizo una mueca.
—La regla uno fue que no quería que me presionará mes tras mes en elegir o eliminar a una chica. —Comprendí ese detalle. —La segunda que no quería que él se llegará a adentrar a alguna relación amorosa que podía tener con alguna competidora. —Mencionó con humor. —Y la tercera, que yo elegiría con quien casarme sin importar si fuera de su agrado o no. —Me mordí el labio. —Mira Kiara, quiero que llegues a saber que aunque mi padre no vaya a estar de acuerdo con nuestra relación, eso no me importa. Te conozco y sé que dentro de ti se encuentra esa mujer valiosa de la cual no dejaría ir por nada de mundo. Te amo y...—Lo abracé.
Sus palabras me dejaron en claro que no había nada en su camino para que interviniera en su opinión, estaba seguro de lo que podía llegar a afrontar con su padre y podía ver cómo se encontraba preparado para todo lo que llegaría en su camino.
—Confía en mí, Kiara. Te dije que no te dejaría sola en ningún momento y por más que esta ocasión no sea tan grave por lo que parece, estaré aquí para apoyarte—empezó a darme una muestra de apoyo ante lo que sucedería.
—Entonces, vamos...—le di una corta sonrisa.
Tomó de mi mano de nuevo y salimos de aquella sala para caminar juntos hasta el despacho de su padre, con cada paso que daba, cada vez me sentía más tensa. No quería dejarle ver a él que no podía continuar con esta situación, pero al sentir como su dedo pulgar acariciaba el dorso de mi mano, ese pequeño efecto me provocó que mi piel se erizará.
Ni siquiera me di cuenta en el momento en que ya nos encontrábamos en la puerta del despacho de su padre; podía escuchar como dentro la voz ronca de su padre estaba hablando y dirigiéndose a una persona, por lo que escuchó apenas, el rey Arturo le da una inmensidad de órdenes que capaz aquella persona no llegaría a captar rápido, suponiendo que si se trata de un trabajador antiguo para el rey, no debe ser primera vez que debe de escribir, grabar o anotar todo lo que debe de hacer por el rey pero si es principiante, solo ruego por él para que no termine por confundirse u olvidar ciertas cosas.
—Me compadezco de la persona que esta atrás de esa puerta—musite.
—Mi padre es muy organizado en sus cosas que no le gusta que le falte algo—comentó Xavier.
— ¿Haces lo mismo?—niega rápido.
—Mi papá se toma más enserio su título de ser rey; en cambio yo, soy un poco menos disciplinado en ello. Mayormente mis órdenes no tienen un nivel de voz autoritario sino que parece más como un favor—dijo avergonzado.
Dejé ir una risita pequeña para que el rey Arturo no me escuchará, me parecía gracioso que Xavier no fuera duró con las personas y en vez de eso, se comportará de una manera muy suave con sus empleados. Por lo menos lo observaba como algo bueno a mí modo, ya que tener a un futuro esposo actuando como un viejo aburrido y amargado no estaba en mis planes.
—Estoy segura que eres así por tu madre ¿no?—le di una mirada.
—Sí, aunque desde que soy un niño he crecido con la mayoría de los empleados de mi padre y ellos me han criado y respetado de una manera muy increíble. Entonces, yo no puedo ser malo con ellos, por lo contrario, soy demasiado bueno pero no me quejo de ello—le di un beso en la mejilla.
—Me gusta escuchar eso—sonrió.
Observé como un guardia salía del despacho del rey Arturo, así que apenas aquel hombre salió cuando pronto le abrió la puerta a Xavier para que ambos entráramos, apenas avanzamos unos pasos cuando pronto el rey Arturo empezó a darle órdenes a su hijo, lo cual me impresionó que sin verlo a los ojos o levantar su rostro, se diera cuenta de que se trataba de su hijo quien se acaba de presentar en su oficina.
—Debes de llenar estos reportes, dentro de un mes viene el presidente de Estados Unidos a visitarnos, parece que quiere establecer otra alianza con nosotros y necesito que leas detenidamente y luego llenes ese formulario de una nueva construcción en la parte Oeste de la clase media, al parecer habrá un nuevo centro de atención para pacientes con discapacidad, hay que evaluar todas la hectáreas que se ocupará ya que al parecer las propiedades que hay a los lados son parte de un patrimonio de una familia millonaria de la cual no quieren donar esos territorios...—el rey Arturo dejó de hablar cuando Xavier le hizo un ruido con la garganta.
—Papá, ¿podemos hablar? Si quieres luego me puedes dar mis deberes pero es importante esto y necesito que me prestes de tu atención unos minutos—anunció Xavier.
Apenas su padre dejó de verle para darme una mirada a mí, lo que quizás me hubiera parecido muy mal es que me volviera a evaluar de arriba hacia abajo pero no fue así, él rápido enfoco sus ojos en una sola cosa y fue en mi mano de la cual llevaba el anillo de compromiso.
—Por lo visto, ya tomaste una decisión ¿no?—fue lo primero que dijo el rey Arturo.
—Debías de saberlo, te dije que no cambiaría de decisión—respondió serio, Xavier.
—Lo sabía, pero no sabía que sería pronto—preferí mantenerme callada.
—Dijiste que entre más pronto tomaba una decisión, esto terminaría. Estos fue lo que hice—Xavier parecía retarlo.
El rey Arturo permaneció en silencio mirando a su hijo sin decir nada, esa mirada oscura y fría la conocía pero ahora no sabía interpretarla a su manera, porque lo único que se me venía a la mente es que esto parece no dar un buen rumbo.
—Me puedes dejas unos minutos a solas con la señorita Leaky—pregunto cordialmente el rey.
Xavier no se negó a lo que su padre le pidió como favor, en vez de eso, me llamó e hizo que lo mirara a los ojos y aunque me estaba muriendo de la vergüenza al darme cuenta de que su padre nos estaba mirando, al final acaricio mi rostro para después susurrarme unas palabras en el oído.
—Sí te llega a herir con sus palabras, solo limítate a darte la vuelta y salir. Yo me las arreglaré después con él. —Compartió una mirada fría con su padre.
—Está bien.
Soltó mi mano y pronto salió de la puerta por la cual entramos; al quedarme sola con el rey Arturo se creó una tensión en mí que me dije que no estaba preparada para lo que venía. Observé como organizo unos papeles para luego darme una mirada a través de sus lentes.
—Puedes sentarte o quedarte parada—termine por sentarme y escucharlo— ¿Estas segura de querer esto, Kiara?
Apenas me hizo la primera pregunta y me llegué a decir que aunque el cargo de ser princesa no estaba completamente decidida, trataría de adentrarme a ese trabajo hasta lograr buenas cosas para el país.
—Sigo aún adaptándome a la idea—le respondí.
—Tú sabes que ser princesa y luego reina, ¿no es nada fácil, no?—Asentí.
—Sé que no lo es, pero con paciencia, puedo lograr lo que se requiere para serlo—comenté con disposición a tomar ese cargo.
— ¿Crees que podrás tomar ese cargo?—suspiré.
Realmente no sabía a lo que el rey Arturo quería llegar con todas estas preguntas acerca de mi decisión de aceptar ser princesa y en un futuro, una reina. Lo único que tenía en la cabeza era de que yo quería que llegará al punto importante de la situación; porque algo me dice que sí él quiso que Xavier se marchará de su oficina para dejarnos solos, es porque él terminaría hablando de su hijo, no de mi decisión al ser parte de la realeza.
—Puede decírmelo—resalté con calma.
— ¿A qué se refieres?—enarco su ceja.
—Usted no quiere que su hijo se casé con una plebeya—observé como dejó ir una risa.
—Piensas que no aprobaré el compromiso de mi único hijo y heredero al trono ¿no?—asentí.
—Sí—dije con atrevimiento.
El rey Arturo dejó ir una carcajada para luego levantarse de su asiento y caminar hasta la ventana de su oficina, se quedó unos minutos observando el espléndido paisaje que trasmitía la mañana para luego darse la vuelta y de nuevo observarme con esos ojos grises que se adecuan bien a su rostro mayor y a su cabello negro que al parecer empieza a tener un par de cabellos blancos.
—Le hice una promesa a mi hijo, Kiara—sabía a qué trató se refería—y voy a cumplirlo.
Me quedé callada pensando que dejaría que su hijo se casará conmigo solo porque no podía romper una promesa que hicieron juntos; no porque en verdad él crea que soy la indicada.
—Pero también pienso que eres la mujer que él necesita a su lado—elevé mis ojos para verlo.
— ¿Qué?—dije sorprendida.
—Valentina muchas veces me dijo que Xavier te terminaría eligiendo a ti—empezó a decir—, dude que eso sucediera, por el hecho de que eres muy rebelde y obstinada y no querías estar con alguien como mi hijo y más por el cargo de que en un futuro será rey—mis cejas se elevaron—. Pero me he dado cuenta de lo mucho que lo amas—abrí mi boca.
— ¿Cómo puede estar seguro de eso?—le pregunté atónita.
—El simple hecho de que harías cualquier cosa por él, me hace creerlo. A demás de haber observado por cómo lo miras, por la manera en que sonríes después de haberte encontrado con él y de lo poco inconfundible que es el brillo que tiene tus ojos al estar a su lado. —Me sonrojé.
¿Tan notorio son mis gestos para que hasta el rey Arturo se haya dado cuenta de mis propias acciones al estar al lado de Xavier?
—Valentina debe de estar feliz por saber que tú has sido la elegida—suspiré al momento de jugar con mis dedos.
—Fue una excelente esposa, madre y amiga—dije casi con lágrimas en los ojos.
—Sí, ella era mi todo. —Se dio la vuelta de nuevo, mirando hacia la ventana—. Una mujer perfecta para un hombre muy serio y aburrido. —Dejó ir una risa. —Quería que nuestro hijo fuera feliz y siempre creyó que sería feliz a tu lado—suspiró. —Y tenía razón, tú no eres la típica chica que solo enamoró al príncipe, eres un chica valiosa como el oro—tragué hondo y me sostuve de la silla para no caer desmayada con sus palabras—. He comprendido mejor, porque las personas te quieren tanto y es porque tienes mucha bondad en tu corazón que a veces no miras con malos ojos a las personas, tú miras ese lado oculto que a veces algunas personas llegamos a tener. —Hice una mueca al escuchar eso. —Y sabes lo que más me sorprende.
— ¿El qué?—le dije nerviosa.
—Que a pesar que hace meses te amenacé con hacerle daño a tu familia y que también te he hecho la vida imposible, tú no te has comportado mal conmigo, ni mucho menos has intentado hacer una venganza con lo que he provocado—mencionó admirado.
No me sorprendía que yo no haya hecho eso, creería más que nunca he pensado en hacerle daño a alguien, bueno quizás aquellas personas que me han hecho mucho daño o que han intentado dañar a mi familia, no sería la excepción.
—No te diré que todo lo que has hecho ha sido bueno, Kiara—baje la cabeza—pero con lo que veo en ti, puedo encontrar muchos cambios buenos para Nueva Erlanwood y junto con Xavier, creo que serán un buen equipo. Solo necesitas moldearte más para adaptarte a esta situación, créeme que con el tiempo, no sentirás que este trabajo es pesado, simplemente se requiere de mucha paciencia, astucia y amor a lo que harás por los demás. —Admiré la manera en como expresaba su cargo como rey.
— ¿Usted cree eso?—asintió sonriendo.
—Eres buena persona, Kiara. Y ahora veo porque Xavier te ama. Y por eso, no me opondré a su matrimonio. —Se me hizo un nudo en la garganta.
Había una sensación extraña en mí que decía que entre el rey Arturo y yo, ya no había más guerra ahora solo había paz. Podía ver como todas sus palabras las había dicho con suma sinceridad, sus ojos reflejaban esa misma calidez de la cual también brotaban de los ojos de Xavier. Y es cuando me di cuenta de que el rey Arturo siempre ha querido lo mejor para su hijo y que todo este tiempo no ha sido para presionarme y hacer que me eliminaran; sino que él mismo había creado su propia prueba para evaluarme si era la mujer correcta para estar con su hijo y por lo visto había pasado su prueba.
—Gracias por sus palabras, majestad—me levanté y observé como se acercó a su escritorio.
—Es la verdad Kiara. Todo lo que te dije es verdad. —Apenas mis labios formaron una risa corta. —Y creo que ya no será necesario que me llames majestad.
Abrí mis ojos de manera tan grande que posiblemente llegarían a salirse, no me imaginaba lo que el rey Arturo me estaba diciendo. Eso quería decir que luego lo podría llamar ¿suegro?
—Ahora formas parte de la familia. —Observé como se alejó del escritorio y caminó hacia mí. —Bienvenida a la familia, Kiara. —Sin pensarlo el rey Arturo me estaba abrazando.
No supe reaccionar ante su abrazó, lo único que sabía es que es primera vez que el rey Arturo muestra su afecto conmigo o que por lo menos me haya hablado de una manera tan sincera y tranquila sin tener que reprochar mi comportamiento o darme un castigo por mi desobediencia.
Se alejó de mí para ver como caminaba hasta la puerta y luego llamaba a su hijo, que pronto apareció un poco preocupado. Pero al ver que negaba y le sonreía, Xavier dejó de estar tenso para luego soltar todo aquel aire que tenía retenido en sus pulmones. Llegó a inmediatamente a mi lado y dejó impregnado su perfume en mi nariz, cuando me abrazo.
— ¿Todo bien?—susurró muy bajo para que su padre no nos escuchará.
—Mejor de lo que esperaba. —Le guiñé el ojo.
Su padre llegó hasta nosotros y nos dio una mirada larga y luego soltó una sonrisa de las cuales no dejaba ver casi nunca.
—Felicidades hijo, has elegido a la correcta—Xavier elevó sus cejas.
— ¿Qué?—Reí al ver la expresión de mi futuro esposo.
— ¿Cuándo se casarán? ¿Han comenzado a ver los preparativos de la fiesta y los invitados que llegarán a la boda?—Xavier y yo nos dimos una mirada cómplice.
—Papá, no ha pasado ni un día desde que le pedí matrimonio a Kiara—le comunicó.
— ¡Vamos! Preparen todo, el tiempo es oro. —Solté una risa ante la emoción del rey Arturo.
—Oh papá, tómalo con calma—hizo una mueca Xavier.
—Nada que nada, hijo. Mira que después de la boda vienen los hijos y yo no quiero llegar a viejo para ver cómo solo corren y yo apenas los persigo—Xavier rodó los ojos a ver lo que su padre decía.
—Tú y tus ocurrencias, papá.
(...)
Apenas me quedaba parte de la mañana para pasar un tiempo a solas antes de que Xavier llegará a verme o Neil me llegará a buscar por cualquier cosa. Así que pensé en que podía entretenerme un rato caminando por todos los pasillos del castillo, de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda, casi solo me la había pasado mirando las pinturas, jarrones o adornos de cualquier tipo de material; realmente es de esos días de los cuales me interesaba hacer algo, para no dejar pasar el tiempo, así que pensé que quizás yendo a la biblioteca, encontraría un libro interesante que leer.
—Tiempo sin verte, Kiara—Jeff se encontraba limpiando las pastas de algunos libros.
—Un placer verte de nuevo, Jeff—caminé hacia cualquier pasillo.
Había mucho que leer que no sabía en qué podía llegarme a entretener esta tarde; ¿historias de aventuras? Quizás sí, ¿historias de horror? Creo que he tenido muchas pesadillas por hoy, ¿historias de viajes? No creo viajar por ahora pero se vale soñar, ¿historias jocosas? Sería divertido, o ¿románticas? Algo típico de una chica.
Dejó ir un suspiro al no saber que hacer al final con tantos libros que lo único que hago es observarlos y abrir algunos para sentir su aroma a nuevo o viejo. Me encanta estar en este lugar por la sencilla razón de que puedo encontrar paz y tranquilidad sin que nadie me esté molestando pero antes de poder distraerme en varios tomos de libros de geografía; alguien me toma de mi muñeca y me hace caminar a paso veloz hasta un lugar oscuro donde estoy rodeada de varias colecciones de libros que se encuentran en enormes estantes.
Antes de poder hablar, observo como Lucas me cubre la boca con su mano y luego me hace una señal de que guarde silencio. Estoy casi por morder su mano cuando sus ojos se entrecierran y me da una de esas miradas escalofriantes que hacen que retroceda a mi acción para esperar a ver que quiere ahora de mí.
—Bien. Si habrás la boca, juró que esta vez no dejaré que te vayas sin un buen moretón en cualquier parte de tu cuerpo—no lo tomé en broma porque en verdad lo decía en serio.
Me quito su mano de mi boca para luego yo querer huir pero pronto me atrapo y sin cuidado, me golpeo contra una de las tablas de los estantes de los libros haciendo que mi cabeza empezará a arder por el golpe que acabo de darme.
—Mira Kiara, ya estoy harto de ti y no me tienes muy contento así que escucha lo que te digo si no quieres ver a tu amor, morir—me petrifique en el momento en que decía esas palabras.
— ¿Qué quieres ahora?—le escupí fríamente.
—Vamos nena, no esta vez no estoy jugando así que escucha y obedece ¿entendido?—no respondí a lo que decía.
Esto no me gustaba, bueno mejor dicho, nada de lo que estaba diciendo me comenzaba a gustar y esto ya es parte de uno de sus planes maléficos.
—Quiero que rompas tu compromiso con Xavier y luego te marches de aquí para siempre—dijo sin un cabello en la boca.
—No lo haré—respondí rápido.
—Lo harás, por la simple razón que te conviene hacerlo si no quieres que Xavier o el rey Arturo les suceda algo esta noche—mi corazón empezó a latir rápido.
—No te atreverías—dije con la voz temblorosa.
Observé como de sus labios se formó una sonrisa pero no de alegría sino una de burla. Una de sus manos pasó de mi brazo a mi cuello haciendo que retrocediera rápido pero siempre con la desventaja de que podía ahogarme en ese instante.
—Llegué a matar a dos soldados sin que nadie se diera cuenta ¿crees que esta vez no sería la excepción?—enarcó su ceja con gracia.
Me quedé callada al darme cuenta que él era capaz de hacer cualquier cosa.
—Bueno, ya que estás de obstinada ahora mismo, acabo de cambiar de mi decisión. —Solo lo observé para seguir escuchándolo. —Mata a Xavier sin que nadie ni mucho menos él, sospeche lo que harás—abrí mi boca pero no pude hablar ya que él siguió hablando—sino lo haces verás a tu querida familia morir uno tras otro cada minuto que pasé—intenté gritar pero ahogué mi grito al sentir como apretaba mi garganta.
No sabía en qué momento mis ojos empezaban a empañarse por las lágrimas; lo único que tenía en mente es que de nuevo me encontraba contra la espada y la pared. ¿Mi familia o Xavier? En otro momento, esto me lo podía haber tomado en broma pero sus palabras seguían siendo serias y llenas de odio de que Lucas es capaz de hacerle algo ahora mismo a mi familia o a Xavier si no tomaba una buena decisión.
— ¿Por qué haces esto? Por una vez en la vida déjame ser feliz—le grité con lágrimas en los ojos.
—Lo lamento Kiara, pero si quieres ser feliz. Elige, ¿tú felicidad o la de Xavier? —Cerré los ojos ante la pregunta de Lucas.
Como podía elegir entre mi felicidad y la de Xavier. Estaba claro que si a alguien de mi familia le pasaba algo, nunca en la vida me iba a poder llegar perdonar y no solo eso, si también Xavier salía herido o muerto de esto, no sabía cómo iba a poder vivir sin ese cargo de consciencia y a su vez, pensar que todo había sido mi culpa por no haberlo protegido.
—Por favor Lucas... no lo hagas—le suplique.
—Lo lamento Kiara, en otra ocasión hubiera aceptado cualquiera de tus súplicas pero ahora, las cosas se han salido de descontrol y lo único que quiero es que hagas lo que quiero—cerré los ojos.
—No puedo...—sollocé—Lo amo. Lo amo.
De qué me servía decirle a Lucas mis sentimientos, si ni él mismo se debe de querer. Estaba claro que no tenía muchas opciones, lo único que quería era salir corriendo, esconderme en lo más profundo del universo y poder pensar por un momento en una solución. Pero nada de eso iba a ser posible, Lucas no me estaba dando tiempo, ni crédito de darme una oportunidad; está claro que él ya perdió la cabeza y para que nadie sospeché de su plan, me quiere utilizar a mí como anzuelo; así como lo ha hecho con varios de los que han estado a su lado.
—Bien, veo que no te decides. Entonces lo haré yo por ti. —Apretó mi cuello para que no hablará. —El rey Arturo debe morir esta noche, pero si no quieres que muera, tendrás que ver la forma de cómo evitar su muerte. Pero la condición de esto es que no me incrimines, tú dirás que siempre has sido la responsable de todas las muertes y no solo eso, que tenías pensado en casarte con Xavier solo para obtener el trono. Si no dices lo que te acabo de decir, juró que no me quedará de otra que matar a siete personas en una noche... y tú sabes a quienes me refiero. —No dejó de verme ni un segundo. —Tampoco se te ocurra decirle a alguien sobre esto, si lo haces, no tendré piedad de nadie ni siquiera de tu pequeña hermana. —Abrí mi boca al sentir como empezaba a ahogarme.
Ni siquiera pude decir nada cuando me soltó y de nuevo empecé a respirar y a toser; Lucas se marchó sin decir nada y para ese entonces, ya no podía hacer nada. Las cosas tenían que suceder a su manera, sino, mi familia, Xavier y el rey Arturo, morirían esta noche.
(...)
Me la había pasado toda la tarde llorando en mi habitación que podía sentir mis ojos arder, quería dejar de pensar en lo que podía llegar a suceder esta noche pero el recuerdo de las palabras de Lucas me hicieron darme cuenta que ya no podría estar nunca más tranquila. Ahora solo sería yo y mi soledad, si es que no llegan a sentenciarme a muerte por lo que le llegará a suceder al rey Arturo.
Estaba claro que no podía hablar con nadie, lo extraño fue que lo último que llegaré a recordar será haber visto la caja de música que la reina Valentina me dio para darme cuenta que al girar la muñequita de ballet, la caja abría un pequeño escondite donde me dejo una pequeña nota que decía "Solo tú sabrás en que ocasión podrás ocupar este pequeño espacio para guardar algo importante donde nadie se dé cuenta". Me era de extrañar de que ella me haya dejado algo mucho más especial de lo que yo no me hubiera imaginado pero en realidad, no estaba de humor para investigar por qué ella había pensado de que algún momento podía ocupar ese pequeño escondite de querer guardar algo valioso; lo único que llegué a hacer al final, fue hacer una carta de dos páginas, una para Xavier y otra para mi familia; si llegaba a morir, tenía la esperanza que todos ellos creyeran que lo que hice fue para salvarlos no por lo que dirá mi boca.
Suspiré y me levanté en momento en que se acercaba la cena, tenía que bajar al comedor, sino lo hacía, Xavier o Neil llegarían a buscarme y ya es suficiente con mantenerme callada que darle explicaciones a ellos para luego ver como mueren uno por uno sin que yo pueda prevenirlo.
Apenas llegué y me senté en mi lugar para esperar a los principales invitados de la mesa, apenas podía mantener mi cuerpo en calma, mi corazón cada segundo latía cada vez más rápido y mi mente solo decía, "no es el momento en que te dejes caer".
Observé como el rey Arturo fue el primero entrar de una manera seria pero no tanta como antes, ahora podía ver un destello de felicidad en tus ojos; detrás de él, apareció Xavier quien no podía ignorar la sonrisa de sus labios y por último, llegaron Neil, Avery, Cooper y Lucas.
Todos se sentaron en sus lugares mientras yo dejaba de hacerle la reverencia al rey Arturo y a Xavier; no dejé de ver a ambos ni un segundo pensando en que era lo que Lucas se refería en que yo llegará a encontrar para evitar la muerte del rey Arturo.
Sin pensarlo, varios minutos pasaron y en ninguno de ellos mire a Xavier; me sentía avergonzada por lo que haría, parecía que todo esto se convertiría en una traición pero lo peor de ello, es que a quien de los dos le iba a doler más mis palabras, sería a él, quién aún no sabe lo que le espera.
Unos mayordomos llegaron y nos dejaron los platos de comida en nuestros respectivos lugares; en frente de mí, tenía un pescado que parecía tener buen aspecto pero para mi gusto, esta vez no tenía apetito. Antes de poder ver como todos empezaban a comer, no sé cómo se me ocurrió ver a Lucas, él con una enorme sonrisa en la boca se le iluminaron los ojos al ver como el rey Arturo empezaría a comer el pescado y fue entonces que me di cuenta de algo. El pescado que tenía el rey Arturo no se parecía al de los demás, parecía ser... un ¿pez globo? Abrí mis ojos y no sé cómo es que todo sucedió rápido cuando me levante y tire del tenedor del rey Arturo quien estuvo a punto de darle un mordisco a la carne del pescado para después verme extraño por lo que estaba haciendo pero eso no fue lo que solo hice... también bote de su plato.
— ¿Qué le sucede señorita Leaky?—pregunto molesto y alterado por lo que hice.
Mis palabras no salía de mi boca y no solo eso, solo fui retrocediendo cada vez más al darme cuenta de que ese pescado no era para comerse, era otro de los venenos más letales del mundo.
— ¿Kiara, qué te sucede?
Xavier intentó acercarse a mí pero lo evite, retrocediendo cada vez más. Unos guardias aparecieron y miraron con desconcierto lo que estaba sucediendo en la cena.
—Disculpe rey Arturo—observé como Lucas se había acercado al pescado y lo empezó a examinar—pero este no es un pescado común.
— ¿Qué es lo que dices, Lucas?—el rey Arturo lo miró.
—Conozco a este pez, es un Tretodotoxina—el rey Arturo enarcó su ceja—es un pez globo japonés venenoso, si lo hubiera comido en seis horas ya estuviera muerto.
El rey Arturo pasó de ver a Lucas para verme a mí, esa mirada que me lanzó lo decía todo... había caído en la trampa.
— ¡¿Intentaba envenenarme?!—me grito.
—Yo... yo...—mis palabras se entrecortaron por el miedo.
—No puedo creerlo...—carraspeó— ¡Guardias!
Los dos guardias que se habían quedado a unos metros de nosotros, me tomaron de los brazos y empezaron a empujarme para que caminará. Varios segundos me resistí pero luego dejé de hacerlo al darme cuenta que ya no había vuelta atrás.
— ¡Llévensela al calabozo!—trague hondo.
— ¡Papá! No lo hagas. Esto debe de ser un error, Kiara no es capaz de hacer algo así—determino Xavier llegando a defenderme de nuevo.
Xavier me miró a los ojos, en ese instante lo único que quería era sacarme los míos para no ver esa mirada de miedo al pensar que yo podía haberle hecho eso a su padre.
—Di que no fuiste—mencionó.
Mi boca tembló y mis ojos de nuevo empezaron a arder al aparecer las primeras lágrimas que confidenciaron lo mucho que me dolería admitir una verdad que ni siquiera lo era.
—Sí fui yo, yo planeé matar a tu padre—lo dije lo más sincera y seria que pude haber actuado.
Xavier se quedó petrificado al escucharme decir esas palabras que hasta pude notar como dio unos pasos hacia atrás y su mirada dejó de ser preocupada para convertirse en una llena de rabia. Sus ojos se achinaron y frunció su ceño hasta caminar donde se encontraba su padre, ahora sí había terminado por romper todo; Lucas solo sonreía y seguía esperando el show de que me llevaran arrestara y fue lo que sucedió.
Con agresividad, los dos guardias jalaron de mis brazos y de una manera brusca me empujaban para que caminara a su nivel, Neil se puso en frente de mí e intento que los guardias se detuvieran, pero uno de ellos lo empujo e hizo que se apartara de su camino; pero él no obedeció, simplemente, se volvió a acercar y me miro a los ojos, con esos ojos que aún esperaba encontrar una decepción o desprecio por lo que acabo de decir.
—Te sacaré de ahí, te lo prometo—sollocé.
—Yo no lo hice—apenas pude susurrar.
—Sé que tú no lo hiciste, sé que tú no lo hiciste—podía ver como sus palabras empezaban a entrecortarse.
Ni siquiera nos quedó más tiempo de hablar cuando de nuevo unos guardias lo apartaron de mí y comenzaron a llevarme al calabozo.
Todo paso de un segundo a otro, mi mundo se derribó como nunca llegaría a imaginarlo, solo podía sentir como muchas veces mis pies fueron arrastrados, mis brazos empezaron a torcerse con los jalones que me daban los guardias y lo principal, mi corazón se fue rompiendo en pedazos. Ni siquiera había llegado a explicarle al rey sobre lo de su cena cuando intuyó que yo quería envenenarlo; si antes pensaba que la vida podía ser demasiado dura conmigo, ahora veo que todo es real.
Uno de los guardias abrió un calabozo subterráneo y observé como el otro solo me llegó a tirar como si fuera una basura, apenas llegué a levantarme cuando me di cuenta que había obtenido un raspón en mi rodilla, la sangre empezó a brotar que ni siquiera tuve ganas de quedarme a observar más cuando me acerqué a las rejas del calabozo y empecé a gritar ayuda, mis lágrimas fueron saliendo y mis fuerzas empezaron a agotarse. Varios sollozos salieron de mi boca y a medida que pasaba el tiempo, dejé de hacer ruido para deslizarme entre las rejas hasta llegar al suelo, donde solo me limite a maldecir y a culparme de todas las desgracias que he provocado.
5 horas después...
Quite unas lágrimas de mis ojos y elevé mi mirada a la única pequeña ventana que se encontraba a tres metros de la pared del calabozo, podía a ver como afuera brillaban las estrellas, el cielo estaba azul y de cómo todo se encontraba en silencio. Cerré mis ojos por un instante y a recosté mi cabeza en la pared, una parte de mi cuerpo se encontraba exhausta pero por otro lugar, no quería dormir o ni siquiera descansar. Temía que si una vez cerraba los ojos, ya no llegará a ver la luz de la mañana o que por lo menos llegase a ver a mi familia.
Antes de que llegase a bostezar, un ruido de una puerta abrirse se escuchó y de ella, pude ver como entraba Xavier. No me levanté de mí lugar siendo una cobarde pero lo que sí observé fue como se acercó al calabozo y se detuvo a verme un par de minutos hasta que su boca se abrió.
— ¿Por qué lo hiciste?—dijo con tono de decepción.
Espero varios minutos para que hablara pero yo nunca llegué a responder, ya era demasiado ver como se había puesto con la noticia del envenenamiento de su padre para que ahora yo le dijera frases duras que le romperán el alma.
—Es mi padre, te dio la confianza, te recibió como parte de la familia y tú, lo traicionaste. —Contesto molesto.
—No tenía opción—musite.
— ¿Por qué? ¿Qué te hizo él?—bajo un poco su tono de voz.
—Lo hice... porque necesitaba... ser yo la que llegará al trono. Debías escogerme y funciono el plan. —No lo mire al decir eso.
— ¿Qué? ¿Qué tratas de decir?—se quejó.
—No te amo, Xavier. Lo único que quería de ti era tu fortuna y tu trono—dije como si fuera una mujer sinvergüenza.
—Mírame a la cara y dime que lo que dices no es verdad. —Pude ver como empezaba a dañarlo.
— ¡No te amo! ¡Solo te use para llegar hasta donde estaba ahora! Una vez que te tuviera en mis manos, me iba a deshacer de ti y de tu padre. —Abrió su boca.
Me retracté pronto de mis palabras al ver su rostro llenó de dolor, eso fue lo que hizo que me derrumbara y me diera cuenta que lo nuestro, había llegado a su fin.
—Yo pensé que eras diferente, pensé que me amabas... y de tonto, caí en tu trampa—los ojos de Xavier empezaron a ponerse rojos.
—No es lo que crees—susurré.
—Entonces ¿qué? ¿Por qué hiciste esto? ¿Por qué quisiste matar a mi padre? ¿Por qué me ocultaste todo esto?—su voz me confirmaba su enfado.
No... No podía decirle, si le digo... solo estaré condenándolo a morir. Debo de permanecer callada aunque me duela verlo de esa manera, debo ser fuerte, lo debo hacer para que él viva...
—Lo lamento, lo lamento—mis lágrimas fueron lo que salieron antes de escuchar lo peor del mundo.
Caí al suelo y empecé a llorar mientras él maldecía. Hubo varias veces que golpeo con su pie las rejas del calabozo hasta que de un momento a otro solo dejó ir un gruñido que hizo que lo mirara.
— ¡Maldito sea el día en que te conocí, Kiara Leaky! No debí enamorarme de ti, no debí de haberte entregado mi corazón, no debí de haber creído de nuevo en el amor. Mi condena quizás sea recordar todos esos momentos fingidos entre tú y yo; pero yo deseo que tú, sufras más que yo y si es posible, que mueras con la consciencia hecha un arrepentimiento. Por qué sabes una cosa, para mí a partir de hoy, ya estás muerta.
Salió de aquel lugar dando un portazo en la puerta y corriendo como si fuera el viento; mi sangre dejó de correr por mis venas con sus palabras y mi corazón dejó de latir varios segundos.
—Vaya, vaya, vaya...—Escuché a alguien aplaudir. —Debo decirte que eres una excelente actriz, Leaky. Creo que nadie pudo haber hecho tan bien ese papel si no hubieras sido tú. —Puntualizó Lucas.
—Eres un maldito desgraciado—dije con rabia.
—Gracias. —Ignoro mis palabras.
— ¡Ahora deja a mi familia, a Xavier y al rey Arturo en paz!—le grite.
—Oh no Kiara, lamento decirte esto pero...—Sonrió. —Esto aún no acaba.
— ¡Tú prometiste dejarlos en paz!—me acerqué a las rejas del calabozo.
—Sí, pero por hoy. No por mañana—sonrió de manera macabra—. Y tú ahora serás mi comodín para que Xavier llegué a ti y yo pueda asesinarlo—abrí mis ojos como platos.
— ¡No Lucas! ¡No lo hagas!—le imploré al ver que se alejaba entre la oscuridad.
—Lo siento Kiara pero yo necesito esa corona y sin tu ayuda... no hubiera podido lograr todo esto. Adiós nena. —Dejó ir una carcajada.
Antes de que llegará a decirle otra palabra, solo observe como el ruido de una lata llegó hasta mí hasta que de ella salió una enorme nube de humo blanco o gris; cuando intenté retroceder lo más que pude y a su vez de no oler aquella toxina; pronto empecé a sentirme mareada hasta caer al suelo y empezar a toser. Unos ruidos llegaron a mí como balas pero ya no pude asimilar aquellos sonidos por el contacto que mis sentidos empezaban a perder. Lo único que llegué a observar por último, fue una figura grande, alta y negra; la cual se fue acercando a mí, hasta verme detenidamente.
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Continuará...
Últimos capítulos
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