Capítulo 17

Caminaba de un lado hacía el otro como un león enjaulado, estaba nerviosa o mejor dicho, mucho más que eso que no podía ni siquiera pensar con claridad; varias veces patee mi vestido al no concentrarme en donde pisaba pero eso no era lo peor, pronto tendré mis primeros tres juicios y aunque me estuve preparando tres días para remitir mis primeras declaraciones aun así me sentía insegura de mis palabras o quizás de todo.

Cuando Neil y el rey Arturo me dijeron que el último reto sería ser yo la participe de un juicio eso hizo que casi me quedará petrificada como un tempano de hielo, pero eso no fue lo que hizo que casi dejará de respirar, lo siguiente fue cuando me hicieron mención de que yo sería la juez del caso, que los del parlamento iban a estar presentes observándome y evaluando el juicio y por supuesto, que todo lo que dijera estaría aprobado por el rey; así que si yo le declaraba la muerte a una persona, el rey eso iba a hacer...

No, no y no... No estoy lista para esto ni para poder soportar ver las caras de personas quizás inocentes y culpadas por delitos menores, que algunos casos pueden obtener un castigo fuerte para que no vuelvan a cometer esa acción.

Me mire en el espejo de la corte y por supuesto, tenía esa cara de tener miedo ante lo que sucediera, esa cara mostraba más que mil palabras y no solo eso, parecía como si hubiera visto un fantasma.

Esto parecía un examen final, en el cual si no respondo bien a las preguntas, termine por cometer varios errores imperdonables... no es que vaya a tratar de agradarles a los del parlamento pero tenía que mantener una postura controlada y seria ante los casos que vaya a presenciar.

Si una persona ha robado algún objeto ajeno sea o no de un grado mayor o menor, tendrá el castigo de obtener de veinte a veinticinco latigazos para hacerle razonar sobre su falta o equivocación.

Si una persona ha atacado injustamente a otra persona, sin tener una buena justificación, recibirá un apartado del rey para ser encarcelado y emitir luego un juicio para ser liberado por medio de una suma de dinero que él o la juez otorgue.

Si una persona ha huido de su delito y se ha encargado de ocultar su identidad, se le otorgará ser castigado con la muerte por no haber respetado las leyes del reino y a su vez, por haber intentado cubrir sus delitos sin haber correspondido a su juicio.

Repasaba en mi mente una y otra vez, todas las leyes que había tenido que aprenderme para salir bien el juicio; había algunas que se me olvidaban y otras que parecían confundirlas con otras que tenían casi el mismo significado. Al final, me declaraba ser un manojo de nervios del cual si no tengo remedio de controlarlos, terminaré por hacer una disparatada en la corte.

—Me encanta ese vestido, veo que Sasha y Candy tienen buenas manos y ojos—dijo Neil al entrar.

— ¿Por qué la tierra no me puede tragar en este momento?—él rió ante mi pregunta.

—Vamos, solo concéntrate en tus palabras y en escuchar muy bien el juicio. De todos modos, tendrás todo lo necesario, hasta pueden haber testigos—me rasqué el cuello.

—Eso no quiera decir que lo que vayan a declarar tenga que ser bueno o malo—respondí.

—Tienes razón, pero debes de razonar bien antes de dar una respuesta. —Opinó Neil.

Me senté en el asiento que había en la sala para después volverme a levantar, ni siquiera podía mantenerme tranquila en un lugar.

—El rey Arturo quiso que te la pusieras hoy—Neil me entrego una caja de la cual no la podía abrir porque mis manos temblaban.

— ¿Qué es?—le pregunte.

— ¿Por qué no descubres?

Dejé la cajita en una mesa para empezar a abrir su envoltorio y luego terminar por abrir la tapa; antes de que llegará a decir algo, la caja contenía una tiara de la cual estaba especialmente elaborada con varios diamantes y estupendas figuras que encajaban con mi vestido.

— ¿Una tiara? Y precisamente hoy. —Dije malhumorada.

—Debes usarla, ahora no lo dice Xavier, sino que el rey—propuso Neil.

—No tengo ganas de protestar, sabes que no estoy en condiciones de usar algo así—me levante más nerviosa de lo que me encontraba ¡Gracias rey Arturo! ¡Gracias Neil! Acaban de arruinar mi mañana.

—Falta poco para que termine la competencia y en ningún momento usaste la que te regalo Xavier, pero esta vez, debes usarla, estarás enjuiciando a personas como si fueras ya una reina ¿no crees que esta vez sí deberías usarla aunque sea por ese motivo?—lo asesine con la mirada.

—Ustedes me hacen perder la cabeza, pero como no ando para protestar lo haré.

Camine hasta la cajita y de ella saque la tiara que estaba encima de una almohada a su medida, sin pensarlo me la empecé a acomodar pero Neil me ayudo para que me quedará exactamente y a su vez, en su lugar. Cuando me la puse, me di cuenta que Neil sonrió satisfecho y no solo eso, su sonrisa decía lo bien que me miraba con ella pero no pensaba darle el crédito de verme en un espejo y decir algo.

—Joven Taggart, señorita Leaky... es hora. —Nos anunció un guardia.

Neil me miro y me ofreció su brazo para que caminara junto a él, así que mediante ambos nos fuimos acercando a la puerta en donde se brindaban los juicios; respire hondo y no dejé ver mi propio nerviosismo; cuando entramos pasamos por un largo salón que luego hizo que giráramos y nos encontráramos con otra puerta la cual no se escuchaba ni una palabra. Antes de que llegará a decir algo, detrás de mí había un espejo en el cual, al dar la mirada en el objeto, rápido distinguí mi figura y encima de mi cabeza la tiara. Casi me quedó sin aliento al verme en el espejo, ahora es notorio que ya no parecía ser Kiara Leaky sino que una princesa.

—Es hora, que tengas suerte. —Me guiñó el ojo, Neil.

—Gracias. —Suspiré.

Entramos y nos encontramos con un enorme salón como la de los juicios de la televisión, habían varios asientos al frente donde podían sentarse los espectadores y familiares del acusado, a los extremos se encontraban sentados los del parlamento y en otro extremo se encontraba el rey Arturo con Xavier, en un lado del trono se encontraba una señora ya mayor, la cual supuse que sería la que escribiría todo lo que sucedería en el caso; antes de poder decir algo, me incline e hice una reverencia ante el rey, Xavier y el parlamento; después camine hasta el trono y como si realmente me sintiera ya parte de la realeza; me quedé en frente de todos esperando algo pero antes de sentarme, un hombre vino hacía mí con el enorme libro de las leyes del país para después decir.

—Ante todos y ante el rey debe de prometer que durante los tres juicios que habrán debe de considerar el bien de Nueva Erlanwood.

Sabía que en ese momento debía decir la frase de mi promesa, así que recordando las líneas del libro de las prácticas de las leyes, empecé a hablar.

—Yo, Kiara Earyn Leaky Battle, prometo proteger al reino de Nueva Erlanwood con verdad y justicia, hacer del país, un lugar de bien para aquellos que residen en él, como de los que vienen, de ser sabia y honesta a la hora de dar un respuesta al juicio y de otorgarle el honor de la libertad a aquellos que fueron juzgados inapropiadamente. Todo lo dicho y hecho, será por el bien de Nueva Erlanwood.

— ¿Promete serle fiel a las leyes?

—Lo prometo.

Quite mi mano de aquel enorme libro para ver como el hombre desaparecía y luego comenzaba a respirar más calmada a ver que no se me habían olvidado las palabras de promesa antes de dar un juicio. Aún desconcertada con lo sucedido, me senté en el trono y me sentí extraña al tener esa sensación de que parecía ser que ahora ya todo empezaría a ser diferente.

—Que pase el primer acusado. —Dicto un soldado de voz muy ronca.

Observé como la puerta que estaba al fondo el salón se abrió y de ella entraron dos solados que sostenían lo que parecía ser un joven, él apenas podía caminar al paso de los soldados, ya que al llevarlo casi arrastrado, él no podía poner sus pies en el suelo, lo cual se le dificultaba caminar. Lo dejaron en frente de mí y me di cuenta como las esposas empezaban a rozarle sus muñecas, dejando ver un rastro rosa del cual supuse que debía de dolerle en ese instante al joven.

—Dime tu nombre. —Fue lo primero que dije.

—Austin Cornel.

— ¿Cuál es tu motivo de tu acusación?

—Destruí la tienda de mi jefe, señorita.

— ¿Por qué?

—Él lastimo a mi familia solo porque en sus ventas faltaron cien monedas de oro, lo cual nos acusa de ser ladrones y por eso, nos dejó en la ruina llevándose todo lo que era de nuestra propiedad, nuestra casa, nuestras tierras y ahora, para pagar nuestra deuda quiere casarse con mi hermana, quien apenas tiene dieciséis años.

— ¿Cuál es tu defensa?

—No dejaré que a mí familia y a mí nos siga amortiguando y dañando solo por tener dinero; y nosotros seamos pobres.

Empecé a pensar en su caso, lo peor de ello es que esta contra la espada y la pared, porque a pesar que su jefe sea un hombre que también merece ser enjuiciado, él también cometió un error que está bastante claro que daño una propiedad privada por venganza; lo cual eso provoca que haya serias consecuencias.

—En la ley 258 hace mención de que todo aquel que dañé una propiedad privada sin el consentimiento de su dueño, puede ser enjuiciado a permanecer en la cárcel durante diez años, dado que a su vez, los primeros días no recibirá comida y agua y luego se esperara un juicio para saber si pueden ponerlo en libertad condicional sino, pasara los días dentro de un calabozo mostrando su castigo.

El joven se puso pálido al escuchar la ley que está presente en su juicio, quizás él podía sentirse preocupado al darse cuenta de lo que hizo pero yo me sentía más preocupada al mandar a una persona a la cárcel unos años que le costaran parte de su vida. No tenía que ver los casos como probabilidades de dejar libres a las personas solo por venir de castas bajas como yo, sino que yo debían de ver lo mejor para él y para el país.

—No habrá condena—vi una sonrisa en su rostro—pero tendrás que pasar tres días en el calabozo, reflexionando sobre tus acciones y luego de eso, harás 1500 horas de trabajo social, lo cual será tu posibilidad de no ir a la cárcel, si faltas tan solo un día, la ley 258 se te impondrá y no habrá libertad condicional para ti. ¿Está claro?—Él asintió un poco más calmado.

—Prometo no fallarle, señorita Leaky. —El joven sonrió y los guardias lo llevaron a fuera del salón.

Podía ver como muchos del parlamento no sonreían ante mi decisión, pero tampoco debía ser directa con la ley, si prometí proteger al reino de la mejor manera, así será.

(...)

El segundo caso no había sido tan malo como el primero, se había tratado de una chica que había robado unos medicamentos para su bebé, su defensa trataba de que no tenía dinero y su bebé estaba en malas condiciones, lo cual un par de vecinos llegaron de testigo para declarar que todo lo que decía era verdad. Así que el resultado de mis palabras fue, dejarla en libertad pero que los medicamentos fueran pagados mensualmente para evitar el problema con la farmacia mientras que su bebé sería internado en un hospital para que mejorara su condición de salud.

Cada vez me sentía un poco más segura de lo que hacía o decía; pero de lo que si me daba cuenta es que los del parlamento empezaban a murmurar sobre mis decisiones, el rey seguía manteniendo su rostro neutro, Xavier me guiñó un par de veces su ojo mostrando que todo estaba bien y Neil que parecía cada vez más distraído desde que empezó el juicio.

—Que pase el último y tercer acusado. —Suspiré al ver que esto no acababa.

Esta vez en vez de entrar una persona en buena condición racional, los guardias llevaban del brazo a un hombre quien parecía estar demente, ya que su cabello esta encrespado y sucio, apenas llevaba ropa que cubriera su cuerpo y por supuesto, al entrar al salón empezó a reírse de la locura como si estuviera mirando a una fila de payasos.

—Dime tu nombre.

Él no dijo nada, solo me hizo gestos de los cuales pronto volvió a darle gracia hasta empezar a gritar como un loco de la risa.

—Su nombre es Peter Moore, señorita Leaky. —Dijo un guardia.

— ¿Se encuentra en buenas condiciones de salud mental?—pregunte.

—Las personas que lo conocen, hacen mención de que sufre de desórdenes mentales de bipolaridad—esto no me empezaba a gustar.

— ¿De qué se le acusa?—le pregunte al guardia.

—Se le acusa de asesinato—mi rostro cambió.

— ¿Qué tipo de asesinato?

—El acusado asesino a un menor de edad.

— ¿Cómo? ¿Cómo sucedió?

—El niño se encontraba jugando fuera de su casa, sin pensarlo, él salió y se lo llevó, hasta llevarlo cerca de un río y al adentrarse con el menor para pasar al otro lado del río; el niño se lo llevó la corriente y murió instantáneamente al ahogarse por no saber nadar.

Me tuve que sentar de la mejor manera para remitir el juicio, esto estaba mal, ese hombre mató a un inocente pero no estaba consciente de sus acciones que era lo peor. Empecé a recordar que esto proviene de la ley más cercana de la 330 y no solo eso, dentro de ella iría la ley contra los niños que es la 181 la cual explica cualquier muerte involuntaria o inconsciente con un menor. Eso quiere decir que ambas leyes al combinarse, le pueden causar la muerte a aquel hombre.

— ¿Hay testigos?—pregunté.

—Los hay, pero no vinieron a declarar por estar en el funeral del niño.

Asentí desconcertada, habían testigos y la palabra de ellos estaban contra la del acusado y estaba claro que si vieron alejarse con el niño, eso quiere decir que se lo llevó por algún motivo.

— ¿Alguna defensa?

—Dice él que no tuvo la intención de matarlo pero está un poco perturbado con los sucedido que no recuerda los sucesos—asentí.

—Eso declara que el acusado debe morir—escuché a uno del parlamento.

— ¿Qué?—Apenas susurré.

—Asesino a un niño, no tiene defensa y hay testigos. No hay más que decir. —Tenía razón aunque no quisiera aceptarlo.

¿Debía de mandar a asesinar a una persona trastornada? No estaba consciente de lo que hacía pero estaba claro que odiaría la familia del niño, si no hacía justicia. Fuera fácil si fuera una persona normal que estuviera consciente de sus actos; pero ese hombre que se le ve que no pretendía asesinar a un niño o que por lo menos se diera cuenta de lo que iba a hacer; complicaba mi situación.

—El parlamento opina señorita Leaky, que él acusado debe morir. —Trague hondo casi con temor.

Mire al rey Arturo quien esperaba mi respuesta, luego Xavier que parecía verme con preocupación y Neil... parecía que no se estaba dando cuenta de lo que estaba sucediéndome. Estaba en graves problemas y estaba segura que si no hacía algo, me tomarían la palabra.

—Podemos sentenciarlo a ir a un hospital psiquiátrico y condenarlo perpetuamente a vivir en ese lugar. —Se escucharon varias protestas.

—Ese no es el caso, asesino a un niño y personas como él no pueden seguir viviendo—grito otro hombre del parlamento.

—Y ¿qué debo de hacer? ¿Asesinarlo? Lo hizo de manera inconsciente. —Dije en mi defensa.

—Usted señorita Leaky, prometió proteger al país y si a ese hombre lo deja en un hospital psiquiátrico sin darle una sentencia de muerte, le estará faltando la palabra a su país.

Me quedé en silencio, tenía que ver todas las probabilidades del mundo. Aquel hombre que seguía burlándose de todos sin estar consciente de que estamos en un juicio, podría algún día hacerle daño a otra persona si lo liberaba, además si se escapaba del hospital psiquiátrico, sería otra amenaza al país; no podía dejar que cosas como esa sucedieran. Pero yo no quería condenar a alguien por muerte.

—Deberían condenarlo a muerte, señorita Leaky. Y yo propongo que la muerte sea decapitándolo—Abrí mis ojos al escuchar eso.

—No, no seremos bruscos ante una persona enferma de salud mental. No somos animales. —Dije molesta.

— ¿Entonces qué propone? Debe tomar una decisión. —Me mordí el labio.

—Bien. Al acusado Peter Moore, se le acusa de asesinato y el castigo será la muerte. —Me dolía decir esas palabras. —La muerte, será una inyección letal. —Empecé a escuchar abucheos.

—Se merece una mejor condena. —Me negué ante eso.

—Con saber que morirá, creo que deberían callarse. —Antes de decir otra cosa, me levante del trono y salí de aquel salón. No quería que nadie me viera llorar ante lo que había hecho.

(...)

Había condenado a un hombre a morir y seguía sin poder entenderlo, tan pronto salí de la corte para poder llegar a la cabaña en donde estábamos residiendo, me quite el vestido y la tiara; me sentía mal con lo que hice que hasta decía que yo no me merecía el perdón de nadie por esto.

Me senté en la cama y puse mis rodillas junto con mi pecho. Antes de poder llorar, escuché el ruido de una puerta abrirse y luego cerrarse, creía que podía haber sido la de Neil, así que antes de poder salir, me puse mis zapatos y abrí la puerta de mi habitación donde vi caminar a alguien vestido de negro y caminando en dirección de la puerta de salida de la cabaña; con la intención de saber quién era aquella persona, me acerqué cada vez más; así que al salir de la cabaña y seguirlo con pasos cortos poco a poco, rápido empecé a ver esa figura singular que se parecía a la de mi tutor, pero de nuevo en uno de mis fracasos en intentar que no me escuchará que lo estaba siguiendo, rompí una rama con mi pie, lo cual hizo que la persona se diera la vuelta y pronto me mirara a los ojos.

— ¿Kiara? ¿Qué haces aquí?—Adiviné, es Neil.

—No debería preguntar yo, ¿hacia dónde vas?—le dije.

—Regresa a la cabaña. —Me negué.

— ¿A dónde vas?—le volví a preguntar.

—No te interesa. —Achine mis ojos.

—No me vengas con tonterías. —Le dije seria.

—Kiara... no quiero que vayas conmigo—dijo molesto.

—Pues, no te pregunte si debía de ir contigo o no. —Ahora él maldijo.

—Kiara...

—Neil...

Neil empezó a decir todas las palabras menos bonitas del mundo, mientras lo observaba, él termino por quedarse callado hasta que elevo su rostro y me dio una mirada evaluadora.

— ¡Bien! Ven conmigo, pero cúbrete la cabeza con la capucha de la sudadera, será un camino largo y evita hablar conmigo ¿sí?—Asentí.

Me parecía muy extraño caminar junto con Neil por toda la ciudad del Valle de Yoshire; me parecía asombroso ver como mi tutor tomaba la decisión de ir al frente mientras yo solo me guiaba por él, es increíble que él sabe mejor las calles desiertas que yo, aunque en realidad, es segunda vez que me encuentro caminando en tierras del Sur. No es que antes de entrar a la competencia lo hiciera con frecuencia pero lo que sí, es que se debe de tener mucho cuidado al cruzar un territorio muy violento; si algo reconocía, es que el Valle de Yoshire es un lugar muy violento, casi es difícil encontrar un lado bueno y no meterse en problemas.

Elevé los ojos y de nuevo nos encontrábamos bajo la resplandeciente luz del sol; casi podía imaginarme como mi piel empezaba a quemarse y a su vez a ponerse tensa del calor; no había un signo de agotamiento en el rostro de mi tutor, podía ver como él se le veía muy decidido llegar a su destino pero yo seguía preguntándome dónde íbamos y a qué íbamos.

Es difícil pensar que alguien como Neil haya nacido en este lugar, ya que la mitad de la población casi está conformada por jóvenes que buscan la manera de cómo sobrevivir mientras que un pequeño porcentaje, es de varias personas que mueren de hambre, sed y de ciertas enfermedades. Para mí, todo esto es nuevo, porque voy a declarar que he visto a Nueva Erlanwood en todo panorama, menos en su lado más oscuro; es difícil creer que con el paso de los días, este territorio ha empezado a empeorar, tanto que el recuerdo de verle algo positivo es lejano.

Cruzamos un par de avenidas, nos encontramos con unas pandillas, pero estás parecieron no interesarse mucho en nosotros, bueno, eso es lo que yo creía porque al ver con disimulación varias veces, no encontré una señal que dijera que alguien nos había empezado a perseguir o que por lo menos, buscará algo de nosotros.

La idea de seguir con una sudadera negra y a su vez, con la capucha encima, hacía que me dieran ganas de quitarme ambas cosas pero no lo hice para evitar cualquier problema que podemos encontrar en el camino. Si, alguien se enteraba que yo y Neil andábamos caminando variad calles de la ciudad sin ninguna protección, cualquiera se podía llegar a aprovechar de esa situación; no es que toda persona de este lugar sea mala sino que el motivo superficial es que no podemos arriesgar nuestras vidas, solo por un pequeño motivo que luego nos hará arrepentirnos; es más seguro que ambos debíamos de pensar las cosas antes de hacer las cosas, ya que cualquiera se aprovecharía de sacarnos no necesariamente dinero si nos llegasen a secuestrar sino que estoy segura que nos venderían a un buen costo, con tal de sobrevivir.

Nos detuvimos en un pequeño lugar, al frente de nosotros teníamos una pequeña y mal construida casa hecha de madera, se podía ver como la madera ya se encontraba vieja, oscura y con varios huecos en donde también habían parecido manchar algunos lados extremos de la casa con aerosol con palabras irreconocibles; me puse al lado de mi tutor y le di una mirada, él no se movió por más de unos minutos, solo se limitó a observar a aquella casa y fue entonces cuando empecé a creer que ese lugar tenía una significado especial en él y quizás sea el motivo del cual hayamos caminado varios metros desde el lugar donde nos estamos quedando hasta llegar aquí.

— ¿Aquí es donde vivían tus padres?

Curvo la comisura de sus labios, mientras me daba una pequeña mirada hasta dejar salir el suspiro y asentir. Note como se puso un poco tenso con la pregunta, que empezó a jugar con sus dedos y luego, desprevenidamente agarro mi mano hasta llevarme a aquella casa.

Fácilmente llegamos a entrar con un pequeño empujón con la cerradura de la puerta que se encontraba ya deformada por muchos golpes; cuando entramos, no tardó en cerrar bien la puerta y ajustarla un poco como estaba antes.

Me quite la capucha de la sudadera para ver por todo mi alrededor, la casa es más pequeña que la mía, podía sentir un extraña sensación como el mal olor de algo pudriéndose; no quise hacer mala cara porque no es para que yo me lo tome mal, de todas formas, es la casa... mejor dicho, fue la casa de mi tutor; acaricié mis brazos como si tratará de darme calor con las palmas de mis manos, algo muy extraño porque hace un momento me estaba quejando del calor; con una mirada inquieta, busqué conocer algo diferente del lugar pero no encontré mucho, ya que no quedaba nada de la casa, además de tierra, algunos trozos de madera, basura y algunos objetos rotos.

Camine con cuidado por el pequeño territorio de la casa, di varias vueltas y la piel se me erizo al ver unas marcas rojas oscuras plasmadas en la pared; casi sentía como mi respiración se cortaba y mi corazón empezaba a latir rápido, seguí caminando hasta entrar una pequeña habitación, pensé que podía ser la cocina pero pronto comprendí que no lo era, se trataba de una vieja habitación en donde quizás lo único que llegaba a entrar por aquel lugar era una pequeña cama delgada para una sola persona, el espacio es tan limitado que estaba segura que cualquier persona se sentiría incomoda al encontrarse casi pegada con las cuatro paredes, los rastros de pintura comenzaban a desaparecer y apenas quedaba un recuerdo viejo de lo que quizás hubo.

Antes de poder dar otro paso más, escuché un crujido fuerte, como si hubiera pisado algo que tuviera vidrio; así que al mirar hacia abajo, me di cuenta que había algo enterrado entre una pequeña loma de tierra; tuve que agacharme e ir tirando con cuidado cada porción de tierra de un lado hacia el otro hasta que descubrí un pequeño marco de fotografía, los vidrios ya se encontraban rotos, pero al haberlos pisado, de nuevo se volvieron a partir entre más pedazos pequeños, de una esquina del marco, encontré un trozo de papel que seguía cubierto de tierra, así que al agarrar la punta, tire de ella y me encontré una fotografía, un poco sucia pero reconocible.

Lo que me sorprendió fue ver a una familia integrada de tres personas, un hombre, una mujer y un bebé; el bebé parecía tener apenas unos días de nacido pero lo que contemplé más fueron los rasgos que encontré de aquellas personas; los ojos y la nariz pequeña de la mujer se parecían a los de Neil, el rostro y la altura del hombre también son similares a los de mi amigo... me parecía increíble, la foto es de los padres de Neil y el bebé debe ser él.

Me sobresalté al ver que tenía a Neil en frente, antes de levantarme, fue el siguiente en agacharse y yo pasarle la foto con un poco de miedo, el miro la foto y nada más se quedó mirando a la nada por unos momentos hasta que me di cuenta, como sus ojos empezaron a cristalizarse.

— ¿Por qué estamos aquí?—le pregunté.

—Necesitaba conocer lo que fue de mi hogar antes de pertenecer a la clase alta—se levantó y se secó unas lágrimas.

Sin pensarlo como otras veces, se sentó en una esquina y observó durante segundos la fotografía; cerró los ojos y pude ver cómo empezó a llorar desconsoladamente.

Casi sentí como mi corazón se encogía en el momento en que observe a mi amigo llorar, es muy extraño ver a Neil llorar por algo, hasta me sorprendía que él no ocultara sus emociones o que a su vez, le diera pena en verlo llorar.

No tarde mucho en sentarme a su lado y poner mi mano sobre su hombro, le di una pequeña mirada hasta que él me abrazo y escuché cada vez más sus sollozos. Preferí no decir nada en ese momento, solo dejé que desahogara ese dolor que lo estaba invadiendo ese instante; le di unas palmaditas en su espalda hasta ver como se separaba y secaba sus lágrimas con la manga de la sudadera.

— ¿Te sientes mejor?—Asintió.

Dejé que se tranquilizara para poder irnos pronto de aquí, creó que no le hace bien estar aquí y más hacerle recordar cosas de sus padres.

—Vámonos.

En el momento en que pensábamos levantarnos para irnos, escuchamos un pequeño crujido que hizo que ambos nos miráramos a la vez y empezáramos girar la cabeza en dirección a la puerta; antes de poder decir algo, teníamos a un hombre en frente de nosotros con lo que parecía ser una escopeta; exactamente nos estaba apuntando, no sabía a quién de los dos o quizás fuera a los dos pero solo movió la escopeta haciendo una señal para que nos levantáramos para después Neil y yo, quedarnos estáticos y en espera de que sucediera algo.

— ¿Quiénes son y qué hacen aquí?—Neil tenía la cabeza baja y suponía que él hombre no podía verle el rostro por la capucha de la sudadera.

—Ah... bueno... nosotros... no queríamos molestar...—le di una mirada a Neil.

—Vaya, vaya... ¿Kiara Leaky? ¿Qué hace la participante de la competencia en este lugar?—trague fuerte antes de contestar.

—No pretendíamos molestar—dije en susurro.

El hombre sonrió pero luego dejó de hacerlo para verme de una manera tan sería que casi pudo haberme asustado si no fuera porque aún no ha reaccionado de mala manera con nosotros.

—No deberían estar aquí—no bajaba el arma de nosotros.

— ¿Puedes bajar el arma?—la pregunta pareció más una súplica.

—No, saben lo mucho que me darían por ustedes—no creó que lo que dijera fuera una broma—. Por ambos, puedo sobrevivir unos meses o quizás años con el dinero que me propongan por cada uno—Neil y yo nos miramos.

Nos mantuvimos callados sin decir ni una palabra, pero antes de que el hombre dijera otra palabra, Neil me hizo una señal con sus ojos, como si me intentara decir que huyera de aquel lugar pero no estaba dispuesta a dejar a mi amigo solo con un hombre con una escopeta en mano, a estas horas, ambos sabíamos que ese hombre tenía una enorme ventaja ante nosotros, las posibilidades eran pocas de que llegáramos a huir sin ser lastimados por una bala pero a estas horas no nos quedaban muchas ideas; era huir o ser llevados por un hombre que parece tener la magnífica idea de vendernos como si fuéramos unos animales.

—Quítate la capucha—gruñó el hombre.

Neil no hizo lo que le pidió, se mantuvo inmóvil y solo miraba a aquel hombre con cierto resentimiento molesto que casi pensé que él intentaría cometer una locura solo por salvarme.

— ¡Quítatela!

Neil movió sus manos pero antes de quitarse la capucha, desprevenidamente corrió hasta aquel hombre, quien disparó dos veces pero Neil pudo esquivar ambas balas rápido; antes de poder moverme, solo observé como mi tutor se tiró encima de aquel hombre, para después empezar a golpearlo una y otra vez haciendo que me quedará admirada por su fuerza.

— ¡Corre Kiara, corre!

Apenas reaccione a los gritos de Neil cuando empecé a buscar una salida por la puerta sin tener que tropezarme con el hombre que se encontraba en el suelo; tuve que correr rápido cuando pase por la puerta pero fue mala idea no haber prevenido alguna otra cosa hasta que sentí como alguien tomaba mi pie y yo pronto caía al suelo, me di un buen golpe en la boca y apenas pude levantarme cuando de nuevo Neil le daba otro golpe a aquel hombre para que me dejará ir.

El problema fue de que cuando me quise levantar, aquel hombre tomó fuerza y le dio un golpe en el estómago a Neil, seguido de otro en el rostro hasta darle una patada y lanzarlo a un metro que hizo que escuchará el gemido de dolor de mi tutor; cuando intente levantarme de nuevo, el hombre agarró mi cabello y me golpeó contra la pared de madera; eso solo provocó que sintiera un fuerte palpitar en mi frente hasta ser tirada al lado de Neil.

Otra vez se escuchó ese crujido provenir de la escopeta, ni siquiera me levante cuando Neil se puso encima de mí, protegiéndome y haciendo un propio escudo para que no me lastimara de nuevo.

Tenía miedo y debía de admitirlo, morir a estas alturas no es lo que me esperaba y más porque que diría mis padres si encontraban mi cuerpo ensangrentado en una casa de madera o qué pasaría si Xavier se enterará de mi muerte repentina. No quería eso, pero al ver a aquel hombre decidido a dispararnos a Neil y a mí, para acabar con nuestras vidas; estaba segura que ya no pasaría de esta noche.

— ¿Lancer?—enarque mi ceja al escuchar esa palabra de aquel hombre. — ¿Estás vivo?—elevé mi mirada y pude ver como aquel hombre bajaba la guardia con su arma.

Neil y yo nos dimos otra mirada, solo que ahora nuestros rostros mostraban más que una expresión de miedo, duda y preocupación.

—No... No puedes estar vivo...—seguía balbuceando aquel hombre.

— ¿A qué se refiere?—pronunció Neil.

El hombre se quedó callado y cuando alejo su mirada de nosotros; solo pude ver como su rostro estaba desconcertado, parecía como si hubiera mirado algo impactante y no se lo estuviera creyendo; de nuevo le dio una mirada a Neil, como si lo estuviera evaluando completamente pero antes de hacer otro movimiento agresivo con nosotros; solo fijó su mirada en la foto que Neil había tomado en sus manos y que yo había encontrado; aquel hombre tomó la fotografía y la puso a una altura de su rostro y a la vez de una distancia determinada como si estuviera comparando la fotografía con Neil.

— ¿Eres... Alexandre?—Neil no respondió— ¿Tú eres Alexandre Reed?

Neil siguió sin decir nada, no había ninguna expresión en su rostro, solo podía ver como su labio sangrada pero no hacía nada por quitarse la sangre que empezaba a resbalarse por su barbilla.

—Responde, tú eres Oliver Alexandre Reed Simmons—repitió lento aquel hombre.

— ¿Por qué te interesa saber?—le preguntó Neil.

—Por qué te pareces a mi mejor amigo, Lancer. —Mencionó el hombre.

Le di una pequeña mirada a Neil y me di cuenta como ahora se encontraba asombrado con la respuesta del adulto que estaba en frente de ambos.

—Lancer Reed e Eve Simmons; eran mis padres. —Mencionó despacio Neil.

El hombre abrió la boca, podía ver como no se lo creía aun lo que le estaba diciendo Neil; parecía sorprenderle tanto que se había quedado petrificado al saber aquella noticia; sus ojos se movieron de un lado a otro como queriendo entender mejor las cosas hasta que dejó de vernos extraño, soltó el arma y camino hasta Neil.

—Vengan conmigo, no es seguro estar aquí—lo miré horrorizada.

— ¿Qué? Después de lo que nos hizo, usted pretende que lo sigamos como si olvidáramos lo que acaba de suceder—dije molesta.

—Estoy segura señorita Leaky, que usted preferiría ahora mismo estar en su casa que aquí—me levanté y me puse al frente de él para enfrentarlo.

— ¿Qué intenta decir? Para empezar, nací en la clase baja y solo por ser del lado Oeste y no del Sur, quiera decir que no los vea por igual a todos—le reclamé.

—Veo que la subestime, señorita—sonrió con malicia.

—Pues si no dice algo bueno, pretendo darle una buena golpiza—crucé los brazos.

Se quedó callado por varios minutos hasta que le dio una mirada a Neil seguida de una que le dio a la fotografía.

— ¿Por qué deberíamos ir con usted?—volvió a hacer la pregunta Neil.

—Si estás aquí es porque quieres saber algo de tus padres ¿no?—mire de reojo a Neil.

— ¿Por qué debería saber de ellos? Me abandonaron y por si fuera poco casi muero con ellos—replicó mi amigo.

—No fueron así las cosas—dijo el hombre.

—Aun así, no quiero saber nada de ellos. —Murmuró. —Es suficiente, nos vamos. —Neil me tomó de la espalda y me empujo para salir de aquel lugar.

— ¿Qué sabes de ellos?—Lo detuvo el hombre tomándolo del brazo.

—No mucho. Pero lo suficiente para hacerme saber que eran padres irresponsables—comentó Neil.

Neil tiro de su brazo para que lo soltara y cuando lo tuvo libre, no tardó en salir directamente a la puerta, mire a aquel hombre con una mirada fría, no sabía que es lo que quería de mi tutor pero estaba segura que también a Neil le conviene escuchar la historia de sus padres, porque estaba muy segura que él tiene curiosidad de saber sobre sus progenitores y no necesariamente por medio de un papel que son las explicaciones que él ha tenido nada más y bueno, la palabra de su madre cuando lo rescató pero que no es mucho.

Salí de la casa de madera para ver como él me esperaba con los brazos cruzados, así que pensando en que quizás algún momento me llegaría a arrepentir de mis palabras pero que quizás al final terminarían por ser un buen aliento para mi mejor amigo, me acerqué a él y antes de que él diera un paso más para irse, lo detuve poniéndome en frente.

—Conozco esa mirada y si vienes a decirme que esa información me pueda interesar, estás en lo incorrecto—me hizo a un lado pero lo detuve de nuevo.

— ¿Qué te hace pensar que no te interesa? Durante meses has buscado información de tus padres y no has encontrado nada. Pero ahora que tienes la oportunidad, la desechas—le comenté—. No seas tonto Neil. Sé que lo que has descubierto de tus padres no ha sido de tu agrado pero... deberías pensarlo bien ¿no lo crees?—suspiró y se rasco los ojos con su dedo índice y pulgar de la mano derecha.

—Y ¿si es peor de lo que yo creo?—dijo dudoso—No quiero enterarme de cosas que luego me arrepentiré—se puso nervioso—no creo que soportaría más el dolor de saber el pasado de mi procedencia—me comunico.

Es duro para él tener que dudar de muchas palabras, de su madre adoptiva solo sabía que sus padres habían muerto y que fueron cremados junto con otros cuerpos; y por la información que ha descubierto por medio de papeles, hace mención de que sus padres eran drogadictos, alcohólicos y que para sobrevivir, robaban y mataban personas, adueñándose de sus cosas.

—No te dejaré solo en esto. —Le puse la mano en su hombro.

— ¿Lo prometes?—me preguntó.

—Lo prometo.

De nuevo nos acercamos a aquella casa donde seguía el hombre, cuando vio de nuevo a Neil, pude ver cómo empezó a sonreír y no solo eso, pude ver como se relajaba al darse cuenta que mi amigo estaba dispuesto a escucharlo con tal de saber el pasado de sus padres.

(...)

Habíamos llegado a una casa un poco más grande, solo que hecha de láminas y ladrillos, no se encontraba en tan buenas condiciones pero se podía ver que soportaba ciertas catástrofes entre ellas quizás algunas lluvias y quizás tormentas de arena por el desierto.

—Pueden sentarse—dijo Ezequiel. El hombre que le daría la información a Neil y que estuvo a punto de vendernos o matarnos.

—No estaremos por mucho tiempo aquí—menciono Neil aun incómodo.

—Bueno. Antes que nada, me da gusto saber que estás vivo y por supuesto... muy bien alimentado y vestido. —Rió Ezequiel.

— ¿Es una broma? Porque a mí no me da nada de gracia—mire seria a mi tutor al ver que comenzaba a sacar sus garras.

—Lo lamento, pero hay que ser sinceros Alexandre... aquí no ibas a tener nada de lo que tienes ahora—Neil comenzaba a revelar más su enojo.

—Mi nombre es Neil, no Alexandre—cruzó los brazos.

—Bueno, es cierto... pero te recuerdo que yo te conozco con ese nombre—respondió calmado Ezequiel.

Si mantenían esa comunicación, estaba claro que ambos no progresarían y conociendo a Neil no dará su brazo a torcer hasta que Ezequiel empiece con la historia; quizás no estaba acostumbrada a estar en situaciones tan incomodas pero debo de tener en cuenta que esta vez no debo de abrir la boca, solo tengo que mantenerme callada y escuchar; aunque parte de lo último tampoco debía de hacerlo pero prometí no dejar solo a mi amigo, así que por el bien de ambos debo de quedarme, sino lamentaría muchas cosas, si Neil llega a golpear a aquel hombre.

—Empieza, no tengo mucho tiempo—dijo Neil.

— ¿Qué sabes de tus padres?—preguntó de nuevo Ezequiel.

—Convencionalmente, malas personas que le importaban más las drogas, el alcohol y por supuesto hacerles el mal a personas inocentes. Típico del lado Sur—enarqué la ceja.

—Neil, no me haré responsable de darle también un buen golpe. No todos son malos como piensas y si crees que puedes seguir acusando a media población del lado Sur por hacer lo que hace... juró que no me quedaré callada como otras veces—proteste al ver como él empezaba a hablar mal de las personas del lado Sur.

— ¿Así lo cree, usted?—la voz de Ezequiel hizo que lo mirara.

—Nadie busca ser malo, señor. Simplemente las pocas alternativas que tiene el lado Sur hacen que todos terminen por caer en esas situaciones. Y comprendo mucho más de lo que imagina—respondí cansada de escuchar como aún muchos no comprendían la situación en que vivían ellos.

Observé como Ezequiel sonrió ante mi respuesta y no solo eso, lo vi murmurar algo que no pude entender a la distancia en que nos encontrábamos pero, por lo menos si pude aclararle de que yo pensaba de otra manera y aunque mi tutor haya dicho eso porque está enfadado y empieza a defenderse como pueda, no creo que estuvo bueno que haya tenido que decir eso.

—Tus padres, no eran esa clase de personas. Ellos te amaban aunque tu madre se embarazará muy joven—empezó a decir Ezequiel.

Neil no pronunció ni una palabra, solo se quedó observando el suelo y con los brazos cruzados como si se tratase de hablar con un niño pequeño y caprichoso.

— ¿A qué edad quedó su madre embarazada?—pregunté.

Si Neil no estaba dispuesto a hacer las preguntas, pues me tocaría ser su portavoz para que escuchará la historia de sus padres, de la cual él sigue creyendo que es la peor de todas.

—A los quince, su padre tenía dieciocho—Escuché un bufido de Neil.

—Y ¿qué les paso a ellos?

Ezequiel encogió los hombros y camino hasta la ventana de su casa, podía ver como se le quedaba mirando a algo que estaba afuera pero pronto sus hombros se tensaron hasta que note una tristeza tanto en sus palabras como en su rostro.

—La última vez que vi a tus padres fue antes de perder tu paradero. —Dijo Ezequiel. —Apenas habías tenido tres días de nacido cuando tú y tus padres desaparecieron—Neil cerró los ojos—. Los busqué a los tres durante años pero nunca llegué a encontrarlos...—lo interrumpió Neil.

—Porque ellos murieron y a mí me adoptaron. —Contesto Neil como si hubiera sido una pregunta.

—Por lo que se ve, sí—continuó Ezequiel—. Pero tus padres no muriendo siendo esas personas, ellos eran personas honorables y de un enorme corazón, a tu madre la desterraron de casa al saber que había quedado embarazada de tu padre... y tu padre fue huérfano desde los seis años así que él no tenía un hogar, vivía en las calles y trataba de conseguir trabajo para poder mantenerse.

»Tus padres se conocían desde niños, pero tus abuelos odiaban a tu padre porque sabían que él amaba a tu madre, pero las intenciones de tu padre no eran ser lo que dicen de él, sus sueños eran más grandes que su propio corazón. Deseaba darle a tu madre, más de lo que ella podía tener, durante meses le demostró a ella y a tus abuelos, lo bueno que podía ser él, trabajo muchas horas para ganar el suficiente dinero para poder construir su propia casa y poder casarse con tu madre, pero las cosas cambiaron, tu mamá quedó embarazada y tus abuelos terminaron por reprocharle muchas cosas que la terminaron por sacar de su casa. Ella se fue a vivir con tu padre, en esa pequeña casa de madera; todo era muy humilde pero vivían felices. En ningún momento sintieron la necesidad de irse al camino del mal solo por obtener dinero; tu padre se ganaba la vida y tu madre se esforzaba por ayudarlo, pero con tu llegada les cambio la vida. Ellos se sintieron completos, pero creo que la felicidad no les duro mucho tiempo.

Tu padre iba a trasladarse al lado Oeste con tu madre, pero al parecer alguien no estaba considerando esa idea.

— ¿Quiere decir que mis padre fueron asesinados?—Neil pareció más motivado al escuchar la historia.

—Por lo que escuché, la intención de tu abuelo era separarlo de tu madre; y llevarse a ella y a ti a su hogar. Pero tu padre pareció no gustarle la idea, después de todo, tu padre seguía resentido por lo que ellos le habían hecho a tu madre. —Neil se pasó la mano por todo su cabello café.

— ¿Lo asesinaron?—Neil se le entrecorto la voz.

—Dicen que, una noche, unas personas entraron en su casa. Apuñalaron a tu padre intentando proteger a tu madre pensando que a robarles iban, pero tu madre intervino también en la pelea y al parecer también la apuñalaron; tú quedaste vivo pero aquellas personas para no evidenciar todo, intentaron matarte pero al parecer no tuvieron el valor de hacerlo. —Neil se apoyó en la pared.

— ¿Estas bien?—Me levanté y me puse a su lado para sostenerlo.

—Y fue entonces que los lanzaron con todas las personas muertas para cremarlos a ambos, junto conmigo ¿mi abuelos se dieron cuenta de la muerte de mi madre?—Ezequiel encogió los hombros.

—Ellos creyeron que tus padres habían huido junto contigo—Neil empezó a frustrarse. —Por eso jamás te buscaron ya que no encontraron el paradero de ninguno.

—Entonces, ellos debieron de inventar esas estúpidas historias de mis padres haciendo que quedarán en mal—Ezequiel no dijo nada.

—Quizás, pero muchas personas conocían a tus padres y saben que ellos no hacían esas cosas.

Neil tenía esa mirada llena de dolor y tristeza que parecía que se estaba guardando las lágrimas y las lamentaciones para no liberar todo eso que empezaba a destrozarlo. Por lo menos ahora, tenía una nueva imagen de sus padres, al parecer, ellos eran todo lo contrario de lo que Neil solía creer; ahora me siento un poco más tranquila al darme cuenta que Neil no se seguirá torturando pensando en que sus padres siempre fueron unas malas personas.

—Me alegro que estés vivo, en serio. —Menciono Ezequiel.

—Dices que eres el mejor amigo de mi padre ¿verdad?—asintió.

—Bueno y tu padrino pero... creo que ese título me lo quito otra persona—hizo una mueca aquel hombre que no estaba muy viejo.

— ¿Por qué haces esto?—preguntó Neil.

—Quizás tus padres hubieran querido que llegaras a saber la verdad ¿no lo crees?—mi amigo hizo un gesto inexpresivo.

—Te lo agradezco, esto es nuevo para mí pero... sigo sin creerme que ellos hayan muerto de esa manera.

—Nadie lo asimilará pronto, solo quiero que te des cuenta de que ellos hubieran hecho todo lo posible para que tu salieras adelante, te amaban mucho y eso es lo que no debes de dudar ¿está bien?—Neil asintió un poco más relajado.

Inexplicablemente, Neil se acercó a aquel hombre que al principio pareció no agradarle; fue más extraño para mí, ver como mi amigo lo abrazaba y le susurraba lo agradecido que estaba al decirle la verdad sobre sus padres y también le daba las gracias por todo no dudar en ningún momento en ellos.

Dejé ir un suspiro antes de darme cuenta de que las dudas se habían resuelto y que a su vez, mi amigo podría dormir tranquilo con todo esto. La noticia había sido dura y más como había empezado todo esto, pero valió la pena poder afrontar todos los duros momentos que hubo en el día solo para que Neil llegará a saber una buena noticia.

(...)

Antes de podernos encontrar a alguien caminar por los pasillos de la cabaña, Neil y yo corrimos a mi habitación, debía de curarle la herida del labio antes de que alguien se la llegará a ver; así que, solo llegamos a mi habitación, cuando abrí el botiquín de primeros auxilios que Ashley preparaba para mí por cualquier ocasión, saque el bote de agua oxigenada y con un pequeño pañuelo, empecé a limpiar el labio inferior de mi tutor. Neil se quejó varias veces del dolor, pero muchas veces, se tuvo que tragar los gritos de dolor para no elevar la voz y no hacer ruido para que alguien corriera y entrara a mi habitación sin tocar la puerta. No me tarde mucho en limpiar su herida y luego ponerle un gel desinflamatoria para que no se le hinchara.

—Creo que ya está. —Se miró el labio en el espejo que llevaba conmigo.

—Quizás deja de estar hinchado después por la crema—se tocó el labio.

—Sí, es lo más probable. —Empecé a guardar las cosas.

Antes de que se marchara, se levantó de la cama para darme una mirada avergonzada que hizo darme cuenta de que me quería decir algo, referido a lo que acaba de suceder, pero como se lo había hecho entender en todo el camino, no iba a decir ni una palabra sobre la historia de sus padres biológicos.

—Dilo ya o se te olvidara—ambos reímos.

—No te dije nada con lo del juicio, pero estuviste excelente—saque una sonrisa—

—No creo que me hayas puesto atención—Le dije.

—Quizás, pero puse atención en varias partes, así que es bueno ¿no?—volví a reír. —Y no solo es eso, gracias por lo de hoy.

—De nada, fue algo extremo lo que hicimos, pero creo que resulto mejor de lo que esperabas—asintió.

—Con lo que le dijiste a Ezequiel sobre las personas del lado Sur, fue increíble... me hiciste reflexionar en mis palabras—se sinceró.

—Te tiene que quedar de experiencia, no hablar mal de clase baja y más del lado Sur ¿ok?—asintió con obediencia.

— ¿Cómo te sientes ahora que, volveremos al castillo y Xavier dará su respuesta?—preguntó interesado.

No lo había pensado mucho en todo el día, pero con solo saber que mañana regresamos al castillo, se esperara la decisión de las tres clases y luego Xavier dirá la respuesta de quien es la competidora ganadora; hace que ahora mi estómago empiece a sentir un remolino que posiblemente me hará ponerme nerviosa hasta no querer cenar.

—No sé, solo quiero que esto acabe. Si soy yo o no... Solo sé que aprendí muchas cosas en esta competencia y que a su vez me llevaré un buen recuerdo—mencione al sentarme en la cama.

—Lo dices como si estuvieras segura de perder—él cruzó los brazos.

—Lo siento, no mido mis palabras—reí.

—Estoy seguro, que serás tú. Nadie mejor que tú puede ser la perfecta futura princesa y reina de Nueva Erlanwood. —Neil comenzó a apoyarme.

—Gracias. —Le sonreí.

Camino hasta mí y se despidió con un abrazo y un beso en mi cabeza, para irse a su habitación y así poder ir a descansar.

Los retos habían llegado a su fin, ahora solo esperaba que las cosas salieran como yo me lo esperaba, después de todo, aún esto no aún acaba. Falta mucho porque resolver y desenmascarar, así que, tengo que prepararme para la verdadera batalla.

—Espérame pronto Lucas, que ahora sí todos descubrirán tu plan.

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Continuará...

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