Capítulo 16
Sonrió al ver el rótulo con el nombre "Hillburg Prince" en el camino, casi todo parece irreal cuando veo que nada ha cambiado, las casas siguen igual, la carretera sigue siendo de piedras y polvo; y por si fuera poco los faroles siguen siendo de candelas de aceite.
Por primera vez reconozco que me emociona estar de nuevo en mi pueblo, las cosas siguen igual pero yo he sido la que he cambiado cuando antes pensaba que todo podía ser lo contrario.
Abro la ventana del auto y sacó la cabeza mientras siento el viento cálido del pequeño pueblo en donde me crie. Realmente, había nacido en el lado Este pero a los tres días después que a mi madre le dieran el alta en el hospital, mi familia regreso a Hillburg Prince, así que desde ese momento, todos no nos hemos separado de este pueblo.
Desde que recuerdo, además de ser la chica rara y problemática, he sido la que menos se ha comportado como una niña, realmente desde mi adolescencia me di cuenta que actuar como una chica, no se me daba. Mayormente no era como las demás, no me pintaba las uñas, no hablaba de chicos y no era delicada en los trabajos; por eso es que nunca era aceptada en los grupos de las niñas. La única persona que me acepto como soy, fue Lou, ella veía más allá de mi comportamiento, comprendió que los juegos de cocina y los de criar bebés falsos no era mi opción para pasar la tarde, ella se dio cuenta que mis únicas preferencias eran limitadas y como lo había hecho saber desde un principio fui una extraña en todo sentido.
Mis aficiones siempre se basaban en trepar los árboles, coleccionar diferentes animales de mascotas entre ellos insectos, jugar juegos rudos como fútbol o peleas y por si fuera poco, parecía ratón de biblioteca, ya que me quedaba en mi casa y en mi habitación leyendo libros; nadie me entendía, de pequeña muchas veces me hicieron llorar muchas niñas diciéndome que mi conducta era de niño y que quizás eso era, sufrí de muchas cosas de pequeña pero aprendí que si el dolor no te mata, te hace más fuerte.
Al crecer dejé de ver todo en blanco y negro, nadie me podía hacer daño porque yo puedo regresarle el dolor si fuese necesario; Lou comprendió que actuaba de manera dura porque necesitaba que nadie me observara de una manera débil por ser mujer, los trabajos intensos fueron los motivos grandes para dejar aún lado mi aspecto de mujer para trabajar como si fuera un hombre; aunque muchas veces no funcionaba para ciertas cosas, que debía de admitir.
Y como a veces el mismo karma se regresa, las chicas que me hicieron sufrir dejaron su apariencia bonita por una más andrajosa, me reía varias veces de ellas cuando se quejaban de embarrarse la cara con tierra húmeda o cuando una uña se les rompía al levantar un trozo de madera; era divertido pasármelas viendo por un buen rato mientras el jefe no nos observaba, muchas de ellas me pidieron ayuda pero sabía que no lo hacían por buena voluntad sino que deseaban que yo fuera su esclava y como muchas veces me hice la de los oídos de pescado, al final las dejé que lloraran y se lamentaran por no tener una buena condición física para trabajar.
A veces cuando no actuaba como un hombre y me comportaba como una mujer, la mayoría de persona no creían que realmente era Kiara Leaky, crecí y como si por arte de magia se tratara, parecía una mujer que estaba programada para contraer matrimonio cualquier día, aunque la delicadez se miraba por fuera, por dentro podía ser un torbellino.
Sin lugar a dudas la herencia genética de mis padres fue más reluciente cada vez, los ojos de mi padre, la sonrisa cálida de mi madre y la faceta de ambos que fue un completo muy extraño de mi propio temperamento. Nunca fui juiciosa a la hora de estar en casa pero fuera de ella podía serlo por leyes de cada clase.
Realmente mi vida, había sido nada más y nada menos que otro cortometraje de esos, en que se ven en las películas para niños; que de una simple plebeya al día siguiente puede convertirse en una princesa. Es extraño pero en total, es verdad.
Despierto a Neil con leves movidas de brazo pero eso no hace que se despierte, en vez de eso, observo que él sigue murmurando que lo dejé dormir un poco más; además se da la vuelta y me da la espalda. Cuando mi tutor toma mi postura en las mañanas es peor que yo a la hora de despertarlo; el auto deja de moverse y yo sigo sin poder hacer que Neil abra los ojos, eso hace que suspiré y me dé por vencida un momento; pienso dejarlo en el auto pero creo que no sería buena idea, ya que mediante el sol vaya saliendo, hará calor y estoy muy segura que Neil se quemara.
No me queda de otra que levantar un poco la manga de su camisa y darle un buen pellizco que hizo que lo levantará de golpe y luego él me asesinara con solo ver su rostro; estaba dicho que lo había despertado de mala gana y por supuesto, si no cambiaba su humor durante el día, capaz que le iba a dar un dolor de cabeza al haberse despertado de un golpe.
-Lo siento, pero te lo advertí-dejó ir un bostezo.
-Está bien. Pero a la próxima evitaremos el pellizco ¿ok?-asentí.
Después de haberse rascado los ojos y de pasar su mano en su cabello, se dio cuenta que ya habíamos llegado, así que antes de salir del auto, se ajustó el traje y se pasó la mano en el cuello para después abrir la puerta del auto y salir. Lo mire por un momento esperando a escuchar su felicitación por mi cumpleaños pero al ver que solo rodeó el auto para abrirme la puerta y hacer que saliera, casi estuve a punto de decirle si no había olvidado algo pero preferí callar pensando que en algún momento, se llegará a acordar.
-El viaje fue rápido-sigo torciendo el cuello.
-Te quedaste dormido, no lo ibas a sentir-encogió los hombros.
- ¿No dormiste?-preguntó al momento de tocar la puerta.
-No, preferí ver el paisaje-enarcó su ceja-bien... quizás no haya mucho paisaje en el camino, simplemente la emoción me ganó-dejó ir una risa.
Antes de hacer otro comentario con respecto al viaje, la puerta de mi casa se abrió y a la primera persona de mi familia que observé fue a Sofía; ella al verme no tardo en gritar y lanzarse a mis brazos haciendo que casi nos cayéramos al suelo, pero con la ayuda de Neil se evitó el casi accidente.
- ¡Kiara! ¡Kiara! ¡Estás aquí! ¡Estás aquí!
Cada vez que Sofía decía una palabra, cada vez se escuchaba más fuerte su voz; eso provocó que uno de mis padres se presentará en la puerta y al verme, fuera mi madre, la siguiente en irme a abrazar.
Ella no se tardó mucho tiempo en derramar varios besos por todo mi rostro y mi cabello provocándome risa y felicidad; extrañaba mucho esos pequeños gestos de mi madre y aunque en ningún momento me llegó a soltar, solo sentía como Sofía pronto me agarraba mi pierna y no se soltaba de ella haciendo que me balanceara de un lado hacía el otro.
-Buenos días señora Leaky-saludó Neil.
-Buenos días Neil-contestó el saludo mi mamá.
Mi mamá dejó de abrazarme para darme un empujón para entrar a mi casa, de nuevo me asombré que hubieran cosas nuevas entre ellas, había arreglado las paredes de la casa, el suelo y por supuesto las puertas también son nuevas; casi no podía reaccionar al ver todo lo que se encontraba a mi alrededor, que hasta mi madre y mi hermana dejaron ir una risa al ver mi rostro de desconcierto.
- ¿Cómo te encuentras hija? Ha sido una sorpresa tu llegada-mi mamá dejó en frente de mí, un vaso de leche y unas cuantas galletas.
-Bueno, al parecer el rey eligió venir a Hillburg Prince aunque hasta ahora no ha dejado algún reto para mí y Avery-me pregunté si no se le estaba olvidando algo a ella en ese momento.
-Me alegro que el rey quiera conocer un poco más el pueblo, aunque si se presenta aquí, creo que las demás personas también se quedaran asombradas por su llegada-asentí.
Espere casi un buen rato para que mi madre y mi hermana me llegaran a abrazar y me desearan un feliz cumpleaños, pero ni una de las dos se levantó de sus asientos y fue hacia mí, para felicitarme. No dije nada en todo el tiempo en que mi madre empezó a conversar conmigo, ya que mencionó que mi padre, mi hermano y mi primo andaban buscando madera de la buena para poder hacer unas mesas y unas sillas que le han encargado a mi padre. No me sorprendía no ver a ellos tres en casa, ya que siempre se mantenían afuera haciendo recados o trabajando; en excepción de mí padre que las únicas veces que salía era por dejar los pedidos de su trabajo.
- ¿Te quedarás, Kiara?-preguntó Sofía.
-Claro que sí o ¿no quieres que me quedé?-alcé mi ceja.
- ¡Sí quiero!-ambas reímos.
-Porque no te vas a dar un paseo por el pueblo hija- ¿mi mamá queriendo que pasará un tiempo fuera de casa? Eso sí es nuevo.
-Puedo quedarme con Sofía, mamá-le comenté.
-No hija, llevaré a Sofía donde una amiga, al parecer ambas verán una película y al no esperarnos tu llegada, ya no podemos rechazar esa invitación-asentí comprendiendo lo que decía mi madre.
-Está bien, quizás Lou este en su casa-me levanté del sofá.
-Buena idea, puedes tardarte lo que quieras hija, de todas formas. Tu padre, Johann y Martín no vendrán hasta la noche-dejé ir un ruidito de aburrimiento.
-Bien, entonces volveré más tarde ¿sí?-mi mamá asintió con una sonrisa.
-Nos vemos más tarde, cielo-mi mamá me dio un beso en la frente antes de irme.
Me parecía extraño que exactamente en mi cumpleaños, la mitad de mi familia no se encuentre en la casa, que mi madre quiera que vaya a dar una vuelta por el pueblo y de ahora me digan que pueda llegar hasta la noche, si no es un problema. Algo pasaba aquí y temía que no fuera bueno, pero con el rostro de mi madre me decía que no estaba pasando nada, quizás será mejor no sacar conclusiones antes del tiempo.
(...)
Toco la puerta de la casa de Lou unas tres veces seguidas con mis nudillos, sé que alguien de su familia me ha escuchado por el simple hecho el sonido tosco de la puerta de madera hace un eco por toda la casa; antes de poder ver a una de mis mejores amigas, me miro a través de un pequeño charco de agua que está a mi lado, mi apariencia es un tanto nueva que si me presentara así a la casa de cualquier conocido, ahora sé que no cualquiera me llegaría a reconocer con facilidad.
Mis mejillas parecen tener ese rosado vivo y no necesariamente por maquillaje, sino que del calor que está haciendo en esta hora de la tarde. Con nerviosismo, me sujeto el cabello con ambas manos y empiezo a peinarlo de arriba hacia abajo, después le hago una trenza que hace que hace que algunos mechones se salgan de su lugar al hacerse de nuevo unos risos.
No podía creer que después de casi cinco meses vuelva a ver a Lou, no sabía cómo está ahora ella, si ha cambiado, si se encuentra bien de salud o si ahora se ha vuelto más madura de lo que la vi, la última vez. Me emocionaba mucho la idea de poder tener el día libre y pasarlo un rato con ella para disfrutar de mi cumpleaños; no es que siempre tenga la agenda llena pero es un milagro de que me encuentre en Hillburg Prince y que pueda pasar un día entero con mi familia y las personas que más quiero y aprecio.
De un segundo a otro, escuché unos pasos que se fueron acercando a la puerta, rápido dejé de tocarme el cabello para poner detrás mis manos y así poner mi espalda recta como si ahora mismo iría a ver a alguien más importante que el rey Arturo... bueno, aunque esa probabilidad no existía porque en el país, él es el más importante pero aun así, mi postura no cambio hasta que ese rostro conocido abrió la puerta; haciendo que al verme, no dudará en dejar ir un grito de alegría y luego de eso, su abrazo llegara pronto.
- ¡Estás aquí! ¡Estás aquí!-Dio varios saltos junto conmigo.
-No me esperaba ese recibimiento-bromeé.
- ¡Oh Kiara! ¡Entra! ¡Ven!-Me agarro de la mano e hizo que entrara a su casa.
Observe que de nuevo las cosas habían cambiado desde la última vez.
De nuevo había muebles, las paredes se encontraban un poco remendadas y por si fuera poco, el lugar se encontraba limpio; hasta la cocina dejaba ir un aroma delicioso de comida... patatas con queso.
- ¿Qué ha sucedido aquí?-le pregunte a ella.
-Bueno, últimamente... las cosas cambiaron muy rápido-le di una mirada a todo el lugar.
-Pues ha cambiado mucho-musite.
Ella dejó ir una risa para después hacer que me sentara en el sofá pequeño pero en buena condición.
- ¿Te quedarás? Mamá ha preparado una sopa de pescado y bueno, si no te gusta ha hecho patatas con queso...-le interrumpí.
-Sabes que no me quejo de ninguna comida-ella rió.
-Tienes razón, es que... ahora que vives en el castillo, pensé que ya has cambiado tus gustos...-negué.
-Lou, he dejado mi hogar para vivir y disciplinarme como una princesa, pero no olvides que siempre seguiré siendo yo; eso nada cambiara-le expliqué.
-Entonces, ¿ambas cosas?-asentí.
No me había esperado comer en la casa de Lou, pero como conocía a mi amiga, sabía que no iba a dejar de insistirme para que me quedará a almorzar y me quedará conversando con ella durante un par de horas.
Su madre y su hermano se encontraban en la cocina preparando los platos para la mesa, al solo verme, ambos me saludaron y empezaron a mantener una larga conversación conmigo que no me di cuenta en que momento, todos nos encontrábamos en la mesa, tomando sopa de pescado, comiendo unas patatas con queso y tomando un jugo de tamarindo.
-Y dime Kiara, ¿cómo te está yendo con la competencia?-preguntó la mamá de Lou.
-Muy bien señora Dania, aunque no le mentiré de que es difícil afrontar ciertos trabajos-respondí luego de tomar un poco de jugo.
- ¿Es cierto que puedes llegar a hacer lo que quieras allá?-me pregunto Raymond.
-No, mayormente las mañanas son para clases de distintas tareas, por las tardes trabajos sociales o clases de talentos y por la noche, bueno es la única parte del día que te queda libre, si es que no hay-Raymond, el hermano de Lou hizo una mueca.
- ¿No te aburres?-hizo una mueca.
-Ray...-lo reprendió su madre.
-No sé preocupe señorita Dania. Tiene razón, a veces me aburro-lo último se lo dije en un susurro que a ambos nos hizo reír.
Raymond es dos años menor que Lou, pero a pesar de su corta edad, ha aprendido demasiado de varios trabajos de los cuales nunca se ha escuchado una queja de su parte. La diferencia de Lou con su hermano, es que ella tiene más cualidades de sencillez como su madre, mientras que Ray mantiene un gran potencial en el trabajo como su padre.
Ambos hermanos diferentes con la misma sangre, realmente me sentía muy identificada como Johann y yo; ambos casi tan iguales por fuera pero muy diferentes por dentro; él una persona paciente, yo impaciente, él una persona segura y yo, insegura; él muy positivo y yo, muy negativa... quien diría que en totalidad somos hermanos.
-Y ¿cómo es Gavril contigo, Kiara?-preguntó con curiosidad, Raymond. - ¡Hay! ¡Mamá! ¡Louisa, me pellizco!-Ray acusó a su hermana.
-Y si me vuelves a llamas así; verás que a la próxima te llevaras un buen golpe-le amenazó Lou.
Tuve que cubrir mi boca para no dejar ir una carcajada al ver como Raymond molestaba a Lou, con su verdadero nombre. Desde pequeñas, a Lou nunca le ha gustado que la llamen por su nombre completo, no le encontraba mucho problema hasta que ella me dijo que si mencionaba su nombre Louisa y no Lou, dejaría de ser mi amiga de por vida; y aunque sabía que eso no era cierto, podía afrontar con las consecuencias luego pero en total, me he acostumbrado a su sobrenombre que a veces olvido su nombre real, donde yo creo que ella me lo agradece.
-Gavril es un buen guardia de seguridad; creo que además de ser un excelente amigo, es un gran capitán de soldados. Creo que estoy demasiado en deuda con él, al cuidarme de cualquiera que me quiere hacer daño. -Note un destello de felicidad en la mirada de la mamá de Lou.
No se habló mal del tema de Gavril en aquel almuerzo, no sabía si era porque Lou aún se sentía tímida al hablar de su relación con Gavril o porque realmente no tenía mucho que decir. Después de todo, el pequeño contacto que hay entre ellos, es por medio de cartas que se envían casi a diario; me sorprendía lo rápido que ambos podían acoplarse a esa relación de distancia; aunque en total, no debería sorprenderme, ya que Lou siempre ha querido tener un romance de cuentos de hada y creo que esta relación que tiene ella y mi guardia de seguridad, no es la excepción.
Después de almorzar, ambas salimos de su casa para dar un pequeño recorrido por todo el pueblo y aunque el lugar no era tan grande, varias veces nos entreteníamos contando historias de cuando éramos unas niñas o sino revivíamos momentos en los cuales yo me encontraba en problemas y ella trataba de solucionar el asunto.
Muchas veces varias personas conocidas se acercaban a mí para saludarme y darme consejos sobre la competencia, me sentía muy extraña en ese momento, por el simple hecho de que antes todas esas personas me ignoraban y me apodaban como la chica revoltosa y rebelde a la cual no se les debía de acercar; pero ahora todo es tan diferente que hasta las chicas que muchas veces me hicieron daño, intentaban acercarse a mí y sabía que exactamente lo hacían porque querían hablar sobre Xavier y aunque ellas deberían tomar en cuenta que no abriré mi boca con respecto al tema del príncipe, veo que no dejan de ser insistentes a la hora de seguirme y pedirme perdón de manera hipócrita.
-Últimamente te has hecho más famosa-rió Lou.
-Esto sucede cuando vives en un castillo durante casi un año y empiezas a tener una relación con el príncipe-comenté.
- ¿Cómo va tu relación con Xavier?-Encogí los hombros con indiferencia.
Dejamos de caminar para yo enseñarle el anillo de flor del loto que me lo había regalado semanas después de navidad.
- ¡Es precioso!-dijo Lou sorprendida.
-Xavier es... mejor de lo que me imagine Lou-sonreí como tonta.
-Él es otro príncipe mimado que nada más quiere llamar la atención de los demás; nunca sería capaz de enamorarme de alguien como él-empezó a decir Lou, una de mis frases pasadas antes de conocer a Xavier.
-Sigo sin creerme que este enamorada de él. -Murmuré.
- ¿Por qué aún no lo crees?-Dijo ella con el ceño fruncido.
Si Lou se diera cuenta de todo lo que he vivido con Xavier, lo entendería rápido, pero con unas pocas horas contadas, es difícil que lo pueda llegar a comprender. Xavier es quien ha hecho la mayor parte de todo esto, yo casi solo he sido un empujoncito más para que lo nuestro, si lo puedo llamar así, continué de pie.
-Me hace sentir especial-seguimos caminando-cuando estamos juntos... siento como si las cosas fueran de otro modo, creo que él hace que yo vea las cosas de otro color-ella sonrió.
-Deberías ver tu cara de niña enamorada-dejé ir una risa.
Evite decir cualquier comentario bueno entre yo y Xavier, realmente no quería que las cosas entre ambos salieran a luz, a mí me gustaba más la idea de mantener todo en secreto, desde nuestro primer beso hasta las pequeñas caricias que nos hemos dado al estar solos en una habitación.
-No quisiera entrometerme mucho en sus asuntos pero... has pensado en ¿ser su esposa?-baje la mirada ante aquella pregunta.
-Sí... no te negaré que he soñado muchas veces con los ojos abiertos y cerrados teniendo una vida con él. -Me mordí el labio.
-Pero tu mirada dice mucho-eleve mis ojos hasta ella-, tienes miedo a fallarle ¿no es así?-asentí de mal gusto.
-Nunca pensé que él me llegaría a importar tanto como tú y mi familia-suspiré-me ha dejado en claro que si acepto su propuesta, no me fallará en ningún momento, que me hará la mujer más feliz del mundo y que siempre estará conmigo para todo-Lou me dio una mirada tierna.
-Si no aceptas te mataré, Kiara-ambas reímos.
-Y ¿qué hay entre tú y Gavril?-le pregunte a ella.
Pude ver como sus mejillas se tornaron de un color rosa mientras su sonrisa empezaba a torcerse por el nerviosismo y por si fuera poco su piel se erizo en el momento en que mencione a Gavril; si yo actuaba de una manera tonta al hablar de Xavier, ya me imagino como Lou se debe de poner con el tema de Gavril.
-Mi mamá y mi hermano quieren conocerlo-comentó-dicen que si pasa la prueba, dejaran que ambos estemos juntos-empezó a mirar el cielo-aunque te tengo una noticia.
De nuevo dejamos de caminar para ver como ella suponía unos mechones de cabello detrás de la oreja para empezar a articular algunas palabras que parecían no salir fácilmente de ella. Casi me llegó a preocupar por el estado en que aún no me llegaba a revelar su secreto y lo peor de ello, es que mi mente empezaba a imaginarse miles de cosas de las cuales quería descartar en ese momento. Su silencio me ponía nerviosa y no solo eso, estuve a punto de insistirle que me dijera la verdad pero quería darle su tiempo, si ella me lo daba a mí, cuando más lo necesitaba; porque yo no debía de ser paciente en la misma situación.
-Gavril quiere que mi familia y yo nos vayamos a vivir a con él a Okhlamaid-abrí mis ojos sorprendida con la noticia.
- ¿Eso no es en el lado Este de la clase alta?-Le pregunte a ella, a lo cual rápido asintió. - ¡Lou! ¡Esa es una gran noticia!-Ella no parecía muy emocionada.
-Lo es pero... sabe que estamos hablando de la clase alta y peor que la del Este-murmuró con miedo.
-Bueno, debías de habértelo esperado. Sabes que si te llegaras a casar con él, tu estatus se elevaría por la casta de tu esposo, si fuese lo contrario, el bajaría-asintió estando consciente de las reglas.
-Es demasiado para mí-menciono.
-Es un riesgo alto, ya sabes que es capitán de un grupo de soldados... tenías que habértelo esperado-ella dejó ir una mueca.
-Con qué ni tú aún te acoplas a la idea de ser una futura princesa, más yo de ser la mujer de un capitán de soldados del castillo-suspiró.
- ¿Lo has pensado?-le pregunté.
-Sí pero... es que tengo miedo. Sabes que ese estatus no es fácil de acoplarse y más si vienes de un rango más bajo que todos ellos y no naciste en su clase-encogí los hombros.
-Y ¿a quién le tuviese que importar eso?-dije sin pensarlo.
- ¡A mí, Kiara!-resaltó-En aquel lugar nadie te comprende con facilidad y llegar a adaptarse a un lugar donde no me imagine que iba a llegar a vivir...-la tome de las manos y le di una mirada de consuelo.
La comprendía, no es nada fácil tener que vivir en una sociedad en donde el dinero y la buena vida es el primer privilegio para los millonarios; no todos son así, pero la mayoría de esas personas siempre se mantienen pendientes de todo lo que has hecho en tu vida y de los logros que has ganado para ganarte ese lugar.
Todo eso lo aprendí por Cindy, Samantha y Holliday. Ellas me hicieron ver muchas veces que no llegaría muy alto a la competencia por mi estatus, mi educación y mis valores; pero creo que al final, todo les salió al revés, pero no me puedo quejar del todo, ellas fueron eliminadas al ser víctimas de todas las trampas que Avery les ha hecho a cada una.
-Mira Lou, no todos son malos como lo crees ver a veces; tú solo demuéstrales tu manera de ser y verás que quien le agrades te recibirán con los brazos abiertos y quienes no, solo ignóralos. Ellos perderán a una gran chica ¿ok?-ella me dio una mirada.
- ¿Me vendrás a visitar?-sonreí.
-Haré lo que pueda-enarcó su ceja.
- ¿En serio? Si te casas con Xavier, quizás me puedas visitar seguido-lo dijo animada.
-Eso si me pide matrimonio-seguimos caminando.
-Y sigues diciendo eso, ¿puedo darte un golpe para que reacciones?-puse los ojos en blanco.
-No será necesario-le comunique.
Dejamos ir varias risas que no hubo otro momento en que necesitáramos hablar más sobre chicos; caminamos un par de horas más hablando sobre tonterías y riéndonos sobre varias cosas que el tiempo se nos fue volando. Necesitaba por una vez en mi vida sentir que no había presión sobre la competencia y quien más podía comprenderme si no es Lou. La diferencia entre ambas es que ella tiene una vida más segura al lado de Gavril, en cambio yo, sigo con la esperanza de que Lucas no me haga daño como también a Xavier y al rey Arturo.
(...)
Ya era de noche y aún no había recibido de parte de alguien de mi familia o de mis amigos, alguna felicitación de cumpleaños, me sentía extrañamente mal porque habían olvidado mi día especial y aunque antes la excusa de que todos podían estar ocupados y que su mente estaba invadida por otros asuntos que hicieran olvidar mi cumpleaños. Pero ahora si no comprendía como es que hasta mi madre pudo habérsele olvidado... si de todas formas ella me dio la vida... nadie más que una madre puede recordar un día tan especial cuando su hijo o hija nacen.
Antes de entrar a mi casa, escuché un extraño ruido provenir de la cocina, sabía que había otra puerta que daba a ese lugar para poder observar lo que había sucedido; ya que además de oler a pan quemado, una pequeña nube de humo negro empezó a salir por la ventana; eso solo hizo que caminará de manera rápida y empujara la puerta de atrás de la cocina para después escuchar como un par de voces empezaron a toser, tuve que cubrirme la nariz para no oler el humo negro y cuando agite la mano de un lado a otro para evadir el olor a quemado; observé como unas personas se quedaron petrificadas al verme.
- ¿Neil? ¿Xavier?
Me reí al ver a ambos cubierto de hollín por todo su rostro; sus ojos eran los únicos que resaltaban en aquella fina capa negra que hacía que ambos tosieran y empezaran a limpiarse con la camisa manga larga para poder hablar o hacer un movimiento con su rostro.
- ¡Oh Dios! Le dieron mucho fuego, muchachos-llegó mi madre.
Enarqué mi ceja en el momento en que mi madre, intento abrir el horno de la cocina y cuando lo hizo, otra nueva capa de humo salió del horno haciendo que todos nos cubriéramos el rostro y pronto abriremos las ventanas de la casa para poder dejar ir el humo que ya estaba opacando toda la casa por dentro.
-Fue Xavier, él le puso más temperatura al horno-lo culpó Neil.
- ¿Qué? ¡Tú dijiste que la temperatura debía de ser a más de 150° grados!-abrí mis ojos sorprendida.
- ¡Yo no dije eso! Dije que debías usar una temperatura de ese promedio-siguió defendiéndose Neil.
-No seas mentiroso, te crecerá la nariz de Pinocho por decir eso-dijo Xavier molesto.
-Bueno... bueno, muchachos. Ya sucedió, no importa, tengo un pastel de reserva-sonreí al escuchar una de las mejores revelaciones del día.
- ¿Qué pastel?-dije con una sonrisa en el rostro.
-Estábamos haciendo un pastel para ti, pero, ambos no nacimos para esto ¿no es así, Neil?-Xavier miró a su amigo.
-Perdón pero todo iba bien con el pastel antes de que llegarás a meter tus manos en la temperatura del horno-Neil se hizo el experto en repostería.
-Si ni siquiera puedes hervir agua en una olla para que ahora digas que eres un perfecto repostero-mencionó Xavier.
-No sabes mis trucos mágicos-Xavier rodó los ojos al escuchar esa respuesta de Neil.
-Vamos muchachos, ayúdenme a traer el otro pastel-mi madre tomó de la mano a Neil para salir de la cocina.
Dejé ir una risa en el momento en que Neil desaparecía junto con mi madre, con pasos lentos y risueños, me acerqué a Xavier quien aún seguía queriéndose quitar el hollín del rostro; así que de una de las gavetas de la cocina, saqué un pañuelo, donde al mojarlo con agua, se lo fui pasando por todo el rostro haciendo que viera poco a poco más sus perfectas facciones que casi provocaron que empezará a babear por él.
-Lo negro resalta tus ojos ¿lo sabes?-le comenté.
-Mi madre le encantaba que me pusiera trajes negros porque decía que eso resaltaban mis ojos-note su sonrisa traviesa.
-Estoy de acuerdo con ella.
Seguí limpiando su rostro hasta ya no quedar ni una sola mancha negra. Observé como él antes de irse, me agradeció por lo que había hecho, así que camino fuera de la cocina dejándome sola en aquel pequeño lugar, antes de poder hacer otra cosa, mire hacía la puerta de la cocina y al ver que nadie aparecía, solo dejé soltar un enorme suspiro que casi me dejó sin aire. Fue muy tentador haber tocado los labios de Xavier que casi estaba segura que si no tuviera un control con mi cuerpo, lo hubiera llegado a besar. Y aunque esa no había sido la idea a la hora de limpiar su rostro, estaba segura que me hubiera gustado ponerlo en una lista de deseos.
Me lavé las manos y camine fuera de la cocina, antes de poder quitarme de la mente aquel extraño pensamiento, casi mis ojos se salen de su lugar al ver como al frente de mí se encontraba toda mi familia y mis amigos con un enorme pastel de caramelo, me cubrí la boca para no soltar ese grito de alegría que había permanecido todo el día encerrado en mi boca, antes de poder decir otra cosa, escuché como todos gritaron a la vez un feliz cumpleaños que casi hizo que se me salieran las lágrimas de los ojos, pero no me lo permití porque quería que este día fuera inolvidable y a su vez, de no derramar ninguna lágrima que bloqueara mi vista y no llegará a guardar ese recuerdo en mi mente.
-Pensé que nadie se había acordado de mi cumpleaños-dije como si fuera una niña pequeña.
- ¿Cómo olvidar tu cumpleaños hija? Si es un día muy especial para tu madre y para mí-mencionó mi padre.
-Muy especial-dijo Johann-. Sin ti creo que no habría mucha diversión y tampoco existiría los problemas-corto la oración para quedarse pensando un momento-bueno, la parte de que no existirían los problemas si no estuvieras con nosotros empieza a agradarme.
A los segundos su rostro cambio por uno que demostraba más dolor, ya que mi madre le termino por agarrar de las orejas haciendo que a él le terminara doliendo y empezará a arrepentirse de sus palabras.
Llegué hasta donde estaba el pastel y observé como alrededor de él habían dieciocho velas pequeñas de diversos colores, cada una de ellas mantenía un enorme destello haciendo que resaltara el color del pastel; observé a cada persona que estaba a mi alrededor, cada uno mantenía una sonrisa en su rostro y apenas yo miraba la dedicatoria del pastel que se mantenía en el contorno de los lados con letra de turrón; todos empezaron a cantarme la típica canción del feliz cumpleaños con todo y palmadas.
Mientras escuchaba las diferentes voces y dejaba ir varias risas al ver los gestos graciosos que hacían Johann y Martín al cantar la canción; mi corazón empezó a latir rápido de la emoción que cuando escuché que todos decían que soplará las velas para pedir un deseo, solo cerré mis ojos y empecé a recrear ese nuevo deseo que esperaba que se cumpliera.
«Sé que es mucho lo que pido pero... quiero ganar la competencia»
En el momento en que abrí mis ojos, empecé a soplar todas y cada una de las velitas; ya que al terminar de hacer eso, unos nuevos aplausos llegaron a resonar en mi oído haciendo que limpiará mis ojos con las orillas o las yemas de mis dedos; mi familia fue la primera en llegarme a abrazar, luego siguió Neil, Lou, Gavril y por último Xavier; quien aunque seguía manteniendo la camisa llena de hollín, no le importó ensuciarme con solo tenerme en sus brazos y se lo agradecí demasiado porque en verdad necesitaba sentir ese pequeño lugar en donde podía estar muy cómoda a su lado.
(...)
Después de haber partido el pastel y de darle a cada uno de mis invitados una porción que hizo que se escuchara varios sonidos de expresiones de la delicia del postre, nos sentamos en la sala y aunque esta ahora se veía más pequeña de lo normal al estar reunidos todos; eso no impido que compartiéramos un momento en familia. El cual consistió en abrir los regalos.
- ¡Abre el mío el primero!-dijo Johann al pasarme una caja pequeña, envuelta en un papel que tenía varios puntitos de colores.
Sin esperar otro momento más, empecé a abrir el regalo de mi hermano; por la emoción de querer saber el contenido de la caja, al final terminé por romper el envoltorio de la caja haciendo que descubriera que por dentro se encontraba un álbum de varias fotografías, entre ellas yo cuando estaba pequeña, Johann y yo, mamá y papá, conmigo... Sofía en mis brazos y varias de Martín y yo en clase. No sabía de donde mi hermano había podido recolectar tantas fotografías pero eso hizo que me entraran las ganas de llorar, al ver el hermoso regalo que mi hermano me había dado.
-Oh vamos llorona, esperaba otro gesto de ti en vez de ese-replicó mi hermano mayor.
-Tú si sabes cómo hacerme llorar-le dije con sollozos.
Johann no tardó en moverse de su lugar y abrazarme como lo hacía él siempre conmigo desde que éramos unos niños.
-Siempre serás mi hermanita, ¿ok? No me importa si te casas con el príncipe o con un mendigo, eso no cambiara el amor que te tengo-asentí al tener un nudo en la garganta.
Casi estaba segura que si nos encontrábamos a solas, Johann podía haber llorado al haber dicho esas palabras pero como él siempre demuestra ser un hombre duro, se tuvo que tragar esas lágrimas para solo decirme lo mucho que me amaba y que siempre me apoyaría en mis decisiones.
Los siguientes regalos llegaron a ser muy especiales, mamá me regalo un brazalete, mi padre un collar de perlas, Martín una colección de libros antiguos que casi son una reliquia, Sofía un pequeño cofre de madera que estaba tallado con las iniciales de mi nombre y apellido, Lou un suéter de lana de oveja, hecha por ella, Gavril un perfumé, Neil un reloj de oro y por si fuera poco, Wayberly me mandó un regalo, el cual se trataba de un vestido hermoso color rosa con varias flores adornadas en un solo lado de la cintura.
Todos los regalos son hermoso y especiales que no me había imaginado alguna vez que los llegaría a tener; cuando todos empezaron a levantarse para recoger el desorden que había hecho por la papelería de los regalos y a su vez por el desastre que Neil y Xavier hicieron en la cocina; observé como mamá me hizo un gesto con la cabeza en dirección a Xavier que estaba a punto de recoger los platos e irlos a lavar, eso significaba que mi madre me estaba dando la oportunidad de estar a solas con Xavier; así que antes de que alguien se diera cuenta de la complicidad entre madre e hija... fui hasta donde se encontraba Xavier y lo tome de la mano para caminar fuera de la sala y llevarlo hasta la segunda planta de la casa; hice que entrara en mi habitación y cuando ambos nos encontramos a solas, abrí la ventana y cuando vio que empecé a salir por ella, corrió hasta a mí haciendo que me detuviera.
-Solo sígueme-le guiñé el ojo.
Con un gesto de preocupación ambos salimos de mi habitación por la ventana hasta que me subí al techo y él fue el siguiente en llegar.
Con una toalla que había llevado conmigo, la puse en medio del tejado para después hacer que ambos nos sentáramos y empezáramos a observar las estrellas del cielo, daba gracias que en mi cumpleaños no se haya presentado una llovizna o un terrible viento que podía haber cortado el día de celebración.
-Gracias-lo miré.
- ¿Por?-preguntó.
-Por haber preparado la fiesta-abrió sus ojos sorprendido.
- ¿Cómo te enteraste?-reí.
-Te conozco y aunque suene presumido; harías cualquier cosa por mí solo por verme alegre-sonrió.
-O ¿será qué tu mamá te contó?-elevó una de sus cejas.
-Vez, eres muy presumido-resalté a lo cual reímos-. Aunque la idea de celebrar mi cumpleaños en mi pueblo me gusto más-observé como su rostro cambio.
-Bueno, esa si no fue mi idea-enarqué la ceja.
- ¿Qué? ¿Fue Neil?-negó.
-Mi padre fue el de la idea. Por eso le dio la orden a Neil que saliéramos temprano por la mañana para llegar pronto a Hillburg Prince-casi me voy de espaldas con esa respuesta.
¿El rey Arturo cumpliendo uno de mis mayores sueños? Esto parece una broma de mal gusto pero... ¿Qué mosca le picó? Esto es muy nuevo en verdad. Ese lado si me sorprendía del rey Arturo pero con la fiesta sorpresa... quizás no. Admito que mi mamá me termino por contar el plan de Xavier en haber organizado la fiesta pero también había empezado a intuir que él tenía algo que ver con todo esto desde que en vez de haber horneado el pastel, termino por quemarlo.
-Debo de darte tus regalos, me sentí mal al no habértelos dado allá abajo-mencionó.
Raramente dentro de su abrigo empezó a sacar tres regalos de los cuales me pregunté porque serían tantos si con uno es suficiente.
-Este es de mi padre-me dio una pequeña cajita-. Quise que viniera a la fiesta pero sabes lo cuidadoso que es al estar en castas más bajas de lo cual él casi no rodea-dijo un poco avergonzado.
-No importa, además con el hecho de que tu padre me entregara una tarjeta solo para decirme feliz cumpleaños, me bastaba-él sonrió.
Abrí la pequeña cajita y de ella, me encontré un par de aretes pequeños con piedras de zafiro, que brillaban a través dela luz de la luna cada vez que los movía
- ¡Son hermosos!-dije sorprendida aún-Y combinan con mis ojos-Xavier y yo reímos.
-Papá tiene buenos gustos, de eso no lo dudes-asentí aprobando su comentario.
Guarde los aretes en su lugar para luego ver como él sacaba una caja mucho más grande que la de su padre. Cuando la dejó en mis manos, está se sentía un poco más pesada de lo normal.
-Antes de morir, mi mamá te dejó ese regalo-abrí mi boca por la otra sorpresa que estaba escuchando-no te conocía bien pero... pensó de que quizás te gustaría-sentí de nuevo ese nudo en la garganta.
Empecé a quitar el envoltorio del papel con mucho cuidado haciendo que no se rompiera de ninguna manera. Cuando ya había quitado la mayor parte de la cinta adhesiva, solo saqué el regalo y mi corazón latió cada vez más rápido al ver lo que era.
Abrí la cajita y de ella salió una pequeña bailarina casi idéntica a mí, la pequeña muñequita que bailaba al compás de la música de la cajita hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas al recordar a la reina Valentina. Ella diseño una cajita de música muy hermosa para mí, en el centro de la caja llevaba las iniciales K.L. y la muñequita es mi propio reflejo; cabello castaño, ojos azules y el mismo vestido que di en mi presentación... sin lugar a dudas, la reina Valentina había pensado en mí... no evite derramar un par de lágrimas que pronto las fui secando con las puntas de mis dedos.
Como quisiera que ella estuviera viva.
-No la conocí mucho pero... la extraño-Xavier se acercó a mí y con sus pulgares fue secando cada lágrima que salía de mis ojos.
-Aunque no lo creas Kiara, ella te quería... te quería demasiado que... pensó que hasta podrías convertirte en una hija para ella.
Con un corazón casi hecho pedazos, abracé a Xavier, odiaba que le hayan quitado a su madre, odiaba no haberla podido conocer más, odiaba que sus asesinos estuvieran sueltos y aún no se haga justicia pero lo que más odiaba es que ella nunca más podría ver los pasos siguientes de su único hijo.
Cerré la cajita de música y pasé la mano sobre ella sintiéndome alegre de que la reina Valentina siempre me recordó con cada detalle pequeño.
-Mis abuelos y mis primos, se enteraron a última hora de tu cumpleaños; así que cada uno te manda una tarjeta de cumpleaños-Xavier me dio seis tarjetas de diversos colores, formas y tamaños.
-Oh, no tenían porque...-Xavier negó.
-Mi abuela prometió que cuando terminara la competencia quería verte en su casa para prepararte el postre de chocolate que tanto te encanta-comentó Xavier.
-Y ahí estaré. -Le prometí.
Ni siquiera pude llegar a leer una tarjeta porque Xavier me entrego el último regalo, el cual es más pequeño de lo que yo pensaba.
-Y el más importante... él mío-susurró casi nervioso.
Casi estuve a punto de tener un colapso de alegría al imaginarme lo que podía ser... me mordí el labio y me contuve muchas veces en no tirar rápido del envoltorio del regalo para saber de qué se trataba el regalo de Xavier, pero casi con los nervios en punta y más manos temblándome, llegué a quitar el papel de la caja donde antes de llegar a abrir el paquete, mire a Xavier.
-Vamos, que no muerde-dejé ir una risa.
Antes de poder decir otra cosa, abrí la caja y de ella me encontré una llave... ¿una llave? La mire de manera extraña hasta que la tomé en manos y empecé a tratar de analizar que significaba ese pequeño obsequió que ni siquiera tenía grabado mi nombre o que por lo menos, tuviera un significado.
-Sabes que llave es ¿verdad?-hice una mueca.
-Quisiera saber...-murmuré con vergüenza.
En vez de enojarse que es algo no común de él, dejó ir una sonrisa que casi hizo que dejará de sentirme mal al no saber que significaba la llave.
-No me sorprende que no ha llegado a saber su significado-rió.
-Lo lamento-baje la mirada.
-No importa cariño, además me da mucho gusto explicártelo mejor a que tú me lo hubieras dicho-elevé los ojos hacía él.
Tomó la llave y la puso en frente de él para comenzar a hablar, lo cual esta vez sí le puse más atención de lo normal.
-Esta no es una llave cualquiera-empezó a decir-, es la llave de mi habitación-y de nuevo mis ojos casi se salen de su lugar-. No tengo mucho que ofrecerte Kiara, porque tú ya lo tienes todo-lo mire atónita-tienes el amor de tus seres queridos, un lugar al final de la competencia y por supuesto-tomó mi mano y la puso en su pecho, exactamente en su corazón-un lugar en mi corazón. -Abrí la boca para decir algo pero no me lo permitió. -La llave es para que tú puedas llegar todas las veces que quieras a mi habitación, no importa si es por una tontería o una pesadilla, quiero ser yo el primero en que tú puedas llegar a recurrir y sentirte que estas a salvo al lado mío. Sin importar los riesgos que sucedan luego. -Dejó ir una sonrisita llena de esperanza con mi confirmación.
Trague hondo al darme cuenta que lo que tengo ahora en mis manos es mucho más valioso de lo que me he llegado a imaginar hace poco; la llave de su habitación es como si me estuviera dando su propio permiso para estar invadiendo su propio territorio sin ni un problema; es casi indiscutible e irreal lo que me está sucediendo en ese instante y por supuesto, de nuevo sus palabras han tocado mi corazón.
- ¿Estás seguro?-susurré.
-No lo dudo y no lo dudaré en ningún momento, Kiara-acarició mi rostro.
Agarré la llave de su mano para observarla, cuidaría ese pequeño objeto más que a mi propia vida, porque ahora esa simple llave es muy importante para mí.
-Tengo que decirte algo...-le dije.
Es ahora o nunca... tengo que decirle ya la verdad, no hay otro mejor momento que este para decirle lo que ya hace días tenía pensado en comentarle; de todas formas, con todo esto, ya me sentía más segura de mi propia decisión.
-Dime.
-Xavier, he pensado mejor las cosas y he tomado una decisión con respecto a lo de la competencia-empecé a decirle.
- ¿Y?-En sus ojos vi el interés de mi respuesta.
-He tomado la decisión de que... sin importar lo que pasé, acepto mi compromiso de ser una princesa-note ese destello de felicidad en su rostro-con la condición de que jamás me dejes sola en esto.
No se tardó mucho en darme una respuesta cuando sus labios empezaron a moverse encima de los míos; casi había sido un beso lleno felicidad si no hubiera sido porque me desconcentré en el sabor acaramelado de sus labios y de su olor a harina y azúcar de su ropa.
- ¿Eso quiere decir que estás segura de querer ser una princesa?-suspiré.
-Sí, aunque... sería una ¿princesa por elección?-soltó una risa.
-Sí, pero elegida por mí y no por nadie más. Pero antes, debemos de terminar esto de los retos de la competencia y así pasar a las opiniones ciudadanas y luego a mi resultado-puse los ojos en blanco al ver lo mucho que faltaba. -Solo será menos de una semana ¿ok?-suspiré.
-Está bien-sonreí.
Le di otro beso para que se diera cuenta que a pesar de esperar unos días más no sería un grave problema para mí, de todas formas, si pude esperar un año, quien dice que no podré una semana más.
-Kiara...-murmuró sobre mis labios.
-Mmm-me separé de él.
-Feliz cumpleaños, cariño.
Sonreí a último antes de poder tener de nuevo sus labios contra los míos.
Bueno, desde aquí empieza todo. Ahora solo me toca desenmascarar a Lucas y Avery para así poder llevar esa vida que he empezado a soñar con Xavier, y sé que podré hacerlo...
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top