Prólogo

¿Quién recuerda lo que se siente cuando consigues el primer éxito real de tu vida? ¿Cuándo obtienes tu primera buena calificación en la escuela? ¿O cuando marcas el gol decisivo del partido? Es una buena sensación, ¿verdad?
La adrenalina que corre por las venas hace que la temperatura corporal aumente, sin dejar lugar al frío ni a otros pensamientos que no sean el objetivo final. Los demás compañeros vienen a abrazarte. Te felicitan. Saltan sobre tus hombros. Crees que no puedes vivir un momento mejor en toda tu existencia.
En cambio, la mayoría de las veces descubres que eso era sólo una pequeña parte de la felicidad, de la despreocupación, alcanzable si tienes la oportunidad de perseguir tus sueños.

Al principio nadie me tomaba en serio, y mucho menos a mi hermano Pedro.
El trabajo como fotógrafa y el trabajo como futbolista no estaban contemplados entre nuestros antiguos compañeros, entre los profesores y entre los familiares a los que sólo veíamos durante el almuerzo de Navidad o Semana Santa.
Los únicos que siempre han creído en nosotros y en nuestras capacidades fueron nuestros padres y Fer, el hijo mayor de la familia González López.
Nunca intentaron impedirnos seguir nuestras pasiones, incluso después de las constantes lágrimas, dolores, rechazos y derrotas. Siempre han estado a nuestro lado, incluso cuando les expresé mi deseo de pasar una temporada en Inglaterra, inmediatamente después de graduarme, para seguir un curso especializado en fotografía deportiva, especialmente de fútbol, ​​para tener más oportunidades laborales que las que tenía anteriormente. momento.

Me enamoré perdidamente de Londres, esa metrópoli donde hace mal tiempo casi todos los días del año. Siempre quise visitarla, después de estudiar su historia en la escuela, pero su belleza superó con creces mis expectativas.
Incluso pensé en irme a vivir allí después de terminar el curso, pero internamente sabía que ese no era mi lugar. Como tampoco lo eran Canarias, aunque allí vivieron las personas más importantes de mi vida.
Y, seamos serios, ¡el clima y las temperaturas inglesas no son las adecuadas para una canaria sensible al frío como yo!

También conocí personas maravillosas durante las prácticas que realicé para obtener la titulación. Lamentablemente tuve que abandonar la capital inglesa por un tiempo pero, hoy en día, no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho. Y los amigos que hice borraron toda la negatividad que me arrojaron aquellos que decían que nunca jamás me convertiría en un fotógrafo importante en el mundo del fútbol.
No sé si se ha convertido en uno, pero sé que estoy feliz y satisfecho con lo que hago.

Ah, al final también encontré mi lugar, mi hogar. Y no es exactamente una ciudad.

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