Capítulo veintiuno

Me despierto de nuevo con el corazón latiendo a un ritmo frenético, como si dentro de mí tuviera una tormenta de gran magnitud. El beso de anoche sigue corriendo frente a mis ojos, tan vívido como si hubiera sucedido hace un segundo. Aún siento sus labios sobre los míos, el calor de sus manos que me sujetan la cara y la forma en que nos perdimos el uno en el otro, como si nada más en el mundo importara.

Pero ahora, el sol ha salido y todo parece haber vuelto a una fría normalidad. Mi normalidad, y por mucho que intente negarlo, no puedo dejar de notar el silencio que se ha instalado entre nosotros desde ese momento. Desde ese beso. Pablo ha desaparecido. Nada de mensajes, nada de llamadas, ni siquiera una mirada. No sé si me está evitando o si simplemente está pasando por un mal momento, pero el resultado no cambia: desde anoche, no hemos hablado. Y la idea de que para él haya sido solo un momento, tal vez una simple tentación o quién sabe qué más, me destroza.

Solo quiero saber qué debo hacer. ¿Preguntarle a él? ¿Esperar? ¿Dar yo el primer paso? La situación me parece fuera de control y no estoy acostumbrada a no tener un plan, una dirección. Por eso, en medio de la indecisión y la frustración, decido pedir consejo. O mejor dicho, más de uno.

Cuando me encuentro en la cocina con Pedri y Fer para el desayuno, trato de evitar mostrar demasiado mi nerviosismo, pero sé que no lo estoy consiguiendo muy bien. Ellos me miran, intercambiando una mirada desconcertada, como si no pudieran creer que soy yo, justo yo, la que está pidiendo consejos sobre algo así.

Fer ríe, apoyándose en el respaldo de la silla y sacudiendo la cabeza <<Mira quién nos pide un consejo sobre un chico, esto no me lo esperaba para nada>>
<<No lo hagas un drama>> respondo, tratando de mantener un tono distante <<Solo estoy... evaluando las opciones, nada más>>

Pedri frunce el ceño, observándome con una mirada pensativa <<Entonces, se besaron, y ahora él te está evitando?>> Dudo por un momento, sintiéndome ridícula al decirlo en voz alta <<Sí... o al menos, no se ha comunicado. Ni siquiera sé si lo está haciendo a propósito, pero es como si... no sé, estuviera fingiendo que no pasó nada>>
Fer se ríe entre dientes <<Tal vez no sabe cómo manejarlo>>

<<No ayuda, Fer>> susurro, mirándolo fijamente. Él levanta las manos en señal de rendición <<Vale, vale. Pero para mí, es uno de esos momentos en los que simplemente tienes que calmarte y esperar>>
<<Y dejar que sea él quien dé el paso>> añade Pedri <<Él fue quien tomó la iniciativa con el beso, ¿no? Ahora tiene que decidir si quiere seguir o dejarlo>>

Los miro, sintiendo cómo mi corazón se aprieta <<¿Y si para él fue solo... un beso y ya está? Tal vez no significa nada>>
Pedri niega con la cabeza, pero evita mirarme <<Mira, Nieves, no estoy seguro de las intenciones de Pablo. Quiero decir, sabes cómo son estos chicos: a veces ni siquiera saben lo que quieren. Tal vez para él fue algo del momento, algo que sintió, pero que... no sabe si quiere continuar>>
Me siento congelada <<Entonces, ¿según ustedes... debería dejarlo pasar?>>

<<No>> interviene Fer, con un tono de voz repentinamente serio <<Eso no es lo que estamos diciendo. Tal vez solo tienes que darle algo de tiempo. Si realmente le importa, volverá a ti. No es justo que seas tú quien lo persiga, ¿no?>>
El consejo de Fer, por mucho que me parezca razonable, me deja aún más insegura. No quiero "perseguirlo," pero tampoco quiero quedarme quieta esperando.

Después de un par de horas, estoy con Ferran y Ansu, ya que son los únicos, además de mis hermanos, que saben sobre toda esta historia de la relación falsa. En videollamada, ya que el guineano juega en Inglaterra ahora. No puedo evitarlo: necesito escuchar otra opinión, aunque me parece que estoy revelando demasiado de mí misma con todas estas preguntas.

<<Entonces, recapitulando>> dice Ansu, acomodándose mejor en el sofá y mirándome con atención <<Se besaron y luego él desapareció. Parece complicado, pero no tanto>>
Ferran asiente y me mira con una sonrisa cómplice <<¿Quieres un consejo sincero?>>
Asiento, esperando una respuesta similar a la de Pedri y Fer, pero Ferran me sorprende <<Ve por él>> dice con una simplicidad desarmante <<Ve a él y habla claro>>

Me quedo en silencio, tratando de procesar <<¿Y si ya no quiere saber nada?>>
<<Y qué pasa? Es mejor saberlo ahora que seguir aquí perdiendo la cabeza>> responde Ferran sin dudar <<Si hay algo, lo verás. Si no lo hay... al menos cierras el asunto>>

Ansu asiente, animándome <<Mira, los vimos a los dos juntos. No creo que fuera solo un momento. Es decir, realmente parecía haber algo más profundo, no un simple juego. Lo siento>>
Los miro, sintiendo cómo una calidez familiar crece en mi pecho <<Entonces, ¿dicen que debo ir a verle?>>
El jugador del Brighton asiente de nuevo, decidido <<Sí. Además, ¿sabes qué? Creo que realmente le gustas>>

<<¿De verdad?>> Mi voz es un susurro, pero está llena de esperanza.
<<Sí, creo que sí>> responde Ferran, encogiéndose de hombros <<Y, además... a veces solo tienes que arriesgarte, Nieves>>

En casa, mi corazón está en caos. Una parte de mí está lista para lanzarse, ignorar toda racionalidad y presentarme ante él sin previo aviso. Por otro lado, no puedo dejar de pensar en todas las veces que me miró y me ilusioné al creer que veía algo más. Tengo miedo de que esta vez sea lo mismo: una ilusión. Otra, frágil ilusión.

Y mientras estoy perdida en estos pensamientos, el teléfono vibra entre mis manos. Es él. Pablo.

Respiro hondo antes de responder, tratando de no dejar que el nerviosismo se note <<Hola>>
<<Hey>> su voz es amable, pero hay algo distante, casi formal <<¿Tienes un momento para hablar?>>
Mi corazón late desbocado <<Sí, claro>>

Hay un momento de silencio antes de que él continúe <<Solo quería decirte que creo que es correcto cerrar nuestro... trato, ¿sabes? Las cosas se han calmado, y ya no tiene sentido seguir fingiendo>>

Sus palabras me golpean como una puñalada. Esperaba cualquier cosa menos esto. Había esperado, ingenuamente, que me buscara para hablar sobre el beso, para aclarar qué significaba para él. Pero él quiere cerrar, dejar todo atrás.

<<Ah... claro>> respondo, tratando de no dejar que mi voz tiemble <<Sí, tiene sentido. Ya hemos alcanzado el objetivo, no tiene sentido continuar...>>
<<Exacto>> responde él, un poco demasiado rápido, como si quisiera cerrar el tema lo antes posible. <<Pero... quería decirte que me gustó. O sea, pasar este tiempo contigo. No fue solo una farsa, me gustó conocerte más>>
Cada palabra es una puñalada, pero no puedo dejar de escuchar <<A mí también>> logro decir, con esfuerzo <<De verdad>>

Silencio. Un silencio que dice más que mil palabras. Siento que quiere agregar algo, pero duda, y yo no tengo el valor de pedir más. No quiero parecer desesperada.

<<Bueno, entonces diría que... nos vemos por ahí, ¿no?>> Gavi trata de mantener el tono ligero, casi amigable, pero yo siento la distancia en su voz.
<<Sí>> respondo, tratando de parecer indiferente <<Nos vemos>> Y con eso, corta la llamada.

Me quedo mirando la pantalla del teléfono, sintiéndome vacía. Mi corazón es un peso insoportable, y me encuentro pensando que tal vez sea lo mejor. Necesito cerrar esta historia, seguir adelante y olvidarlo, aunque cada fibra de mi ser grita que quiero hacer lo contrario.

Me dejo caer sobre la cama, sin fuerzas. Durante semanas he construido dentro de mí la imagen de él, de nosotros, alimentando una esperanza que ahora se ha desmoronado en un instante. No puedo creer que haya terminado así, sin siquiera una verdadera explicación. Estaba lista para arriesgarme, lista para darle todo, y él... nada, lo cerró todo con dos palabras.

Trato de repetirme que es lo mejor, que este acuerdo fue solo una farsa desde el principio, que nunca podría haberse convertido en algo real. Pero la verdad es que no lo creo. Para mí se había convertido en algo más real de lo que querría admitir, y ahora me encuentro teniendo que lidiar con ese vacío que me dejó por dentro.

Paso el resto de la tarde caminando de un lado a otro en mi habitación, tratando de convencerme de que esto es lo correcto, que este dolor pasará y que todo estará bien. Ni siquiera puedo llorar, porque siento que no tengo derecho. Me he ilusionado yo misma, y ahora estoy pagando el precio de esas ilusiones.

Al día siguiente, Pedri y Fer me encuentran claramente diferente, y me miran con cierta preocupación. Trato de mantener una apariencia normal, pero sé que ellos dos, entre todos, no se dejan engañar.

<<¿Qué pasa?>> pregunta Fer con un tono que mezcla curiosidad y preocupación. Nunca me ha visto tan abatida, y no sabe cómo manejarlo. Trato de encogerme de hombros <<Se acabó>>
Pedri se acerca, mirándome con una mirada inquisitiva <<¿Te refieres al trato?>>
Asiento <<Sí, ya... todo terminó. Él decidió que es el momento de cerrar>>
Fer suspira, dejándose caer junto a mí <<Lo siento, hermanita. No pensaba verte tan mal por esto, pero...>>

No respondo de inmediato, porque ni siquiera sé qué decir. Quisiera explicarles cuánto había llegado a ser importante para mí, cuánto me sentía involucrada. Pero no puedo. Admitir que me enamoré, que me dejé arrastrar por todo esto, me parece casi demasiado.

<<No es nada>> miento, tratando de disimular mi voz <<Simplemente... creí más de lo que debía>>
Pedro me mira, casi incrédulo <<¿Más de lo que debías? Mira, Ves, está claro que te involucraste. Pero no es tu culpa, Pablo sabía perfectamente lo que hacía>>
<<Exacto>> añade Fer, asintiendo <<No tiene sentido culparte solo a ti. Y si realmente te importaba, está bien. No hiciste nada malo>>

Esas palabras, aunque dichas con la intención de consolarme, me hacen sentir aún más sola. No es que no lo supiera ya, pero ahora me doy cuenta de cuánto había esperado que las cosas fueran diferentes. Y ese pensamiento, la idea de que entre él y yo podría haber existido una posibilidad, es como una herida que no quiere sanar.

Pasando los días, cada uno parece igual al anterior. Veo a Pablo de pasada, algunas veces cruzamos miradas, pero ambos somos buenos en desviar la vista rápidamente, como si ignorarlo fuera la única solución posible. Cada vez que lo veo, sin embargo, mi corazón se aprieta de manera insoportable, y me maldigo por haber permitido que me dejara llevar, por haber abierto siquiera una rendija a mis sentimientos.

Una noche, Ferran y Fermin me convencen de salir con ellos, esperando distraerme un poco. Trato de poner una sonrisa, pero ellos también lo captan rápidamente: estoy distante, mis pensamientos están en otro lado.

<<Dale, Pedri pequeña>> dice Ferran, dándome una palmada en el hombro <<No puedes seguir así. No te hará bien>>
Sospiré, mirando al suelo <<Lo sé, pero no es fácil. Traté de seguir adelante, pero... es como si cada vez todo volviera a mi mente>>

Fermin se acerca, tratando de ser reconfortante <<Pero piensa en algo: tal vez este silencio no durará para siempre. Tal vez solo necesita tiempo para saber lo que quiere>>
Asiento, aunque sé que no creo realmente en eso. No creo que Pablo quiera realmente saber lo que quiere, creo que ya lo ha decidido. Pero la idea, aunque solo sea la idea de que él pueda arrepentirse, me da algo de esperanza, aunque sé que está mal.

<<Gracias, chicos>> digo, tratando de sonreír <<Tal vez tengan razón. Solo tengo que... dejarlo ir y esperar>>

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