Capítulo tres
Sigue lo que te dice tu corazón, Nieves.
Me repito, mientras espero que acabe el entrenamiento para poder hablar con Gavi.
No pensé que para establecer una relación falsa con un futbolista había que informar no sólo al agente de el, sino también al entrenador y a todo el cuerpo técnico del equipo.
Esa es una de las razones por las que esperé antes de comunicar mi decisión al sevillano.
No es que me sintiera presionada por nadie: el chico de dieciocho años, después de la noche que lo llevé a casa, nunca volvió a sacar el tema. Supongo que es para no apresurarme.
Mi hermano, además de sus salidas filosóficas, solo pensaba en quedarse a mi lado y hacerme estar lo más relajada posible.
Sólo con Ferran me desequilibré un poco. Tuve que recurrir a los consejos de él y de su novia, Sira, para llegar a mi conclusión final.
Y también es gracias a ellos que descubrí todos los peligros que conlleva comprometerse con un futbolista, ya sea ficción o realidad.
Escucho a Xavi silbar, anunciando el final del entrenamiento de hoy. Todos los chicos empiezan a dirigirse hacia el vestuario para ducharse y cambiarse, pero detengo a Gavi antes de que pueda.
<<Necesito hablar contigo>> asiente, llevándome a un rincón apartado <<Sepa que estos días han sido intensos para mí. Pedí consejo y también descubrí que debíamos contarle a toda la plantilla del Barça nuestra supuesta relación, que nos ayudaran con las relaciones públicas y nos aconsejaran qué publicar en las redes sociales>> Lo veo mirando sus botas de fútbol << Sin embargo, a pesar de esto, no daré marcha atrás. Quiero ayudarte, Pablo>> <<¿En serio?>> Sonrío y luego me abraza, dándome vuelta en sus brazos, sin importarle que esté sudando <<¡Gracias Nieves! ¡Gracias! >>.
Absolutamente no esperaba esta reacción de él. Habría estado feliz, por supuesto, pero ahora parece eufórico. A pesar de todo, se me escapa una risa genuina y verdadera.
<<¿Qué les está pasando a ustedes dos? ¡¡Sus gritos se escuchan desde el vestuario!!>> Se acerca Frenkie, que viene por detrás de Gavi quien al escuchar la voz vuelve a poner mis pies en contacto con el suelo <<Uhm, digamos que acabo de recibir una buena noticia>> responde el sevillano, mientras el holandés nos mira con atención <<Tú al menos podrías haberte dado una ducha. Ahora Nieves tendrá tu sudor en la ropa >> no está del todo equivocado. Realmente no se me había pasado por la cabeza. Supongo que es culpa de las emociones <<Mi culpa, Frenkie. Lo que tenía que decirle era urgente, y no le dejé ir a cambiarse primero>> <<Contenta tu>> Pablo y yo nos reímos al ver la expresión del otro y él se va indignado.
<<Creo que le hemos cabreado>> <<¿Dices?>> Seguimos riendo como dos idiotas mientras salimos de la Ciudat Esportiva, acercándonos al coche, donde Pedri nos espera impaciente <<¡Ya era hora! ¿Te perdiste dentro del estadio?>> Mientras tanto el auto se había ido y, en la radio sonaba The way I love you de Taylor Swift.
Como personas muy maduras que somos el sevillano y yo, en lugar de contestarle, nos ponemos a cantar a todo pulmón <<¡Ustedes dos tienen serios problemas!>> le ignoramos, continuando divirtiéndonos.
Después de este medio día intenso, realmente necesito relajarme un poco.
Una actividad que relaja incluso mis músculos inexistentes es peinarme, y es aún mejor si alguien más lo hace por mí.
Cuando era niña, cuando llegaba a casa del colegio siempre estaba muy nerviosa. Mamá había intentado (casi) todo para calmarme, aunque fuera un poco, pero nada funcionó. Fueron Fer y Pedri quienes descubrieron que mi pelo es mi punto débil. Aprendieron a amarrarme el pelo, lavarlo y secarlo, para calmarme después de un mal día o de una mala nota.
<<Pepi, ¿me peinas?>> Estoy sentada en el sofá con un cepillo en la mano, esperando una respuesta del hombre concentrado a jugar a la PlayStation.
Me hace esperar un poco, lo suficiente para terminar el juego, casi haciéndome perder la esperanza mientras tanto, y luego me roba el objeto de las manos y se aleja de él.
El silencio que se crea es relajante, tanto que mis ojos empiezan a sentirse pesados, pero mi hermano decide hablar <<Gavi parecía despreocupado cuando cantabas en el auto. El único otro escenario en el que lo veo así es cuando corre por el campo de fútbol. Él también está feliz con nosotros, pero hoy fue un nivel de euforia totalmente diferente>> no dejó de juguetear con mi cabello ni por un momento durante el discurso, lo cual me preocupa.
Existe la posibilidad de que lo que pretende decirme me haga enojar <<¿A dónde vas con esto, Pedro González?>> <<¿Has aceptado hacerte pasar por su novia, Ves?>> <<¿Algún problema con esto? Fuiste tú quien me aconsejó que siguiera mi corazón. Sabes que naturalmente me encanta ayudar a los demás, deberías haber imaginado que habría dicho que sí >> << ¡De hecho no te reprocho nada! Sólo quiero decirte que tengas cuidado. Conozco a Pablo y también sé lo rápido que las chicas se enamoran de él. Tal vez sea el encanto de los jóvenes y talentosos>>
Lo miro a los ojos tan parecidos a los míos y respondo a sus inquietudes <<Hermano, solo quiero ayudarlo a salir de esta difícil situación. Una vez que esto se resuelva, haremos como que nos separamos y todo volverá a la normalidad. No me enamoraré de Pablo, te lo prometo>> no parece muy convencido de mis palabras y decido abrazarlo.
Quizás ahora no me crea, pero veremos quién tenía razón al final de todo esto.
<<¿Entonces me estás diciendo que te vas a inventar una relación para - en fin - salvarte el culo, Gavi? >>
A la mañana siguiente, el sevillano y yo le preguntamos a Xavi si tenía un momento libre para dedicarnos . Cuando le expliqué nuestra idea, su respuesta fue que
<<En la práctica, sí. ¡Pero es idea de mi agente!>> <<¡¿Y no se te ocurre una mejor persona para incorporar a la mezcla que la hermana de Pedri?!>> <<Tenía que ser alguien con quien paso mucho tiempo o con quien tenemos amigos en común >> Me había perdido esta parte, de hecho me giro en su dirección mirándolo <<No me mires así, ¡vamos! Simplemente no lo consideré información periodística >>
Sigo manteniendo mi mirada fija en él, tratando de entender si habla en serio pero lo dejo pasar para escuchar la pregunta del entrenador <<¿Al menos tienen una idea de a lo qué iras en contra si realmente pones todo en acción?>> <<Sabemos lo suficiente>> <<¿Y quieren hacerlo de todos modos?>> Xavi nos mira fijamente como si nos acabasen de crecer dos cabezas más.
Miro a mi derecha y Gavi me parece a punto de impacientarse. Pero trata de no demostrarlo. Admira demasiado a su entrenador como para estallarle en la cara.
Me recuerda un poco a mi hermano cuando conoció a Iniesta por primera vez en un campo de fútbol.
Pero, al fin y al cabo, Pedri y Gavi son considerados los nuevos Xavi e Iniesta, ¿no?
<<Escúchame un momento, Xavi. Su protegido aquí quiso involucrarme en esta locura hace algún tiempo. No le di una respuesta inmediata porque necesitaba saber más. ¡Hasta recurrí a Ferrán!>>
Pablo ahoga una risa para no causar mala impresión delante del entrenador, aunque puedo ver su expresión divertida <<En cualquier caso – volviendo al discurso original – le hice sufrir antes de darle una respuesta afirmativa. Ahora, ¿podría tener la cortesía de notificar al resto del personal que, más tarde esta noche, publicaremos una foto en Instagram anunciando nuestra supuesta relación? No creo que pueda soportar otra conversación así>> una vez terminada la perorata, me disculpo y salgo de la habitación, no sin antes notar como Xavi le decía algo al oído al sevillano.
<<¿Qué te dijo?>> le pregunto, mientras caminamos por el camino para llevar al niño de regreso a su casa.
Siempre he tenido curiosidad, desde que era pequeña. Para el comienzo de la secundaria traté de ocultárselo a mis compañeros para no parecer un entrometido. También lo intenté en los primeros días de trabajo, pero entendí que no siempre es posible.
Me di cuenta de que esto también es una característica de mi carácter, sin el cual no sería yo mismo, y lo acepté.
<<¡Me dijo que tuviera cuidado y que elegí a una chica muy dura!>> Sin embargo, es en momentos como este cuando desearía no querer participar en tantas conversaciones como sea posible.
Miro fijamente la carretera y asiento con desinterés, aunque por dentro soy un desastre de vergüenza.
Mi teléfono suena, rompiendo el silencio entre nosotros. Miro un segundo el display -agradeciendo que estemos parados en un semáforo en rojo- y, como es mi hermano, respondo con el Bluetooth del coche.
<<¡Oye, Pepi! Estoy en el auto con Gavi. Estamos de vuelta. ¿Ha sucedido algo?>> <<Nada particularmente emocionante, ni alarmante. Uno de tus queridos amigos ingleses acaba de venir a visitarte>> <<¿Mason o Phil? Me avisaron que vendrían a despedirnos en estos días >> Pablo, mientras tanto, parece muy concentrado en escuchar nuestra conversación
<<Mount. Yo - siempre te lo he dicho - me alegro de que tu año en Inglaterra te haya permitido conocer y hacer amistad con personas de su calibre pero, te lo ruego, diles que no se presenten en la puerta de nuestra casa cuando tú no estés ¡Sabes que no hablo muy bien inglés!>>
<<Si en lugar de huir de la clase de inglés, hubieras puesto un poco más de esfuerzo, ¡ya lo sabrías! La señora Salas estaba altamente calificada para enseñar esa materia>>
<<Solo dices eso porque eras su favorita. Al contrario, me odiaba y->> <<¡Es natural que lo hiciera! ¡No fuiste un estudiante brillante y, a pesar de esto, nunca estuviste allí!>> <<Es verdad, aunque->>
<<¡Diría que ya es suficiente, hermanos González López!>> dijo el niño sentado en el asiento del pasajero.
Normalmente no es muy tranquilo, y si además hay que aguantar riñas entre hermanos, hace ya mucho tiempo que no nos cortó de raíz.
Pero no lo culpo: Pedri y yo rara vez discutimos, pero las pocas veces que sucede es algo que hay que temer.
La última vez estuvimos semanas sin hablarnos y Fer, preocupado hasta los huesos, nos encerró en el baño hasta que nos aclaramos.
<<Lo hablamos en casa, ¿vale?>> Respondo afirmativamente y cuelgo la llamada.
Después de unos momentos, estaciono el auto frente a la casa de Gavi. Se desabrocha el cinturón de seguridad, dispuesto a salir, pero se lo piensa mejor y se gira en mi dirección <<¿Quieres entrar? Mis padres no están aquí y mi hermana está de vacaciones con sus amigos. Podríamos, no sé, tomar algunas fotos para contarle al mundo nuestra historia de amor>> me toma unos segundos darle una respuesta coherente -que no sea un balbuceo inconexo e inaudible-.
Al final termino aceptando, sin olvidar informar al otro González López.
<<Creo que este resultó perfecto>> no empezamos a tomar fotos de inmediato.
Tomar un refrigerio es mucho más importante que cualquier otra cosa.
Al final, sin embargo, nos llevó algo de tiempo encontrar la luz adecuada y la ubicación adecuada, para finalmente acabar llevándolas a su habitación -después de ordenarla, ya que parecía una pocilga-.
Ahora, nuestros teléfonos móviles contienen alrededor de ochenta tomas de nosotros dos en diferentes poses
<<La luz no ciega al espectador, brillando maravillosamente en tus ojos. Nos vemos tan naturales, casi como si no fuéramos conscientes de ser el sujeto de la lente de una cámara. ¡Me gusta!>> Hojeo las demás hasta encontrar otra decente, que puede publicar Pablo <<No entiendo nada de fotografía, Niev, pero ésta no parece tan mala>>.
En la foto en cuestión estoy tumbada entre las piernas del sevillano, con la espalda perfectamente pegada a su pecho, y le estoy mirando. Casi puedes ver la adoración en mis ojos. ¡Vaya, creo que soy una actriz fantástica! Podría convertirse en mi segundo trabajo.
<<No sabes mucho de fotografía, ¡pero tienes muy buen ojo Pablito!>>.
<<¿Listo?>> Asiento y, posteriormente, presiono simultáneamente la palabra Publicar, haciendo virales las dos fotos, con una cursi descripción adjunta.
A partir de ahora soy oficialmente la novia de Pablo Martín Páez Gavira.
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