1-Misión

Kagura se despertó de buena mañana, sentía que sus fuerzas estaban a tope tras descansar en una buena cama. Al abrir la puerta se topó con el mago haciendo el desayuno sin camiseta ni pantalones.

—¡Haz el favor de taparte!—dijo roja—ponte algo—se cubría la cara con la mano aunque entre el hueco de sus dedos miraba.

—Estoy en mi casa—gruñó algo molesto.

En  verdad tenía razón pero olvidaba que estaba ella delante.

—¿Qué pensaría Erza de esto?.

—No te entiendo.

—Si te viera así te echaría la bronca seguro—dijo dándose la vuelta.

—No creo, si ella y yo nos metemos juntos en la bañera desde que eramos críos—dijo dejando escapar un bostezo.

—¿Qué?—abrió los ojos y su mente creó una imagen.

En ella, estaba Natsu y Erza, él pasaba la mano enjabonada por todo su cuerpo mientras Erza decía lo bien que lo hacia.

—Natsu, se te ha olvidado esta parte—decía con una voz pícara.

—Lo siento, enseguida me encargo de ello—tenía una cara muy pervertida.

Ella movió bruscamente su cabeza para borrarla.

—Ah, Gray también estaba a veces—dijo recordando.

—¿Los tres juntos?—preguntó sorprendida y volviendo a recrear imágenes.

Natsu le dio un suave golpe en la cabeza con la palma de su mano que la hizo despertar del sueño.

—El desayuno esta listo—dijo antes de sentarse.

Lo único malo del desayuno fue que el dragon slayer no se vistió como le había dicho la joven. Aunque estaban tan hambrienta que no le dio importancia, simplemente evitaba mirarlo para que no se sonrojase.

Una vez ya comidos, Natsu acompaño a la joven a entregar las flores y recibir una gran recompensa. Ella le dio una pequeña pero cuantiosa parte al joven que aceptó extrañado, había sido el dinero más fácil que había ganado en la vida. Después, fueron al gremio donde fueron recibidos con gran entusiasmo, especialmente por Erza.

—Hermana—saludo ella.

—Hola Kagura, ¿qué tal estás?—preguntó ella con una sonrisa.

—Bien, he terminado una misión.

—¿Qué haces con Natsu?—ella le explicó todo lo sucedido.

La pelirroja asintió.

—Ya veo, muchas gracias por cuidar de ella Natsu—agradeció con una sonrisa.

—No ha sido nada—colocó sus brazos detrás de su cabeza.

Gray se acercó y al verlos a los tres, no pudo evitar que se formase una imagen en su cabeza.

—¿Ocurre algo?—preguntó ella.

—Hermana...es cierto...¿qué os bañáis juntos?—estaba muy roja.

—Si, es lo que hacen los buenos amigos.

—¿Le has contado semejante cosa idiota?—Gray se puso a gritar al mago de fuego.

—Si, ¿ocurre algo?.

—Rival en el amor—un aura siniestra estaba al fondo mirando.

Gray tuvo un escalofrío.

—Gray, ¿algún problema con que Natsu muestre que somos amigos?—no sabía que le asustaba más, si la mirada de lejos de Juvia o la mirada de Erza.

—Ningún...problema...—dijo asustado.

—No entiendo como puedes hacer eso hermana—le dijo.

—¿Quieres unirte a nosotros la próxima vez?—preguntó con toda la tranquilidad del mundo.

Ella negó con las manos.

Ambas se sentaron a charlar un rato sobre como les iban las cosas por los gremios. Desde que derrotaron a Acnologia, no había rivales tan temibles, pero si muchos gremios oscuros que habían ido creciendo y presentaban muchos problemas.

—¿Qué tal las cosas con Jerall?—le preguntó.

—Pues...no hay nada...de momento—dijo avergonzada.

—Ya veo...

—¿Tú has conocido a alguien?—preguntó pícara.

—No, ya sabes que no creo que en esas cosas—contestó.

—No es tan malo, algún día seguro que encuentras a alguien—miro a su gremio y la vista le decepcionó un poco.

Laxus nunca estaba, Elfman presumía de sus músculos, Romeo era demasiado joven y estaba pillado por Wendy, Gray...estaba Juvia, Gajeel con Levy y Natsu...estaba haciendo un suplex a Lucy divertido mientras ella luego lo golpeaba cabreada y echaban a correr por todo el gremio.

—Magnolia es muy grande—dijo con una gota de sudor en la frente.

Aquel día, Erza y Kagura estuvieron caminando por todo Magnolia y comiendo pastel de fresas, aunque...fue la pelirroja quien realmente comió más. Kagura era de las que no visitaban muchas zonas, solo la armería y poco más ya que de los suministros del gremio se encargaban los responsables de la cocina que elaboraban un listado con todo lo necesario.

Ella le invitó a su casa, comparada con la de Natsu, parecía más bien un palacio. Todo brillante, ordenado, limpio y enorme.

—Ponte cómoda—le dijo.

—Gracias.

—Ya que estás aquí, me gustaría pedir tu ayuda.

—Claro, ¿de qué se trata?—preguntó.

—Pues...estoy eliminando gremios, me ha llegado un rumor de que unos tienen una base secreta no muy lejos de aquí. Me vendría bien tu ayuda.

—¡Por supuesto!—contestó feliz.

—Gracias—le dio un gran abrazo.

Ella le mostró las habitaciones y cuando paso por la parte de libros, hizo como que no leyó algunos títulos ya que le daba mucho corte preguntar.

—Bueno, ¿vamos a ese lugar?—preguntó—la hora es perfecta, deben de estar comiendo o durmiendo la siesta.

Ambas se embarcaron juntas y felices. Pero llegando al lugar, se toparon con Natsu que iba de camino a casa. Erza le dijo de unirse y este no tardo nada en aceptar, estaba deseando enfrentarse a esos enemigos.

—Pero tienes que hacer lo que yo diga—dijo.

—Aye.

Ya viendo la entrada, trazaron un plan elaborado por Erza.

—Tienes que cuidar de Kagura—ordenó.

—Me se defender sola.

—Lo sé...pero no quiero que te pase nada—dijo esbozando una sonrisa.

—Hermana...—se sentía avergonzada de ser tratada de aquella manera.

—De acuerdo, cuidare de ella—dijo.

Dicho esto, se adentraron en la cueva siguiendo el plan.

Continuara...


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