Capítulo 5
Diana se despierta poco a poco y recuerda sus planes de ir al Festival de la Primavera con Ana, la cabeza le da vueltas de la emoción.
Diana: (¡El Festival de la Primavera siempre está lleno de gente! ¡quién sabe a quién me encontraré ahí! Ana y yo vamos a ser las chicas más bonitas de la ciudad ¡estoy segura!) -sale de la cama y se dirige al armario-
Diana: (¡Perfecto! ¡Así no pasaré desapercibida en el festival!) -se anima mucho más cuando ve su precioso vestido-
El corazón de Diana se acelera ligeramente mientras baja por las escaleras para salir directamente por la puerta principal.
Diana: (Si actuó con calma y tranquilidad, quizás nadie se de cuenta de que estoy saliendo de la casa)
El corazón de la joven se detiene cuando se encuentra con Briana en la sala de estar, esta mira a su hermana de arriba abajo y Diana ve una mezcla de admiración y celos en sus ojos.
Briana: ¡Guau!...estás muy guapa hoy.
Diana: -Actúa con naturalidad y echa un vistazo a su ropa-
Briana: No sabía que tenías un vestido tan bonito, estás espectacular.
Diana: ¿Qué? ¿este trapito?
Briana: -Mira a Diana con sospecha- ¿a dónde vas?
Diana: (Esto es justo lo que no quería que pasara, tengo que pensar cómo salir de esta y rápido, la única forma de evitar a Briana es jugando con su enorme ego) -se queda boquiabierta y mira fijamente el pelo de Briana-
Briana: ¿Qué? ¿Qué pasa contigo?
Diana: Es...tu pelo...está tan sedoso y brillante hoy, por favor, dime qué has usado.
Briana: -Se acicala el pelo y sonríe- está bonito ¿verdad? Compré una poción en la ciudad, el comerciante me dijo que te deja como a una sirena.
Diana: ¡Y funciona de maravilla!
Briana: Bueno...gracias.
Diana: Voy a la carnicería, padre me ha pedido que le ayude hoy, ya sabes, tengo que empezar a aprender mi futuro oficio.
Briana: Me alegra saber que por fin has aceptado tu destino, ah y cuando veas a padre, dile que el cordero maldito se ha escapado y madre está fuera de sí porque ese saco de lana infestado de demonios parece haberse escapado.
Justo cuando el plan de Diana está funcionando, su madre entra en la habitación.
Diana: (¡No,no,no!)
Briana: Oh, madre... ¿sabías que padre ha pedido a Diana que le ayude hoy en la carnicería?
Madre: ¿Ah, sí? Me gustaría que ese hombre me consultara antes de tomar ese tipo de decisiones, todavía no has hecho tus tareas de la casa, Diana, termínalo primero y después podrás irte con tu padre.
Diana: (¡Llegaré tarde y Ana pensará que ya no vendré!)
Actúa como si fuera de camino a la cocina para hacer sus tareas, pero cuando ve que no hay morros en la costa, sale por la puerta trasera sin mirar atrás, corre por los polvorientos caminos mientras el viento agita su pelo, lo que hace que su emoción y entusiasmo se eleven de golpe, cuando llega a la plaza del mercado, se abre paso entre la entusiasmada multitud que se agolpa en los puestecillos que bordean la plaza, hay gente sentada en las destartaladas mesas de madera tomando una cerveza y vino de verano, deleitándose con las alegres canciones que toca una banda de folk.
Diana: (¡Esto está hasta arriba hoy! Esperaré a Ana en la fuente tal y como lo prometí, sé que estará pendiente de mí)
Mientras Diana espera en la fuente, sus ojos recorren la plaza, la muchedumbre es una mezcla de gente habitual del pueblo y de las aldeas vecinas que ha venido de disfrutar de las fiestas, de repente oye una voz desconocida a su lado.
???: Buenos días, damisela.
Un ligero olor a pescado flota en el aire y el joven continúa habiéndole como si estuviera leyendo el pensamiento.
???: Encantado de conocerte, me llamo Eric y soy el hijo del pescadero.
Diana: Buenos días, Eric, me llamo...-es interrumpida por Eric-
Eric: Sí, sé quién eres, bella damisela ¿has visto a Ana?
Sin querer, un par de transeúntes empujan a Diana hacia delante, casi encima de Eric, Eric extiende los brazos para que no se caiga, luego frunce el ceño en gesto de desaprobación a las dos chicas que la empujaron sin querer.
Eric: ¡Oye! ¡vosotras dos! ¡mirad por dónde vais!
Diana: (Parece que Eric tiene bastante genio ¿Qué demonios querrá de Ana?) ¿de qué conoces a Ana?
Eric: -Se mete las manos en los bolsillos- la conozco desde que éramos niños y te he visto con ella por la ciudad.
Diana: -Asiente satisfecha de la respuesta de Eric y tiende la mano a Eric- encantada de conocerte, me llamo Diana.
Eric: -Le devuelve el apretón de manos, quizás demasiado fuerte- me alegro de conocer a la amiga de mi amada.
Un grupo de juerguistas, que están sentados cerca de ellos, se echan a reír, sin duda se debe a las grandes cantidades de vino de verano y cerveza, pero se ríen en el momento más oportuno.
Diana: ¿Amada?
Eric: Claro, Diana, Ana y yo somos amantes, nuestra unión se ha hecho más fuerte a lo largo de los años.
Diana: (¿Acaba de decir <<amantes>>?) -frunce el ceño y mira a Eric con sospecha- ¿Cómo puede ser? Seguro que Ana me lo habría contado.
Eric: ¿Quién soy yo para juzgar las acciones de una mujer?
Diana: -Reprime el impulso de reírse ante las palabras de Eric- (un chico tan joven actuando como un experimentado caballero)
Eric: Ana no es una damisela cualquiera y no muestras sus sentimientos a cualquiera.
Mientras Diana sigue pensando en lo que acaba de decir Eric, él mira alrededor de la animada plaza.
Eric: Voy a la tienda de golosinas para comprarle algo a mi amada, por favor, llámame cuando veas a Ana.
Diana: -Asiente distraída, totalmente confundida por todo lo que acaba de ocurrir-
En cuanto Eric desaparece entre la multitud, Diana siente una mano sobre el hombro, se da la vuelta y se encuentra con Ana.
Ana: Pensaba que no aparecerías.
Diana: ¡Ana!
Las dos amigas se abrazan con alegría.
Ana: ¿Qué quería el pequeño Romeo?
Diana: Quieres decir...Eric... ¿tu amante?
Ana: -Suspira con exageración y sacude la cabeza- ¿nunca parará con esta ridícula historia? Quiero decir ¿Quién se creería esa patraña?
Diana: Bueno, parece bastante convencido.
Ana: No me digas que pensabas que...
Ana y Diana se miran y después se echan a reír.
Ana: Creo que él sabe menos que nosotras sobre el tema de ser amantes.
Diana: Pero parece un amante bastantes amable y romántico, de hecho, ha ido a comprarte unos dulces mientras hablamos.
Ana: ¡Que Dios se apiade de nosotras! Ha estado detrás de mí desde que tengo memoria, incluso me he quejado a su madre, pero ella solo se ríe y dice que Eric es inofensivo.
Diana: Ana, eso es muy dulce.
Ana: No hay nada de dulce en todo este asunto, me irrita mucho.
Diana empieza a reír de nuevo y Ana hace lo mismo.
Ana: ¡Venga! ¡vámonos! ¡hay mucho que ver!
Justo cuando comienzan a abrir camino entre la multitud, se paran en seco, Eric está mirando en la dirección donde están las chicas, tiene una bolsa de papel en la mano, sin duda, llena de dulces para su "amante".
Diana: -Susurra a Ana por encima del hombro- ¡rápido! ¡Eric está ahí! Escóndete detrás de mí.
Ana se agacha detrás de su amiga, pero es demasiado tarde, Eric empieza a caminar hacia ellas.
Ana: ¡Corre, Diana!
En cuanto Ana y Diana se dan la vuelta, oyen la voz de Eric llamándolas.
Eric: ¡Ana! ¡querida!
Comienza una loca carrera, tanto Ana como Diana están excitadas y la adrenalina se dispara, Ana empieza a hablar con su amiga sin aliento.
Ana: Separémonos y nos encontramos luego en la fuente ¿vale?
Diana: ¡Vale! -gira a la izquierda y corre por un oscuro callejón, lejos de la ajetreada plaza del mercado-
Cuando los ruidos del festival se pierden por la lejanía, Diana oye el ruido de sus propios pies contra los adoquines y disminuye la velocidad.
Diana: (Creo que le he dado esquinazo a Eric)
La joven rubia camina por el oscuro callejón, donde los altos edificios no dejan traspasar la luz del día y se da cuenta de que nunca había pisado esta parte de la ciudad.
Diana: (Parece una parte antigua de la ciudad)
No hay ningún alma por la calle, solo puertas cerradas y ropa tendida entre los edificios, entonces Diana ve un letrero que dice "Antiguo herbolario", le llega la curiosidad y después de dudar por un momento, abre la puerta principal, un peculiar aroma a hierbas, especias e incienso embriaga su nariz.
Diana: (Esto es un poco raro, me pregunto si es aquí donde Briana compra sus pociones) -se adentra en el interior de la tienda y sus ojos se van acostumbrando a la tenue luz del local-
La joven empieza a hurgar en las estanterías repletas de productos, de las vigas cuelgan ramos de hierbas secas, que de vez en cuando acarician la cabeza cuando ella pasa por debajo, una flor de color azul brillante que crece en una pequeña maceta llama tu atención, pero cuando se acerca para observarla más de cercar, el suelo produce un fuerte crujido.
???: Bueno, bueno, una hermosa y joven dama acaba de entrar en mi tienda... y, encima, durante el Festival de la Primavera, parece que los dioses me están sonriendo desde el cielo.
Diana: No soy una dama.
La anciana mira fijamente a Diana y luego le hace un gesto con la mano.
???: Acércate niña, estoy un poco sorda.
Diana: (Hay algo raro en todo esto) no, gracias, en realidad estoy tan solo de paso, solo...buscaba refugiarme un poco del calor.
Parece que la anciana no la cree y sonríe ante su aprensión.
Diana: (Es una anciana ¿Qué podría hacerme?) -empieza a acercarse, como si estuviera hipnotizada; curiosa pero vacilante llega hasta el mostrador-
???: Me llamo Mara, los aldeanos me llaman "La Sabia", creo que están locos, no soy más que el resto de las ancianas, pero fui bendecida por un don.
Diana: ("La Sabia" ... he oído historias sobre ella)
Mara: ¿Qué has dicho? ¿estás buscando algo en especial?
Diana: No he dicho que buscara nada en especial.
Mara: Todos buscan algo, niña -continúa reflexionando como si no la hubiera oído- no buscas una poción para resaltar tu belleza porque tienes la cara más bonita que he visto jamás.
Diana: -Se queda parada ante ella, incómoda y sin saber qué decir-
Mara: ¿Quizás alguien te ha hecho daño u ofendido? No... eres demasiado buena como para querer vengarte ¿no es así, bonita? - se levanta de la silla, luego extiende sus pequeñas y arrugadas manos hacia Diana- déjame ver, niña, te diré lo que necesitas oír.
Diana: ¿Cómo?
Mara: Tus manos, es una antigua forma de predecir el futuro y además yo nunca me equivoco -mira la duda en los ojos de Diana- no te preocupes, niña, estás a salvo y protegida bajo este techo sagrado, la oscuridad no puede entrar aquí y ningún mal te hará daño.
Diana: (¿Qué futuro podría ser peor que despiezar carne en la carnicería y limpiar la casa para el resto de mis días?) -da un paso hacia delante y pone sus manos entre las de Mara-
Mara: -Recoge las palmas de sus manos con los pulgares y luego se acerca a la cara de Diana- no es amor lo que buscas, porque tu corazón ya está lleno de amor.
Diana: -Se sonroja un poco- (por ahora está siendo bastante precisa)
Mara: Mucha tristeza hay en tu pasado, veo a un cordero y a una joven salvaje bajo una lluvia de estrellas.
Los ojos de Mara se entrecierran todavía más, hasta que sus hinchados párpados los ocultan casi por completo, de repente, sus pulgares se paran y dejan de acariciar las palmas de Diana, los segundos pasan mientras ella sigue mirando las manos de la joven, su expresión se vuelve cada vez más siniestra.
Diana: (Algo va mal, lo presiento)
Mara: Niña...
Diana: ¿Qué? ¿Qué ves?
Mara: -Sacude la cabeza mientras murmura incoherencias-
Diana: ¿Ves la carnicería?
Los ojos de la anciana se cierran, empieza a gemir en voz baja y a pronunciar palabras que Diana desconoce, a medida que se balancea de un lado a otro, le agarra las manos a Diana con más fuerza.
Diana: ¡Para! ¡me estás haciendo daño!
Mara: -Abre los ojos de golpe y le suelta las manos- la oscuridad ha llegado a este lugar y ¡la has traído tú!
CONTINUARA.....
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