Capítulo 3


Cuando Diana hizo su petate y se fue de casa no esperaba conocer a un desconocido tan guapo; sin embargo, aquí está, arrodillado a su lado, después de confesar que está en una importante misión, los pensamientos de Rune todavía parecen estar a millones de kilómetros de distancia.

Diana: (¿En qué consistirá esa misteriosa misión?)

Rune: -Sonríe- ¿parece que se ha animado un poco?

Diana: Sí...gracias a usted.

Rune: Me alegra estar a su servicio.

Diana: Gracias, tengo la cortesía de un caballero.

Rune: Oh...de hecho soy un caballero.

Diana: (¡Guau! Nunca había conocido a un caballero) Bueno, espero poder devolverle el favor algún día.

Rune: Quizás podría... ¿es de aquí?

Diana: Claro.

Rune: Necesito saber cómo llegar al pueblo más cercano, así mi viaje sería mucho más fácil -nota a la chica algo extraña- ¿hay algún problema?

Diana: No... ¿ve esos dos sauces a lo lejos?

Rune: -Entrecierra los ojos y mira hacia donde señala la chica- Sí.

Diana: Tiene que ir por el camino de la izquierda, le llevará directamente a nuestro pueblo.

Rune: -Asiente y se sacude las manos sobre la rodilla apoyada- bien, debería emprender el camino.

Diana: -Evita mirarlo a los ojos y elige mirarlo a lo lejos-

Rune: -Se pone de pie- que pase un buen día, mi señora.

Diana: No soy una señora.

Justo cuando su inesperada aparición le dio esperanzas, estas se desvanecen ante si inminente partida.

Rune: ¿Acaso la he ofendido?

Diana: -Mira a Rune suplicante- ¿está seguro de que se tiene que ir ya? Tengo un poco de pan en el petate si tiene hambre (Uff...a la hora de flirtear parezco desesperada)

Rune: -Mira a la chica como si estuviera intentando resolver un rompecabezas y se inclina sobre ella con galantería- por desgracia me tengo que ir, espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar algún día.

Diana: Y espero que acabe su misión con éxito.

Rune: Tengo la sensación de que los dioses me sonríen desde arriba ¿Por qué sino habrían permitido que me encontrase con un ángel?

Diana: Áng.... (está hablando de mí ¿verdad) pare o hará que me sonroje.

Rune le sonríe antes de darse la vuelta y desparecer, una sonrisa se dibuja en la cara de Diana cuando piensa en esa conversación, el pañuelo blanco que le ofreció con galantería está arrugado en su mano, mira la tela y jura que algún día se lo devolverá en persona.

Diana: (Si lo vuelvo a ver alguna vez) -se toca los labios con su dedo índice, deslizándolo por la suave piel- (¿Cómo serán sus labios?) -sus pensamientos hacen que se sonroje-

La chica esta perdida en sus pensamientos cuando de repente siente dos manos que le agarran por lo hombros.

Diana: ¡Ah!

Ana: ¡Guau! ¡sí que andabas perdida en tus fantasías! ¡podría haberte robado el petate y no te habrías enterado!

Ana da un paso hacia atrás y mira a su amiga sonriendo, Diana esta tan sorprendida que no consigue articular palabra, la chica pelirroja se posa sobre el petate de Diana y frunce el ceño.

Ana: Espera... ¿Por qué llevas un petate?

Diana: Yo...

Ana: -No deja a su amiga terminar la frase- ¿y por qué estás tan rara?

Diana: -Sus mejillas se ruborizan con un tono rojo carmesí, con una amplia sonrisa y sin poder contener su emoción decide contarle lo sucedido- Ana, acabo de conocer a un hermoso caballero.

Ana: ¿Un caballero? ¿Cómo?

Diana: ¡Junto aquí! ¿no te parece perfecto? Estaba sentado aquí, perdida en mis pensamientos cuando apareció de la nada.

Ana: ¡Hala! ¡Cuéntame todos los detalles!

Diana: Se llama Rune, tendrías que haberlo visto, digamos que los chicos del pueblo no le llegan ni a la suela del zapato.

Ana: -Mira a su amiga con los ojos como platos- ¡Y me lo he perdido! ¿Qué te ha dicho?

Diana: Fue muy amable.

Ana: ¿Lo volverás ver?

Diana: No lo sé, pero espero que sí, está en una misión muy importante.

Ana: ¡Hala! Pues parece que tiene el pack completo: amable, guapo y misterioso.

Diana: Y, no sé... parece que nuestro encuentro ha sido cosa del destino.

Ana: Parece que te ha impresionado mucho.

Diana: Tanto que dudo que pueda olvidarle.

Ana y Diana sonríen y la rubia se alegra de haber confiado en su mejor amiga.

Ana: Bueno, si te hace sonreír como ahora, espero que lo vuelvas a ver Diana, en serio.

Diana: ¿Qué haces aquí?

Ana: Estoy harta de las peleas de mis padres, madre se queja de que padre no trae suficiente dinero a casa; y padre se ofende porque se parte la espalda para mantener la familia, necesitaba salir de ahí.

Diana: Oh, eso me suena mucho, he pasado por algo parecido.

Ana: -Mira el suelo y pisa algunas hojas- estaban peleándose cuando me he ido de casa, seguramente siguen enzarzados en la discusión mientras hablamos, no creo que vuelva nunca -señala el petate de Diana- bueno ¿vas a decirme por qué tienes un petate?

Diana: Yo también me he escapado de casa.

Esas noticias alegran a Ana.

Ana: Bueno, entonces parece que las dos estamos de suerte.

Diana: ¿De suerte?

Ana: Nuca adivinarás lo que pasó durante la lluvia de estrellas -sus ojos se llenan de emoción- ¡Arkhandra ha florecido! ¿¡Puedes creerlo?!

Diana: ¿¡Qué?! ¿Cómo?

Ana: Es una locura ¿verdad?

Diana: Nunca pensé que eso sucedería mientras viviéramos.

Ana: Después de la lluvia de estrellas es lo más extraordinario que ha pasado nunca.

De repente Diana siente que todo en su mundo está cambiando.

Diana: La lluvia de estrellas, el corderito y ahora Arkhandra...

Ana: No sé cómo pasó, algunas personas tienen demasiado miedo para ir a verlo porque creen que tiene que ver con la brujería y otros se han reunido en el lugar desde al amanecer.

Diana: Ana ¿Por qué están sucediendo estas cosas tan maravillosas?

Ana: Escuché algo que podría explicarlo, pero te lo contaré cuando lleguemos allí, tenemos que darnos prisa ¡no puedo esperar más! -empieza a alejarse, lista para correr hacia Arkhandra- de repente todo se ha vuelto mágico ¿¡no crees?!

Diana: (Ana tiene razón, la vida se ha convertido en una serie de acontecimientos milagrosos que nadie puede explicar.) ¡Claro que sí!

Ana: ¡Yuju! ¡Sabía que no podrías resistirte! ¡Vamos!

Un poco más tarde, Ana y Diana avanzan a través de un pequeño grupo de personas que rodea a la maravilla de Arkahandra, un perfume embriagador flota en el aire y parece que Diana puede sentir la magia que rodea este espectáculo.

Ana: ¡Guau! Soy ten feliz por haber venido.

Diana: Yo también.

Ana y Diana se quedan en silencio disfrutando el momento, la grandeza de lo que presencian no pasa desapercibida por Diana.

Diana: Nunca podré olvidar esto, igual que la lluvia de estrellas.

Ana: Te conté que había oído algo sobre la princesa Liana.

Diana: ¿Qué es lo que has oído?

Ana: Bueno, escuché a los ancianos del pueblo hablar sobre Arkhandra, ya sabes, cuando fui al pueblo a comprar algo de pan en la panadería esta mañana.

Diana: ¿Sí?

Ana: Decían que Arkhandra es el símbolo de la princesa Liana y la familia real fallecida.

Diana: Ah ¿sí?

Ana: Sí, desde que murieron hace 17 años Arkhandra no ha florecido y ahora todo el mundo cree que es una señal.

Diana: ¿De qué?

Ana: Del regreso de la princesa Liana.

Diana: ¿¡Qué?! ¿crees que es verdad?

Ana: Creo en los milagros ¿y tú?

Diana: Creo que sí, últimamente no dejan de suceder milagros, yo...-de repente su corazón da un vuelco cuando piensa en le corderito-

Ana: ¿Qué pasa Diana?

Diana: Esta mañana ha pasado una cosa muy rara, un corderito se ha colado en nuestro patio, se comportaba como un perro: ladraba, movía la cola, gruñía a los perros mientras comía de sus cuencos.

Ana: ¿En serio? ¿Por qué estas tan triste? ¡si es algo increíble!

Diana: Madre dijo que estaba maldito, golpeó al pobre casi hasta la muerte y ahora esta encerrado en el granero, dios sabe qué le hará.

Ana: -Se queda con los ojos como platos- pero ¿¡qué le pasa a esa mujer?! -dice enojada con la madre de Diana-

Diana: No puedo dejar que hagan daño al corderito Ana, no me lo perdonaría nunca, es la cosa más dulce que he visto nunca.

Ana: -Pone los brazos en jarra y una mirada desafiante se dibuja en su rostro- ¡llévame hasta ese pobre corderito ahora mismo!

En cuanto ve la determinación en los ojos de Ana, Diana se llena de valentía.

Llegan al patio familiar, Ana y Diana se mueven por el patio con gran destreza, se esconden detrás del gallinero y los utensilios de granja, hasta que llegan sanas y salvas al granero, en cuando Diana cierra las puertas del granero detrás de ella, oye balar al corderito.

Codero: Beee.

Ana: ¡Por favor, qué cosa tan bonita! ¡es adorable! -corre hacia el pequeño corderito, lo abraza y entierra la cabeza entre su mato de lana-

Ana suelta al corderito y este corre a vuestro alrededor y saca la lengua como si fuera un perrito, mira a las chicas con los ojos muy abiertos y llenos de confianza y mueve la colita sin parar.

Ana: ¡Es increíble! Es la tercera maravilla en tan pocos días ¡es como si de golpe todo el reino se volviera mágico!

Diana: Es una locura ¿verdad?

Ana: ¿Cómo se llama? Una cosita tan adorable tiene que tener un nombre ¿estás de acuerdo Diana?

Diana: ¡Yo pondré nombre al corderito!

Ana: Es lógico que seas tú quien le ponga nombre a esta preciosidad.

Diana: -Mira a los ojos del corderito y de repente le viene un nombre a la cabeza- ¡lo tengo! Desde hoy en adelante te llamarás.... Laya.

Laya: Beee.

Ana: Laya.

Laya: Beee.

Ana: ¡Sabía que encontrarías el nombre perfecto, Diana!

El momento de euforia se termina muy rápido, ya que de repente oyen voces fuera.

Diana: ¡Rápido Ana, encóndete! ¡son mis padres!

Las dos chicas corren hacia el montón de heno más cercano y se esconden, casi sin respirar, Diana escucha a escondidas la conversación de sus padres cuando entran al granero.

Madre: Aquí está el demonio ¡míralo!

Diana oye los sonidos sordos de los pasos de dos personas que se aproximan al corderito.

Padre: Elith, parece inofensivo.

Madre: ¡Espera, Patrick!

Laya: ¡Beeee!

Madre: ¿Has visto eso? ¿has visto como enseña los dientes como un perro rabioso?

Diana: (Solo porque está asustado, madre)

Padre: Sí, lo he visto.

Ana y Diana se miran con los ojos abiertos.

Madre: Creo que deberíamos matarlo y después quemarlo para liberar a los espíritus malignos que podrían estar ocultos en su carne.

Diana (¡No!)

Padre: Un corderito tan suculento, tal vez sería mejor dejarlo aquí y aprovechar su carne para hacer un buen asado el domingo.

Madre: ¡Por todos los santos! A veces me pregunto si realmente me escuchas Patrick ¡no nos comeremos su carne maldita por nada del mundo!

Padre: Vale Elith, yo me ocuparé de esto.

Las voces de los padres de Diana se alejan cada vez más, hasta que Diana oye que la puerta del granero se cierra detrás de ellos otra vez.

Diana: Ana...no podemos dejar que le pase nada a.... -es interrumpida por Ana-

Ana: No hace falta que digas nada, no dejaremos que lo hagan, jamás.

Ambas corren hacia el corderito, pero se paran en seco al darse cuenta de que Briana está en el granero.

Briana: Me preguntaba cuándo saldréis de vuestro escondite.

Diana: ¿¡Briana?! ¿Cómo, cuándo...?

Briana: A diferencia de ti Briana, me quedo callada cuando los mayores hablan y os vi a las dos colándoos aquí antes, niñas estúpidas e ingenuas.

Ana: ¿Y qué vas a hacer ahora? Cuéntanos.

Briana: ¿Por qué crees que voy a hacer algo? Necesito un mechón de lana de cordero para uno de mis experimentos de pociones.

Ana: ¿Qué demonios, Briana?

Briana: Chitón, tan solo eres una amiga de mi hermana pequeña.

Ana: ¿Qué?

Briana: ¿Por qué no te preocupas por tus propias ovejas y te largas de graneros ajenos?

Ana: No tengo por qué escucharte.

Briana: Más vale que te muerdas la lengua...no te olvides Ana, de que también conozco a tus padres.

Diana: (Esto se nos esta yendo de las manos)

Antes de que Briana y Ana puedan continuar, la voz de la madre de Diana corta la tensión, estaba llamando a Diana desde algún lugar del patio y por supuesto no se ha da cuenta que te has escapado de casa.

Madre: ¡Diana!

Diana: (No,no,no...) Briana por favor, te lo suplico.

Diana mira a su hermana suplicando, ella la mira fijamente, dudando por un momento, pero llama a su madre.

Briana: ¡Está aquí, madre! Con su amiga Ana.

La madre de Diana escupe un aluvión de insultos demasiados duros incluso para volver a repetirlos y luego grita.

Madre: Dile que quiero verlas en la cocina ¡ahora!

Briana: -Sonríe a las dos con maldad mientras le responde a su madre- ¡estarán ahí en un segundo, madre!

Ana y Diana se arrastran hasta la cocina.

Diana: Ana no tienes por qué venir, me enfrentare a ella sola.

Ana: No pienso dejarte sola en esto.

Madre: -Se sienta en la mesa de la cocina cuando ve a las dos asomarse por la puerta trasera, mira a Diana y después a Ana y a continuación se levanta con los nudillos blancos de apretar los puños contra la mesa de la cocina- así que tú eres la holgazana que le ha comido la cabeza a mi hija para que corretee por ahí como un animal salvaje.

Diana: ¡Madre!

Madre: Es mejor que no escuches Diana, no hay otra manera de hablar con alguien de su calaña, es el único idioma que entienden.

Diana: (Esto es insoportable, no puedo dejar que madre humille así a Ana ¡no está bien!)

Madre: No hemos tenido la desgracia de conocernos en persona todavía, quizás porque no sabías usar la puerta y porque seguramente naciste en un establo.

Diana: -Cierra los ojos para luchar contra las lágrimas-

Madre: Siempre corriendo, como si fueras un ganso salvaje que no tiene a dónde ir, pero supongo que es algo que no se puede evitar, de tal palo tal astilla, tu madre siempre fue una mujer grosera y tosca.

Diana mira a Ana, se está mordiendo el labio y tiene las manos apretadas en puños, puedes ver el dolor en sus ojos.

Diana: ¡Ya basta! -grita ya enojada-

Madre: -Se sorprende por el repentino estallido-

Diana: No eres mejor que todas esas cosas que acabas de decirle a Ana...madre ¡¿es que no lo ves?!

Madre: Jamás -dice mientras mira a su hija incrédula-

Ana: -Coge la mano de Diana y le da un rápido apretón-

Diana: Ana es mi mejor amiga y no todo lo que le acabas de llamar, ni por asomo ¡es amable y cariñosa, y es fiel a su palabra!

Madre: ¡Silencio!

Ana mira a su amiga y la gratitud que se refleja en sus ojos la emociona, Diana se siente orgullosa de si misma para defender a su querida amiga.

Madre: Diana, te prohíbo ser amiga de esta...pobre campesina ¿entiendes?

Diana: Madre...

Madre: No es discutible, ahora saca a tu mugre de mi casa, Ana ¡y no vuelvas jamás!

Diana mira a Ana y ve como las lágrimas empiezan a resbalar por sus mejillas, sin embargo, su rostro no muestra expresión alguna y las lágrimas son tan solo una vía de escape para toda la ira que siente.

Madre: ¡Fuera! ¡ahora!

Ana: -Se da la vuelta y sale corriendo por la puerta-

Una vez la conversación ha terminado, la madre sale de la habitación sacudiendo la cabeza en señal de desaprobación, en cuanto sale, entra Briana.

Briana: ¿Qué me he perdido, hermanita? ¿tu amiga se ha ido con la cabeza intacta?

Diana: ¿Acaso te importa?

Briana: Para nada, es solo por diversión ¿Y de qué habéis hablado madre y tú?

Diana: -Aparta la mirada y se mueve incómoda-

Briana: ¿Y bien?

Diana: No creo que daba contártelo, madre me dijo que no lo hiciera.

Briana: ¿Madre te dijo que no me contaras el qué?

Diana: La razón porque quería hablar conmigo.

Briana: ¡Por dios, Diana! Parece que esté hablando con la pared ¡Suéltalo ya!

Diana: Madre ha cambiado de opinión sobre qué hija irá a estudiar a la ciudad, lo siento Briana.

Briana: -La mira incrédula y suelta una carcajada- ¿estás de broma? ¡me parto y me mondo!

Diana mantiene la mirada fija haciendo que la risa de Briana se desvanezca.

Briana: ¿Estás intentando engañarme?

Diana: No me atrevería.

Briana: Cierto, no tienes agallas para mentirme.

Diana: Simplemente no quiero que te sorprendas cuando madre te lo diga, tómatelo como un aviso fraternal.

Briana: Pero madre me quiere, no me haría eso.

Diana: Claro que te quiere Briana, pero no sabe cómo decírtelo, todavía no.

Briana:No me creo que haga eso...me merezco ir a la ciudad...esa z*rra rabiosa... se la devolveré ¿Cómo puede hacerme algo así? ¿no soy lo suficiente buena? ¿acaso me odia? Debería hacer algo...

Madre: ¿Qué andas murmurando, Briana?

Briana: ¿¿Cómo has podido??

Madre: ¿Perdón?

Briana: Tú... ¡tú eres la peor madre del mundo! ¡tú...vaca asquerosa!

Madre: ¡Basta! ¡a tu cuarto! ¡ahora! Y... te quedas sin cenar ¡fuera de mi vista!

Briana sale de la habitación sollozando y su madre sale por la puerta trasera para tomar un poco de aire fresco.

Diana: (Volver aquí ha sido una mala decisión) -se sienta en la silla dejando su mente en blanco por un momento, hasta que de repente, se acuerda del corderito en el granero- (¡Cómo he podido olvidarlo! Tengo que salvarlo y quizás debería darme prisa, creo que madre quiere matarlo esta noche.)

Diana sale corriendo al patio y se dirige al granero, sin aliento abre la puerta, pero su lanudo amigo ya no está, el granero está vacío y el cordero se ha marchado.




CONTINUARA....  

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