Capítulo | 9 |
Al principio mi vista era borrosa e irregular incluso el miedo de haber quedado ciega me invadió, pero descarté esa idea cuando mi vista se empezó a tornar más clara y regular como tenía que ser, mi cuerpo sentía el clima frío y la nieve cayendo en pequeños copos de nieve que se esparcían por el suelo, o más bien la tierra. Los árboles plasmados de hojas secas y nieve cubriéndolo llamó mi atención rápidamente, yo conocía esos árboles, y creo que los conocía demasiado bien.
La tierra se sentía húmeda por debajo de mis Converse que deberían ser blancos pero ahora eran más negro que nada, la temperatura empezaba a subir y el sol se empezaba a esconder por sobre los grandes árboles a mi alrededor. Las aves cantaban y yo simplemente me negaba a aceptarlo, mi cerebro se cerraba ante esa idea que empezaba a darme dolores de cabeza y hacía que los orejas zumbaran, sentía como mi respiración se contraía a cada segundo que pasaba, los recuerdos, las imágenes, las peleas y los reproches me invadieron por completo.
Una rama crujió sobresaltándome y Devan caminaba hacia mi con el ceño fruncido, detrás de él se encontraba Shirley evaluando todo por primera vez. Tomé a Devan por el dobladillo de su cuello estampándolo el primer árbol que encontré tomándolo por sorpresa.
—Dime que no lo hiciste, dime que no estamos aquí —Me encontraba susurrando para contenerme, pero simplemente no pude y exploté—¡Dímelo! ¡Dime que no fuiste tan estúpido para traernos aquí Devan!
Soltó el agarre de mis manos por sobre su cuello tomándolas fuerte entre sus manos pero no lo permití y sin esperarlo estampé mi palma en su mejilla haciendo que su cara rodara. Me miró y sus ojos se llenaron de oscuridad sosteniendo nuevamente mis manos sin importarle.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué estamos en Arcanis? Pues sí, estamos aquí. Y antes de golpearme deberías pensar en que he salvado tu jodido culo, no teníamos otra opción.
Soltó mis manos de manera brusca y me alejé soltando un grito ahogado. No quería estar aquí, era un peligro, yo era un peligro y no tenía la manera de escapar esta vez. Al menos que tomara las alternativas que había tomado la última vez, tenía que hacerlo, yo tenía que escapar de aquí costara lo que costara. Regresé con el resto para emprender la caminata en silencio; solo pensaba en las consecuencias que esto traería, en los reproches y las preguntas de la cuáles no tenía respuesta.
—Ya me está preocupando —Escuché decir a Shirley—, no está hablando.
—Es normal, está en Shock aún.
Cuando me disponía a mandarlo directito a la mierda con su 'Está en Shock' sentí el punzante ardor detrás de mi oreja, maldición no. Devan iba a contestar pero se calló abruptamente recargándose en el árbol junto a él, soltó un pequeño jadeo y me alegraba que sintiera dolor aunque yo iba a sentir lo mismo que él, jadeé cayendo al suelo, Shirley se acercó pero le pedí que se alejara con la mano dándole a entender que estaría bien en cuanto el ardor pasara. El ardor se hizo presente nuevamente pero ahora en mi espalda baja, después en mis dedos meñiques, hombros, nuca, tobillos, cuello, muñeca. El ardor me invadió por más tiempo haciendo que me regocijara colocando mis cabeza en el árbol, menos mal que había muchos árboles por aquí. Al final el dolor desapareció después de varios minutos, cerré los ojos mientras controlaba mi respiración, al menos había podido contar cuantas estrellas tenía por fin. Los abrí cuando Devan habló;
—Ya levántate, no fue para tanto.
—Vete a la...
—¿Sabes qué Devan? —Interrumpió Shirley mirándolo desde donde nos observaba a ambos
Devan alzó las cejas.
—No te metas en esto Shirley, no es de tu incumbencia.
—Deberías callarte o por lo menos ser un poco más amable, tal vez tengas razón al decir que el venir aquí fue nuestra única vía de escape. Pero no se te olvide que Gracell huyó de aquí, no sabemos sus razones pero no creo que lo haya hecho por mero berrinche, deja de presionarla y deja de ser un patán tanto con ella como conmigo.
>> Nos has traído a un jodido lugar en el que soy una amenaza, en donde pueden matarme, la has traído a ella al lugar que más teme ¿Y todavía tienes la decencia de decirme que no es de mi incumbencia? Porque déjame decirte que esto si es de mi jodida incumbencia, puedo morir, y a ella pueden causarle muchas cosas malas por tú culpa. Así que no vuelvas a decir que esto no es de mi incumbencia porque claramente si lo es.
Devan se mantuvo callado ante las palabras dichas por Shirley, me miró a mi y desvíe la mirada de él, no dijo nada, solo negó y desapareció por la fría noche alejándose de nosotros.
—Gracias. —Susurré.
—No agradezcas, se lo merecía. Es un cretino.
Sonreí ante sus palabras, se sentó junto a mi en el suelo y giró a verme para después sonreír hacia mi.
—¿Qué fue todo eso?
—Cuando llegamos a Arcanis nuestras estrellas se manifiestan —Señalo mi hombro donde descansa una pequeña estrellita negra combinada con sangre y sudor mezclada—, ésta pequeña estrellita que parece un tatuaje arde cuando se hace presente, imagínate todo el dolor multiplicado por 10 en varias partes del cuerpo al mismo tiempo.
>> Duele, pero no mucho, éstas se esconden en el mundo humano, no sabemos la razón por la que lo hacen pero en cuanto estamos en donde pertenecemos ellas aparecen de la nada. Cada estrella en cada parte del cuerpo representa algo, un poder, la que tengo detrás de la oreja me permite la telepatía, cada una tiene una función y un significado.
—Fascinante.
—¿Escuchas eso? —Pregunté y él niega—. Exacto, no hay ruido.
Me levanté con pesar y Shirley hizo lo mismo, caminé curiosa hasta detrás de ese enorme arbusto delante de mi y brinqué cuando el sonido de un crujido sonó, corrí de regreso pero cuando llegué ya era tarde. Shirley y yo estábamos rodeados por al menos dos docenas de hombres, todos con armas en las manos, vestidos completamente de negro pero con la insignia de las 11 estrella bordadas a un lado del pecho izquierdo de cada uno, maldije en voz baja alzando las manos lentamente, eran guardianes, estábamos jodidos.
—¡Identifícate! ¡Ahora!
Reí mirándolo de arriba abajo, Shirley me miró con ojos suplicantes, probablemente pensando que haré un tontería. Él apuntó su arma tan cerca de mi cara tratando de intimidarme, fruncí las cejas pero luego las relajé desplegando mi sonrisa juguetona y egocéntrica.
—¡Habla! —Gritó el hombre frente a mi.
—¡Vamos! ¿Es qué tan rápido te has olvidado de mi? Eso duele Carl. —Llevé una mano a mi pecho ofendida.
—¿Gracell?
—¿Ahora me tuteas? —Repliqué.
Rió bajando el arma y ordenando que todos lo hicieran, me miró como solía hacerlo.
—A tú familia le dará tanto gusto verte.
—No opino lo mismo.
—Espósenla —Ordenó—, y a su acompañante también.
Me tomaron de los brazos obligándome ha hacerlos para atrás, el ardor quemaba mis muñecas, esposas de plata bendita. Era un dolor soportable pero aún así dolía. Sonrió con arrogancia sabiendo lo que se avecinaba para mí, sabía que nunca había sido bienvenida aquí, le divertía verme así. Sé que lo hacía.
[=]
Mis pies dolían como nunca dolieron alguna vez, estaba frustrada y hambrienta. Me empujaron nuevamente por el largo camino hasta Arcanis, que según mis recuerdos, estábamos muy cerca. Carl iba platicando de manera normal y con esa estúpida sonrisa triunfante en su rostro, yo por otra parte, quería arrancarle esa estúpida sonrisa de su rostro de un golpe como solía hacerlo antes. Alcé mi mirada hacia enfrente cuando el camino que estaba recorriendo se hizo más notorio y cuidado, ahí estaba, mi bello hogar, mi bello Arcanis.
Parecía más viejo que la última vez que la había visto, hace un año y medio. El puente que conectaba el bosque con la 'ciudad' parecía más viejo de lo que ya era, el agua cristalina debajo de éste continuaba ahí, mágica y refrescante probablemente. Fui empujada otra vez cuando me detuve mirando el agua, gruñí y eso los hizo reír, jodidos idiotas.
Los grandes edificios rústicos pero elegantes decoraban la entrada principal, bonitos y llamativos edificios de un color blanco con pequeñas ventanas de cristales. Las calles antiguas como siempre y las pequeñas casas y negocios a un lado le daba un aire a esta ciudad tan aburrida, a lo lejos notaba mi hogar, o el que fue algún vez mi hogar. Una de las mansiones más grandes de por aquí, al otro lado, igualmente a lo lejos, se encontraba el gran estadio de entrenamientos y el enorme juzgado, suspiré con resignación.
Era de esperarse que todos los ojos estuvieran puestos en nosotros, aquellos guardianes que escoltaban esposados a dos chicos que nadie recordaba, lo usual. Bajé la mirada, lo bueno de todo esto era que al parecer nadie me había reconocido, miré mi aspecto levemente.
Estaba llena de tierra y restos de hojas de árbol y un poco de nieve, mi ropa estaba rota en algunas áreas y éstas tenían sangre a un lado con sudor seco y más tierra, mis zapatos estaban completamente negros por tanta suciedad. Sentía mis ojos hinchados y mis labios resecos, seguramente el maquillaje que me había puesto el día anterior estaba corrido por todo mi rostro, mi cabello ni siquiera quería verlo.
Seguramente parecía un nido de pájaros por construir, negué, definitivamente nadie me reconocería. Miré a Shirley que caminaba a unos pasos que de mí con la cabeza gacha mirando el suelo y él, igualmente, no estaba mejor ni peor que yo.
Estaba sucio, con el cabello completamente lleno de tierra y suciedad. Su ropa estaba rasgada y sus zapatos estaban a punto de romperse, esto era mi culpa, no. Esto era culpa de Devan, él nos había traído aquí e independientemente de lo que había tratado de hacer él sabía que no podíamos estar aquí.
Fruncí mis cejas, cabrón, al menos él había huido, levanté la mirada y quise arrepentirme al segundo de haberlo hecho, mis ojos toparon con tres pares de ojos que me observaban con asombro, incluso creo que se les metería una mosca en la boca si no la cerraban.
Bajé la mirada rápidamente, pero la levanté nuevamente encontrando al otro par de ojos curiosos, él me miraba de manera desaprobatoria como solía hacerlo siempre y esa era la razón por la que siempre solía mandarlo a la mierda, mientras ella era inmensamente feliz al verme así.
Mis mejillas se sonrojaron y no precisamente de la vergüenza, pienso que la vergüenza la perdí hace mucho tiempo. Mis mejillas estaban calientes de la furia que sentía en este momento, nunca entenderé la razón del porqué ella me odiaba, nunca me dio las razones concretas y específicas para odiarla, y yo no le había dado razones para que me odiara con tanta fuerza.
Cuando llegamos al enorme juzgado las puertas se abrieron, y podía jurar que mi corazón se agitó sin evitarlo, Shirley fue empujado igual que yo e incluso estuve a punto a caer al suelo, Carl nos acompañó con solo dos guardianes más ya que no podían entrar muchos aquí, mis muñecas dolían y quemaban al mismo tiempo, el efecto de la plata ya se empezar a tornar tedioso y más doloroso de lo usual.
El pasillo se me hacía eterno conforme llegábamos a la enorme puerta dorada que se abrió sin esperar, lo primero que mis ojos notaron fueron las tres cabelleras rubias frente a mi, mantuve mi expresión neutral como siempre, los tres se giraron y sin evitarlo una sonrisa llena de maldad, de un dolor que iba más allá de lo que ellos podían entender se plasmó en mi rostro, y hablé, tomándolos por sorpresa;
—¿Me extrañaron?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top