Capítulo | 5 |

Siento un dolor agudo en mi cabeza que palpita sin parar, abro los ojos con lentitud pero los cierro al instante en el que la luz blanquecina se cuela por mis ojos irritándolos. Los abro nuevamente dejándolos abiertos esta vez, observo con detenimiento mi alrededor. Ésta no es mi habitación, toco la cama en la que me encontraba acostada sintiendo las texturas de las sábanas, definitivamente ésta no es mi habitación. Los rayos del sol traspasan la ventana, me incorporo masajeando mi cabeza esperando que el dolor agudo en ella se calme, recargo la cabeza en la pared cerrando lo ojos, los abro cuando la puerta se abre haciendo un ridículo ruidito en protesta, frunzo el ceño observando a Shirley entrar en la habitación totalmente despeinado y parece un poco agitado.

—Ya veo que has despertado. —Murmura sentándose con mucho cuidado en el sillón a una distancia un poco alejada de donde me encuentro.

—¿Qué demonios pasó? ¡Oh, maldición Shirley tú tienes que explicarme que mierdas pasó conmigo! —Miro las ventanas— y no olvides decirme en donde estamos.

—Bueno... estamos en la casa abandonada.

Me levanto dispuesta a tirarlo por la ventana pero eso no me detiene, miro mi mano como si fuera lo más extraño en este mundo, levanto la mira hacia él. Abro la boca horrorizada, oh no.

—¿Qué me hiciste?

—¿Yo? —Se señala— ¡Yo no te he hecho nada! Pero... ¿Me ibas a lanzar por la ventana? —Musita con indignación.

—No... —Frunzo el ceño— ¡No me cambies te tema mono descerebrado!

—No entiendo muy bien lo que te paso, de hecho no entiendo una mierda nada de lo que está sucediendo, pero él sí, me dijo que en cuanto despertaras lo llamara y...

La puerta se abre de un golpe, casi golpeando a Shirley en el hombro. Un chico aparece por la puerta caminando como si fuera el rey del mundo mientras muerde una manzana como si fuera lo más normal. Sus enormes ojos grises cubiertos por extensas y largas pestañas inspeccionan la habitación hasta dejarlos en mí, es alto y ancho, de piel pálida como una hoja de papel o como la misma nieve en invierno, viste completamente de negro y su cabello castaño oscuro va en un copete hacia arriba, es largo, pero no lo es demasiado. Sonríe de manera arrogante mirándonos, su estúpida voz arruina todo.

—¡Oh, por favor! Que mi presencia no sea un obstáculo para seguir su conversación. —Camina hasta sentarse en la cama mientras muerde nuevamente su manzana verde.

—¿Y a éste de dónde lo has sacado? —Pregunto a Shirley y él se encoge de hombros.

—Siendo sincero ni siquiera sé de donde salió, sólo sé que bajó de las escaleras cuando te desmayaste y me dijo que había un cuarto desocupado por si quería subirte. Lo cuál hice.

—¿Y?

—Soy el que te ayudará pero si no quieres no preciosa, yo no tengo inconveniente. —Sonríe otra vez.

—¿Así? —Río— Tú no puedes ayudarme, solo pareces un pequeño inmaduro que engaña a la gente para conseguir un poco de plata.

—Ríete todo lo que quieras, pero este pequeño inmaduro fue el que hizo que una princesita mimada como tú no pudiera usar sus poderes. Te recuerdo.

—¿Qué?

—En Arcanis, eras un año menor que yo por lo tanto solo te observaba desde el otro lado de la cancha. Recuerdo que un chico rubio te aventó hasta el establo...

Entrenamiento, establo, vacas, risas. Lo recuerdo. Me cruzo de brazos.

—Claro, eres el chico desterrado por practicar magia negro además de tener alianzas con las brujas negras.

Ríe con auténtica diversión.

—Lo dice la princesa que fue desterrada antes de su coronación, exceptuando el hecho de asesinar a su propia abuela —Chasquea los dedos con diversión—, no olvidemos el hecho de que se acostaba con humanos —Ríe —. Y como olvidar el que haya sido desterrada por su propia familia... ¿Qué me dices su alteza? ¿Es tan malo ser pobre ahora que ya no estás rodeada de lujos?

Apreté los dientes con fuerza, este maldito sabía muy bien como callar la boca a cualquiera, tomé el tabique de mi nariz apretándola con fuerza, dirigí mi vista hacia él que reía ante mi silencio, oh no amigo, ganaste la batalla más no la guerra.

—Si te crees tan poderosos entonces... admito que necesito tu ayuda.

—¿Perdón? —Se hace el de oídos sordos— Creo que no te he escuchado bien.

—¡Imbécil! ¿Ahora si escuchaste? Porque creo que hace un momento me has escuchado perfectamente.

—Chicos... creo que deberíamos venir en otro momento Gracell. —Interviene Shirley con preocupación, me giro y le regalo un diminuta sonrisa tranquilizándolo.

—Bien, bien. Pero no grites, pareces una loca —Lo odio—, sígueme.

Camino detrás de él en silencio por el largo pasillo, bajamos las enormes escaleras y en donde creo, según yo, estaba el pentagrama ha desaparecido, al igual que todas las hierbas y cosas extrañas, solo está una sábana blanca cubriendo algo en el fondo en aquella pared, frunzo el ceño mientras entramos a lo que parece la cocina. Él se sienta, me siento frente a él masajeando mi cuello que aún duele, sus ojos grises me observan con cautela, como si esperara que en cualquier momento hiciera algo mal para poder venirse sobre mi, eso no sonó para nada bien. Niego con la cabeza despejándola, lo observo juntando mis cejas, suelta un bufido antes de hablar;

—Eres valiente.

—Sólo encuentra una manera de sobrevivir, ¿Qué fue lo que me pasó? ¿Porqué sentí ese olor tan intenso? Debo admitir que nunca había sentido un dolor como ese.

—Por el hechizo de protección que tengo aquí ¿Sabes cuántos enemigos tengo? —Niego— Muchos, más de los que te imaginarias. Así que creé un hechizo de protección para que tuviera aunque sea unos minutos para poder escapar, cada ser sobrenatural, cada Venator que intente entrar aquí sufrirá lo mismo que sufriste tú, aunque contigo fue diferente, algo no funcionó muy bien —Frunce el ceño—. Se supone que el hechizo se hace presente en cuanto la persona cruza la reja, en ti tardó unos minutos en lo que tu cuerpo lo detectó y aún así pudiste entrar a la casa e inspeccionar mis cosas, e incluso debiste desmayarte al instante, todavía te tomaste el tiempo de gritar y retorcerte.

>> Después de todo si eres tan fuerte como todos dicen, ¿Sabes cuánto dinero están dando por tu cabeza? La familia Real parece muy empeñada en encontrarte y no le importa dar toda su fortuna para conseguirlo, esa plata me vendría de maravilla.

—¿Los has llamado? —Pregunto alarmada a punto de salir corriendo.

—No, para tu buena suerte. Siempre me voy por lo que me dejará más que plata, ya sabes, algo mucho más valioso, así que pequeña princesita fugitiva te ayudaré siempre  y cuando sigas unas pequeñas reglas. La primera es que no grites, odio los gritos, la segunda es que harás todo lo que yo diga sin protestar y la tercera es que te costará demasiado caro...

—No importa el dinero, sé conseguirlo fácilmente. Así que acepto, sólo tengo una pregunta —Asiente— ¿Cuándo volverán mis poderes? ¿Qué hiciste con ellos?

—Yo nada, y respecto al dolor que sentiste, no fue completamente mi culpa, tus poderes están conectados con tu alma, tú no quisiste ceder por lo tanto tus poderes tampoco, lucharon haciendo que sintieras tanto dolor pero al final cediste pero estabas tan exhausta que mejor te desmayaste. Así que simplemente están reprimidos mientras continúes aquí, siguen ahí. Sólo que no se pueden manifestar en ésta locación, es por mi seguridad. Cuando salgas de la casa tus poderes vendrán de un golpe y tratándose de ti dudo mucho que sea agradable, probablemente te desmayaras al momento, te veo mañana aquí a ésta hora, ni un minuto tarde, odio la impuntualidad —Frunce el ceño—.  Tú novio viene bajando las escaleras.

Tenía tantas ganas de replicar sobre mi supuesto novio, pero me las guarde poniéndome de pie, no era estúpida para entender esa miradita que me había lanzado. Me levanté y encontré a Shirley bajando las escalera con una sonrisa, caminamos hasta la puerta en silencio pero Shirley siendo Shirley lo rompió.

—No me gustaba estar ahí, menos mal que ya hemos salido.

—A mi tampoco me gustó estar ahí adentro. Pero tengo que hacerlo.

—No confío en él. —Murmuró.

—Yo tampoco confío en él —Lo miro—, así como tampoco confío en ti.

Asiente sabiendo que tengo razón, no puedo darme el lujo de andar regalando mi confianza con cualquiera, recordé lo que aquél espeluznante chico había dicho, me giré de manera alarmada hacia Shirley que me miraba desconcertado.

—Me desmayaré, llévame a mi apartamento.

—¡Wow! ¿Qué? ¿Justo ahora? —Parecía asustado.

No tuve tiempo de contestar porque ya sentía esa pequeña presión en mi cuerpo, sentí como mi cuerpo se empezaba a contraer, y sin más, me desplomé cayendo en sus brazos.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top