Capítulo 15 "Nunca falto a mis juramentos"

Estaba nuevamente muy cómodamente acostada en una cama deliciosa. Esta vez la bruma en su cerebro le permitió recordar que estaba en Erbal con Zaím, ella había salido a buscar a Azi y de paso darle un pequeño susto y después... ¿Qué pasó? ¿Acaso todo se repetiría? Aun sin abrir los ojos se quiso dar la vuelta y gimió cuando su cara tocó la almohada pese a su suavidad. Oyó a lo lejos la enfadada voz de Zaím y a ella la neblina del sueño se la llevó de nuevo.

- Obviamente no está bien. Fue una soberana tontería haberla dejado aquí. Preparen todo, dile a Hiram que la llevaremos a Durban al hospital. –decía muy enojado Zaím al médico en la habitación. Azima con una mirada le pidió se calmara. -¡No está bien! –exclamó.

- Ella lo está. –le dijo con calma.

- ¿Cómo lo sabes?

- Tú alcanzaste a oír lo que dijo: que se la habían llevado unos viejos y que al saber quien era la habían dejado a medio desierto, afortunadamente con un caballo para volver. Y que se cayó del caballo. –Habiba lo había balbuceado cuando había entrado en la ciudad aun en el Jeep y en brazos de Zaím, él se lo había dicho a Azima.

- Exacto, se cayó desde esa altura, puede tener aparte de contusiones, daño interno...

- Cayó en la arena, suele ser mucho mejor que el suelo duro. Y ella se ha caído muchas veces créeme, es dura de roer. Con la cara bueno no, es definitivamente la reina de las desgracias si algo le toca la cara apenas, ese golpe creo fue al caer. –Ya más despierta y mientras Zaím despertaba a todo el personal médico cercano, Habiba le había contado todo rápidamente a Azima, de allí su calma. No podía decirle que había sido una bofetada, que habían sido unos tontos chiquillos quienes se la habían llevado porque eso no detendría a Zaím de provocarles lo peor. Y ella entendía la compasión de Habiba pese al enorme susto que se había llevado, no era de llorar pero al verla llegar hecha un desastre, se le habían llenado los ojos de lágrimas de preocupación, aun ya más calmada por saber todo y con Habiba sedada para el dolor, había llorado un poquito pues le había recordado lo sucedido con Gaby hacía tan poco. Era algo que no olvidaría ninguno de los implicados jamás.

- No, eso ha sido un puñetazo ¿no oíste como se quejó cuando apenas le tocó la cara la almohada? Voy a matarlos dolorosamente.

- Zaím créeme, ella está bien, solo adolorida. Antes de quedarse dormida me repitió lo que te dijo. No le pusieron mano encima, ella se cayó y aparte del susto es todo.

- Tendrá traumas por esto. –se llevó las manos a la cabeza frustrado y preocupado. Ella con una seña hizo salir al médico. –Esto no volverá a pasar. –El desierto estaba siendo escaneado con precisión letal.

- Sé que no.

- ¿Querrá irse no es así? –le dijo con voz tensa.

- No, no tiene por qué. Aunque no lo creas estas cosas pasan.

- ¿No tiene por qué? Acaba de ser secuestrada en su casa. No la cuidé, no la protegí. No la encontré lo suficientemente rápido. No podré detenerla si quiere irse. Y claro que estas cosas pasan, precisamente por eso esto fue un error garrafal.

Azima le miró entendiéndolo muy bien. Parte de ser un alfa es que no se toleraban los errores, menos cuando involucraban a quien más te importaba. Le recordó a León y como actuó después de lo que pasó con Gabriela. Lo habían tenido que dormir para que descansara un poco. Habían tenido que hacer locuras arriesgadas para que volviera a ser él mismo, al pensarlo sonrió un poco.

- Ven, siéntate.

- No es momento para... -ella tomó su brazo y lo sentó en la misma cama donde Habiba dormía y se puso frente a él de pie.

- Cálmate y escúchame. Eres ideal para ella pese a esto que pasó –él parpadeó. – ¿Me permites decirte porque lo creo? –él asintió como autómata. – Primero: En cuanto la viste, la quisiste y actuaste de inmediato. Fue un buen inicio. Algo salvaje pero demostró que eres decidido. Segundo: le diste su tiempo, a pesar de lo que ella considera, no la avasallaste, no te impusiste. Dejaste que el tiempo siguiera su curso. Un paso más lleno de consideración. Tercero: Y este es importante, le dejaste que pusiera un trato por demás desigual ¿Qué hombre árabe permite eso? Que tu esposa no te deje tocarla por tres meses...

- Dijiste que fue estúpido. –le recordó.

- Cierto, pero eso demostró que seguías queriendo que ella estuviera cómoda. Y sé que pese a que cancelaste todo eso deveras lo intentaste.

- Sí, lo intenté. Pero conforme pasaba el tiempo me di cuenta que era una locura. Sobre todo porque ella, sé que ella siente algo, aunque sea mínimo pero no le soy indiferente. –Azima apretó los labios para no sonreír. Si supiera la cantidad de veces que detuvo a Habiba de volver cuando estaban en la playa con los ancianos había alegado muchos pretextos tontos eso sí. Su prima si estaba muy interesada en su matrimonio y este hombre. Era curioso que él no se diera cuenta de hasta que punto.

- La cuidarás y protegerás. No me cabe duda.

- Con mi vida. –aseguró con fervor.

- ¿La quieres?

- Bueno, claro que sí por eso fui por ella.

- Me refiero a sí la amas. –él volvió a parpadear y Azima soltó una carcajada. –Hombres, por muy A P A que sean... -Esto no siempre lo tienen claro pensó. Su preocupación era un detalle más que claro. Pero quizás ni su primo León lo había tenido tan claro al principio, pero su enorme y fervoroso amor hacia Gabriela era lo que ella querría si esas cosas le interesaran. Lo bueno que no. Por eso Omar era una apuesta segura y además lo había prometido al rey. Eso sí, hijos nada de nada. Nadie mejor que un hijo de León para gobernar a futuro o el mismo León de hecho. –Piénsalo un poquito. Por lo pronto Habiba está bien, adolorida pero bien. Dejemos el drama y seamos prácticos. Ella está aquí, no irá a ninguna parte, cuídala mucho, es más sé que no te apartarás de aquí, así que aprovecha a descansar y quédate a su lado y... no quiero ni pensar cuando esté en labor de parto de su primer hijo. –Lo vio palidecer y ella volvió a reírse. – León será un desastre. –dijo para sí saliendo ya de la habitación. Estos alfa podían ser muy alfas, poderosos y arrogantes pero eran unos débiles en cuanto veían sufrir a quienes amaban y no podían hacer nada. Cerró la puerta con un suave clic.

Habiba abrió los ojos y se estiró, aparte de un leve tirón en la espalda no sintió nada. Se giró y se topó con el rostro dormido de un bello hombre.

La barba... ya no estaba, frunció el ceño molesta. Era de esos hombres que la lucían a la perfección. Tocó su cara con cuidado. La tenia apenas el día anterior.

- ¿Donde está esa barba? –preguntó bajito.

- Dijiste que picaba horrible. –le contestó con voz ronca por el sueño para luego abrir enseguida los ojos. -¿Cómo te sientes?

- Perfectamente. –Era cierto, se sentía descansada y bien aunque con un poco de hambre. No tenia idea de que hora era.

- ¿Estás segura? –se sentó en la cama y acarició con cuidado su mejilla hinchada.

- Para mañana no habrá nada. –quiso maullar como un gatito ante su toque.

- Lamento lo que te ocurrió. Necesito me des todos los detalles.

- Sí, pero después yo... -el sonido de helicópteros la hizo callar. -¿Son los que mandaste? –él salió de la cama y fue hacia los ventanales. Ella rogó que no hubieran encontrado a esos chiquillos.

- No, parece que toda tu familia al pleno está aquí. –exclamó con un gruñido. Ella se sentó y aunque las circunstancias no eran las ideales se alegró de verlos de nuevo.

- ¿Vendrá Baasima? ¡Tiene mucho que no la veo!

- La viste hace menos de tres semanas.

- Exacto, hace mucho. –se levantó feliz y tomando ropa corrió al baño. Necesitaba una ducha.

Cuando salió él la esperaba serio.

- Es Ian y Baasima. Además del equipo especial de tu ahora primo político. León no vino porque está en Yemen y no dejó venir a Gabriela. Quizás él venga en breve. –se pasó una mano por la cara. –Solo faltó que viniera el rey y creo no lo hizo por su delicada salud, lo único que me sorprende es que no viniera tu familia directa.

- Ellos son mi familia directa. –le sonrió. Seguro sus padres y hermanos ni sabían lo que había pasado, su madre dada al histrionismo no la hacía favorita del rey y no dudaba habían mantenido todo el asunto en secreto para ellos.

- Es mi culpa lo que pasó. –le dijo de pronto.

- Eh, no. – le frunció el ceño.

- Aun así, no dejaré que regreses. –le aseguró casi feroz. Ella lo miró tranquila y curiosa. Agitó su cabello húmedo para restarle humedad y él siguió el movimiento absorto.

- ¿Y si el rey me quiere a resguardo en Palacio? –le provocó, lo cierto es que aunque esa orden llegara no la obedecería.

- Tendré que ir contra esa orden. –la vio abrir los ojos sorprendida ¿todavía dudaba de lo que era capaz por ella?

- ¿En serio?

- Totalmente, estoy tentado a secuestrarte ahora mismo y llevarte lejos a las montañas del norte donde nadie nos encuentre. –la idea realmente había cuajado ya en sus pensamientos y la estaba valorando para ejercerla en ese preciso momento.

- Wow. Pero no creo sería un secuestro, estamos casados después de todo.

- Lo es si es contra tu voluntad.

Ella y Zaím solos, alejados de todos en las montañas. Se le antojó demasiado la idea que sintió que se sonrojó. Definitivamente no la llevaría en contra de su voluntad.

- No me iré a ningún lado. –buscó el hiyab y se lo puso.

- Puedes andar aquí sin él ¿Cómo puedo confiar en que no te irás? –le quitó el manto con lentitud, ella casi cierra los ojos. No es que antes fuera inmune pero ahora parecía que todo lo que él hacía la afectaba mucho más.

Cuando rebotaba a lomos del caballo pensó en que no volvería a su antigua vida.

Que no lo vería a él de nuevo y que había perdido valiosos días. Si tan solo no fuera tan impulsiva y descerebrada a veces... y desconfiada y terca y rebelde. El hombre era el único que hasta la fecha le había movido sentimientos tanto buenos como malos, oscuros y pervertidos, tiernos y perversos. Además era guapo, parecía soportarla y sobrellevarla sea dicha la verdad y odió la idea de no haberse dado una oportunidad, de no habérsela dado a él y a este matrimonio. Así que no, no se iría a ningún lado.

- Te lo prometo.

- No. Júralo. –dijo tomándola por los hombros y acercándola a su cuerpo.

- Lo juro. –lo soltó casi en un suspiro febril y sacudió la cabeza para aclararse. –Puedes preguntarle a mis primas, nunca falto a mis juramentos.

- Te creeré Habiba, pero si te atreves a mentirme. No importa qué o quienes se interpongan no saldrás de aquí.

- Lo sé. Ahora ¿podrías dejarme ir a ver a mi familia?

- No.

- ¿Perdón? –temor se instaló en su estomago.

- Los recibirás aquí. Aun no estás bien, no quiero te agites ni nada que te haga sentir mal. –ella rodó los ojos. –será así o no verás a nadie.

- Bien. –ella se retiró de su agarre fingiendo molestia.

- Iré a saludarlos.

Minutos después Baasima entró a la carrera y se tiró a la cama donde Habiba obedientemente había quedado después de que saliera Zaím. Las dos rebotaron por el impulso y Habi empezó a reír a carcajadas. Baasima la abrazó. Azima entró poco después.

- Azima me contó todo. ¿Qué tan emocionante fue? –preguntó Baasima con ojos brillantes.

- No mucho, lo peor fue cuando cociné.

- Oh, pobres chicos.

- No estaba tan mal. –se defendió Habi.

- Cielos, debió estar horrible la que única que cocina decente es...

- Soy yo. –Azima les sacó la lengua mientras se recostaba en el lado vacío de la cama.

- Pero en serio ¿estás bien? –Baasima la miró como buscando heridas mayores.

- Solo mi cara y un poco la espalda.

- El tono verdoso te va. –aseguró maliciosa.

- Ja, ja. No me digas.

- Gaby quería venir pero ya sabes que León es todo protector y exagerado. No la dejó, pero creo que él si vendrá.

- Pídele a Ian que no, estoy bien.

- Se lo he dicho ya por teléfono. Llamó cuando aun dormías y también hablé con Gabriela, nuestro tío e incluso Omar ha llamado para saber de ti. –Informó Azima.

- Omar mmmm.... –dijeron Habi y Baasima al mismo tiempo. Azima les dirigió una mirada matadora. – déjenle en paz.

- Bien, bien. –Baasima alzó las manos en son de paz.

- ¿No deberías estar planeando una boda en Londres?

- Todo lo hace mi suegra y cuñada en realidad. Cuando León regrese, irá junto con Gaby a Londres unos días antes para acompañarme. Pero aun falta. Azima tú llegarás justo a tiempo ¿no? ¿Cuándo te vas a Andora? –Baasima estaba encantada con la idea de Azima con Azzam pero ella no sabia cosas que Habiba sí.

- En cuanto esta mocosa logre que Zaím crea que está bien. Iré por algo de comer. Nadie ha comido en forma desde que volvimos.

En cuanto salió Habiba tomó de la mano de Baasima para llamar su atención.

- Azzam no es el indicado.

- ¿A que te refieres? Pensé que estábamos de acuerdo en que sí.

- Es un mujeriego que no quiere casarse y un largo etcétera.

- Cuéntame...

****

- ¿Vienes por ella? –fue el saludo de Zaím a Ian y este lo vio con calma.

- ¿Quieres que me la lleve? –preguntó curioso.

- ¡Por supuesto que no!

- ¿A que viene esa pregunta entonces?

- A que no pude protegerla. –expresó con culpa en su voz.

- Ni León en un palacio que prácticamente es una fortaleza pudo hacerlo con su esposa.

- Sí, lo supe. Aun así...

- Estas cosas si sirven de algo es para enmendar errores de seguridad. Por eso estoy aquí para ayudarte no para quitártela. En Durban no pasará eso de nuevo y aquí será lo mismo. Además Habiba bueno, es Habiba. Creo que a estas alturas sabrás que no las asusta cualquier cosa. –sonrió como pensando en Baasima.

- Pensé que el rey mandaría por ella. –habló más calmado.

- Lo mencionó, sí. –Ian lo vio ponerse tenso de inmediato. –Pero le aseguré que volvería este lugar una fortaleza como lo es en el palacio de Durban, son como sus hijas y eso todo mundo lo sabe, lo cual también las hace blancos ideales. Pero confía en mí y además Azzam te mandó gente ¿no?

- Dijo que no quería que ninguna princesa más me fuera arrebatada en mis narices. –aun tenia frescas todas las maldiciones que le había lanzado por no proteger a su esposa y por poner en peligro a otra princesa. Escuchó la risa de Ian.

- Después de mi boda en Londres iré a Andora para ayudarle con su sistema de seguridad, aunque es muy bueno por lo que sé. Por lo pronto te repito que el rey confía en que entre los dos solucionaremos este problema de seguridad ¿se sabe algo de quienes se la llevaron?

- Nada, aun necesito que ella de más detalles pero no quiero hacer nada que afecte su recuperación.

- Bien, te entiendo. No sé que haría si a Baasima le pasara algo parecido.

- También desapareció unos días ¿no?

- Sí.- giró los ojos con diversión. –me quitó años de vida cuando eso pasó.

- Estoy igual.

- Solo que ella lo planeó.

- ¿Cómo?

- ¿No sabes la historia?

- No he tenido el placer.

- Pues te la cuento mientras tomamos algo ¿quieres?

- No creo que Habiba haya planeado esto... -dijo abstraído como contemplándolo.

- No, esto fue distinto y ellas no conocían el lugar. Además la encontraste golpeada y Azima no participó. Baasima me lo confirmó.

- ¿Le crees?

- Sí, pero es que además sé cuando miente. –sonrió confiado. –Y se encontraron huellas de caballos y jinetes, así como la soga por donde la bajaron ¿cierto?

- Cierto.

- Demasiadas cosas para solo ellas dos, aunque claro, cuando se lo proponen dejarían en ridículo producciones hollywoodenses. Pero, no es el caso.

- ¿Así que tu esposa planeó su desaparición?

- Sí y fueron las peores horas de mi existencia.

****

- ¿Cómo que aun eres virgen? –Baasima la miraba con la boca abierta.

- ¿No te acuerdas del trato?

- Era más que obvio que esa estupidez quedaría en el olvido. Pensé que tú lo romperías, siempre lo mirabas como si les quisieras arrancar la ropa.

- ¡Por supuesto que no!

- ¿Lo ves? Todas lo notamos querida. –Azima le puso enfrente sus anhelados hot cakes con fresas. Baasima tomó los suyos.

- Los míos eran con bananas. –gimoteó como niña.

- Estoy tentada de tirarlas a las dos por esos ventanales.

- Bien, lo siento. ¿Entonces sigues impoluta?

- Intacta, pura, sin mancha... etc, la muy tonta. –confirmó Azima comiendo sus propios hot cakes pero con frambuesas.

- Tenemos que hacer algo. –Bassima masticó pensativa. –necesito un poco de acción.

- ¿Más? ¿Qué no tienes la suficiente con Ian? –la picó Habi.

- Oh claro, pero no hablaba de esa acción. Bueno, no sería acción para mí sino para ti.

- ¿Qué sugieres entonces? –Habi se acercó expectante.

- ¿Estas dispuesta a ser Jequesa en toda la extensión de la palabra? –preguntó Baasima con voz grave y gutural, Azima rodó los ojos.

- Ya lo soy.

- Claro que no, el Jeque no te ha robado tu flor o como se diga.

- ¿Robado mi flor?

- Sabes a lo que me refiero.

- Bueno, estamos las tres seguro se nos ocurren cosas interesantes...-a Habi le brillaron los ojos.

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