𝒕𝒘𝒆𝒍𝒗𝒆

( ☆. 𝐶𝐻𝐴𝑃𝑇𝐸𝑅 𝑇𝑊𝐸𝐿𝑉𝐸 )
𝚖𝚊𝚛𝚊𝚟𝚒𝚕𝚕𝚘𝚜𝚊 𝚓𝚞𝚐𝚊𝚍𝚊.

Las estupendas vacaciones de invierno que Alaska había disfrutado la última semana terminaron más rápido de lo que hubiera querido, y antes de que se diera cuenta, los alumnos que se habían ido a sus casas para celebrar ya estaban volviendo. Durante el día domingo Alaska disfruto escuchar de todas las historias que Daphne y Ann tenían para contarle, y al día siguiente ya tuvieron que volver a concentrarse en las clases que comenzaban una vez más.

Con el regreso de las clases también comenzó una vez más la ansiosa espera por el siguiente partido de Quidditch, Hufflepuff contra Gryffindor, y a pesar de faltar días la emoción ya podía sentirse entre los grandes fanáticos del deporte.

Y parecía que cada equipo estaba entrenando duro, pues Alaska se topaba cada noche a Cedric mientras se dirigía a su sala común, su aspecto siempre era el mismo, sudoroso y jadeante, el uniforme lleno de barro y su escoba bajo el hombro.

—¿Un duro entrenamiento? —Le comentó Alaska una noche.

—Siempre lo son —Respondió Cedric, echando su cabello para atrás—. Tenemos que esforzarnos mucho el partido que se aproxima, tenemos que ganar si queremos la copa.

—Se que ganarán si te tienen como buscador. —Lo halago Alaska.

—No puedo creer en tu palabra cuando nunca me has visto jugar.

—Pero te he visto después de los entrenamientos, no hay que ser un genio para notar el empeño y dedicación que le pones —Dijo la chica—. Y eso ya dice mucho de ti como jugador y persona.

Cedric miró a Alaska con una sonrisa para luego desviar su mirada al frente, sin quitar aquella expresión.

—Tú eres una buena persona.

Alaska reprimió una carcajada—. Probablemente seas la única persona que piensa eso en todo el Castillo.

—Tus amigos también deben creerlo.

—Y ustedes son la única excepción, todos los demás creen que... —La chica ni siquiera estaba segura de que era lo que creían de ella— no lo sé. Todos se alejan y murmuran de mi, creyendo que haré algo para lastimarlos o algo por el estilo. ¡Recién estoy aprendiendo lo básico de la magia! Es ridículo.

—Entonces demuestrales que están equivocados. —La ánimo Cedric.

—No tengo porque demostrarles algo a esa banda de idiotas que creen todo lo que dice una persona con mínimo de poder. —Se quejó.

—Si piensan así no debería importarte lo que esa "banda de idiotas" —Decía haciendo comillas con sus dedos—, piensen sobre ti. Ignoralos y problema resuelto.

—Si fuera tan fácil como decirlo. —Murmuró Alaska.

Ambos se detuvieron cuando llegaron a la interseccion de pasillos que separaba sus caminos a sus respectivas salas comunes.

—No será fácil, pero se que podrás hacerlo —Le aseguro el castaño—. Tienes a tus amigos y a mi para apoyarte, no lo olvides. Descansa. —Y posando su mano derecha sobre su cabeza para dejar una leve caricia.

Alaska hizo una mueca ladina y se despidió del Hufflepuff, pensando en el buen consejo que le había dado.

Durante el desayuno del sábado Alaska disfruto de interesantes charlas sobre el Quidditch, aprendiendo nuevas cosas gracias a los comentarios de sus compañeros que estaban emocionados por ver el partido de esa mañana. La chica acababa de enterarse que el profesor Snape sería el árbitro aquel día, sorprendente pues no sabía que el profesor de Pociones tenía interés en el juego.

Desde su mesa observó a Cedric Diggory levantarse de la mesa de Hufflepuff con el resto del equipo, ya todos vestían sus uniformes de color canario, y cuando el buscador se volteó por unos segundos para mirarla, Alaska lo saludo con un movimiento de mano y le deseo suerte.

Quince minutos después se levantó junto a Draco, Crabbe y Goyle para salir del Gran Comedor y dirigirse al Campo de Quidditch. El clima de aquel día era agradable y una leve brisa corría, según los chicos era el clima perfecto para el partido.

—¿Cúales crees que son las probabilidades de que Hufflepuff gane el partido? —Le preguntó Alaska a Draco, mientras entraban al campo y subían las gradas.

—Bastante altas, los Gryffindors son unos idiotas. —Le respondió Draco.

Alaska bufó, esperaba una respuesta concreta pero había olvidado que cuando se trataba de leones Draco no era parcial.

Terminaron sentándose bien arriba en las gradas, esperando a que el partido comenzará mientras Draco, Crabbe y Goyle seguían burlándose de Gryffindor. Alaska encontró a Snape en el centro del campo y por alguna razón parecía estar muy enfadado.

Los equipos salieron de sus vestidores comenzando a desfilar por el Campo de Quidditch mientras los estudiantes soltaban gritos y cánticos para alentar a alguno de los equipos.

—Nunca vi a Snape con esa cara de malo —Comentó una voz en la grada de adelante—. Mira, ya salen.

Alaska observó a la pareja de amigos delante de ellos y vio que se trataban de Ron Weasley y Hermione Granger. Draco y su par de amigos también lo habían visto.

—¡Eh! —Se quejó Ron cuando Draco le había golpeado la parte de atrás de la cabeza.

—Oh, perdón, Weasley, no te había visto.

Draco sonrió burlonamente a Crabbe y Goyle. Alaska no les presto mucha atención, estaba observando el partido que estaba por comenzar. Vio a ambos capitanes estrechar sus manos y luego de la señal de Snape, todos montaron sus escobas, Gryffindor agarró la quaffle.

Las tres cazadores estaban pasándose la pelota con agilidad mientras se acercaban al área de gol de Hufflepuff, y sus cazadores intentaban quitarles la quaffle.

—Me pregunto cuánto tiempo durará Potter en su escoba esta vez —Comentó Draco en voz alta—. ¿Alguien quiere apostar? ¿Qué me dices, Weasley?

Ron no le respondió. Snape acababa de pitar un penalti a favor de Hufflepuff, porque George Weasley le había tirado una bludger. Alaska aprovecho para observar a los buscadores, Cedric y Harry circulaban sobre el campo buscando la snitch.

Hufflepuff marcó unos tantos gracias al penalti y el juego siguió con normalidad: la quaffle pasando de mano en mano, bludgers atravesando el campo de manera violenta y los buscadores examinando cada parte del campo en busca de su preciada snitch.

—¿Saben por qué creo que eligen a la gente para la casa de Gryffindor? —Dijo Draco en voz alta unos minutos más tarde, mientras Snape daba otro penalti a Hufflepuff, sin ningún motivo—. Es gente a la que le tienen lástima. Por ejemplo, están los Weasley, que no tienen dinero... Y tú, Longbottom, que no tienes cerebro.

Alaska miró de reojo a Neville, se había puesto rojo y se volvió en su asiento para encararse con Draco.

—Yo valgo por doce como tú, Malfoy. —Tartamudeó.

Draco, Crabbe y Goyle estallaron en carcajadas, mientras que la rubia chasqueaba la lengua en signo de molestos y seguía concentrándose en el partido. Ron, sin quitar los ojos del partido, intervino.

—Así se habla, Neville.

—Longbottom, si tu cerebro fuera de oro serías más pobre que Weasley, y con eso te digo todo.

—Te prevengo, Malfoy... Una palabra más...

—¡Ron! —Dijo de pronto Hermione—. ¡Harry...!

—¿Qué? ¿Dónde?

Alaska también lo había visto, Potter había salido en un espectacular vuelo, que arrancó gritos de asombro y vivas entre los espectadores. Hermione se puso de pie y la rubia tuvo que moverse para tener una vista más clara, Harry se lanzaba velozmente hacia el campo, como una bala. Cedric había visto la snitch tarde, y estaba demasiado lejos como para alcanzar al otro buscador.

—Tienes suerte, Weasley, es evidente que Potter ha visto alguna moneda en el campo. —Dijo Draco.

Ron estalló. Antes de que Draco supiera lo que estaba pasando, Ron estaba se lanzó sobre él y en el camino, golpeó a Alaska en el pómulo con su codo. La chica se quejo ante en repentino dolor y dejó de prestar atención al partido, vio a Neville vacilar para luego se encaramarse al respaldo de su silla para ayudar.

—¡Vamos, Harry! —Gritaba Hermione, subiéndose al asiento para ver bien a Harry, sin darse cuenta de que Draco y Ron rodaban bajo su asiento y sin oír los gritos y golpes de Neville, Crabbe y Goyle.

En el aire, Snape puso en marcha su escoba justo a tiempo para ver algo escarlata que pasaba a su lado, y que no chocó con él por sólo unos centímetros. Al momento siguiente Potter subía con el brazo levantado en gesto de triunfo y la mano apretando la snitch.

Las tribunas comenzaron a rugir en felicitaciones a Gryffindor. Aquello era un récord, era la ocasión más rápida en la que se había atrapado la snitch.

—¡Ron! ¡Ron! ¿Dónde estás? ¡El partido ha terminado! ¡Hemos ganado! ¡Gryffindor es el primero! —Decía Hermione bailando en el asiento de adelante.

El partido había terminado y apenas había durado diez minutos. Mientras los de Gryffindor se acercaban al terreno de juego, Alaska vio que Snape aterrizaba cerca, con el rostro blanco y los labios tirantes, escupió con amargura en el suelo.

Alaska se levantó de su asiento, molesta por el resultado del partido y el golpe que habia recibido decidió no esperar a Draco, bajo las gradas haciéndose paso entre toda la gente para volver al Castillo con rapidez. El vestibulo princilpal, asi como el resto de los lugares estaban vacios y en un silencio total, lo que cambiaria pronto con la masa de estudiantes que atravesaban los jardines aún celebrando la nueva victoria de Gryffindor.

Cuando llegó a las frias mazmorras notó que ella no había sido la unica que había escapado de inmediato del Campo, pues se encontró a Cedric en la interseccion de pasillos que dividia el camino de los Slytherins y Hufflepuffs, el chico tenía la espalda apoyada en la muralla. Alaska se acercó en silencio y al llegar a su lado recién habló:

—No te sientas mal por los resultados del partido, no vale la pena —Dijo en un suave tono de voz—. Tienen más oportunidades para avanzar en los lugares.

—Lo sé, pero no puedo evitar pensar que fue mi culpa perder el partido —Dijo Cedric sin ánimos—. Supongo que lo haremos mejor el proximo partido.

—Estoy segura que lo harán.

Ambos se quedaron en un comodo silencio, escuchando como el eco de muchos zapatos golpeando contra el suelo se iba acercando, y de a poco los alumnos de Slytherin y Hufflepuff comenzaron a aparecer por los pasillos. Alaska observó a Draco acercarse con un ojo morado y dos bolsas de hielo en su mano, se detuvo frente a ella.

—Me retiraré primero, ten una buena tarde Alaska. —Se despidió Cedric.

—Igual tu, nos veremos pronto. 

Alaska le dedicó un movimiento de mano y cuando el mayor desapareció por el pasillo comenzó a encaminarse hacia la sala común con Draco a su lado. El rubio platinado le ofrecio una de las bolsas con hielo, la cual aceptó de inmediato y coloco sobre su pomulo herido.

—¿Yo fui el que te golpeo? En el pomulo...

—Fue Ron cuando saltó sobre ti para golpearte. —Le aclaró Alaska, antes de que pensara algo diferente.

Draco se molesto de manera de notoria—. Weasley quedó con la nariz rota, pero eso no me reconforta.

—Y tú quedaste con un ojo morado.

—No es nada, estoy bien. —Le aseguró Draco.

—Aún así estoy molesta, fue culpa tuya que recibiera el golpe, fuiste él que alteró a Ron en un principio. —Se quejó.

—No me voy a disculpar por aquello, conformate con la bolsa de hielo.

Alaska negó con la cabeza y le dirigió una leve sonrisa a Draco, diciendo la contraseña de la sala común entraron en ella, se sintió agradecida por la bolsa de hielo pero no lo mencionó, era mejor así.

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