Observo mi reflejo en el espejo mientras unas trémulas manos peinan mi melena negro azabache. La dulzura y suavidad con la que mi pelo es desenredado casi hace que me quede dormida. Casi. Si no fuera porque hoy necesito tener todos mis sentidos despiertos.

—Es hora de vestirla. —Me dice la doncella a la vez que termina de ajustar la diadema en mi cabellera.

Mi pelo está trenzado por diminutos cristales que desembocan en una pequeña diadema que enmarca mi cabeza, decorada en el centro con una pequeña luna.

Me levanto y aparto mi vista del espejo a la vez que mi bata se va deslizando poco a poco hacia el suelo, hasta que llega un punto en el que ha caído por completo. Mi piel es rápidamente cubierta por un vestido plateado que se ata a través de unas pequeñas tiras en mi espalda.

Una vez más, mi vista se ha centrado en el espejo. La chica que me devuelve la mirada está preciosa, su atuendo acompaña a la perfección a sus ojos grises, tras los que se esconden secretos que no pueden ser revelados. Son protecciones necesarias y más ahora, que pronto mi enemigo se convertirá también en mi marido.

—Está lista —me dice la doncella—. Salimos cuando desee.

—Ahora mismo es un buen momento —me remango el vestido con las manos y cruzo las grandes puertas de la habitación —. No queremos que los invitados se acaben el banquete antes de que yo llegue.

No me da tiempo a oír su respuesta porque las grandes puertas de la habitación ya se han abierto y voy camino de la zona del palacio en la que se celebrará la ceremonia. Realmente no sé qué tan diferentes son las uniones en Allashay respecto del lugar donde provengo. Pero, si algo tengo claro, es que la magia no está presente en ellas. O no debería.

Escucho la suave melodía que proviene de detrás de la puerta. Me detengo en seco, por un momento parece que mi respiración también se ha congelado. Pero ya no hay vuelta atrás. Hay fuertes y poderosas razones que me empujan a dar ese paso adelante y ya no poder escapar. He de decir, que también hay razones para no hacerlo.

—¿Qué pena que se perdieran este vestido tan precioso, no crees? —le digo a la chica que me está colocando la cola con mucho mimo.

—Parece usted una auténtica princesa —Una mueca se dibuja en mi rostro.

Por suerte, no necesito responderla porque los dos portones ya se están abriendo.

Parece ser que ya no hay vuelta atrás.

Comienzo a caminar entre el pequeño pasillo decorado de flores silvestres. Parece que estoy dentro de un cuento de hadas con la diferencia de que ni existen las hadas, ni el príncipe azul lo es tanto, ni la princesa está dormida en una torre esperando a que la rescaten. Ojalá lo estuviera, así podría tomarme un descanso.

Percibo el olor de las flores mientras sigo caminando. Sus ojos se pasean a lo largo de la sala, hasta que se clavan en mí y ya no parecen necesitar seguir buscando.

Algunas batallas, simplemente se desarrollan cara a cara, en una guerra de miradas en la que, si bajas la vista, pierdes.

Está vestido de traje, de un color azul marino. No puedo evitar reírme al acordarme de lo que estaba pensando hace un momento sobre el príncipe azul. Sí, esta tonalidad más oscura es definitivamente más adecuada con nuestra historia.

Sus cejas se arquean hacia arriba, cómo preguntándome: ¿Qué carajos sucede? No voy a negar que es atractivo, dicen que hay que reconocer tus debilidades respecto a tu enemigo para poder enfrentarte a él.

Antes de darme cuenta, ya he llegado a su lado. Decido apartar mi mirada, pues no deseo verlo a los ojos. No todavía.

—Ciudadanos de Allashay —comienza la sacerdotisa—. Estamos hoy aquí reunidos para presenciar la unión entre Selena Argenti y Edén Krigare. A partir de hoy, sus vidas se unirán y repercutirán la una en la otra, en lo bueno y en lo malo. Y en las vidas posteriores a esta —hace una breve pausa—. La muerte no es siquiera capaz de romper este juramento.

La parte inferior de mi labio comienza a temblar ligeramente.

—Es hora de efectuar la unión.

La sacerdotisa nos entrega a Edén y a mí un hilo iridiscente, casi transparente a la vez que refleja todos los colores imaginables. Espera a que lo anudemos en el dedo de nuestro acompañante, como yo no me muevo, él coge mi mano entre las suyas y comienza a atar el hilo en uno de mis dedos. El ligero roce de su piel contra la mía me hace volver a la realidad. Su tacto es suave, pero su mirada sobre mí es profunda y hace que me agite.

Hay quien dice que las bestias más salvajes pueden esconderse bajo dulces formas.

Es ahora mi turno de atar el hilo iridiscente en uno de sus dedos. Sus manos tienen pequeñas rozaduras. Supongo que haciéndole justicia a su trabajo de guerrero.

—Este hilo, apenas visible, es el símbolo de vuestra unión —prosigue la sacerdotisa—. Estáis destinados a encontraros, sin importar aquello que pase, lugar o circunstancias, el hilo no se romperá. Se puede estirar o contraer, pero nunca romper.

Espero que el resto de la sala no haya escuchado cómo trago saliva.

—Los juramentos cerrarán la ceremonia.

Las palabras salen de mi boca antes de que me de cuenta. Las he ensayado miles de veces en mi cabeza, pero nunca el escenario fue tan real.

—Yo, Selena Argenti, juro unirme a ti y permanecer a tu lado a lo largo de esta vida y de las siguientes que vengan.

El momento que había estado evitando, finalmente sucede. Nuestros dedos están entrelazados por el hilo apenas perceptible por lo que Edén usa su mano libre para ponerla debajo de mi barbilla y hacer que lo mire directamente a los ojos.

—Yo, Edén Krigare, juro unirme a ti y permanecer a tu lado a lo largo de esta vida y de las siguientes que vengan.

El juramento tiene más fuerza ahora que sus ojos también me hablan. Qué pena que sea tan solo una mentira pronunciada en la boca equivocada.

Pero qué puedo decir, si mi boca también se vuelve traicionera en el momento en el que acerco mis labios a los suyos para sellar nuestra unión.

***
¡Hola! ¿Cómo estáis? Me encantará saber qué os ha parecido la intro de la historia. La estoy escribiendo con mucho cariño así que espero que os guste.
Aquí os dejo un adelanto de lo que sucederá en los próximos capítulos 🌚