Final parte 1
Tres meses era poco tiempo decían todos y en la vorágine de preparativos, pruebas de vestido y tantas cosas más parecía que sí, que el tiempo pasaba rápido. Pero en realidad no para ella. No dejaba el teléfono nunca, porque siempre estaba en contacto con él y ahora parecía adicta al aparato, uno que antes solo había usado para lo indispensable, pero era nada más sentir el vibrador o el tono y todo su rostro se iluminaba ya fuera por una llamada o por un mensaje de texto. Azzam había viajado mucho esos tres meses, ordenando todo en sus negocios para que no hubiera obstáculo alguno una vez casados por lo menos en un buen tiempo. Quería dedicarle toda su atención le decía. Parecían dos adolescentes pegados al teléfono con toda la frecuencia que podían. Azima ni siquiera salía de Palacio. Azzam se lo había pedido expresamente, no quería que nada se prestara a que fuera secuestrada o que algo le pasara. Sí, quizás rozaba la paranoia, pero faltaba tan poco para que pudieran estar juntos después de tantos impedimentos que ella había estado de acuerdo. De hecho, tenía pesadillas donde pasaban una y mil cosas y la boda no se celebraba. Finalmente había tenido que recurrir a litros de té relajante para poder dormir, haciendo a un lado las pastillas pues la dejaban algo atontada después.
Una vez casados sería distinto ella lo sabía, pero mientras tanto contaba casi literalmente los minutos. Así que su madre era la que llegaba con frecuencia para dar su opinión sobre asuntos de la boda, si bien a quien ella tomaba en cuenta era a Azzam y a sus primas y amigas. Su madre pedía cosas demasiado recargadas y excesivamente lujosas que rayaban en la vulgaridad. Aunque su boda de sencilla no tendría ni pizca Azima sabía bien lo que daría buena imagen y lo que no. Además, contaba con Gabriela, Jaquie y Allyson que de esa clase de eventos sabían y mucho.
No estaban solas en la organización, una experta y solicitadísima organizadora de bodas estaba allí en Durban a cada rato, se instalaría una semana antes de la boda o sea que estaba por llegar. Natalia Morricone había tenido ya agendados muchos más eventos y los había delegado a sus mejores empleados, de hecho, había enfrentado dos demandas ya porque a quien pedían y exigían era a ella. Demandas pagadas por Azzam como bien le había dicho Nat. Sin embargo, no quería perderse la magnífica oportunidad de organizarle una boda a una princesa árabe y su Jeque. Era Nat para los amigos y ellas ya se habían hecho amigas. Había esperado una mujer estirada, dura y un tanto prepotente dada su fama, pero no lo era ni de lejos. Exigente sí, sumamente eficaz y trabajadora. Muy inteligente y encantadora además de guapa. Por Nat había sido contactado al mismísimo Elie Saab y quizás debido a su organizadora o debido a los orígenes del diseñador o simplemente porque quería, su vestido de novia era un sueño firmado por ES. De fondo blanco y bordado en pedrería e hilos de oro parecía algo sacado de un sueño. Lo veía en el maniquí y podía pasarse minutos admirando la obra de arte. Obviamente con tan poco tiempo, no se había iniciado el vestido de la nada. Habían partido de un vestido ya hecho y añadido detalles que ella había querido y todas las ideas que le habían encantado por parte del diseñador quien aparte asistiría a la boda. El resultado final había sido totalmente diferente de lo que en un inicio había sido el vestido y ella estaba encantada.
Pese al poco tiempo para organizar todo marchaba sobre ruedas, pero aun así el palacio parecía estar en una alegre algarabía y frenesí. Y ella cuando no estaba ocupada o hablando con Azzam suspiraba como damisela de cuento antiguo por su amado. Por ello había estado encantada por cada palabra, cada detalle por parte de él. Diario recibía sus flores favoritas y múltiples regalos que cuando se acumulaban eran enviados a su futuro hogar.
Ian acababa de comentarle muy divertido que ahora Andora estaba a punto de rivalizar con el internet de la NASA, en los lapsos breves de Azzam en su ciudad ella sabía que no había estado satisfecho con su conexión y la había mandado mejorar, así como su ya de por sí excelente sistema de seguridad. Tenía esperando por ella distintos medios de transporte exclusivamente suyos, para que pudiera visitar a su familia sin problemas. Él sabía cuánto los extrañaría y quería hacerle más leve el sentimiento. En una de sus conversaciones después de hacerse una prueba de vestido había quedado sentada en el piso cansada por el día en general y todas la habían dejado entre bromas al ver quien llamaba. Ese día él le había dicho de todo lo que disponía para visitar a su familia. Por conversaciones anteriores Azzam ya sabía toda la verdad sobre el compromiso y promesa que había hecho. Lejos de recriminarle había intentado entender, aunque no compartía el hecho de que ella no hubiera pensado en todas las consecuencias y repercusiones.
- ¿Ella lo saben? –Le había preguntado él.
- ¿Que mi promesa de casarme con Omar nunca se canceló? No.
- No confías en sus reacciones ¿cierto amor?
- No tiene caso que lo sepan. Todo se ha ido arreglando y si seguí adelante con ello de todo corazón es porque se merecían y merecen ser felices y soy como la hermana mayor. No pude evitar hacer lo que estuviera en mis manos. Pero ahora las tres estamos bien. –suspiró feliz para cambiar de tema. - ¿Me extrañas? –le preguntó.
- Sabes que sí, con total y absoluta impaciencia.
- Ya una semana. –le dijo emocionada.
- Lo sé, pero ¿Solo yo siento que el tiempo pasa muy lento?
- No, siento lo mismo. Exactamente lo mismo.
- Y pensar que solo podré entrar a Palacio poco antes de la ceremonia. Tu hermano sí que me trae entre ceja y ceja. –gruñó bajito y un poco más al oír las risas de ella.
- Se le pasará. Y si no, yo me encargo de que deje de estar tan gruñón contigo.
- Debería casarse.
- Ni le digas eso. Cree que aún es demasiado joven y que tiene mucho por vivir sin las ataduras del matrimonio oh, mira qué casualidad. Se parecen más de lo que les gustaría.
- Claro que no. –dijo Azzam enseguida. - ¿No lo tendremos seguido en casa verdad?
Algo cálido se esparció por el pecho de Azima al oírle decir esa palabra.
- Bueno, me prometiste que se podría investigar más en Palacio sobre Amina para saber si realmente existió o no y eso incluye que estén allí expertos. Ayham por mucho que no te guste es uno de ellos.
- Lo sé. –admitió derrotado.
- Te compensaré.
- ¿Ah sí? –le susurró con voz baja y seductora.
- Sí.
- ¿Cómo?
- Lo sabrás en su momento. –escuchó pasos cercanos y se levantó sin ganas. No quería terminar la conversación, pero aun debía avanzar en algunos detalles. – Vienen por mí, aún tengo que ver unas cosas.
- ¿Es necesario? –preguntó con voz derrotada.
- Me temo que sí.
- Contrata más gente, ni de lejos deseo que te cargues de trabajo.
- Pero si solo me toca señalar, pedir, decidir.
- Aun así...
Las despedidas con él nunca eran fáciles o cortas y después de sus buenos minutos la llamada finalizó. Esa noche tuvo sueños inquietos nuevamente. Aparecían obstáculos, problemas ridículos como quedarse encerrada en su habitación y no poder asistir a su boda. Llevaba ya varios días recibiendo masajes relajantes y tratamiento tanto capilar como facial, lo cual ahora le venía bien para tratar las ojeras. Nat llegó y ella fue a recibirla a Palacio. En cuanto la vio le dio un abrazo enorme.
- ¿Segura no tienes ascendencia árabe? –le dijo Azima como por tercera vez.
- Debo hacerme el test para saberlo, como ya me lo has dicho más de una vez empiezo a dudar. –Natalia era de cabellos castaños y ojos cafés grandes preciosos que parecían indicar que alguno de sus antepasados era de esta zona. Su piel blanca podría desmentirlo, el caso es que la mezcla que traía en sus genes la hacía ser una mujer hermosa. - ¿Lista para la recta final? –preguntó sumamente emocionada.
- Por eso eres la mejor en tu trabajo. –le sonrió.
- ¿Por qué?
- Parece que la boda también es tuya.
- Oh, es que lo es. –aseguró convencida. –En cierta forma claro, me aseguro de que sus sueños se hagan realidad.
- Ah, pero si llegó campanita ¿o era el hada madrina? –Ayham entró con paso lento y tranquilo. Nat solo rodó los ojos. Y se dirigió a la novia.
- No tengo que hacerle reverencia alguna ¿verdad?
- No, no tienes porqué. –confirmó Azima.
- Eres un mentiroso. –le habló como quien regaña un niño de seis años.
- ¿Le pediste que te hiciera una reverencia? –Azima lo miró asombrada. Su hermano se encogió de hombros.
- Sabes que aquí todos deben hacerlo.
- ¿Esa es tu justificación Ayham? ¿En serio? Aquí es prácticamente obligatorio con las personas del país, pero con los extranjeros...
- También, sabes que todos lo hacen.
- Pero por respeto, no se les exige. Solo es obligatorio para ellos con nuestro tío, sus hijos y Gaby.
- Cierto, pero ella no lo sabía. Gracias por arruinarlo. –dicho eso dedicó una sonrisa burlona a Natalia y se fue. Quien había visto el intercambio de los hermanos con curiosidad.
- Dime por favor que no le hiciste reverencia alguna. –Le dijo Azima.
- Lo intentó. Créeme.
- No entiendo porque se comporta así contigo.
- Creo que es mi culpa. –admitió ella sonrojándose levemente.
- Oh no, no lo creo.
- Sí lo es. Cuando llegué pensé que era un empleado y no lo traté mal pero sí como si fuera personal de palacio. No le falté el respeto ni nada, solo le dije que moviera con cuidado mis maletas.
- ¿Qué...? –Azima rompió a reír con tanta fuerza que se tuvo que sentar en la silla más cercana.
- No fue mi intención iba a disculparme, pero él con su actitud hizo que se me fueran las ganas.
- Te entiendo perfecto. –Azima apretó los labios para no seguir riendo.
- ¿Sabes que no son para nada como creí que sería una familia real árabe?
- ¿Qué imaginaste?
- Bueno, exceptuando a tu hermano.
- Por supuesto.
- Son cálidos, divertidos, cero arrogantes y progresistas.
- Lo de progresistas, seguimos teniendo baches en el camino, pero lo importante es que pese a ellos tenemos toda la intención de continuar.
- Tu boda sin proponérselo servirá también para demostrar que son un país que adaptándose a los tiempos modernos.
- Y espero que sí porque yo no quería algo tan grande. Menos mal que estás ayudándonos. Y ¿sabes? La familia real de Islamabad ha confirmado asistencia. También les servirá para dejar en claro que están de nuevo en el poder y abriéndose nuevamente al mundo. Veré a algunos amigos. –le dijo risueña pensando en los chicos del desierto. Aunque Azzam no quería a Nahel ni a kilómetros de distancia había tenido que aceptar su presencia ya que pertenecía a la familia de Islamabad y la presencia de todos confirmaría su origen, estatus y procedencia. Y Durban ahora les daba abiertamente su apoyo, así que Azzam había tenido que ceder.
- Excelente, manos a la obra.
El día llegó y ella no podía estar más emocionada y nerviosa. Ya no había podido comunicarse con Azzam desde la mañana. No había puesto un pie fuera de su habitación. Era atendida por un mini ejército de personas que no la dejaban sola un segundo. Pero llegó el momento de paz, al menos antes de la tormenta le dijo Baasima. Quien hizo que todos se retiraran y solo quedaron ellas, Gaby y sus amigas.
- Es hora de ponerte el vestido. – anunció Habi yendo por él para luego pedir ayuda.
- ¿Pesa mucho? –Allyson fue a socorrerla.
- No más del que iba a usar con Omar. Creo es más ligero, pero si es más voluminoso.
- ¡Ya quiero verte! Si ya de por sí estás bellísima. –Gabriela le sonrió feliz.
- No pensé que podrías verte aun más hermosa de lo que ya eres. Se ha ganado a pulso su fama el equipo a cargo de tu maquillaje y cabello. –Ally la alabó.
Azima se ruborizó al tiempo que les daba las gracias. Que ellas siendo tan bellas le dijeran eso le daba ánimos extras para que su futuro esposo también quedara contento con el resultado.
- ¿Alguien sabe si Azzam ya llegó? Solo falta una hora para que inicie todo. –preguntó inquieta y buscando su teléfono con la mirada.
- Oh, él ya llegó. León dejó que pasara desde hace unas dos horas más o menos. –le informó Jaquie.
- Díganme que Ayham lo ha dejado en paz.
- Eso no lo sé. Pero conoces al loco de tu hermano. No queda satisfecho hasta que consigue la revancha. –Baasima hizo una mueca recordando el incidente de hacía unos días. Había sido una cena formal con la familia y cuando ella, Habi y Azima habían removido la sopa se les habían aparecido un par de ojos enormes en su plato. Ni idea de que pobre e infortunado animal eran pero había logrado su objetivo y las tres habían gritado haciendo que Ayham se muriera de la risa en su silla. Cuando los demás habían visto lo sucedido le habían acompañado en la diversión. Gabriela había pedido después un cese "Al fuego" al menos hasta que la boda se realizara. Y por ello había una tregua si bien, bastante débil a juzgar por las ganas que tenían Habi y Baasima de devolverle la mala jugada. Azima por lo pronto solo había tenido interés en su próxima boda.
El vestido fue puesto poco a poco sobre Azi, todas parecían inmersas y concentradas en la tarea haciendo el momento casi ceremonioso pero también íntimo. Ella las observó y se sintió tan amada y bendecida que cerró brevemente los ojos agradecida.
- Ya vuelvo.-dijo entonces Habi con voz entrecortada y salió rápidamente al baño.
- Está hecha una llorona desde hace días. He estado también nostálgica pero Ian se ha encargado de alegrarme y sé que Zaím no ha podido hacerlo con ella. Así que la obligué a hacerse una prueba de embarazo. –dijo Baasima mirando hacia el baño.
- ¿Y?
- Nada Jaquie, nada. No hay bebé. –ajustó un broche más pero aun no terminaban. –Iré por ella.
Minutos después el vestido había sido terminado de abrochar y colocar. Gabriela y las demás la miraban admiradas, no podían ocultar su emoción por la imagen de Azima vestida de novia por lo que no vieron entrar a Baasima y Habi quienes lucían tranquilas, pero al ponerse frente a Azima, hubo una mezcla en sus ojos de emoción, admiración y mucho amor. Los sollozos de las dos hicieron que las voltearan a ver.
- No, no hagan eso. –Pidió Azima intentando controlarse pues al verlas así enseguida algo se había activado en ella que la llevaba a acompañarlas.
- Es inevitable. –dijo Baasima sin detenerse.
- Oh santo cielo. – Dijo Gaby limpiándose una lágrima que rodaba ya por su cara.
- No, no. El maquillaje. –regañó Allyson pero ya empezaba a tener los ojos acuosos igual que Jaquie.
- Es un desastre.-aceptó Azima yendo hacia sus primas y abrazándolas. –Que sea un abrazo grupal. –le dijo a las demás quien enseguida se les unieron.
En el salón de ceremonias había doscientos selectos invitados quienes presenciarían la boda oficial. El resto los esperaría ya en el salón dedicado al banquete. Así que eran familia cercana, amigos, Jeques de las tribus del país y algunos embajadores y sus familias quienes eran más cercanos que otros y parte de la corte de Islamabad y otros países colindantes. La tradición generalmente indicaba que los novios entraran juntos pero Ayham había logrado que la espera de Azzam fuera hasta el último minuto. Azima no tenía idea cómo pero su hermano había convencido a su padre y este la llevaría junto a Azzam para recibir la bendición del rey y posteriormente firmar las actas legales. No pretendía desesperar a Azzam, pero siempre le había llamado la atención el que la novia fuera entregada. Así que había accedido, ella que no había tenido nunca fantasías sobre su boda, quería esa de pronto.
- ¿Por qué el retraso? –preguntó Azzam nervioso a Zaím que estaba a su lado al igual que Ian. No habría padrinos como tales, pero si podía tener cerca a su gente más cercana y ellos lo eran.
- Quizás Ayham la hizo caminar por el pasillo más largo. –medio bromeó Zaím y Azzam enseguida buscó al hermano de su futura esposa, estaba allí con los demás pero eso no le impediría planear algo más ¿sería posible?
- Jeque Azzam. -Dijo una voz femenina quedamente a resguardo de miradas. Él tuvo que buscarla pero no la encontró solo la oyó.
- ¿Nat?
Por supuesto Azzam sabía quién era, la había contratado en persona después de conocer su trabajo y reputación.
- No voltee. Ella ya viene en camino. –Nat sonrió al verlo suspirar de alivio.
- ¿Por qué el retraso?
- Digamos que hubo que hacer retoques de última hora. – Retoques de maquillaje a la novia y amigas.
- Pero todo está bien...
- Por supuesto. Todo va perfecto.
- Gracias.
Habiba y Baasima entraron sigilosamente cobijadas por el hecho de que las luces no se enfocaban en la entrada y se colocaron al lado de sus esposos quedando cerca del novio. Había dos filas una frente a la otra divididas por el pasillo en el que la novia caminaría. La familia de Azima estaría igualmente cerca de la novia en este caso, allí estaban León y Omar quien lucía total y completamente tranquilo y hasta un poco impaciente por que ella no llegaba, Gabriela entró de igual forma y se puso al lado de León quien le tomó la mano enseguida. Jaquie, Allyson y sus respectivos esposos estaban atrás de ellos. Cuando finalmente todas estaban dentro se anunció la entrada de la novia. No hacía falta ponerse de pie pues todos lo estaban. La ceremonia era breve y no se acostumbraba que la presenciaran sentados.
Las luces se fueron atenuando, nadie se lo esperaba. Quedó una semioscuridad, pero poco a poco las luces fueron encendiéndose avanzándose una a una desde donde estaba el novio hasta llegar donde Azima y su padre quienes ya estaban en la entrada. El resplandor iluminó al completo a Azima y se oyeron expresiones de admiración ante la imagen de la novia. Azima caminó segura y tranquila del brazo de su padre. El largo velo y la extensión trasera del vestido dejaban una estela de brillos dorados a su paso.
Azima escuchó sutiles sollozos y se contuvo de mirar hacia quienes sabía estaban llorando. El pasillo era largo y ella quería avanzar pronto pero sabía que tenía que hacer su caminata lenta pese a que ansiaba ver a Azzam y tirarse a sus brazos. Con cada paso se acercaba y lo veía más claramente. Le sonrió dichosa y él la vio extasiado. Por fin llegó y tuvo que contener todo su ser para no abrazarle, percibió que a él le pasaba lo mismo. Su padre tomó su mano y la puso sobre la de ella para después retirarse. Por fin lo tenía cerca y ya casi era suyo. Aspiró sutilmente su aroma y se deleitó en verlo vestido a la usanza tradicional. Sonrió cuando él sin poder detenerse puso su otra mano en su mejilla. Pero al escuchar un carraspeo del rey la retiró muy a su pesar.
- Eres un sueño. Mi sueño, mi fantasía hecha realidad. –le susurró.
- Tú, el mío. –otro carraspeo los calló y la ceremonia empezó.
Quienes no podían dejar de llorar eran Habiba y Baasima. Menos mal esta vez iban preparadas con más pañuelos y se tapaban la boca para no emitir más sonidos.
- Cariño espero sean lágrimas de felicidad. –le dijo Ian bajito a su esposa apretando amorosamente su mano, ella solo asintió. Zaím mientras abrazaba a una Habiba aparentemente desconsolada.
- Debes estar feliz por ella. –le dijo a Habi.
- Lo estoy. –hipó.
Habiba había oído todo sin querer esa vez, la conversación breve sobre el tema que Azima había tenido con Azzam le había bastado para atar cabos con precisión. Azima se había sacrificado por las dos y ellas lo habían ignorado. Había sufrido tanto y ahora ella no podía menos que agradecer el giro de los acontecimientos. Presenciaban el triunfo de lo correcto, de la felicidad, del amor ¡Le debían tanto! Vio a Zaím, sabía que en su caso el sacrificio de Azi no había tenido mucho efecto porque ella solita se había comprometido, pero eso no invalidaba todo lo que su amada hermana había hecho por ella, mordió el pañuelo entre sus dientes para controlarse. Baasima había ignorado la situación hasta la escena de ella huyendo al baño, ahí no había podido más y se lo había dicho todo. Provocando las mismas emociones y sentimientos en Baasi. Así que ahora ambas estaban sumamente conmovidas, agradecidas y no había forma de detener las lágrimas.
El rey hablaba sobre la unión conyugal y los respectivos privilegios y responsabilidades. Curiosamente parecía había ver más responsabilidades para el novio en el discurso, este, sin embargo, fue directo y al grano. Pronto llegó la hora de unirlos para siempre.
- Sí. –dijeron entonces los novios al mismo tiempo mirándose con todo el amor que tenían dentro cuando se les preguntó si querían unirse en matrimonio.
- Siempre mía, siempre tuyo. –Azzam la miró sin podérselo creer aún.
- Siempre mío, siempre tuya. –Exclamó ella a punto de pellizcarse.
- El amor, la paz y los hijos estén en su matrimonio. –finalizó el rey.
En un impulso Baasima aplaudió y de pronto todos lo estaban haciendo, pétalos cayeron en abundancia y nadie podía parar, menos al ver al novio estrechar dichoso en sus brazos a la novia. Alcanzó a ver Omar limpiarse discretamente una lágrima y Baasima sonrió aun llorosa pero más controlada. Todo se fue al traste cuando vio a Azima limpiarle una lágrima al mismísimo Azzam mientras él hacía lo mismo con ambos pulgares en el rostro de ella suavemente.
- Rayos. –oyó exclamar a Habi. –Esto es el festival del llanto.
Y ciertamente para muchos lo fue.
- ¿No es un sueño verdad? –preguntaba Azima a su ahora esposo.
- Lo es pero uno vivido y real.
- Menos mal los retoques fueron mínimos gracias a los productos a prueba de agua. Eso me sigue ayudando ahora. –informó riendo. Él le dio un suave y rápido beso en los labios.
Salieron aun en medio de la lluvia de pétalos deteniéndose a cada tanto para recibir abrazos y felicitaciones primero de la familia y amigos, cosa que no era lo usual pero, parecía que muchas cosas estaban siendo distintas al protocolo. Y el rey no impidió nada. Si bien observó atentamente cuando Omar abrazó a su ex prometida.
- Estás bellísima. Te mereces toda la felicidad del mundo Azima.
- Y tú también. -Azima lo abrazó fuertemente.
- Lo sé. – asintió sereno. Estrechó la mano de Azzam. –Cuídala, aunque sé que lo harás.
- Con mi vida, Omar.
Los novios avanzaron para firmar las actas y sus testigos les acompañaron. Los demás les esperarían en el salón, pero todos esperaban que el rey saliera, él indicó que podían irse primero. Una mano se posó en el hombro de Omar, su padre lo detenía.
- Estás bien. – No fue pregunta, fue una afirmación.
- Lo estoy Padre. Gracias por tu paciencia y preocupación. Prometo no darte más líos. Pero, espero que tú tampoco me los envíes. –finalizó con una nota de diversión.
- Azima no era un lío. – refutó regañándole.
- No, pero sí la situación en general. Aun así te agradezco el ver siempre por mi felicidad. –le hizo una profunda reverencia.
- Puedes buscarla a tu conveniencia, no me meteré más.
- Gracias padre. Pero ¿sabes? Creo que voy en buen camino a ser feliz.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top