Capítulo 16 "Lo que será, será"
- Al fin puedo hablar contigo. – Un hombre alto, apuesto y con toda la pinta de ser un Príncipe tomó de la mano a Azima llevándosela lejos del bullicio donde todos felicitaban a los novios por el reciente enlace civil. Salieron a un balcón que estaba rebosar de plantas y flores. -¿Qué es esto? ¿Hawai? –Ayham manoteó lo que parecía ser una palmera.
- Hola a ti hermano. –Azima lo saludó cruzándose de brazos molesta por como la había sacado. -¿Por qué rayos te apareces hasta ahorita? Se supone debías entrar con nosotros.
- ¿Y ser carne de cañón para las jóvenes soñadoras que tienen la ilusión de un príncipe árabe guapo, carismático y rico? No, gracias.
- Eres árabe, rico y príncipe sí. Guapo y carismático... no.
- Sabes que sí. –le guiñó un ojo. –Te pareces a mí aunque yo soy más atractivo.
Azima bufó en respuesta. Ayham había evitado a toda costa ser identificado como miembro de casa real de Durban en sitios donde no era necesario que se supiera. Cuando ejercía sus labores diplomáticas era otra cosa. Le gustaba el anonimato y le encantaba su soltería.
- Me parezco a madre. Y ahora dime, ¿Por qué me sacaste así del salón?
- Ya te lo había dicho cuando estabas en Andora. No debes casarte con Omar.
- ¿Por qué?
- No es hombre para ti y jamás lo has visto como tal ¿Qué cambió?
- Forma parte de mi deber y lo sabes.
- Nunca estuviste contemplada como futura esposa suya. El hombre ya se casó, engendró niñas y fracasó ¿Qué cambia si se desposa contigo?
- ¿Su vida? Al menos un poco de tranquilidad en ella sí que puedo aportarle. Dame un poco de crédito.
- Claro pero, ¿a costa de qué? De tu tranquilidad, felicidad y de todo.
- Tú deberías ser el primero en animarme a cumplir con mi deber. –le dio la espalda mirando a la oscuridad de la noche.
- Azima. –le dijo en voz baja y con ternura. –Siempre he querido lo mejor para ti no me importa a costa de qué. El que sea hombre nacido en una cultura como la nuestra no significa que esté de acuerdo con muchas cosas, sobre todo en lo referente a las mujeres. Pensé que tío en realidad había cambiado pero no lo ha hecho en lo más importante. Para él, sacrificarte a ti en un matrimonio al que nadie ve un futuro promisorio es lo más normal del mundo. Tu espíritu desaparecerá hermana.
Azima apretó los puños y luchó con las lágrimas que se formaron.
- Lo prometí. –dijo en voz tan baja que Ayham se acercó y le pidió que repitiera lo que había dicho. –prometí servir a Durban.
- ¿A cambio de qué?
- De que ellas pudieran casarse con quien decidieran. –decirlo había sido un enorme error, pero no había podido evitarlo. Era algo que tenía que sacar para continuar adelante y dejar todo atrás. Solo quería compartirlo con alguien y descargar en parte su pena. Una que había aumentado en el momento en que Azzam se había colado en todo su ser.
- ¡Sabía que había algo más Azima! –exclamó su hermano furioso.
- No podemos hacer nada y estoy sinceramente consciente de lo que haré, su felicidad lo vale y lo sabes. –lo miró.
- Pero no a costa de la tuya, si ellas lo supieran....
- No va a saberlo nadie más que tú y yo.
- Y el rey, claro. –dijo su hermano con el rostro encendido.
- Omar no es quien parece ser y él ha sido bueno conmigo.
- ¿Acaso te estás oyendo? No suenas para nada como tú.
- Me escucho como alguien que ya aceptó su destino y voy a luchar por ser feliz con lo que me tocó. Eso te lo puedo jurar. Prométeme que no harás nada.
- Soy tu hermano mayor. Haré lo que tenga que hacer.
- Si ellas lo saben, les romperemos el corazón. –pidió con los ojos llenos de lágrimas. –Por favor Ayham. Nunca te he pedido nada.
- ¿Cuándo se supone que es la boda? –preguntó con voz acerada.
- Al volver todos de las celebraciones por la boda de Baasima. Los preparativos ya han empezado desde hace un tiempo, apenas me enteré pues se han hecho con toda la discreción y secretismo posible.
- ¡Eso es en una semana máximo! ¡Maldición Azi! ¿sabes qué? Vámonos, esta misma noche. Desapareceremos de la faz de la tierra. Nadie sabrá nunca nada de nosotros. –parecía dispuesto a arrastrarla de nuevo, muy lejos.
- Padre y madre pagarían por eso.
- León no lo permitiría. –aseguró su hermano quien lo tenía en alta estima.
- Romperíamos más vidas Ayham. Solo deja que suceda. Te prometo que pondré todo de mi parte para tener una buena vida.
- ¿Y Omar qué? ¿sabe todo esto? ¿Y está de acuerdo?
- No me hagas más preguntas, empiezo a sentirme físicamente mal. –se llevó una mano a la punzante sien.
- Buscaré una salida Azima, una que no te perjudique. Te lo prometo.
- No quiero que hagas nada. Vas a empeorar todo.
- No empeoraré nada. –dicho eso se fue dejándola allí con los nervios invadiéndola.
- Eso te pasa por hablar de más. –se dijo a sí misma. Se sentó en la balaustrada tratando de retomar las fuerzas para volver.
Pasados diez minutos volvió. La mayoría ya se dirigía al comedor principal y ella vio a todos excepto a Gabriela, Jaquie y Ally.
- ¿Dónde están? –preguntó a Habiba.
- Gabriela se mareó un poco y la llevaron a una habitación para que descanse un rato.
- Pero ¿está bien? –Azima se preocupó de inmediato.
- Sí, solo que hay demasiada gente, quizás eso el viaje reciente y todo lo que hemos hecho estos días hizo que se mareara un poco. León consiguió un médico entre los invitados y la está viendo. Tenemos que seguir actuando con normalidad. Ella no quiere que sea obvio. Vamos al comedor.
- Está bien ¿Has visto a Ayham?
- Está de lo más entretenido platicando con esa beldad asiática. –Habi movió levemente su cabeza hacia ellos. Una chica con ligeros rasgos asiáticos le sonreía encantada mientras Ayham parecía concentrado explicando algo.
Azima movió la cabeza y gruñó por lo bajo. Hacía unos minutos le había dado un pequeño ataque de nervios ante lo que su hermano mayor le había dicho en plan de superman al rescate y ahora todo eso lo había detenido gracias a una mujer. Debería ir y agradecerle pensó. Aunque de todas maneras estaba segura que solo era una pausa, si algo tenía Ayham es que nunca se olvidaba de lo que decía o prometía, malditamente nunca.
- ¿Seguro que todo va bien con Gaby? Deberíamos ir.
- Cien por cien segura. Omar viene para escoltarte a la mesa. Debemos ir Azi, que la boda de Baasi no se empañe.
- Lo sé.
Omar llegó hasta ella y le dio el brazo.
- Gabriela está perfectamente, del que dudo es de León. Estaba pálido como la muerte.
- ¿Estabas con ellos?
- Así es. –Omar le sonrió divertido. -¿sabes? Nunca lo había visto así a excepción de cuando... -calló de pronto poniéndose terriblemente serio. Azima le palmeó el brazo y le sonrió ¿Qué caso tenía recordar cuando Gabriela había estado a punto de morir a manos de la fallecida esposa de Omar?
- Vamos al comedor y sigamos el festejo de nuestra querida Baasima.
- Sí vamos. –animó Habiba quien pese a no ser fan de Omar había querido disipar tales recuerdos desagradables para todos.
Una única y larga mesa reunía a los invitados. Siguiendo el protocolo inglés fueron dispersados de acuerdo a estatus, así que ella ocupaba un puesto intermedio a la cabecera. Los novios y familiares con títulos nobiliarios estaban más cerca. Asunto que le daba totalmente igual. Omar sí estaba más cerca como príncipe heredero y los asientos de León y Gabriela estaban a la misma altura. Pero no tan cerca de Azzam, este último curiosamente quedaba también cerca de la cabecera pero Zaím no, aunque ambos eran Jeques. Probablemente se debía a que la hermana de Ian a todas luces babeaba por él. Azima mejor se enfocó en la fabulosa cristalería.
- Protocolo inglés. Que graciosos son. –le susurró Habi quien gracias al cielo estaba a su lado.
- Es estúpido. –le dijo una mujer justo enfrente.
- Lo sé. –Habi se inclinó hacia la mujer y luego pestañeó al reconocerla.
- Hola princesa Habiba, princesa Azima. –Las saludó.
- Hola Lady... -Habiba no terminaba de reconocerla.
- Kendra. Hola. –Azima la reconoció enseguida.
- ¿Algún plan de escape para esta noche?
- No, pero te avisaré si surge uno. Tienes las mejores ideas.
- Yo solo concreté lo que tú planeaste Princesa. Tienes mente hábil para esto ¿sabías? Podrías ser un valioso agente encubierto si te lo propusieras.
- ¡Ah eres tú! –Habi al fin la había reconocido.
Azima rio y Kendra le sonrió. Algo le dijo sin embargo que estaba hablando en serio en cuanto a lo de ser agente encubierto.
- Me casaré pronto. –dijo Azima y sintió como si hablara de otra persona. - ¿irías a mi boda?
- ¿Qué tan pronto?
- Una semana quizás.
A su lado Habiba había empezado a toser. Zaím le pasó una servilleta y palmeó su espalda para contenerla.
- No. Me. Habías. Dicho. –Habiba reclamó entre cada acceso de tos. – Voy. A. matarte.
- Tranquila cariño bebe un poco más de agua. –Zaím le pasó un vaso de agua y ella lo bebió de golpe.
- Me enteré apenas. –dijo Azima sin verla. No quería ver su cara de sorpresa y decepción.
- Una semana es muy pronto Princesa. Y acabo de recibir un proyecto sumamente interesante. Me temo que me perderé tan grato acontecimiento. Acepta mis disculpas.
- Me hubiera gustado que fueras Kendra.
- A presenciar una grandísima... -Zaím le metió un pedazo de pan en la boca a su esposa antes de que prosiguiera.
- Boda. grandísima boda. –aseguró Zaím. Habiba estaba roja de coraje. Azima apretó su mano disimuladamente y viéndola al fin le pidió con la mirada que callara.
- Luego hablaremos. –le aseguró. –es el día de Baasima. –eso hizo que su prima callara y asintiera secamente. –Espero que tu nuevo proyecto sea todo lo que esperas. –se dirigió finalmente a Kendra.
- Creo que lo será. Gracias por tus buenos deseos princesa.
León se acercó a la mesa en ese momento y ocupó su lugar. Tanto ella como Habiba se alegraron de que así fuera. Indicaba que Gabriela estaba bien. Lo vieron charlar con los novios seguramente informando la situación. La cena fue esplendida y ella se encontró olvidándose esos momentos al menos de toda la situación, gracias en gran medida de Kendra y su agradable conversación, agradecía estuviera cerca porque eso impedía que Habiba la atosigara a preguntas o la matara con el cuchillo más cercano y había varios. Demasiado pronto, ese rato de distracción acabó y pidieron fueran a presenciar el primer baile de los novios. Se escabulló de Habiba demasiado tensa como para tener que dar más explicaciones.
- Aquí estás. Creo que necesitas un respiro. –Omar la llevó a una esquina del salón donde todos ya estaban llegando. -¿estás bien?
- Ya sabes la fecha que nos han dado ¿verdad?
- Lo supe el mismo día que tú.
- Pensé que aún faltaba tiempo.
- Hablaré con mi padre y le diré que no estamos listos. Que yo no lo estoy.
- No tiene caso Omar. Lo que será, será. –a lo lejos vio a Azzam con una impresionante rubia del brazo y se le rompió un poco más el corazón. –sácame de aquí ¿quieres? Solo un momento... espera, primero quiero verlos bailar. No se vería bien que nos vayamos de pronto.
Ian y Baasima tomaron su lugar en la pista y empezaron a moverse al son de la melodía. Era una bailarina natural pensó Azima con orgullo y recordó los días de practica con Baasima como maestra para que aprendiera la danza de los siete velos. Recordó el desastre al intentar que aprendiera a conducir y todas sus aventuras de esos años. Esa chica era su hermana, todo valía la pena por ella, por Habi y por los que quería. Sonrió de verdad, sonrió porque ella había ayudado aunque sea un poco a que la felicidad de ellas fuera posible. Y se sintió con lo más cercano a la paz, una que no había tenido en mucho tiempo. Valían la pena, valían todas y cada una de las cosas que pudiera hacer.
- No llores. –Omar le limpió una lágrima que se le había escapado. Ella lo vio con asombro pues ni siquiera la había sentido.
- Es felicidad.
- ¿De verdad?
- ¿Cómo podría no estarlo si ellas lo son?
- Pero ¿y tú?
- No tengo alma de victima Omar, simplemente si ellas son felices yo lo soy.
- A costa de mucho Azima. –Omar suspiró y cerró los ojos brevemente. Paremos esto.
- ¿Qué?
- Podemos hacerlo.
- Pero ¿cómo?
El baile terminó y todos aplaudieron. Otras parejas se unieron a la pista y ella tomando a Omar de la mano lo sacó de allí. Los balcones parecían ser los elegidos para estas conversaciones.
- No tengo idea cómo Azima. Puedo negarme.
- Le romperías el corazón a tu padre. Además yo lo prometí.
- Puedo desaparecer.
- ¿Y luego qué? Cuando aparezcas de nuevo, te harían casarte conmigo.
- Puedo no volver.
- ¿Y no ver a tus hijas nunca más?
Omar se pasó las manos por el cabello frustrado.
- He intentado decirle a mi padre que no quiero un segundo matrimonio. Él cree que contigo seré feliz y lo sería Azima lo sé pero tú no y no sería un matrimonio real, terminarías odiándome. Y yo tampoco sería completamente feliz así. Mi padre no entiende absolutamente nada.
- Nunca podría odiarte. Simplemente hagámoslo. Lo que será, será. Además hice una promesa y no voy a romperla tan fácilmente.
- ¿Al menos me tuviste en cuenta cuando estuviste en Andora? –la tomó de las manos interesado en su respuesta. –dímelo.
- Tú y tu frase clave. Me ponías de los nervios cada que la decías. ¿Me has tenido en cuenta? Eras como mi consciencia pero versión perversa.
- Solo quería que disfrutaras de una última gran aventura. Tú lo mencionaste.
- Sí pero no con todas las connotaciones que me dijiste. –susurró.
- ¿Por qué susurras? –le dijo él igualmente susurrando.
- ¿Qué pensaría la gente de ti y de mí? Un hombre comprometido diciéndole a su futura esposa que tenga una aventura loca y caliente y te cito palabra por palabra... con un ardoroso Jeque del desierto. Dirían que estamos locos. A mí me mandarían al calabozo, a ese Jeque a quien sabe qué castigo y a ti... no sé qué te harían a ti. Seguro nada.
- ¿Lo hiciste verdad? –Omar la vio con los ojos enormes por la sorpresa. -¿Azima?
- Quita esa cara de sorpresa ¡Es tu culpa! –se soltó de sus manos y lo golpeó en el pecho.
- Yo solo quería que experimentaras lo que conmigo nunca tendrías. Si no el amor, al menos la pasión de un hombre. Uno que a todas luces estaba apasionado por ti. Que vivieras lo que toda mujer debe experimentar al menos una vez en su vida. Odiaba la idea de que te lo perdieras por estar atada a mí como una simple compañera de casa. Todo ese fuego debía al menos incendiar a alguien una vez Azima. Por eso te lo dije al principio en broma pero luego muy en serio. Me aseguré de que esa frase se te colara en la mente y recordaras que conmigo tendrías apoyo total a lo que decidieras hacer. Eres mi mejor amiga. Bastante es que no pueda evitar esta boda ¿Por qué evitarte la pasión Azima? Serías la eterna esposa virgen y luego la viuda virgen ¿Qué caso tenía? Por eso también quise que fueras protegida. Nada que lamentar después. Nada al menos en forma de un niño no deseado.
- No debí haberlo hecho Omar. –Y por segunda vez ese día se le escapó una lágrima.
- ¿Lo quieres? –la abrazó.
- No importa lo que yo sienta.
- Sigue en plan de soltero eterno ¿no? Pero si te tuvo en sus brazos y por lo que veo así fue, jamás podrá olvidarte.
- No importa ya. –insistió ella. –Al menos contigo tendré amor sincero, no del romántico lo sé, pero si el filial y eso me basta. –se separó de sus brazos. –Jamás estaría con alguien que no me quiere Omar.
- Y yo te quiero pero no como debería un hombre quererte Azima.
- Solo di te que te casarás conmigo. Y todo volverá a su cauce, a la normalidad.
Omar movió la cabeza y vio hacia el cielo.
- ¿Omar?
- Te rompió el corazón.
- ¿Cómo lo sabes?
- Solo alguien con el corazón roto puede reconocer otro corazón roto. Si no lucha por ti, no viene por ti. No te merece. Casémonos y como bien dices: lo que será, será. Por ahora, baila conmigo. –extendió su mano hacia ella.
Omar la guio a la pista y ella se aferró a él como si fuera su faro en la oscuridad.
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