Capítulo 15 "Brevemente"
Sintió sus manos en las caderas y la presión que ejerció sobre ellas al apretarlas. Hizo amago de separarse y él se lo impidió acercándola aún más presionándola contra su cuerpo. Se giró con brusquedad y él al fin la dejó ir.
- ¿Qué crees que haces? – soltó alejándose y volviendo al privado en la parte superior a toda velocidad.
No era su estilo huir ni ponerse nerviosa de esa manera, ni alejarse del peligro tan fácilmente, pero todo su instinto le gritaba que pusiera tierra de por medio y mucha de ser posible de ese hombre. Solo el sentir sus manos la había hecho arder en llamas. Con dificultad se había podido retirar. Y por supuesto la había seguido ¿Por qué no se le había ocurrido que eso pasaría? Su cerebro declaraba retirada al tenerlo cerca. Le faltaba el aliento al haber subido a la carrera y para controlarse tomó el vaso con el trago que le habían llevado, no era un Diosa de la noche era un vodka con jugo de arándano. Dio un trago y se dio la vuelta para enfrentarlo. Lo vio arrugar el ceño ante el vaso en su mano y se acercó quitándoselo y tomando el resto que quedaba.
- Sola y bebiendo. Cualquier idiota o idiotas podrían aprovecharse de ti. –No dejaba de estar enojado percibió ella.
- No estaba sola. –dijo al fin.
- ¿No? Aquellos dos en su burbuja –señaló a Ian y Baasima en la pista abajo. –Y los otros dos seguro arriba.
- ¿Qué haces aquí?
- Soy uno de los dueños. –respondió con sorna.
- Sé de buena fuente que no ibas a estar aquí.
- ¿Y por eso has venido tranquilamente no? Pensando que no estaría aquí para arruinar tu tranquila y sensata vida de futura princesa heredera.
Azima parpadeó ante sus palabras ¿Por qué sonaba a reclamo? Los términos de su acuerdo habían quedado aceptados, aprobados y finiquitados. Lo odió un poco por avivar cosas que no debería sentir.
- Tal parece que me estas recla... -empezó ella.
- No me despertaste. –la cortó.
- ¿Perdón?
- Te fuiste sin más.
- ¿Debía despertarte? –preguntó confusa.
- Era tu anfitrión ¿no es así? Y por varias noches el hombre en tu cama. Mínimo esperaba un poco de cortesía ¿Tan mal te lo hice pasar? Permíteme dudarlo.
- Eres un idiota. –Azima empezaba a pasar de los nervios a la furia. -¡Te quedaste dormido!
- ¡Pudiste haberme despertado!
- ¿Qué caso tenía? Explícamelo porque no lo entiendo. Fue el adiós Azzam.
- Deberíamos habernos despedido con propiedad.
Y entonces ella lo entendió ¿acaso había faltado la última ronda de sexo y por eso se había enfadado?
- Pensé que habíamos tenido el suficiente sexo de despedida. –le respondió con rencor.
Esta vez el que parpadeó fue él para luego apretar la mandíbula y pasarse una mano por el cabello en un gesto de enfado.
- Así es, me lo debes. – su cara giró a un lado en cuanto terminó de hablar. Azima no tardó dos segundos en voltearle el rostro de una bofetada. Él se tocó la mejilla y la miró con ojos centelleantes.
- Nunca nadie se había atrevido a lo que acabas de hacer. -Y esta no era definitivamente la primera vez.
- Mira que bien, soy la primera.
No pudo enlazar la siguiente frase porque de pronto fue tomada por la cintura y llevada a la pared más cercana donde la arrinconó con su cuerpo sin sutileza alguna. El bullicio de la música y la gente se apagó. Solo podía sentir el calor de Azzam pegado a ella de tal forma que no había un milímetro de distancia entre ellos. Su corazón empezó a tronar en su pecho y la sangre burbujeó por sus venas. Intentó separarse pero no pudo, él tomó su rostro entre sus manos y estrelló su boca en la de ella. Su beso fue duro y casi agresivo, invadió su boca cuando ella intentó protestar y jugueteó con su lengua, mordisqueó sus labios sin darle tregua. La soltó cuando a ambos les faltó el aire.
- No te debo nada. –dijo ella entonces jadeando aun por aire. La sorprendió metiendo su mano en su cabello por la nuca y acercándola de nuevo a él. –Vas a pagar por esto Azzam.
- ¿Tu flamante prometido me hará pagar? Ah, pero aún no lo es ¿no?
- Ya tenemos fecha de boda.
Él la soltó en cuanto dijo esas palabras.
- Felicidades. –realizó una reverencia burlona. - ¿Y cuándo tendrá lugar el feliz acontecimiento?
- ¿Para qué quieres saberlo? No serás invitado.
- Te guste o no, será una boda de estado y como Jeque estaré allí. Por mucho que te incomode.
- Haz lo que quieras.-las emociones las tenía a flor de piel pero ya le estaban pasando factura junto a todo lo vivido en tan pocos días. De pronto se sentía extenuada.
- Es lo que siempre he hecho Azima, lo que he querido. Y aun me debes una disculpa, por haberte ido así.
- ¿Es en serio?
Azima no daba crédito a lo que oía. Él entonces empezó a observarla detenidamente de arriba abajo, desde sus ceñidos jeans hasta su blusa de cuello alto pero sin mangas en pedrería color burdeos corta en la parte de enfrente pero más larga en la parte trasera. Esta vez había llevado tacones que le habían elevado sus buenos diez centímetros y dado un mejor acceso a Azzam hacía unos minutos lamentablemente.
- Basta. Deja de verme así.
- ¿Así como? –sonrió ladino.
- Con hambre.
- Es malditamente inevitable. Más cuando te vistes de esa manera, aunque en honor a la verdad provocas aun con metros y metros de tela ocultando tu fabuloso cuerpo. Respecto a lo que pasó hace un momento yo...
- ¡Azzam! –gritó una voz femenina. Enseguida una hermosa rubia se colgó de su brazo. –Te estuve buscando por todos lados en cuanto alcancé a verte hace un rato. Te extrañé. –le dijo haciendo pucheros.
- Lo sé. –le contestó mirándola sonriente, logrando que Azima quisiera arrancarle la sonrisa a golpes.
- No has abandonado tu gusto por las rubias ¿verdad? –la chica pasó un dedo por el pecho de Azzam y él no la detuvo.
- Brevemente. Pero he vuelto al ruedo.
Azima empezó a ver todo en color rojo. Buscó con la mirada una botella para estampársela en la cabeza.
- ¿Azima? –ella ni siquiera reconoció quien le hablaba solo que le había detenido de un homicidio. Azzam y la rubia se giraron a ver al recién llegado. –Hola.
- ¿O'Connel? –la mano derecha de Ian en la empresa y amigo suyo así como antiguo compañero de fuerzas especiales. Después del incidente en el desierto cuando habían fingido el secuestro de Baasima él había sido un habitual en palacio. Hasta se mensajeaban, amistosamente claro. Le caía muy bien y aunque era un guapo hombre rubio la verdad es que no había despertado nada más en ella. -¿Qué haces aquí?
- Ian me dijo que aquí estarían. Aunque a los demás no los veo por ningún lado. –miró a Azzam y a la rubia y les sonrió pero luego se dirigió expresamente a ella ignorándolos. – Igual es un placer el poder verte solo a ti. –le sonrió ampliamente y Azima se agarró a la salida que le brindaba.
- Ya estoy cansada ¿me llevas a casa?
- A tus órdenes Azima. –le dijo encantado.
- Harías muy bien en no olvidar que te diriges a una Princesa. A la que de ninguna manera tienes derecho a llamarla por su nombre. –Azzam le dijo con voz helada.
- Somos amigos. Puede llamarme como guste. –Azima pasó junto esos dos y se colocó frente a O' Connel. –Que gusto verte.
- El gusto y placer es mío, repito.
- De ninguna manera te irás con él. –Azzam se quitó a la rubia de encima y Azima le dirigió una mirada de desdén.
- ¿Quién lo dice?
- Yo.
- Prosigue con tu plan de la noche y déjame en paz. Vámonos O'Connel. –el buen hombre asintió. O'Connel era alto y fornido, eran pocas las amenazas que realmente podrían echarle atrás.
- Por supuesto.
Azzam hizo amago de detenerla cuando vio a Ian y a Baasima subiendo las escaleras alegremente. Maldijo la intromisión.
- Estoy cansada, O'Connel se ha ofrecido a llevarme a casa. –se apresuró a decirles.
- Vámonos todos de una vez. Oh, ¿acaso es Azzam? –Baasima lo miró curiosa.
- Pensé seguías en Francia. –Ian lo saludó alegre.
- Regresé hoy mismo. –se obligó a despegar su mirada de Azima. La rubia se le colgó de nuevo del brazo y se contuvo para no apartarla. Ian le dio un medio abrazo, lucía feliz, más de lo que nunca lo había visto.
- Tenemos que ponernos al corriente. ¿nos vemos mañana?
- Por supuesto.
- Le diré a Zaím que se nos una. Por cierto ¿Dónde están?
- Seguro arriba. –Baasima miró hacia el piso superior. –Y no creo que bajen. –rio bajito.
- ¿Nos vamos? –intervino O'Connel y Azima le agradeció en silencio. Escuchó a medias la despedida de Ian con Azzam y empezó a bajar siendo protegida por O'Connel en todo momento quien la guio poniendo la mano en su espalda a una altura más que respetuosa. Ofreció llevarla en su auto y ella aprovechó a pedirle un favor.
- Espero no tomes en cuenta la exageración de Azzam al pedir que me llamaras Princesa.-Esperaba que no hubiera notado la tensión en el ambiente o al menos no demasiado, pero sobre todo que no hubiera percibido el modo macho alfa en el que Azzam se había puesto. Su ego era enorme y eso era todo.
- Claro que no.
- Estaba exagerando.
- Estaba celoso Azima.
- Simplemente todos los hombres del país creen que deben proteger nuestro honor. –intentó aclararlo pero era un hombre listo y lo vio sonreír divertido.
- Soy hombre y sin temor a equivocarme puedo decirte que estaba total y completamente celoso.
- Si es así no tiene por qué.
- Lo sé, no te pongo en duda de nada. Eres una mujer increíble y despiertas sentimientos fuertes. –la miró de reojo mientras conducía.
- No comentes nada de esto con nadie te lo pido por favor, puede dar pie a malos entendidos.
- No saldrá nada de mi boca... Princesa.-bromeó al final y ella se relajó un poco.
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- ¿Qué pasa que no llegan? –Era la décima ocasión en que Baasima miraba por la ventana.
- Un atasco. –Gabriela le mostró el móvil, me acaban de decir que están por llegar.
- Siéntate ¿quieres? O el pobre hombre no podrá hacer su trabajo. –Habiba la sentó para que la siguieran peinando. El día había llegado y todas estaban prácticamente listas. Menos la novia que parecía tener una energía nerviosa y bastante loca. Jaquie y Allyson estaban al llegar y eso la había puesto nuevamente en felicidad hiperactiva.
- Es que estoy nerviosa y no sé cómo liberar toda esta energía.
- ¿Pero por qué? Ni que fuera por la primera noche. –Habiba alzó las cejas sugerentemente.
- Esto es una boda occidental, no tengo idea amplia sobre esta clase de eventos y estará aparte de la familia de Ian, mucha más gente de la nobleza del país y...
- Y estarás bien. Hemos tratado con gente de distintas culturas en los pasados meses. En distintas situaciones y eventos. Hemos tenido éxito y no se han dado cuenta en todo este tiempo de que estás total y absolutamente loca.
- Gracias Azima por los ánimos.
- No estarás sola. Estaremos al pendiente tuyo. Solo actúa como si fueras una enigmática Princesa árabe que hechizó por eso y más a Ian. Respira.
Era curioso que ella diera ánimos y dijera que todo iría bien. La verdad es que Azima se encontraba muy nerviosa, pero había vuelto a hacer uso de su capacidad para aparentar que todo iba sobre ruedas, aunque estaba visto que Azzam la hacía añicos solo con aparecer. Y lo volvería a ver en unos minutos más. La boda sería en la mansión familiar de la familia de Ian, la cual por lo que decía Baasima era enorme con un jardín igual de grande. Sin embargo usarían uno de los salones para la recepción. Solo sería una boda civil que en realidad era prácticamente innecesaria pues ya estaban legalmente casados, solo un civil porque así lo habían decidido los novios y Azima sospechaba que era una especie de protesta silenciosa de Baasima contra la abuela del novio quien sí que había ejercido mucha influencia en casi todo aspecto de la boda menos en ese punto. Pero como a Baasima lo único que le importaba era estar casada con Ian y eso ya había sucedido en su país natal, se había desentendido del asunto de la boda y eso había hecho que no se generaran más fricciones innecesarias. Estaba segura de que si así lo hubiera querido su prima habría hecho y deshecho a gusto. Pero era feliz solo con tener al lado a su esposo.
- ¡Llegamos! – la puerta se había abierto dando paso a Jaquie y Ally. Todas se levantaron contentas de poder verse al fin. La habitación se llenó con la algarabía del reencuentro y la novia abandonó de nuevo al ya muy impaciente estilista que la atendía.
- ¡Oh, por Dios! Te ves hermosa Baasima. Creo que voy a llorar. –dijo Jaquie mientras no dejaba de abrazar a Gaby. –Todas se ven hermosas. Se ven geniales en cualquier estilo.
- ¿Estás embarazada? –preguntó Gabriela curiosa.
- No, ocurrió una vez. Es improbable una segunda.
- Eso decías antes de que ocurriera por primera vez.
Jaquie se quedó pensativa. Allyson se empezó a reír.
- No quiero generar esperanzas. Y hoy es el día de Baasi así que enfoquémonos en ella y en que todo sea genial.
- Lo será, la abuela de Ian se encargó de eso. –Baasima aseguró.
Rato después la novia se ponía por fin su vestido de novia. Era de un blanco impoluto y de corte aparentemente sencillo. Pedrería en el torso y falda amplia desde la cintura. Baasima parecía apenas estar adaptándose al estilo pero lucía encantada. La elección había sido totalmente suya. Jaquie lagrimeó y todas la quedaron viendo.
- Que no estoy embarazada. –protestó al ver sus miradas. – Y todas están igual que yo en este momento.
- Es cierto. –dijo Gaby llorosa. –Dios, estas hormonas.
- Que no es solo por las hormonas. De ser así ellas también estarían embarazadas y es obvio que no podría ser el caso de Azi.
- Ni el mío. –alzó una mano Habiba.
- Tenemos que ponernos en movimiento o vendrán por nosotras.
En realidad los varones de la casa ya se habían adelantado con Ian.
- Ahora están poniéndose al día seguro. –les dijo Allyson.
Máximo y Stefano habían llegado con ellas pero también se habían ido a la casa familiar del novio donde las esperaban. Omar había llegado y era el único que las esperaba abajo para conducirlas a la boda.
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- Esa rubia es espectacular. – Hiram amigo de Zaím miró asombrado a una mujer realmente hermosa.
- Cierra la boca. –le dijo Zaím moviendo la cabeza mientras mandaba un mensaje seguramente Habiba a juzgar por su sonrisa dirigida al aparato.
- Se llama Brisia. No te la recomiendo. –le dijo el novio desinteresadamente. Ellos junto a Azzam estaban en la biblioteca de la casa. Recién habían salido al salón. Ya había mucha gente por el lugar. La boda era el acontecimiento de la temporada. Después de todo se trataba de Ian, un próximo conde y su enlace con una princesa árabe así que estaban en boca de todos.
- ¿No crees que pueda estar con una mujer como ella? –frunció el ceño pero sin dejar de verla.
- No es alguien fácil de manejar, créeme. –Ian miró su reloj.
- ¿Tuviste algo que ver con ella? –le susurró Hiram. –Ahora que lo recuerdo hubo fotos tuyas con ella hace un tiempo.
- Solo quería provocar a Baasima. Es amiga mía. Y no la recomiendo porque definitivamente no sabrías que hacer con ella. Digamos que es... peculiar.
- A ella le soporto hasta que sea vampiresa y me deje sin sangre cada noche.
- No tienes idea. –le dijo el novio divertido.
- Las tuyas también son las rubias ¿no? –le dijo Hiram a Azzam quien ni siquiera le había puesto atención a la impresionante mujer.
- Sí, así es. –dijo seco tomando un trago de su whisky.
- Y aun así ni siquiera le has dado una mirada. Interesante.
- No tengo que mirar a toda rubia hermosa que se me atraviese Zaím.
- No, claro que no. Pero conociéndote tan bien como lo hago a esa rubia sí que le habrías dedicado atención. Estás raro ¿sabes?
- Ideas tuyas.
- También lo creo. –confirmó Ian mirando hacia la puerta.-Están tardando.
- El amor los ha enloquecido. –les gruñó Azzam.
Un murmullo los calló a todos. Cosa que Azzam agradeció. Una resplandeciente novia entró del brazo de su primo León. La entrada y la imagen que daban era más que digna e impresionante como correspondía a miembros de la casa real de Durban. Detrás de la novia y León no venían las damas. Si no sus primas, Gabriela y otras dos mujeres que se le hacían levemente conocidas y la hermana del novio. Hasta lo último cerraban la comitiva las damas al fin. Tanta belleza junta hacía daño a los ojos.
Los murmullos se mezclaban entre admiración, envidia y abierta curiosidad. Aunque él, solo tenía ojos para ella. Azima tenía luz propia, irradiaba tal belleza y majestuosidad que tragó saliva. Nadie era digno de ella, nadie. Ian avanzó y recibió a la novia del brazo de León. Fue entonces cuando lo vio. Omar caminó hacia Azima y la tomó del brazo yendo hacia donde sería la ceremonia. Los demás habían hecho lo mismo con sus respectivas mujeres. Pero de igual forma él solo podía ver a esos dos. Algo helado le apretó el pecho y tuvo que tomar aire.
- ¿Estás bien? –le preguntó Hiram.- te ves mal.
- Necesito un trago. –gruñó. Miró como una mano femenina de pronto apareció en su visión dándole el ansiado trago. La mano tintineó el vaso al ver que no lo tomaba.
- Pareces necesitarlo.
- Gracias. –lo tomó y se lo bebió de un trago.
- Kendra. –le dijo la mujer dándole la mano.
- Sé quién eres. Ayudaste a la esposa de Ian y sus primas a escapar hace un tiempo ¿no?
- Esa es la versión de Ian. –sonrió divertida.
- ¿Eres amiga de Brisia verdad? Vi que estaban juntas hace un momento. –Preguntó Hiram.
- Es como mi hermana. Sí. Caballeros. –añadió como despedida alejándose.
- Esa es otra belleza espectacular. –Hiram no podía dejar de mirarla. –Y tú parece que necesitas tomar aire más que otro trago.
Azzam asintió y se alejó al jardín. No iba a poder estar mucho tiempo más en esa casa.
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