Capítulo 14 "Diosa de la noche"

- ¿Y eso fue todo? –preguntó Habi decepcionada.

- Sí.

- Solo conociste y leíste...

- Y hablé con las ancianas y bordé con las niñas.

- ¿Esto es una broma?

- ¿Qué esperabas Baasima? ¿Qué te dijera que tuve una tórrida aventura bajo las estrellas de la noche?

- Bueno, quizás sí, un poco.

- ¿Qué? Quizás me falla la memoria pero ¿Qué no las dos me advirtieron sobre Azzam?

- Sí. Y la verdad es que después llegamos a la conclusión que preferíamos por mucho que cayeras en sus garras.

- ¿Pero qué rayos...?

- Ambas creen que viéndote comprometida irremediablemente el rey obligaría a Azzam a casarse contigo. –Aclaró Gabriela.

- ¿Y eso en que me iba a beneficiar? –preguntó estupefacta. -¿Un matrimonio obligado? Como si Azzam fuera partidario de atarse a una mujer. –además de que el rey se encargaría de darles un terrible escarmiento a ambos. Sus primas creían que eso no ocurriría pero sí que pasaría. Más aun cuando ella había prometido al mismísimo rey que definitivamente se casaría con su primogénito. No iba deshonrar su promesa, su familia y al rey.

- Eres guapísima, inteligente, carismática. Podría haber sido difícil al principio pero inevitablemente lo habrías teniendo comiendo de tu mano. Pasó con Gabriela y conmigo.

Gabriela negó con la cabeza aunque sonrió. Habiba creía tener un punto.

- No siempre todo funciona así. Díselo Gaby por favor.

- Azima tiene razón fuimos excepciones a la regla. Y no creo tener a mi marido comiendo de mi mano. –les frunció el ceño.

- Besa el suelo que pisas, lo he dicho siempre incluso en su cara y lo admite tranquilamente. –Gabriela se sonrojó ante las palabras de Habiba.

- ¿Y qué hay de Jaqueline y el Dios griego que tiene por marido? –intervino la que faltaba por supuesto.

- ¿Qué hay con ellos? –Azima no recordó enseguida, pero luego lo hizo y se llevó las manos a la cabeza- Azzam no me comprometió así que olviden todos esos planes conspiratorios donde nos casamos a la fuerza y luego se enamora de mí.

- Ni un poquito entonces. –insistió Habi.

- ¿Ni un poquito qué?

- Que si te comprometió aunque sea un poquito.

Azima respiró profundamente. Cerró los ojos y contó hasta diez. Luego los abrió y tomó un enorme almohadón y se levantó. Habiba gritó y por los siguientes minutos se encargó de atacarlas a almohadazos a las dos. Gabriela se sentó en una esquina cómodamente con un plato de uvas observándolas mientras comía. La puerta se abrió con un golpe y los gritos y almohadazos pararon.

- ¿Qué está pasando aquí? –preguntó León buscando a su mujer enseguida con la mirada. Ella le sonrió encantada de verlo.

- Es nuestra reunión de bienvenida a Azima.

- Ya veo... Los gritos se oían por todo el pasillo. Hola Azima. Bienvenida.

- Hola primo. Gracias. –se levantó y se arregló el cabello.

León entró y tomó del brazo a su esposa ayudándola a levantarse. A Gaby apenas se le veía un pequeño bultito y tenía la misma agilidad de siempre al menos todavía. Pero León parecía querer tenerla entre esponjosas nubes de algodón.

- ¿Estás bien? –le preguntó solicito.

- Perfectamente amor.

- Vomitaría si no fuera porque ahora me he vuelto una cursi blandengue. –les dijo Habi desde el suelo con la ropa arrugada y el cabello revuelto. Baasima no presentaba mejor aspecto.

- Nunca van a madurar ¿verdad? –les dijo León al verlas.

- Ni que fuéramos frutas. Mejor me voy, de pronto se me antojó algo de cursilería blandengue ¿alguien ha visto a Zaím?

- Nos vamos en tres horas, nada de retrasos ¿quieres? Todo lo que he planeado para mi boda tiene que realizarse puntualmente.

- Pero si tú no has hecho casi nada.

- Me refiero a lo que planeé para nosotras.

Azima ni se molestó en preguntar. De pronto se sentía muy cansada, minutos después la habitación se vació y Azima se acostó en la enorme cama haciéndose un ovillo. El ejercicio físico golpeando a sus primas había servido para terminar de exprimir sus fuerzas. Rio quedo al pensar en que sí, a veces parecían niñas de diez años. La risa se empezó a convertir en sollozos que ahogó como pudo y así poco a poco se quedó dormida.

Durmió exactamente dos horas. Le habían servido más no bastado. Se levantó y se duchó. Las maletas estaban listas aunque le extrañó que una de ellas no pesara nada cuando la movió.

- No parece haber nada en esta maleta Mirna.

- La señorita Baasima así me lo ordenó.

- Seguro tiene que ver con lo que planeó. Está bien que las lleven así.

Antes de abordar tuvo extrañas conversaciones con sus primos políticos. Ambos le preguntaron cómo le había ido. Hasta allí todo normal. Excepto cuando le aseguraron de que harían lo que estuviera en sus manos para reparar cualquier situación, cuando ella les había visto confusa, Zaím no había dudado en decir que Azzam era su amigo pero que no permitiría que una falta de respeto por su parte fuera pasada por alto e Ian le aseguró lo mismo. Quiso reír para después llorar. De verdad que apreciaba el gesto pero todo el mundo parecía estarle recordando a un hombre que quería olvidar cuanto antes. León la observó impasible pero atento a la conversación, parecía confiar en lo que seguramente Gabriela ya le había dicho. El rey no viajaría con ellos debido a su salud pero no había dudado en llamarla unos minutos antes de que se fueran. No había cuestionado su honor ni un momento, solo le había dicho la fecha de la boda pero le había pedido que lo hablara con Omar antes para ver si les convenía a ambos. El peso de la noticia asentó sobre su estómago y quiso vomitar de los nervios. Pero sonrió y se despidió amablemente de su tío.

Durante el vuelo volvió a dormirse, menos mal que los asientos eran sumamente cómodos y era un avión privado. No probó bocado de lo que sirvieron y se alegró de que sus primas y León estuvieran flotando en las mieles del amor puesto que cada pareja se quedó muy juntita y no le prestaron demasiada atención. Aunque en parte ver esa felicidad le oprimió un poco el corazón.

Había sido demasiada afortunada se dio cuenta cuando sus primas la miraron ceñudas mientras iba tomando tierra el avión.

- ¿Qué, ahora qué? –preguntó malhumorada.

- Estás rara.

- Estoy cansada Habi. Es todo.

- Pero si sueles tener la energía de diez hombres.

- Déjala tranquila. Si dice que está bien, está bien.

- Gracias Zaím. – le sonrió.

- Apóyame querido. –Zaím le sonrió a su esposa y besó su mejilla.

- Ha tenido dos viajes en menos de doce horas es normal que esté así. –les dijo Gabriela.

- Exacto. –Azima le agradeció a Gabriela. -¿Cuáles son exactamente tus planes Baasima? –mejor cambiaban de tema.

- Lo verás cuando lleguemos.

Al llegar a la casa de León en Londres todas se dedicaron a curiosear menos Gabriela que ya había estado allí antes. León entró a la biblioteca a hacer unas llamadas. Mientras Ian se despidió renuente de Baasima.

- Es una tontería y lo sabes. –le dijo Baasima molesta.

- Solo démosle este gusto a la abuela.

- Pero si ya estamos casados.

- Sí pero no ante sus ojos, lo estaremos hasta después de la boda que se celebrará aquí.

- ¿Qué pasa? –preguntó Azima.

- Su abuela no quiere que estemos juntos en la misma habitación... en la noche.

- ¿En serio? –tanto ella como Habi se empezaron a reír provocando más el enfado de la novia.

- Bien, vete. –le dijo enfurruñada.

- No te enojes. –le pidió Ian.

- Después de todo sufrirás más que yo. –aseguró.

- Oh, ya lo creo. –Zaím se unió a la conversación con una sonrisa pícara.

- Ni me lo recuerdes. –Ian se pasó una mano por el cabello frustrado. Más cuando Baasima subió las escaleras sin decirle adiós.

- Se le pasará. –le dijo Gabriela e Ian no tuvo más remedio que verla subir.

- Si subo no creo poder bajar, no al menos este día. Mejor me voy.

Cenaron juntos y si algo las caracterizaba a todas es que nunca llevaban y descargaban sus frustraciones con terceros. Así que la cena fue amena pese a que Baasima estaba un poco decaída. Eso claro, solo sirvió para que fuera blanco de bromas que la hicieron enojarse, reír y contestar a su vez. Sirvió para que se animara y hablara de sus planes.

- La boda es en Occidente así que adiós ropa del Oriente.

- Sé específica. –pidió Azima.

- Para mi boda las quiero ver brillar sin tanta tela encima.

León y Zaím prestaron atención enseguida por supuesto.

- ¿Quieres que vayan desnudas acaso?

- No, eso solo es gusto de tu esposa mientras se baña en los oasis.

Zaím empezó a toser.

- Y no me quejo. –Habi le dio un discreto codazo.

- Nada loco Baasima.

- No León nada loco. Además Gabriela me ayudó a escoger los diseñadores. Mañana iremos de día de chicas y se probarán todos los vestidos. –aplaudió entusiasmada. –Por eso pedí que trajeran una maleta vacía. Aparte de los vestidos para mi boda quiero que compremos para distintos eventos.

- A fin de no ofender a nuestra gente nada de escotes, nada demasiado descarado y nada...

- Y relájate amor. No nos pondremos nada que ofenda a nadie.

- No me gusta que te coman con los ojos.

- Estoy embarazada, difícilmente llamaría la atención.

- Es una broma ¿verdad?

- Definitivamente no. Estás más hermosa que nunca. –tomó la mano de Gabriela y la besó. Baasima rodó los ojos y se levantó haciendo ruido al dejar caer sus manos con estrepito sobre la mesa.

- Basta ya. –pidió. –O juro que voy a buscar a Ian así quiera su abuela o no.

- ¿Y qué harías? –provocó Baasima.

- Secuestrarlo por supuesto.

- Como si fuera necesaria la fuerza. Ya vámonos a dormir. –León se llevó a Gabriela y se despidieron de todos rápidamente.

- El embarazo no quita la pasión ¿eh? – dijo Habiba risueña.

Azima había tenido una noche de descanso gracias a que discretamente le había pedido a Mirna que le consiguiera pastillas para dormir y las pusiera en su maleta. Ninguna había querido llevar más personal en su viaje ya que había el suficiente en la casa de León. Ocuparían maquillistas y estilistas pero esos serían de la misma ciudad el día de la boda.

No estaba tan entusiasmada como debería estarlo pero se forzó a fingirlo por el bien de su propia estabilidad y por la novia por supuesto. Una novia que no tenía ya nada de pura por cierto. Nada como iniciar con una buena pulla por la mañana que la hiciera olvidar sus penas particulares. Estaban a la mesa del desayuno las tres. León y Gabriela aún no habían bajado y Zaím contestaba una llamada cerca de ellas.

- No sé por qué insistes en ir de blanco.

- El blanco es puro.

Azima sonrió al ver que había caído en su juego.

- El blanco sí y tú ya no.

- Soy una mujer casada, obviamente no hay pureza del tipo que sugieres.

- No la hay desde antes que te casaras. Chica perversa. –Claro, Habiba no podía faltar.

- ¿Te recuerdo que no soy yo a la que vieron desnuda sin compromiso de por medio?

- Bah, podrá haber visto pero no tocó.

- No por falta de ganas. –dijo Zaím aun al teléfono.

- Pero no lo hiciste. Ese es el punto. –le lanzó un beso.

- Voy a darles una maravillosa mañana de compras ¿Y así me tratan?

- Es que te extrañé. –le guiñó el ojo Azima.

- Vaya manera de demostrarlo.

Una hora después estaban las tres en una boutique cerrada expresamente para ellas.

Había vestidos desde Armani, Valentino, Elie Saab y Prada sin olvidar los Carolina Herrera y los Vera Wang. Gabriela había escogido uno que la hacía ver como si no hubiera embarazo alguno en un color verde esmeralda que la hacía ver como una reina. Habiba no se decidía entre un Wang color azul rey o un Armani celeste. Menos mal no tenían la costumbre de usar damas de honor o todas irían igual y se perderían la oportunidad de elegir algo que les gustara individualmente.

- La hermana de Ian insistió en ser dama. No pude decirle que no. Pero logré que ustedes no lo fueran.

- ¿Y no pensaste que a lo mejor nos gustaría la idea? –preguntó Habi mirando entre los dos vestidos que había elegido.

- ¿Querrías ir de color rosa chicle igual que otras ocho chicas?

Azima arrugó la nariz al pensarlo.

- ¿Rosa chicle? ¿Ocho?

- Ian tiene primas y todas querían ser damas así que... -Baasima se encogió de hombros. – Y en cuanto al color como le dije que me daba igual. Jamás pensé que elegiría ese tono, pero me dijo que a ella le quedaba perfecto y a sus primas no. No me preguntes más. Aquí las chicas pueden ser muy complicadas.

- Claro y nosotras no lo somos nada.

- Sí pero no en ese sentido.

- Cierto. Creo que me voy por el Armani celeste.

- Excelente decisión ¿Y tú Azi?

Azima se había enamorado del Eli Saab y no podía dejar de mirarlo y tocarlo.

- Es de una colección pasada, lo siento. –dijo una de las chicas que la atendía.

- ¿De cuándo?

- Del 2017 algunas reseñas la llamaron la colección de reinas guerreras.

El vestido tenía un estilo medieval moderno. Sin nada de escote y manga larga, pero era una visión en dorado gracias al hilado de oro, los cristales y piedras cortadas a mano y todo lo demás le daba un aire original y definitivamente mágico.

- Es digno de una reina. Me ha encantado.

- Pero no es reciente.

- No importa, en verdad. Lo llevo.

- Es una preciosidad Azima. –Gabriela alabó su buen gusto.

La mañana se fue volando en lo que elegían prácticamente un guardarropas completo.

Azima escuchó cuando fue al baño lo que cuchicheaban las empleadas acerca de la fortuna de haber nacido Princesa árabe al ver que ninguna ponía peros a los precios. Suspiró pensando en que no tenían la menor idea de lo que hablaban.

*****

- Podría perderse la cosecha. –dijo el encargado por teléfono.

- ¿Es demasiado urgente?

- Preferiría que estuviera aquí para poder tomar las decisiones.

Azzam gruñó pensando en que para eso lo había contratado. Pero se obligó a ir, salir de Andora le parecía lo mejor ya que el lugar estaba lleno de recuerdos de Azima. Extrañaba todo de ella y tenía que cortar con esa locura de raíz.

Así que había tomado su avión y viajado a Francia para supervisar personalmente que no se perdiera la cosecha de los viñedos que poseía.

****

- ¡Vamos a Pasión! –gritaba Habi feliz.

- Estoy muerta. –respondió Gabriela. Llevaban ya dos días en la ciudad y habían aprovechado a seguir con las compras y pasear por los alrededores así como ayudar a Baasima a dar el visto bueno a decisiones finales de la boda.

- Nosotros nos quedamos pero vayan ustedes. –les dijo León.

- Claro, claro.

- A Ian le encantará la idea. El pobre ha estado muy estresado.

- También estoy cansada. –dijo Azima de inmediato.

- Ah no, tú no te quedas. Vamos todas. Así que a cambiarse rápido.

Mientras Baasima bailaba pegada a su novio-esposo en la pista y Zaím estaba de lo más acaramelado con Habiba. Ella se había pedido un trago. Ya iba entendiendo eso de ahogar las penas en alcohol, aunque era una lástima que no pudiera hacerlo. Si estaba allí es porque casualmente se había enterado de que Azzam había volado a Francia por negocios y le había pedido consejo al respecto a Zaím. Habiba se había enterado y lo había comentado. Así que no había riesgo de topárselo. Recordó cuando lo había conocido, allí precisamente y se esforzó por apartar esos recuerdos concentrándose en el trago que le acababan de dar. Le entregaron una rara y elegante copa y vio extrañada el líquido oscuro.

- ¿Y este como se llama? –preguntó señalando la copa.

- ¿Ese? –Zaím le contestó –creo que por el tipo de copa se llama Diosa de la noche.

- ¿Ustedes le ponen nombre a todos las bebidas?

- No, solo a algunas.

Azima vio su bebida y su ceño se frunció aun más. Rato después esos dos desaparecían y ella pidió un trago más. Tuvo la intención de pedir una botella pero se detuvo. Sería mejor irse a casa. Bajó del privado VIP para avisar a Baasima que aun bailaba que se iría a dormir. Era pasada la media noche. Se acercó a la pista y varios tipos la rodearon enseguida mirándola lujuriosamente. Se había olvidado lo que había sucedido la vez anterior. Esta vez únicamente habían ido con los esposos de las chicas como protección y era más que suficiente pero no si ella decidía aventurarse sola.

- ¿A dónde vas preciosa?

- Baila conmigo.

- Vente a mi lado...

Ella retrocedió alejándose para tratar de ver a Baasima pero no pudo puesto que se topó con un cuerpo duro detrás de ella. Los tipos vieron quien era y se alejaron. Ella lo supo antes de darse la vuelta. Podía sentirlo, podía olerlo aun en un mar de cuerpos apretados.

- ¿Qué rayos haces aquí abajo sola? –le espetó furioso al oído.

Azima tragó saliva y cerró los ojos. Esto no podía estarle pasando a ella.

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