Capítulo 3
Ahora tenemos que volver cuando yo solo era una niña de nueve años, esta vez era la fiesta de cumpleaños de Sam, en esos años habíamos hecho más amigos, pero mutuamente éramos mejores amigos.
Llegué al patio, vi a muchos niños jugando y comiendo, mi madre me sujetó del hombro antes de correr como loca.
—Ten cuidado, estaremos sentados.
—De acuerdo.
Esto se lo dije más desesperada de que lo quería sonar. Caminé hasta donde estaba Fabiola o como yo le digo Fabi. Estaba sentada comiendo un helado, me llegué y me senté junto a ella.
Fabi era la hija de otra amiga de mi madre, su nombre era Romina, yo le digo tía Ro.
—Hola, Fabi.
—Hola, Alexa. —Me dijo llena de helado.
Metí el dedo en su helado, antes de probarlo. Estaba delicioso era de chocolate con chispas de chocolate.
— ¿Has visto a Sam? —Pregunté.
—Hace unos minutos lo vi entrar al castillo.
Yo solo asentí con la cabeza, después de eso nos quedamos platicando hasta que llegó Charlotte.
Charlotte era una princesa del pueblo, ella está enamorada de Sam, todos le decimos que solo somos niños... Pero ella está convencida de que algún día se casará con él.
—Hola, chicas. —Hizo una pausa. — ¿Han visto a Sam?
—Yo también lo estaba buscando —dije.
Ella me fulminó con la mirada, creía que era una amenaza cuando en realidad solo éramos mejores amigos.
Como si lo hubiéramos llamado, Sam llegó, nos hizo una reverencia y nos dio un beso en la mano.
—Hola, me alegro de que hayan podido venir.
—Hola, Sam. —Dijo Charlotte dándole un beso en el cachete haciendo que se sonrojara. —Te traje este regalo.
Él le sonrió y abrió el regalo, era un reloj de oro, al ver su regalo, me sentí apenada del mío.
—Muchas gracias, Charlie, me gusta mucho.
Ella le sonrió.
—Sam, te quiero presentar a mi hermana, vamos.
Ella lo alejó de mí, antes de que yo pudiera decirle algo.
—Odio a esa tipa. —Dijo Fabiola.
—Yo más.
Charlotte siempre que podía me alejaba de él. La fiesta estuvo tranquila, Fabiola y yo no la pasamos comiendo dulces.
Sam, vino hacía mí y se sentó a mi lado.
—Al fin puedo hablar contigo. —Dijo.
—Feliz cumpleaños, amigo.
Dicho esto, le di un fuerte abrazo. Me gustaba estar aquí y poder estar con mis amigos.
—Te traje este regalo, no es tan bueno como el reloj que te regaló....
—Alexa, sabes que no me importa cuánto gastaron, además viniendo de ti, todo es especial.
Saqué la pequeña caja de mi bolsa, se lo entregué.
Él comenzó a abrirlo en seguida, después de ello, quedó solo una caja, la abrió y sacó el collar con una A.
Era un trébol, ya que él creía que eran de buena suerte, le había puesto mi inicial.
Él al verlo me sonrió, yo me saqué el collar de mi blusa, el mío tenía una S, pero en vez de trébol era una estrella.
—Son hermosos, muchas gracias, Alexa.
Pude ver cómo me sonreía abiertamente, inconscientemente pinché uno con el dedo. Él se puso el collar.
—No me lo quitaré, jamás en la vida. —Dijo.
Yo le sonreí.
—Me alegra demasiado que te haya gustado, los hice yo misma.
—No debiste de tomarte tantas molestias, pero gracias. Ven vamos.
Él me agarró de la mano y corrimos atreves de todo el jardín, hasta que llegamos a un gigante árbol.
—Hay que llegar a la cima, hay una vista hermosa.
Yo lo miré un poco desconfiada con lo que estaba pasando, jamás había escalado un árbol en mi vida, siempre que trataba me caía de trasero.
Él comenzó a escalar, yo lo seguí, aunque con el vestido no podía subir muy bien.
Después de 10 minutos o tal vez más, logramos subir a la cima, nos sentamos en una rama. Al por fin sentarnos mi pecho subía y bajaba con mucha intensidad e inclusive sentía como me escurría el sudor. Había hecho el esfuerzo de mi vida.
Los dos nos agarramos de la mano, para que no cayera, ya que desde aquí veía que estaba muy alto y si caía de seguro moriría o tal vez solo estaba siendo dramática.
Vi a mí alrededor y Sam tenía razón, la vista era espectacular, se lograban ver el reino, los grandes pastizales y hasta las montañas.
—Siempre vengo aquí, me gusta demasiado.
—Es hermoso, aunque la altura es un gran problema.
—Tranquila, siempre vengo aquí y nunca pasa nada.
Él miraba todo con suma atención, sus ojos azules brillaban con mucha intensidad, su cabello negro como la noche se movía por todos lados a causa del viento.
— ¿Qué piensas? —Dije.
Él bajó la mirada.
—Pienso, que algún día yo reinaré todo esto, soy el primogénito, seré rey.
—Creo que serás un gran rey, como tu padre.
—Eso es lo que temó, tengo que.... Hacer demasiadas cosas, tengo miedo de que haga algo incorrecto y que perjudiqué al reino, sé que faltan muchos años para eso, pero ahora solo faltan 8 años.
—Tranquilo, tú podrás hacer todo lo que un rey tiene que hacer, además en estos años tendrás clases, sobre política, economía y demás materias, cuando llegué ese momento, estarás listo.
Él me sonrió.
Me abrazó nuevamente.
—No tengas miedo, mira.
Él puso mi mano en el tronco y se paró. Por un momento pensé que caería, pero no fue así, elevó sus manos y se quedó parado en perfecto equilibrio.
Yo levanté mis manos y aplaudí, aunque no sé qué tan bien estuvo planeado eso, ya que, al momento de soltarme y aplaudir, caí del árbol y lo último que escuché fue...
— ¡ALEXA!
💙. 💙. 💙. 💙. 💙. 💙. 💙
Desperté y me dolía mi cabeza. Vi que estábamos en un hospital, ya que todo era blanco.
Enfrente mío estaba mi madre, que al ver que había despertado corrió hacía mí y me abrazó.
— ¿Qué pasó?
—Te has caído del árbol, te desmayaste, pero Sam te cargó... Solo te fracturaste un brazo... Estarás bien en algunos meses.
— ¿Sam está bien?
—Sí, está afuera.
—Quiero verlo.
Ella asintió con la cabeza, abrió la puerta, le habló y él pasó. Pude ver la preocupación en el rostro, lo cual me hizo sentir mal.
—Lo lamento tanto Alexa.
—No te preocupes todo fue un horrible accidente.
—Lo sé, pero ahora estas lastimada por mi culpa.
—Saca esos pensamientos de tu cabeza, no fue tu culpa.
Él sonrió, aunque fue una sonrisa triste. Se sentó en la cama con cuidado de no lastimarme. Mi madre salió, dejándonos solos.
Así que me levanté un poco, sinceramente fue muy difícil con el brazo enyesado, aunque Sam me ayudó.
—¿Te puedo firmar el yeso? — Me preguntó con una sonrisita.
Asentí con la cabeza, pude ver que se levantaba para traer un marcador negro, vi que se apoyaba y comenzaba a escribir, aunque no me dejó ver.
Al levantarse pude ver lo que había escrito.
"Juntos de aquí hasta las estrellas"
-S
Después de esa tragedia, no todo podía terminar todo mal...
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