Capítulo 20

- Rápido - Leandro me empuja de nuevo.

Yo me quejé pero seguí caminando. Pude ver mi reino una vez que llegamos. Ahogué un grito y comencé a temblar. Maltratan a mi reino de una manera tan cruel...

- ¡Vamos! ¡No tenemos todo el día! -

Seguimos el camino hasta que entramos al reino. Las personas se veían asustadas, con hambre y heridas, pero aún así... me miraron con odio...

- ¡Traidora! - Grita una mujer y siento algo en mi rostro. Era lodo.

- ¡No te queremos aquí! -

- ¡Nos abandonaste! -

- ¡Maldita! -

Los caballeros y Leandro se alejaban de mi para que me siguieran tirando lodo o lo que había, mientras ellos se reían yo aguantaba mis ganas de llorar.

- N..No... y..yo no... - Murmuraba.

- ¡Traidora! -

- Yo solo... buscaba... - Me lanzan lodo al rostro de nuevo.

- Bien, eso es todo - Lenadro vuelve hacia mi y me levanta - ¿Te gustó la bienvenida? Es lo que mereces -

Me vuelven a estirar hasta que llegamos hasta las puertas del castillo. Estas se abrieron y nos dejaron pasar para ver a Nicolás en el trono de mi padre.

Pero lo que me sorprendió y capto mi completa atención fue ver a quien tenía a lado como su reina.

- ¿Gila? - Dije apenas audible.

- Hola primita, tanto tiempo. ¿Te divertiste luego de abandonar a tu reino? -

- Querida Thea... - Nicolás se levanta - Has vuelto -

Leandro va hacia su padre quien le sonríe con orgullo.

- Buen trabajo, hijo mío -

- Gracias padre -

- Bien, ahora, que preparen a nuestra preciosa The. Lo que hemos planeado antes aún puede hacerse - Dice Nicolás.

- ¿Qué? - Pregunté sin entender.

Leandro vuelve hacia mi.

- Ya lo sabrás -

Comienzan a estirarme pero yo hago fuerza.

- ¿Dónde están mis padres? ¡¿Qué hicieron con ellos?! -

- ¿Quieres verlos? - Pregunta Nicolás con una sonrisa sádica.

- Si -

- Bien, primero ve a arreglarte, y será mejor que te vistas de negro - Me sonríe aún más.

Todas mis alarmas se encendieron. Mi cuerpo comenzó a temblar de nuevo y comenzaba a imaginarme lo peor.

Por favor que no sea cierto...

***

***

- Los tenemos en diferentes lugares - Dice Nicolás.

- ¿Por qué? - Pregunté.

- Ya sabes, para evitar escándalos -

- ¿En dónde están? - Pregunté con más fuerza.

- Tu madre sigue en su celda. Tu padre en otro lugar - Dijo sonriendo.

- ¿Dónde? - Demandé.

- Ya lo verás, ten paciencia -

Quería estrangularlo pero las cadenas en mis manos las cuales estaban atrás de mi espalda no ayudaban para nada.

Y los tres guardias encargados de evitar cualquier movimiento que haga, tampoco ayudaban.

Decidí mantenerme así hasta saber que sucedió con mis padres. Fuimos hacia las celdas, habían muchos civiles, seguramente inocentes, aquí.

Bajamos escaleras, luego avanzamos por unos pasillos hasta estar frente a una de las celdas donde pude ver a mi madre.

- ¡Mamá! - Intenté ir hacia ella pero los caballeros me detuvieron.

- ¿Thea? - Ella se da la vuelta y me ve - ¿Que haces aquí? Debiste haberte ido para siempre -

- Mamá... intenté buscar ayuda.. lo intenté... -

Unas lágrimas corrieron por mis mejillas.

- Oh querida... - Se acerca hacia los barrotes y extiende una mano hacia mi pero los caballeros no dejaban que me acercara.

- Mamá... recuerdo todo -

Ella me mira sin entender.

- ¿Qué recuerdas? -

- A Kaelan... - Dije y ella abrió los ojos de par en par - A Jinx, Adam, James, Owen, Ivy, Kitana... los recuerdo madre... -

- Cariño... lo siento... creí que te protegía -

- Si, lo sé... lo recuerdo también -

Ahogué un sollozo.

- ¿D..Dónde está papá? - Pregunté.

- Vamos con él y lo sabrás - Leandro comenzó a empujarme.

Pero yo miré a mi madre quien agachó la cabeza.

- ¿Mamá? -

- Lo siento Thea... -

Comienzan a empujarme con más fuerza mientras mi respiración comenzaba a descontrolarse.

Mi corazón iba muy rápido y solo esperaba verlo en alguna otra celda y no donde me lo estaba imaginando.

Salimos de los calabozos.

- N..No - Murmuré.

Las piernas comenzaban a fallarme y nuevas lágrimas salían de mis ojos.

- Esto es un recordatorio para que sepan que les sucede a las personas que intentan desafiarnos - Dice Nicolás.

En medio del pueblo... la espada de mi padre clavada en el suelo con su casco en él.

- ¡No! - Grité con fuerza.

Me soltaron y yo caí al suelo llorando y sollozando. Me arrastré un poco hasta estar agarrando el mango de la espada mientras lloraba.

Un grito de dolor desgarró mi garganta con mucha fuerza, pero volví a gritar y llorar aún más fuerte.

Sentí como las gotas de mis lágrimas caían sobre mis muslos sin parar.

- ¡Padre! - Grité mientras pegaba mi frente al mango de la espada.

El corazón me dolía tanto... perdí a mi padre... Y ni siquiera sé en qué momento ni qué tan crueles fueron... lo había perdido y era lo único que sabía...

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