9

—¡Soobin!

—¿Qué?

—Me duele la espalda apúrate

—Ya casi termino

—Ah... mgh idiota así no

—Pero si tu fuiste el de la idea

Yeonjun rodó los ojos aunque un gemido se escapó de sus labios cuando Soobin embistió de nuevo contra su interior a lo que Yeonjun soltó un gemido mas alto, las embestidas cambiaron de ritmo mientras Yeonjun trataba de tomar algo pero solo estiraba sus manos en la pared, sus gemidos fuertes y continuos mientras sentía sus piernas como gelatina, no duraría mucho así, sobre todo cuando Soobin tomó su miembro comenzando a masturbar rápidamente, casi al ritmo de las embestidas, se sentía en el cielo sin poder volar.

El pelinegro lo tomó de las caderas evitando que cayera mientras Yeonjun intentaba no perder tanto el sentido hasta que alcanzó su orgasmo corriéndose contra aquella pared mientras Soobin embestía un poco más antes de alcanzar su orgasmo, aunque no entendía para que mierda se puso condón si casi nunca lo usaban.

Jadeo sintiendo su cuerpo cansado, Soobin lo cargó y le colocó de nuevo los pantalones y bóxer, se colocó los propios mientras Yeonjun estaba sentado en el suelo empedrado, al menos la vereda de la biblioteca no era tan fea, el pelinegro lo cargó en su espalda mientras Yeonjun estaba por quedarse dormido, se suponía que desde las diez debía estar durmiendo.

Pero allí estaba, detrás de una biblioteca luego de tener la maravillosa idea de follar dentro, obviamente Soobin se negó, no lo haría en la biblioteca de la universidad y menos sabiendo que si a Yeonjun se le daba la gana se ponía a hacer escándalo, pero no tuvo problema en hacerlo detrás del edificio donde no había cámaras porque eran las once y media de la noche así que la oscuridad era su mayor cómplice, cualquiera que saliera a fumar un cigarrillo en ese momento obtuvo un buen espectáculo con ellos dos.

—Vas a salir del país? —preguntó Soobin mientras lo cargaba a su cuarto.

—Nop, me quedaré en casa... ¿si puedo ir a verte?

—Siempre y cuando tengas cuidado—dijo Soobin saliendo de la facultad de letras.

—Sabes que soy muy cuidadoso

—Si claro como cuando casi me montas en frente de Dahyun—le recordó Soobin.

El suceso fue rápido pero un poco gracioso, Soobin estaba cerca de las canchas de tenis estudiando cuando llegó Dahyun, Yeonjun que iba con sus amigos los vio y fingió que Soobin le había quitado alguna chica así que se le lanzó encima asustando a la chica y sentándose en el regazo de Soobin mientras lo tomaba de los hombros como si quisiera golpearlo, Soobin tuvo que hacer un gran esfuerzo, numero uno, para no reírse, y numero dos para no tomarlo de las caderas y apretar su culo entre sus manos comenzando un beso caliente.

Soobin se había vuelto muy calenturiento por culpa de Yeonjun, si, era culpa de Yeonjun.

—Entonces iré a verte—dijo Yeonjun recostando su cabeza en la nuca de Soobin dejando un beso antes de dormirse.

Soobin lo llevó a su cuarto pues en el de Yeonjun habían muchos adinerados alrededor y preguntarían que hacía un pobre muerto de hambre como él allí, eso y que el estúpido Beomgyu siempre lo molestaba, si no le propinaba un golpe era por su beca, así que entró a su habitación y depositó a Yeonjun en su cama, comenzó a preparar sus maletas para irse.

El semestre había terminado así que los estudiantes dejaban las habitaciones y se iban a sus mansiones, en el caso de Soobin a un humilde apartamento en el que vivía su madre y sus dos hermanitos menores, besó la frente de Yeonjun y se dedicó un momento para verlo.

El castaño dormía con sus mejillas apretadas contra la almohada, su boca de patito en un bultito y sus cabellos un poco húmedos por el viento frío del exterior, sus mejillas coloradas por el calor de las sabanas y sus ojitos cerrados, Soobin jugó un poco con sus cabellos descubriendo su frente y luego repartiendo besos llenos de amor en su cara.

Nunca pensó enamorarse, menos de alguien como Yeonjun, sin embargo no lo conocía antes, recordaba al Yeonjun que solo lo veía hecho pedazos ante las molestias de Beomgyu, ante sus humillaciones, sin embargo a veces Yeonjun también le ayudaba, quitaba a Beomgyu de encima y evitaba sus bromas de mal gusto diciendo que aquello resultaba simplemente inmaduro, así que luego le compraba algo para el dolor y se iba, nunca le resultó agradable, un chiquillo que lo tiene todo y solo sabe presumir que sus padres le darán todo no era su modelo de chico ideal, de hecho Soobin ni siquiera gustaba de hombres.

Soobin nunca tuvo tiempo de enamorarse, de llegar siquiera a pensar en una pareja ideal, quizá cuando era un niño pequeño soñaba con tener una novia linda, tan linda como su madre o su hermana mayor, pero nunca un Yeonjun, nunca llegó a sentir esas mariposas, esa necesidad de cuidar de alguien, de besarle, esa ternura que tenía cada que Yeonjun dejaba que peinara sus cabellos, a veces haciendo colitas, otras veces simplemente pasando sus dedos, nunca imaginó llegar a sentirse pleno cargando a Yeonjun en su regazo mientras estudiaba, dándole besos cada que al chico se le acababa una gomita, adorar sentir sus cuerpos unidos y terminar con dulces caricias murmurándose el amor que se tenían y lo especial que era el otro entre besos y abrazos.

Terminó de guardar sus cosas y luego se acurrucó con Yeonjun abrazando su cuerpo, el castaño despertó un poco y le dio un beso en la mejilla para luego acurrucarse con él enredando sus piernas con las ajenas mientras Soobin lo presionaba contra su cuerpo y se dejaba caer en el sueño al lado de la persona que mas amaba, porque aceptó que amaba a Yeonjun.

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×

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La mansión Choi era un lugar enorme, demasiado enorme, Yeonjun ya ni recordaba ese tamaño, su habitación de la universidad también era grande, pero no tanto como su cuarto, cargó su maleta pero luego una de las criadas llegó por ella y se la quitó, su madre salió de la casa con una sonrisa encantadora, claro sino fuera porque Yeonjun sospechaba que ya se traía algo entre manos.

—Mi bebé, por fin vuelves a tu casa—dijo ella con una dulce sonrisa, Yeonjun asintió sin decir mucho— ¿y ese olor?

Se le olvidó que llevaba la sudadera de Soobin, mierda.

—Mmm es que choqué con un tipo ebrio mientras pedía un taxi

—¿¡No le dije a tu papá que el chofer tenía que ir por ti!?

—No te preocupes, yo le dije que tomaría un taxi.

La verdad era que pidió un taxi solo para irse con Soobin y por más que su padre le insistió, usó la excusa de que quería probar cosas nuevas y adaptarse al mundo adulto, valió la pena si pudo darle muchos besos a su novio de camino a casa antes de que el pelinegro se bajara del taxi, eso y pagarle al chofer para que no dijera nada a nadie.

—Bueno pero entra, tenemos un asunto importante que cubrir—dijo la mujer empujándolo a la casa.

En su habitación ya estaba un conjunto de ropa formal, su madre le dijo que luego bajara al comedor del jardín, un poco preocupado pero tratando de mantenerse calmado simplemente obedeció y bajó al comedor.

Allí estaban cuatro personas ajenas a su familia, un hombre adulto, su esposa y dos jóvenes, una chica de cabellos ondulados decorados hermosamente por una peineta y un lindo vestido de tonalidad rosa claro, tragó fuerte cuando notó que la silla al lado de la chica estaba vacía, aquello no era más que otro de los planes de su padre, por supuesto, suspiró y se sentó a su lado a lo que ella le sonrió amablemente, la cena no fue mucha cosa, simplemente su padre alucinando los logros que Yeonjun tenía como si fuera un trabajo, para ellos eso era una pareja, alguien que estaba contigo por lo que lograbas, por lo que tenías.

Soobin no lo era.

Soobin lo amó cuando estaba destrozado, lo vio hacerse pedazos, lo reparó y llenó su vida de mucho más que simples premios, sonrió mientras jugaba con los fideos pensando en ello, su lindo novio hacía que sus días fueran más felices, sus risas no faltaban al menos una vez al día y cuando se sentía mal era Soobin quien lo cargaba como niño pequeñito dejándole besos en las mejillas y apretujándolo mientras lo mimaba como loco, adoraba eso.

—¿Verdad Yeonjun? — dijo su padre viéndolo con una expresión de desaprobación.

— ¿Sobre qué? —dijo Yeonjun viendo a los demás.

—De una cita—dijo su madre con una sonrisa— es bueno que salgan y se conozcan.

—Te parece bien mañana— dijo la chica sonriéndole.

Yeonjun asintió sin darle mucha atención, la cena siguió con sus padres hablando, como si el asunto fuera más alucinar a sus familias antes que preguntar por que pensaban, la chica comía sin decir nada, como si fuera un robot hecho solo para agradar y ser buena esposa, sentía lastima por ella, debía ser complicado tener que lidiar con todo eso.

Yeonjun apenas y estaba presente, cuando la otra familia se fue ni siquiera lo notó del todo, subió a su habitación ignorando las palabras de su padre y metiéndose a su celular para escribirle a su novio, se quedó toda la noche hablando con Soobin hasta dormirse con la boca abierta y el celular tirado en el suelo porque se había descargado a media noche después de que Soobin no volvió a escribir porque se había quedado dormido también.

En la mañana la señora Choi entró a la habitación de su hijo con lastima al verlo en un estado deplorable, Yeonjun se veía demasiado diferente, desde que llegó llevaba un perfume barato, una sudadera barata y una sonrisa estúpida en la cara, Yeonjun se reía de la nada viendo los platos, cualquier cosa, parecía desenfocado y un poco más frágil, no era el mismo Yeonjun que jamás bajaba la mirada, ese que coqueteaba a mas no poder con cualquier chica y que siempre se mostraba orgulloso y limpio.

Tomó su celular y trató de encenderlo pero estaba descargado, suspiró y lo colocó sobre la mesa, notó que Yeonjun llevaba una marca en su cuello, revisó su piel notando algunas marcas moradas antiguas, suspiró pensativa, su hijo estaba saliendo con alguna chica y no era de su clase social, no pertenecía a su familia y nunca lo haría, Yeonjun debía volver a ser el prodigio, el gran hijo de los Choi que causaba envidia en su familia, ese que enorgullecía a su padre y ella se encargaría de ello.

Así que Yeonjun no entendía por qué tenía que ir con Giselle a esa cafetería, la chica subió a su motocicleta sin miedo alguno, parecía ser experta, condujo hasta la dirección que sus padres organizaron y cuando estacionó notó el lugar suspirando y pasándose una mano por el pelo.

—¿No te gusta este lugar? —dijo la chica quitándose el casco — es un café muy fino y reconocido.

—Lo conozco—dijo Yeonjun dejando su casco, suspiró y entró como siempre lo hacía el propio Choi Yeonjun.

Cedió una silla para la chica que sonrió y se sentó tranquila, luego se sentó al frente de ella rogando al cielo para que no ocurriera lo que menos pensaba, pero al final el cielo no estaba de su lado, la vida odiaba a Yeonjun y le daba golpes cada que podía gritándole lo estúpido que podía llegar a ser, Soobin se acercó a ambos para pedir su orden porque estaba de turno.

—¿Buenos días que van a pedir? —dijo con una sonrisa amable fingiendo que no conocía a Yeonjun.

Como si su pecho no quemara, confiaba en que Yeonjun tendría una explicación.

—Un rol de chocolate y café y un jugo de naranja—pidió Giselle sonriendo amablemente.

Yeonjun miró a Soobin y suspiró, el pelinegro simplemente esperó su orden pero Yeonjun tenía otro plan.

—Recuerdas que hoy en la mañana te dije que había una razón para que tu y yo no pudiéramos enamorarnos—le dijo a la chica que asintió— bueno él es mi razón.

Soobin se sorprendió al escuchar esas palabras viendo a Yeonjun, luego a la chica que sonrió viendo a Soobin, se sentía descolocado, como si nada tuviera sentido en ese momento y de nuevo miró a su novio que sonrió y le tomó la mano haciendo que se sentara a su lado mientras tomaba su mano, el castaño le aseguró con la mirada que estaba bien así que suspiró aliviado.

—Es mi novio se llama Soobin—dijo Yeonjun recostando su cabeza en el hombro de Soobin.

—Un gusto —dijo Soobin estrechando la mano con la chica.

—Oh esto es increíblemente lindo—dijo Giselle feliz— el gusto es mío... tienes buen gusto con Yeonjunie.

—Lo sé—dijo Soobin a lo que Yeonjun le dio un golpe en el hombro y luego él besó su frente.

Soobin se sentó unos minutos con ellos pero luego se fue porque debía hacer su trabajo, Giselle se quedó con Yeonjun hablando por horas, ella en realidad no quería casarse, su sueño era ser profesional de motocross ya que ella era competidora en diferentes categorías, de igual manera le gustaba la moda y quería ser modelo, Yeonjun le comentó que le gustaba la moda y que en algún momento quiso ser diseñador, con ello el tiempo se les pasó, sin saber como las horas habían pasado y ya eran buenos amigos, Soobin sonreía al ver a su lindo novio sonreír sin importar quien lo hiciera reír, al terminar Yeonjun siguió a Soobin hasta el baño y le robó un beso para luego irse corriendo a su motocicleta.

Giselle condujo hasta su casa llevando a Yeonjun a velocidades muy altas, también había participado en carreras como piloto profesional, cuando llegaron abrazó al castaño sintiéndose feliz.

—Gracias por dejarme ser Yeonjunie.

—Descuida, tu no dijiste nada malo de mi novio así que es mejor que nos llevemos bien.

—Me parece bien—dijo ella— finjamos que somos pareja y así yo puedo seguir practicando y tu con tu novio ¿te parece?

Yeonjun asintió emocionado y luego ella se fue a casa emocionada, el castaño condujo de nuevo a casa y cuando llegó su madre llevaba una sonrisa orgullosa, obviamente porque su hijo salía con una chica linda, el fingió estar normal, de nuevo era el mismo Yeonjun firme y seguro de siempre así que se quedó tranquila pues había ayudado a mantener su familia como debía ser.

Soñar no costaba nada.

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