2

–Mira!

–¿Quién es?

–Yeonjun.

–Se ve tan guapo en esa moto.

Soobin escuchaba a las chicas a su lado, levantó la vista notando a Yeonjun estacionar su moto frente a ellas, se quitó el casco pareciendo realmente un personaje salido de una revista, giró los ojos y comió su crepa como si nada, Yeonjun les sonrió coquetamente a las chicas, notó a Soobin pero fingió no hacerlo.

–¿Quieren subir? –les preguntó con un toque de doble sentido en su tono, ellas rápidamente se volvieron locas sonrojándose y cambiando incluso la forma de moverse.

Soobin se levantó de su silla y fue a dejar el dinero de la crepa a la caja, se acercó a la zona de estudio huyendo de Yeonjun que lo miró irse, quería hablar con él pero últimamente Soobin parecía más alejado, ni siquiera le abría la puerta en las noches y cuando le preguntó lo único que dijo fue que necesitaba estudiar mucho y que no quería distraerse, no podía negar que eso le dolió pues lo tomó como si Soobin simplemente lo llamara distracción vacía.

Aquel "no quiero distracciones innecesarias" dolió en lo más profundo de su pecho mucho más de lo que pudo creer, sus amigos se acercaron así que hizo de lado los pensamientos y se fingió con una sonrisa saludándolos.

–Irás a la fiesta de los Jeon? –preguntó Beomgyu terminando su batido.

–No lo creo, quiero... enfocarme en mejorar con la motocicleta–dijo Yeonjun viendo su motocicleta nueva afuera del restaurante.

–Pues para mojar bragas ya eres bueno–le dijo Huening Kai– quieren ser esa motocicleta.

Yeonjun soltó una risa mientras Beomgyu le tomó la cabeza y la dirigió hacia una linda castaña que los veía, en especial a Yeonjun, su amigo levantó las cejas indicándole que fuera, Yeonjun sonrió y rodó los ojos, se acercó a la mesa y notó a la chica seguirlo con la mirada sin despegar su vista, admiraba su valor, por lo general para ese momento sus rostros ya estaban rojos y sus nervios se notaban a kilómetros pero esta no, parecía tan fresca y segura que era interesante.

–¿Dónde conseguiste la motocicleta? –preguntó la chica con una sonrisa.

–Nuevo diseño de la compañía de mi tío ¿por qué? –se sentó al frente suyo, sus amigos lo veían desde lejos con sonrisas divertidas– ¿te interesa montarla?

–Me gustan las motocicletas–dijo ella, se acercó a su cara con una sonrisa coqueta– y si... tal vez quiera montar por un rato...

Yeonjun sonrió mientras ella estaba peligrosamente cerca de su cara, su mirada se desvió en Soobin que salió de la zona de estudio y se fue no sin antes verlo coquetear con la chica, un fuerte deseo de ir se apoderó de sus sentidos, la chica volteó viendo a Soobin que simplemente se fue como si nada ignorando por completo todo a su alrededor.

–¿Es amigo tuyo? –preguntó la chica al ver que Yeonjun se había quedado perdido viendo por donde había salido Soobin.

–No–dijo volviendo en sí– es un idiota y ya.

La chica soltó una risita y luego se apartó un poco más, continuaron hablando metiendo el doble sentido cada tanto, le resultaba agradable que ella supiera manejar cosas que las demás no como el gusto por motocicletas o autos deportivos, la mayoría solo se derretía ante lo que dijera, ella no, era tan interesante.

Sin embargo, aún no podía soltar de su cabeza a Soobin.

Luego de un rato la chica subía a su moto, una cosa llevaba a otra y así Yeonjun terminó llevándola a casa en su motocicleta, abrazó su cintura y lo rodeó con sus brazos, se despidió de sus amigos que solo alzaron la mano despidiéndose de él, al llegar estacionó y bajó de la moto luego de que ella lo hiciera.

Tal como esperaba una cosa llevaba a la otra, la chica lo invitó a pasar, su casa era grande, una linda mansión si le preguntaban, su ropa comenzó a molestar, una caricia tras otra, ella parecía interesada en llevarlo más lejos y en menos de lo que pensaba la tenía encima moviéndose con gusto sobre su cuerpo, sus gemidos envolvían sus oídos, sus manos tocaban su piel, el calor invadía su cuerpo pero había algo mal, algo extraño y diferente.

¿Era así como se sentía Soobin cuando él estaba sobre su cuerpo? ¿era así como se sentía solo por cumplir los caprichos de Yeonjun sin que este le preguntara lo que él quería?

Ella parecía disfrutarlo pero Yeonjun, Yeonjun solo sentía el vacío y el frío de la necesidad incrustarse en su pecho, el odio y repulsión a sí mismo por hacerlo cuando en realidad el deseo no era el mismo, si ella era interesante, linda, todo lo que hubiera querido pero por alguna razón no era suficiente, no tocaba su cuerpo con la misma calidez, no se sentía de la misma forma, nada era igual.

Y entonces se dio cuenta de que se encontraba buscando a Soobin en todos lados.

Desde el primer momento cuando creyó encontrar a alguien con quien hablar más allá de los asuntos comunes, cuando intentó formar una conversación mas o menos llena y que no se sintiera vacía, cuando su interés se presentó, sus ideas se colaban y se metía a la idea que Soobin era suplantable, ahora sabía que no era así.

Su orgasmo llegó, sintió su cuerpo desplomarse sobre él, sin embargo no pudo corresponder su beso, tampoco escuchar sus palabras, odiaba su cabeza por repetirle que era un idiota por jugar con ella, sin embargo ¿no era algo pasajero? ¿ella no podría esperar que aquello llegara a más o sí?

Ni siquiera escuchó sus palabras hasta que ella se levantó de su pecho y lo miró preocupada, Yeonjun notó su mirada y entonces enfocó su atención a sus palabras.

–¿Qué te pasa?

–Nada–dijo rápidamente dando un beso en su frente pero ella se apartó.

–Eso no pasa por nada, ¿hice algo mal?

–No es tu culpa princesa–dijo sentándose– me voy.

Ella lo vio vestirse, ¿era así como se sentía la culpa? Su mente era un desastre, el asco se mezclaba con el odio por sus propios sentimientos, se repetía que no debía sentirse así, ella tomó su celular entretenida, Yeonjun suspiró y supuso que lo mejor no sería despedirse con un beso, simplemente salió de la habitación y bajó las escaleras encontrándose con una de las mujeres de limpieza, ella lo llevó a la salida y subió a su motocicleta de nuevo para volver al complejo de la universidad.

Se detuvo debido a un semáforo, las luces del sol, una tienda, la recordaba porque Soobin solía comprar allí sus libros, libros de segunda mano para estudiar, muchos no estaban allí pues la universidad utilizaba libros costosos y veía a Soobin trabajar los veranos en una pequeña cafetería sencilla.

Notó una sudadera gris en una de las tiendas, recordaba habérsela visto el primer día, cuando caminaba y simplemente se dedicaron a humillarlo lanzándole la comida encima, los demás se rieron, Yeonjun simplemente se quedó callado mientras Beomgyu se disculpaba fingidamente con él, y Soobin simplemente se quedó callado, las burlas no pararon y pronto Soobin era el chiste de toda la universidad, sin embargo admiraba su resiliencia, la forma en que se formó un nombre por cuenta propia siendo el mejor en clases, siendo el más educado y amado por los profesores, sin problemas con los demás y un récord que admiraba, esa forma de ser tan interesante y misteriosa que se desaparecía cuando estaba con Yeonjun.

Soobin en el fondo era muy dulce, calmado y lleno de amor, con algún pequeño toque de rabia acumulada, cuando se molestaba se dejaba ver, aunque eso solo ocurría con Yeonjun, podía parecer más molesto, alegre o incluso triste, la forma tan humana que demostraba hacía que Soobin le pareciera increíblemente enganchador.

–¡Idiota que estás esperando! –gritó el conductor del auto que estaba atrás, el semáforo estaba en verde y ni siquiera se daba cuenta.

Avanzó recibiendo gritos y quejas de los demás conductores pero siguió conduciendo como si nada, cuando llegó al complejo lo vio entrar, llevaba dos libros en mano, un café ¿otro en el día? Seguramente estudiaba como un condenado, lo miró entrar así que siguió a Soobin, por suerte no había nadie y al llegar a su habitación colocó el pie antes de que la puerta se cerrara, Soobin volteó notando su presencia.

–Podemos hablar? –preguntó con una sonrisa amable pero lo único que recibió fue un empujón y un portazo.

Soobin se dejó caer contra la puerta, suficiente le había costado dejar de llorar antes de volver al edificio como para volver a hacerlo, sin embargo las lágrimas salían de sus ojos sin poder controlarlas, se quebró y no había forma de repararlo, se abrazó recordando la forma en que Yeonjun le sonreía a la chica, si se había sentido tan real la ultima vez que estuvieron juntos ¿por qué lo hizo? ¿por qué jugar y hacerle pensar que todo era tan real y que no solo él se sentía atraído por el castaño.

Escuchó a Yeonjun tocar un par de veces y luego se fue, era extraño tomando en cuenta que aún era de día, miró su escritorio y se puso de pie de nuevo para volver a estudiar, tomando la séptima taza de café en el día, se sentía cansado pero apenas cerraba los ojos allí estaba de nuevo, miró hacia la ventana notando a los demás salir, tan metidos en sus vidas que parecían ser felices, libres de tener que buscar un mejor futuro porque para ellos ya todo estaba hecho, Soobin envidiaba poder hacer eso.

Porque quizá si hubiera sido como ellos Yeonjun podría ser suyo realmente.

Se sentó de nuevo para estudiar como si nada ¿podría concentrarse no?

Horas mas tarde su cabeza no tomaba nada de la información que trataba de llevar, era completamente inútil, su sonrisa, esa maldita sonrisa, su mirada, la forma en que se acercaba a ella, sus palabras, en serio Yeonjun podía fingir tanto, sus ojos comenzaron a picar y en medio de la noche escuchó dos toques a la puerta, estaba lo suficientemente loco, o lo suficientemente cansado de pasar por todo aquello como para abrir la puerta y meterlo dentro de su habitación con un solo tirón.

Yeonjun se sintió aún más confundido cuando sus labios fueron tomados con rabia, sus manos apretaron su cuerpo como nunca antes lo había hecho, sentía el enojo en sus caricias, sus besos ansiosos y un tanto crueles, su lengua enlazarse con la ajena tratando de tomar su boca por completo, Soobin lo lanzó sobre la cama subiendo sobre su cuerpo y desprendiéndolo de su camiseta de inmediato, ni siquiera podría reaccionar ante sus movimientos.

–¡Soobin! –gritó al sentir que el pelinegro chupaba su piel y dejaba su marca en la piel blanquecina del mas bajo.
Sin embargo sus pedidos por que se detuviera de marcarlo se perdieron al sentir como Soobin apretaba sus caderas, bajó sus pantalones de un tirón y apretó su erección con fuerza, sus piernas se encogieron en reacción sintiendo el calor invadir más su zona sensible, trató de quitar la ropa de Soobin aunque sus gemidos se acrecentaron al sentir que metía sus manos bajo la tela, cerró sus ojos apretando en puños la camisa de botones que Soobin llevaba, sus gemidos no hicieron más que aumentar, quizá estaba tan necesitado, quizá era por sentir el enojo en cada gesto del pelinegro.

¿Estaba molesto porque llevaba días sin buscarlo? ¿Estaba celoso de verlo con la chica?

Prefería pensar que era la primera o quizá simplemente lo había hartado, su pecho dolía con solo pensar que Soobin se habría cansado de él, no quería eso, recordaba cada sensación y ahora se sentía más necesitado que nunca de sus besos, esos besos suaves que le eran negados pues Soobin parecía alejarse cuando intentaba darle un beso en los labios volviendo a tomar sus pechos y cuello bajando incluso hasta su vientre, el pelinegro comenzó a prepararlo de golpe sacando sonoros gemidos mezclados entre el dolor, necesidad y placer.

–Soobin!

–Solo cállate–pidió Soobin pero al ver sus pequeñas lágrimas salir sintió su corazón quebrarse.

Había dañado a quien menos quería dañar, había llegado al punto de querer hacerle pagar, pero, ¿en serio se sentiría mejor si le hacía sentir dolor? La respuesta era un no y lo supo así que besó sus labios con una pizca de amor, su enojo se transformó en dolor y el dolor en suaves caricias que Yeonjun disfrutaba mucho más, sintió el enorme cambio de sus intromisiones rudas a unas un poco más llevaderas, Soobin besó sus labios con pasión y seguridad, apretó sus caderas y dejó unas cuantas marcas en la zona, si, dejaría su marca en él pero no estaba dispuesto a destrozarlo más por mucho que su rabia tratara de llevarlo lejos.

Tomó con cuidado sus caderas y siguió preparándolo, Yeonjun le dio un beso necesitado, comenzando con pequeñas lágrimas entre besos, limpió sus lagrimas mientras el castaño llevaba el miembro del pelinegro a su interior ahora sobre Soobin, besó sus labios y unas cuantas lágrimas cayeron sobre el pelinegro que esperaba a que se acostumbrase a la intromisión.

–¿Estás bien? –preguntó en un tono suave mientras limpiaba sus mejillas.

–Soobin... me gustas–dijo Yeonjun viendo sus ojos.

Soobin se quedó en silencio y simplemente limpió sus mejillas.

–No vas a...

–Hay que terminar antes de que se te haga tarde para irte.

Yeonjun simplemente asintió y comenzó a moverse, sus lágrimas cesaron cuando Soobin lo besó con cuidado y amor, juntó sus frentes y luego movió sus caderas con seguridad chocando contra su próstata de una vez, el pelinegro disfrutó cada uno de sus gemidos, sus movimientos cada vez más rápidos y la forma en que sus pieles se unían, besando cada parte de su piel amando hasta el ultimo pedazo de su ser envolviendo su cuerpo en una especie de burbuja olvidándose de todo por un segundo.

Tomó sus labios con dulzura, una armonía entre sí que solo le gritaba un "También me gustas" que no podría ser dicho jamás, porque Yeonjun no lo decía en serio, se negaba a creerlo, se negaba a pensar e ilusionarse con que lo amaría, con que dejaría de lado lo que los demás dijeran por él, que serían felices en un lindo cuento de hadas siendo Soobin a quien Yeonjun quería y tanto había buscado, porque las princesas no terminaban con el príncipe, porque su cuento no era real, porque jamás lo sería.

No importaba cuanto lo intentara de nuevo se encontraba alabando su ser, desde sus gemidos ahogados contra sus labios hasta los movimientos de sus piernas mientras se movía dando saltitos sobre su miembro recibiendo el placer hasta lo más profundo de su ser, los minutos parecían horas, horas que no querían que terminasen entre caricias y lujuria ninguno de los dos ansiaba llegar al final y tener que separarse, porque era una compañía que ansias dure hasta el final, una conexión que habría corrido los límites de lo sexual llegando a la necesidad y pasando al amor, ese amor que aunque no estaba bien, aunque parecía imposible llenaba sus corazones de todo lo que necesitaban encontrándose en el otro de maneras que jamás imaginaron.

Yeonjun sintió las manos de Soobin tomar su miembro, sabía que entonces alcanzarían el límite llegando a su orgasmo, a pesar de ello no las quitó, Soobin comenzó con sus movimientos ansiando que el control de Yeonjun fuera el suficiente para que aquello durase mucho más, y lo fue, pasaron largos minutos mientras sus cuerpos se unían llenándose del otro hasta saciarse llegando al orgasmo juntos, el castaño sintió a Soobin llenar su interior con su semilla mientras él se corría entre los vientres de ambos, se dejó caer en sus brazos sabiendo que Soobin lo sostendría, porque siempre era así.

El pelinegro cerró sus ojos abrazándolo, besó sus hombros y luego dejó un beso en su oreja mientras lo envolvía en sus brazos.

–Déjame quedarme–pidió Yeonjun con un tono triste.

Soobin sintió sus lágrimas correr por sus hombros huyendo de los ojitos marrones del castaño, tomó sus mejillas y lo vio llorar, la primera vez fue por una chica ¿ahora era por su culpa? No quería pensarlo, pero Yeonjun simplemente dejó un corto beso en sus labios, aunque no fue correspondido pues se apartó rápidamente.

Soobin se acercó tomando sus labios de nuevo mientras sus pulgares limpiaban sus mejillas húmedas por las lágrimas, Yeonjun se quebró en sus brazos y eso solo hacía que su pecho doliera por primera vez, alguna vez deseó verlo destrozado y que supiera lo que era no tenerlo todo, ahora solo deseaba darle el mundo entero y no tener que verlo de esa manera.

–También me gustas–le dijo al oído, sintió su corazón vibrar en el pecho, tenía miedo, miedo de perder, miedo de fallar, miedo de ser traicionado, miedo de que dejaran su corazón roto.

Y sin embargo lo hizo.

Porque su amor eliminaba todo miedo, porque añoraba creer que sería real.

Porque amaba la idea de que fuera real.

Yeonjun tomó sus mejillas y sonrió para luego darle un golpe en el pecho.

–¡Idiota! Me tenías pensando que no me querías–gritó molesto entre lágrimas y a la vez abrazándolo.

Adoraba al pobre idiota Choi Yeonjun, besó sus mejillas y lo despeinó aún más, sacó su miembro de su interior y se acomodó con el mas bajo en sus brazos, lo abrazó y besó su frente cubriendo ambos cuerpos con su sábana, Yeonjun se pegó a su pecho con una sonrisa.

–Es solo que me cuesta creerte–le confesó, Yeonjun levantó la mirada.

–Entonces prometo demostrarte que es cierto.

Soobin era el más feliz del mundo en ese momento.






parte 2 espero les guste 

Att S00bin4

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