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Gritos en todo el estadio, el sonido de las celebraciones, aplausos por todos lados, levantó las manos en el aire, su sonrisa no tiene precio, ves a un ganador nato, un ganador completo y lleno de energía, su sonrisa demuestra lo que solo un Choi como él podría tener, esa vibra de líder, su dominio de la escena, los demás lo saben, su caballo se mueve mas despacio, sus compañeros le rodean, celebran a su lado, todos quieren estar cerca de Choi, todos querrían ser como él, el amor de todo el mundo.
Y luego está él, viéndolo desde lejos, en silencio completo, notando que jamás lo miró, jamás buscó su presencia en medio de todos, jamás miró sus ojos, sin embargo lo acepta, sonríe inconscientemente viendo su sonrisa, esa que solo recuerda ver en la soledad, levanta sus manos y las chicas no tardan en rodearle, todos lo ven y celebran ignorando la existencia del pelinegro allí presente, suspira y se da la vuelta buscando su camino hacia la biblioteca, no es que Soobin ame estudiar, no es que le guste, en realidad lo odia, odia tener que estudiar por horas gastando sus horas en responsabilidades sin tener un poco de derecho a descansar.
Yeonjun disimuladamente buscaba entre la multitud y lo ve, sonríe al verlo irse, al menos fue y lo vio ganar, no es mucho pero su corazón saltaba de alegría al solo saber que si fue aunque le dijo muchas veces que no tenía tiempo, su sonrisa vuelve con atención hacia los demás fingiendo no saber sobre aquel chico y simplemente siendo de nuevo el glorioso Choi Yeonjun que todos conocen.
En medio de la noche, su cuerpo se escabullía entre los pasillos, caminaba a paso seguro a pesar de no saber si de pronto se encontraría con alguien, ese era uno de los dotes de Yeonjun, siempre saber enfrentarse a las cosas sin importar si sabía que perdería o que fallaría, esa confianza que emanaba pero que luego se hacía pedazos al estar dentro de su cuarto.
Las luces aún estaban encendidas, escuchó la regadera, supuso que estaba duchándose así que comenzó a estar rondando por la habitación, revisó sus apuntes, Soobin al parecer era muy inteligente, aunque no lo decía mucho siempre era Soobin quien destacaba en las clases sobre Yeonjun, su padre le recriminaba el cómo un pobre muerto de hambre podía ser mejor que él pero la verdad era que Yeonjun dejó de tenerle odio mucho tiempo atrás.
Sonrió recordando el día en que su ex lo había terminado, ella dijo odiarlo y parecía acrecentar sus inseguridades a cada minuto que estaban juntos, la quiso mucho, sí, era su mayor trofeo y ese fue el problema, para él no era una chica sino un trofeo, pronto ella lo supo y terminó odiándolo y destruyéndolo, en esos días el Yeonjun de siempre se había ido, la mayoría de sus amigos no estaban debido a viajes o asuntos de las empresas de sus familias así que solo era él, hasta que llegó Soobin, sin importarle todo lo que le había hecho Soobin fue su refugio, lo dejó quedarse en su cuarto aquella noche, le dio de su ropa y le dejó lavarse pues estaba empapado por la lluvia, Soobin se quedó y lo abrazó cuando se lo pidió, lo acarició con la delicadeza que nadie había tenido con él.
El calor se apoderó de sus sentidos y terminaron envueltos entre sábanas mientras Yeonjun deliraba de placer en sus brazos, así fue como todo comenzó, adoró la forma en que Soobin lo tomaba, en que le hacía sentirse tan seguro y a la vez tan ansioso, esa manera única de ser que aunque al principio solo fue deseo ahora era más que eso.
El pobre Yeonjun se encontraba en un trágico dilema, no podía enamorarse de Soobin y sin embargo, ya estaba hecho, cada noche que llegaba se volvía mucho mejor, si antes apenas le daba besos ahora doraba fundir sus labios con los ajenos, no por deseo solamente, sino por necesidad, esa necesidad de sentirse suyo, de ser suyo por completo, esa pasión necesitada que llenaba sus sentidos y lo volvía un esclavo, las noches se hicieron más frecuentes y Yeonjun adoraba escabullirse hasta su habitación solo para compartir besos, caricias y volverse uno solo, ahora sus pensamientos no solo se resumían en las noches sino también en el día, cada vez le era más interesante ver que hacía Soobin, que lo viera ganar, que lo viera ser, simplemente tener su atención era una de las mayores necesidades que había desarrollado sin entender bien cómo.
– Creí que estarías celebrando con tus amigos–dijo Soobin saliendo del baño solo con una toalla en su cintura.
Yeonjun quería saltar sobre ese cuerpo húmedo y calentarlo hasta el máximo.
–Ah, no es que... pensé que prefería celebrarlo de otro modo–dijo fingiéndose tranquilo, a quien engañaba Soobin lo traía por el piso babeando con solo verlo.
–Eso es raro–dijo tajante.
–Crees que... podamos intentarlo en el baño hoy?
Soobin lo miró un momento seriamente, Yeonjun estaba muy raro los últimos días, un poco nervioso, más callado que de costumbre y mas caliente que antes, si no hubiera sido tan observador quizá no se hubiera dado cuenta de que ahora cada noche se perfumaba, que a veces antes de irse tomaba un poco de su perfume también y por momentos en el día sentía que llevaba un perfume similar al suyo, no comprendía.
Sin más asintió y se metió de nuevo al baño, Yeonjun se apresuró a quitarse su costoso conjunto y se quedó completamente desnudo antes de entrar al baño, la regadera estaba abierta, observó a Soobin esperarlo dentro, se metió y el alto cerró la puerta de la regadera para luego cargarlo de la cintura, sus manos se ajustaban tan perfectamente a su cintura que Yeonjun juraba su cuerpo estaba hecho para Soobin, todo en él encajaba, la forma en que lo tomaba de la cintura, lo pegaba a su pelvis y luego besaba sus labios que se acoplaban a la perfección, sus manos podían tocar los hombros ajenos apretando su piel húmeda mientras sus lenguas jugueteaban entre sí, su lengua corta pero con punta contra la lengua amplia y redondeada de su amante, Soobin invadía su boca perfectamente dominando por completo el beso mientras Yeonjun sentía que su cuerpo aumentaba de temperatura a niveles enormes.
Los besos pasaron a su mentón, su cuello, sus clavículas, cerró sus ojos estirando un poco su cabeza, sus manos apretando su espalda, sus dedos hundiéndose en la húmeda piel blanquecina del pelinegro, sus piernas enroscadas en su cintura mientras sentía la erección de Soobin palpitar contra sus nalgas que fueron tomadas por una de sus manos, el agua caían sobre sus cuerpos mientras los vidrios se empañaban entre gemidos y gruñidos suaves, Soobin parecía disfrutar morder su piel, lamer y apretar su carne dejando mordidas leves y luego lamidas cariñosas como si gozase de un control extremo a pesar de que el cuerpo en sus manos lo volvía loco.
Porque sí, Soobin amaba tomar ese lindo cuerpo entre sus brazos, la forma tan ávida de Yeonjun para entregarse, siendo diferente al Yeonjun que conocía, ese Yeonjun que siempre demostraba ser un líder, dominar a cualquiera en todo sentido pero que entre sus brazos se volvía tan sumiso por momentos, que chillaba de gusto por sus caricias y gemía sin control con sus lindas piernas abiertas solo para él.
Tomó sus muslo apretando con una mano hasta de nuevo tomar su redondo trasero, apretó y exprimió un poco la carne degustándose con la sensación del agua contra la calidez de su piel, volvió sus labios a los del chico de cabellos castaños casi rubios que devolvió el beso con la misma intensidad, Soobin aproximó uno de sus dedos a su entrada recibiendo un gemido de respuesta, el cabello húmedo de Yeonjun se veía precioso con sus facciones, tal como cuando sudaba bajo su cuerpo, mordió levemente sus labios y besó su piel cercana, pasó sus manos a uno de sus pezones recostando su espalda contra las baldosas de la regadera, el castañito se dejó hacer sintiendo sus botones rosas erizarse, con una mano apretaba su trasero, con la otra mantenía su peso cargado y sus labios tomaban sus botones erizándolos por completo degustándose con los obscenos sonidos de sus gemidos y su piel húmeda acompañados por el agua cayendo sobre sus cuerpos.
–Soo~~ chilló Yeonjun al sentir su dedo corazón ingresar en su entrada, el frío de sus dedos húmedos inundando el calor de su cavidad, pero Yeonjun quería eso, eso y más.
Se movió contra su dedo hundiéndolo en su interior, Soobin lo miró atentamente notando como sus lindos labios se abrían, sus ojos se cerraban y sus manos apretaban sus hombros, no podía negar que follarse a Choi Yeonjun era la mejor y única parte del día que le gustaba, quizá se había hecho adicto y ahora adoraba que el propio Yeonjun llegara cada noche a su habitación solo para regalarse placer mutuamente.
Un segundo dedo ingresó sacando más soniditos de sus labios, Soobin los apresó hundiendo su lengua entre sus belfos, sus manos apretando su cintura bajando a sus caderas mientras sentía su falo palpitar necesitado de atención, sin embargo lo que menos había querido nunca era causarle dolor a Yeonjun, incluso su primera vez fue cuidadoso aunque en serio lo odiaba con todo su ser por hacerle la vida de cuadritos, y es que no se podía resistir ante su sonrisa, esa linda sonrisita que le regaló el primer día en medio de su llanto cuando le contó alguna cosa absurda para distraerlo, esa mirada necesitada que le dio y simplemente no pudo destrozar su cuerpo como hubiera deseado, en cambio siempre se encargaba de hacer que cada sensación para él fuera totalmente placentera.
Choi Soobin es había enamorado de un chico que jamás le correspondería y esa... esa era la mayor tragedia de su vida.
Yeonjun gemía ante sus dedos sintiéndose necesitado de más, Soobin comprendía cada uno de sus gestos como si lograse adivinar en un solo instante lo que necesitaba llevando un tercer dedo a su interior abriendo el máximo espacio que le era posible, su miembro palpitaba ante las estimulaciones, el agua ya no servía para enfriar sus cuerpos sino que se volvía tibia debido al calor de sus pieles chocantes, el espacio se abría en su interior mientras Soobin devoraba sus pezones con maestría, sus ojos se enfocaban en la mirada de Soobin pegada a sus expresiones ansiando ver más de esos lindos gestos lujuriosos que hacía cada que era suyo.
Yeonjun se quejó un poco al sentir que los dedos abandonaban su interior pero rápidamente llegaba la ansiedad de sentir su pene entrar, Soobin lo hizo con un poco de fuerza sin llegar a lastimarlo por lo bien que lo había preparado, aún así cerró sus ojos por la intromisión y apretó sus manos en la espalda ajena mientras lanzaba maldiciones por lo bien que lo hacía.
–Si sigues así a la próxima te pediré que me rompas el culo –le dijo divertido a lo que Soobin mordió sus labios divertido haciendo que soltara un pequeño quejido y un empujón divertido– tonto.
Soobin le regaló una sonrisa, esa que hizo que su mundo se perdiera, esa que solo consiguió derribar el ultimo muro de sentido que le quedaba, adoraba su complicidad, la forma en la que podía molestar a Soobin y bromear cuando estaban juntos, esos juegos que hacían entre sí ignorando el mundo entero y sus caricias que se sentían tan... dulces y llenas de amor.
El castañito lo miró en silencio ignorando la posición en la que estaban y Soobin solo pudo besarlo, besarlo de la forma en que nunca lo había hecho, lleno de pasión pero una pasión no de necesidad sino de amor, ese amor que odiaba tener pero que su mente no podía contener siendo su corazón quien le hacía perderse por el lindo Yeonjun que podía tener aunque solo fuera por las noches, Yeonjun le correspondió con cariño, necesidad de amor y eso que le gritaba que lo amaba, eso que le decía que ansiaba poder tener más que simples acostones y una relación más de placer que de cariño.
Dos jovencitos jodidamente enamorados sin poder decirlo, pero pudiendo expresarlo al máximo.
Soobin se movió contra su interior haciendo que Yeonjun rompiera el beso soltando un gemido fuerte, los movimientos aumentaron mientras besaba su cuello, apretaba su cintura y lo hacía estremecerse contra las baldosas, el agua ya ni siquiera se sentía como fría sino un cálido vapor de sus cuerpos que invadía el interior del lugar, Yeonjun gemía una y otra vez sintiendo las invasiones, salidas y entradas, sus caricias, se atrevió a besar sus hombros también, sus manos explorando el cuerpo ajeno, Soobin lo recargó por completo en la pared mientras tomaba su miembro necesitado comenzando un vaivén al mismo ritmo de sus estocadas.
Por primera vez Yeonjun no lo sentía como simple sexo, sino hacer el amor en su sentido mas delicioso.
Cada caricia, cada movimiento no se sentía igual a los anteriores, la forma de hacerlo de Soobin esta vez era diferente, sus manos tocando su cuerpo con devoción, sus labios explorando su piel, sus cuerpos lo más cerca que podían, sus apretones, sus entradas y salidas encontrando luego de un rato el punto que le hacía delirar, su próstata siendo maltratada con la fuerza suficiente para no lastimarlo pero si hacerle sentirse en la misma gloria, era cada cosa lo que hacía que todo se sintiera perfecto.
–Soobin Soo-ah~~ Yeonjun sentía su garganta secarse ante los sonidos que evitaban que pudiera cerrar la boca del todo, Soobin lo elevaba y se movía con maestría conociendo a la perfección sus puntos favoritos, sus toques necesarios y la forma en que le encantaba ser profanado.
Yeonjun cada vez apretaba más dando a entender que pronto llegaría a su orgasmo, Soobin lo sabía así que aumentó su velocidad dándole lo que necesitaba para llegar más lejos, sus manos acariciaron sus costillas y luego lo tomó de las mejillas para besarlo perdiéndose un poco debido a sus propios gemidos gustosos ante lo bien que Yeonjun lo envolvía, tomó sus labios uniéndose entre besos, tirones y mordidas, el castaño se había vuelto un desastre y eso le fascinaba, sentía que cada vez estaba más cerca, Yeonjun gemía por su mano subiendo y bajando sobre el miembro del castaño al ritmo de sus embestidas, sintió lo cálido de la esencia de Yeonjun en sus manos viendo como arqueaba su espalda y su interior lo apretaba cerrando sus ojos con fuerza y clavando sus dedos en la espalda del pelinegro.
Soobin aprovechó que su orgasmo aun no llegaba solo para alargar el orgasmo del castaño, la presión de su interior solo hacía que Soobin alcanzara el máximo soltando un gemido fuerte mientras el mas bajo temblaba en sus brazos debido a la sobre estimulación que recibía alargando su orgasmo mucho más hasta que Soobin llenó su interior por completo llenándolo de calidez.
Yeonjun se dejó caer sobre sus brazos mientras Soobin lo cargaba con cariño, besó su nuca y luego se dedicó a lavarlo un poco saliendo de su interior y limpiando lo que podía con el agua de la regadera, lo cargó en sus brazos colocándole una toalla encima y lo llevó a su cama depositándolo con cuidado.
Yeonjun tomó sus hombros y lo acercó regalándole un beso suave, uno lleno de cariño que Soobin devolvió efusivamente, no importaba si todo era una mentira, si en realidad no le gustaba a Yeonjun como él gustaba de Yeonjun, adoraba sentirlo tan frágil y dulce esa noche, se separó del beso notando su mirada, sus ojitos un poco cansados y esa sonrisa tierna que le regaló.
–Supongo que ya te han dicho que eres bonito–le dijo Soobin a lo que Yeonjun negó.
–Solo que soy guapo, pero jamás bonito.
Soobin sonrió y dejó un beso en su mejilla y luego uno en su nariz.
–Pues eres bonito–dijo antes de apartarse.
Yeonjun sonrió y lo vio irse al baño de nuevo, suspiró y se enrolló abrazándose sobre la toalla, adoraba estar así, poder sentirse seguro en la cama de Soobin, libre de todo, feliz porque simplemente recibía caricias sin que el pelinegro le pidiera algo a cambio, una sensación tan pura que parecía irreal.
Soobin salió del baño con más toallas en sus manos y una toalla alrededor de su cintura, notó a Yeonjun hecho bolita en la cama y sonrió, se acercó y con cuidado limpió su cuerpo de la humedad, colocó una toalla en su cabeza secando su cabello mientras el castaño se dejaba hacer, le colocó una de sus camisas y luego se vistió con su pijama acomodándose en la cama con Yeonjun, el castañito era la cucharita más pequeña y dejaba que Soobin lo abrazara por la espalda dejando besos en sus hombros y hundiendo su nariz en el hueco de su cuello.
En la mañana Yeonjun despertó con Soobin aún abrazándolo por la espalda, los brazos rodeando su cintura con firmeza y una sonrisa pintada en la cara del pelinegro, Yeonjun no veía a Soobin sonreír mucho en el día, de noche no era tan risueño pero parecía gustar de contarle chistes malos y hacerlo reír molestándolo y jugando un poco con él antes de terminar comiéndose.
El castaño se dio vuelta y se atrevió a dejar un beso en sus labios sintiendo como Soobin lo tomaba de la cintura y lo pegaba a su cuerpo aún dormido, sonrió y besó su nariz de nuevo, sentirse pequeño en sus brazos y no tener que demostrar ser fuerte era lo que más amaba, volverse un necesitado de sus mimos y esos besos sutiles que Soobin era el único que podía darle, tal como ahora cuando intentó darle un beso y sus labios fueron capturados por los ajenos sorprendiéndolo.
–Te diviertes Yeonie?
–Me divertía con un saco dormido–dijo fingiendo molestia por el beso, Soobin besó su mejilla.
–Es hora de que te vayas–dijo viendo el reloj, Yeonjun suspiró, se quería quedar, ansiaba poder pasar la mañana entera con Soobin y poder simplemente besarse, abrazarse y que nada importara.
–Si–dijo finalmente– ¿te veo hoy en la noche?
–Tengo que estudiar un poco, me fue mal en las ultimas calificaciones de arte así que tengo que subir el promedio y eso implica más estudio.
–Pero no necesitas eso
–No todos somos hijos de mami y papi y podemos hacer lo que queramos con nuestras vidas sin importar qué. –dijo Soobin en un tono seco.
Eso dolió, resignado y con un pequeño sabor amargo en la boca Yeonjun se soltó de su agarre y salió de la cama, Soobin suspiró estirándose y viéndolo, un aura triste pareció invadirlo pero rápidamente Yeonjun se fingió bien, como si su pecho no doliera ante aquellas palabras.
– Entonces estudia como esclavo–le respondió tratando de amortiguar el dolor en su pecho.
–Eres egoísta ¿lo sabías? –respondió Soobin con el enojo creciendo en el tono.
–Vete al demonio Soobin–dijo quitándose la camisa de Soobin y colocándose la sudadera que llevaba la noche anterior.
Soobin parecía molesto, lo supo por la forma en que suspiró y se estiró dándole la espalda, generalmente Yeonjun sentía que el pelinegro se quedaba viéndolo vestirse para grabarse cada parte de su cuerpo antes de que se fuera, pero cuando se molestaba simplemente fingía que no existía, una vez se colocó los pantalones suspiró y dejó la ropa de Soobin tirada, molesto se acercó dándole la vuelta a su cuerpo y besándolo de sorpresa.
–Eres un maldito loco–le dijo separándose del beso– vendré después.
Soobin no pudo responder y simplemente se quedó callado viéndolo irse, a veces odiaba que a Yeonjun en realidad no le importaba nada más que él mismo, siempre era así, egoísta aunque su mente lo engañara diciéndole lo contrario.
No podía amarlo, no debía amarlo, pero, quizá eso ya no era opcional.
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