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— ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! ¡Toma! — Lauren y cerca de otros diez adolescentes gritaban alrededor de Prim y ella rió finalmente creando coraje y tomo el pequeño trago de tequila que bajó ardiendo por su garganta así como los cinco primeros. Los chicos a su alrededor lo celebraron y uno de ellos la abrazó mientras Prim se reía.

— ¿Quién lo hubiera dicho? — Lauren sonrió llevándola de la mano hasta la pista de baile improvisada en el jardín de Dreya King, una alumna de la pequeña Forks High que era tan rica como su familia, pero diferente de su familia, Dreya tenía total libertad para exhibir su mansión para cualquier humano curioso que quisiera ver y ella lo hacía muy bien.

Dreya era conocida en Forks High por sus fiestas regadas a mucha bebida y música alta - Prim creía que hasta drogas, pero elegía mantenerse alejado de ese último. Nunca tuvo la oportunidad de ir a una de las fiestas de Dreya, pero con la reciente participación de Bella en la familia, Edward se volvió menos controlador de su vida y Prim se dio cuenta de que sus padres eran bastante liberales sin la influencia loca de Edward sobre Prim de ser una frágil chica de dieciséis años suelta en un mundo lleno de pervertidos y pedófilos.

Se sorprendió cuando sus padres le permitieron ir a la fiesta, Prim sólo tuvo que suplicar un poquito y llorar por las experiencias humanas que su madre aceptó rápidamente - desde que Prim mantuviera el celular encendido y supo que Alice vería todo lo que hiciera.

A ella no le importó realmente, no empezó esa noche con ninguna intención maliciosa. Sólo quería divertirse y bailar toda la noche sin el control de sus padres o de nadie.

Todo el jardín estaba iluminado con luces parpadeantes y la piscina tenía boyas y hasta algunas chicas y chicos se arriesgaban en el agua helada, era un milagro hasta entonces que no había llovido ese día.

El sonido envolvía su cuerpo y Prim se sintió libre, algunos chicos se acercaban para acompañarla y Prim se divertía al sentirse deseada, aunque por un adolescente.

Alice Merton cantaba tan fuerte que Prim pensó que pronto el Jefe Swan aparecía en la residencia para decirles que apagaran el sonido, pero nada de eso sucedió. Ya pasaban las tres de la mañana cuando Prim sintió los pies doloridos en su tacón de diez centímetros y finalmente buscó un lugar para sentarse en el interior de la casa, donde más adolescentes bailaban o se besaban desvergonzadamente.

Los padres de Dreya habían viajado a Egipto hace una semana y por eso la chica tenía la casa para sí sola durante un mes completo, ella hacía muy bien el papel de adolescente rica aburrida que quema la herencia de los padres. Había todo tipo de bebida esparcida por la casa y Prim ya había experimentado la mayor parte de ellas.

— ¿Qué estás haciendo ahí chica? — Lauren apareció tirándose a su lado del sofá y tendiéndole una botella de cerveza. Prim abrió el sello y sonrió sintiendo la garganta agradecer el líquido helado, estaba muriendo de calor y aun con las puertas y ventanas abiertas, el calentador de la casa y calor de su cuerpo hacían que Prim estuviera en llamas por dentro. — Vamos a bailar, ¿eh?

Prim rió empujando el flequillo de los ojos. Se había atado el pelo a una cola de caballo y hacía mucho tiempo que sus rizos perfectos ya habían sido deshechos. — Lau, estoy muerta. Estoy pensando en ir a casa.

— ¡No! — Lauren sacudió la cabeza y dio un chillido en el momento en Ariana Grande comenzó a sonar. — ¡Ven! — ella la llevó a donde varios adolescentes aún bailaban divirtiéndose. —¡No puedes ignorar a la reina!

Prim rió dejándose llevar por Lauren y las dos empezaron a bailar moviéndose al sonido de la voz envolvente de Ari. Era tan irónico que la canción hablara de cómo un tipo debería romper con su novia y tomarla como si rogara por este hombre. Pensó que era muy irónico, pero con su mente nublada por la bebida, no discernió bien el motivo del pensamiento.

Dos manos tocaron su cintura y Prim se sobresaltó cuando intentó darse vuelta pero las manos fuertes la mantuvieron en la posición en la que estaba.

Un escalofrío subió por su cuerpo y Lauren sonrió maliciosa en su dirección, ella tragó en seco volviendo a moverse en el ritmo de la música y sintiendo las manos del extraño recorren su cintura en un apretón firme y envolvente, Labios fríos le tocaron el cuello y ella se estremeció cuando un escalofrío recorrió su cuerpo.

Él la volteó de repente y Prim abrió la boca casi en shock, el chico quizás tenía unos veinte o algo así. Cabello rubio y ojos claros, una boca roja y bien dibujada, tan blanca como ella y una sonrisa sucia adornando su cara. Se acercó y Prim se tragó el delicioso perfume.

Él la miraba fijamente y Prim no conseguía apartar la mirada de la suya, estaba hipnotizada y seguro que le daría todo lo que quisiera de ella.

—Yo soy...

— No— Prim sonrió pasando los brazos alrededor de su cuello, él era tan alto que su cabeza apenas alcanzaba sus hombros. Se enfureció de puntillas uniendo sus labios a los suyos, sintiendo una atracción casi incontrolable que la empujaba hacia él. Probablemente efecto de la cantidad de bebida que ya había ingerido, sin embargo, ella no tuvo que esforzarse mucho. Él pasó las manos firmes por su cintura, empujándola lentamente hasta Prim sentir la pared a sus espaldas en uno de los rincones más oscuros de la casa, Prim no se preocupó realmente sobre cómo eso parecería a los ojos de quien veía desde fuera, Apostaría a que nadie la recordaría en este momento. No dijo nada más, pero la besó como si no hubiera mañana.

Se llevó un susto cuando abruptamente él se alejó de ella. Prim parpadeó confundida y se sorprendió al ver la figura furiosa de Edward gruñendo al chico.

—¿Qué te pasa?

— Aléjate de ella! — Edward gruñó empujándolo una vez más, Prim observó en trance al chico adoptar una postura defensiva, agachándose y gruñendo al castaño.

—Mierda— murmuró pasando los dedos por el pelo y finalmente percibió lo que estaba justo debajo de sus ojos. — Eres un vampiro.

El vampiro sonrió de lado, maliciosamente y guiñó en su dirección. — No parecía importarte hace un minuto, nena— Su frase hizo a Edward gruñir aún más alto y Prim abrió la boca en shock, sin saber exactamente qué decir. Ella prácticamente saltó sobre un vampiro desconocido, la sangre le subió las mejillas y él le sonrió de forma aún más maliciosa, lo que hizo involuntariamente Prim estremecerse y Edward gruñir aún más.

— Paren los dos, ahora. Están llamando la atención— Recomendó en voz baja cuando algunos chicos parecían interesados en una posible pelea. Ella suspiró desanimada, observando al vampiro de pelo rubio y preguntándose cómo fue que no percibió, pero debía ser porque se sentía demasiado atraída por él. Aún ahora, mientras él la miraba parecía que algo burbujeaba dentro de ella, un instinto de agarrarlo y...

Edward gruñó una vez más, dando un paso hacia el vampiro y tirando de Prim detrás de su espalda, donde ella no podía verlo y probablemente la alejaba de su mirada. — ¡Te arrancaré la cabeza si vuelves a pensar así!

— Edward! — Prim trató de alejarse, empujándolo. - ¿Qué diablos haces aquí?

Él la miró incrédulo, parecía verdaderamente furioso y de segundo en segundo lanzaba miradas matadoras al vampiro que aún los miraba.

—¿Yo? quiero saber qué diablos haces aquí, Primrose.

El vampiro se rió, observándolos con los brazos cruzados. — ¿Son novios? Porque escuche, yo no sabía nada, hombre— Él levanta las cejas para Prim. — Pero no debería dejar a su chica tan suelta. Ya sabes, los chicos malos adoran a una chica indefensa.

Prim agarró el brazo de Edward cuando volvió a gruñir hacia el rubio. — ¡Oye! No soy su novia y no estoy indefensa, cretino.

Parpadeó, mirándola una vez más con una expresión que bordeaba la inocencia. —Si eres soltera, podemos hablar. ¿O aún quieres ahorrar palabras?

Ella no puede dejar de querer sonreír, pero estaba bajo la mirada furiosa de Edward. — Ven!— Él ordenó empujandola por la habitación, Prim gruñía, tratando de tirar del brazo de su apretón furioso.

— Mierda! suéltame, Edward! ¿en que estas pensando? no soy un perro para que me jales así!

El castaño se detuvo, mirándola profundamente, Prim sabía que él se estaba controlando y sabía reconocer cuando Edward estaba realmente enojado con algo, pero no le importaba. Odiaba que él la hiciera parecer una niña delante de un tipo - aunque este tipo era un vampiro atractivo que probablemente tenía la intención de chuparla hasta la muerte.

— ¿Qué estoy pensando?! ¿Yo? Primrose, ¿qué estás pensando tú?! ¿Qué estabas haciendo en este lugar con un vampiro? ¿Eres idiota o qué?!

Prim se desentendió de su apretón bruscamente. — Estaba haciendo lo que yo quería hacer, Edward! ¿Y sabes por qué? ¡Porque soy una persona humana, viva y con ganas! ¡Incluso ahora, mi voluntad es matarte! ¡Cierra la puta boca y vuelve a la habitación de Bella Swan como el psicópata idiota que eres!

— ¿Yo? ¿Quieres matarme?! ¿Por qué? ¿Por salvar tu vida? ¡Te iba a chupar hasta dejarte seca y luego te dejaría tirada en un rincón cualquiera!

Prim parpadeó en shock, pero seguía tan enojada y borracha que no le importó mucho la frase de Edward.

— Besa muy bien, al menos.

El castaño la miró incrédulo y enojado, volviendo a tomar su mano y jalarla hacia el coche como si Prim fuera un saco de patatas, ella se tambaleó tropezando con sus propios pies y Edward prontamente sostuvo su cintura sosteniendola, la mano fría tocando su piel causó un escalofrío que la recorrió como electricidad. Se dio cuenta de que quería más, frunció el ceño, apoyó las manos sobre los hombros de Edward y él la miró de vuelta con la expresión dura. Sus dedos se deslizaron por su piel expuesta y Prim casi se deleita con la caricia, aunque fuera tan simple. Tragó en seco cuando la mirada de Edward se suavizó, la ira desapareciendo lentamente y dando lugar a algo que la hacía estremecer por dentro, sus ojos descendieron hasta sus labios y Prim frunció el ceño preguntándose cómo sería besarlos, Edward imitó su gesto y Prim sintió como si estuviera atada a él, No podía apartar su mirada o pensar bien en sus acciones, despertó sólo cuando Edward gruñó, alejándola de forma abrupta, aunque delicadamente.

— ¿Qué demonios llevas puesto? — Gruñó desconcertado tirando de su propio suéter y lanzándolo hacia ti. Prim llevaba un top de cuero acompañado de una falda a la altura de las rodillas, nada indecente, nada llamativo, pero aún parecía perturbarlo.

Ella se subió al auto, tirando el suéter en el asiento trasero del auto. —Es ropa lo que se llama, Edward. ¿No estás acostumbrado cierto? Después de todo, la única piel femenina que has tocado, debe haber sido el brazo de Bella Swan.

— ¿De qué hablas ahora? ¿Estás tan borracha?

Prim rió sin gracia. —Lo estoy, Edward. Porque bebí toda la noche y me quedé con un montón de chicos. ¿Y sabes por qué lo hice? ¡Porque mis padres me dejaron! ¡Tuve permiso de mis responsables, los que me mandan! O sea, ¿qué crees que haces al sacarme de una fiesta así?!

— Te estoy cuidando! —Él gruñó de vuelta, Prim observó los dedos largos y delgados apretar el volante tan fuerte que ella pensó que él podría romperlo.

Suspiró, intentando calmarse mientras observaba las facciones duras. — Deberías estar cuidando a Bella.

— Bella no tiene nada que ver con esto. Puedo hacer ambas cosas, créeme.

Prim sacudió la cabeza y bufó, mirándolo incrédula. — No recuerdas mi existencia desde hace tres semanas, pero si voy a una fiesta, sales de la habitación de tu amada Bella y me estorbas la noche. ¿Cuál es tu problema, Edward?

— No me he olvidado de ti, Prim— Él dijo en un tono más suave, Prim miró la noche oscura a través de los vidrios de los coches percibiendo sólo entonces cómo estaba pareciendo una novia celosa. ¿Cuál era su problema? Nunca más bebería nada en la vida. —Sólo estoy en un momento...

—¿Confundido? —Prim arqueó la ceja y suspiró. — Pues quédate con él, Edward. Qué son diecisiete años cerca de un mes, ¿no?

— Esto no es una competición, Prim— Murmuró como si fuera una niña malcriada que se rebela porque su hermano mayor tiene novia.

Prim suspiró, mirándolo bajo la penumbra del coche y lamentó que realmente, para Edward ella debía parecer una niña mimada, no importa lo que hablara o hiciera. No era una competencia para Edward, pero Prim debía admitir al menos para sí misma, que era una competencia para ella. Sólo que no había definido por qué.

— Puedo cuidarme sola, Edward. hoy no fue por ti. No soy Bella Swan.

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