C8: Un encuentro en el baño
𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝒱 𝐼𝐼𝐼
Había aprendido la lección, jamás faltaría otra vez a una reunión de su clase.
De pie frente al espejo Uenoyama alisaba la falda que fue obligado a usar para el festival escolar, maldecia entre dientes y la vergüenza ardía en su rostro, era humillante, no quería salir de los vestidores, estaba seguro de que sus amigos lo molestarían sin piedad, y lo más importante, no quería que Mafuyu lo viera de esa manera.
Mafuyu.
Él era el culpable de todo.
Uenoyama se permitió soltar una pequeña risita mientras batallaba al atar el moño de la blusa. Si bien estaba molesto, no se arrepentía del todo, luego de una semana llena de exámenes ambos merecían algo de tiempo a solas, así que cuando Mafuyu le ofreció saltarse una clase, el joven de cabello negro no dudó ni un segundo en aceptar.
No es que se estuvieran convirtiendo en unos rebeldes sin causa, la cosa era que el festival de otoño se acercaba, y con él el creciente entusiasmo en los alumnos que los hacía enloquecer, tanto así que su ausencia no sería relevante durante las juntas para planear el evento. Y así fue con Mafuyu, quien era fácil de pasar a desapercibido por la gran mayoría de sus compañeros, por el contrario, Uenoyama no corrió con la misma suerte, Itaya terminó delatándolo "accidentalmente" al momento de asignar los roles.
La clase nueve y la clase diez se unirían para presentar juntos una misma atracción, no habría problema alguno si tan sólo uno que otro estudiante con posibles fetiches y deseos ocultos no hubiera propuesto un café con temática de sirvientas y mayordomos. Dejando de lado la nula imaginación para proponer nuevas opciones, Ritsuka se oponía totalmente al castigo severo de vestir de sirvienta en el festival.
Negarse no sirvió de nada pues justo esa misma mañana terminaba de acomodarse la peluca para salir y cumplir con sus actividades. Aún con la indignación acompañándolo a cada paso que daba, abrió la puerta de los vestidores de chicos para encontrarse con su novio de pie frente a la entrada. Percibió un genuino saltito en sus ojos al verlo, una vez pasada la sorpresa, lo escaneó de pies a cabeza sin ningún tipo de expresión en respuesta a su apariencia, le observó perplejo y Uenoyama no pudo decir ni una palabra por la vergüenza que le causaba que le miraran con tanta intensidad.
Todo el embrollo que apenas daba inicio fue en su causa, ¿por qué? Fácil.
Porque estaba totalmente a sus pies.
Mafuyu era alguien peligroso. Siempre terminaba siendo seducido por sus ojos suplicantes, aún cuando no fuera intencional, como si se tratase de un cachorro abandonado al que quieres rescatar sin importar qué. Así fue cuando lo siguió en saltarse la clase del mediodía para irse a las escaleras tras el gimnasio, proclamado ya como "su lugar" por lo muy recurrente que el sitio era en sus encuentros, no podían culparlos, la modesta y tierna luz del sol atravesaba el ventanal, lo cual era agradable para tocar un poco de música, hablar entre ellos —y tal vez besarse un poco— o simplemente acurrucarse cómodamente a disfrutar de la compañía del otro.
Cuando se dio cuenta del extraño silencio entre ellos, tragó en seco y se enderezó correctamente para salir de los confines de su mente que estaban repletos de pensamientos sobre el castaño, separó los labios dispuesto a hablar.
—Mafu... -
—¡UE, FINALMENTE!
Ambos voltearon sorprendidos al escuchar la voz animada de Itaya, quien venía corriendo hasta ellos, a su lado estaba Ueki, caminando tranquilamente.
—Itaya-kun.—Le mencionó Mafuyu a modo de saludo.—¿Vienen a vestirse?
El recién nombrado asintió tratando de regular su respiración.
—¡Vaya, Sato! ¡Te ves genial! Si fuera una chica mis calzones estarían en el suelo.—Sonrió palmeando su espalda amigablemente.
—Es cierto, te sienta bien el traje de mayordomo.—Le apoyó Ueki.—Uenoyama tú...
Ahora los ojos estaban de vuelta al pelinegro, hubo un silencio algo inquietante antes de que el pasillo estallara en risas y palabras difíciles de entender por la falta de aire. Incluso Mafuyu no pudo aguantarse y finalmente se unió a las carcajadas de sus dos amigos.
—¡HASTA TE PUSISTE ARETES!—Exclamó Itaya sin contenerse las lágrimas.
—¡Son falsos, idiota!—Se excusó mientras comenzaban una pequeña pelea.
—Uenoyama, ¿también te depilaste las piernas?—Intervino el rubio, separandolos de su pequeño intercambio de empujones.
—Oh, es cierto, vaya uecchi, ¡estás totalmente comprometido con esto!
—Uenoyama-kun las tiene así naturalmente.—Comentó Mafuyu en su lugar, dedicándole una pequeña sonrisa cómplice.
—¡¿EHH?! Uenoyama, ¿la pubertad no ha llegado para ti?—Dramatizó Itaya.—Tranquilo amigo, yo una vez fui como tú...¡Ouch eso duele! —Lloriqueó el castaño.
—Ya basta, nosotros también debemos ponernos el traje.—Le reprendió Ueki, jalándolo de la oreja.
—¡Trato de animar a Ue!
—Sólo le haces sentir más miserable de lo que ya es.—Replicó el rubio.
—¿Gracias?—Respondió Ritsuka con el ceño fruncido.
Ambos chicos desaparecieron dentro de los vestidores, minutos después, los cuatro se dirigían al aula de la clase diez para ayudar en lo que hiciera falta antes que el festival comenzara. Una vez que entraron al salón, todos los compañeros presentes quedaron boquiabiertos ante la apariencia del popular Uenoyama. Los chicos se contenían las risas y las chicas murmuraban entre ellas, extrañamente parecía gustarles lo que veían.
—Uenoyama, la peluca no está bien puesta, ¿quieres que te ayude?— Se ofreció Kasai amablemente.
Itaya clavó los ojos en Mafuyu, su nariz estaba muy cerca de su cara, pero el más bajo ni siquiera se inmutó, Ueki por su parte le dio un codazo al castaño por su indiscreción.
—Ah...sí gracias, fue un poco difícil, creo que lo hice mal.—Asintió yendo tras de ella.
Shogo continuó mirando la escena intrigado, incluso se atrevió a intentar ir con ellos pero Ueki lo jaló para que terminaran de decorar el lugar, Mafuyu se les unió mientras le daba a Uenoyama una que otra mirada de a ratos, el guitarrista también le lenzaba miradas fugaces, pero apartaba la vista inmediatamente.
—Oye Sato, ¿no te molesta?—Dijo en algún momento Itaya, sosteniendo la pancarta que pegarían del otro lado de las ventanas.
—¿Qué cosa?—Inquirió Mafuyu sin prestarle mucha atención.
—Pues que Kasai siga enamorada de Uenoyama.
—¿Tú cómo sabes eso? —Intervino Ueki con un tono de fastidio.
—Chicos, ¿ustedes no ven películas de amor? ¡Ella está totalmente colada por él! Desde el inicio del año, además, ella no sabe que Mafuyu y él están saliendo, puede que todavía tenga esperanzas.
Al escuchar lo último, los ojos de Mafuyu se agradaron dándose cuenta de lo evidente.
—Oye para con tu necesidad de generar angustia, a Sato puede molestarle lo que dices. Y baja la voz, alguien podría escucharte.
—¡Ahh, Sato! ¡Esa no es mi intención!—El chico jadeó preocupado llevando sus manos para cubrir su boca.
Las pancartas cayeron al suelo, llamando la atención de los alumnos al rededor, Mafuyu se sorprendió y algo nervioso se agachó junto a Ueki para levantarlas.
—N-No, no tienes que disculparte. —Balbuceó el más bajo.
—Sí debe, es demasiado escandaloso, nos van a regañar y nos obligarán a vestirnos de sirvienta como Uenoyama.—Gruñó el rubio.
—Deja de regañarme Ueki.—Se quejó el muchacho.—Sato, olvida todo lo que dije.
El castaño negó con la cabeza mientras se ponía de pie.
—Está bien, la verdad es que...no es como si no me molestara. —Hizo una pausa, cabizbajo.—Pero no puedo culparla, Uenoyama-kun es amable, es normal que tenga sentimientos por él. Además, ya hemos hablado sobre ella, estamos bien.
Los dos chicos intercambiaron miradas durante un instante, después siguieron pegando los carteles sin decir nada, aunque Mafuyu parecía calmado, el par notó que algo no iba del todo bien, esperaban que sólo fuera la incomodidad del momento, a Itaya le preocupaba que tomara a mal todas las estupideces que dijo.
—No te preocupes Sato, Uenoyama no es el tipo de chico que traicionaría a alguien que quiere.—Le tranquilizó Ueki. Mafuyu sólo asintió.
Cuando Ritsuka se acercó al grupo Itaya rompió nuevamente en carcajadas, resultaba que Kasai y el resto de las chicas le habían pintado los labios de un rosa brillante y ahora tenía sombras en los ojos. Al escuchar las risas estruendosas del castaño, el resto de la clase se le sumó alegremente, aplausos y chiflidos dedicados al pelinegro, quien suspiró resignado para reír de igual manera. Mafuyu le miró sonriente.
Sería un largo día.
El festival marchaba a la perfección y los estudiantes no podían estar más felices, pese a ser noviembre el clima estaba fresco y el calor del sol era lo suficientemente grato para tener un buen día. Había gente por todas partes, padres, jóvenes de otras escuelas, gente del vecindario y demás, lo que conllevaba a estar muy ocupados atendiendo el café. Las cosas para Uenoyama iban mejor de lo que esperaba, por un momento pensó que la gente le miraría con desagrado, pero no fue así, algunos reían un poco al verle y otras simplemente le ignoraban, Itaya decía que esto era porque pensaban que en verdad era una chica, el pelinegro no sabía cómo tomar aquello, así que decidió no pensarlo demasiado.
Su única queja era que no había podido hablar correctamente con Mafuyu en lo que llevaba de la mañana, sintió una burbujeante incomodidad en su estómago, esperaba sólo imaginar cosas, pero le pareció percibir cierta preocupación en su novio, en algunos momentos sentía su mirada siguiéndolo, al voltear él se apartaba inmediatamente, cuando sus ojos se encontraban, él miraba a otra dirección. Todo esto lo volvía loco, quería tener pronto su descanso para poder estar con él, era algo vergonzoso de admitir pero también deseaba que el día del festival llegara para disfrutar juntos.
Se ruborizó un poco al apreciarlo mejor desde una esquina del salón, se veía muy concentrado y cuidadoso, anteriormente le había compartido sus inquietudes sobre este día, quería hacer las cosas bien y vencer un poco la timidez, en su trabajo no necesariamente hablaba con las personas, así que no había mejorado ese aspecto de él. Dejó escapar una sonrisita al verlo asentir nerviosamente a una pareja en su mesa, algunos mechones de su cabello caían en su rostro por el movimiento constante, en la mañana notó como cada uno de sus cabellos estaban perfectamente peinados hacia atrás, le sentaba bien, incluso quiso halagarlo, sin embargo, no tuvo la oportunidad. Se sentía especialmente nervioso, tal vez era por el traje, pero ese día le notaba particularmente atractivo, claro que siempre era lindo, pero sentía aún más la necesidad de tenerlo entre sus brazos.
Carraspeó para sí mismo al sentir que su corazón se aceleraba. Lo mejor era dejar de pensar tanto y seguir en lo suyo.
Así el tiempo pasó volando entre el bullicio y los pedidos de la gente, ¿quién diría que una actividad escolar te dejaría tan cansado?, recordaba que el año pasado todo fue más tranquilo. Antes de que pudiera continuar quejándose en su mente, el representante de la clase dijo las palabras que tanto ansiaba escuchar.
"Oye Uenoyama, puedes dejarnoslo ahora, todo está más tranquilo."
No tuvieron que decírselo dos veces para que el muchacho saliera disparado, le urgía ir al baño a quitarse el labial, sentía que se le había embarrado por toda la boca. Hizo una pausa cuando se dio cuenta que ni Mafuyu ni sus amigos estaban en el aula, así que supuso que estarían juntos por ahí. Una vez en el baño se lavó la cara con un poco de agua, soltando un suspiro cansino por el ajetreado día que estaba teniendo. Miró su reflejo frente al espejo, aunque no le gustaba las prendas que usaba, debía aceptar que la falda era bastante cómoda.
Justo cuando se observaba con menos pesadez la puerta fue abierta de repente, Uenoyama gimoteó asustado como si acabaran de descubrirle su más sucio secreto. Y así frente a él, Mafuyu se reveló, un poco más despeinado que hace un rato pero seguía viéndose muy hermoso para él.
—Uenoyama-kun.—Le nombró con ese ligero tono que le hacía estremecer. —Buen trabajo, ¿estás en tu descanso?
El más alto asintió, acercándose a él, Mafuyu se detuvo, esperando expectante su siguiente movimiento.
Un beso. Corto, pero tierno. Rápido, pero lo suficiente para sentirse más tranquilo.
El pelinergo escondió su rostro entre su cuello, Mafuyu titubeó un poco pero finalmente terminó por acariciar su cabello, Ritsuka sintió como si quitaran un gran peso de sus hombros.
—No pude hablar contigo en toda la mañana, eso me molestó.—Admitió aún en la misma posición.
Las caricias de Mafuyu se detuvieron y sintió su cuerpo tensarse, Uenoyama alzó la mirada, a eso se refería cuando decía que Mafuyu estaba actuando extraño.
—¿Pasa algo malo?—Se atrevió a preguntar sin rodeos.
Mafuyu jugó un poco con la corbata mal puesta en su cuello antes de negar con la cabeza.
—Mafuyu.—Le reprendió su novio.
—Pensé que posiblemente tú...estarías un poco molesto conmigo.—Dijo finalmente en un murmullo.
Uenoyama parpadeó un par de veces antes de golpear su propia frente. Esto asustó al más bajo.
—¿Q-Qué?—Interrogó con voz temblorosa.
—¿Por qué piensas que estoy enojado?
—Por mi culpa te obligaron a vestirte así.—Explicó.— Yo te pedí que nos viéramos después de todo.
El muchacho de cabello negro tomó su rostro y lo acunó entre sus manos, aplastando un poco sus mejillas. Poco a poco entendía todo, eso explicaba sus silencios prolongados, en realidad quería disculparse.
—No estoy enojado, claro que lo hice por ti, pero yo también quería estar contigo. Ya te dije que no saquemos nuestras propias conclusiones.
El castaño asintió un poco apenado y se apartó para poder lavarse las manos. Observó a Uenoyama desde el espejo detrás de él, su pulso se aceleró sintiendo que sus orejas se enrojecían. Sus pensamientos le estaban haciendo una muy mala jugada. Cerró los ojos con fuerza para apartar cualquier idea irracional como si fueran verdaderamente una molestia y no un deseo.
—No te queda mal.—Habló más relajado.
—Es menos horrible de lo que pensé, podría soportar esta falda.
Mafuyu largó una risita por lo bajo y Uenoyama tuvo que resistirse a sonreír al escucharlo.
—¿Burlándote? Creí que te preocupaba que estuviera molesto.— Se quejó divertido.
—Es que recordé lo de tus piernas.
Su novio chasqueó la lengua, bueno, era verdad que no tenía muchos vellos.
—Apuesto a que si estuvieras en mi lugar no soportarías usar esta falda.—Se burló con intención de fastidiarle un poco.
—Pues damela y comprobemos.
La sonrisa retadora de Uenoyama se desvaneció como si se la llevara el viento, esperaba toda respuesta excepto esa.
—¿Ah sí? Pues vamos a intercambiar.
El más bajó asintió.
Los nervios comenzaban a revolotear por su pecho y no entendía por qué razón, abrochó el pantalón que le había entregado su novio y salió de un cubículo para esperar al castaño.
Bien, estaba listo para tomar su venganza y burlarse de él. Escuchó la puerta chirrear y giró para observarlo. En ese instante Uenoyama Ritsuka sintió de todo. Todo menos gracia.
Mafuyu tenía la cara un poco roja pero pretendía que no, pasó varias veces las manos por la tela jalando un poco los bordes hacia abajo para cubrir más sus rodillas. Uenoayama pensó que en él era ridículo, por otro lado, cuando observó a Mafuyu sintió su temperatura subir.
—¿Y-Y bien? Creí que ibas a desquitarte por reírme de ti.—Le desafió, Ritsuka se sintió extrañado por lo contestón que estaba hoy, claro, muchas veces Mafuyu le sorprendía por lo directo que podía ser, aún con eso, todavía era algo inusual.
—Sí, de acuerdo, no te queda mal.—Admitió de mala gana apartando la mirada.
Mafuyu vislumbró cierto nerviosismo en él, admiró su rostro disfrutando de sus gestos tímidos, amaba causar esa reacción en él, siempre estaba con un rostro tan estoico desde que lo conoció, por lo que pequeños momentos como éstos eran emocionantes. El cosquilleo en su interior le hacía sentir necesitado, tomó valor para acercarse a él a paso lento, el más alto sólo le observó apretando los dientes, como si se estuviera resistiendo.
—¿Sólo eso? ¿No vas a decir que te gusta?— Susurró cerca de su oído, rodeando el cuello del contrario con sus brazos.
Ritsuka tembló, ¿qué le estaba pasando a Mafuyu? hasta hace un rato no era capaz de mirarlo a la cara, y ahora estaba provocándolo. No exageraba al decir que él era peligroso.
El pelinegro trató de evitar el brillo de fingida inocencia en sus ojos, pero este no se lo permitió, el más bajo lo atrajo hacia él para que lo besara. A partir de ese instante Uenoyama se deshizo de toda resistencia, como si desbloqueara los deseos que tenía restringidos lo tomó decidido por la cintura para corresponderle al beso. Mafuyu entrecerró los ojos para disfrutar del suave toque de sus labios, siempre era tan gentil, quería hacerle saber que podía ser más brusco si él quería. Sus dedos viajaron ahora a sus brazos, acariciando y apretando encima de la ropa, queriendo más, Mafuyu aventuró a morder ligeramente su labio inferior, a lo que su novio le sujetó más fuerte las caderas soltando un jadeo que cortó el beso.
Aún con su cuerpo pegado al de él, se separó brevemente para regular su respiración, Mafuyu mostró oposición acariciando su nariz con la suya. A Uenoyama le preocupaba el aumento repentino de la calentura subiendo a su cabeza.
—Claro que me gustas.—Habló con la voz un poco más ronca de lo normal, provocándole un pequeño sobresalto al castaño.—Todo el día de hoy quería decirte que te veías muy bien.
El deseo de Mafuyu era evidente, su piel se erizaba al toque de sus íntimas posiciones, sintió sus suspiros chocar contra sus labios.
—Lo sé, no dejabas de mirarme.—La voz de su novio temblaba sutilmente.
Y una vez más, se acercó para besarlo, más desesperado e intenso que el anterior, Mafuyu enterró sus dedos en el cabello de su novio, sin importarle que la peluca cayera al suelo, él se la acomodaría esa vez. Separó más los labios para que Uenoyama pudiera rozar su lengua con la de él, no tardó mucho para que comenzaran a enredarse dentro de su boca, instintivamente movió sus caderas para más contacto con la entrepierna del más alto. Uenoyama recordó las piernas descubiertas de Mafuyu, su mente se nubló en ese instante y se dejó llevar.
Soltó el agarre violento de su cintura para bajar lentamente las manos, lo que provocó un pequeño gemido de sorpresa en Sato, sus dedos comenzaron a rozar la desnudez de sus muslos, la lentitud de sus movimientos era una dolorosa tortura para Mafuyu, su impaciencia fue divertida para Uenoyama, quien sonreía en medio del beso. Aquí probaría su venganza. Sin aviso apretujo las gruesas piernas de su novio, quien se derritió en sus brazos, llevando la cabeza para atrás, lo que aprovechó el más alto para capturar su cuello y repartir besos húmedos al rededor.
—P-Puedes morderme...si quieres. —habló entrecortadamente, era más una petición que una sugerencia, en realidad.
Pudo sentir como Uenoyama reía, pero estaba tan excitado que no le importó que se burlara un poco. El sonrojo que cubría su rostro se intensificó aún más cuando los dientes de su novio se enterraron en su cuello, dejó escapar un fuerte gemido entre dolor y el placer, Mafuyu se abrazó aún más de él para no caer, sentía su cuerpo desfallecer. Era débil cuando estaba a su lado.
Una calidez envolvió su pecho cuando su novio alzó la mirada, Uenoyama se veía tan...enamorado. Sato quería besarlo otra vez, y luego otra, quería besarlo para siempre
—Yo también quiero tocarte...—Admitió dulcemente.
Uenoyama sonrió y simplemente se dejó hacer, Mafuyu deslizó el saco del más alto dejándolo en el suelo, tocó sus brazos de arriba a abajo, la blusa le quedaba apretada, pero no se quejó, metió la mano debajo de ella para delinear su torso, el guitarrista sintió su cuerpo estremecer, entonces sus labios se unieron otra vez, cada beso era más ruidoso y húmedo que el anterior, sus respiraciones se mezclaban pero no se detenían. Jadeantes y desesperados, continuaron tocándose, explorando el cuerpo ajeno. Uenoyama metió las manos debajo de la falda del más bajo, masajeando y apretando su trasero, a su novio parecía gustarle, porque le besaba con más fuerza y deseo. Uenoyama se separó para poder disfrutar del rostro del contrario, no muchas veces tenía la oportunidad de verlo con una expresión lasciva. Sus labios se notaban un poco hinchados, tenía la cabeza inclinada enseñando la marca rojiza en su cuello, su pecho subía y bajaba, cansado, pero sin la más mínima intención de detenerse.
Se puso cohibido, los ojos azules que le miraban intensamente le hicieron suspirar, realmente quería más, nunca era suficiente cuando estaba con él, muchas veces fueron interrumpidos, comenzaba a impacientarse. Decidido, paseó sus manos hasta su pantalón para desabrocharlo, Uenoyama no se resistió, ahora era el turno de Mafuyu para plantarle cortos besos en el cuello.
Así fue hasta que el azote de la puerta los hizo saltar, habían olvidado que estaban en el baño de la escuela. Un baño que usaban todos los alumnos. Se separaron inmediatamente con el corazón acelerado, el más alto corrió hasta la puerta y se asomó para ver en ambas direcciones si había alguien cerca, pero no estaba nadie.
Una vez fuera de su trance se sintieron avergonzados por lo irresponsables que fueron al hacerlo ahí. Se acomodaron las ropas en silencio, Uenoyama volvió a vestir la falda y Mafuyu le ayudó a colocarse la peluca, sin mucho éxito. Un poco menos mortificado por el susto, el mayor intentó calmarlo.
—Está bien, no debió ser nada. ¿Nos vamos? Posiblemente todos ya regresaron.
Sato sólo asintió, sin esperar mucho más se encaminaron de regresó al salón.
Un rato más tarde y luego de reponerse del penoso incidente, todos siguieron en lo suyo con normalidad, los siguientes en entrar al café fueron nadie más que Haruki y Take, quienes explotaron en risotadas al ver a Uenoyama. Hasta ese punto el pelinegro ya se había acostumbrado, aún con eso la vergüenza lo traicionó y pintó todo su rostro del ya muy común rojo, se burlaron de sus piernas, y Yatake confesó horrorizado que vistiendo de esa forma podía confundirlo con su hermana. A Uenoyama le hubiera gustado no saberlo.
La reacción al ver a Mafuyu fue totalmente la opuesta a la suya, lo llenaron de halagos e incluso fueron asquerosamente tímidos para el gusto de Ritsuka. Así el tiempo pasó y finalmente terminaron con su actividad, Uenoyama estaba que volaba para quitarse el maldito traje de sirvienta, una vez de vuelta a su uniforme pudo disfrutar del festival como tanto quería, junto a Mafuyu.
Los festivales escolares eran divertidos cuando ya habías cumplido con tus obligaciones, no había tenido el tiempo de contemplar adecuadamente la decoración de la escuela, todo era colorido e incluso el ruido era emocionante, no molesto. El aroma de la comida era deliciosamente placentero, como si Dios te suspirara cerca del rostro, o eso era lo que Itaya parloteaba al comer dulces, porque oh claro que su par de amigos no los dejaron solos, Ueki al menos les daba un poco de privacidad, pero Shogo no se mostraba reacio a ser la tercera rueda.
Ignorándolos, se dedicó a pasear con Mafuyu, listos para probar los bocadillos de cada puesto en fila, desde las golosinas hasta el calamar a la parrilla. Quería besar al genio que hizo una parrillada en la escuela. Sato participó en los juegos para ganar peluches que le regalaría a Kedama. Y una vez descansando en las bancas, satisfechos por todo lo que comieron, Itaya los acorraló para que lo acompañaran al concierto del club de música, en donde una chica que le gustaba estaba presente, Ueki no los acompañó por esa ocasión.
Entre los juegos, las horribles obras de teatro del resto de las clases, los concursos en donde Mafuyu fue el vencedor y la comida deliciosa, el festival llegó a su fin.
—Sentí que duró una eternidad.—Suspiro exasperado Uenoyama.
—Buen trabajo hoy.—Le felicitó Mafuyu, dándole un apretón a su mano entrelazada con la suya.
Uenayama sólo le sonrió.
—Habría sido más divertido si Kaji-san hubiera asistido.
—Créeme que es mejor así, no hubiera parado de molestarme, ya puedo oír sus burlas por las fotos que Haruki-san le envió.
—Oh, eso me recuerda.—Sato sacó entonces su celular del bolsillo para mostrarle su nuevo fondo de pantalla. Eran ellos, Mafuyu abrazándole por detrás mientras Uenoyama torcía el gesto. —Haruki-san nos la tomó, ¿recuerdas?
—No podría olvidarlo.—Dijo revolviendo cariñosamente sus cabellos.
Mafuyu le abrazó y acomodó su cabeza en el pecho del más alto, sin importarle la gente que pasaba en la estación. Se quedaron así por un rato hasta que el más bajó lo soltó.
—Gracias por acompañarme hasta aquí. Mi tren ya está por venir.
—Nos vemos mañana, Mafuyu, no olvides responderme los mensajes.—Se despidió, diciendo lo último a la lejanía, Mafuyu sólo le sonrió y asintió varias veces, justo como un niño pequeño.
El camino a su casa fue bastante solitario, había pocas personas, y aunque quería mostrarse valiente caminaba más rápido de lo normal, su vecindario era seguro pero uno nunca sabía qué peligros se asomaban tarde por la noche. Como si llamara a la mala suerte escuchó pasos apresurados que venían a su espalda, Uenoyama pensó que si existía un Dios, que por favor lo protegiera, era muy joven y talentoso para morir.
—¿Uenoyama, verdad? —Una voz masculina le llamó, y Uenoyama sintió su presión bajar por el susto.
Giró sobre sus talones como acto reflejo y se tranquilizó al ver que tan sólo era un chico con el mismo uniforme de su escuela.
—A-Ah, sí, ¿Y tú quién eres? —Le miró desconfiado.
—Lo siento, ¿te asusté?—Sonrió el chico.—Mi nombre es Hattori, soy de la clase de al lado, compañero de Sato, ustedes son buenos amigos, ¿verdad?
Ritsuka asintió vacilante, había algo en su forma de hablar que no terminaba de agradarle, ¿la clase de Mafuyu? Nunca lo había notado, claro, tampoco era como si fuera el más atento a las personas que no le generaban ningún interés.
—Sí, bueno, ¿qué necesitas de mí? —Respondió indiferente.
El contrario le sonrió algo tímido, llevándose una mano a la nuca.
—En realidad yo...quería hablarte, me sorprendió mucho verte en el baño, no sabía que tú tendrías esas preferencias, es algo sorprendente, ¿sabes? Con todas esas chicas detrás tuyo.
Ritsuka sintió su sangre helarse, todas las porquerías que había comido en el festival se le regresaban a la garganta.
—T-Tú...¡¿Nos viste?!—El muchacho exclamó e inmediatamente se cubrió la boca al darse cuenta de su reacción exagerada.
—Shh, despertaras a los Nakamura si gritas así. —Le calló el más bajo.
—¡¿Cómo sabes?!—Se detuvo para bajar la voz—¿Cómo sabes quienes son los que viven aquí? —Señaló con gesto acusador.
—Uenoyama, vivimos en el mismo vecindario desde hace diez años. ¿No me digas que nunca me habías notado?
Ahora en verdad quería vomitar.
—¡Olvida eso! Así que eras tú el que nos vio en el baño.—Se quejó pasándose las manos en el rostro con frustración.—Sólo olvida lo que viste.
—¿Olvidarlo? ¿Cómo podría ahora que siento tener una oportunidad contigo? —Admitió como si nada.
—¿Qué?—Inquirió desconcertado.
—Lo siento, quería decírtelo adecuadamente, pero me dejé llevar. —Forzó una risa nerviosa.—La verdad es que me gustas desde hace un tiempo, te había notado antes de que comenzaras a pasar tiempo con Sato, incluso pensé muchas veces en pedirle que nos presente, pero nunca pude.
La cabeza de Uenoyama iba a explotar por toda la información que recibía esa noche.
—Mira, lo lamento, pero no estoy interesado en relacionarme contigo de esa manera.—Respondió sin más, Hattori frunció el ceño.
—Oh, entiendo que te haya tomado por sorpresa, pero supuse que lo tuyo con Sato no era algo serio, es decir, él es poco para ti, ¿no te parece?
—¿De qué estás hablando?—Masculló por lo bajo con cierta molestia en su voz.
—Quiero decir, él es muy extraño, ¿no crees? Es tan callado y parece siempre estar en las nubes, no habla con nadie en nuestra clase, cuando alguien se acerca para ser su amigo él responde muy cortante. Es todo un bicho raro.—Contó con repudio en su rostro, Uenoyama quería golpearlo.
—Oye, no voy a dejar que hables así de él.—Le reprendió seriamente tomándolo del cuello de su uniforme, Hattori se sorprendió pero al instante se sonrojó por su cercanía, al pelinegro le desagrado aquello y mejor lo soltó con fuerza.
—Tranquilo Uenoyama, sólo digo la verdad, no creo que él sea el indicado para ti, alguien menos introvertido quedaría bien contigo...
—¿Y sugieres que el indicado eres tú?—Se burló
—Te lo podría demostrar, así juzgarias por ti mismo.—Le dijo dando un paso hacia adelante.
—Sí...mejor no, gracias.—Le cortó abruptamente.—No eres nadie para decidir quién es el indicado para mí, así que lo mejor es que no me molestes más, ni a mí, ni a Mafuyu.
—¿Mafuyu? ¿Entonces no es sólo alguien con quien pasas el rato? ¿Realmente te gusta ese tipo de chicos? —Le reprochó, desesperando a Ritsuka.
—Para que te quede claro, no me gustan los chicos, y mucho menos los tipos como tú.—Puntualizó empujándolo del hombro.—No me interesa ni siquiera ser tu amigo, así que no te acerques a nosotros.
Para ese punto Hattori se sentía más molesto que humillado, miraba al más alto con rencor.
—Te terminarás hartando de él. Es imposible que lo suyo sea algo formal.
—¿Por qué me hartaría de mi novio?—Le dedicó una sonrisa altanera.
El contrario estaba hecho una furia. Sin más que decir Uenoyama se dio la vuelta y se fue, dejando a un muy molesto joven del cual tenía la sensación de que le causaría problemas más tarde.
Pero estaba demasiado cansado como para preocuparse por ello en ese momento.
Lo único seguro era que recordaría ese festival escolar por siempre.
Hola luego de casi 6 meses.
¡Lo siento! Sé que tarde pero tenía mucho por hacer. En fin, aquí estoy y eso es lo que cuenta, siempre vuelvo así que no duden en que terminaré esto correctamente.
En un inicio tenía planeado que fuera más largo para meter el dramita que me viene rondando desde hace tiempo, pero mejor lo dejé para el siguiente capítulo, ahora sí, prepárense para los problemas, y más vale que teman...
Tenía dudas sobre cómo reaccionaría Uenoyama cuando alguien ofendiera a Mafuyu, siento que puede ser un poco impulsivo a veces, además de que es muy leal (porque es Leo jeje) así que creo que no estuvo mal.
Nos vemos, gracias por esperarme, que tengan un buen inicio de año y no se preocupen, esta vez no me tomará 6 meses subir otro capítulo jiji.
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