C5: Película erótica
𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓥
Tal vez nadie le creería, y tendrían sus razones, pero a sus 17 años, Uenoyama Ritsuka no había visto pornografía. Ni un poquito.
Y no había razón para sorprenderse, ¿Por qué le generaría excitación algo tan simple y normal como el cuerpo de una mujer? podía verlo todo el tiempo gracias a su hermana mayor y no era para nada agradable, le quitaba las ganas de vivir. Lo único que provocaría que en sus pantalones haya un problemita sería una perfecta coordinación en el sonido de los instrumentos en conjunto, pero algo así suena tan virgen hasta para él que jamás se atrevería a siquiera considerar decirlo en voz alta.
Uenoyama no sabía a dónde mirar, aunque tal vez ni siquiera había un lugar al que pudiera mirar, incluso si no prestaba atención, aún podía escuchar los jadeos y gemidos provenientes del televisor, era tan vergonzoso que podría morir en ese mismo instante.
Miró de reojo a su pareja, se veía tan tranquilo, como si estuviera en un paseo por el campo, ¿Qué no se daba cuenta que estaban viendo una jodida película erótica demasiado explícita?
—Supongo que se acabó el horario familiar.—Habló el pelinegro en un pobre intento de romper el silencio y ver algo menos pornográfico.
—Ya es más de media noche.—Respondió Mafuyu sin apartar la vista de la televisión.
A Uenoyama le irritó la tranquilidad con la que se lo tomaba. No sabía como terminaron así, el único plan que tenía en mente era salir con Mafuyu tal y como solían hacer los fines de semana, e inventar una excusa para no pasar la noche en su casa —No es que no quiera, pero conocer a la madre de Mafuyu le hizo sentir culpable por permitir que su novio lo metiera en su casa a escondidas—aunque todo falló terriblemente, pues ya era madrugada y el pelinegro continuaba muy campante a su lado.
Comenzaba a pensar que debía buscar nuevas excusas para que sus padres le permitan dormir fuera de casa. Aunque esto último continuaba en discusión en la cabeza de Uenoyama, pues si todas las noches terminarían viendo películas baratas de un canal sospechosamente obsceno, definitivamente pasaba.
—¡¿Por qué estamos viendo esto?!
Mafuyu le miró y se detuvo a pensar un momento.
—No lo sé.
Ritsuka pensó que si no estuviera tan enamorado como lo está de Mafuyu, le daría un buen golpe por hacerle pasar tanta vergüenza.
En otras circunstancias —como estar con otra persona— no le importaría en lo más mínimo, e incluso se iría sin ningún remordimiento, pues cualquier cosa es mejor que ver a dos personas asquerosas haciendo cosas asquerosas entre ellos. Pero estaba con su novio, y si él chico le ordenaba que salte desde un tercer piso, por supuesto que lo haría —aunque antes se mojaría los pantalones del miedo— pero finalmente lo haría. Estaba totalmente perdido por él.
De alguna manera ambos continuaron mirando. Sólo por curiosidad, obviamente. Hasta que Mafuyu soltó una risita, que para su mala suerte, llegó a los oídos del mayor.
—¡¿De qué te ríes?!—Le reclamó apenado, ¿Habrá hecho alguna expresión extraña mientras divagaba?
—Parece como si estuvieras sufriendo.—Le molestó Mafuyu mientras se acercaba un poco más, el sillón no era tan grande, por lo que ahora sus hombros rozaban.
—Bueno, esto de ninguna manera es mi pasatiempo favorito.
Mafuyu guardó silencio por un rato, dudaba sobre si lo que estaba a punto de decir sería correcto, pues tenía miedo de lo que su novio le fuera a responder.
–Creí que te gustaban las chicas.
Ahora el turno de reír fue de Uenoyama.
—¿Qué?—Preguntó con un ligero puchero en los labios, ¿Se estaba burlando de él?
—¿Llevamos meses saliendo y piensas que me gustan las chicas?—Habló con un tono divertido y la respiración agitada, hace mucho que algo no le causaba tanta gracia.
¿Y cómo no hacerlo? ¿Cómo podía continuar creyendo algo así cuando gran parte de su día consistía en pensar en él, y en la otra no podía pensar porque lo tenía a su lado junto a su completa y absoluta atención?
—Pueden gustarte aún así.—El castaño bajó la cabeza, quería hacerse bolita en el sillón para siempre. Aceptaba que podía sonar estúpido, pero eso le preocupaba.
El más alto soltó un suspiro, a veces Mafuyu podía ser un poco torpe, aunque no le molestaba, todo le parecía adorable cuando se trataba de él. Uenoyama tomó el rostro del más bajo y pellizco ligeramente ambas mejillas, a lo que Mafuyu le miró con unos ojos que podían compararse a los de Kedama cuando rompía algo.
—Claro que no es así, a mí sólo me gustas tú, nunca he estado con nadie más.—Habló con tanta firmeza que se sintió orgulloso de no avergonzarse en el proceso
Y lo valió totalmente al ver la sonrisa formarse en el rostro del muchacho. Así fue hasta que su expresión cambió y apartó la mirada, sin embargo, aún podía ver como sus orejas estaban enrojecidas, por lo que su rostro debía estarlo también.
Estaba a punto de hablar, pero Mafuyu se le adelantó.
—Entonces, ¿Tampoco has hecho algo como...?—Musitó, ahora regresando su mirada hacia el televisor, dando a entender que se refería a eso.
El rostro de Uenoyama lo decía todo y a la vez nada.
—¡¿P-Pero qué?! ¡Claro que no! En serio me pregunto qué es lo que piensas de mí, ¿No sería triste haber hecho algo así cuando ni siquiera he salido con alguien antes de ti?— Uenoyama farfulló con el rostro sumido en la vergüenza.
Y no decía mentiras, el mayor y único acto sexual que ha experimentado fue cuando tomó de la mano a una chica en la escuela media—Y eso que ni siquiera estaba dispuesto a hacerlo.
Se preguntaba cuando Mafuyu iba a entender que él estaba siendo su primera vez en todo, por otro lado, él...
Un par de manos que sujetaron el borde de las mangas de su camisa le hicieron salirse de su pequeño trance. Ahora ambos se miraban fijamente, Mafuyu continuaba con el rostro ligeramente sonrojado, Uenoyama sabía que en esa mirada había algo más, algo que no se atrevía a decir en voz alta, pero lo suficientemente claro para que el pelinegro pudiera entender sin necesidad de palabras.
Fue así que acercó su rostro lentamente, juntando sus frentes y acariciando la nariz del castaño, este cerró sus ojos al contacto y acercó más sus labios para comenzar a besarle, sin prisas. Los besos entre ellos ya eran algo normal, pero de algún modo, esa vez se sentía algo diferente, aunque no les molestaba.
Mafuyu pasó sus brazos al rededor de su cuello, quería sentirlo más cerca, le hacía feliz saber que Uenoyama le correspondía con la misma intensidad, sin darse cuenta terminó recostado en el sillón con su novio sobre él, besándole. Él gustoso continuó recorriendo su espalda con sus manos, arrugando la camiseta en algunas ocasiones.
Se separaron por un momento, ambos jadeantes, Ritsuka cayó en cuenta sobre la posición en la que estaban y se separó inmediatamente con las mejillas enrojecidas. Antes de llegar a la casa de Mafuyu se juró a sí mismo respetar el hogar de la madre de este.
Promesa rota, nadie quien respete ese lugar terminaría besuqueándose al hijo de la amable señora Mashiro.
Pero no podía negarse, y mucho menos con la forma en la que Mafuyu continuaba mirándole. La televisión aún seguía en esa película de porquería, no seguiría besando a su pareja con el sonido de fondo, eso le haría parecer un completo pervertido.
—Mafuyu, apaguemos eso y vamos a tu habitación.
Ni siquiera habían entrado a su cuarto cuando un nuevo beso inició, sólo que esta vez se sentía algo más intenso que el anterior, Uenoyama tomó con firmeza la cintura de Mafuyu, mientras este jugueteba con los cabellos negros del más alto, permanecieron en el marco de la puerta disfrutando de los labios ajenos, se sentían algo desesperados, como si tuvieran prisa en llegar hasta cierto punto, aunque aún no estaba claro para ninguno de los dos. Mafuyu se sorprendió al sentir la lengua de su novio entrar a su boca tan repentinamente, por lo que ahogó un jadeo que no pasó a desapercibido por Uenoyama, esto lo hizo sentir extraño, pero por alguna razón quería continuar escuchando más de eso.
Entre besos, caminaron torpemente hasta llegar a la cama de Mafuyu, quien se recostó atrayendo a su novio mientras lo tomaba de ambos brazos, un poco dudoso, llevó sus manos hasta la camisa de Uenoyama, subiéndola un poco para dejar ver parte de su abdomen, esto hizo que Ritsuka se separara bruscamente y lo dejara desconcertado.
—¿Por qué...? — Inquirió Mafuyu bastante sorprendido y un tanto triste por su reacción.
—N-No creí que tú estabas dispuesto a llegar más allá.—Confesó con voz nerviosa.
—¿Tú no quieres estar conmigo?—Dijo decepcionado, su expresión cambió a una que Uenoyama detestaba, sus ojos parecían comenzar a cristalizarse con algunas lágrimas.
—¡No!—Exclamó rápidamente, tomando su rostro entre sus manos.—Es sólo que me sorprendí un poco, es todo.
En realidad nunca pensó que Mafuyu quisiera llegar más lejos con él, siempre había tenido la sensación de que quería hacer algo más, y aunque tenía sus sospechas quería ignorarlas por miedo.
¿No era muy pronto para tener relaciones? Ni siquiera se había cumplido un año desde que eran pareja, ¿Ese era el momento correcto para llegara a la intimidad? O más bien, ¿Es que había un momento ideal para ello? No quería cometer un error y arruinarlo.
Mafuyu era lo más valioso que tenía y no quería perderlo.
—¿No quieres continuar? —Sato preguntó tímido luego de un largo silencio, temía qué Uenoyama le rechazara.
—Si tú lo deseas, yo estoy dispuesto a lo que sea por ti.—Susurró cerca de los labios del castaño.
Mafuyu observó detenidamente los ojos azules del mayor, sentía perderse en ellos cada que los miraba, a él realmente le gustaba Uenoyama, sabía que su novio era demasiado guapo y eso le hacía sentir bien al tenerlo a su lado, ahora su mirada se dirigió a los labios delgados que moría por seguir probando, a veces el chico dudaba tanto que no podía evitar adelantarse.
Y justo ese fue el caso, llevó ambas manos hasta sus mejillas para juntar sus bocas otra vez, lentamente sus posiciones cambiaron, con Mafuyu sobre el regazo de Uenoyama, este ahora podía acariciar mejor el cuerpo de su pareja, era más delgado que él, por lo que disfrutaba apretar su cintura.
Mafuyu se atrevió a tomar nuevamente la camiseta de su novio para quitársela, esta vez Uenoyama no se detuvo e incluso le ayudó para que pudiera sacarla, en ese instante un intenso rojo pintó sus mejillas al tener a su novio semidesnudo, Uenoyama notó esto y no pudo evitar sonrojarse también, se preguntaba qué podía pensar al verlo así.
Con una sonrisa, el más bajito se encargó de darle varios besos cortos en los labios, a Uenoyama le pareció tierna la manera en la que intentaba aligerar el ambiente, y en realidad se lo agradecía, así que le siguió el juego dando piquitos.
Fue ahí cuando algo terrible pareció iluminarse dentro de su mente.
Ritsuka podía sentir como todas sus personalidades se reunían para recordarle que justo esa noche se había puesto unos vergonzosos calzoncillos con dibujos animados, él definitivamente no era para nada sexy.
Algo estaba claro, y eso era que sus calzoncillos no se separarían de él por ningún motivo.
Su pánico fue interrumpido una vez que su pareja tomó la iniciativa para introducir su lengua dentro de su boca, separó los labios para darle paso y comenzar un beso más profundo, las manos de Mafuyu se enredaban entre los cabellos del más alto jalándolos de vez en cuando para que su cabeza continuara hacia arriba. Se separaron por un momento para admirarse mutuamente, a Uenoyama le parecía demasiado lindo tener a Mafuyu sobre él, eso le emocionaba.
Acercó su rostro hasta su cuello para comenzar a repartir más besos, el castaño ladeó la cabeza para darle más libertad, apretó los labios para no dejar escapar los pequeños suspiros que le provocaban el contacto de los labios de Uenoyama contra su piel, tal vez era un poco sensible en esa zona pero se sentía tan bien que no lo detendría, dio un pequeño saltito al sentir la lengua húmeda de Uenoyama pasar por su cuello.
—¿Qué pasa? ¿No te gusta? —Inquirió Uenoyama en voz baja, pero por alguna razón se escuchaba más profunda.
Mafuyu sólo asintió.
Uenoyama se recostó aún con el cuerpo de su novio sobre él, pasó sus manos por debajo de su camiseta para comenzar a acariciarlo, sus manos estaban frías por lo que Mafuyu comenzaba a estremecerse, ahora era el turno de Uenoyama para alzarle la camiseta, se sintió tímido ante la mirada del pelinegro observando fijamente como su piel dejaba verse de a poco hasta dejar su torso completamente expuesto.
—Umh...
Mafuyu parecía querer decir algo.
—¿Qué pasa?—Pregunto Uenoyama preocupado.
—¿P-Puedo quitarte los pantalones?—Su voz tembló, le miraba con tanta vergüenza que Uenoyama podía morir ahí mismo.
No, de ninguna manera debía verle la sorpresa que había bajo sus pantalones, pero más importante ¡¿Mafuyu en verdad quería llegar hasta el final?!
Sato apretó los labios para comenzar a bajarle los pantalones, pero las manos de Uenoyama lo detuvieron, soltó una risa nerviosa mientras repetía varias cosas que Mafuyu no lograba entender por la rapidez con la que hablaba, el más bajó frunció el ceño dando un jalón a los pantalones de su novio, ahogó una carcajada al ver lo que tanto trataba de ocultar.
—¡No te rías!—Habló enojado.
—Son bonitos.—Dijo entre pequeñas risitas.—Yo tengo unos iguales.
—¿En serio?—Preguntó bajándose los pantalones completamente, lo había visto, no podía cambiarlo ya.
—Sí, cuando tenía 10 años.
Uenoyama le miró con molestia, hasta que notó como la expresión de su pareja cambiaba nuevamente a una más apenada.
—¿Qué te pasa de repente?
—Es que tú...
–Cariño, ¿Sigues despierto?—El ruido de la puerta cerrarse y la voz de Mashiro los alertó.
—¡E-Es tu mamá!—Uenoyama masculló levantándose apresuradamente de la cama.
—La escuché.—Mafuyu parecía tan sorprendido como él.
—¡Dijiste que tenía el turno de noche en su trabajo y no vendría!
—Bueno, a veces sus horarios varían.
—¿Y se te ocurre decírmelo hasta ahora? —Le regañó.
—Mafuyu, las luces están prendidas, ¿Aún no te duermes?—La voz de su madre parecía escucharse más y más cercana.
—¡Escóndete! —Le ordenó Mafuyu colocándose la camiseta.
—¡Voy a vestirme primero!—Murmuró buscando desesperadamente su ropa entre las sábanas de la cama.
—¡No hay tiempo! ¡Escóndete debajo de la cama!
—¡Lo dices como si tuviera el espacio suficiente!
—¡Entonces ve al armario!
—¡Tú ni siquiera tienes armario!
—¡Ahí está el baño, ve y enciérrate!
Uenoyama trató de ser silencioso, y una vez dentro se dejó caer hasta llegar al suelo. Se supone que sería una noche candente pero terminaría siendo una muy muy fría en el baño.
La puerta de la habitación de Mafuyu fue abierta dejando ver a Mashiro quien observó como su hijo estaba recostado en su cama con las luces apagadas y el pequeño Kedama a un lado de él.–Esto último fue un maravilloso plus, Kedama realmente sabía leer el ambiente.— La mujer sonrió al verlo descansar y cerró la puerta con cuidado.
Mafuyu pudo respirar en paz otra vez.
Por otro lado, el interior de Uenoyama era un total caos pues justo en ese momento se percató de que traía consigo una penosa erección, mayor fue su vergüenza al pensar que posiblemente eso fue lo que miró Mafuyu antes de que su madre llegara.
Ahora en verdad quería morirse.
Si algo había aprendido esa noche, era que jamás volvería a ver una película con Mafuyu.
Creo que hoy no tengo nada
que decir JAJSJA el chiste
se cuenta solo.
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