CAPÍTULO XV. Confusión mental parte dos
Estaba confundido, la realidad y la fantasía estaban a punto de acabar con mi cordura, con mi esperanza y con mi vida. Deseaba desesperadamente encontrar a Naftaly, escapar de esta arena, pero sobre todo acabar con esta locura. Quería abandonar este desierto, quería huir de esta espantosa vida, deseaba dejar de sufrir por mi hermana, mi Naftaly y mi familia, sin embargo estaba consciente de que eso no podría ser posible porque todo Panem estaba sometido a un dictamen que a alguien sediento de sangre se le ocurrió.
Comencé a gritar el nombre de mi pequeña con todas mis fuerzas gracias a que no me importaba que los tributos vinieran a asesinarme ya que estaba harto de mi patética vida y mi falta de voluntad; no soy fuerte, jamás lo fui, sin embargo me creí el valiente, fuerte y rebelde y gracia a ello me encuentro en esta situación. No recibí respuesta de nadie, me di cuenta que estaba completamente solo así que simplemente me tire a la arena mientras que cerraba los ojos para que el sol y la deshidratación acabarán conmigo, pero para mí mala suerte eso no fue posible ya que la noche había caído o por lo menos eso creía. Abrí los ojos sin levantarme para ver lo que sucedía a mí alrededor, sin en cambio no podía creer lo que estaba observando, era simplemente imposible porque hace unas horas me encontraba en un desierto sumido en las oscuridad de la noche y ahora me encontraba tumbado alrededor de un hermoso bosque lleno luz y vida. Me levante de la tierra húmeda en la que ahora me encontraba, estaba más que confundido ¿Cuál era mi realidad y cuales eran mis sueños?, ¿Acaso este bosque seria real mientras que el desierto simplemente era producto de mi imaginación? Bueno, tendría que averiguarlo. Tome mi mochila y mis armas para comenzar a caminar con la única esperanza de encontrar una chispa de esperanza que me ayudara a despejar mi mente, sin embargo mi caminata no estaba ayudando en nada ya que seguía sin encontrar respuestas a todas mis preguntas.
Pasaron varias horas y todo era hermoso y apacible, simplemente era un lugar perfecto lleno de tranquilidad en donde nada importaba, hasta que de pronto un ruido capto por completo mi atención. Comencé a buscar como loco a los alrededores pero no había nada del que preocuparme, hasta que a lo lejos pude percibir que alguien se estaba acercándose a mí con una mirada desquiciada, maniática y con una poderosa sed de sangre. Era un tributo que yo más que nadie conocía perfectamente bien ya que era uno de los tributos profesionales, con exactitud era Joshua, el chico sanguinario del distrito cuatro. Estaba a unos metros de mi e inmediatamente comencé a correr por el bosque intentando desesperadamente huir de su tridente, el arma perfecta para un habitante de su distrito. Tenía que luchar cuerpo a cuerpo con él, era la única forma en la que este sujeto me dejaría en paz pero era obvio que él no aceptaría aquella propuesta solo porque yo se lo digo, así que sin dejar de correr tome uno de mis cuchillos, lo mire fijamente y en segundos voltee sin dejar mi carrera para lanzarle mi arma con la esperanza de que lograra acertar en el corazón.
Continúe corriendo, no quería ver mi intento fallido de asesinato, pero si no lo hacía jamás podría saber si tendría que dejar de correr o simplemente si podía detenerme a descansar. Voltee la mirada y para mi sorpresa afortunadamente había asesinado a Joshua, así que al verlo tumbado con su cara al suelo me detuve para tomar un poco de aire, sin embargo fue la peor decisión que pude haber tomado ya que pude contemplar como aquel joven comenzaba a sufrir una especie de metamorfosis; su rostro y su cuerpo ya no eran como los de una persona, más bien ahora su piel y figura era como la de los mutos que me atacaron en mi primer día de la arena. Al ver su nuevo aspecto quede petrificado, en verdad no podía creer lo que mis ojos estaban percibiendo, es mas no estaba seguro de que esto fuera real, aunque real o no me daba pavor quedarme en donde me encontraba así que comencé a correr nuevamente sin rumbo, llegado al punto en el que tropecé por un momento, creí que moriría por manos de esta espantosa creación sin embargo no estaba dispuesto a permitírselo. Me levante como pude y continúe mi recorrido con desesperación, no deseaba morir, no aun.
Llevaba horas huyendo de un muto que anteriormente era un joven maniaco del distrito cuatro que no se detenía ni un momento para descansar ya que al parecer este no sentía fatiga alguna, mientras que yo estaba a punto de sufrir un colapso a causa del cansancio. Deseaba parar ya no soportaba el peso de mi cuerpo, estaba dándome por vencido hasta que de pronto y cuando menos lo imaginaba apareció frente a mí una niña hermosa, era mi Naftaly que al parecer también se encontraba huyendo de algo o de alguien. Al vernos, nuestros rostros se iluminaron y se dieron fuerza para continuar peleando por nuestras vidas. Estábamos rodeados, a ella la venían persiguiendo dos tributos profesionales, al parecer los del distrito uno mientras que a mí un feroz muto con grandes garras y una poderosa mandíbula; le di una de mis espadas a Naftaly indicándole que peleara junto a mí para vencer juntos esta adversidad, ella simplemente me sonrió y comenzó atacando a cada uno de los tributos que estaban rodeándonos, mientras que yo culminaba de una vez por todas la monstruosidad que estaba frente a nosotros amenazándonos con su terrible mirada y feroces dientes.
Pasaron varios minutos, para entonces ya habíamos culminado con nuestros enemigos, me sentí tranquilo porque había logrado mi propósito; proteger a mi niña de cualquier amenaza, la tome entre mis brazos para ver con claridad sus hermosos ojos que simplemente reflejaban amor y esperanza; estaba enamorado, perdidamente enamorado de aquella chica que siempre estuvo a mi lado. Comencé a acariciarle su cabello lentamente sintiendo con ello la suavidad y tranquilidad que implicaba estar con ella, no quería soltarla, no quería apartarme jamás de su lado porque ahora estaba completamente seguro de que ella era real y no un producto de mi imaginación. Cerré mis ojos para disfrutar con más tranquilidad de su aroma, de su calidez y de su protección, hasta que nuevamente escuche que alguien me hablaba, pero esta vez la voz no sonaba angustiada sino tranquila y dulce que claramente me decía: "Te amo y jamás dejare de hacerlo, no te detendré si decides partir porque estoy segura que muy pronto me reuniré contigo". En aquel instante abrí los ojos para ver si había sido Naftaly quien me había dicho aquellas palabras, sin embargo ella no había sido porque ella simplemente había sido nuevamente una imagen provocada por el veneno del bosque rojo que desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Nuevamente caí en desesperación, estaba solo y completamente confundido sin embargo me sentía tranquilo gracias a la dulce voz que mis oídos lograron captar. Fije mi vista hacia un amplio sendero que se encontraba a mi derecha; en ella había una hermosa luz que me llamaba y que por alguna razón me daba calma con tan solo mirarla. Comencé a caminar hacia ella olvidándome con ello de todo lo que estaba sucediendo a mí alrededor ya que estaba completamente seguro que muy pronto mi Naftaly se reuniría conmigo en un mundo en donde no existieran los juegos del hambre.
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