CAPÍTULO XIV. Confusión mental parte uno

Desperté alrededor de una gran cantidad de arena y  una terrible ola de calor. No comprendía lo que sucedía, es más, tampoco asimilaba bien lo que había sucedido, ya que lo último que recuerdo es que me encontraba en el vasallaje de los veinticinco intentando desesperadamente huir de la toxicidad del bosque rojo, al cual en un inicio había confiado mi vida. Recuerdo que mi Naftaly seguía con vida en alguna parte de la arena y que yo estaba aferrado a la idea de encontrarme en un lugar seguro con ella, para entonces la idea de lugar seguro era el bosque infernal; solo espero que ella no haya cometido el grave error que yo cometí al confiar en aquel místico y venenoso lugar. Pero lo que en realidad no acababa de comprender era el cómo había llegado a esta especie de desierto que amenazaba con asesinarme mediante la deshidratación total de mi cuerpo. Deseaba respuestas eso era claro, pero aún seguía sin poder ordenar mis ideas gracias a la radiactividad del bosque. Me sentía magullado, desorientado, preocupado, lastimado y con  graves heridas en el cuerpo, sin embargo esos pequeños factores no tendrían que detenerme ya que aún seguía en pie mi promesa, Nafty debe ganar los juegos cuésteme lo que me cueste.

 Intente levantarme aunque estaba claro que la debilidad de mi cuerpo me volvería derrumbar a la arena, sin embrago también mi fuerza de voluntad era grande así que le impedí caer. Una vez que ya me encontraba completamente de pie comencé a caminar nuevamente sin rumbo como lo había estado haciendo todo el tiempo, pero estaba consiente que si no avanzaba moriría, y moriría sin haber logrado nada, sin dar batalla.

La arena era seca, fina y demasiado inestable, tanto que varias veces caí en ella gracias a la debilidad de mi cuerpo y a su insistencia, sin embargo eso no importaba porque cada vez que caía me levantaba con mucho más determinación ya que lo que me daba fuerza era el único pensamiento que sabía que era real, encontrarme con mi pequeña.

Continúe caminando varias horas y no lograba encontrar salida, agua, alimento, ni siquiera un tributo. Estaba cayendo en la desesperación, prácticamente estaba a punto de darme por vencido, es decir, para que luchar por una fantasía banal que me arrebato el presidente desde nuestra llegada a la arena, me arrebato todo lo que deseaba, anhelaba, imaginaba. Jamás podre encontrar a Naftaly en esta arena, he perdido y sobre todo he fallado en mi promesa.

 Me deje caer a la arena con la esperanza de que de una vez por todas al fin pudiera darle a mi cuerpo y espíritu final, sin embargo cuando estaba a punto de cerrar los ojos algo capto mi atención. A lado de mi había pasado una chica corriendo, al parecer huyendo de varios tipos que intentaban acabar con ella, tal vez era una tributo de otro distrito, la verdad es que no me importaba hasta que caí en la cuenta de que podría ser mi Naftaly en problemas. Nuevamente me levante pero esta vez con una impresionable fuerza que provoco que olvidara mis heridas y mi terrible caída. Una vez que ya me encontraba cerca de aquellos barbaros comencé a asesinar a cada uno de ellos con la ayuda de mis cuchillos y mi fiel espada; la arena cubierta de sangre me hizo sonreír porque no iba a permitir que nadie le arrebatara la vida a un hermoso angel. Me acerque para ver los rostros de mis víctimas, pero al analizarlos con detalle caí en la cuenta de que ninguno de ellos había estado conmigo en la sala de entrenamiento. ¿Quiénes eran? Bueno eso no tenía importancia por el momento ya que de alguna forma había logrado mantener viva a mi girasol. Me acerque a ella lentamente, claro ella está de espaldas y por alguna razón con una vestimenta distinta a la mía; ella vestía con ropa delgada, al parecer diseñada para que su cuerpo se mantuviera fresco, pero también amarrada a su cintura llevaba una chamarra gruesa que al parecer le permitía soportar los fuertes fríos que se vivían en el desierto. Estaba nuevamente confundido, yo estoy vestido con ropa térmica especialmente diseñada para resguardar el calor de mi cuerpo, por lo tanto mi niña también debería vestir de aquella manera ya que a ambos nos lanzaron en una zona fría y cubierta de nieve, ¿Qué estaba sucediendo? Temeroso toque del hombro a la chica que se encontraba dándome la espalda, al voltear ella puso cara de espanto al igual que yo.

Ambos nos miramos porque era imposible que ella, mi hermana querida estuviera aquí en la arena del vasallaje de los veinticinco. Es que simplemente no comprendía lo que estaba sucediendo; ella murió en manos de tres tributos profesionales en los vigésimos juegos del hambre, no podía estar viva y mucho menos podía estar aquí en la arena conmigo, pero sobre todo era imposible que yo le haya salvado la vida de esos tributos profesionales que venían cazándola como hace seis años. Sinceramente estaba feliz de verla con vida, me sentí agradecido porque se me había dado la oportunidad de salvarla de aquellas personas que creí que me la habían arrebatado. Pero si me encuentro en la arena con Naftaly y Fernanda eso significa que no podre salvar a ambas, por Dios, en verdad que no tengo idea de que hacer, mejor dicho no comprendo esta locura, ¿mi hermana es real o no al igual que este desierto?

-Isaac, tú no tienes que estar aquí, tu lugar es alado de nuestra madre y padre –dijo mi hermana mayor mientras me abrazaba con ternura, preocupación y tristeza. Simplemente sus brazos eran protectores, tiernos y cálidos tal y como yo los recordaba.

-Lamento haber roto mi promesa hermana, pero era necesario que viniera a la arena. Amo a Naftaly y no iba a permitir que un montón de políticos me la arrebatara, ella es la luz que ilumina mi corazón Fer y por eso tome la decisión de presentarme voluntario, lamentablemente no pude presentarme voluntario cuando fuiste elegida en la cosecha porque era menor de edad y por ello te perdí, por lo cual ahora no estaba dispuesto a darles esa oportunidad. Pero sabes, ahora que por alguna razón se me dio otra oportunidad para salvarte hare todo lo que este en mis manos para que tú y mi niña salgan con vida -respondí mientras miraba fijamente los ojos de mi hermana mayor que no dejaban de verme con una infinita tristeza.

-Isaac, estoy muerta, te sientes culpable por mi muerte cuando en realidad tu no fuiste participe en ello. Hermanito, la única que queda es aquella niña dulce que tú adoras y si deseas su vida lucha por ella, pero por el momento tienes que volver a la realidad, recuerda que es lo que en verdad ha sucedido y no olvides tu objetivo porque si dejas de luchar será tu fin –dijo mientras se alejaba lentamente de mi para retirarse a una especie de Oasis creado por el espejismo de mi mente.

No deseaba dejarla ir, no deseaba que se marchara de mi lado, no quería perderla de nuevo por culpa de una estúpida arena creada por el presidente Frederick Snow, así que mientras ella se alejaba yo intentaba desesperadamente alcanzarla, sin embargo era imposible. Estaba alejándome de ella, había perdido nuevamente ante este absurdo vasallaje y su arena de maniacos. Mi corazón se encontraba triste y vacío, y más aún porque de la nada el desierto se había tornado oscuro y sombrío.

Nuevamente estaba aterrado pero a la vez confundido con las palabras de mi hermana, ¿a qué se refería con que volviera a la realidad y recordara lo que en realidad ha sucedido en la arena? Hasta donde recuerdo escape del bosque rojo y de una llamarada de fuego provocada por el vigilante jefe de los juegos, salí gravemente herido y por lo tanto inconsciente, sin embargo tengo un vago recuerdo de haber visto un paisaje blanco cubierto de nieve, pero al mismo tiempo tengo un paisaje un tanto distorsionado de un lugar seco y desértico, justamente en donde estoy ahora. Sinceramente todavía no logro separar mis ideas, la realidad y la fantasía, y para empezar no sé si esto es un mal sueño o es la realidad, aunque esto me parece bastante real para ser un sueño.

Continúe caminando hacia algún lugar mientras el cielo estaba nublado hasta que de la nada, exactamente a unos metros de mi vi a mi pequeña Naftaly aterrada. Al verla me llene de alegría ya que deseaba abrazarla, decirle lo mucho que la extrañaba, pero sobre todo protegerla. Corrí hacia ella hasta que vi que estaba siendo asesinada por una persona parecida a mí. Era imposible, ¡yo no pude haber acabado con su vida!

- ¡Nooo! – grite lo más fuerte que pude al ver que el cuerpo de Nafty no dejaba de sangrar mientras su vida se desprendía de su cuerpo.

Me tire a la arena, estaba furioso y lleno de una tristeza profunda, nuevamente no había podido impedir la muerte de alguien al que amaba con toda mi alma, pero sobre todo no podía creer que yo mismo presencie el como la asesinaba con mi propia arma apuñalándola por la espalda.

Mis lágrimas no dejaban de escapar de mis ojos, no podía creer lo que yo había hecho, hasta que mientras sufría una conmoción logre escuchar de algún lado las siguientes palabras: "Vuelve, no me abandones". Esas palabras que percato mi mente y mi oído me hizo analizar la situación, yo no había asesinado a Naftaly, era imposible porque yo aún seguía bastante alejado de ella cuando vi que yo la apuñalaba, además de que como era posible que yo mismo me observara. Estaba claro, esto es una fantasía, yo no la mate, es más, ahora que lo veo, la muerte de Naftaly no es más que un espejismo que poco a poco estaba acabando con mi cordura, pero lo peor de todo es que aún no lograba percibir la realidad lo cual me mantenía bastante confuso ya que no sabía si este desierto era parte de la arena del vasallaje o simplemente estaba sumergido en una pesadilla gracias al veneno toxico del bosque rojo que se introdujo en mi mente.

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