CAPÍTULO XIII. Encuentro
Habían pasado cinco días desde mi estancia en la arena y para ser sincera estaba más que preocupada por Isaac, estaba alegre porque todas estas noches no había visto su fotografía en el cielo que me anunciara su muerte, pero por otra parte algo en mi ser me decía que me necesitaba, que gritaba desesperadamente mi nombre, no era buena señal ese sentimiento que me impedía comer adecuadamente. Deseaba salir corriendo y buscar a mi eterno enamorado porque estaba segura de que algo andaba mal, tal vez este gravemente herido, perdido o inclusive inconsciente como yo lo llegue a estar. Mi mirada dentro de la cueva siempre reflejaba el exterior que mantenía su misma forma; arboles cubiertos de nieve y una inmensa neblina. Estaba dispuesta en ir en busca de Isaac aunque eso significara quedarme sin aliados, pero la verdad era que no deseaba perderlos de vista, eran tan frágiles y pequeños que en verdad se me hizo tan injusto que el distrito seis haya tomado la decisión de mandar a dos pequeños hermanos que se quedaron sin madre un mes antes gracias a una terrible enfermedad. Odiaba a todos los distritos por castigar de esa manera a jóvenes inocentes por creerlos insignificantes, sin embargo ese sentimiento no me impedía odiar de una manera mucho mayor al presidente Frederick Snow; me arrebato de mi familia, del amor de mi vida, de mi futuro, de mi sueños y seguirían haciéndolo hasta que alguien pare la fuerza opresora de él y de su sucesor, ya que era obvio que su hijo Coriolanus Snow seguiría los sanguinarios y crueles pasos de su padre.
Abandonamos nuestra cueva para intentar cazar debido a que las ventiscas y la neblina habían cesado, momento perfecto para conseguir algo de comida, aunque también era un momento bastante peligro ya que sin algo que nos cubriera éramos presa fácil para los profesionales que aprovecharían el momento para aniquilarnos. Sin embargo decidimos tomar el riesgo, además estábamos dispuestos a cubrirnos las espaldas por lo cual a mis pequeños amigos les di mis cuchillos mientras que yo me quede con la espada.
Al salir pudimos notar que no habíamos sido los únicos en salir de su escondite ya que a los alrededores había una gran cantidad de animales, entre ellos conejos, ardillas, aves, lechuzas, etc. Eran hermosos aquellos animales, tan pequeños e inocentes que no deseaba cazarlos y sobre todo comérmelos pero estaba consiente que si no lo hacía no sobreviviríamos. Coloque algunas trampas con la esperanza de que algún animal cayera en ellas, sin en cambio mientras esperaba le pedí prestado uno de mis cuchillos a la pequeña Karou para lanzárselo a una ardilla que no estaba muy lejos de nosotros, por suerte logre acertar lo que me permitió alejarme más del parámetro para ir en busca de más comida, no solo carne sino verduras o frutas que nos ayudaran a complementar nuestros alimentos.
Me aleje bastante de mis aliados, sin embargo aún era capaz de saber cómo regresar a nuestro punto de reunión, admito que me aleje lo bastante llegado al punto de haber encontrado una rio congelado, en donde a sus alrededores había arbustos con algunas bayas dulces como las que a veces crecen cerca de casa, sin olvidar mencionar que también logre encontrar algunas raíces comestibles, que bien no recuerdo el nombre aunque sí que estaba segura de que eran saludables. Tome todas las que pude y continúe caminando río abajo para ver que más encontraba hasta que de pronto algo llamo mi atención. Me acerque temerosa detrás de un árbol para ver de qué se trataba, sinceramente tenía miedo de que fuera una especie de trampa ideada por el capitolio, pero como dice el dicho, la curiosidad mato al gato.
Al estar lo suficientemente cerca pude darme cuenta de que era un tributo; estaba gravemente herido, se notaba a simple vista gracias al rápido deterioro de su chaqueta ya que esta poseía quemaduras, diversas rasgaduras en la zona de la espalda y al parecer un intento de unión en la manga izquierda. Quería alejarme pero también quería quedarme a ayudarlo, la verdad es que no estaba segura de sí ayudarlo o dejarlo a su suerte, solo sabía que el miedo estaba invadiéndome, sin embargo opte por ayudarlo ya que al fin y al cabo era un ser humano, además de que si no le brindaba ayuda estaría siguiendo el cruel juego del presidente y sus subordinados.
Me acerque a él lentamente temerosa de que fuera una trampa del mismo tributo que se encontraba boca abajo en la fría nieve, sin en cambio no había señales de ataque por parte de aquel joven así que me acerque completamente para colocarlo baca arriba. Pero al hacer tal acto me quede completamente atónita ya que en verdad no podía creer lo que mis ojos estaban observando, era mi Isaac inconsciente, mal herido, desnutrido, deshidratado y al parecer enfermo.
Estaba desesperada, en verdad que no podía comprender el grave estado en el que estaba, deseaba llorar, salir corriendo por ayuda pero a quien se la pediría, tengo que calmarme me dije. Una vez que me calme intente llevarme a Isaac hacia la cueva en donde estábamos mis aliados y yo, sin embargo era inútil porque no lo aguantaba y el no volvía en sí. Comencé a buscar opciones y para mi fortuna logre hallar una caverna cerca del lago lo cual me favoreció ya que mis fuerzas solo me permitieron llevarlo hasta ese lugar.
-¿Qué te han hecho amor mío? -le dije tiernamente mientras acariciaba su cabello castaño, aunque era consciente de que no respondería mi pregunta.
Después de aquella pregunta sin respuesta procedí a retirarle todos los objetos que traía, incluyendo la chaqueta para sanarle las heridas que claramente se veían bastante dañadas. Al observar las quemaduras, hematomas, erupciones con pus y diversas heridas de muto comencé a entrar en desesperación, era obvio que el capitolio lo quería muerto y que por eso estaba tan magullado y acabado, pero sobre todo estaba desesperada y aterrada por la inculminable fiebre que no le permitía volver a la realidad. Desempaque mi botiquín de primeros auxilios de mi mochila, pero al ver lo poco que me quedaba para sanarlo proseguí a buscar en su mochila en donde encontré un botiquín y medio de primeros auxilios que en vedad me ayudaría bastante.
Eran demasiadas heridas, sin embargo cada una de ellas las desinfecte con alcohol y yodo para inmediatamente vendarlas, pero lo que en realidad más me preocupaba era la fiebre que no bajaba por más que le daba pastillas de paracetamol. Tenía que hacer algo, además de que tenía que volver por mis pequeños aliados, no pensaba dejarlos solos y más ahora que necesitaba de ellos para no volverme loca. Así que saque una de las bolsas de dormir térmicas de la mochila de Isaac e inmediatamente lo metí en ella para mantenerlo caliente en lo que yo volvía con mis aliados. Una vez adentro me asegure de mantener bien oculta la caverna en la que se encontraba mi amado para minutos después volver a mi punto de reunión.
-¿Dónde estabas Nafty? Estábamos preocupados por ti -dijo Karou mientras que de sus ojos escapaban algunas lágrimas.
-Discúlpenme chicos, es que fui a buscar verduras, frutas y raíces, pero en mi búsqueda encontré a Isaac mal herido e inconsciente, deseaba traerlo a nuestro escondite pero no lo aguante, así que tuve que buscar un lugar en donde sanarlo y esconderlo en lo que venía por ustedes -respondí con la voz casi quebrada mientras mi vista solo se centraba en la blanca nieve.
-Lamentamos lo de Isaac y esperamos serte de ayuda, por el momento ya quitamos de las trampas a las presas, cazamos dos conejos y una ardilla, y en lo que esperábamos a tu regreso los despellejamos y derretimos un poco de nieve, así que estamos listos para movernos hacia donde se encuentra tu chico enamorado -respondió Román mientras tomaba del hombro a su tierna hermana, para después de ello prosiguieran a apagar la fogata y tomar todos nuestros objetos.
Una vez que ya no dejamos rastro alguno de nosotros en la cueva avanzamos hacia donde se encontraba Isaac, lo cual nos llevó algunos minutos ya que no estábamos tan alejados. Al entrar mis aliados pudieron notar la gravedad de las circunstancias debido a que mi único tesoro se movía desesperado dentro de la bolsa de dormir mientras que sudaba y gritaba que corriera, que me alejara de él porque en cualquier momento se convertiría en un arma que acabaría con cualquiera que estuviera a su alrededor. Al notarlo en tan horrendas circunstancias deje todas las cosas que traía en el suelo de la cueva para inmediatamente ir a tocarlo aunque sabía que no estaría consciente gracias a la terrible fiebre que lo mantenía apartado de mí.
-Tranquilo amor mío, estoy aquí, y te juro que haré todo lo que este en mis manos para que no te vayas de mi lado - le dije mientras limpiaba con la manga de mi chaqueta su rostro que se encontraba cubierto de sudor.
Necesitaba de medicinas, pero no estas que se encontraban en el botiquín de primeros auxilios, necesitaba las medicinas del capitolio pero era imposible que las consiguiera a estas alturas del partido, y más aún porque Isaac había perdido todos sus patrocinadores desde la noche de las entrevistas. Tenía que pensar en algo pero mi mente estaba tan confundida que no razonaba con claridad, así que lo que hice por el momento fue encender una pequeña fogata para poner a asar los animales que habíamos cazado aquella mañana mientras esperaba a que a Isaac se le controlara un poco la fiebre, aunque era un tanto difícil debido a que sus heridas eran graves y no sanarían hasta que lograra conseguir medicina potente.
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