CAPÍTULO XII. Laberinto infernal
Perdido es la palabra correcta para definir mi situación desde ya hace cinco días en la arena, estaba harto de caminar sin rumbo alguno ya que al parecer simplemente estaba caminando en círculos. El mismo árbol que me acogió mi primer día en el bosque rojo estaba tal y como cuando lo había abandonado, pero lo peor de todo esto es que cada día que pasaba en este maldito infierno mi mente se sumía más y más a una serie de alucinaciones sin sentido, además de que por alguna razón las ronchas de mi piel aumentaban de tamaño. Comenzaba a sentirme más débil de lo normal, una parte era por las innumerables heridas de mi cuerpo mientras que la otra era la falta de sueño, sin olvidar mencionar que desde que me encontraba atrapado en este laberinto mi salud estaba empeorando con demasiada velocidad. Tenía fiebre y un terrible dolor de cabeza que desde el día en que entre a este lugar no ha parado por mas analgésicos que me haya tomado. En verdad que estoy desesperado, pero sobre todo confundido gracias a que mis pensamientos, ideas y alucinaciones no podía separarlas de la realidad, por lo cual todo lo que llegaba a ver era irracional, enfermizo y tal vez ilógico. Por ejemplo hace un día más o menos juraría que vi a mi Naftaly frente a mí, corrí a abrazarla para demostrarle que estaba preocupado por ella y que en verdad la necesitaba para no volverme loco en esta espantosa arena que contenía jugadas terriblemente psicópatas. Recuerdo que según yo estaba acariciando su largo cabello negro con gran ternura mientras le susurraba a su oído que la amaba y que no soportaría perderla, hasta que caí en la cuenta de que Naftaly había sido una jugada de mi mente y que lo que en realidad estaba abrazando y acariciando era un arbusto con hojas rojas.
Quería salir de este lugar, estaba volviéndome loco con cada día que pasaba en él, además de que por más que intentaba buscar algún animal al cual cazar no encontraba ninguno, sin embargo logre encontrar un pequeño lago con agua fresca que me hidrato cuando más lo necesite, pero para ello tuve que pagar un costo muy alto, el cual fue vomitar horas después de haberla bebido ya que al parecer el agua de aquel lago estaba contaminado con alguna sustancia que me provoco malestares, sobre todo en mi estómago y en mis heridas que comenzaron a negarse a cicatrizar.
Ignore cualquier aviso de peligro que todos estos efectos en mi cuerpo trataban de decirme ya que lo único que deseaba era encontrar a mi pequeña antes de morir o enloquecer. Continúe caminando intentando erróneamente encontrar una salida, pero con cada paso que daba un terrible dolor me impedía ir a paso veloz. Me encontraba débil, mis piernas simplemente se negaban a responder al igual que mi cerebro que se negaba a separar la realidad de la fantasía. Mi corazón simplemente me dolía como si algo impidiera su palpitar y flujo constante de sangre en mi interior. No podía avanzar por más que intentaba, así que lo único que pude hacer fue sostenerme de un tronco hasta que de la nada caí inconsciente a la tierra seca.
Mientras que estaba inconsciente tuve una especie de sueño combinado con algunos recuerdos que me dieron una pista clara del lugar en donde estaba y de sus efectos.
-----FLASHBACK-----
Me encontraba en clase de historia y pasado de Panem, en el un profesor nos explicó que antes de que Panem tomara ese nombre el mundo estaba dividido por países con sus respectivos estados y ciudades. Cada uno de esos países tomo decisiones erróneas que provocaron la destrucción de la sociedad, inclusive de la vida misma dejando solo a los más fuertes en lo que hoy es Panem.
-Antes a nuestra era, el mundo era un lugar impresionante pero también fue la sede de la destrucción casi total de la humanidad. En Rusia hoy llamada Mortem existió un lugar llamado Chernóbil en donde se encontraba una planta nuclear que por diversas causas provoco que todo lo que estaba alrededor de ella muriera gracias a la alta radioactividad -dijo el profesor mientras dibujaba un mapa de la zona en el pizarrón.
-Profesor, sabemos que la radioactividad es bastante peligrosa y que si existiera otra guerra en nuestro país en donde participara el uso de armas nucleares acabaríamos con la supervivencia de los seres humanos, pero ¿Qué efectos trajo aquel accidente a la humanidad? -pregunto Naftaly mientras me miraba desconcertada.
-Los efectos que trajeron y podrían traer un lugar contaminado son demasiados, entre ellos podría causar enfermedades mortales a los que son bastante débiles, entre las enfermedades está el cáncer, leucemia, deformidades de la piel, deformación de órganos, alucinaciones y la muerte en peor de los casos, claro esto dependiendo del tiempo en que se permanezca en el lugar contaminado.
-Pero digamos que nos encontramos en una zona radiactiva en donde los índices no son tan altos como para provocar enfermedades mortales como cáncer, leucemia o la deformación de órganos, ¿qué es lo peor que podría pasar? -pregunte con desesperación ya que este tema me había preocupado porque simplemente no deseaba morir de esa manera en caso de una guerra nuclear.
-Bueno joven Isaac, lo que podría pasar es que estaría expuesto a un sin número de alucinaciones que terminarían por atrofiar su mente en un determinado tiempo, también podría provocar la deformación de algunos tejidos de su piel lo que le provocaría la aparición de hematomas y ronchas con pus que con el paso del tiempo se irán convirtiendo en tumores, por supuesto, lo último solo sucedería si permaneciera en la zona radioactiva más de una semana. También lo que podría pasar es que si llegara a tomar o comer alguno de los alimentos afectados por los componentes radioactivos, bueno es que es difícil de decir, pero podría atrofiar gravemente alguno de sus órganos lo que podría provocarle la muerte inmediata en caso de que el cuerpo no lograra a rechazar lo ingerido.
-----FIN DEL FLASHBACK-----
Desperté y como pude me levante de la tierra que había cubierto con su toxicidad mi cuerpo. No deseaba morir aun, no hasta haberme despedido de mi Naftaly, de aquella niña que desde pequeños me dio su confianza, su ternura y sin darse cuenta logro robarse mi corazón. Tome fuerzas y comencé a caminar a una velocidad normal ignorando con ello el dolor imparable que atrofiaba a mi cuerpo y mente. Camine aproximadamente unas dos horas, sin embargo volví al mismo lugar. Era imposible, como es que por más que caminaba llegaba al mismo punto, simplemente este lugar era como una especie de laberinto infernal diseñando especialmente para acabar con cualquiera, ya sea por enfermedad o por desesperación.
Estaba oscureciendo así que volví a refugiarme en el mismo árbol que me acogió el primer día de mi llegada al bosque rojo. Una vez arriba comí lo último que tenía, es decir dos pedazos de carne seca, una manzana disecada y un trago de agua pura que había conseguido el primer día del vasallaje. Mientras cenaba, en la arena comenzó a sonar el himno e inmediatamente aparecieron en el cielo las imágenes de los tributos caídos del día de hoy, los cuales me imagino murieron mientras estaba inconsciente ya que no fui capaz de escuchar los cañonazos. Cuatro caídos, ningún profesional como era de esperarse, pero lo que me dio más alegría que nada es no ver la imagen de Naftaly un día más, lo cual me motivo a ser más fuerte para no dejarme vencer por este laberinto y sus trampas mortales.
-Tengo que salir de aquí como sea, ya sea que encuentre la forma de regresar a la fría nieve o encuentre el camino correcto para ir al siguiente escenario que logre percibir al inicio de los juegos, el bosque que al parecer era normal -me dije.
Intente dormir una vez concluido el himno de Panem, sin embargo era casi imposible ya que la cabeza no dejaba de palpitarme como si fuera una bomba de tiempo, aunque relativamente si era una bomba de tiempo ya que si continuaba en este maldito bosque rojo lleno de radioactividad no tardaría en morir. Pasaron aproximadamente dos horas y al fin había logrado conciliar el sueño en donde mis pesadillas no dejaban de atormentarme ya que en ellas Naftaly se encontraba muerta gracias a que la radioactividad se había encargado de deshacerle el hígado muriendo con ello en mis brazos. Desperté sudando como era costumbre cada vez que tenía una pesadilla, hasta que a lo lejos logre percibir una gran llamarada de fuego que se propagaba a gran velocidad. Al verla tan incesante pude notar que esta había sido provocada por la gente que controlaba la arena en el capitolio, posiblemente para dar fin a mi sufrimiento, o simplemente para hacerme sufrir más y con ello acabar con mi patética vida, sin embargo no estaba dispuesto a darles mi vida tan fácilmente. Baje del árbol de la manera más rápida que pude tomando con ellos mis cosas.
Una vez en tierra firme comencé a correr como loco buscando desesperadamente una salida que me alejara del fuego y del bosque radioactivo, pero como había dicho anteriormente éste lugar en verdad que era un laberinto ya que volvía al mismo punto, pero lo peor de todo es que la llamas cada vez se acercaban más y más a mí. Opte por tomar otro camino que al parecer era correcto, ya que una vez que lo tome el fuego comenzó a avanzar mucho más rápido para intentar incinerarme. Corría desesperado y nuevamente sin saber hacia dónde me dirigía, sin embargo mientras huía por mi vida a mi lado también iban corriendo una especie de animales extraños, jamás los había visto, no parecían mutos pero tampoco animales normales, así que lo más lógico que se me vino a la mente es que eran animales creados por la radioactividad.
Continúe corriendo hasta que de la nada una bola de fuego llego a mis espaldas, logre esquivarlo pero no con mucho éxito ya que me hirió gravemente mi brazo izquierdo. Al sentir el terrible ardor que está herida provocaba combinada con el dolor del ante brazo que no deseaba cicatrizar, provoco que me tirara al suelo debido a que el dolor que invadía cada una de mis articulaciones era catastrófica. Nuevamente me levante ya que otra bola de fuego se dirigía a mí, pero esta vez de frente, por suerte logre esquivarla con éxito. Seguí corriendo con mi adrenalina hasta el tope, llegado el punto de que todas mis heridas nuevamente dejaran de dolerme.
Corría sin parar aunque ya había dejado el fuego atrás desde hace varios minutos. Estaba cansado pero tenía miedo de descansar, así que continúe con paso firme aunque mi vista comenzaba a verse borrosa, la razón no la sabia, lo único de lo que era consiente mientras corría es que necesitaba de Naftaly y que me dolió nuevamente el corazón. Estaba apunto de desmayarme eso era seguro, sin embargo no se lo iba a permitir a mi cuerpo hasta haber llegado nuevamente al paisaje de la nieve que estaba a unos metros frente a mí. Continúe corriendo ya que lo único que deseaba era escapar de aquel laberinto sin salida que lo único que pretendía era asesinar a quienes lo invadían. Una vez que lo cruce me aleje unos metros más corriendo por la blanca nieve hasta que caí inconsciente sin saber si moriría sin despedirme de mi pequeña o si sería capaz de sobrevivir un día más dentro de la arena.
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