CAPÍTULO X. Bosque rojo

Perdido, desolado, frustrado, preocupado, aterrado, triste, nostálgico, furioso. Esos son algunas de las emocionen que oprimen mi mente y mi confianza en estos momentos. ¿Dónde estará mi pequeña Naftaly?, ¿Estará bien? Bueno esas son respuestas que jamás podre responder hasta encontrarla.

Una vez que los mutos se encargaron de corretear a otro tributo, que por cierto le agradezco, ya que si no hubiera sido por él o ella estos monstruos hubieran acabado conmigo en aquel agujero en el que había caído, decidí salir del agujero ya que por alguna razón me faltaba el aire debajo de la tierra. Hacia frio y eso no le favorecía a mis múltiples heridas, sinceramente era insoportable el dolor que me provocaban las heridas de mis dedos, pero si no hubiera escarbado un pequeño hueco como protección estoy casi seguro que aquellas bestias no hubieran tenido compasión de mí. Recuerdo sus dientes filosos como un cuchillo, sus ojos llenos de ira y de un suculento deseo de sangre, pero lo que más me aterro fue su increíble desesperación por mi carne. En verdad que solo espero que el tributo que sin querer me ha salvado la vida este bien.

Ordene mis ideas y mis provisiones, al ver mis pocos alimentos entre en un fabuloso conflicto existencial, comer o no comer. Tendré que comer, es necesario debido a mi excesiva pérdida de energía, así que tome una de mis bolsas de fruta seca y comencé a comerlas; sabia a gloria eran dulces y como tenía hambre eran suculentas. Al cabo de un rato medio sed, por lo cual opte por tomar uno de mis termos, introducir nieve y un poco de yodo, para después de ellos dirigirme a un lugar más o menos seguro que me permitiese encender una pequeña fogata para derretir la nieve dentro del termo. Mientras esperaba logre percibir un pequeño conejo, era blanco, pequeño y tierno. Al verlo lo primero que vino a mi mente fue Naftaly ya que ella se hubiera maravillado con tan hermosa creatura, pero después de aquel pensamiento mi estómago comenzó a exigir más que fruta seca, lo que me obligo a tenderle una trampa para inmediatamente proceder a despellejarlo y ponerlo a las brasas de mi pequeña fogata, que gracias a la neblina no me delataba. Una vez que ya estaba cocida la tierna carne de aquel pequeño conejo agradecí porque de alguna forma dio su vida para salvar la mía e inmediatamente procedí a comerlo.

Pasaron varios minutos y aún seguía sano y salvo gracias a que llene el buche, bebí suficiente agua, cure mis heridas y ahora ya contaba con un poco más de abastecimiento.

Me encontraba listo para continuar con mi incursión en búsqueda de Naftaly y de un lugar seguro, pero ¿Hacia dónde seria el lugar correcto? Estaba claro que tenía diversas opciones, una seguir las huellas de los lobos ya que podrían dirigirme a un lugar donde pudiera encontrar alimento, la otra opción era dirigirme hacia el bosque rojo que había logrado percibir con anterioridad, y por ultimo era regresar a la cornucopia para asegurarme de que mi pequeña no se encontrara esperando por mí a merced de los profesionales y de los mutos. Aunque conociendo a Naftaly lo más seguro es que también se haya dirigido a un lugar fuera de la nieve que le diera protección, además de que antes que todo pensaría en un lugar en el que pudiéramos reunirnos.

-Está decidido, debo dirigirme hacia el bosque rojo -pense.

Comencé a caminar hacia donde mi sentido de orientación imaginaba que se encontraba el camino hacia dicho lugar, encontrándome con ello un silencio terrible, al parecer ningún tributo excepto yo se había percatado aun de los diversos panoramas de la arena. Sinceramente ignore el silencio y me concentre por completo en llegar a mi lugar seguro, hasta que de pronto algo a mi espalda logro subir nuevamente mi adrenalina ya que me puse en guardia con una de mis espadas en mano. Era un sonido extraño, pero lo más curioso es que no tenía idea alguna del lugar de su procedencia. Comencé a observar detenidamente cada uno de los árboles que me rodeaba para prevenir cualquier ataque de algún tributo, sin embargo no había ningún rastro de vida humana, pero entonces sino se trata de un sonido humano, ¿qué es el sonido que altera extremadamente mis nervios? Intente ignorar por completo aquel sonido obligándome con ello a seguir avanzando hacia mi destino, hasta que de la nada apareció volando una especie de lechuza blanca, aunque esta no era normal; esta poseía grandes y filosas garras como si estuvieran diseñadas para desgarrar, un pico perfectamente picudo, sin olvidar mencionar que su tamaño era fuera de los parámetros normales. Esta ave no es normal, es un muto me dije, y en segundos comencé a caminar más rápido intentando con ello que no me prestara atención y me dejara marchar, sin embargo eso no sucedió ya que este comenzó a perseguirme con sus filosas garras que deseaban acabar conmigo. Comencé a correr nuevamente por mi vida, pero esta vez sin perder mi destino, el bosque rojo.

El ave era veloz y bastante agresiva, sin en cambio cada vez que estaba a punto de agarrar un poco de mi piel o cabello yo lograba esquivarlo con agilidad mientras intentaba asesinarlo con mi espada, pero al igual que yo la criatura también era ágil y tal vez más rápida que yo. Continúe corriendo hasta que uno de mis movimientos con la espada logro herirle gravemente una de sus alas, provocado que esta se desplomara y dejara de perseguirme, lo cual fue un grave error ya que esté comenzó a emitir un sonido mucho más horrible y de inmediato aparecieron mas aves de su mismo tipo. Nuevamente comencé a correr ya que ahora sí que estaba temiendo por mi vida, porque era claro que si llegaba a tropezar seria mi fin.

Las aves ahora más furiosa que nunca realizaba diversas maniobras para atacarme, y una de ellas funciono porque mi espalda resultó gravemente herida por varias garras. Contuve mi grito de dolor y continúe con mi intento de salvación.

Después de varios minutos de correr desesperado perseguido por los mutos estaba por rendirme ya que estaba bastante agotado, incluso me encontraba despidiéndome de mi pequeña Naftaly en mi mente, hasta que de pronto logre percibir el cambio de panorama, era el bosque rojo. Al verlo renació un poco de esperanza en mi ser que me obligo a continuar corriendo hasta llegar a dicho lugar. Una vez que cruce la frontera algo extraño sucedió, las aves que deseosas de sangre reclaman mi vida no tuvieron el valor de atravesar la frontera lo que me permitió continuar con vida. Al estar a salvo opte por continuar caminando para inspeccionar el lugar; este era rojo literalmente, las hojas de los árboles, plantas, incluso flores eran del mismo tono color sangre, sin embargo no le tome importancia al extraño color y me dedique a buscar un buen árbol para dormir ya que estaba oscureciendo. Una vez que lo encontré lo trepe y me prepare para descansar tranquilamente, pero no antes de haberme curado las herida de la espalda, haber terminado lo que sobraba del conejo y bebido un poco de agua.

Mis sueños eran muy confusos, simplemente no tenían coherencia, era como si mi mente estuviera siendo perturbada por algo que no dejara que razonara de la manera correcta, así que en uno de ellos desperté sudando y con algunas rochas en la piel; están eran rojas, grandes y me provocaban una comezón espantosa. Comencé a examinarlas para ver si se trataba de picadoras de mosquitos, sin embargo mis ronchas no se trataban de picaduras de algún animal, más bien eran como de intoxicación lo cual me inquieto ya que no tenía idea alguna de lo que me lo había provocado, y mucho menos de como sanarlas. Tenía que pensar en algo pero mi mente estaba atrofiada, me dolía, era como si estuviera presentando síntomas de fiebre o de migraña, sinceramente no lo sabía ya que no era médico, ni sanador, ni nada por el estilo. No tenía opción, tenía que descansar para poder eliminar esta jaqueca que no me permitía ordenar mis ideas, pero cuando ya estaba a punto de conciliar el sueño nuevamente el himno de Panem resonó por toda la arena anunciando con ello a todos los caídos del día de hoy, en total fueron doce, ocho al iniciar los juegos y el resto supongo que fueron víctimas de los mutos, pero lo que en realidad me alegro la noche es no haber visto la foto de Nafty en el cielo ya que eso significaba que seguía con vida. Una vez que termino el himno intente conciliar nuevamente el sueño ya que sentía que la cabeza me iba a estallar y lo peor de todo es que no tenía idea del porqué.

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