CAPÍTULO VII. Los juegos parte I por Naftaly

Después de la entrevista de Isaac me escoltaron a mí y Ayumi a nuestro edificio unos agentes de la paz. Una vez ahí estuvimos esperando por él, sin embargo cuando llego unos hombre me escoltaron a mi habitación, me dijeron que no querían que lo viera o hablara con él ya que eran órdenes directas del presidente Frederick Snow.

Estaba preocupada por él, no tenía idea del porque había tomado la decisión de sentenciarse del tal forma ya que era claro que me habían aislado para castigarlo, tenía miedo y sobre todo de no poderlo encontrar dentro de la arena, que haría sin él, por supuesto se defenderme pero no quiero perderlo y mucho menos quiero llorar por su muerte ahora que sé que me ama y tomo la decisión de abandonar a su familia por tratar de protegerme. Estoy asustada, porque estoy más que segura que tal vez termine muerta y más porque no tengo la suficiente fuerza para asesinar a alguien, es más, ni siquiera me considero capaz de poderme proteger sola.

Ayumi, mi mentora entro a mi habitación y me dijo que yo era libre de andar por el edificio pero que Isaac se encontraba en su habitación encerrado y que no tenía permitido verme ni salir de ahí, es decir que su habitación se había convertido en su prisión. Al escuchar a Ayumi me entristecí ya que si moría el día de mañana no tendría la oportunidad de irme de este mundo en paz, sin embargo tenía que acatar las reglas del mundano gobierno de Panem, así que simplemente fui a comer y enseguida regrese a mi habitación para tratar de dormir ya que necesitaría todas mis fuerzas para el día siguiente, el inicio de la matanza del vasallaje de los veinticinco.

No podía dormir, tenía inmensas pesadillas y pensamientos espantosos sobre la posible muerte de mi Isaac y de mi muerte, la verdad era que no temía por mi muerte sino por la muerte de mi amor ya que estaba segura que harían que fuera la más espantosa de todas y sé que yo sufriré por ello.

Ya era un nuevo día, para entonces mi estilista y equipo de preparación fueron a levantarme ya que aún seguía presente la orden del presidente de no tener contacto alguno con Isaac, así que una vez que me levante de mi cama me di una ducha y me puse la ropa de tributo que mi estilista me dio, era térmica, algo estorbosa pero me mantenía calentita. Este vestuario me hizo imaginar en una montaña cubierta de nieve blanca, lo cual me preocupo ya que ese escenario no era muy seguro para chicos provenientes del distrito nueve ya que nunca nevaba, y personas como mi Isaac y yo no estábamos acostumbrados a las bajas temperaturas, lo cual era una desventaja bastante grande. Una vez cambiada almorcé en el comedor para después dirigirme en compañía de mi estilista al aerodeslizador que me llevaría a la arena.

Pasaron varios minutos y al fin llegamos a nuestro destino en donde unos agentes de la paz me escoltaron a lo que sería la zona subterránea de la arena, hacia frió, pero estaba segura que era porque estaba bastante nerviosa como para dejar de temblar.

Mi estilista, Gabriel, se acercó a mí y me acaricio el cabello, no me aleje ya que tenía miedo y necesitaba de una muestra de afecto y de apoyo, y Gabriel ya era más que un estilista para mí, sin embargo en voz baja le di las gracias por su apoyo incondicional desde que había llegado al capitolio, el simplemente asintió con la cabeza y me coloco en el cuello mi preciado Ank's que mi madre me había regalado antes de mi llegada a los juegos. Nuevamente agradecí y no pude evitar que de mis ojos escaparan algunas lágrimas, pero como no deseaba dejar ver mi debilidad abrace a Gabriel y oculte mi rostro hasta que mis lágrimas se secaron de mis ojos. Inmediatamente después de que me recupere se escucharon por unas bocinas las siguientes palabras: "Tributos, favor de subir a la plataforma".

Al escuchar lo anterior dicho me puse aún más nerviosa y nostálgica, sin embargo tome el valor que aún quedaba en mí y subí a la plataforma, y una vez que me encontraba ahí una especie de cristal me encerró y comenzó a subir hasta lo que sería la arena de vasallaje de los veinticinco.

Una vez arriba comencé a buscar a Isaac como loca, sin embargo no lograba encontrarlo, pero gracias a ello pude notar que la arena era fría, blanca y tal vez peligrosa lo cual me inquieto más de lo ya estaba, ya que de pronto una intensa preocupación de no poderme mantener viva y de jamás volver a ver a mi pequeño me inundo, ¿qué haría una vez que sonara el cañón? Bueno no tenía ni la más mínima idea.

Comenzó el conteo para la masacre y cuando llego a cero y sonó el cañonazo fui la primera o tal vez la tercera en salir corriendo de la plataforma para correr hacia donde me imaginaba que estaría Isaac esperándome, sin embargo sin pensar mis acciones cambie de estrategia y me dirigí hacia una mochila que tal vez tendría provisiones. Inmediatamente que la tome me adentre a la montaña nevada que se encontraba detrás de mí, claro no me aleje lo suficiente ya que tenía la esperanza de encontrarme con Isaac, sin embargo tuve que alejarme debido a que algunos de los tributos que ya estaban bien armados tuvieron la grandiosa idea de perseguir tributos para culminar con sus vidas, y pues yo en este momento sin armas era una presa fácil, así que por última vez voltee para confirma que mi niño no se encontrara entre los muertos y al confirmar y aliviar mi preocupación comencé a correr entre los árboles y la nieve blanca sin rumbo fijo.

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