Capítulo 5

Una mañana húmeda se abrió paso. La época de lluvia ya estaba presente y a decir verdad, eran días que a la familia Kujo solía disfrutar, más si se habla de Jolyne y su padre.

Giorno y Jotaro habían sido los primeros en levantarse, pues no estaban acostumbrados al horario de esa región que ahora sufrían, aunque gracias al pesado vuelo y un buen baño pudieron conciliar el sueño.

-El viaje no estuvo tan mal en realidad. - Decía Giorno al teléfono sentado en la sala. - Aunque debo admitir que la diferencia de horas me empieza a afectar un poco. - Dijo sobándose el cuello.

-Bueno, ahora sabes por qué detesto viajar tan lejos. - Agregó Mista del otro lado de la línea. - Pero tú accediste en tomar ese viaje, ese anciano si que te aprecia como para invitarte a su propia casa o lo que sea. - Mencionó con un toque de burla.

-Él también te invitó, Mista. - Rodó los ojos no sintiéndose muy contento con el mencionado. - Y no estoy muy seguro de cuanto aprecio me tenga. Ha estado un poco recio conmigo desde que llegamos - Lo último lo dijo bajando la voz.

-A mí jamás me lo mencionó. Y ¿De qué hablas? Claro que te tiene demasiada consideración, casi te trata como un hijo...

Atrás de Giorno venia Jotaro.

-Buenos días, Giorno. - Dijo con su voz fuerte y seria que Mista logró escuchar.

-Ese es Jotaro ¿Cierto? Dile que es un malévolo viejo y...

-Mista lo saluda. - Giorno apartó el teléfono de su oreja dirigiéndose al hombre.

-Inútil... -Respondió simple.

-Dice que también. - Volvió al teléfono, Mista solo puso una mueca sabiendo muy bien lo que había dicho el mayor.

-¡Agh! ¡Da igual! Ese anciano sabe lo irritable que es e igual tú. ¿Qué tiene de diferente ahora su actitud contigo? Siempre ha sido un dolor de bolas, no debería sorprenderte.

Giorno volteó a tras de él viendo si Jotaro aun se encontraba cerca, pero ahora ya no lo veía.

-No es por eso Mista. - Dijo bajando la voz y con la mano en el teléfono. - Se trata de su hija...

-¿Su hija?... - El joven de ojos oscuros hizo memoria. - ¡Oh claro, su hija! ¡Vaya, vaya! - Hizo un toque pícaro en su voz. - ¿Esta buena?

-¡Mista! Estoy tratando de contarte. - Exclamó un tanto exasperado.

-¡Oh vamos! Solo dímelo. Digo, no eres ciego si sabes a lo que me refiero.

Giorno lo pensó un poco de manera involuntaria ahora que lo mencionaba su amigo.

-Pues, sí... - Un poco incomodado le subió ligeramente el color a su rostro - Jolyne es una señorita de muy buen ver.

-Jolyne ¿Eh? - Mista hizo una pausa suponiendo un poco lo que pasaba. - Bien, déjame adivinar; llegaste, conociste a su hija Jolyne haciendo algún especie de contacto, y por cómo me respondiste debe ser un manjar de mujer ¿O me equivoco? - No dejó a Giorno responder. - Y con ese viejo indeseable presente, se molestó contigo. ¿Acerté? - Finalizó sintiéndose seguro.

-Eh... - Se había quedado sorprendido por cómo había desmenuzado todo el suceso sin haber estado presente. - Sí, básicamente eso pasó.

-A veces hasta yo me sorprendo de mí mismo. - Dijo con arrogancia y orgullo. - Sé entender a las personas, y más conociéndote a ti y a ese mastodonte.

-Menos a Trish...

-¡Ella es otra historia! - Lanzó con el brazo levantado pensando en lo difícil que era esa mujer. - Como sea, regresando al tema; que no te afecte el gruñón de Kujo, es sólo un padre celoso. Jotaro será Jotaro, pero ni que fuera a arruinarte la vida o algo por el estilo.

Giorno soltó un ligero suspiro. Sí, es normal que un hombre se comporte de esa manera al ver a su hija con otro joven, y más si se trata de alguien complicado como lo es su jefe.

-Lo tendré en cuenta, gracias Mista.

-No agradezcas, supuse que tu visita sería un poco difícil conviviendo con ese sujeto las veinticuatro horas, aun seas tú.

-Es un buen jefe y buen hombre, pero debo admitir que lo es un poco. - A sus espaldas llegó la madre de Jolyne ya arreglada. - Debo irme, hablamos después.

Rápido se despidió de Mista, colgó el teléfono y se levantó del sillón.

-Buenos días, señora. - Saludó respetuosamente.

-Buenos días, hijo. Veo que tú y Jotaro madrugaron - Mencionó amablemente la mujer. - El desayuno pronto estará listo, lamento la tardanza, no acostumbramos levantarnos así de temprano.

Giorno miró el cielo por la ventana y apenas y se veía el sol salir, realmente había sido muy temprano.

-No se apure, puedo esperar.

...

En la habitación de Jolyne. La jovencita casi se encontraba lista para bajar y soportar la amargada cara de su padre.

Se encontraba terminando de peinarse y al mirarse en el espejo, veía las ojeras que apenas y se lograban notar gracias al maquillaje. Sí, otra noche sin poder haber dormido bien. La ultimas noches habían sido difíciles y ahora lo sentía con más peso ahora que este ya se encontraba ahí, y qué decir del joven de rulos dorados que poco le conocía y ya llegaba a ponerla nerviosa.

-Al menos no podría ser peor.

Estaba tan ensimismada en sus pensamientos y en la labor de arreglarse, que no había notado desde un principio en sonido de algo golpeando su ventana.

Confundida y con recelo, apartó la cortina azul viendo como una diminuta piedrita golpeaba el cristal. ¿De qué se trata esto? Se asomó y vio una cabellera rosada bastante familiar.

-No, por favor... -Cerró los ojos deseando que no fuera la persona que por dentro sabía quien era, más no quería creerlo. Los abrió de nuevo y dejándose ver, el otro celebró dejando de tirar piedritas.

-¡Jolyne! - Le habló sin alzar mucho la voz. Esta por fin levantó la ventana.

-¡Anasui! ¿Qué demonios haces aquí? Te dije que no te acercarás mientras mi padre estuviera aquí. - Le dijo igual sin gritar, pero si exasperada y lo suficiente para que le escuchase. - ¡Vete antes de que te vea! - Movió la mano como ademan de que se fuera.

-¡Hija, el desayuno esta listo! - Le gritó su madre desde las escaleras.

-¡Enseguida voy! - Le respondió, pero rápido se dirigió al joven exigiendo que se fuera con el brazo. - ¡Ya, largo! Me tengo que ir.

-¡No, espera! Jolyne... - Pero esta se fue cerrando la ventana sin dejarle hablar. - ¡Diablos!

Dentro de la casa, la jovencita bajaba las escaleras con los nervios aumentando. ¿Qué carajos hacia ahí Anasui? Lo que menos quería eran problemas con su padre y él estando cerca no era bueno.

Se dirigió al comedor y ahí se encontró a su madre y a Giorno sentado.

-Buenos días, mi amor. ¿Qué tal dormiste? - Como la madre amorosa que era, se acercó y besó su mejilla.

-Buenos días, ma. Bien, supongo. - Claramente mintió, no tenía caso decirle que no había podido dormir casi toda la noche. Luego miró al rubio que este igual la miraba - Buen día.

-Buen día. - Saludó agachando un poco la cabeza en forma de saludo. Este al mirarla, supo en seguida que algo le pasaba, aunque no dijo nada.

-¿Dónde está mi padre? - Le preguntó a su madre disimulando bien su angustia. La madre le miró extrañada.

-Salió a caminar, ya sabes que le gusta caminar por las mañanas ¿Por qué lo preguntas?

La palidez poco se hizo notar en su piel, pero fingió tener sólo interés en dónde se encontraba su padre. Rogaba con que Anasui ya se hubiera marchado a su casa.

-Solo preguntaba, es solo que no lo veo aquí junto a nuestro invitado. Tú sabes...

No muy convencida, su madre respondió.

-Ya veo, tú padre regresará pronto. Tú desayuno ya está servido, toma asintió junto a Giorno, por favor.

Jolyne asintió y sin problemas se sentó junto al joven que le miraba extrañado por su actitud, porque a pesar de su blanca piel supo ver cómo empalidecía, además de ver la disimulada expresión de angustia al saber que su padre se encontraba fuera.

Al mismo tiempo, Jolyne intentaba comer rápidamente su porción, tendría que salir a buscar a alguno de los dos rápidamente o la incertidumbre la mataría.

Giorno casi terminaba de tomar su ligero desayuno, pues a pesar de que había deseado esperar a los demás; la madre le pidió que comiera y no esperara, al menos en esa familia no se acostumbraba hacer eso, aun cuando Jotaro y ella se encontraban casados. Claro, todo por la indiferencia del hombre.

-¡Gracias, ya terminé! - Dijo de repente Jolyne. - ¿Me puedo ir?

La madre volteó a ver a su hija con preocupación.

-Jolyne, no sueles comer así de rápido. ¿Te sientes bien? Te siento algo extraña y...

-No tengo nada, es solo que necesito tomar un poco de aire fresco. Y quedarme encerrada algunas veces me llega a irritar, tú me conoces. - Quiso convencerla, aunque la mujer no supo interpretar muy bien a sus acciones.

-Está bien, puedes irte. - Por dentro se alegró la menor. - Pero llévate a Giorno.

Jolyne abrió los ojos pensando en que su suerte era el peor. Giorno por su parte no habia esperado eso.

-Pe-pero...

-No quisiera incomodar. - Dijo con las palmas levantadas.

-Giorno, no estás aquí para quedarte encerrado en esta casa. Y Jolyne, haz el favor de llevártelo y que conozca un poco el vecindario en lo que regresa tu padre. Viajó desde muy lejos para...

-¡Ok, ok! No tengo problema alguno. - Dijo resignada la jovencita. Sentía que no podía perder mas tiempo. - ¡Vamos!

Y como solía ya ser costumbre, tomó de la mano al joven tomándolo por sorpresa hasta la salida. Y justo cuando Jolyne abrió la puerta, en la entrada se encontró con un Anasui cruzado de brazos mirándolos a ambos, especialmente a Giorno. Luego dio cuenta de que estos se encontraban entrelazando sus manos.

-Jolyne, ¿Quién es este? - Con el evidente recelo en su voz, examinó a Giorno desde arriba puesto que era más alto que él. El rubio de inmediato supo esas intenciones en sus palabras y con la mirada que este le dedicaba no se dejó amedrentar devolviendo la mirada levantando una ceja.

-Giorno Giovanna - Ahora dijo reforzando el agarre que tenia con la joven. - ¿Y con quien tengo el gusto?

-Anasui - Interrumpió Jolyne tomándose el puente de la nariz. - ¿Cuánto tiempo llevas ahí parado?

-Lo suficiente, ahora entiendo por qué no me querías cerca. Creía que solo era por el señor Kujo- Se cruzó de brazos entrecerrando los ojos. - Veo que tienes un amigo ¿Por qué jamás me lo presentaste? Creí que solo a mi me tomabas la mano así.

-¿Qué? - Jolyne bajó la mirada hacia su mano y veía que esta estaba agarrada a la de Giorno y ahora daba cuenta de la fuerza que este le daba. De inmediato se sonrojó. - N-no es lo que crees. Sabes que llego a hacerlo sin darme cuenta.

-¿Y qué si nos tomamos de la mano? ¿Ustedes son algo? - Quiso enfrentar el rubio sin soltarla. Cosa que cabreo un poco al otro.

-Si y en algún futuro Jolyne y yo nos vamos a casar.

-¡No! No somos novios, Anasui. - Aclaró.

-No dije que lo fuéramos, pero sí somos algo - Dijo enfatizando la última palabra. - Así que, no intentes hacer algo que después lamentarás, niño.

-Anasui, cállate. - Interfirió la jovencita viendo que ya empezaba a decir cosas muy estúpidas. - Te dije que te fueras, en cualquier momento regresará mi padre y sabes que no te quiere cerca. O yo misma te patearé el trasero.

Anasui se quedó callado, tendría que resignarse por el momento.

-Claro, solo lo haré porque me lo pides. Pero esto no se va a quedar así. - Señaló a Giorno antes de retirarse.

Ya perdiendo de vista al joven de pelo rosa, la jovencita dejó salir un suspiro pesado.

-Genial, ahora me tengo que preocupar por ti también - Dijo refiriéndose a Giorno. El rubio le entendió a la perfección.

-No le tengo miedo - Contestó sin preocupación alguna. - ¿Quién es? ¿Es tu prometido o algo parecido? - Y preguntaba en verdad confundido.

-¡No! Jamás. Solo somos amigos, ¿Sí? Y su nombre es Narciso Anasui, esta algo enloquecido y tonto. Mientras no lo provoques todo estará bien, solo te pido eso. ¡Y no le digas a mi padre que estuvo aquí! O nos mataría.

Con fastidio, Jolyne se sentó en el escalón que da la entrada a su casa, apoyando sus codos a sus rodillas mientras que sus manos sostenían su rostro.

Los jóvenes ya se habían soltado y ver a la jovencita con el rostro afligido no pudo evitar sentir melancolía por ella, por lo que se sentó a su lado mirándola fijamente.

-Lamento esto, Giorno. - Habló de repente. - Primero mi padre es brusco contigo y ahora el tonto de Anasui te acaba de amenazar. Acabas de llegar y tus vacaciones son un asco, y todo por mi culpa.

En eso, el rubio sobó su cabeza no queriendo ver a la chica triste y por alguna razón sentía esa necesidad. A su vez, aquel tacto Jolyne lo sintió familiar por cómo este rozaba su mano a su cabello.

-Mis vacaciones no son un asco. - Comenzó haciendo que lo mirara. - Todo es muy cálido, han sido muy amables conmigo aquí. Además de que por alguna razón has estado dando la cara por mí, aun con el poco tiempo que llevo aquí. Y ¿Preocuparte por mí? Sé defenderme sólo, tu amigo no podría derribarme tan fácilmente.

Jolyne no se imaginaba a un Giorno vencer a un Anasui enojado. La diferencia se veía a kilómetros.

-¿Qué estás diciendo? Anasui es bastante corpulento a comparación tuya.

-No me subestimes por no ser tan alto. Créeme. - Y no lo decía para verse más fuerte o menos débil, él sabía que podía. Aun así, Jolyne no se lo creía del todo.

-Esta bien, lo siento. Es solo que es difícil de creer conociendo a Anasui. No se nota, pero es un poco tonto y cuando pierde los estribos puede dar miedo.

-Ya veo, con que no sólo es la cara... - Dijo Giorno con una sonrisa burlona haciéndola reír.

El viento mañanero sopló haciendo estremecer ambos chicos, pero no se movieron. Se quedaron viendo el uno al otro con las carcajadas leves. En eso, Giorno recordó la conversación que había tenido con Mista por teléfono; ahora que tenia a Jolyne más de cerca, supo que no sólo era su cara o su cuerpo lo que la hacia atractiva, sino esa sonrisa y las risas encantadoras que esta soltaba. Asimismo de su forma de protegerlo, de su preocupación desinteresada aun cuando todavía era un extraño para ella, ¿Sería instinto o algo parecido?

Jolyne por su parte, no sabía en qué momento llegaba a tener la tranquilidad estando con el joven, ya no sintiéndose nerviosa y reír serenamente ante su comentario. De pensarlo, no le gustaba como lo trataban sus cercanos ¿Por qué? No solía ser así y normalmente llegaba a valerle treinta hectáreas. Sin embargo, si no se detenía en analizarlo simple y sencillamente era porque se trata de su invitado especial de su padre y hallándose dentro de una familia extranjera para él debía ser difícil. Sí, debía ser eso.

-Jolyne, Giorno ¿Qué están haciendo aquí? - Interrumpiendo la atmosfera de los mencionados, ambos levantaron la vista encontrándose a Jotaro que les cuestionaba desde arriba. Una imagen un tanto intimidante y más por cómo se les había dirigido con su voz más grave de lo normal. - Vayamos adentro, hace frío y no quiero que ninguno de ustedes se enferme.

Sí, claro. Hasta Jotaro sabia que esa no era la razón para querer romper ese ambiente que se había formado. Y sin remedio, sus miradas se apartaron adentrándose a la casa.

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Holi :^ Aquí el nuevo cap, juars.

Espero les haya gustado, si no les gustó, perdón D:

Ya saben, si hay faltas ortográficas kk una mega disculpa xd

Lo quiero un resto 💙💙💙 , hasta prontito n.n

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